Aquino: I Corintios 18

18

Capítulo 6

(1Co 6,1-6)

Lección 1: 1Co 6,1-6

Echa en cara a los Corintios haber ido a litigar ante los jueces infieles, en vez de haber acudido al tribunal de los fieles, que algún dia han de juzgar hasta a los ángeles malos.

1. ¿Como es posible que se halle uno siquiera entre vosotros que, teniendo alguna diferencia con su hermano, se atreva a llamarle a juicio ante los jueces inicuos o infieles, y no delante de los santos o cristianos?
2. ¿No sabéis que los santos han de juzgar este mundo? Pues, si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿no seréis dignos de juzgar de estas menudencias?
3. ¿No sabéis que hemos de ser jueces hasta de los angeles malos?, ¿cuanto mas de las cosas mundanas?
4. Si tuviereis, pues, pleitos sobre negocios de este mundo, tomad por jueces, antes que a infieles, a los mas infimos de la 1glesia.
5. Digolo para confusión vuestra. ¿Es posible que no ha de haber entre vosotros algún hombre inteligente que pueda ser juez entre los hermanos,
6. sino que ha de verse que litiga hermano con hermano, y eso en el tribunal de los infieles?

Sobre este punto de juicios, por su negligencia en ellos, a los Corintios hablales ya dado el Apóstol un jabon; aquí les da otro por otros pecados sobre la misma materia, esto es, cuanto a los jueces ante quienes litigaban y cuanto a los mismos juicios. Repréndelos de desorden, indica por qué los reprende y aplica el remedio.

Dice, pues: ¿así tenéis en tal estima a los vuestros, que os atrevéis a acudir ante un tribunal infiel, a sentenciar vuestros pleitos? que esto quiere decir audet: ¿osa, presume, se atreve "alguno de vosotros si se ofrece algún negocio, es a saber, secular, contra su hermano, a llamarle a juicio delante de gente inicua, o ante un tribunal infiel y no ante los santos", o fieles, que han sido santificados por los sacramentos de la fe?

¿Como es posible? pregunta, pues tal juicio y tribunal da pie^ a que de muchas maneras se invierta y trastorne el orden:

1) porque así se menoscaba la autoridad de los fieles.

2) se mengua su dignidad, al tener que sujetarse a lo que dicte un infiel.

3) dase ocasión a esos jueces de despreciar a los fieles, por veHos unos con otros disentir y litigar.

4) también se les da ocasión de oprimir y calumniar a los fieles, a quienes no pueden, ver, porque tienen otra fe y otro rito diferente.

Por eso el Deuteronomio dice: "tomé de vuestras tribus varones inteligentes y esclarecidos, y mandeles diciendo: oidlos y haced justicia" (I,15); "no podras alzar por rey a hombre de otra nación y que no sea hermano tuyo" (17,15). Pero esto no concuerda, al parecer, conlo que dice San Pedro: "estad, pues, sumisos a toda humana criatura; y esto por respeto a Dios, ya roa al rev, puesto que esta sobre todos; ya a los gobernadores designados por él" (^ P. 2,14); pues toca a la autoridad del principe juzgar a los subditos. Va, por tanto, contra el derecho divino prohibir no sujetarse a su juicio por ser él un juez infiel. Pero a esto se responde que el Apóstol no prohibe que los fieles gobernados por infieles comparezcan a su juicio, en caso de ser llamados; que eso fuera rebelarse contra el sometimiento a los principes debido. No es eso lo que prohibe, mas que los fieles prefierán acudir de voluntad al juicio de los infieles.

-"¿Qué, acaso no sabéis que los santos han de juzgar de este mundo?" En contra de lo que hacian, buena razón les señala, fundada en que así se mengua la autoridad de los santos, y primero en la que tienen sobre las cosas mundanas, y segundo sobre las sobremundanas, esto es, sobre los angeles: "¿Qué, no sabéis, por ventura, que hemos también de ser jueces hasta de los angeles malos?".

Dice, pues, lo primero: el juicio con los infides es un trastorno del orden, pues los fieles tienen autoridad para juzgar; o "¿no sabéis que los santos han de juzgar a este mundo?", esto es, a los hombres mundanos de este mundo. Y tiene su cumplimiento este juicio de 3 modos:

1) por comparación; porque no solo los buenos han de juzgar a los malos, y a Jos mundanos los santos; sino, por escalafon, han de juzgar a los buenos los mejores, y a los peores los malos, según aquello: "los naturales de Ninive se levantarán en el dia del juicio contra esta raza de hombres y la condenaran" (12,41).

2) por aprobación de la sentencia del juez, esto es, de Cristo, y propiamente a los justos esta merced singular lea toca, según el Salmo: "el justo se gozara cuando vea el escarmiento" (57,2). De ahí que en los Sapienciales se diga que "a las naciones los santos las juzgaran".

3) por intimación de,la sentencia, que sera prerrogativa de los Apostoles, y de otros como ellos que, despreciando las cosas de este mundo, pusieron todo su amor en las del otro; porque el hombre espiritual, como ya se dijo arriba, discierne todas las cosas. De ahí lo de San Mateo: "vosotros que me habéis seguido... os sentaréis sobre doce sillas y juzgaréis a las doce tribus de 1srael" (19,28); y lo del Salmo: "espadas de dos filos en sus manos para hacer escarmiento en las naciones".

