Aquino: I Corintios 45

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1Co 11,8-16)

Lección 3: 1Co 11,8-16

Razón por la que ha de velarse la mujer: por ser gloria del hombre.

8. Que no fue el hombre formado de la hembra, sino la "hembra del hombre.
9. Como ni tampoco fue el hombre criado para la hem¿ bra, sino la hembra para el hombre.
10. Por tanto, debe la mujer traer sobre la cabeza la divisa de la sujeción, y también por respeto a los angeles.
11. Bien es verdad que ni el varón, por ley del Señor, existe sin la mujer, ni la mujer sin el varón.
12. Pues, así como la mujer fue formada del varón,* así también el varón nace de la mujer, y todo por disposición aae Dios.
13. Sed jueces vosotros mismos: ¿es decente que la mujer haga en publico oración a Dios sin velo?
14. ¿No es así que la naturaleza misma o la comun opinión os dicta que no es decente que el hombre deje crecer su cabellera?
15. al contrario, para la mujer es gloria él dejarse crece? el pelo, porque los cabellos le son dados a manera de velo para cubrirse.
16. Pero si, eso no obstante, alguno se muestra terco, le diremos que nosotros no tenemos esa costumbre, ni la 1glesia de Dios.

Dijo por adelantado, que es lo que intenta probar, que la mujer es la gloria del varón; acerca de lo cual pone primero el Apóstol la probanza, después indica el por qué, y saca, en fin, la conclusión. Es, pues, de considerar que, como arriba va dicho, se dice, por cierta derivación, que la mujer es la gloria del varón; para cuya probación añade: "pues no, cual primera condición, formado fue de la hembra el hombre, mas si la hembra del hombre"; ya que se dice en el Génesis que "de la costilla aquélla, que había sacado de Adan, formo Dios una mujer"; del hombre, en cambio, se dice que "del lodo de la tierra".

-"Que no fue el hombre formado... ". Da la razón de lo dicho anteriormente, para cuya mayor luz es bueno considerar que entre perfecto e imperfecto pide el orden que en uno y el mismo sujeto lo imperfecto se adelante en el tiempo a lo perfecto; pues primero en un hombre es ser niño que varón; mas visto sencillamente, en tiempo y naturaleza, lo perfecto le echa el pie adelante a lo imperfecto, porque el niño es producto del varón. He aquí el motivo y razón por qué la mujer fue formada del varón, lo cual demuestra el Apóstol, esto es, que es mas perfecto que ella, porque el fin es mas perfecto que lo que al fin se encamina; ahora bien, el varón es el fin de la mujer, que es lo que se dice aquí: "puesto que no iue el hombre criado para la hembra, sino la hembra para el hombre", para ayudarle a engendrar; así como la materia es por la forma, y por el agente el paciente. De ahí lo que dice el Génesis: "no es bueno que el hombre esté solo; hagamosle ayuda y companía semejante a él".

-"Por tanto. ...". Saca, en fin, la conclusión, diciendo eso: "por tanto", por ser el varón imagen y gloria de Dios, y gloria del varón la hembra, "la mujer ha de traer velo sobre su cabeza", cuando asiste a Dios orando, o profetizando, para que muestre con eso que, si esta sujeta a Dios, no lo esta inmediatamente, sino sujeta al varón; que eso significa el velo sobrepuesto a su cabeza. Así se entiende otro texto, y significa lo mismo, que ha de tener la mujer poder sobre su cabeza; porque es señal de poder el velo, según el Salmo: "hiciste andar hombres sobre nuestras cabezas" (65 ,12).

-"y también por respeto a los angeles". Tercera razón, de parte de los angeles, que puede entenderse de dos maneras: de una, de los angeles del cielo, que se cree visitan a los fieles, especialmente cuando se juntan a celebrar los sagrados misterios; por cuyo motivo entonces así hombres como mujeres, por respeto a su presencia, han de guardar, con decencia, el orden y la modestia, según aquello del Salmo: "en presencia de los angeles salmearé, te cantaré" (137,1).

Por angeles, de otra manera, puede entenderse a los sacerdotes, que así se llaman, por cuanto anuncian al pueblo, de parte de Dios, sus ordenes (Ml 2). Así que por tal razón debe siempre la mujer estar velada en la iglesia por los angeles, esto es, por los sacerdotes, y esto por doble motivo: primero, por su respeto, que demanda a las mujeres tener modestia y decencia cuando están en su presencia; como dice el Eclesiastico: "con toda su alma teme al Señor, y reverencia a sus sacerdotes" (7). Segundo, por su cautela, no suceda que por ver a las mujeres sin velo la mala concupiscencia los provoque a su deseo. De donde aquello: "no pongas tus ojos en la doncella, para que de su belleza no te salte una centella" (Si 9,5).

