Aquino - A TITO 5


CAPITULO 2

6
(
Tt 2,1-6)

Lección 1: Tito 2,1-6

Instruye a Tito para que enseñe la sana doctrina e imbuya en buenas costumbres a los ancianos, a hombres y mujeres.

1. Mas tú has de enseñar solamente cosas conformes a la sana doctrina:2. como que los ancianos sean sobrios, honestos, prudentes, y puros en la fe, en la caridad, en la paciencia;3. asimismo que las ancianas sean de un porte ajustado y modesto, no calumniadoras, no amigas de mucho vino, que den buenas instrucciones,4. enseñando el pudor a las jóvenes, a que amen a sus maridos y a cuidar de sus hijos,5. a que sean honestas, castas, sobrias, cuidadosas de la casa, apacibles, sujetas a sus mandos, para que no se hable mal de la palabra de Dios.Arriba instruyó el Apóstol a Tito sobre la calidad de los ministros que alejen a los herejes; aquí le enseña lo que ha de hacer con ellos; lo propone en general, lo distingue en particular. Dice pues: dije que era necesario establecer Obispos; mas no por eso te creas ajeno del cuidado pastoral; al contrario, con mayor diligencia te has de aplicar a la instrucción: "mas tú has de enseñar solamente cosas conformes a la sana doctrina", a saber, por las que se levanta el edificio de una fe sin tacha.Enseña luego lo mismo por partes, y pónese primero la doctrina sana contra la vida perversa; segundo, contra los herejes y los errores. Cuanto a lo primero pasa lista a las distintas condiciones y estados de hombres y después les da doctrina en general: amonéstalos, esto es, le muestra cómo ha de instruir a los hijos, a los siervos, de palabra, con el ejemplo; a los viejos y viejas, a los jóvenes.Es de saber que la vejez dispone para algunas cosas buenas, como el desprecio de los placeres; porque la juventud, con el calor natural que hierve en los cuerpos juveniles, se siente aguijoneada a buscar los deleites sensuales, que en suma se reducen a comidas, bebidas, carnalidades. Pero la vejez es una buena disposición para evitarlas, porque los viejos tienen los cuerpos ya casi muertos. "Respondió Bercelay al rey:... 80 años tengo en el día, ¿acaso tienen vigor mis sentidos para discernir entre lo dulce y lo amargo?" (2S 19,35). Por eso dice "que sean sobrios" cuanto al comer y beber, y "honestos" cuanto a los deleites venéreos. "¿Conque, después que ya estoy vieja y mi señor lo esdá más, pensaré en usar del matrimonio?" (Gn 18,12). Pues si la vejez es disposición para frenar esos apetitos, ¿por qué esta advertencia? Porque alguna vez, por la gran perversidad humana, los viejos se dan sus buenos resbalones y reverdecen en mocedades o necedades de muchacho. "El niño de cien años morirá, y el pecador de cien años será maldito" (Is 65,20).¿Por qué sucede esto? Por dos razones. El ¡oven y el viejo no se mueven por la misma causa. Al ¡oven lo espolea el instinto de la pasión, el viejo procede por elección y por dos motivos; pues nadie quiere pasársela sin algún deleite, y es tanto mayor su apetencia, cuanto mayor la carencia, por las molestias que siente; y el viejo es un retablo de incomodidades y quiebras de la naturaleza; por eso, cuando carece de los deleites del espíritu, busca los de la carne. La segunda razón, porque al ¡oven en veces le tira de la rienda el pudor; los vielos, por el contrario, según el Filósofo, son desvergonzados, porque son antiguos y han catado ya muchos platos; los jóvenes, vanos y vergonzosos por naturaleza; por eso se van a la mano, no así los viejos.Asimismo, por su larga experiencia, es una buena disposición para la prudencia. "¡Cuan bien parece la sabiduría en las personas de edad avanzada, y en las que están en alto puesto la inteligencia y el consejo! Corona de los ancianos es la mucha experiencia". (Si 25,7). Por eso añade: "prudentes", aunque algunas veces a los viejos se les trabuca el seso. "3 especies de personas aborrece mi alma: (c)I viejo fatuo e imprudente" (Si 25,4). Por dos arcaduces les llega la fatuidad a los viejos; pues la prudencia se adquiere con el ejercicio; así que, cuando la juventud no la emplearon bien, son imprudentes en la senectud. "Lo que no júntaste en tu juventud, ¿cómo lo has de hallar en tu vejez?" (Si 25,5). También porque de jóvenes se entregan en demasía a los placeres sensuales, mayormente a los excesos de la gula, y por eso se les seca el cerebro. "Lujuriosa cosa es el vino, y llena está de desórdenes la embriaguez; no será sabio quien a ella se entrega" (Pr 20,1).Pone en segundo lugar los bienes a que hace oposición la vejez, que son la fe, la paciencia, la caridad; y así dice: "puros en la fe", porque sin ella es imposible agradar a Dios (He 11). De dos causas proviene que no tengan esa unidad en la fe, mayormente si se les propone un artículo nuevo de fe: lo. de que no tienen firmeza en eso nuevo porque presumen de sabios y, por consiguiente, no les creen a otros (Jb 12); 2o. de que ya llevan de casta el ser incrédulos, pues tocaron con la mano que muchas veces les dieron gato por liebre; por eso hablan siempre con adverbios de modo templado y dubitativo: a menos que, quizá, casi, puede ser. Pero la incredulidad repugna a la fe. "El fementido obra como fementido" (Is 21).Cuanto al segundo bien, dice: "en la caridad", porque la plenitud de la ley es el amor. Y lo amonesta a eso por 2 razones: la. porque los viejos son poco amigables, ya que el amor se ceba con la convivencia, y no hay nadie que quiera por mucho tiempo convivir con gente encapotada y caridifunta: que eso son los viejos: gente triste, y por eso no tienen amistades; 2a. porque los viejos son amantes interesales, que aman solamente por la utilidad, así como los jóvenes por el deleite; porque los viejos necesitan de entibo y sustento.Cuanto al tercer bien dice: "en la paciencia", y esto por 3 razones: la. porque andan acosados de muchos trabajos e