Entiéndase, con todo, que la intimación de la sentencia no se hara con la voz, sino con el espiritu, en el sentido de que, por cierta iluminación iluminados seran, por los santos superiores, los que les son inferiores, o también los pecadores, para ver con esa luz qué premios les corresponden y qué penas; iluminación parecida a aquella con que los angeles, al presente en este mundo, a los hombres iluminan, o a los del coro inferior los del coro superior.

Donde, fundado en lo dicho, para probar el intento, se entabla ya el argumento, al decir: "pues si en vosotros, esto es, por vosotros, ha de ser juzgado el mundo, o los hombres mundanos, ¿no seréis dignos de juzgar de estas menudencias", es a saber, de los negocios seculares?

En orden al mismo intento se forma este otro argumento, fundado en la autoridad que tienen sobre los angeles los santos: "¿por ventura no sabéis que hemos también de ser jueces aun de los angeles malos?" Lo de los angeles puede entenderse de los malos angeles, que, por haber sido vencidos por la virtud de los santos, por ellos serán juzgados y condenados. De ahí que el Señor diga: "os he dado potestad de hollar las serpientes y escorpiones, y todo el poder y fuerza con que vence el enemigo" (Lc X,19; Salmo 90,13).

Puede también esto entenderse de los angeles buenos, buena parte de los cuales, en cotejo de Pablo y de otros de su tafia, en cierto modo les serán inferiores. De ahí que no diga: juzgaréis, sino adrede juzgaremos; aunque pueda decirse que, por consecuencia, si los santos juzgarán a los hombres buenos y malos, habra un juicio también de los angeles buenos, cuyo premio accidental se aumentara con el premio otorgado a los santos iluminados por ellos; y asimismo de los angeles malos, cuya pena se aumentara con la de los hombres a los que con arte y mana enganaron.

Otro argumento o proposición, como corolario del anterior: "¿cuanto mas de las cosas mundanas?", esto es, seremos a propósito para juzgarlas; pues el que es idoneo para lo mayor, con mas razón para lo menor. De ahí que el Señor a!l siervo, a quien había entregado cinco talentos, uno le entrego después (Mt 25,28).

Denunciada la culpa, le aplica luego el remedio, al decir: "si tuviereis, pues, pleitos sobre negocios de este mundo, tomad por jueces, antes que a infieles, a los mas infimos de la 1glesia". Dice, pues: dado que los santos juzgarán de este mundo, si aconteciere entre vosotros tener pleitos, que no debéis tener sobre negocios de este mundo, echad mano para jueces de lo mas despreciable, de gente de ninguna cuenta en la 1giesia, antes que querellaros ante un tribunal infiel; a tenor de lo que dice el Salmista: "que me castigue el justo es un favor; que me reprenda es oleo sobre mi cabeza, que mi cabeza no rechaza; mas no se derrame sobre ella el oleo del pecador" (140,5).

En qué sentido hay que entender esto lo explica seguidamente; pues pudiera alguno creer que, tal como suena, los que no importan un bledo, señalarlos con el dedo era lo propio, y no es, para el oficio de juez, como él declara, negando: "digolo para confusión vuestra"; cual si quisiera decir: si lo dije, no lo dije para que se hiciera así; para que os ruborizarais, eso si, con esa santa vergüenza que acarrea gracia y gloria (EccU. 4,25); pues vergonzoso seria, por no tener en la 1glesia gente con sabiduría, constituir para jueces los que no valen dos nueces. De ahí lo que añade en pos: "¿es posible que no ha de haber entre vosotros algún hombre inteligente que pueda ser juez entre los hermanos, sino que ha de verse que litiga hermano con h rmano, y eso en el tribunal de los infieles?" Suponiendo que fuese así, antes que haber hecho eso, deberiáis haber puesto para jueces lo mas ruin, de menos precio que hallar se pueda en la 1glesia, y para suplir la falta de sabios, que no lo hay, como ya se dijo arriba: "porque en El habéis sido enriquecidos con toda suerte de ciencia" (I,5).

Otra explicación también puede ser ésta. Como ya había dicho que los santos son aptos para juzgar de los negocios del mundo, por la misma razón quiere mostrar por quiénes han de ejercerse esos juicios, esto es, por los de menos cuenta en la 1glesia; y llama así a los que son duchos en las cosas del mundo, en comparación de los que lo son en las de Dios, que, para entregarse a ellas, se desembarazan de lo temporal, con lo que se hacen acreedores a nuestra estima y respeto; que es lo que añade: "digolo para confusión vuestra", o para reverencia vuestra, según otro texto. De ahí lo que dijeron los Apostoles: "no es justo que nosotros descuidemos la predicación de la palabra de Dios por cuidar de las mesas" (Ac 6,2).

Acto continuo torna a lo que ya había reprendido, es a saber, que los Corintios en sus litigios acudian a los infieles, diciendo: "¿es posible que no ha de haber entre vosotros algún hombre inteligente?" en las cosas temporales, a quien llamo despreciable. El resto no es diferente de la otra explicación, que es, con todo, mas ajustada a la letra.

19
(
1Co 6,7-13)

Lección 2: 1Co 6,7-13

Da otra mano a los Corintios porque entre si litigaban, y exhortalos a que toleren, mas bien que a pelear, las injurias, y en fin, concluye que no todo es conveniente, aunque sea licito todo.

