Aquino: I Corintios 56

56
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1Co 13,12-13)

Lección 2: 1Co 13,12-13

Muestra como desaparecera lo parcial e imperfecto, mayormente con el conocimiento de Dios, concluyendo empero que la caridad nunca fenecera.

12. Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo, y bajo imagenes oscuras, pero entonces lo veremos cara a cara. Yo no lo conozco ahora sino imperfectamente; mas entonces lo conoceré con una visión clara, a la manera que yo soy conocido.
13. Ahora permanecen estas tres virtudes: la je, la esperanza y la caridad; pero de las tres la caridad es la mas excelente de todas.

Habla aquí de la visión, que es conocimiento de Dios. De donde, en orden a este conocimiento de Dios ha de entenderse lo anterior acerca del fenecimiento de los dones. Acerca de lo cual prueba primero lo que pretende en general; segundo, en especial de si mismo: "Yo no lo conozco ahora sino... ".

Dice, pues: dicho queda que conocemos imperfectamente, porque al presente "no vemos a Dios sino como en un espejo y bajo imagenes obscuras"; pero "entonces, es a saber, en la patria, lo veremos cara a cara". Donde lo primero que viene a cuento es puntualizar esa visión enigmatica y en espejo, y luego en qué consista el ver cara a cara.

Sépase, pues, que de 3 maneras puede verse una cosa sensible, conviene a saber, o por su presencia en el que la ve, como la luz, que esta presente al ojo; o por la presencia de su semejanza en el sentido derivada inmediatamente de la misma cosa, como se ve la blancura que esta en la pared, no estando ella con su presencia en el ojo, sino su semejanza, aunque la tal semejanza no sea vista del ojo; o por la presencia de la semejanza no derivada inmediatamente de la misma cosa, sino de su semejanza en otra cosa, como cuando por el espejo se ve algún hombre; puesto que lo que inmediatamente esta en el ojo no es la semejanza del hombre pura y sencilla, sino la retratada por el espejo.

Según esto y en punto a visión de Dios, sostengo que con conocimiento natural solo Dios a Si mismo se ve, porque en Dios su esencia y su entendimiento son lo mismo; por cuya razón presente esta su esencia a su entendimiento. Pero quiza del segundo modo con conocimiento natura! puedan ver a Dios los angeles, en cuanto reluce inmediatamente en ellos la semejanza de la divina esencia. Empero del tercer modo nosotros en esta vida conocemos a Dios, en cuanto -como se dice en el capitulo primero de la Carta a los Romanos- por medio de las creaiuras, en que se hacen manifiestas, llegamos a conocer las perfecciones invisibles de Dios.

Así que toda creatura nos sirve como de espejo; pues del orden de la grandeza, de la bondad que han sido puestas por Dios en las cosas, llegamos a conocer su eminencia, su bondad, su sabiduría; y el conocer de este modo se llama ver en espejo.

Otra cosa es de saber: que la semejanza de la semejanza que reluce es doble, porque en veces es clara y manifiesta, como la que se mira en el espejo; en veces obscura y escondida, y llamase entonces enigmatica, como cuando digo: la madre que me engendro tambien es de mi engendrada; donde hay un simil oculto; porque se dice del hielo que del agua congelada se engendra, y del agua que del hielo desleido se engendra.

Consta, pues, que la visión por semejanza de semejanza esta en el espejo, por simil oculto en el enigma; empero por simil abierto y claro constituye otra especie de alegorica visión. Así que, en cuanto llegamos, por medio de las creaturas, a conocer las cosas invisibles de Dios, se dice que vemos como en espejo; y en enigma, en cuanto esas perfecciones invisibles escondidas nos están. O, de otra manera, ahora vemos por espejo, esto es, por nuestra razón, y entonces el por solo designa el poder, cual si dijera: vemos como en un espejo, esto es, por virtud de nuestra alma.

Acerca de lo segundo, de saber es que Dios como Dios no tiene cara; por tanto el decir cara a cara es un decir metaforico; que el ver al espejo no es mirar la cosa misma, pero si su semejanza; empero ver a la cara es mirar la cosa misma como en si es de verdad; que no otra cosa quiere decir el Apóstol, cuando dice: ve-rémoslo en la patria cara a cara, que decir veremos la misma esencia de Dios (1Jn,3,2).

Objeción.-En el Génesis se dice: "Vi cara a cara al Señor" (32,30). Pero consta que no vio la esencia de Dios entonces. Luego el mirar cara a cara no es ver la esencia de Dios.