incomodidades, y necesitan no impacientarse contra las turbaciones; 2a. porque los ancianos viven en la memoria de muchos, y por eso no se les cae de la boca lo acontecido en tiempo de Mari Castaña; los jóvenes, en cambio, viven en la esperanza de grandes hazañas: doble motivo para impacientarse los viejos, es a saber, por los bienes que otrora tuvieron y de que ya carecen. Por eso lapidariamente pronuncia Boecio: la mayor miseria haber sido feliz. "Jerusalén trae a su memoria aquellos días de su aflicción y sus prevaricaciones, y todos aquellos bienes de que gozó desde los antiguos tiempos" (Trenos 1,7); 3a. precisamente porque viven en la memoria, sucede que algunos, que ahora los menosprecian, en algún tiempo fueron peores, y por eso se turban. "Mas ahora hacen burla de mí unos mozalbefes, a cuyos padres me hubiera desdeñado de ponerlos con los mastines de mis rebaños" (Jb 30,1); 4a. porque cuanto más el viejo se acerca a la meta, tanto más anhela vivir; de donde, al ver que se resquebraja, mayor tristeza concibe.Al decir luego: ancianas, enseña cómo hay que instruir a las vejezuelas, y lo. en la vida,2o. en la doctrina; asimismo en el vestido, la comida, la conversación. Cuanto a lo primero dice: "en hábito santo" o vestido decente, no lujoso y que incite a lujuria, como conviene a toda mujer, "el adorno de las cuales no ha de ser por de fuera con los rizos del cabello, ni con dijes de oro, ni gala de vestidos" (1P 3,3); "asimismo oren también las mujeres en traje decente, ataviándose con recato y modestia, y no inmodestamente con los cabellos rizados, ni con oro, o con perlas, o costosos adornos" (1Tm 2,9). Esto han de observarlo de manera especial las ancianas; porque adornarse modestamente -y esto se entiende sencillamente de todo movimiento del cuerpo- para agradar a sus maridos es propio de las mozuelas (Si 19).Cuanto a lo segundo dice: "no calumniadoras"; pues 2 defectos tienen los viejos: uno -común a todos ellos- el ser suspicaces, porque, como han sido testigos de muchos agravios y entuertos, piensan, como el ladrón, que los demás serán de esa condición. Lo mismo en las mujeres, especialmente en las celosas; y ambos defectos en las vejezuelas, que por razón de la edad son suspicaces, y por razón del sexo celosas. "La mujer celosa es dolor y llanto del corazón; su lengua es un azote que alcanza a todos" (Si 26,9). Por tanto, no sean calumniadoras. Cuanto al sustentamiento, "no amigas de mucho vino". De los varones dijo: que sean sobrios. Y dice: no mucho, porque en veces lo toman por la frigidez de su edad.Cuanto a la doctrina dice: "que den buenas instrucciones". Pero en 1Co 14 se dice lo contrario: "las mujeres callen en las iglesias, porque no les está permitido hablar allí, sino que deben estar sumisias"; "las mujeres escuchen en silencio las instrucciones con entera sumisión; pues no permito a la mujer el hacer de doctora" (1Tm 2,12). Respondo: prohíbese a la mujer la instrucción pública, que se hace al pueblo; concédesele la privada con la que uno enseña a su familia. Así en Pr 31,1: "profecía o doctrina con que le instruyó su madre", y en Pr 4,4: "mi madre instruyéndome me decía". Y bien dice: "que enseñen la prudencia". Enderézase este aviso mas que a los varones a las ancianas, que en vez de cosas provechosas enseñan fábulas o cuentos de viejas, y también porque tienen más trato con los niños y con la familia que los varones.Al referirse a las jóvenes, muestra de qué manera las ha de instruir, y también a los jóvenes; y la instrucción que les han de dar abarca 3 géneros de personas: los deudos, ellas mismas, los súbditos. Cuanto a lo primero dice: "que amen a sus maridos", pues se les debe amor. "En 3 cosas se ha complacido mi corazón.. . un marido y mujer bien unidos entre sí" (Si 25). Y, cosa que les es natural, "que amen a sus hijos". O "¿por ventura puede la mujer olvidarse de su niño, sin que tenga compasien del hi¡o de sus entrañas? (Is 49,15). Y advertid lo que dice: que amen a sus maridos (ament) y quieran (diligant) a sus hijos; porque el amor a los maridos es más ardoroso, a los hijos más natural.Cuanto a ellas dice 3 cosas: una que toca a la razón: que sean prudentes. -"Casa y riquezas se heredan de los padres; mas la mujer prudente la da sólo el Señor" (Pr 19,14). Esto es de necesidad, ya que su sexo y su juventud no hacen tan buenas migas, que digamos, con la prudencia. Otra que se refiere a la concupiscible: "que sean castas"; la tercera a la irascible, al decir: sobrias.-"Gracia sobre gracia la mujer santa y vergonzosa" (Si 26,19).Cuanto a los súbditos señala el cuidado que se ha de tener de ellos, el modo de hacerlo y el por qué. De lo primero dice: "cuidadosas de la casa". -"La mujer prudente edifica su casa; la necia aun la ya edificada la desfruirá con sus manos" (Pr 14,1). Y en ese cuidado 2 cosas tienen que observar las mujeres, que por lo común son iracundas, "No hay ira peor que la ira de la mujer" (Si 25). Por eso dice apacibles, como si dijera que gobiernen con mansedumbre. La otra cosa es que, cuando la mujer empuña la vara, llévale la contraria a su marido. "Si la mujer tiene el mando, se rebela contra su marido" (Si 25,30). Por eso dice: "sujetas a sus maridos", como indica el Génesis 3: "estarás debajo de la potestad de tu marido, y él te dominará". Y la razón es "para que no se hable mal de la palabra de Dios", esto es, no se dé ocasión de ello. Toda esta enseñanza la hace notar el libro de Tobías X, donde se dice que Ragüel y Sara amonestaron a su hija a honrar a los suegros, amar a su marido, regir su familia, gobernar su casa y a sí misma mostrarse sin tacha.Indica, por consiguiente, de qué modo ha de enseñar a los jóvenes, a saber, que sean sobrios, advertencia que repite de nuevo, porque la embriaguez da principio a los vicios (1P 5).