7. Ya por cierto es una falta en vosotros el andar con pleitos unos contra otros. ¿Por qué no toleráis antes el agravio? ¿Por qué antes no sufris el fraude?
8. Mas vosotros sois los que agraviáis y defraudais, y eso a vuesros propios hermanosi
9. ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No queráis cegaros. Ni los fornicarios, ni los idolatras, ni los adulteros,
10. ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avarientos, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los que viven de rapina han de poseer el reino de Dios.
11. Tales habéis sido algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, fuisteis santificados, fuisteis justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y por el Espíritu de nuestro Dios.
12. Si todo me es licito, no todo me es conveniente; no porque me es licito me haré yo esclavo de ninguna cosa.

13. Las viandas son para el vientre, y el vientre para las viandas; mas Dios destruira a aquél y a éstas; pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; como el Señor para el cuerpo.

Luego de haber reprendido el Apóstol a los Corintios sus litigaciones ante los jueces infieles, repréndeles ahora sus pleitos mismos, haciéndoles ver en qué pecaban con eso; y reprende primero en ellos lo que es licito, pero no conveniente; segundo, lo que es de todo punto ilicito. Reprende y ataja una disculpa que pudierán dar.

Dice, pues: ya esta declarado que hermanos con hermanos litigan, y eso en el tribunal de los infieles claro esta que no es bueno, mas después de convertidos "ya del todo es un delito", esto es, como tal se os imputa, "el pleitear unos con otros", que debéis andar en paz; porque "al siervo del Señor no le conviene altercar, sino ser manso con todos" (IITt 2,24). Por donde parece -según la Glosa sobre San Agustín- que es pecado entablar contra alguno un pleito; pero eso es falso; porque, si fuese pecado, pecado también seria, por logica consecuencia, establecer tribunales, lo cual es dar ocasión a que haya litigación, ni tampoco se dijera: "oidios y haced justicia... porque es un juicio de Dios" (Dt 1,16).

A la objeción de la Glosa la Glosa misma responde que a los flacos e imperfectos permiteseles reclamar, poner a pleito sus cosas, pero a los perfectos no; reclamar pueden, si quieren, mas no en forma judicial. A propósito de lo cuai es de saber que hay cosas ilicitas para los perfectos, y cosas ilicitas para todos. Los perfectos, por serlo, no tienen cosa propia, según lo de San Mateo: "si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y ven y sigueme" (19); por consiguiente, no es licito que reclamen como propio lo que licitamente no tienen como propio; pero las cosas que son comunes pueden reclamarlas entablando un juicio; que no pecan, si esto hacen, sino mas mérito tienen; que es obra de caridad defender o recobrar los haberes de los pobres, según aquello del Salmo: "librad al oprimido y al menesteroso; arrancadle de las garras de los impios" (81,4).

Mas para que unv litigio a todos esté vedado 3 cosas son menester:

a) de parte de la causa, que haya avaricia y codicia. De ahí que cuando del gentio uno le dijo al Señor: "Maestro, dile a mi hermano que me dé la parte que me toca de la herencia; el Señor le respondio: loh hombrel ¿quién me ha constituido a mi juez, o repartidor entre vosotros?" Con esta ocasión les dijo: "estad alerta y guardaos de toda avaricia" (Lc 12).

b) de parte de1! modo, si el pleito se va siguiendo con porfia y con daño de la paz; porque, como dice Santiago: "donde hay tal celo o envidia y Espíritu de discordia, allí reinan el desorden y todo género de vicios" (II!,16); y esto es lo que parece que el Aposto;l censura en ellos, como parece de lo antedicho: "hermano con hermano, uno con otro pleitea".

c) de parte del pleito mismo si echa por senda torcida, como si uno, por ejemplo, lleva, al obrar, de vencida, con él fraude, la justicia, según lo dice Is : "para oprimir a los pobres en juicio, y hacer violencia a los desvalidos" (X,2); que es lo que también les echa en cara el Apóstol, como se ve por lo que añade: "mas vosotros sois los que agraviáis y defraudais".

Lo cuarto, también es ilicito por el escandalo que de ahí se sigue. Por lo cual manda el Señor: "al que quiera armarte pleito para quitarte tu tunica, alargale también la capa" (Mt 5,40). Pero si es por caridad, uno puede reclamar lo suyo ante el tribunal. De ahí lo de San Gregorio: cuando por necesidad nos vemos en el apremio de cuidar de nuestras cosas, a los que nos ponen pleito o solo hay que tolerarlos, o por caridad atarlos, no sea que pongan las manos en \o no suyo y se pierdan.

Mas, ya que pudierán decir: por necesidad nos vemos embarcados en litigios, esto es, para oponer a las injurias y fraudes de los demás resistencia, quitales también esa excusa, al anadir: "¿por qué no toleráis mas bien el agravio" manifiesto?, soportandolo con paciencia, según lo que dice el Señor: "antes, si alguno te hiriere en la mejilla derecha, ofrécele también la otra" (Mt 5,39).

