Aquino: I Corintios 41

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1Co 10,25-30)

Lección 6: 1Co 10,25-30

Ensénales cuando es licito, y cuando no, comer los ídolotitos.

25. En lo demás, todo lo que se vende en la carniceria comedio, sin andar en preguntas por escrupulo de conciencia.
26. Porque del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella.
27. Si algún infiel os convida, y queréis ir, comed sin escrupulo de todo lo que os ponen delante, sin hacer preguntas por razón de conciencia.
28. Mas si alguno dijere: esto ha sido sacrificado a los ídolos, no lo comais, en atención al que os ha avisadu, y a la conciencia;
29. a la conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues, ¿por qué me he de exponer, diréis, a que sea condenada por la conciencia de otro esta libertad que tengo dé comer dé todo?
30. Si yo recibo con acción de gracias lo que como1, ¿por qué he de dar motivo a otro de hablar mal de mi por una cosa de que yo ofrezco a Dios acción de gracias?

En la lección anterior los amonesto a cuidarse de comer de los ídolotitos, por 4 motivos; aquí enseña, por tercera vez, el modo de evitar lo antedicho, mostrando de qué manera es licita la comida, y de qué manera no. Así que el blanco de su enseñanza es si el comer de esos manjares es licito, y cuando no, y en ambos casos a qué han de atender. Trae también a colación dos casos en que es licito comer de esos manjares: primero, cuando se comea solas; segundo, cuando con otros; o cuando no sabe uno que lo que come ha sido inmolado a los ídolos, o cuando comiendo no escandaliza al prójimo. En el primer caso toca el punto de la licitud de comer; en el segundo, previene con la cautela en el comer.

Dice, pues: "todo lo que se vende en la carniceria..." como si dijera: puesto que es licito comer, bien que alguna vez no sea conveniente, comed, en inteligencia de como hay que hacerlo. "Todo lo que se vende en la carniceria comedio", si queréis; "pues todo lo por Dios creado por bueno es calificado, y no hay por qué rechazarlo" (I Ti. 4). Comedio, digo, vosotros, "sin andar en preguntas, si ha sido inmolado a los ídolos, o no, por escrupulos de conciencia del flaco en la fe allí presente; porque del Señor es la tierra... "; como si dijera: podéis hacer eso con tranquila conciencia, porque "del Señor es la tierra, y todo lo que hay en ella", esto es, todas las cosas de que esta llena la tierra (Ps 49). San Ambrosio dice sobre este lugar: lo que al Señor pertenece no puede ser inmundo. Es así que todas las carnes pertenecen al Señor. Luego de suyo son puras y licitas

-"Si algún infiel os convida... ". Enseña cuando es licito comer de los ídolotitos con otros, que es cuando se ofrecen en un convite, y los flacos en la fe ignorán que han sido inmolados a los ídolos; en que al convidado da 4 consejos o reglas de urbanidad:

l- que no sea entrometido, metiéndose donde no lo llaman, lo cual expresa así: si alguien infiel os convida;
2- descortés, no aceptando la invitación: y queréis ir;
3- exigente en pedir: todo lo que os ponen delante;
4- indiscreto en hablar: sin hacer preguntas.

Dice, pues: "si algún infiel", esto es, gentil; porque con los judíos esta prohibido comer -como dice la q. 1,28 c. Omnes:-en adelante todos, laicos o clérigos, eviten los convites de los judíos, y nadie los reciba a convite, pues ya que los judíos entre cristianos no comen los mismos manjares, es cosa indigna y sacrilega que los cristianos, en contracambio, tomen sus alimentos. Así que si algún infiel, esto es, gentil, os invita a cenar, y queréis ir, quiere decir, os agrada la invitación, todo manjar que os pongan delante comedio (Lc X) -no es orden, es concesion-; vosotros, digo, sin andar preguntando si ha sido inmolado, o no, a los ídolos, por razón de conciencia de los débiles.

"Mas si alguno dijere... ". Enseña cuando no es licito comer, que es cuando va de por medio la conciencia ajena, la condenación propia, la blasfemia de la gente zafia. El primer raciocinio es de este tenor: a sabiendas no hay que hacer lo que dana la conciencia del que hace. Es así que el comer de los ídolotitos dana... Luego. Lo cual, para disuadir supone que se conoce qué cosa es ídolotito, como explica mas abajo.

Dice, pues: "pero si alguno dijere", aunque no se le pregunte: esto ha sido sacrificado a los ídolos, no lo comais, en atención al que indico que fue inmolado a los ídolos, no vaya a creer que, si comes, lo haces por dar culto a los ídolos; mas no porque el tal manjar inmundo sea de suyo (Rm 14); y también en atención a la conciencia de los otros flacos; a la conciencia digo, no tuya, que esta robusta en la fe, sino la del otro, que es débil (I!Co 6).