San Agustín da otra explicación diferente, fundandose en lo de Efesios 4,23: "renovaos, pues, ahora en el Espíritu de vuestra mente, y revestios del hombre nuevo, que ha sido renovado conforme a la imagen de Dios

que lo crio", en donde no habiendo diferencia de macho y hembra, eso de imagen de Dios se ha de entender del espiritu, en que no hay tal diferencia, y por tanto es la mujer tan imagen y a la imagen de Dios como el hombre; que así esta dicho expresamente en el Génesis: "creo, pues, Dios al hombre a imagen suya, los creo varen y hembra" (!,27). Por tanto, que hay que entenderlo -dice aquí San Agustín- del matrimonio espiritual de nuestra alma, en la que la sensualidad, o aun la razón inferior, hace el papel de mujer, y la razón superior el de varón a fuer de imagen de Dios. Según esta explicación, la mujer tiene su origen del hombre y es para el hombre; porque la administración de las cosas temporales, o sensibles, que es la propia ocupación de la razón inferior, o aun de la sensualidad, ha de manar, cual de fuente, de las cosas eternales que ve en la contemplación, todo lo cual pertenece a la razón superior y a ella se ha de ordenar. He aquí por qué la mujer se dice que tiene velo o poder sobre su cabeza, para darnos a entender que en lo de dispensación de las cosas temporales ha de irse el hombre a la mano y ponerse cierto freno, no pase a mas la afición y se exceda en demasia en el amor de esas cosas; freno que, por el contrario, no poner, sino soltar, se debe al amor de Dios, y mas estando mandado: "amaras al Señor Dios tuyo con todo tu corazón" (Dt 6). Porque el deseo del fin no esta sujeto a medida, como si lo están las cosas que se enderezan al fin. El médico, por ejemplo, trata de dar la salud la mas perfecta que puede, pero no la medicina, sino con cierta medida. Del mismo modo el varón no debe tener un velo sobrepuesto en su cabeza; y esto ha de hacer por respeto a la corte angelical, pues, como dice la Glosa, es grata a los santos angeles esa piadosa y sagrada demostración de respeto. De donde San Agustín toma pie para decir que se dejan atraer los demonios de ciertas cosas sensibles, no como los animales con manjares, sino como los espiritus con señales.

-"Bien es verdad que...". Con esto desecha la duda que pudiera originarse de lo dicho, es a saber, puesto que dijo que es gloria de Dios el hombre, y la mujer del varón, pudiera pensar alguno que ésta o no viene de Dios o no ha lugar en la gracia; desecha lo primero, diciendo: aunque la mujer gloria sea del varón, siendo éste la gloria de Dios, "empero, bien es verdad que ni el hombre en el Señor, es a saber, criado por el Señor, existe sin la mujer, ni la mujer sin el hombre"; que a uno y otro Dios los hizo: "macho y hembra los creo" (Gn 1).

O de otra manera: ni el varón existe sin la mujer en el Señor, esto es, en la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, ni la mujer sin el varón, porque uno y otro se salvan por la gracia de Dios, según lo dice a los Galatas: "los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo". Y luego añade: "no hay macho ni hembra", esto es, no hay diferencia respecto de la gracia de Cristo.

La razón es porque, así como en la primera institución de las cosas la mujer fue formada del varón, así, en las otras siguientes generaciones, de la mujer fue formado el varón, según aquello de Job: "el hombre nacido de mujer" (14,1). Porque cuando de primero plasmo Dios (como el ollero) del barro al hombre (Gn 2),

a) la primera producción fue sin varón ni mujer.
b) la segunda de varón, sin concurso de mujer, cuando a Eva la saco de la costilla del hombre.
c) la tercera de varón y de mujer, como Abel que nacio de Adan y Eva.
d) la cuarta de mujer sin varón, como Cristo que nacio de la Santisima Virgen, según los Galatas: "envió Dios a su Hijo formado de una mujer".

Demuestra, en tercer lugar, que conviene esa razón, diciendo: "y todo por disposición de Dios"; porque así lo que primero, que la mujer del varón, como después, que el varón de la mujer fue formado, Dios lo ha dispuesto y obrado. En suma, que suyos son, de Dios, el hombre y la mujer. De donde lo de Romanos: "todas las cosas son de E!, y todas son por El, y todas existen en El" (XI,36).

-"Sed jueces vosotros mismos". Deja a juicio de sus oyentes, los razónables, la doctrina expuesta; a los tercos, en cambio, les va a la mano. Acerca de lo primero, a guisa del que confia haber mas que demostrado lo que intentaba probar, a discreción del oyente deja el juicio de lo dicho: "sed jueces vosotros mismos"; y al buen escucha le toca juzgar de lo que ha escuchado (Job 6 y 12).