Cuanto a lo segundo, agrega: "¿por qué no el ser defraudados?", con trampantojo enganoso, según lo de San Mateo: "a quien te forzare a ir cargado mil pasos, ve con él otros dos mil" (5,41). Mas, como explica San Agustín, estos preceptos del Señor no hay que observarlos siempre en la ejecución de una obra, pero tenerlos siempre en la preparación del animo, para estar siempre dispuestos a hacer o soportar esto antes que faltar, en la mas minima cosa, a la caridad fraterna.

Pasa luego a reprender lo que en ellos hay de ilicito en todo punto; y primero la injusticia manifiesta, al decir: "mas vosotros sois los que agraviais", esto es, hablando injusta y descaradamente contra los demás, sea en juicio, o fuera del tribunal (Si 9).

Segundo, el engaño mañoso, al añadir: "y defraudáis (Pr 12).

Tercero, con la circunstancia agravante de que una cosa y otra son en perjuicio de "los propios hermanos", esto es, los fieles, a quienes nos corre mayor obligación de hacerles bien, según aquello de los Gálatas: "así que, mientras tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a aquellos que son, mediante la fe, de la misma familia del Señor que NOSOTROS"; a quienes no debiera decirse lo de Jeremías: "guardese cada uno de su prójimo, y nadie se fie de sus hermanos; porque todo hermano hara el oficio de traidor, y todo amigo procedera con fraudulencia" (9).

"¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios?" Manifiesta lo que había dicho tocante a lo que es de todo punto ilicito, y a lo que es licito, pero no conveniente. Dice, pues: ya denuncié que hacéis agravios y fraudes, que es lo mismo que obrar la iniquidad; mas ¿por ventura ignoráis que los inicuos no tendrán parte en el reino de Dios?", como si dijera: al parecer lo ignorais, pues de la iniquidad no os apartais, siendo por el contrario, que el Salmista y San Mateo claramente sentencian: "¡Apartaos de mi todos los obradores de la iniquidad!"

Luego les puntualiza y determina la verdad, al decirles: "no queráis cegaros. Ni los fornicarios, ni los idolatras... han de poseer el reino de Dios"; y primero les r.".estra el riesgo que corren los malvados, y como ellos mismos escaparon de este peligro, para que teman no volver a las andadas. Dice, pues: "no os llaméis a engano", lo cual dice señaladamente, porque acerca de la impunidad de los pecados había una multitud de errores (Sg 2). Unos -filosofos- desatinaron creyendo que en Dios no había providencia que cuidase de las cosas humanas, según \o de Sofonias: "el Señor no hace bien ni hace mal a nadie" (I,12).

Otros, por creer que para salvarse bastaba la fe sola, según San Juan: "el que cree en Mi no morira para siempre" (XI).

Otros, por creer que con solos los Sacramentos serian salvos: "quien creyere y se bautizare sera salvo" (Mt 28); "el que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna" (6).

Otros, por ser de opinión que, para poder pecar, sin tener cuenta que dar, basta con la devoción de las Obras salvadoras de sola Misericordia; por no haber bien entendido que lo que dice San Lucas (XI,41) de que la limosna limpia no tiene ningun sentido, ni es de provecho lo hecho si se hace sin caridad. "Aun cuando yo tuviera toda la fe posible y distribuyese todos mis bienes para sustentar a los pobres, mas caridad no tuviese, no me sirve de provecho todo lo que hubiese hecho" (1Co 13).. Por tanto, si sola la caridad da entrada al reino de Dios, luego los vicios contrarios excluyen de entrar allí, como él añade diciendo: "ni los fornicarios, ni los idolatras, ni los adulteros (He 13), ni los muelles, esto es, afeminados, ni los sodomitas (Gn 18), ni los avarientos, ni los ladrones (Stg. 5), ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los que viven de rapina han de poseer el reino de Dios"; porque, como dice Is : "allí habra una senda y camino real, que se llamara, o sera, camino santo; no lo pisara hombre inmundo" (35,8); y el Apocalipsis: "no entrara en esta ciudad cosa sucia, ni quien comete abominacion" (21,27). Y es de advertir que hace aquí una lista de los mismos vicios que había enumerado en d capitulo antecedente; pero añade otros 3: dos que pertenecen al género de la lujuria: el adulterio y el vicio contra naturaleza, y uno al género de la injusticia, el hurto.

Vicios de cuyo riesgo escaparon, que es lo que aquí indica diciendo: "tales habéis, sido"; y les trae a la memoria que otrora fueron escoria: "y tales habéis sido en otro tiempo", es a saber, fornicarios e idolatras... Hace mención de estos dos de; modo muy especial, porque en ellos se excedieron sin limite ni medida. "Fuisteis en otro tiempo tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor" (Ep 5)."

Muestra, en segundo lugar, como por dentro se vieron libres, al decir: "pero fuisteis lavados, por virtud de la sangre de Cristo en el bautismo (Ap 1); fuisteis santificados; en virtud de la misma sangre de Cristo fuisteis consagrados por la gracia (He 13); fuisteis justificados", para vivir en estado de justicia y de virtud, como dice en Romanos: "a quienes llamo también los justifico".

Anadase la causa de estos beneficios, y primero de parte de la humanidad de Cristo, al decir: "en el nombre de nuestro Señor Jesucristo", esto es, por la fe en la invocación del nombre de Cristo, según aquello: "pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo, por el cual debamos salvarnos" (Ac 4,12). Segundo, de parte de la divinidad, al agregar: "y por el Espíritu de nuestro Dios" (Ez 37). Ya, pues libres os veis de aquellos vicios, pero a costa de cuantos sacrificios, en gratitud por tantos beneficios, no debéis nunca mas tornar a ellos.