Respondo: habra que decir que aquella visión fue de la imaginación. La visión imaginaria es de un grado superior, esto es, ver lo que aparece, y hay también un grado infimo, que es solo oir las palabras, ahí donde se aparece, esto es, en la misma imagen. De donde, para insinuar la excelencia de la mostrada visión, dice Jacob: "vi cara a cara al Señor", quiere decir, vi al Señor que en visión imaginaria aparecioseme, no empero en su esencia; que entonces no fuese la visión imaginaria.

Con todo, no faltan quienes dicen que en la patria la esencia misma divina sera vista por semejanza creada; lo cual es del todo falso e imposible: que el conocimiento esencial de una cosa por medio de semejanza que no convenga con ella en la especie jamas podra ser. Porque, a no ser por la especie de piedra que esta en el alma, no podra ser conocida la piedra según que es piedra; puesto que si es diferente de la cosa según la especie, y mucho menos si según el género, no hay semejanza que nos lleve a conocer la esencia de alguna cosa. Pues bueno estaria que por la especie o figura del caballo o de la blancura viniese yo a conocer del hombre - ¡nada digamos del angel!- su esencia o constitución.

¡Cuanto menos, sea cualquiera alguna especie creada, podra ser vista por ella la esencia de Dios, siendo sin comparación mucho mayor la distancia que entre la esencia del angel y la especie del caballo o de la blancura, la que hay de la esencia divina a la de cualquier especie que esté en el alma creada! De donde afirmar que a Dios se le ve por semejanza, o por cierto reverbero de su luz o claridad, es lo mismo que afirmar que no se ve la divina esencia. En tal caso, por ser de Dios el alma cierta semejanza, la visión ésa del camino no fuera mas enigmatica y como en espejo que la clara y manifiesta de la gloria, que se promete a los Santos y en la cual consistira nuestra bienaventuranza.

Por lo cual San Agustín dice aquí en la Glosa que la visión de Dios que es por semejanza pertenece a la visión de espejo y enigmatica. Seguiriase también -y es error contra la fe- que en otro, y no en Dios estaria la ultima bienaventuranza del hombre. Y asimismo, su deseo natural de llegar y conocer por si misma la primera causa de todas las cosas quedaria insatisfecho.

Prosigue el texto: "Yo no lo conozco ahora sino imperfectamente". Lo que en general probo prueba ahora en especial del conocimiento de si mismo, diciendo: ahora, esto es, en la presente vida, yo, Pablo, conozco en parte, conviene a saber, obscura, imperfectamente; mas entonces, quiere decir, en la patria, lo conoceré como yo soy conocido, esto es, del modo que Dios conoce mi esencia, así a Dios conoceré por esencia. Pero -adviértase que el sicut: como, no entrana aquí igualdad de conocimiento, sino solo semejanza.

Y saca, por consiguiente, la principal conclusión: "ahora permanecen... ". El por qué no hacer mención de todos, sino de solo estos dones, es porque la unión con Dios es obra de estos 3 dones, no de los otros sin éstos. Hay asimismo otros dones que disponen a engendrar estos 3 en los corazónes. De aquí que solo a estos 3 convenga el nombre de virtudes teologales, porque tienen por objeto inmediatamente a Dios.

Objeción.-Siendo oficio de los dones dar perfección: o al afecto, lo que* hace la caridad, o al entendimiento, cosa que hace la fe, parece sale sobrando la esperanza como superflua.

En cuanto a esto se debe saber que el amor es cierta fuerza unitiva, pues todo amor en cierta unión consiste. De aquí también que según sean las diversas .uniones,

* Precisamente aquí corto su traducción J. de la 1. y empieza la mia (Salvador Abascal).

diversas especies de amistad se distinguen por el Filosofo. Una doble unión tenemos nosotros con Dios. Una en cuanto a los bienes de la naturaleza, por los cuales en ella participamos de El; la otra en cuanto a la bienaventuranza, por cuanto en ella somos participes, por gracia, de la suprema felicidad, según aquí es posible, pues esperamos también alcanzar la perfecta consecución de esa eterna bienaventuranza y llegar a ser ciudadanos de la celestial Jerusalén.

La primera comunicación con Dios es una amistad natural, conforme a la cual cada quien, en cuanto es, apetece y desea a Dios como causa primera y sumo bien, por ser su fin.

La segunda comunicación es el amor de caridad, con el cual la criatura intelectual ama a solo Dios.