Luego, en forma de pregunta, propone acerca de qué ha de juzgarse, diciendo: "¿es decente a la mujer sin velo hacer oracion?". A esto responde San Pedro, que prohibe "el atavio de por fuera, con los rizos del cabello" (1P 2,3).

Después, de donde su juicio ha de tomar su principio, pues "de la naturaleza". Y llama naturaleza a la misma inclinación, que de modo natural tienen todas las mujeres, de andarse arreglando el pelo, que es un velo natural, mas no la tienen los varones. 1nclinación que se muestra, y por eso es natural, en muchisimas mujeres. Pero es conveniente, por ser obra de Dios, que la naturaleza misma lo dicte; como un cuadro, en la pintura, de artificio del pintor, es instrucción y doctrina. Por cuya razón es aquello de Is : "han quebrantado las leyes, han al* terado el derecho, rompieron la alianza sempiterna" (24,5), esto es, el derecho natural.

El cuarto razónamiento tomalo de la naturaleza, comenzando del varón que, si a estilo mujeril "deja crecer el cabello, ¿no se deshonra con eüo?" quiere decir que en opinión de los hombres se le cuenta por infamia, pues por eso parece un afeminado; por lo cual en Ezequiel se intima a los sacerdotes "no compongan su cabello, o lo dejen crecer, sino que lo corten" (44,20). Ni vale la instancia de algunos de que en el Antiguo Testamento se dejaban crecer el cabello, porque ésta era una señal que entonces estaba puesta en la lectura del Antiguo Testamento, como dice San Pablo: "hasta el dia de hoy este mismo velo permanece en la lectura del Antiguo Testamento, sin ser alzado... y así... cuando se lee a Moisés, cubre un velo su corazón; pero, en convirtiéndose este pueblo al Señor, se quitara el velo" (2Co 3,14-16).

De parte de la mujer dice que "es gloria suya dejarse crecer el pelo", pues pertenece, parece, a su adorno y atavio. De ahí lo de los Cantares: "los cabellos de su cabeza como purpura de rey puesta en flecos" (7,5). Y la razón es "porque los cabellos le son dados a la mujer a manera de velo"; razón valedera también, así para dejarselos crecer, como para ponerse un velo artificial (Ct 3).

-"Pero, si alguno... ". Ahora les va a la mano a los oyentes cabezudos: "si alguno se muestra terco", de tal modo que, a despecho y pesar de lo antedicho, no da su brazo a torcer, sino impugna la verdad, hundiéndolo todo a gritos -indicio de terquedad, según dice San Ambrosio- (Job 6,Pr 20); esto baste a reprimir al porfiado altercador: que nosotros los judíos, los que creemos en Cristo, "no tenemos tal costumbre, esto es, que las mujeres hagan a Dios oración sin cubrirse la cabeza, ni la 1glesia de Dios toda" esparcida por el orbe.

De donde, por conclusión, si no hubiese otra razón, esto debiese bastar: que es costumbre de la 1glesia, para que nadie obre en contra de lo que es uso comun; ya que se dice en el Salmo: "que hace que habiten en ta misma casa los de una misma indole y costumbre". De ahí lo que en la carta a Casulano escribe San Agustín: que en todas aquellas cosas, en las que nada de cierto definido ha la Escritura, hay que tener como ley lo que en el pueblo de Dios es uso estable y costumbre e institución venerable de nuestros antepasados.

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1Co 11,17-22)

Lección 4: 1Co 11,17-22

Por no haber concordia en ellas, desaprueba sus juntas y asambleas, y reprueba también el modo de tomar la Cena del Señor.

17. Por lo que toca a vuestras asambleas, os declaro que no puedo alabaros; pues ellas, en lugar de seros útiles, os sirven de daño.
18. Primeramente oigo que al juntaros en la 1glesia hay entre vosotros parcialidades, y en parte lo creo;
19. siendo, como es, forzoso que aun herejias haya, para que se descubrán entre vosotros los que son de una virtud probada.
20. Ahora, pues, cuando vosotros os juntáis para los agapes, ya no es para celebrar la cena del Señor.
21. Porque cada uno come ahí lo que ha llevado para cenar sin atender a los demás. Y así sucede que unos no tienen nada de comer, cuando otros comen con exceso.
22. ¿No tenéis vuestras casas para comer ahí y beber?, ¿o venis a profanar la 1glesia de Dios, y avergonzar a los pobres, que no tienen nada? ¿Qué os diré sobre eso? ¿Os alabaré? En eso no puedo alabaros.

