Aquino: 2 Tesalon.




COMENTARIO A LA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS TESALONICENSES

Título del original latino: Sancti Thomae Aquinatis Doctoris Angelici su per Secundam Epístolam Sancti Pauli Apostoli ad Thessalonicenses expositio

PROLOGO

"júntaos todos aquí, a fin de que os anuncie las cosas que han de sucederos en los días venideros" (Gn 49,1). Palabras que, por 2 cosas que aquí se tocan, a saber, el fruto y la materia, cuádranle muy bien a esta carta. De donde se dice: "a fin de que os anuncie"; pues trátase en ella de lo que acontecerá en los postreros días, a saber: los peligros que correrá la Iglesia en tiempo del Anticristo (2Tm 3); los suplicios de los malos (Ps 72); los premios de los buenos (Pr 31). Demuéstrase la utilidad en que "se júntan". Así se logra por esta carta la congregación de los que concuerdan en la verdad, que no estaban de acuerdo cuanto al juicio futuro, por lo que se dice en la Primera Carta: "luego nosotros los que vivimos" (Ps 146). Lógrase asimismo la coadunación de las voluntades, porque, al considerar que todo lo temporal perecerá con el mundo en sus postrimerías, déjase entender que el júntarse es para buscar una sola cosa, a saber, el celeste premio (Si 30). También la unidad de los pensamientos en una estable verdad. "Yo vendré a recoger sus obras y sus pensamientos" (Is 66,18). Y así se hace patente el fruto y la materia, porque en la Primera Carta los fortaleció contra las persecuciones pretéritas, aquí los pertrecha contra las futuras.

095 CAPUT 1

2
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2Th 1,1-4)

Lección 1: 2 Tesalonisenses 1,1-4

Da gracias a Dios por el aprovechamiento de los Tesalonicenses en la fe y en las demás virtudes.

1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la Iglesia de los Tesalonicenses, congregada en el nombre de Dios, nuestro Padre, y en el Señor Jesucristo.

2 La gracia y paz sea con vosotros de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

3 Debemos dar a Dios continuamente acciones de gracias por vosotros, hermanos míos, y es muy justo que lo hagamos, puesto que vuestra fe va aumentándose más y más, y la caridad que tenéis recíprocamente unos para con otros va tomando un nuevo incremento,

4 de tal manera que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe, en medio de todas vuestras persecuciones y tribulaciones que padecéis,

5 que son señales que demuestran el justo juicio de Dios que así os purifica, para haceros dignos de su reino, por el cual padecéis.

Divídese esta carta en salutación y narración epistolar. Pénense asimismo las personas que envían saludos, las que los reciben, los bienes que se les desean. Las personas son las mismas que en la Primera Carta, y para que ésta se presente con mayor autoridad, viene corroborada con los saludos de 3 personas (Qo 4) -"a la Iglesia de los Tesalonicenses". Iglesia significa congregación, y ha de júntarse en Dios para que no sea mala. De la buena se dice: "congregadme mis santos" (Ps 49,5) - "en Cristo", esto es, en su fe (Rm 5). Síguense luego los bienes que les desea, la gracia en primer lugar, por ser el principio de todos los dones espirituales. "Por la gracia de Dios soy lo que soy" (1Co 15). Asimismo la paz, que es el fin que buscan los hombres (Ps 147). Y esto: "en el nombre de Dios" y "en el Señor Jesucristo" (2P 1).

-"Debemos dar gracias a Dios". Aquí^empieza la narración epistolar, on la que los instruye sobre los acontecimientos de los postreros días y los amonesta familiarmente de ciertas cosas. Asimismo, como va dicho, de premios a buenos, castigos a malos y peligros del tiempo del Anticristo. Da gracias también de la preparación al juicio futuro y describe el mismo juicio. Otrosí da gracias por su aprovechamiento y muestra el fruto y señal de él.