7
(
Tt 2,7-10)

Lección 2: Tito 2,7-10


Exhórtación a que se muestre dechado de buenas obras y le enseña con qué integridad de costumbres y con qué lealtad han de respetar los siervos a sus señores.

7.En todas cosas muéstrate dechado de buenas obras, en la doctrina, en la pureza de costumbres, en la gravedad,8. en la predicación de doctrina sana, e irreprensible, para que quien es contrario se confunda, no teniendo mal ninguno que decir de nosotros.9. Exhorta a los siervos a que sean obedientes a sus dueños, dándoles gusto en todo lo que puedan, no siendo respondones,10. no defraudándoles en nada, sino mostrando en todas las cosas una perfecta lealtad, para que su conducta haga respetar en todo el mundo la doctrina de Dios, salvador nuestro.

La doctrina que en la lección anterior dio el Apóstol a Tito contiene una instrucción para los súbditos libres, y lo exhorta a mostrarse dechado de buenas obras, porque no sólo las palabras sino también los ejemplos son de provecho. Muéstrese dechado en general, en todas cosas, y en particular: "en la doctrina"; y da la razón: "para que quien es contrario se confunda". Dice pues: ya que por la edad eres ¡oven, "muéstrate en todas cosas dechado de buenas obras"; porque el prelado debe ser como un ejemplo viviente para sus discípulos. "Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo", "porque os he dado ejemplo, para que, como Yo lo he hecho, así también lo hagáis" (1Co 11 Jn 13,15).Al decir luego: "en la doctrina", reseña en qué cosas, de modo especial, se ha de mostrar dechado. La doctrina es lo primero, porque es lo propio del prelado: "apacentar con la ciencia y doctrina" (Jr 3); y a quien más le conviene es a Tito, por tener debajo de su jurisdicción a otros obispos, como arriba se dijo. Por tanto, aleccionándolos con su magisterio, ha de serles dechado de doctrina (1Tm 4). Asimismo, en lo tocante a la vida, amonéstalo en primer lugar a apartarse del mal; por eso dice: "en la pureza de costumbres", no dejándose corromper; porque así como el cuerpo pierde la integridad por la corrupción de sus miembros, así el alma por la corrupción del pecado. La múltiple integridad en el prelado gobiérnase, la de los sentidos por la prudencia, la de los afectos por la caridad, la del cuerpo por la castidad. "Vuestro espíritu entero, con alma y cuerpo se conserven sin culpa para cuando venga Nuestro Señor Jesucristo" (1Th 5,23).Otrosí, que muestre su gravedad cuanto a los bienes que se hacen con caridad. Dos extremos tiene la gravedad, uno vituperable porque desciende (Ps 4), otro laudable por su estabilidad y firmeza. Por eso se dicen personas graves las que no se mudan de ligero del bien que tienen. Así aquí cuando dice: "en la gravedad", virtud que merece alabanza (Ps 34).Enseña luego cuáles hayan de ser su doctrina y sus palabras, y dice que sanas, no corrompidas con falsedades (2Tm 1): "en boca del príncipe no dice bien la mentira". También cuanto al modo, que sean "irreprensibles", esto es, que se digan a tiempo, con toda decencia e induzcan a corregirse. "La parábola no tiene gracia en boca del fatuo, porque la dice fuera de tiempo" (Si 20,22). Y el fin de la doctrina es que "quien es contrario se confunda", como si dijera: si todos cumplieran como debieran; es a saber, prelados y súbditos, los adversarios no os podrían dañar; "pues ésta es la voluntad de Dios, que obrando bien tapéis la boca a la ignorancia de los hombres necios" (1P 2,1 1P 5).Enseña luego cómo ha de instruir a los siervos y por qué razón. Indúcelos a estar sujetos, determínales el modo de la sujeción y demuestra su necesidad. Dice pues: amonesta a los siervos a que estén sujetos a sus señores; como dice San Pedro (1P 2,18: "siervos, estad sumisos con todo temor a tas amos, no tan sólo a los buenos y apacibles, sino también a los de recia condición" (1P 2,18). "Siervos, obedeced en todo a vuestros amos temporales, no sirviéndoles sólo mientras tienen la vista sobre vosotros, como si no deseaseis más que complacer a los hombres, sino con sencillez de corazón y temor de Diog" (Col 3,22). Lo mismo dice a los Efesios. Y ¿por qué tanta insistencia en inculcar lo mismo? No sin motivo; pues empezó a deslizarse entre los Judíos una herejía: que los siervos de Dios no deberían servir a los hombres. De aquí lo tomó el pueblo cristiano para decir que, hechos ya hijos de Dios por Jesucristo, no deberían ser siervos de los hombres. Mas Cristo no vino a quitar por la fe el orden de la justicia; más bien digamos que por la fe de Cristo se guarda la justicia, que hace que unos se sometan a otros. Pero esta servidumbre es sólo del cuerpo, de la que no nos redime la redención de Cristo -que nos libra ahora de la servidumbre del alma- ni de la corrupción del cuerpo; mas en el siglo futuro nos veremos también libres de la corrupción y servidumbre del cuerpo, "cuando Jesucristo hubiere entregado su reino a su Dios y Padre" (1Co 1 1Co 5,24).Lo que dice: en todo puede referirse a sumisos en el sentido de todo aquello a que se extiende el derecho de la potestad dominativa; o a dándoles gusto; porque la sumisión ha de ser de tal guisa que 19 presten sus servicios sin ofensa de nadie, ni refunfuñando y con morosidad. Pero contra ese agrado o complacencia de 1Co 10 está el texto de los Gálatas (Ga 1,10), que dice: "si todavía prosiguiese complaciendo a los* hombres, no sería yo siervo de Cristo". Respondo: complacer al hombre por el mismo hombre es vituperable, mas por Dios es loable.2o. que sirvan sin repugnancia: por eso dice: "no siendo respondones" (Si 4); 3o. sin fraude: "no defraudándolos) en nada". En donde juega al quita y pon; quita el fraude, porque a los siervos se les confían los bienes de sus señores (Lc 19), y pone en su lugar la bondad en todo; por eso dice: "sino mostrando en todas las cosas una entera lealtad". Mas todo esto ¿para qué? No ciertamente para captar el favor terreno, sino para la gloria de Dios: "para que su proceder haga respetasen todo el mundo la doctrina de Diosi, salvador nuestro". Comenta la Glosa: presea es para el maestro la vida honrada de su discípulo, como alabanza es del médico la salud del enfermo. El que enseña tiene cuidado de las almas; si pues hacemos que se vean nuestras buenas obras, se alaba la doctrina de Cristo (Mt 5), y no al contrario "todo el día, sin cesar, está blasfemándose mi nombre" (Is 52,5).