Luego de reconvenirlos por su error en el vestir, esto es, porque las mujeres, sin taparse la cabeza, juntabanse a celebrar los misterios religiosos; como consecuencia de ello, el Apóstol redarguye otro error en los Corintios: sus bandos y divisiones, porque al acudir a los sagrados misterios, había pleitos y altercados; defecto de que en general trata, y también en especial.

Dice, pues: "por lo que toca... ", esto es, lo arriba dicho, que las mujeres, al estar en la iglesia, lleven velo en la cabeza, os declaro, para inducirlos así, por tres vias, a observar ese precepto: por razón, por costumbre, por mandato; de suerte que solo esto, sin mas ayuda de costa, viniese a ser necesario, según dicen los Proverbios: "observa mis preceptos y viviras feliz" (4,4), y el Eclesiastés: "una cuerda de tres dobleces dificilmente se rompe" (4,12).

-"que no puedo alabaros, sino mas bien vituperaros, al juntaros, en la 1glesia, no para ir de bien en mejor, como debiera ser, sino de mal en peor, por culpa vuestra. Pues todos los animales, como las palomas, las grullas, las ovejas, nacidas para vivir en rebano, por instinto natural juntanse en un solo cuerpo, para que mejor les vaya en las cosas materiales. De donde también el hombre, siendo como es animal gregario o social, como demuestra el Filosofo, ha de obrar y regirse por razón, de arte que, muchos, como partes en un todo, se junten, en busca de algo mejor, así como, por ejemplo, en las cosas seculares, para lograr la unidad muchos en una ciudad se juntan, para que en lo secular tengan mas prosperidad, esto es, seguridad y suficiencia de vida. Por tanto, también los fieles, por algo mejor en la vida espiritual, han de unirse y coadunarse, según aquello del Salmo: "cuando los pueblos se congreguen en uno y los reinos, para servir al Señor" (101,23); y también: "en la asamblea de los justos, y en la concurrencia, grandes son las obras del Señor" (110,1). Pero estos Corintios, por las culpas que ahí cometian cuando se juntaban, no iban ahí para mejorar, mas para hacerse peores; "porque en vuestras asambleas impera la iniquidad" (Is 1,13); y el Eclesiastico dice que "todos los pecadores son, cuando juntos están, como un monton de estopa para ser consumida con llamas de fuego".

-"Primeramente oigo... ", Muestra en especial como esas iuntas son para daño, no para provecho, y pone primero el juicio de la culpa, diciendo: "lo primero entre otras cosas, como prueba de lo que digo, es que al juntaros en la 1glesia, hay entre vosotros parcialidades", conviene a saber, por las contiendas en que se enzarzaban; lo cual no conviene a la 1glesia, que esta constituida en la unidad (Ep 4) (Is 22).

Advierte la Glosa que, al decir: "primero", da a entender que el primer mal de todos, de donde los otros se originan, es la disensión; pues donde hallase ella nada anda derecho. Pero dice lo contrario, al parecer, el Eclesiastico: "el principio de todo pecado es la soberbia" (X); y asimismo a Timoteo San Pablo: "raiz de todos los males la codicia".

Respondese a esto que, al hablar así, dichas autoridades ce refieren a los pecados personales de cada hombre, de los cuales el primero por parte de la aversión es la soberbia, y la codicia por parte de la conversión. Mas la Glosa aquí no habla sino de los pecados de la multitud, de los cuales el primero es la disensión, por la que se arruina el rigor de la disciplina. De donde lo de Santiago: "donde hay celo o envidia y Espíritu de discordia, allí reina el desorden, y todo género de vicios".

Pone, en segundo lugar, el crédito que puede darse a lo oído, diciendo: "y en parte lo creo", esto es, de algunos de vosotros, picapleitos, de indole bronca, según lo que dijo arriba: "hay bandos entre vosotros. Quiero decir que cada uno de vosotros toma partido diciendo: yo soy de Pablo; yo de Apolo; yo de Cefas" (1Co 1,2). Otros, en cambio, no lo eran, y en persona de éstos se añade lo que sigue: "yo de Cristo". De ahí lo de los Cantares: "como azucena entre espinas, así mi amiga entre las hijas", esto es, así los buenos entre los malos.