-" Pues, ¿por qué me he de exponer.-. .". Segundo raciocinio: lo que da pie para un juicio de propia condenación no se lleve a ejecución. Pero el comer, con escandalo del prójimo, ídolotitos da pie para un juicio. Luego tal manducación no se lleve a ejecución; que es lo que dice aquí: "pues, ¿por qué... ?, cual si dijera: no comais, en atención a la conciencia del flaco; pues, ¿por qué mi libertad, esto es, en lo que soy libre, ha de estar sujeta a juicio de la conciencia de otro? quiere decir: porque el otro se escandaliza yo soy el que la pago, que es como si dijera: si como, y el otro se escandaliza, obro entonces de manera que me vuelvo condenable: Quien escandalizare a uno de estos parvulillos, mejor le seria que le colgasen del cuello una de esas piedras de molino... (Mt 18,6). Mas ¿por qué he de obrar así?, cual si quisiera decir: ese obrar es mal obrar.

-"Si yo recibo con acción de gracias... ". Tercer raciocinio: la blasfemia y vituperio ha de evitarse en los otros. Pero, al comer con escandalo, como de esa manera. Luego. Donde, si el debido modo de comer se toca aquí, también la blasfemia o el mal hablar de los necios.

Dice, pues: "si yo con la gracia, con hacimiento de gracias, participo, esto es, como -que así siempre ha de comerse (Jn 6)- ¿por qué han de hablar mal de rni" los necios diciendo que soy idolatra? Baldonanme, digo, "por una cosa de que yo ofrezco a Dios acción de gracias", esto es, porque participo con hacimiento degracias (Rm 14).

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1Co 10,31-33)

Lección 7: 1Co 10,31-33

Amonéstalos a que lo hagan todo a gloria de Dios, y a edificación de los hombres, judíos o gentiles que hubiere en la 1glesia.

31. Pero, en fin, ora comais, ora bebais, o hagáis cualquiera otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios.
32. No deis motivo de ofensa, ni a los judíos, ni a los gentiles, ni a la 1glesia de Dios;
33. al modo que yo también en todo procuro complacer a todos, no buscando mi útilidad particular, sino la de los demás, a fin de que se salven.

Habiendo ya explicado en qué circunstancias es licito, y cuando no, comer los ídolotitos, aquí muestra en ambos casos a qué fin han de atender; y lo primero de todo, en lo que a Dios mira, buscar su gloria; segundo, respecto del prójimo, no dar motivo de ofensa. Lo de lo gloria de Dios envuelve muchas acciones; mas todas con la debida intención.

Dice, pues: "pero, en fin... "; cual si dijera: ya que por su condición es fuerza que algunas veces las cosas malas sucedan, "por tanto, sea que comais, sea que bebais, obras que son necesarias, o hagáis cualquiera otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios", e invocando al Creador, y con la intención de que Dios sea con ella loado y glorificado (Mt 5 Col 3). Sobre el Salmo 34 comenta San Agustín: las obras, si se hacen bien, son alabanzas de Dios. No solo entonces la voz, sino las obras también, concordando con la voz, canten las loas de Dios. Pues cuando es Dios alabado por la obra buena que haces, a Dios alabas; y cuando es Dios blasfemado por la obra mala que haces, también blasfemas a Dios.

-"No deis motivo de ofensa... ". Los amonesta a no dar motivo de ofensa a otros, a lo cual los persuade de palabra y con su ejemplo, portandose, como él, pacificamente, obrando fructuosamente, con recta y pura intención. ¡Dichoso aquel cuyo trato es bondadoso y .afable, fructuosa su operación, saludable su intencion!

Dice, pues: "no deis motivo de ofensa..."; que es

como si dijera: para que todo se haga a gloria de Dios, "no deis motivo de ofensa, ni a los judíos, que no adorán los ídolos y, por consiguiente, se escandalizan con tal comida, ni a los gentiles, que adorán los ídolos y, por tanto, con tal comida se confirman en su error; ni a la 1glesia de Dios", por lo que mira a los flacos en la fe, que con eso se ofenden. Los judíos sujetos están a la Ley, pero no a la Fe; y a la Ley. "A ser posible, y cuanto esté de vuestra parte, vivid en paz con todos" (Rm 12).