Mas como ciertamente nada puede ser amado sino siendo conocido, por lo mismo para el amor de caridad lo primero que se requiere es el conocer a Dios.

Pero como esto supera a la naturaleza, primeramente se requiere la fe, la cual es de lo que no se ve.

En segundo lugar, para que el hombre ni desmaye ni se desvie, se necesita la esperanza, por la cual tiende a ese fin como a cosa suya. Y de estas tres cosas habla el Eclesiastico: Los que teméis a Dios, creed en El (Si 2,8), en cuanto a la fe; Los que teméis a Dios esperad en El (2,9), en cuanto a la esperanza; Los que teméis a Dios, amadlo (2,10), en cuanto a la caridad.

Ciertamente estas tres cosas permanecen ahora; pero la mayor de todas esla caridad, por lo que arriba hemos dicho.


Capítulo 14

57
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1Co 14,1-4)

Lección 1: 1Co 14,1-4

Primacia del don de Profecia sobre el don de lenguas.

1. Buscad la caridad; pero también desead con emulación los clones espirituales, especialmente la profecia.
2. Pues el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios. En efecto, nadie le entiende: dice verbalmente cosas misteriosas.
3. Por el contrario, el que profetiza habla a los hombres para su edificación, exhortación y consolación.
4. El que habla en lenguas, se edifica a si mismo; el que profetiza, edifica a toda la asamblea.

Una vez afirmada la excelencia de la caridad respecto de los demás dones, logicamente compara ahora el Apóstol los demás dones entre si, y muestra la excelencia de la profecia sobre el don de lenguas. Y para esto hace dos cosas. Primero muestra la excelencia de la profecia sobre el don de lenguas, y luego como se debe usar tanto del don de lenguas como del de profecia.

Por lo que ve a lo primero, hace dos cosas. Primeramente hace ver que el don de profecia es mas excelente que el don de lenguas, en primer término por razónes relativas a los infieles, y en segundo lugar por razónes de parte de los fieles.

La primera parte se divide a su vez en dos. Primero muestra como el don de profecia es mas excelente que el don de lenguas por el uso de aquél en las exhortaciones o predicaciones; en segundo término, por lo que ve al uso de las lenguas, que es para orar. En efecto, para estas dos cosas es el uso de las lenguas: Por eso el que habla en lenguas pida el poder interpretar (14,13). En cuanto a lo primero, todavía dos cosas. Desde luego antepone una, por la cual se asegura lo que sigue; y ella es esto: Dicho esta que la caridad excede a todos los dones. Luego si esto es así, buscad, esto es, esforzadamente, la caridad, que es dulce y provechoso vinculo de los espiritus. Ante todas las cosas la caridad, etc. (1P1P 4,7). Sobre todas las cosas tened caridad (Colos. 3,14).

En segundo término añade lo que liga con lo que sigue. Y esto es aquello de: desead con emulación, etc. Como si dijera: Aunque la caridad sea el mayor de todos los dones, sin embargo los demás no son desdenables, sino que aemulamini, desead con emulación, esto es, ardientemente amad los dones espirituales del Espíritu Santo. Y ¿quién os hara mal si os afanáis por el bien? (1P1P 3,13). Pues aunque la emulación a veces se toma por ferviente amor, a veces por envidia, sin embargo no hay equivoco: mas bien lo uno procede de lo otro, porque, en efecto, celar y desear con emulación designan un ferviente amor a determinada cosa.

Mas ocurre que la cosa amada de tan ferviente manera es amada por alguien que no soporta coparticipe, sino que la quiere para él solo y exclusivamente. Y esto es el celo, que según algunos es un intenso amor que no soporta coparticipe en la cosa amada. Mas en las cosas espirituales ocurre que muchos pueden participar de ellas perfectisimamente, y en cambio solo uno en las que no pueden participar muchos.

Así es que en la caridad no se da ese celo que no tolera coparticipe en lo que se ama y que solo se halla en cuanto a las cosas corporales, en las que sucede que si alguien tiene aquello que él mismo cela, sufre; de lo cual resulta un deseo con emulación que viene a ser envidia. De modo que si yo amo honor y riquezas, sufro si alguien las posee, y por lo tanto lo envidio. Y así es patente que del celo surge la envidia.

En consecuencia, cuando se dice: Desead con emulación los dones espirituales, no se trata de la envidia, porque las cosas espirituales pueden ser poseidas por muchos; y si se dice que se desean con emulación es solo para inducir a un ferviente amor de Dios.