En tercer lugar, la razón de por qué dar crédito: "siendo, como es, forzoso que haya, no solo cualesquiera parcialidades, sino aun herejias, donde con la consideración hay que atender a dos cosas: primero, a qué sea herejia; segundo, a que por fuerza ha de haberlas. Según dice San Jeronimo, por herejia (del griego Airesis) se entiende la elección; ya que cada uno escoge la enseñanza o disciplina que juzga que es la mejor, lo cual conlleva dos cosas: a) que como elemento primordial de la herejia esta que uno siga, como por propia elección, la privada disciplina o enseñanza, mas no la enseñanza publica, que tiene origen divino, b) que asimismo a esta enseñanza esté uno con pertinacia y obstinación adherido; pues la idea de elección entrana firme adhesión. De donde hereje es aquel que abraza pertinazmente su propio error, con desprecio de lo que enseña la fe, que es enseñanza divina.

Ahora bien, de dos maneras concierne lo que creemos a esta enseñanza de fe: a) directamente de una, como los articulos de la fe, que por su naturaleza, por materia de creencia se proponen. De donde al que errare en la creencia de estos articulos su error sin mas le hara hereje, si terquea con pertinacia. Y de este error no pueden excusarse, aun con achaque de candor, los que no creen aquellos misterios que andan comunmente en boca de los fieles, como el misterio de la Trinidad, el del nacimiento de Cristo y otros, y principalmente aquellas verdades que la 1glesia proclama con su solemne magisterio.

b) indirectamente, de otra, concierne lo que creemos a la enseñanza de la fe, no por cuanto esas verdades se propongan por si mismas para ser creidas, sino porque de negarlas se siga, por consecuencia, algo contrario a la fe; así como, por ejemplo, de negar que 1saac fue hijo de Abraham se seguiria algo contrario a la fe, es a saber, que la Sagrada Escritura falsedades en si encierra.

Mas no hay que precipitarse a juzgar por tales cosas que uno es hereje, a no ser que a machamartillo persista en su pertinacia de suerte que erre que erre no se aparte de su error, aun viendo las consecuencias que de ahí se seguiran. Así que la pertinacia, por la que alguno desprecia aceptar lo que la 1glesia falla en materia de fe, directa o indirectamente, es la que al hombre hace hereje; y tal pertinacia procede, como de raiz, de la soberbia, por la que uno antepone su parecer al de toda la iglesia. De ahí lo del Apóstol: "si alguno enseña de otra manera, y no abraza las saludables palabras de nuestro Señor Jesucristo, y la doctrina que es conforme a la piedad o religión, es un soberbio que nada sabe, sino que antes bien enloquece sobre cuestiones y disputas de palabras, de donde se originan envidias, contiendas, alteraciones" (I Ti. 6).

El otro punto, digno de consideración, es como se ha de entender que sea forzoso o conveniente que haya herejias; porque en este presupuesto, si oportuno es que haya herejes, mas bien parece que en lugar de extirparlos hay que recomendarlos. A lo cual se responde que esa oportunidad o conveniencia se entiende de dos maneras: a) de una, si la juzgamos por la intención del que eso hace; por ejemplo, si decimos que conviene que haya juicios, esto es, porque los jueces, al desempenar su oficio, lo que buscan es la paz y dejar bien establecida en los negocios humanos la justicia.

b) de otra, pesada y considerada según la intención de Dios, que aun los males los ordena para bien, como la persecución, con que los tiranos se encarnizan en los martires, ha ordenado a gloria suya. De ahí que San Agustín diga: de tan alta guisa y pro es Dios en su grar* bondad que de ninguna manera permitiera la maldad, a no ser tan poderoso de tal modo que del foso, de todo mal y veneno, pudiera sacar lo bueno (Manual 1). Conforme a esto es lo de San Mateo: "forzoso es que haya escandalos; mas ¡ay de aquel por quien viniere el escandalo!" (18,7).

En este sentido dice aquí el Apóstol que conviene que haya herejias, en el de que la malicia de los (perversos) herejes la ordena Dios y encamina al bien de los,, fieles:

lo primero, para que así, con mayor declaración, quede mas esclarecida, ilustre y enaltecida, la verdad... Cuando el adversario -dice aquí San Agustín- controvierte una cuestión, ofrece al bando contrario de explayarse la ocasión; pues muchas verdades de la Fe Catolica, en tanto que los herejes las traen al retortero, para dar un quebradero de cabeza a los teologos, dan pie a que en su defensa, con reflexión mas intensa, se entiendan tanto mejor y prediquen con ardor. De ahí lo de los Proverbios: "hierro con hierro se aguza, y el hombre aguza el ingenio de su prójimo" (27,17).

lo segundo, para poner de manifiesto, en los que profesan rectamente la fe, su firmeza; que es lo que aquí añade el Apóstol: "para que los que son de una virtud probada, esto es, aprobada por Dios, queden de manifiesto en vosotros", es a saber, entre vosotros (Sg 3)-

-"Ahora, pues, cuando os juntais... ". El tercer debito que les echa en cara es el desorden en el modo y orden de tomar la Eucaristia. Todo lo que sigue puede exponerse de dos maneras.