-"Al modo que yo también procuro complacer a todos", como convertido sin dar escandalo. Yo, repito, "no buscando solamente mi útilidad particular, sino la de los demás". He aquí la mejor manera de agradar a todos: buscar no el bienestar particular de uno, sino el provecho de todos; ya que la caridad no busca sus intereses. Buscar, repito, lo que a muchos aprovecha; y esto no para conseguir un beneficio temporal, sino "a fin de que se salven" (Ph 4).

Conviene advertir que del tropel de las cosas, muchas hay que con razón dan gusto y satisfacción y complacen a los hombres:

a) la prudencia en el consejo, como al cliente el abogado, al principe el mayordomo (Gn 41 Eccli. XX).
b) la limpieza en las acciones, como la esposa al marido, el instrumento al que lo usa; y como el niño Samuel que "iba adelantando y creciendo, y era grato no menos al Señor que a los hombres". No así los hijos de Heli.
c) la piedad al prestar auxilio, como al enfermo el médico, al anciano el baston. De ahí lo que, a propósito de los funerales de Abner, dice 2 Reyes 3: "quedo muy prendado el pueblo de lo que había hecho el rey".
d) la sabiduría en las palabras, como al viandante la luz, y lo verde es grato a la vista (Jos 22 Si 20).
e) la clemencia en las respuestas, como es grato al paladar el sabor y al oído la melodia (il Par. X).
f) la fortaleza en la guerra, como a su apoderado el luchador y a su principe agrada el soldado (I Reyes 18).
g) la liberalidad en los beneficios, así como a la tierra seca la lluvia, y al sediento la fuente (I Mac. 14).

Objeciones

1.-Sobre aquello: "no quiero que tengáis parte con los demonios" pregunta la Glosa: de este género son ciertas cosas que se atan o cuelgan al cuello. Luego, por otra parte, la costumbre de traer hierbas o cédulas colgadas al cuello es cosa idolatrica.

Respondo: o las hierbas tienen de su naturaleza virtud natural para ese efecto, o no. Si la tienen, no es cosa idolatrica; si no la tienen, si. Digase lo mismo de las cédulas: o solo tienen palabras sagradas y, por lo mismo, se cree que tienen virtud, o no. En el primer caso no son cosa idolatrica, sino en el segundo.

2.-Asimismo sobre aquello: "todo me es licito" con la potestad -comenta la Glosa- del libre arbitrio y la doctrina de la ley natural; y, al contrario, según la ley natural, muchas cosas son ilicitas.

R.-Aquí se refiere, de modo especial, a los manjares.

3.-Insiste la Glosa en que esas cosas están prohibidas por precepto del Señor.

R.-Esos preceptos fueron temporales y quedaron revocados.

4.-Otrosi sobre: "sin hacer preguntas"; mas, por el contrario, dice Tobias: "ved si acaso no fue robado".

R.-No hay semejanza, porque el manjar robado no es licito de suyo comerlo, y si el manjar inmolado a los ídolos, a no ser por el escandalo ajeno.

5.-También sobre: "hacedlo todo a gloria de Dios". Por el contrario: luego ningun acto es indiferente.

R.-Esto de referirlo a gloria de Dios ha de entenderse o de la acción o de la aptitud, que no se halla solo en las cosas buenas, sino también en las indiferentes.

6.-Asimismo sobre: "del Señor son la tierra y su plenitud!. Por el contrario, la misma razón fue valedera en tiempo de la Ley. Luego si ahora todas las cosas son limpias, porque son del Señor, entonces también lo fueron.

R.-En concepto de la Ley erán tenidas por inmundas, mas no por su naturaleza.

7.-Otrosi sobre aquello: "así como yo procuro agradar a todos". Por el contrario: "si agradara a los hombres, no seria discipulo de Cristo" (Ga 1,10). Por anadidura: como agradaba a sus perseguidores.

R.-A lo primero: procuraba agradar a los hombres, por Dios, no por su provecho. A lo segundo: responde la Glosa que esto se entiende no de todos en general, sino de los varones eclesiasticos.


Capítulo 11

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1Co 11,1-3)

Lección 1: 1Co 11,1-3

Exhortalos en genera! a que lo imiten, y por algunas semejanzas los dispone a la Eucaristía.

1. Sed, pues, imitadores míos, así como yo lo soy de Crista.
2. Yo, por mi parte, os alabo, hermanos, de que en todas cosas os acordáis de mi; y de que guardáis mis instrucciones, conforme os lo tengo enseñado.
3. Mas quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo hombre, como el hombre es cabeza de la mujer. Y Dios lo es de Cristo.