-"Si todo me es licito, no todo me es conveniente". Manifiesta lo que había dicho de los pleitos judiciales vedados, mostrando en qué sentido los desaprobo, es a saber, no porque fuesen del todo ilicitos, sino como inconvenientes y nocivos. Así que primero propone lo que había reprendido ser licito, pero no conveniente, diciendo: "si todo me es licito, no todo me es conveniente". Lo que un hombre puede hacer, y no le esté prohibido, es lo que llamamos licito. Hay doble prohibición, una de coacción, otra de precepto, y a tenor de esta división, por licito entendieron algunos lo que no esta prohibido por ninguna necesidad de coacción; y porque en el hombre el libre albedrio no esta sujeto a esa coacción, pensaron que el Apóstol hablaba en ese sentido, al decir: todo me es licito, es a saber, por quedar a discreción del libre albedrio del hombre todas las cosas, obuenas, o malas, según dice el Eclesiastico: "delante del hombre están la vida y la muerte, el bien y el mal; lo que escogiere le sera dado" (XV,1 8). Pero este modo de hablar es ajeno de la Escritura Sagrada, donde se dice que lo que la ley divina prohibe no es licito, como aquello del Bautista: "no te es licito tener por mujer la de tu hermano" (Mt 14). Por tanto, lo que aquí dice el Apóstol: "todo me es licito" no puede entenderse absolutamente tal como suena, sino de modo que lleve entranado este sentido: todo me es licito, si, con ta!! que no esté prohibido por la santa ley de Dios.

Y esto de !la licitud puede referirse a 3 cosas:

a) a lo ya dicho de los pleitos, es a saber, que todo mundo puede reclamar judicialmente lo suyo, ya que no es cosa prohibida por la ley divina.

b) a lo que, dice mas adelante del uso indiferente de los manjares, en este sentido: me es licito comer manjares de todo género, según aquéllo de Tito: "todo es puro para los puros".

c) a lo que dira también de recibir dinero, asimismo en tal sentido todo me es licito, es a saber, recibir para vivir lo que necesitamos yo y los otros Apostoles companeros mios.

-"pero no todo me es conveniente"; y conveniente cj aquello que no es remora ni estorbo para conseguir ü\ fin. Mas aunque de todo punto la consecución del fin no la excluyan ciertas cosas, mas ponenie alguna traba, como el matrimonio, porque, como mas adelante se dira, la mujer casada piensa en las cosas del mundo y en como ha de agradar al marido. De ahí que dijerán Jos discipulos: "si tal es la condición del hombre con respecto a su mujer, no tiene cuenta el casarse" (Mt 19,10). La fornicación, por el contrario, ni es licita ni conveniente, pues da de mano totalmente al fin, que es la vida eterna.

Así pues, a estilo del matrimonio, que es licito, pero no conveniente, las reclamaciones judiciales, las comidas indiferentes de manjares, los estipendios de los fieles para los gastos de los sacerdotes, son cosas licitas, ya que ni están prohibidas ni van contra la justicia, pero no son convenientes, o porque impiden la paz con el prójimo, o porque por ellas a los flacos en la fe se da escandalo u ocasión de soltar la maldita. "No todo es conveniente a todos".

Puede entenderse de otra manera, no absoluta, sino condicionada, de suerte que el sentido sea éste: dije que ni los fornicarios, ni los adulteros... poseerán el reino de Dios; por tanto, ni el adulterio ni la fornicación son cosas licitas, porque excluyen el fin; mas dado que lo fuesen, "no todo es conveniente", porque hay cosas que son trabas para la vida humana. De ahí que en persona de los impios diga la Sabiduría: "nos hemos fatigado en seguir la carrera de la iniquidad y de la perdición; andado hemos por senderos fragosos" (5,7).

Muestra, en segundo lugar, que es pernicioso eso del "todo me es licito", del modo arriba explicado; porque, aunque licito fuese, "no por eso me haré esclavo o estaré a merced de nadie"; que el que de algo se sirve, o licito o no, en cierto modo a esa cosa o al hombre reconoce el Señorio. A la cosa, porque el que mucho la ama se hace de alguna manera siervo suyo, como dice a los Romanos: "pues los tales no sirven a Cristo Señor nuestro, sino a su propia sensualidad" (16,18). Al hombre, pues cuando uno hace aquello que no conviene, de algún modo se sujeta a ser juzgado por otros; de modo especial aquel que reclama al tribunal, sujeto al poder del juez queda, pidiendo \o suyo. "Pues ¿por qué me he de exponer a que sea condenada por la conciencia de otro esta libertad que tengo?"

Por ultimo da razón de lo que estaba diciendo, es a saber, lo primero, de por qué es licito todo, quiere decir: "la comida para el vientre", para que cocida ahí se convierta en alimento de todo el cuerpo; "y el vientre para las comidas", esto es, sirve para recibirlas y cocerlas. Por tanto, pues, porque así lo tiene dispuesto Dios que ande solicito el vientre por recibir la comida, y el blanco de la comida es ir a parar al vientre (Gn 1,29-30); por esta necesidad perentoria de comer o para comer de todo, no le es ilicito al hombre poner a pleito sus cosas, o que reciba estipendios él padre predicador.