Primera Exposición. Según ella, repréndeseles por recibir el Cuerpo de Cristo ya comidos. Acerca de lo cual señalales el daño en que incurrian y la culpa que cometian, investiga la causa de la culpa y concluye vituperandolos: "¿qué os diré sobre eso?...".

Dice, pues: "ahora, pues, cuando os juntais", hay entre vosotros parcialidades. Luego, "al juntaros para los agapes", con el cuerpo, no con el espiritu, habéis llegado a tal término que ya no es, esto es, no es licito, o no se compagina con vuestro proceder comer la cena del Señor: quiere decir, recibir la Sagrada Eucaristia, que en la cena dio el Señor a sus discipulos; ya que este Sacramento, como dice San Agustín, es el Sacramento de la unidad y de la caridad; por tanto, no entalla bien a los que siembrán cizana (Ct 5).

O, según otra exposición, lo antedicho cuadra mejor con lo que se dice en los versiculos siguientes, de arte que quiera decir: no solo al juntaros hay bandos entre vosotros, sino que después de juntados habéis llegado al acuerdo, es a saber, al presente ya habéis determinado lo que no debe ser, pues no os es licito comer la cena del Señor, a la que os acercáis ya comidos. Que este capricho o antojo les nacia a los Corintios de que así como el Señor, acabando de cenar, dio a sus discipulos este Sacramento (Mt 26), así también ellos querian, después de una cena comun y vulgar, recibir el Cuerpo de Cristo.

Mas esto, si lo hizo el Señor, fue con su cuenta y razón:

Primero, pues pide la conveniencia del orden que la figura anteceda a la verdad; según lo cual la figura, o sombra del Sacramento, era el cordero pascual; y así,, después de la cena de este cordero pascual, Cristo dio este Sacramento. Porque, en Colosenses, de todas las observancias legales se dice que "erán sombra de las cosas que habían de venir, empero que el cuerpo o la realidad de ellas es Cristo" (II,17).

Segundo, para que de este Sacramento pasase fuego inmediatamente a la Pasión, de la que este Sacramento es memorial. De ahí aquello que les dijo a sus discipulos: "¡ea, vamonos de aquí" esto es, a la Pasión.

Tercero, para que este Sacramento, que les dio de despedida a sus amados discipulos, mas hondamente quedase impreso en sus corazónes.

Mas por reverencia a un Sacramento tan grande, la 1glesia posteriormente instituyo, legislo, determino, que no fuese recibido sino solo de los que están en ayunas, a excepción de los enfermos, que por necesidad, que no se rige por ley, pueden no estando en ayunas recibir la Sagrada Comunión. Empero, porque el agua no quebranta el ayuno, en opinión de algunos, después de urr sorbo de agua, podria alguno recibir este Sacramento, con tanta mayor razón cuanto que el agua, dicen, no alimenta, como tampoco cualquier otro elemento simple. Pero a esto se responde que, bien que el agua de suyo no entre en cuenta de alimento, y quien la tome no quebranta por eso el ayuno de la 1glesia -conforme^ a lo cual se dice que algunos ayunan-; pero alimenta; si con mixtura va mezclada, por cuya razón, se quebranta el ayuno, y según esto llamamos ayunadores a los que en el término de un dia de bebida o comida no tomaron nada. Empero los restos de alimenta, que quedan en la boca, y se toman a modo de saliva, no son impedimento para que alguno ayune. Tampoco empece al ayuno de algunos no haber pegado en toda la noche el ojo, o estar aun con el estomago indigesto, con tal que el mismo dia no le entre absolutamente nada de manjar o una gota de bebida. Así que, porque el principio del dia, según lo acostumbra la 1glesia, de la medianoche en punto se ha de tomar o contar, por tanto -quien desde esa hora, algo, por poco que sea, haya comido o bebido, no podra en el mismo dia recibir la 1Eucaristia.

-"Porque cada uno... ". Señala la culpa con la que pecaban, en contra de Dios y en contra del prójimo. ¿Dice, pues: por eso digo que no os es licito tener parte en la cena del Señor porque cada uno viene ya prevenido de los manjares con que va a cenar". Cada uno de ellos llevaba a la 1glesia sus platillos ya aderezados, de los que daban cuenta a la chitacallando, antes de celebrar los sagrados misterios (Os 4 Eccl.Os 1 Os 1).