En el capitulo anterior quitoles el Apóstol a los fieles el estorbo contrario al Sacramento de la Eucaristia, conviene a saber, la participación en la mesa de los ídolos; en este capitulo les da instrucciones acerca del Sacramento mismo, primero en general, como amonestandolos, antes de embarcarse en el asunto mismo. Así que primero la admonición y en qué disposición se hallaban los Corintios respecto de ella. Acerca de lo primero es de considerar que el orden que piden las cosas es que en la escala de los seres los inferiores imiten a los superiores según su posibilidad. De ahí que también al agente natural, como a superior, se le asemeje el paciente. Pero el principio primordial de toda la procesión de cosas es el Hijo de Dios, según aquello de San Juan: "todas las cosas fueron hechas por El"; por cuya razón es el ejemplar primordial, que imitan todas las creaturas, como a perfecta y verdadera imagen del Padre, como se dice en Colosenses: "el cual es imagen del Dios invisible, engendrado antes que toda creatura, pues por El fueron creadas todas las cosas". Y si es ejemplar, lo es de modo especial de las gracias espirituales, que dan realce y esplendor a las creaturas espirituales, según lo del Salmo CIX: "en esplendor de santidad, antes del lucero, como al rocio, te engendré"; es a saber, porque fue engendrado, antes de toda creatura por la gracia esplendorosa, con los esplendores de todos los santos que tenía ejemplarmente en si. Y como este ejemplar de Dios primero estaba muy alejado de nosotros (Ecc!. 2), por eso quiso hacerse hombre para dar a los hombres un dechado que imitar. De ahí lo que dice San Agustín: que esta libre de aviesa y perversa condición el que pone su estudio y afición en los dichos y hechos de aquel hombre en quien se nos ofrece por dechado y modelo de vida el Hijo de Dios. Y así como el dechado de su divinidad los primeros que lo imitan son los angeles, y secundariamente las demás criaturas, como dice Dionisio; así el dechado de su humanidad proponeseles para que lo imiten, principalmente a los prelados de la 1glesia, como a superiores. De ahí que diga el Señor a los apostoles: "os he dado ejemplo, para que como Yo lo hice lo hagáis vosotros" (Jn 13). Pero en segundo lugar los prelados mismos que a ejemplo de Cristo han tomado el molde son propuestos por dechado de vida a los subditos, según aquello de Pedro: "siendo verdaderamente dechados de la grey" (1P 5 2Ts1P 3). Por eso señaladamente dice: os he dicho que no deis motivo de ofensa a nadie, lo cual podéis seguramente hacer si observáis lo que digo: "sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo". Y lo imitaba, primero en la devoción de la mente. "Vivo yo; mas ya no yo, sino que Cristo es el que vive en mi" (Ga 2).

Segundo, en el desvelo solicito de mirar por los subditos. "Pues aun cuando yo haya de derramar mi sangre a manera de libación sobre el sacrificio y victima de vuestra fe, me gozo y me congratulo con todos vosotros" (Ph 2), así como Cristo se ofrecio a Si mismo por nosotros, como Tercero, en soportar la Pasión. "llevando siempre la mortificación de Jesús en nuestro cuerpo" (i1Co 4;Ga 6).

Pero hay que notar que no dice simplemente: "sed mis imitadores, sino que añade: así como yo lo soy de Cristo"; porque los subditos no han de imitar en todo a sus prelados, sino solo en aquellas cosas en las que ellos imitan a Cristo, que es el dechado indeficiente de santidad.

-"Yo, por mi parte, os alabo, hermanos". 1ndica la disposición en que se hallaban los Corintios respecto de la admonición antecedente. Acerca de lo cual es de considerar que los subditos siguen a sus prelados de dos maneras, en dichos y hechos. En hechos, cuando los subditos imitan los ejemplos de sus prelados (Stg. 5). En dichos, cuando obedecen sus ordenes (Pr 3); en lo cual flaqueaban los Corintios, mayormente en la multitud de la turba; por cuya razón, al dirigirse a ellos, les dice el Apóstol: "os alabo, hermanos; como si dijera: en lo que debiáis mostraros dignos de alabanza, mas no lo hacéis, de que en todas cosas os acordáis de mi", como si fueráis a imitar mis ejemplos; pues no es posible imitar los ejemplos de aquellos de quienes no nos acordamos. De ahí que diga en Hebreos: "acordaos de vuestros prelados, los cuales os han predicado la palabra de Dios, cuya fe habéis de imitar, considerando el fin dichoso de su vida" (He 13).