Dice pues: "debemos dar gracias"; porque, habiéndolos elogiado en la Primera Carta por su fe y caridad y otros bienes en que abundaban, lógico es que diga aquí: "debemos dar a Dios continuamente las gracias por vosotros", porque el bien vuestro lo reputo mío; pues "en ninguna cosa tengo mayor gusto que cuando entiendo que mis hijos van por el camino de la verdad" (3Jn 4). Y esto a Dios, sin el cual nada bueno es posible. Y "es muy justo que lo hagamos", porque las gracias las damos por los grandes beneficios: "por habernos librado Dios de grandes peligros, le tributamos solemnes acciones de gracias" (2M 1,11) ¿Por qué? porque se aumentan con creces los bienes espirituales; que, a no aprovecharse de ellos el hombre, se le convierten en un depósito riesgoso. Y entre estos dones el primero en lugar es la fe, por la cual Dios habita en nosotros, y en ésta aprovechamos por el entendimiento (Ep 4); y de esta manera medra el hombre por el conocimiento, la devoción, la adhesión. El segundo don es la caridad por la que Dios está en nosotros según el efecto (1Jn 4). Por eso dice: "y abunda"; que, cuando abunda la justicia, la virtud llega a la cumbre (Pr 15 1Th 4).

Pónese en pos el aprovechamiento, al decir; de tal modo que esto me da pie para gloriarme con los demás, porque lo vuestro hago cuenta que es mío; ya que el bien de los discípulos es gloria de los maestros. "Corona de los ancianos los hijos de sus hijos" (Pr 17 Pr 10; (2Co 9). Pone luego la señal de su aprovechamiento, a saber, la paciencia, que da muestras de sí, mayormente en las tribulaciones (Jc 1), en que una de las cosas que hay que observar es la paciencia, para que el atribulado no se aparte de la fe (Jc 1); la otra, la fe en las persecuciones (1Co 4). De donde dice: "en medio de todas vuestras persecuciones y tribulaciones". Y llámanse así de "tribulis": abrojos, que por dentro nos punzan con aflicciones (Gn 3 Ps 24). Los santos las soportan por 2 motivos, a saber: por el terror de los males y para labrarse una corona de más méritos; pL.es si a los buenos no los perdona Dios en este mundo, ¿cómo perdonará a los malos en el otro? "Si primero empieza el juicio por nosotros, ¿cuál será el paradero de aquellos que no creen al Evangelio de Dios?" (1P 4,17). En lo tocante al mérito dice: "para haceros dignos de su reino", como lo traen Mt 11, Lc 24 y Rm 8; "por el cual padecéis"; pues la tribulación bien llevada, por amor de Dios, hace digno del Reino de Dios (Mt 5 1P 4).

3
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2Th 1,6-12)


Lección 2: 2 Tesalonisenses 1,6-12

Díos, justo juez, dará a cada uno según sus obras. Que esto les sirva de aliento para no flaquear en las tribulaciones y persecuciones.


6 porque delante de Dios es justo que El aflija a su vez a aquéllos que ahora os afligen;

7 y a vosotros, que estáis al presente atribulados, os haga gozar júntamente con nosotros del descanso cuando el Señor Jesús descenderá del cielo y aparecerá con los ángeles de su poder,

8 cuando vendrá con llamas de fuego a tomar venganza de los que no conocieron a Dios, y de los que no obedecen al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo,

9 los cuales sufrirán la pena de una eterna condenación confundidos por la presencia del Señor y por el brillante resplandor de su poder,

10 cuando viniere a ser glorificado en sus santos, y a ostentarse admirablemente en todos los que creyeron; pues que vosotros habéis creído nuestro testimonio acerca de aquel día.