Pero como en las cosas.espirituales hay ciertos grados, porque la profecia excede al don de lenguas, se dice: especialmente la profecia, como si se dijera: entre los dones espirituales desead con mayor emulación el don de profecia. No extingáis el Espiritu; no despreciéis la profecia (1Th 5,19-20).

Mas para la explicación de todo el capitulo débense tener desde luego en cuenta tres cosas, a saber, qué es la profecia, de cuantos modos se designa la profecia en la Sagrada Escritura, y qué es hablar en lenguas.

Acerca de lo primero se debe saber que profeta es algo así como el que ve a lo lejos, y en segundo lugar algunos lo entienden como hablar vaticinios, pero todavía mejor se toma por faro, fanal, que es tanto como ver.

Por lo cual en 1 Reg. 9,9 se dice que a quien ahora se le llama profeta en otro tiempo se le llamaba vidente. De aquí que la visión de aquellas cosas que están lejos, o que son futuros contingentes, o que están por encima de nuestra razón, se designa con el nombre de profecia.

Es, pues, la profecia la visión o manifestación de futuros contingentes o de lo que excede a la humana inteligencia. Mas para tal visión se requieren cuatro cosas.

En efecto, como nuestro conocimiento es mediante las cosas corporales y por fantasmas o imagenes tomadas de las cosas sensibles, primeramente se necesita que en la imaginación se formen semejanzas corporales de las cosas que se muestran, como enseña Dionisio, por lo cual es imposible que nos ilumine la divina iuz si no es mediante la diversidad de las cosas sagradas envueltas en velos.

Lo que en segundo lugar se necesita es una luz intelectual que ilumine el entendimiento sotare cosas que se deben conocer por encima de nuestra natural cognición. En efecto, como la luz intelectual no se da sino sobre las semejanzas sensibles formadas en la imaginación para ser entendidas, aquel a quien tales semejanzas se le muestren no puede ser llamado profeta, sino mas bien sonador, como el Faraon, que aunque vio espigas y vacas, las cuales indicaban ciertos hechos futuros, como no entendio lo que vio, no se le llama profeta, sino que lo es aquel, José, que hizo la interpretación. Y lo mismo hay que decir de Nabucodonosor, que vio la estatua pero no entendio. Por lo cual tampoco a él se le llama profeta, sino a Daniel. Por lo cual se dice en Daniel 10,1: Le fue dada en visión su inteligencia.

Lo que en tercer lugar se necesita es osadia para anunciar lo revelado. Pues para esto hace Dios sus revelaciones: para que se les manifiesten a los demás. Mira que he puesto mis palabras en tu boca (Jerem. 1.9).

Lo cuarto son los milagros, que son para la certeza de la profecia. Pues si no hicieren algunos, que excedan las fuerzas naturales, no se les creera en aquello que esta por encima de la natural cognición.

Por lo que mira a lo segundo, a los modos de la profecia, sabemos que hay diversos modos de ser profeta. En efecto, a veces se dice que alguien es profeta porque tiene estas cuatro cosas, a saber: que ve visiones imaginarias, y tiene la inteligencia de ellas, y osadamente las manifiesta a los demás y también obra milagros, y de uno como éste dice Numeros 12,6: Si hay entre vosotros un profeta, etc.

Se le llama también a veces profeta al que solo tiene las visiones imaginarias, pero impropiamente y muy de lejos.

También se le dice a veces profeta al que tiene la luz intelectual para explicar aun las visiones imaginarias, o hechas a él mismo, o a otros; o para exponer los dichos de los profetas o las Escrituras de los Apostoles.

Y así dicese profeta a todo el que discierne las escrituras de los doctores, porque se interpretan con el mismo Espíritu con que son declaradas. Por lo cual se les puede llamar profetas a Salomon y a David, en cuanto tuvieron luz intelectual para una clara y sútil penetración; mas la visión de David fue tan solo intelectual.

Se dice también que alguien es profeta por el solo hecho de que declare dichos de profetas, o los exponga, o los cante en la 1glesia, y de este modo se dice que Saul se contaba entre los profetas (I Reyes 19,23-24), o sea, entre quienes cantaban los dichos de los profetas.

Dicese también que alguien es profeta si obra milagros, según aquello de que el cuerpo muerto de Eliseo profetizo (Si 48,14), o sea, que hizo un milagro.