Por lo que hace a los dichos añade: "y de que guardáis mis instrucciones, conforme os lo tengo enseñado"; como si dijera: guardáis en su observancia el mismo tenor que os señalé; lo cual dice porque se habían apartado de la observancia de sus ordenes (Jn XV). Mas, al parecer, este modo de hablar no se compadece con la verdad de la Sagrada Escritura, que no sufre ni pizca de falsedad, según aquello de los Proverbios: "justos son todos mis discursos; no hay en ellos cosa torcida ni perversa" (Pr 8,8). A esto se responde que la ironía es una de las figuras de dicción en las que, en lo concerniente a la verdad, no se atiende al sentido de las palabras, sino a la intención del que las profiere, y según se valga para expresarla, o de lo contrario de lo que ellas suenan, o de una semejanza o comparación, si es lo primero sera ironia, si lo segundo sera metafora.

-"Mas quiero que sepais...". Se embarca en el tema que les va a tratar es a saber, el Sacramento de la Eucaristia; acerca del cual redarguye sus errores sobre el rito de este Sacramento, demuestra su dignidad, ensénales el rito conveniente. Tres son los errores que redarguye:

1) Tocante al vestido de las mujeres, que acudian como no debian, esto es, con la cabeza descubierta, sin velo, a la celebración de los sagrados misterios;

2) en lo concerniente a sus juntas o asambleas, porque al juntarse en la 1glesia había contiendas y parcialidades;

3) cuanto al comer, que ya comidos acercabanse a comulgar.

Antecedente a la admonición, cierta enseñanza pone delante, que al propio tiempo es introducción y del aviso da la razón. Fundase en triple comparación: de Dios al hombre, del hombre al hombre, de Dios a Cristo. De Dios al hombre, según aquello: dije que en mis preceptos me lleváis la contraria; mas para que veáis cuan sin razón lo hacéis, "quiero que sepais, como requisito indispensable (Is 5), que Cristo es la cabeza de todo hombre"; lo cual se dice por semejanza con la cabeza natu-en la que hay 4 cosas que considerar:

ra

I*) la perfección, ya que teniendo los otros miembros solo un sentido, esto es, el tacto, la cabeza los tiene todos. Por modo semejante, en los otros hombres, en cada uno solo una gracia (1Co i2); mas todas ellas, el mar de gracias, en Cristo hombre; pues Dios no le ha dado su Espíritu con medida (Jn 3,34).

2- el lugar mas alto; porque, así como en el hombre la cabeza esta sobre todos los miembros, así también Cristo no solo esta por encima de todos los hombres, sino de todos los angeles (Ep 1).

3*) el influjo; porque, así como de la cabeza se deriva en todos los miembros, en cierto modo, el sentido y el movimiento; así, de la cabeza Cristo el sentido espiritual y el movimiento en los demás miembros de la 1glesia, según aquello: "de la cual todo el cuerpo, alimentado y organizado por medio de los nervios y junturas, va creciendo con el aumento que es de Dios" (Col 2,19).

4- la conformidad de ella para con los otros miembros, según lo pide la naturaleza; y del mismo modo entre Cristo y los otros hombres (Ph 2).

En la segunda comparación, de hombre a hombre, según el texto: "el hombre es cabeza de la mujer", cuanto a las 4 prerrogativas:

a) el varón es mas perfecto que la mujer, en alma y cuerpo; ya que en el cuerpo -dice Aristoteles- la hembra es un varón por ocasión; y en cuanto al alma es de mas vigor el de quien dice el Eclesiastés: "de entre mil hombres he hallado uno, mas de mujeres ninguna hallé" (7,29).

b) el varón por naturaleza aventajase a la mujer (Ep 5).

c) influye, gobernandola, en la mujer (Gn 3).

d) macho y hembra en naturaleza conformes son (Gn 2).

En la tercera comparación, de Dios a Cristo, según el texto: "Dios es cabeza de Cristo", hay que advertir que este nombre, Cristo, se refiere a la persona predicada por razón de la naturaleza humana; y así, el nombre Dios no se refiere solo a la persona del Padre, sino a toda la Trinidad, de la cual, como de mas perfecta, derivanse en la naturaleza de Cristo todos los bienes, y a la cual queda sujeta la humanidad de Cristo.

Puede entenderse también de modo que este nombre Cristo suponga la antedicha persona por razón de la naturaleza divina; y así el nombre Dios se referira solo a la persona del Padre, por la cual se llama cabeza del Hijo, no ciertamente por mayor perfección, o por alguna suposición, mas solo cuanto al origen y según la conformidad de la naturaleza, conforme al Salmo 2: "el Señor me dijo: Tu eres mi Hijo, hoy te he engendrado".