8
(
Tt 2,11-15)

Lección 3: Tito 2,11-13

Propónese como dechado de la sana doctrina a Cristo, que nos instruyó sobre lo que había de evitarse, hacerse, esperarse.


11. Porque la gracia de Dios salvador nuestro ha iluminado a todos los hombres,12. enseñándonos que renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos sobria, justa y religiosamente en este siglo,13. aguardando la bienaventuranza esperada y la venida gloriosa del gran Dios salvador nuestro Jesucristo,14. el cual se dio a Sí mismo por nosotros, para redimirnos de todo pecado, purificarnos y hacer de nosotros un pueblo particularmente consagrado a su servicio y fervoroso en el bien obrar.15. Esto es lo que has de enseñar; y exhorta y reprende con plena autoridad. Pórtate de manera que nadie te menosprecie.

La enseñanza a siervos y a libres, y en qué forma, fue el tema de la instrucción anterior del Apóstol a Tito, y la conclusión que, por su buen modo de proceder, se hiciese respetar en todo el mundo la doctrina de Cristo; la presente, haciendo plena justicia a lo dicho, completa lo anterior por el buen trato y conversación. Anticipa, por primer punto del tema, la gracia y la doctrina de Cristo, y lo mueve, lo induce a predicar esa gracia. Propone asimismo la aparición de esa gracia, la instrucción que nos da, lo que obra en nosotros. Y es de saber que gracia dice misericordia, porque gracia es de lo que gratis se da, y lo que de gracia se da por pura misericordia se da. Dios siempre ha sido misericordioso, pero los hombres antiguamente no lo percibían tan claro. "Señor, hasta el delo llega tu misericordia" (Ps 135,6). Porque antes de Cristo todos, por justos que fuesen, estaban sujetos a sentencia de condenación, pero al encarnarse Cristo, el Hijo de Dios, "apareció la gracia"; "y es grande a todas luces el misterio de la piedad" o amor divino, en que el Hijo de Dios se ha manifestado en carne mortal" (1Tm 3,16). Y cuanto más poderoso es uno, tanto más apetecible es su gracia. De donde se concluye que hay que desear la gracia de Dios; que esto quiere decir: "apareció la gracia de Dios", porque su destino es salvar; de donde dice: "y salvador nuestro" (Is 51).Esta gracia no se ofrece única y exclusivamente al pueblo de los judíos, como en otro tiempo, sino "a todos los hombres", porque Dios "quiere que todos los hombres se salven" (1Tm 2), y por eso "verán todos los confines de la tierra al Salvador que envía nuestro Dios" (Is 52,10). Y puede decirse que en el nacimiento de Cristo se dejó ver esta gracia a dos visos: de uno, porque diósenos por la mayor gracia de Dios. De donde, siendo su concepción obra de toda la Trinidad, de modo especial se atribuye al Espíritu Santo, que es principio de todas las gracias; y esta gracia se dejó ver de todos los hombres, especialmente de Cristo, "lleno de gracia y de verdad" (Jn 1). De otro viso, porque de esta gracia se siguió la instrucción del género humano, que antes de Cristo estaba envuelto en la ignorancia y la herejía: "el pueblo que andaba entre tinieblas vio una gran luz" (Is 9,2). Por eso dice: "enseñándonos", a saber, como el padre que educa a su hijo. Y dos cosas nos enseñó, necesarias al hombre: a obrar bien y con recta intención.Dice pues: "enseñándonos que renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas". Es de notar esta manera de hablar, porque todos los pecados o se enderezan de cara contra Dios, o hacen pie, propasándose, en el uso de las cosas temporales. En el primer caso llámanse pecados de impiedad, ya que la piedad, con toda propiedad, es la virtud por la cual damos a los padres y a la patria la honra y respeto que ellos se merecen; mas como principalmente padre nuestro es Dios, al culto de Dios pertenece la piedad. En Jb 28,28, en lugar del texto que nosotros leemos: "he aquí que el temor det Señor es la sabiduría", léese este otro: "mira, la verdadera sabiduría consiste en la piedad"; por esta razón los pecados contra Dios se llaman impiedades; "pues, descúbrese la ira de Dios, que descarga del cieio sobre toda la impiedad" (Rm 1,18), y allí habla de la idolatría.En el segundo caso, del abuso de las cosas temporales, llámanse deseos seculares. Siglo es el espacio que mide el período de las cosas. De donde por la palabra "saecularia" entiéndense las cosas seculares y todos los pecados que se cometen contra el prójimo, o contra sí mismas, por el abuso de ellas.Al decir luego: "con sobriedad", señala el bien que hemos de hacer; y dice "sobriamente", por lo que mira a sí; "justamente", en lo que toca al prójimo; "piadosamente o religiosamente, en lo que se refiere a Dios. Sobriamente quiere decir como con medida, pues Bria es medida, esto es, si el hombre en el uso de las cosas exteriores y de las propias pasiones mídese razonablemente y no se excede en un pelo. De donde todo uso medido y compasado de las cosas exteriores y de las externas pasiones llámase sobriedad. "Enseña la templanza o sobriedad, la prudencia, y la justicia, y la fortaleza, que son las cosas más útiles a los hombres en esta vida" (Sg 8,7).