Mas lo que aquí dice el Apóstol en todo el capitulo sobre los profetas débese entender del segundo modo, esto es, del que se dice que profetiza aquel que explica en virtud de divina luz intelectual las visiones recibidas por él mismo o por otros. Es claro que aquí se trata de esta clase de profetas.

En cuanto al don de lenguas debemos saber que como en la 1glesia primitiva erán pocos los consagrados para predicar por el mundo la fe de Cristo, a fin de que mas facilmente y a muchos les anunciaren la palabra de Dios, el Señor les dio el don de lenguas, para que a todos les predicaran, no de modo que hablando una sola lengua fuesen entendidos por todos, como algunos dicen, sino mas bien literalmente, de manera que en las lenguas de las diversas gentes hablarán las de todos. Por lo cual dice el Apóstol: Doy gracias a Dios de que hablo las lenguas de todos vosotros (1Co 14,18). Y en Hechos 2,4, se dice: Hablaban en varias lenguas, etc. Y en la 1glesia primitiva muchos alcanzaron de Dios este don.

Pero los corintios, que erán de indiscreta curiosidad, preferian ese don que el de profecia. Y aquí por hablar en lengua el Apóstol entiende que en lengua desconocida, y no explicada: como si alguien le hablara en lengua teutonica a algún galo, sin explicarsela, ese tal habla en lengua. Y también es hablar en lengua el hablar de visiones tan solo, sin explicarlas. De modo que toda locución no entendida, no explicada, cualquiera que? sea, es propiamente hablar en lengua.

Vistas estas cosas, dediquémonos a la exposición de la carta, que es clara. Y para esto hace el Apóstol dos cosas. Primeramente prueba que el don de profecia es mas excelente que el don de lenguas; y en segundo lugar rechaza cualquier objeción: Volo autem vos...: Deseo que habléis todos en lenguas; prefiero, sin embargo, que profeticéis (1Co 14,5). Que el don de profecia exceda al don de lenguas lo prueba con dos razónes, de las cuales toma la primera de la comparación de Dios con la 1glesia; y la segunda razón la toma, de la comparación de los hombres con la 1glesia.

La primera razón es la siguiente: Aquello por lo cual hace el hombre las cosas que no solo son en honor de Dios sino también para útilidad de los prójimos es mejor que aquello que se hace tan solo en honor de Dios. Es así que la profecia es no solo en honor de Dios sino también para útilidad del prójimo, y por el don de lenguas se hace solo lo que es en honor de Dios. Luegoi etc.

Y esta razón la desentrana, primeramente en cuanto a que lo que se dice en lengua tan solo honra a Dios. Lo expresa con estas palabras: El que habla en lengua, se entiende que desconocida, no les habla a los hombreSi esto es, al entendimiento de los hombres, sino- a Dios» esto es, tan solo en honor de Dios (1Co 14,2). O a Dios, porque el mismo Dios entiende: El oído de Dios celoso lo escucha todo, etc. (Sg 1,10). Y lo que no se le dice al hombre, añade: Nadie lo oye, esto es, na.7 die lo entiende. Quien tenga oídos para oir, que oiga (Mt 13,9). Mas el que a solo Dios se le hable sobreentiende que el propio Dios habla. Por lo cual dice: Mas el Espíritu de Dios habla misterios, esto es, cosas ocultas (1Co 14,2). Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablara en vosotros (Mt 10,20).

En segundo lugar prueba que la profecia es en honor de Dios y para útilidad de los prójimos. Por lo cual dice: Porque quien profetiza, etc. (1Co 14,3), esto es, el que explica visiones o escrituras, les habla a los hombres, quiere decir, al entendimiento de los hombres, y esto para edificación de los principiantes, y para exhor tación de los adelantados (Animad a los pusilanimes,1Ts 5,14. Enseñad y exhortad,Tt 2,15), y para consuelo de los afligidos.

Pero la edificación corresponde a una disposición espiritual. En Quien también vosotros estáis siendo junta-mente edificados (Efes. 2,22). Y la exhortación es para inducir a buenas acciones, porque si la disposición es buena, buena sera entonces la acción. Estas cosas enseña y exhorta (Tit. 2,1,4). La consolación induce a la paciencia ante los males. Todo cuanto ha sido escrito, para enseñanza nuestra se escribio (Rm 15,4).

Pues bien, a estas tres cosas inducen los predicadores de la divina escritura.

La segunda razón es ésta: lo que es útil tan solo para quien lo hace es menor que aquello que también a otros aprovecha. Es así que el hablar en lenguas es para la sola útilidad de quien las habla, y en cambio el profetizar aprovecha a otros; luego... etc.