Pueden también tomarse estas cosas en sentido mistico, según que en el alma hay una especie de matrimonio espiritual, en que la sensualidad se compara a la hembra, y al varón la razón, por la que ha de gobernarse la sensualidad; de ahí que se llame su cabeza. A no ser que digamos que a la mujer se compara la razón inferior, que no entiende sino en cosas temporales; y al varón la superior, que se dedica a la contemplación de las cosas eternas, y se llama cabeza de la inferior; porque las cosas temporales han de disponerse a tenor de las razónes eternas, según el Éxodo: "mira bien y hazlo según el diseno que se te ha propuesto en el monte" (25,40). Y llamase Cristo cabeza del varón, porque sola la razón según su parte superior mantiénese a Dios unida.

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1Co 11,4-7)

Lección 2: 1Co 11,4-7

Muestra como han de vestirse los hombres y las mujeres en las publicas oraciones y profecías.

4. Todo hombre que ora o que profetiza, teniendo la cabeza cubierta, deshonra su cabeza.
5. Al contrario, mujer que ora o profetiza, con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza, siendo lo mismo que si se rapase.
6. Por donde si una mujer no se cubre con un velo la cabeza, que se la rape. Y si es cosa fea a una mujer el cortarse el pela, o raparse, cubra su cabeza.
7. No debe él varón cubrir su cabeza, pues él es la imagen y gloria de Dios, mas la mujer es la gloria del varón.

Luego en pos de la enseñanza, de donde toma el por qué, sigue con la admonición, así en lo que toca al hombre, como en lo que a la mujer.

Dice, pues: ya dicho queda que el varón es cabeza de la mujer; "mas todo varón que ora o que profetiza, cubierta la cabeza, orando así la deshonra". Acerca de lo cual es de considerar que el hombre que asiste al juez, de lo que a su dignidad debe y a su condición, ha de hacer profesión; ¡cuanto mas si asiste a Diosi, que es juez de todos los hombres. Por tanto, los que le asisten han de andar muy remirados en cuidar como se portan, ordenadisimamente y con una conveniencia la más puntual y extremada, según el Eclesiastés: "si pones ahí los pies, considera que es lugar santo la casa de Dios" (4,17).

Y esta asistencia, con que el hombre asiste a Dios, es o bien de recadero, llevando lo humano a Dios, como se hace en la oración (Si 39); o bien trayendo de arriba a los hombres lo divino, como hacian los profetas (Joel 2). De ahí que diga el Apóstol, haciendo hincapié en su dicho: "varón que ora o profetiza"; porque de entrambas maneras el varón asiste a Dios, o como a juez o como a Señor.

También eso de profeta se dice de dos maneras; de una, por comunicar o a los otros anunciar lo que Dios le ha revelado (Lc 1); de otra, por manifestar lo que a otros se ha revelado. De donde los que en la iglesia o bien leen las profecias, o bien otras Escrituras, se dice que profetizan. Así se entiende aquel texto: "el que profetiza edifica a la 1glesia" (iCo 14); y así también se entiende aquí.

Mas toca a la dignidad y condición del varón (cual se vera mas abajo) no usar velo en la cabeza; en razón de lo cual dice que todo varón que ora o que profetiza con la cabeza cubierta, la deshonra, es a saber, hace algo que no dice bien con él. Porque así como del cuerpo se dice que su belleza resulta de la debida proporción entre los miembros y el conveniente esplendor, o color; así en los actos humanos la hermosura resulta de la debida proporción de los hechos o palabras, en los cuales resplandece la lumbre de la razón. De donde, por el contrario, se colige que hay torpeza cuando contra la razón alguna cosa se hace, y no se guarda o no se observa la debida proporción en las obras y palabras. De ahí lo antedicho mas arriba: "mas si a alguno le parece un deshonor que su hija pase la flor de su edad, sin contraer matrimonio... " (7,36).

Objeción contra lo dicho: que muchos con la cabeza cubierta en la iglesia oran, sin tenerlo a deshonor, queriendo orar mas secretamente.

R.-Hay dos modos de oración: en publico y en privado, según que en propia persona la ofrezca a Dios el orante, o en persona de la 1glesia, cual se ve en las oraciones que dicen los sacerdotes en la iglesia, y de tales oraciones habla aquí el Apóstol.

2) Asimismo por profeta entiéndese el que el sentido desentrana a la Escritura, según lo cual profetiza el que predica. Mas he aquí que los prelados predican con la cabeza recubierta con la mitra.

R.-A esto se ha de responder que el que enseña en las escuelas o predica habla de propia persona. De ahí que nombre el Apóstol su Evangelio al Evangelio, por la industria que usaba cuando lo predicaba; mas el que lee la Escritura o la recita en la 1glesia, por ejemplo una lección, la epistola o Evangelio, habla en persona de la 1glesia universal. Y así se entiende del tal que así profetiza lo que aquí dice el Apóstol.