Mas dice también por qué no conviene siempre todo; pues trocar lo corruptible -aquí el vientre y la comida- por lo que nunca ha de estar sujeto a la corrupción -alla el reino celestiales de tal daño y perjuicio que, ya se ve, no conviene; porque, después de esta vida, cesara toda comida, pues, por el poder de Dios, los cuerpos resucitados, para estar bien conservados, no habrán menester comer, que es lo que dice: "mas Dios destruira, o hara que cese, aquél, el vientre -no que haya dejar de ser, sino de ser como ahora- y a éstas, las viandas, en cuanto al uso del hombre, porque en la resurrección los hombres serán como angeles (Mt 22).

20
(
1Co 6,13-20)

Lección 3: 1Co 6,13-20

Torna al fornicador a darle una buena carda, y de paso a la fornicación mostrando qué excelencia tiene el cuerpo por ser templo del Espíritu Santo.

13. pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; como el Señor para el cuerpo.
14. Pues así como Dios resucito al Señor, nos resucitara también a nosotros por su virtud.
15. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo: ¿He de abusar yo de los miembros de Cristo, para hacerlos miembros de una prostituta? ¡No lo permita Dios!
16. ¿No sabéis que quien se junta con una prostituta se hace un cuerpo con ella? Porque serán los dos una carne.
17. Al contrario, quien esta unido con el Señor es con El un mismo espiritu.
18. Huid la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa el hombre esta fuera del cuerpo; pero el que fornica contra su cuerpo peca.
19. ¿Por ventura no sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo que habita en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que ya no sois de vosotros,
20. puesto que fuisteis comprados a gran precio? Glorificad a Dios y llevadle en vuestro cuerpo.

En reganadas y reprensiones gasto el Apóstol el capitulo antecedente y parte de éste en lo tocante a los pleitos, que reprendio por tres cabos; ahora vuelve al fornicario, del capitulo anterior, a darle otra buena mano, por la que o las que no dieron, cual debieran, los Corintios negligentes en castigar su pecado: incesto-fornicación, que impugna por 4 graves razónes:

a) porque así lo manda Dios
b) por la unión del cuerpo a Cristo
c) porque el cuerpo se mancha con ese pecado
d) por la dignidad de la gracia.

Cuanto a lo primero, es de considerar que, en favor de su lascivia, no faltan quienes aleguen que esto así lo manda Dios, porque en la fornicación dasele al cuerpo un uso instituido por Dios; argumento que echa a tierra, diciendo que si Ja vianda dice orden al vientre, y el estomago al manjar; "no así el cuerpo a fornicar, esto es, no esta ordenado a ese vicio, mas para el Señor", es a saber, con ese fin fue creado, de ser y pertenecerle a nuestro Señor Jesucristo; "como el Señor para el cuerpo", quiere decir, que Jesucristo a los hombres les fue dado!para que, según dice a los de Filipos, "los viles cuerpos humanos transforme y haga conforme al suyo resplandeciente de gloria" (3).

Pero a esto hay un reparo: que así como Dios ordena que el vientre esté destinado para usar de los manjares, así también ciertos miembros del cuerpo están ordenados por Dios para el uso de engendrar, con los que la fornicación se ejercita y lleva al cabo. Mas hay esta diferencia: que si arriba hablo el Apóstol de un miembro, esto es, del vientre, aquí habla de todo el cuerpo, que, como no esta ordenado para fornicar, así tampoco a comer; mas bien el uso de viandas tiene por motivo al cuerpo, y el cuerpo por causa al alma, de quien recibe la vida a su modo y condición; y porque todas las cosas ordénanse a Dios como a su ultimo fin, por esa misma razón debe el cuerpo estar sujeto y dedicado al Señor.

La segunda diferencia es que arriba hablo el Apóstol del uso de los manjares en general sin desorden; la fornicación, en cambio, es uso desordenado de un miembro del deshonesto. Luego ni los mismos miembros tienen por fin fornicar, mas sabiamente ordenolos Dios al uso de engendrar, al que deben servir todos; así también como el vientre no es para la glotoneria y embriaguez, mas para usar de las viandas de modo razónable y conveniente.

Pone luego (c)I fin de la antedicha ordenación, al decir: "pues, así como Dios... ", y primero lo que Dios hizo con nuestro Señor, diciendo: "pero Dios al Señor, es a saber, Jesucristo, lo resucito de entre los muertos; y a El pide Cristo mismo: "mas Tu, Señor, apiadate de Mi y resucitame" (Ps 40); y por Dios se entiende el rsdre, el Hijo y el Espíritu Santo. De ahí que Cristo mismo, que es el Hijo de Dios, se haya resucitado, y por su poder se resucito, según aquello: "Yo me acosto y me dormi, pero me levanté, porque el Señor me sostiene" (Ps 3,6); y lo otro: "porque si bien fue crucificado como flaco, según la carne, con todo, vive por la virtud de Dios" (2Co 13,4).