Desentrana esta razón, y primeramente en cuanto a su primera parte, para lo cual dice: El que habla en lenguas se edifica a si mismo (1Co 14,4). (Dentro de mi mi corazón me ardia, Psal. 38,4). En segundo lugar en cuanto a su segunda parte, para lo cual dice: Mas el que profetiza edifica, instruyendo, a la 1glesia, esto es, a los fieles. Edificados sobre el cimiento de los Apostoles y de los Profetas (Efes. 2,20).

58
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1Co 14,5-12)

Lección 2: 1Co 14,5-12

Por ejemplos, ya de las flautas, ya de los hombres, enseña que la profecia sobrepuja al don de lenguas.

5. Deseo que habléis todos en lenguas; prefiero, sin embargo, que profeticéis. Pues el que profetiza supera al que habla en lenguas, a no ser qwef éste también interprete, para que la asamblea toda reciba edificación.
6. Y ahora, hermanos, supongamos que yo vaya donde vosotros hablandoos en lenguas: ¿en qué os aprovecharia yo si mi palabra no os trajese ni revelación ni ciencia ni profecia ni enseñanza?
7. Así sucede con cosas inanimadas que dan voces tales como la flauta o la citara. Si no dan distintamente los sonidos, ¿como se conocera lo que toca la flauta o la citara?
8. Y si la trompeta no da sino un sonido confuso, ¿quién se preparara para la batalla?
9. Así también vosotros: si al hablar no pronunciáis palabras inteligibles, ¿como se entendera lo que decis? Es como si hablaráis al viento.
10. Hay en el mundo no sé cuantas variedades de lenguas, y ninguna carece de sentido.
11. Mas si yo desconozco el valor de los sonidos, seré un barbaro para el que me habla; y el que me habla, un barbaro para mi.
12. Así pues, ya que aspiráis a los dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la asamblea.

Aquí el Apóstol rechaza la objeción o falso entendimiento que pudiese haber acerca de lo previamente asentado: en efecto, podrian algunos creer que por preferir el Apóstol la profecia al don de lenguas deberia desdenarse el don de lenguas. Por lo cual, para excluir tal cosa, dice: Deseo que habléis, etc.

Donde primeramente se ve lo que trata de insinuar; y luego da la razón de ello: El que profetiza supera... a no ser que, etc. Así es que dice: Os digo, no obstante lo que ya dije arriba, que no deseo que desdenéis el don de lenguas, pues quiero que todos vosotros habléis en lenguas; pero mas deseo que profeticéis. ¿Quién me diera que todo el pueblo de Yahvéh profetizara. . ? (Nb 1 Nb 1,29)Nb 11, Y lo explica diciendo: mas supera, etc., como si dijera: deseo que mas bien profeticéis, porque el que profetiza supera, etc. Y la razón de esto es que a veces algunos son movidos por el Espíritu Santo a hablar algo mistico que ellos mismos no entienden; y así es como éstos tienen el don de lenguas. Mas a veces no solo hablan en lenguas sino que ademas interpretan lo que dicen. Por lo cual añade el Apóstol: A no ser que éste también interprete. Porque el don de lenguas con su interpretación es mejor que so!a profecia; porque, como ya se dijo, la interpretación de algo elevado pertenece a la profecia. Así es -que quien habla e interpreta profeta es, pues tiene tanto el don de lenguas como el de interpretación para edificación de la 1glesia de Dios; por lo cual dice el Apóstol: para que la asamblea toda reciba edificación, vD sea, que no solo se entienda é! sino que también edifique a la 1glesia: Procuremos lo que sea para mutua edificación (Rm 14,19). Y: Que cada quien agrade en lo bueno a su prójimo para su edificación (Rm (15,2).

Y ahora, hermanos, etc. Aquí prueba con ejemplos, y de tres clases, que el don de profecia supera al don de lenguas.

Primero con un ejemplo tomado de si mismo; luego mediante uno tomado de las cosas inanimadas: Así sucede con los instrumentos inanimados, etc.; y por ultimo con uno tomado de la diversidad de lenguas de los hombres: Hay en el mundo no sé cuantas variedades de lenguas, etc.