Mas entonces queda en pie la objeción contra los que cantan salmos en el coro, con la cabeza cubierta.

La respuesta es que los salmos no se cantan como si uno se presentase ante Dios, mas toda la multitud.1

-"Al contrario, la mujer... ". Ahora la admonición la endereza a las mujeres, diciéndoles: "al contrario, mujer que ora o profetiza, como arriba, descubierta la cabeza, cosa que no dice bien con su sexo y condición, hace afrenta a su cabeza, esto es, que por descubrirla hace algo no conveniente.

Mas se objeta a lo antedicho lo del Apóstol, que dice: "no permito a la mujer el hacer de doctora" (I Ti. 2,12). ¿Como, pues, se compagina con la publica doctrina, o la publica oración, que la mujer ore en ella o la haga de profetisa? Se responde: esto se entiende de las oraciones y lecciones que en sus juntas ahí pronuncian las mujeres.

-"siendo lo mismo que si se rapase". Prueba su amonestación; y después de traerla y destruir la objeción, deja el juicio a los oyentes: "juzgad por vosotros mismos". Y es triple la probación, con triple comparación respecto a la humana naturaleza, respecto a Dios y a los angeles. Acerca de lo primero es muy de considerar como la naturaleza, que proveyo con presteza a los demás animales de auxilios proporcionales que basten para su vida, con los seres racionales se ha mostrado mas escasa para que por la razón, valiéndose de las manos, con el ingenio y el uso, lograsen esos socorros. Así como, por ejemplo, a los toros dio los cuernos, armas para defenderse; mas los hombres sus armas las preparán con su razón, poniendo mano a la acción. Así que

1 No sabemos desde qué momento, quiza a partir del Concilio de Trento, se les impuso también a los cantores del Coro la costumbre de descubrirse la cabeza. (S.A.)

lo que no puede hacer la naturaleza lo hace el arte, que la imita y le da su perfección.

Viniendo al caso presente, para cubrir su cabeza, la (madre) naturaleza le dio al hombre los cabellos; mas por ser insuficiente este velo o cabellera, diligencia con su industria el hombre otra cubierta. Vale la misma razón para el velo natural y para el artificial. Dejar crecer los cabellos es para la mujer la cosa mas natural; ya que por naturaleza para eso hay disposición y ademas inclinación, como se ve en muchos casos, en que ponen mas empeno que los hombres las mujeres para cuidar los cabellos. Se ve, pues, mas conveniente a la indole mujeril, no a la condición viril, usar velo artificial.

En suma, que es conveniente, con el velo natural, usar el artificial, como él dice: la mujer que no se cubre hace afrenta a su cabeza, "siendo lo mismo, esto es, hay una misma razón, verse privada del velo artificial, que si se rapase", es a saber, que si se viese privada del velo natural de los cabellos, castigo con que se amenaza a algunas mujeres: "raera el Señor la cabeza de las hijas de Sión, y las despojara de sus cabellos" (Is 3,17).

Segundo, es inconveniente no usar velo, porque "si una mujer no se cubre con un velo la cabeza, es mejor que se la rape"; cual si quisiera decir: si desecha el velo artificial, por la misma razón deseche también el natural, lo cual no es conveniente.

Mas no parece ajustarse a esta doctrina el que las monjas se rapen. Hay dos respuestas a esto:

I- que por hacer voto o de santa virginidad o de viudez, desposandose con Cristo, ascienden por eso mismo a una dignidad viril, ya que están libres de yugo y sujeción al marido, e inmediatamente unidas a Cristo.

2*) porque al entrar al convento, en señal de duela,. cual conviene a religiosas, todas se visten de luto. Y es costumbre entre los hombres, como si a su condición correspondiese mejor, al tiempo de guardar luto, dejar crecer los cabellos; las mujeres, al contrario, en tal tiempo se los cortan. De ahí lo de Jeremias: "corta tu cabello y arrojalo, y ponte a planir en alta voz" (7,29).

Tercero, la conclusión: "Por donde, si es cosa fea, es a saber, indecente, a una mujer el cortarse el pelo o raparse, esto es, verse privada, por arte o naturaleza, de su velo natural, cubra entonces su cabeza" con un velo artificial.

-"No debe el varón cubrir su cabeza...". Es la segunda probanza, en comparación con Dios, que prueba lo que supone: "que no fue el hombre formado de la hembra, sino la hembra del hombre". Prueba su aseveración, alegando su razón, de parte de la mujer y de parte del varón.