-"aguardando la bienaventuranza esperada". Instruyelo con estas palabras sobre el fin, que consiste en la gloria del alma en la muerte, y en la gloria del cuerpo al advenimiento de Cristo (Jn 5). Cuanto a lo primero dice: "aguardando la bienaventuranza esperada", contra aquellos que ponen el fin del hombre en el ejercicio de las virtudes en esta vida; lo cual no es cierto, porque aunque viviésemos sobria, pía y justamente, todavía nos quedaríamos esperando, como el jornalero que aguarda su jornal (Jb 7 Jb 14 Is 30). Por eso dice: "aguardando la bienaventuranza esperada", que puede entenderse de dos maneras: o porque tienen esperanza de ser dichosos, o porque la misma espera los hace dichosos.Cuanto a lo segundo dice: "y la venida gloriosa del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo", a saber, por cuya virtud resucitarán nuestros cuerpos; que, quien ama a su amigo, lo espera con grandes ansias (2Tm 4 Lc 12). Y dice: "advenimiento glorioso", porque el primero fue humilde (Ph 2 Mt 11). Y aquél será glorioso porque a todos se hará patente su divinidad: "y entonces verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes con grande poder y majestad" (Lc 21). Y dice: "del gran Dios", para confundir a Arrio, que afirmó no ser el Hijo igual al Padre. Y en verdad grande, porque se dice en Rm 9,5: "el cual es Dios bendito sobre todas las cosas por siempre jamás. Amén"; y verdadero Hijo del Padre (1Jn).También es Salvador (1Tm 2), porque para esto vino y esto significa su nombre: "porque ES salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1). Y añade: "de Cristo", ungido, por el cual se entiende la unión de la divinidad a la humanidad; pues de algunos hombres se dice *que están unidos a Dios, mas no de tal suerte que tengan unida consigo la esencia de la divinidad, sino porque participan en cierta forma de ella; pero Cristo tiene unida consigo la divinidad: "te ungió Dios, tu Dios" (Ps 44,8).Muéstrase luego la operación de la gracia, al decir: "el cual se dio a Sí mismo por nosotros", y muéstrase 19 en el beneficio de la pasión; 2° en el fruto de la pasión. Dice pues: afirmo que es nuestro Salvador; pero ¿cómo? Entregándose por nosotros. "Sed pues imitadores de Dios, como hilos muy queridos, y proceded con amor, a ejemplo de lo que Cristo nos amó, y se ofreció a Sí mismo a Dios en oblación y hostia de olor suavísimo" (Ep 5,2). Y el fruto de la pasión llámase libertad y santificación. Libertad, cuando dice: "para redimirnos de todo pecado", pues "todo aquel que comete pecado esclavo es del pecado" (Jn 8,34). El primer hombre por el pecado quedó reducido a la servidumbre del pecado por la cual se inclinaba a otro pecado; mas Cristo por su pasión dio por él satisfacción, y así nos vimos libres de esa esclavitud (Is 43). Y no sólo nos redimió del pecado original, sino de todos los que uno añade de su voluntad. La santificación es para lo bueno, "para purificar", esto es, para santificar al pueblo, para que fuésemos su pueblo, "particularmente consagrado a su servicio" (Os 1Pr 14Dt 7Rm 13,3"No nos cansemos, pues, de hacer bien" (Ga 6,9).-"Esto es lo que has de enseñar". Indúcelo con estas palabras a ser predicador de la gracia, y lo exhorta a predicar; le indica el modo: "con plena autoridad". Dice pues: habla, enseña lo que mira a las verdades de fe; exhorta a lo que hay que hacer; "porque no os hemos predicado ninguna doctrina de error, ni de inmundicia, ni con el designio de engañaros" (1Th 2,3).-"y reprende" a los que ss portan mal. "A los pecadores públicos y obstinados has de reprenderos delante de todos" (1Tm 5,20). Y esto "con todo imperio", esto es, con autoridad, porque habla como instrumento o como ministro de Dios; por tanto, con la confianza que da la autoridad divina. Con todo, al exhortar hay que hablar alguna vez con ruegos, considerando la propia flaqueza (Pr 18); alguna vez con imperio, considerando la autoridad que representa (2Co 13); o con mansedumbre a los buenos, con autoridad a los obstinados. Era menester lo amonestasen a reprender con imperio, porque era de natural suave. "Nadie te menosprecie por joven" (1Tm 4).