Pone, en segundo lugar, lo que hara con nosotros, diciendo que "nos resucitara también a nosotros por su virtud",; por la cual resucito a Cristo, como lo dice a los Romanos: "el que resucito a Jesucristo de entre los muertos dara vida también a vuestros cuerpos mortales". Y conviene advertir que, al hablar arriba de las viandas y el vientre, cosas pertenecientes al uso de la vida animal, dijo que Dios las destruiria; en cambio, al hablar ahora del cuerpo y del Señor, menciona la resurrección, porque, al acabarse la vida animal, la naturaleza del cuerpo pasara a mejor estado. De donde se ve claro que, por ser un estorbo para la futura incorrupción, el cuerpo no ha de usarse para fornicar, según dice a los Galatas: "quien siembra en su carne, de su carne cosechara la corrupcion".

-"¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?" Esta es la segunda razón para evitar la fornicación, y esta tomada de la afinidad del cuerpo humano con Cristo, que es de este tenor: los miembros del hombre que fornica son miembros de una meretriz; pero los miembros del hombre son miembros de Cristo; luego, por la fornicación, se hacen los miembros de Cristo miembros de una meretriz, que no es cosa conveniente. Pone primero la mayor, diciendo: "¿No sabéis, por ventura, que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?"; como si dijera: no debéis ignorar esto, porque todos los que habéis sido, regenerados en Cristo os habéis hecho miembros de Cristo, según aquello: "vosotros, pues, sois el cuerpo mistico de Cristo, y miembros unidos a otros miembros" (!Co 12,27); y esto no solo cuanto a las almas que El justifica, sino también cuanto a los cuerpos que resucitara.

lo ahí saca la conclusión: "tomando, pues, los miembros de Cristo, esto es, retirandolos sin justo motivo del servicio de Cristo, a quien deben destinarse (Rm 6), ¿he de abusar de esos miembros para hacerlos, con la fornicación, miembros de una prostituta? No lo permita Dios"; que eso fuera un horrendo sacrilegio. Por lo cual dice Malaquias: "contamino Juda la santidad del Señor, amada de El, y contrajo matrimonio con hijas de un dios extrano" (II,1 1).

Pone, en tercer lugar, ia menor, diciendo: "¿no sabéis que quien se junta, por la fornicación, con una prostituta se hace un cuerpo con ella" con su inmundo comercio? Y para probarla trae la autoridad del Génesis: "porque serán los dos,; el hombre y \a mujer, una carne", esto es, por él comercio carnal se hacen una carne, y de esta manera los miembros del uno vienen a convertirse en los miembros del otro. Pues éstas son las palabras que dijo a Adan refiriéndose a marido y mujer en el matrimonio, que aquí aplica el Apóstol a la fornicación, ya que ambos actos no difieren especificamente en su naturaleza.

Para mejor inteligencia de lo dicho, hay que advertir, como dice di Filosofo, que en el varón esta el principio activo de la generación, y en la hembra el pasivo. Y así como en la planta, cuya vida ordénase principalmente a la generación, siempre hay un cuerpo, que lleva consigo dos principios; así, por el contrario, en los animales, destinados a mas nobles acciones en orden a la vida, no siempre hay un cuerpo que junte los dos principios, sino de dos cuerpos hacese uno en el acto generativo; lo cual no se refiere exclusivamente al hombre, porque, como se dira mas adelante, "el marido no es dueno de su cuerpo, sino que lo es la mujer" (1Co 6!,4).

Prueba luego la menor, diciendo: "al contrario, quien esta unido con el Señor, es a saber, por la fe y caridad, es con El un mismo espiritu" porque se le une con unión espiritual, no carnal. De ahí que diga en Romanos 8: "quien no tiene el Espíritu de Cristo no es de los suyos"r y San Juan: "para que sean una cosa en nosotros, así como nosotros somos uno" (17) en unidad espiritual; y porque el cuerpo esta al servicio del espiritu, siguese que también nuestros cuerpos sean miembros de Aquel a quien por el Espíritu estamos unidos, no ciertamente de modo carnal, sino espiritual. De las dos premisas puede forjarse este razónamiento, es a saber, puesto que nuestro cuerpo no es para la fornicación, mas para el Señor, de modo que nuestros miembros hacense miembros de Cristo, no los hagamos, por la fornicación, miembros de una prostituta.

La tercera razón para evitar la fornicación, porque el cuerpo se mancha, es la que pone, al decir: "huid la fornicacion". Donde es de advertir que los otros vicios se vencen oponiéndoles resistencia, pues cuanto mas menudamente se considerán y estudian, tanto menos motivo se halla para deleitarse, y si mas para angustiarse en ellos; no así el vicio de la fornicación: no se le vence haciéndole frente, pues cuanto mas uno se entretiene haciendo menuda disección, tanto mas se abrasa con pensar en él; mas se le vence huyendo, esto es, atajando de golpe, cortando de raiz los pensamientos inmundos, y no poniéndose en la ocasión por ningun caso. "Huid de la tierra del norte, dice el Señor" (Zc.)

Y da la razón de ;lo antedicho, diciendo: "cualquier otro pecado que cometa el hombre esta fuera del cuerpo... "; para cuya cabal inteligencia es de saber que algunos pecados no quedan consumados con el deleite carnal, sino solo espiritual, y por eso se llaman vicios espirituales, como la soberbia, la avaricia, la acedia; mas la fornicación esta en todo su punto y perfección mayormente en la carnal delectación; y en este sentido puede entenderse lo que aquí se dice: "cualquier otro pecado que cometa el hombre esta fuera del cuerpo... ", pues tiene su cumplimiento sin que al cuerpo le dé contentamiento; "pero el que fornica contra su cuerpo peca", pues su pecado carnalmente en el cuerpo es consumado.