Dice, pues: ya dicho queda que raparse es cosa fea, mal vista en una mujer, a la par que no usar velo; mas no en un hombre, porque "no debe el varón, ya que es imagen y gloria de Dios, cubrir su cabeza". Con lo que se da de mano a un error de por ahí, de los que dicen que el hombre hecho fue solo a imagen de Dios, mas no que sea su imagen; lo contrario de lo que afirma el Aposto!. Y la razón, según ellos, es porque a solo el Hijo le compete ser imagen, como dice en Colosenses, "de Dios invisible". A la objeción se responde diciendo que el hombre fue hecho a imagen de Dios y que asimismo es. su imagen; ¡claro!, imagen imperfecta. El Hijo, en can> bio, no a imagen de Dios fue hecho; si es su imagen,, porque es imagen perfecta.

Para cuya evidencia es bueno considerar que de razón de la imagen hay dos cosas en comun: primera, la semejanza, pero no así como quiera, sino o por la misma especie de la cosa, así como el hijo hombre es semejante a su padre; o en algo que sea señal de la especie, como en las cosas corporales la figura; de donde los que describen la figura de un caballo dicese que pintan su imagen. Y a esto alude San Hilario, al decir de la imagen que es especie indiferente, comun.

Segunda, la procedencia; porque no puede decirse de dos hombres, semejantes en la especie, que uno es imagen del otro, si no tiene de él su origen, como el hijo del padre; que del dechado se dice y toma nombre Ja imagen.

Como tercer requisito de una imagen acabada se requiere la igualdad; y pues por las tres potencias de .su alma, inteligencia, memoria y voluntad, se asemeja el hombre a Dios, por ser esta semejanza de indole intelectual, y por tenerla de Dios, dicese imagen de Dios; mas, por faltar la igualdad, es imagen imperfecta. Por eso, según el Génesis, dice ahí la Trinidad: "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza". Pero el Hijo, igual al Padre, no a su imagen, es imagen perfecta.

También de considerar es que la gloria de Dios se dice de dos maneras: de una, por la que glorioso es Dios en Si, y de esta manera no es gloria de Dios el hombre, antes bien gloria del hombre es Dios, según el Salmo Tercero. De otra manera, gloria se dice de Dios la luz clara y refulgente, de su alteza procedente, según aquello del Éxodo: "quedo henchido y todo lleno de la gloria del Señor" (40,32). Así es como aquí se entiende que el hombre es gloria de Dios, por cuanto en él resplandece, sin cosa que se interponga, la clara luz del Señor (Ps 4).

-"mas la mujer es la gloria del varón". De parte de la mujer se dice que "es la gloria del varón", pues dei varón se deriva lo ilustre de la mujer: "varona se llamara, pues del varón fue sacada" (Gn 2,23).

Mas se ofrece esta objeción: que para llamarse el hombre imagen de Dios se atiende y hace hincapié en el espiritu, en donde de macho a hembra no hay ninguna diferencia (Col 3). Así pues, solo se diga imagen de Dios el hombre, y no imagen la mujer.

Con todo, habra que decir que de manera especial» por ciertas cosas de fuera, el varón se llama aquí imagen de Dios, porque es el principio de toda su descendencia, como Dios es el principio del universo creador también porque del costado de Cristo en la cruz dormido fluyeron los sacramentos de agua y sangre, con los cuales fue fabricada la 1glesia.

También dentro especialmente, por lo que mira a su mente, puede decirse el varón imagen de Dios, por cuanto tiene mas vigor en la razón; pero mejor es decir lo que el Apóstol señaladamente indica; porque dijo del varón que es gloria e imagen de Dios, no empero de la mujer que fuese gloria e imagen del varón, sino solamente gloria, para darnos a entender que ser imagen de Dios es cosa comun a los dos; pero ser gloria de Dios, inmediatamente es propio del varón.

Falta considerar por qué causa la mujer ha de velar su cabeza, y no el varón. Porque el velo, sobrepuesto en la cabeza, señal es de que quien lo lleva, en el orden natural, esta sujeto al poder de otro sobre su cabeza; razón por la cual el hombre, sujeto al poder de Dios, no ha de velar su cabeza, para con eso mostrar su inmediata sujeción y dependencia de Dios; no empero así la mujer, que esta sujeta al poder de otro, ademas del de Dios, según la naturaleza, y por eso ha de traer velo sobre su cabeza. Por tanto, aquí no ha lugar la objeción iomada del subdito y del esclavo, por no ser tal sujeción natural.

La otra causa por qué el velo la mujer, y no el varón, rio ha de usar, es para mostrar que no hay que ocultar, sino revelar (quitar el velo) la gloria de Dios; la gloria, en cambio, del hombre -la mujer- hay que ocultarla, como lo dice el Salmista: "no a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria" (Ps 1 Ps 13)


Aquino: I Corintios 41