En cuanto a él mismo, argumenta de esta manera: Es patente que yo no poseo menos que vosotros el don de lenguas; pero si solo os hablara en lenguas, sin interpretarlas, de nada os aprovecharia. Luego tampoco os aprovecháis vosotros mutuamente. Lo dice con estas palabras: Supongamos que yo vaya donde vosotros habiéndoos en lenguas. Lo cual puede entenderse de dos maneras, esto es, o en lenguas desconocidas, o la letra con cualesquiera signos no entendidos. ¿En qué os aprovecharia yo si m! palabra no os trajese ni revelacion? etc. Y aquí debemos observar que estas cuatro cosas, a saber, ni revelación, ni ciencia, ni profecia, ni enseñanza, pueden diferenciarse de dos maneras.

I9 De un modo según en poder de quienes estén. Pues debemos saber que la ilustración de la mente mediante el conocimiento es de cuatro cosas, porque o es de las cosas divinas, y tal ilustración pertenece al don de sabiduría. Mas el conocimiento de las cosas divinas, como ya se dijo en el capítulo 2, es la revelación, porque las cosas que son de Dios nadie las conoce, etc. Por lo cual dice el Apóstol ni revelación, por la cual es iluminada la mente para conocer las cosas divinas.

O el conocimiento es de cosas terrenas, mas no de cualesquiera, sino solo de las que son para edificación de la fe, y tal conocimiento pertenece al don de ciencia, por lo cual dice: ni ciencia, no de geometria, ni de astrologia, porque éstas no tienen que ver con la edificación de la fe, sino la ciencia de las cosas santas. Le dio la ciencia de las cosas santas, etc. (Sg 10,10). O es conocimiento de cosas futuras, y éste pertenece al don de profecia, por lo cual dice: ni profecia. 1nterpreta les signos y los prodigios antes de que ocurran, y la sucesión de los tiempos y de los siglos (Sg 8,8). Mas es de notarse que aquí no se toma la profecia en sentido general, o sea, conforme a lo que se ha dicho, sino de manera particular tan solo en cuanto es la manifestación de cosas futuras. Y en cuanto a esto la define así Casiodoro: La profecia es la divina inspiración de cosas futuras para declarar la inmutable verdad. Quiero derramar mi doctrina como profecia, etc. (Si 24,46). O es del orden de la moral, lo cual pertenece a la enseñanza o doctrina, por lo cual dice el Apóstol: ni enseñanza. La enseñanza enseñando (Rm 12,7). La buena enseñanza da gracia (Pr 13,15).

2° De otro modo puédense distinguir las diversas maneras de adquirir el conocimiento. En efecto, es de saberse que todo conocimiento o proviene de un principio sobrenatural, esto es, de Dios, o de uno natural, o sea, de la luz natural de nuestro entendimiento. Mas lo primero puede ser de dos maneras: o infundiéndose la divina luz por subita aprehensión, y así tenemos la revelación; o se infunde sucesivamente, y así es la profecia, pues no la tuvieron subitamente los profetas, sino sucesivamente y por partes, como lo muestrán sus profecias.

Mas si la enseñanza se adquiere mediante un principio natural, esto ocurre o mediante estudio propio, y así pertenece a la ciencia; o se recibe de otro, y así pertenece a la doctrina. Y así sucede con cosas inanimadas, etc. Esto mismo se muestra con ejemplos tomados de cosas inanimadas, esto es, de instrumentos que parecen tener voz. Y primeramente por instrumentos de gozo; y en segundo por instrumentos de combate: Y si la trompeta no da sino un sonido, etc. Pues dice: no solo por lo que ya se dijo arriba, sino también por cuanto hay cosas que careciendo de alma dan voces, es evidente que el solo hablar en lenguas no aprovecha a los demás. Y así sucede con cosas inanimadas que dan voces. Por lo contrario, la voz es un sonido que sale de una boca animal, formado por organos naturales. Así es que las cosas que carecen de alma no dan voces.

Debemos decir que aun cuando la voz no pertenece sino a animales, sin embargo, se puede decir, por cierta semejanza, de ciertos instrumentos que tienen cierta consonancia y melodia, por lo que hace mención de ellos, esto es de la citara, que al tacto da voces, y de la flauta, soplando. Por lo tanto, si estas cosas dan voces confusas ¿como se entenderan?, etc.

En efecto, siendo que el hombre mediante instrumentos desea expresar algo, esto es, con algunas melodias, que se ordenan o al llanto o al gozo (Vosotros cantaréis como en la noche en que se celebra la fiesta, con alegria de corazón, como el que al son de la flauta va a entrar en el monte de Yahvéh,Is 30,29), o también a la lascivia, no se podria juzgar con qué finalidad se toca la flauta, o con cual la citara, si el sonido es confuso y oscuro.