Mas contra esta exposición pudiera objetarse que también el pecado de gula se consuma con deleite corporal; y a esto pudiera responderse que el pecado de gula queda incluido en el de la lujuria, por cuanto dice ordenación a ella, según lo de Efesios: "ni os entreguéis con exceso al vino, fomento de la lujuria" (5,18). Pero mejor se dira que lo que el Apóstol dice no es: "el que fornica" peca con su cuerpo, que viene bien con la primera exposición; sino peca in, contra su cuerpo, corrompiéndolo y ensuciandolo, fuera del uso de la razón. De ahí lo que dice el Apocalipsis: "tienes en Sardis unos pocos sujetos que no han ensuciado sus vestiduras" (3,4), esto es, sus cuerpos; y también: "éstos son los que no se mancillaron con mujeres" (14,4).

O, según San Agustín en la Glosa: el que fornica peca contra su cuerpo, porque se alma, con esa mala acción, queda a la carne totalmente sujeta, a tal grado, que pensar otra cosa no le es dado; por lo cual dice el Salmo: "no seáis como el caballo y el mulo sin entendimiento" (31,9). Otra exposición: peca contra su. cuerpo, esto es, contra su mujer, que se llama cuerpo del varón, contra la cual, terrero o blanco, no así se enderezan tan derechamente los otros pecados como et de la fornicación. De ahí lo que dice a los de Tesalonica: "esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación; que sepa cada uno de vosotros usar del propio cuerpo santa y honestamente" (I,4,4), esto es, de su mujer. O también puede entenderse, según San Agustín, de la fornicación espiritual, por la cual juntase el alma amorosamente con ei mundo, y apartase de Dios (Ps 72); y entonces el sentido seria éste: "el que fornica, apartandose de Dios por el amor al mundo, peca contra su cuerpo", es a saber, por la concupiscencia corporal.

La cuarta razón: por la dignidad de la gracia, es la que pone, al decir: "¿no sabéis, por ventura, que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo... ?"; dignidad que proviene de la gracia del Espíritu Santo y de Ja redención de la sangre de Cristo. Acerca de lo cual propone esa dignidad demuestro cuerpo de parte, primero, de la gracia del Espíritu Santo, diciendo: "¿no sabéis, por ventura, como si quisiese decir, no debéis ignorar, que vuestros miembros corporales son templos del Espíritu Santo, o, como arriba dijo, templos de Dios?".

Y da la razón de esto anadiendo: "que habita en vosotros". Llamase el templo casa de Dios, y como el Espíritu Santo es Dios, esta muy puesto en razón que en quienquiera se halle el Espíritu Santo se le llame templo de Dios; y su estancia el Espíritu Santo nacela principalmente en los corazónes humanos, en quienes difundese la caridad o amor de Dios por medio de ese mismo Espíritu (Rm 5). Mas también en los miembros del cuerpo, en cuanto por ellos se ejercitan las obras de caridad, hallase de modo secundario. De ahí lo del Salmo: "mi corazón y mi carne se alborozan por Dios vivo" (83,3). Y porque no parezca que esta dignidad la atribuye a sus méritos, añade: "el cual habéis recibido de Dios, no de vosotros", como dicen Joel y los Hechos: "derramaré mi Espíritu sobre toda carne"; "dio su Espíritu a los que le obedecen" (2; 5).

El otro titulo a esta dignidad viénele a nuestros cuerpos de la redención de la sangre de Cristo, por la cual "ya no sois de vosotros", sino de Jesucristo, según1 aquello: "en vida o en muerte, del Señor somos"; "el que esta vivo ya no viva para si" (Rm 14 2Co 5); y la razón es "porque fuisteis comprados a gran precio" y, por consiguiente, sois siervos del que os redimio de la servidumbre del pecado (1Co 7 Salmo 1Co 30). Y el precio de la redención se dice grande, pues no esta sujeto a la corrupción, mas por ser sangre del mismo Dios eterno, eterna virtud tiene, eterno poder y eficacia. De ahí lo que dice San Pedro: "habéis sido rescatados de vuestro vano vivir según la tradición de vuestros padres, no con oro y plata corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha" (1P 1,18).

Saca, por ultimo, la conclusión: "glorificad a Dios, y llevadle en vuestro cuerpo". Puesto que vuestros miembros son templo de Dios, en vuestro cuerpo no ha de asomar cosa que no se enderece a la gloria de Dios, que esto es glorificarle en él, según el Salmo: "y en su templo todo dice: gloria" (28;Ex 40). Y ya que no sois vuestros, sino siervos de Dios, vuestro cuerpo ha de llevar a Dios, como el mulo u otro animal a su amo (Ps 72); y entiéndese que lo lleva, por cuanto esta destinado al divino ministerio. Así que es su obligación, y es un deber para el hombre, huir la fornicación, no pecar contra su cuerpo, contra la gloria divina y el sagrado ministerio que el cuerpo le debe a Dios.


Capítulo 7


Aquino: I Corintios 18