CAPITULO 3

9
(
Tt 3,1-8)


Lección 1: Tito 3,1-8

Enseña a todos cómo han de portarse con los superiores y con los iguales, y péneles ante los ojos en qué estado vivían antes de la gracia, y en cuál viven ahora después de ella.

1. Amonéstales que vivan sujetos a los príncipes y potestades, que obedezcan sus órdenes, y que estén prontos para toda obra buena;2. que no digan mal de nadie, que no sean pendencieros, sino modestos, tratando a todos los hombres con toda la dulzura posible.3. Porque también nosotros éramos en algún tiempo insensatos, incrédulos, extraviados, esclavos de infinitas pasiones y deleites, llenos de malignidad y de envidia, aborrecibles y aborreciéndonos los unos a los otros.4. Pero después que Dios nuestro salvador ha manifestado su benignidad y amor para con los hombres,5. nos ha salvado, no a causa de las obras de justicia que hubiésemos hecho, sino por su misericordia haciéndonos renacer por el bautismo, y renovándonos por el Espíritu Santo,6. que El derramó sobre nosotros copiosamente, por Jesucristo salvador nuestro;7. para que justificados por la gracia de Este mismo, vengamos a ser herederos de la vida eterna, conforme a la esperanza que de ella tenemos.8. Doctrina es ésta ciertísima, y deseo que arraigues bien en ella a los que creen en Dios, a fin de que procuren aventajarse en practicar buenas obras. Estas cosas son las loables y provechosas a los hombres.