11 Por cuyo motivo oramos también sin cesar por vosotros, para que Nuestro Dios es haga dignos del estado a que es ha llamado, y cumpla todos los designios que su bondad tiene sobre vosotros, y haga con su poder fecunda vuestra fe en buenas obras,

12 a fin de que sea glorificado en vosotros el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y vosotros en El, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Arriba trató de su idoneidad para el juicio futuro, aquí de la forma del juicio, y primero cuanto al castigo de los malos y recompensa de los buenos; segundo, de cada parte en particular. Cuanto a lo primero dijo antes: "las tribulaciones que padecéis, que son señal". Aquí añade: "si es que es justo": si, en lugar de porque. Otro texto trae puesto que. O, si con todo, se alega como señal o ejemplo de justo juicio; como si dijera: si con lo que padecéis merecéis, justo es que Jo padezcáis; pero el primer texto y exposición es mejor: "justo es que retribuya" (Ps 93 Is 33) "la tribulación", a saber, con la pena de la condenación eterna (Rm 8); - "y a vosotros, que sois atribulados, el descanso". "Acuérdate que recibiste bienes durante tu vida, y Lázaro, al contrario, males; y así, éste ahora es consolado, y tú atormentado" (Lc 16,25 Ap 14).- "con nosotros", esto es, igual gloria. Mas ¿por ventura es esto verdadero?

Respondo: hay doble igualdad, a saber, absoluta de cantidad y de proporción. La primera no es igual cuanto a la participación del hombre, sino igual cuanto a la felicidad participada, que es Dios; pues el hombre participa más o menos de la felicidad, a proporción del mayor o menor ardor con que ama a Dios. Pero en la segunda habrá omnímoda igualdad, porque tanta gloria tendrá Pedro conforme a la gracia que le dio Dios y su mérito, como Lino con su gracia y su mérito. Esto, digo, "será cuando el Señor se manifieste". - "Todo el poder de juzgar se lo dio el Padre a su Hijo", y esto a título de hijo del hombre; de donde: "y le ha dado la potestad de juzgar" (Jn 5,27); porque se dejará ver de todos en forma humana, no ahora, ya que su humanidad está escondida en la gloria de Dios, pero sí entonces. "Y se manifestará la gloria del Señor" (Is 40). Y esto "con los ángeles de su poder", ministros suyos (Mt 25).

-"Cuando vendrá con flamas de fuego". Quiere decir, a castigar a malos y premiar a buenos, pues trata de las 2 retribuciones; mas en el castigo de los malos de estas llamas hará una demostración acerba, justa, inacabable. Dice pues: "a tomar venganza", esto es, a condenar a los réprobos con llamas de fuego, que reducirá a cenizas la faz de la tierra, y envolverá a los condenados y los arrojará al infierno para siempre (Ps 96). Asimismo será justa por la doble culpa de infidelidad y de mala vida. Cuanto a lo primero dice: "de los que no conocieron", esto es, no quisieron conocer "a Dios" (Jb 21 1Co 14). Cuanto a lo segundo: "y de los que no obedecen al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo" (Rm 10). La desobediencia es un pecado de tal magnitud que por ella -como se dice en Rm 5 - vino la muerte a este mundo.

Este castigo no tendrá fin, porque "sufrirán la pena de una eterna condenación". Y este texto puede leerse de dos maneras según sea la pena, de sentido o de daño. Si la pena es de sentido, puede entenderse así: tendrán, esto es, soportarán penas eternas que no se acabarán, y esto "en muerte", porque siempre morirán (en la desesperación de sus tormentos). De modo muy diferente hílase aquí en tela de penas que en aquel lugar; porque aquí, cuanto más duras de soportar, tanto más breves de duración, porque se van acabando; las de ahí en cambio son acerbísimas, porque son penas de muerte, que no tendrán fin; de donde se dice que estarán siempre como muñéndose. "La muerte se cebará en ellos" (Ps 48,15); "su gusano no morirá jamás" (Is 66,24) "y su fuego jamás se apagará". La pena de daño es doble, porque serán apartados de la visión de Dios; de donde dice: "de la presencia del Señor", es a saber, alejados. "No entrará en su presencia ningún hipócrita" (Jb 13,16). Otra es la privación de ver la gloria de los Santos (Is 66). O de otro modo "de la presencia del Señor". La causa de la acerbidad de la pena del sentido se muestra en que tendría fin o por la intervención de un juez superior que pusiese término a la pena, o por un poder superior al de aquel que impone el castigo; mas tal intervención no será posible, porque este juicio procederá de la presencia del Señor. "De delante de tu rostro salga mi juicio" (Ps 17,2). Por eso dice: darán en penas, esto es, las soportarán, delante de la presencia del Señor.