De la misma manera, si el hombre habla en lenguas, y no las interpreta, es imposible saber qué quiere decir. Si no da sino un sonido confuso, etc. Eso mismo se ve por los ejemplos de las cosas inanimadas, el de los instrumentos propios para el combate. Y esta semejanza se toma del capítulo 10 del libro de los Numeros. Allí se lee que el Señor le ordeno a Moisés que hiciera dos trompetas de plata para convocar al pueblo, para poner en movimiento los campamentos y para el combate. Pero para cada uno de estos objetos tenían cierto modo de tocar, pues de una manera era la voz para juntarse en asamblea, otra era para mover el campamento, y otra cuando luchaban. Por lo cual arguye el Apóstol que así como si la trompeta no da sino un sonido confuso, esto es, ininteligible, no se sabe si se deben preparar para la guerra, así también vosotros, si habláis solo en lenguas, sin una clara exposición que interprete lo dicho, nadie sabra qué se dijo. Por trompeta se puede entender que se trata del predicador. Como trompeta clama a voz en grito, etc. (Is 58,1).

El porqué no se puede saber qué es lo que se dice es que hablaréis al viento, o sea, inútilmente. Y ejerzo el pugilato no como dando golpes en el vacio, etc. (1Co 9,26). Hay en el mundo no sé cuantas variedades de lenguas, etc. Aquí toma el ejemplo de las diversas lenguas que se hablan. Y acerca de esto procede de tres maneras.

Primero muestra la diversidad de las lenguas; luego, ia inútilidad de hablarse mutuamente en lenguas extranas: Mas si yo desconozco el valor de los sonidos, etc.; y finalmente concluye con lo que desea: Así pues, ya que nosotros aspiráis a los dones espirituales, etc.

En efecto, primeramente dice: Muchas y diversas lenguas hay en el mundo, y cada quien puede hablar la que quiera; pero si no habla una determinada, no se le entiende. Por lo cual dice: hay no sé cuantas variedades, etc. Puédese exponer esto de dos maneras, porque puede continuar con lo que precede, de modo que diga: Hablaréis al aire; y hay no sé cuantas variedades, etc., como si dijera: al aire, esto es, inútilmente habláis en todas las lenguas, porque habláis sin entenderlas, no obstante que para ser entendidas tienen las significaciones propias de las voces. Pues nada carece de voz.

O se puede puntuar de esta manera: Es como si ha-biaráis al viento. Pues tantos son les géneros de lenguas, esto es, de cada lengua. Mas si yo desconozco, etc. Con esto muestra su inútilidad. Lo dice con estas palabras: Si hablara todas las lenguas. Pero si desconozco el valor de los sonidos, o sea, ia significación de las voces, seré un barbaro para mi interlocuto

R. - He aquí que yo traigo sobre vosotros una nación de muy lejos, nación cuya lengua ignoras (Jerem. 5,15). Obsérvese que según algunos son barbaros aquellos cuyo idioma discorda totalmente del latino. Aunque otros dicen que todo extrano o extranjero es un barbaro para todo otro extrano cuando no es entendido por él. Pero esto no es así, porque según 1sidoro Barbaria es una cierta nación. En Cristo no hay barbaro ni escita, etc. (Colos. 3,2). Mas, según mas verdaderamente se dice, barbaros son propiamente aquellos que gozan de vigor corporal siendo deficientes en vigor de la razón, y estén como al margen de las leyes y sin régimen juridico. Y esto concuerda con lo que Aristoteles dice en su Politica. Consecuentemente, cuando el Apóstol dice: así como concluye lo que pretende, esto se puede construir de dos maneras. Primeramente para puntuar como si dijera: Tan barbaro seria yo para vosotros si hablara sin significación ni interpretación, como barbaros seriáis vosotros mutuamente; por lo cual procurad abundar, etc., y esto porque aspiráis a los dones espirituales.

O de otro modo, diciéndolo todo con claridad, como si dijera: No seais, pues, barbaros; sino que, tal como yo procedo, puesto que estáis ansiosos de las cosas del espiritu, esto es, de los dones del Espíritu Santo, pedidselos a Dios, para que abundéis. En abundante justicia esta la virtud maxima (Pr 15,5). La cual justicia es edificar a los demás. Pedid y se os dara; buscad y ha" Haréis; tocad y se os abrira (Mt 7,7).


Aquino: I Corintios 56