En el capítulo precedente dio el Apóstol particulares instrucciones para cada uno de los estados; aquí las da generales, explica la razón e induce a Tito a tomarlas como materia de su predicación. Cuanto al primer punto indica a todos cómo han de portarse con los superiores y con los iguales. A los superiores deben los súbditos reverencia de sujeción y obediencia de ejecución. Así pues: te dije de qué habías de advertir a los susodichos, pero "amonéstalos", esto es, a todos, "que vivan sujetos a los príncipes" o mayores: los reyes y gobernantes, "y potestades", esto es, los otros oficiales. "Estad, pues, sumisos a toda humana criatura, y esto por respeto a Dios: ya sea al rey, puesto que está sobre todos; ya a los gobernantes, como puestos por E¡" (1P 2). "Toda persona esté sujeta a las potestades" (Rm 13,1). Esta advertencia es necesaria: 1º para quitar el error de los Judíos, que dicen no hay que obedecer mandatos de hombres; 2° para que no alterasen la paz en la Iglesia; 3º porque están obligados a obedecer lo que se les manda. "Obedeced a vuestros prelados y estadles sumisos" (He 13,17). Y dijo: "obedezcan sus órdenes", esto es, a la sola palabra del superior, porque "el ser dócil importa más que el ofrecer la grasura de sus carneros" (1S 15,22); "Y si alguno no obedeciere lo que ordenamos en nuestra carta, tildadle al tal y no converséis con él". (2Th 3)No sólo es necesaria la presteza sino también la discreción. De donde dice: "y estén prontos para toda obra buena"; de otra suerte no habría que obedecer; más bien a Dios, que está por encima de todos. "Juzgad vosotros si en la presencia de Dios es justo el obedeceros a vosotros antes que a Dios" (Ac 4,19). Por tanto, los soldados no están obligados a obedecer en caso de una guerra injusta.Al decir luego "que no digan mal de nadie", les indica cómo han de portarse con los iguales, en evitar lo malo y en obrar lo bueno. De modo especial les carga la mano en materia de palabras, porque en la primitiva Iglesia pocos pecaban de obra. Y de palabra peca uno, contra otra persona, si lo enjabona o pone como un trapo; de donde dice: "no hablen mal de nadie" (no blasfemen). Pero está en contrario que la blasfemia dice respecto de crimen contra Dios; no hay pues blasfemia contra el prójimo. Respondo: en cuanto el amor del prójimo dice respecto al amor de Dios, y el honor del prójimo al honor de Dios, entonces tal improperio va contra Dios. Tómase pues aquí la blasfemia por cualquier maldición oculta o manifiesta. "Blasfemando no temen sembrar herejías" (2P 2,10).En segundo lugar peca uno contra el prójimo por causa de las cosas exteriores. Por eso dice: "que no sean pendencieros". De donde es de saber que hay 3 clases de hombres: unos, de espaldas resbaladizas, que no se melancolizan por injurias que les digan, y éstos son los aduladores; otros, que la emprenden contra toda palabra, los picapleitos, contra quienes habla aquí. "Al siervo de Dios no le conviene altercar, sino ser manso con todos" (2Tm 2,24 Pr 20). Otros finalmente, los virtuosos, que echando por medio del camino, unas veces reciben gusto, otras tristeza por las palabras que oyen (2Co 2).-"Sino modestos". Muestra cómo han de practicar la virtud y primero en los actos exteriores, diciendo que sean modestos; y la modestia es una virtud por la cual exteriormente se gobierna uno con tal comedimiento que no agravie con un desmán a quien le mira (Ph 4 Pr 22). Y cuanto es uno más arrebatado en sus afectos interiores, tanto con mayor dificultad se refrena aun en lo exterior. Tal es entre todos los afectos la ira, contra la cual pone la mansedumbre, que tiempla sus arrebatos. De donde dice: "tratando a todos los hombres con toda la dulzura posible". "Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11). "Recibid con mansedumbre la palabra que ha sido como injerida en vosotros y que puede salvar vuestras almas" (Jc 1).-"Porque también nosotros éramos en algún tiempo insensatos... " Esta es la razón de lo antedicho, mayormente de lo último, a saber, que sean mansos; pues pudieran decir: ¿cómo seremos mansos con los infieles, con los malos? Esto no es posible. Responde: ponte a pensar qué tal eras; por consiguiente, contra la ira el mejor remedio es reconocer la propia fragilidad; por eso pone ante sus ojos su vida pasada y de dónde llegaron al estado de perfección que tienen ahora. Pone también los defectos procedentes del entendimiento y los del afecto. El entendimiento puede flaquear de dos maneras: o porque le falta el verdadero conocimiento, como por la ignorancia de la negación, o por caer en una falsa opinión. La verdad la perciben algunos también de dos modos: unos sólo por la fe, otros con un conocimiento claro, pregustándola por la luz de la sabiduría. Por eso dice: "éramos en un tiempo insensatos", esto es, vivíamos privados de esta sabiduría (Lc 21); "e incrédulos", es a saber, infieles. "Tienes que habértelas con incrédulos y pervertidores" (Ez 2,6). Pero erramos por seguir la opinión contraria; de donde dice: "extraviados", esto es, damos por verdadero lo falso (Is 19).Pone luego lo tocante a la corrupción del afecto respecto de sí y de los otros. El afecto humano está bien enderezado cuando está al servicio de la razón y goza razonablemente los placeres lícitos. Así pues, cuando en lugar de la razón se deja arrastrar de sus deseos, entonces se corrompe. Por eso dice: "esclavos de infinitas pasiones y debites". Los deleites tienen por blanco los pecados de placeres carnales, como la lujuria y la gula; los deseos, en cambio, los otros vicios, como la ambición, la avaricia y semejantes. "No te dejes arrastrar de tus pasiones, y refrena tus apetitos" (Si 18,30). "No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus concupiscencias" (Rm 6,12 2Tm 3).-"llenos de malignidad y de envidia". Estos son los pecados en orden a los demás, y primero la malignidad, que es la voluntad de dañar a otro; porque el efecto denomínase por el fin; así que malicioso se llama el que lleva intención de hacer un mal. "Por lo cual dando de mano a toda inmundicia y exceso malicioso" (Jc 1,21). Pone en segundo lugar la envidia, que se duele del bien ajeno, así como infiere el daño la malicia. "La envidia es carcoma de los huesos" (Pr 14,30). En tercer lugar el odio; por eso dice: "aborrecibles", a saber, a Dios, por el hecho de ser pecadores: "a Dios le son igualmente aborrecibles el impío y su impiedad" (Sg 14,9); o al prójimo, cuando hacen tales cosas que le dan motivo a odiarlos. Añade: "y aborreciéndose los unos a los otros", como si dijera: también nosotros teníamos odio a otros. "El que aborrece a su hermano es un homicida" (1Jn 3).Muestra luego el estado de nuestra salvación, al decir: "pero después que Dios nuestro salvador ha manifestado su benignidad y amor para con tas hombres", y describe su orden y procedimiento, a saber: la causa de nuestra salud, la razón de salvarnos, el modo, el fin. La causa de nuestra salud es el amor de Dios. "Pero Dios, que es rico en misericordia, movido del excesivo amor con que nos amó" (Ep 2,4). Describe también este amor cuanto al afecto y cuanto al efecto. El afecto interior de la caridad desígnase por la benignidad, que quiere decir buena "igneidad", y el fuego significa amor: "sus brasas ardientes