-"y así sucede que......". Reprende su culpa en lo que mira al prójimo; ya que los ricos banqueteaban opiparamente y bebian hasta embriagarse, pero a los pobres nada les daban, de modo que no tenían con qué remediar el hambre. Que esto quiere decir: "y así sucede que unos no tienen nada que comer, es a saber, los pobres, que no tenían de donde proveerse, cuando a otros se les pasa la mano", esto es, a los ricos, que comian hasta reventar y bebian hasta embriagarse, al contrario de como decia Nehemias: "id y comed carnes gordas y buenas, y bebed del vino dulce y exquisito, y enviad porciones a aquellos que nada tienen dispuesto" (8); o Job: "si comi a solas mi bocado, y no comio también de él el huérfano".

-"¿No tenéis vuestras casas... ". 1nvestiga la causa de esta culpa, y descarta aquella por la que pudierán excusarse; porque no es licito aplicar a usos comunes la Casa de Dios destinada a usos sagrados. De ahí que el Señor, al arrojar a los mercaderes del templo, dijese: "mi casa es casa de oración, y vosotros la habéis hecho casa de negociacion".

San Agustín dice en su regla: nadie haga en el Oratorio, que por eso se llama así, cosa ajena del fin para que fue hecho; empero, por necesidad, cuando por ejemplo, uno no hallase otra casa, podria sin escrupulo valerse de la iglesia para comer o para otros legitimos usos. Pero ésta precisamente es la excusa que aquí descarta el Apóstol diciendo: "¿qué acaso no tenéis vuestras casas, propias, se entiende, para que allí comáis y bebais?" para con eso excusaros de banquetear en la 1glesia, que no es sitio de convites, sino en vuestras propias casas. De ahí que diga San Lucas que Levi alino a Cristo un gran convite en su casa.

-"¿o venis a profanar la 1glesia de Dios?". Asienta la causa que los hace inexcusables, y es la primera el desprecio de la 1glesia de Dios, que es la que pone diciendo: "¿o venis a profanar la 1glesia de Dios?" por cuya razón, proveidas las alforjas, a ella venis a cenar. Por iglesia puede entenderse o bien la congregación de los fieles, o el recinto sagrado del templo, que por lugar consagrado merece todo respeto, como dice el Salmista: "la santidad conviene a tu casa" (92); y Jeremias: "pero qué, ¿este templo mio, en que se invoca mi nombre, ha venido a ser para vosotros una guarida de ladrones?" (7,1 1). Mas a estos (esclavos de su vientre) no se les daba nada ni de uno y otro lugar, mientras presentes los fieles holgaban y banqueteaban en el sagrado lugar.

La segunda causa, que los deja sin excusa, es el desprecio de los prójimos: "¿y avergonzáis a los pobres que no tienen nada?" pues para ellos era un motivo de sonrojo quedarse papando aire, mientras los otros, en presencia de todos, embaulaban y empinaban el codo a mas y mejor (Si 4 Pr 17).

-"¿Qué os diré sobre eso?". Cesa en su reconvención, diciendo: pesado y considerado lo que acabo de decir, ¿qué queréis oir de mi? ¿Por ventura que os alabe? Responde: demos que os haya alabado por otros hechos loables, tened por cierto que "en esto no me es posible alabaros". Y conviene advertir que arriba, al hablar del modo de vestir de las mujeres, los alabo, a lo menos con cierto dejo de ironia, diciendo: "yo, por mi parte, os alabo, hermanos, de que guardáis mis instrucciones" (XI,2). Pero aquí ni ironicamente los quiere alabar, porque en los delitos mas graves no hay que acariciar a los pecadores. De ahí lo del Salmo 1X: "porque alaban al pecador y bendicen al malvado"; y lo de Is : "pueblo mio, los que te llaman bienaventurado ésos son los que ten enganan" (3).

Según otra exposición, se les imputa otra culpa; porque en la 1glesia primitiva ofrecian los fieles el pan y el vino que se consagraban y se convertian en el cuerpo y la Sangre de Cristo, los cuales ya consagrados, los ricos, que mucho habían ofrecido, reclamaban se les devolviera lo mismo y de esta manera comian harto y sobrado, a tiempo que los pobres, que nada habían dado, se quedaban en ayunas. Así pues, de esta culpa les hace cargo el Apóstol, diciéndoles: "cuando os juntais, ya no es, esto es, ya no se acostumbra entre vosotros, para celebrar la Cena del Señor", que es comun para toda la familia; sino que cada uno así la toma, como si fuese propia, y no comun, al vindicar para si lo que a Dios ofrecio; que a eso se refiere, al anadir: "porque cada uno presume, ésto es, atenta con presunción, comer la Cena del Señor, conviene a saber, el pan consagrado y el vino consagrado, como cosa suya, quiere decir, apropiandose para uso suyo lo que al Señor se consagro. De donde resulta que unos, los pobres que nada ofrecieron, nada tienen que comer, pues nada toman de las ofrendas consagradas, a tiempo que otros, los ricos dadivosos, hartos están de comidos y ebrios, al pie de la letra, por lo mucho bebido del vino consagrado, que como propio reclamaron. Mas no parece; posible que alguno se emborrachara con el vino consagrado, o se alimentara con el pan, ya que después de la consagración, debajo de las especies de pan y vino, no queda otra cosa sino la substancia del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, que no pueden transmudarse en el cuerpo del hombre, a fin de alimentarse o embriagarse con ellos.