y un volcán de llamas" (Ct 8,6).Así pues la benignidad es un amor interno que derrama bienes por fuera, y estuvo con Dios desde la eternidad, porque el amor es la causa de todas las cosas (Jl 2), aunque no siempre daba muestras de sí. "¿Dónde está ahora tu celo y tu fortaleza, la ternura de tus entrañas y la gran misericordia tuya?" (Is 63,15). Mas se dejó ver por el efecto, que se significa por la palabra "humanidad", y puede entenderse según signifique la naturaleza humana; como si dijera: se dejó ver la benignidad y humanidad, cuando Dios, movido de su benignidad, se hizo hombre (Ph 2); o según se refiera a la virtud que consiste en acudir exteriormente al socorro en las menguas ajenas; de donde ser humano es lo mismo que condescender. "Los bárbaros por su parte nos trataron con mucha humanidad" (Ac 28,1). Tal condescendencia manifiesta Dios con nuestros defectos, "porque sabe de qué pasta estamos hechos". Y esto dimana de que es "Salvador", porque "la salvación de los justos viene del Señor" (Ps 36).La razón de por qué nos salvó la pone al decir: "no a causa de las obras de justicia que hisbiésemos hecho"; excluyese la razón presunta y demuéstrase la verdadera. La presunta es que si hemos sido salvados ha sido por nuestros méritos; pero ésta la descarta al decir: "no a causa de las obras, de justicia que hubiésemos hecho"; "se han salvado unos pocos, que han sido reservados por Dios, según la elección de su gracia" (Rm 11,5); "no por tus virtudes ni por la rectitud de tu corazón entrarás a poseer sus tierras" (Dt 9,4); mas la verdadera razón es la misericordia de Dios; por eso dice: "sino por su misericordia", "que va de generación en generación" (Lc 1), y "por la cual no hemos sido consumidos del todo" (Trenos 3,22).El modo de alcanzar la salvación es por el bautismo, de que habla primero; pone en segundo lugar su efecto y en tercero su causa. Dice pues: "por el lavatorio", esto es, hemos sido salvados por un baño espiritual: "limpiándola en ei bautismo de agua con la palabra de vida" (Ep 5,26). "En aquel día habrá una fuente... a fin de lavar las manchas del pecador y de la mujer inmunda" (Za 13,1). Cuanto a su efecto añade: "de regeneración y renovación"; para lo cual es de saber que el hombre necesitaba de dos cosas en el estado de perdición, que las consiguió por medio de Jesucristo, a saber, la participación de la divina naturaleza y la deposición de la vieja, pues estaba separado de Dios. "Vuestras iniquidades han puesto un muro de separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados le han hecho volver su rostro de vosotros para no escucharos" (Is 59,2). Ni sólo estaba separado de Dios sino encallecido en sus pecados (Ba 3). Mas lo primero lo alcanzamos por Cristo, a saber, por la participación de la naturaleza divina, "para haceros partícipes de la naturaleza divina" (2P 1Jn 3,7Jc 1,18Por Jesucristo depuso también el hombre la vejez del pecado, renovado en la integridad de su naturaleza, y esto se llama renovación. (Ep 4). Mas ¿cuál es la causa de este efecto, que limpia el corazón? Este poder le viene de la Santa e individua Trinidad: "en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt 28).De donde, luego de bautizado Cristo, se manifestaron, el Padre en la voz, el Hijo en la carne, el Espíritu Santo en la figura de paloma. Por eso dice: "y del Espíritu Santo", esto es, la que obra el Espíritu Santo.Asimismo es regeneración por medio del Espíritu: "envió Dios el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, que clama: Abba: Padre" (Ga 4); "habéis recibido el espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos con toda confianza: Abba, esto es, ¡oh Padre mío!" (Rm 8,15). Pero este Espíritu lo da Dios Padre, "que derramó abundantemente en nosotros", para indicar la gran copia de gracia en el bautismo, por el cual se otorga una plena remisión de los pecados. "Derramaré mi Espíritu sobre toda carne" (Jl 2). Y también por los diferentes dones de las gracias de Dios "que a todos da copiosamente, y no zahiere a nadie" (Jc 1,5).Dase asimismo "por Cristo Jesús" (Jn 16), en quien hallamos dos naturalezas, y en virtud de las dos nos comunica Cristo al Espíritu Santo. Cuanto a la divina, porque es el Verbo, del cual júnto con el Padre procede el Espíritu como amor. Pero en nosotros procede de la concepción del corazón, y esta concepción es la palabra. Cuanto a la humana, porque Cristo recibió toda su plenitud, de suerte que por El se deriva a todos, "lleno de gracia y de verdad" (Jn 1), "de cuya plenitud hemos participado todos y recibido una gracia sobre otra gracia". Por tanto, el bautismo y los otros sacramentos no tienen eficacia sino en virtud de la humanidad y de la pasión de Cristo.Pónese el fin de nuestra salvación, que es la participación de la vida eterna, cuando dice: "para que justificados por la gracia de Este mismo, vengamos a ser herederos de la vida eterna". Y lo mismo es decir justificados que regenerados. Hay dos términos en la justificación del impío: a quo, "de qué", que es la remisión de la culpa -y ésta es la renovación- y ad querré "a qué cosa", que es la infusión de la gracia, y esto pertenece a la regeneración.Dice pues: para esto precisamente se hizo el Verbo carne, para ser justificados, esto es, renovados por la gracia, porque no se hace la justificación sin la gracia. Mas ¿por ventura no pudiera Dios perdonar la culpa sin la infusión de la gracia? Parece que sí, porque desde el principio podía haber determinado que el hombre viviese sin gracia y culpa. Respondo: si se trata de un hombre, que nunca ofendió a Dios, bien puede pasársela sin gracia y culpa; mas si es el caso del que ha pecado, no puede existir sin ser el blanco del amor o del odio; y si de Dios es amado, conviene que él ame a Dios; y si ama, es necesario que para amar tenga gracia, pues sin la gracia no ama; lo mismo que para ser herederos "de una herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, y que es inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros" (1P 1,4). Esto quiere decir: "de la vida eterna" (Ps 15). Mas, ¿cómo serán herederos? "conforme a la esperanza que de ella tenemos", porque no es la esperanza de esta vida (Rm 5).-"Doctrina es ésta ciertísima". Prueba lo dicho de nuestra salvación y esperanza; como si dijera: lo que digo es verdad (Ap 22,6).Por último, al decir: "y deseo que arraigues bien enella", le ordena tomarla como materia de su predicación, y primero pone el precepto, luego indica el por qué. Dice pues: "y sobre estas cosas", es a saber, que se refieren a los beneficios de Dios, a la reprensión de los pecadores, a las enseñanzas sobre la fe y las costumbres, "quiero que arraigues" a otros (Jb 4 Ac 15). Y la razón es "a fin de que procuren aventajarse en practicar buenas obras", que puede entenderse de los prelados; como si dijera: quiero que arraigues a los viadores o caminantes, esto es, a los prelados, a fin de que procuren aventajarse en practicar buenas obras a los que creen en Dios, es a saber, a los fieles, "para que viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios" (1P 2 Mt 5). Estas cosas que llevamos dichas "'son las loables o buenas" porque proceden de la bondad de Dios (Mt 12) "y provechosas a los hombres" (Is 48).




Aquino - A TITO 5