Dicen, pues, algunos que esto no es efecto de alguna conversión, sino de sola inmutación de los sentidos del hombre, causada por los accidentes que quedan, del pan y del vino, después de la consagración; porque con solo el olor de los manjares y el mucho .broma del vino fue costumbre entre los hombres, por un lado cobrar fuerzas, y por otro atarantarse y algo así como embriagarse. Pero el tal confortamiento, que de sola inmutación de los sentidos proviene, o el dicho atarantamiento, es de poca duración; empero, por el contrario, por el pan ya consagrado, fuera un hombre sustentado por un tiempo prolongado; igualmente por el vino, tomado en gran cantidad, quedaria atarantado con prolongada ebriedad.

Ademas, es cosa clara que el pan consagrado puede convertirse en otra substancia, por razón de transmudarse por la putrefacción en polvo y por la combustión en ceniza. De donde no se ve por qué se niegue que pueda nutrir o alimentar, siendo así que para eso no se requiere sino que la comida se convierta en la substancia del que la come.

Así que algunos asentaron que el pan consagrado o el vino pueden uno y otro convertirse en otra substancia, y así alimentar, puesto que allí permanece, junto con la substancia del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, la substancia del pan o del vino. Pero esto va en contra de lo que dice la Escritura; pues no seria verdadero lo que afirma el Señor: "Esto es mi Cuerpo", porque si esto que se muestra es pan, habria que decir: hic, es a saber, en este lugar, esta mi Cuerpo.1

Fuera de que el Cuerpo de Cristo no empieza a estar en este Sacramento por mudarse de lugar, pues dejaria de estar en el cielo. Luego no queda mas sino que empiece a estar ahí por la conversión de otra cosa, esto es, del pan, en El mismo. Luego no es posible que quede la substancia del pan. De ahí que otros dijerán que permanece ahí la forma substancial del pan, a la que pertenece la operación de la cosa, y que, por consiguiente, alimenta, así como el pan alimenta. Pero esto no puede ser, porque alimentar es convertirse en la substancia del alimentado, lo cual no corresponde al alimento por razón de la forma a quien pertenece obrar, sino mas bien por razón de la materia, a quien toca padecer.

1 Y así lo creia Lutero; no creia en la transubstanciación, sino en la impanación. (S.A.)

Luego si estuviese ahí su forma substancial, el pan no pudiese alimentar.

Otros, en cambio, opinaron que en el aire circundante se convierte o en la substancia del alimentado, o en otra cosa parecida; mas esto no fuera posible a no ser que el aire se condensara en mucho volumen, y esto no sin que los sentidos lo advirtieran.

Por cuya razón otros pensaron que para que al Sacramento no se le imputen estas transmutaciones, por el poder divino vuelve la substancia del pan y del vino; lo cual se ve que es imposible, porque habiéndose convertido la substancia del pan en el Cuerpo de Cristo, no es de admitirse que torne la substancia del pan, ni por el contrario, que el Cuerpo de Cristo se convierta en pan.

Demás que, si torna la substancia del pan, o esto se efectua a tiempo que permanecen los accidentes del pan, y así a un tiempo estarán ahí la substancia del pan y la substancia del Cuerpo de Cristo, opinión que arriba quedo rechazada; pues tanto tiempo esta ahí la substancia del Cuerpo de Cristo cuanto tienen de permanecientes las especies; o torna sin especies que permanezcan, lo que también es imposible porque en este supuesto estaria la substancia del pan sin sus propios accidentes, a no entenderse quiza que en el término de la conversión Dios causaria una cierta materia que fuese el sujeto de esta conversión; pero lleva mas camino decir que, así como por virtud de la milagrosa consagración se confiere a las especies de pan y vino el subsistir sin sujeto, a manera de substancia; así también, por milagro y por nexo consecuente, confiéreseles que obren y padezcan lo que obrar y padecer del pan y vino pudiera su substancia, si ahí estuviese presente.

Así entendida esta opinión y sentencia, esas especies pueden nutrir y embriagar, como si del pan y del vino estuviese la substancia presente en ese lugar. Las demás opiniones no difieren de la exposición primera.


Aquino: I Corintios 45