-"Cuando viniere"... a premiar a los santos. Primero pone el premio y encarece la gloria de los santos, cuanto a la esencia, que consiste en participar de la gloria de Dios, al decir: "a ser glorificado en sus santos"; y cuanto a su exceso, que llama "admirable". Dice pues: "cuando viniere". Cristo ciertamente está vivo y glorioso (Ph 2). "A ser glorificado en sus santos"; porque es propiedad del bien comunicar de lo suyo; o a ser glorificado en sus santos, que son miembros suyos, en quienes habita y en quienes se glorifica, cuando su gloria de cabeza se deriva a sus miembros (Is 49). Y esto sobrepuja toda admiración. Por eso dice: "admirable", porque la admiración es el asombro nacido de mucha fantasía; pero la gloria de los santos es tan excesiva que ninguna inteligencia humana la puede comprender. Por eso la llama admirable (Sg 5).

Pone luego el mérito: "en todos los que creyeron"; el mérito de la fe y el sufragio de la oración. Dice pues: ésta será la gloria, "pues que vosotros habéis creído nuestro testimonio", que creímos de Cristo, "acerca de aquel día", esto es, por causa de aquel día, porque los bienes que hacemos tienen por fin aquel día. Y dice: "este testimonio está sobre vosotros", esto es, sobre la capacidad del sentido humano (Si 6); pues donde la razón humana da lugar a tocar con la mano la verdad de una cosa, la fe no tiene mérito; que, a no estar sobre vuestro alcance, no tendría gran mérito creer. O sobre vosotros quiere decir que señorea vuestro entendimiento, con humilde sumisión de parte vuestra, para creer (2Co 10). Así lo expone la Glosa. O de otro modo y más conforme a la letra: digo que Cristo será glorificado en vosotros, que habéis creído, en el día del juicio, cuando los Apóstoles fungirán de jueces; y entonces e¡ testimonio, que está sobre vosotros, esto es, de la prontitud de vuestra fe, será cierto y creído, es a saber, creíble.

-"Por cuyo motivo oramos". Adiciona el sufragio de la oración, en que propone lo que pide, con qué fin y cómo pudiera conseguir lo que pide. De parte de Dios pide una cosa, y de parte nuestra dos. Dice pues: "por cuyo motivo", esto es, por causa de aquel día, "oramos también sin cesar nosotros" (Rm 1 1R 13). Mas ¿para qué? "para que nuestro Dios os haga dignos del estado a que os ha llamado", esto es, haga que llevéis en el mundo una vida digna de su vocación (Ep 4). Asimismo de parte nuestra pide 2 cosas: de parte de la voluntad, que disfruten a pedir de boca de toda bondad; de donde dice: "y cumpla todos los designios que su bondad tiene sobre vosotros", esto es, cumpla en vosotros su voluntad de todo bien (Ph 1). De parte del entendimiento, para creer a pie juntillas; por eso dice: "y haga con su poder fecunda vuestra fe en buenas obras" (Rm 10).

Y hagáis esto "in virtute", esto es, con constancia y fortaleza, para que por ningún temor ceséis de alabarlo. O de esta manera: "por cuyo motivo", esto es, por razón de aquel día, oramos para que Dios tenga a bien concederos aquello para que os llamó: "a fin de que poseáis la herencia de la bendición celestial" (1P 3,9); y os colme de todo el bien que deseáis, que consiste en la vida eterna, cuando Dios será nuestra posesión; "que sacia de bienes tu vida" (Ps 102,5). Haga asimismo llegar a sazón el fruto de vuestra fe, que será cuando lo que ahora no vemos sino como en un espejo, y debajo de imágenes obscuras, lo veamos entonces cara a cara. Mas ¿con qué fin? "A fin de que sea glorificado en vosotros el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, esto es, sea para gloria de Cristo; y por vosotros, tanto en el siglo presente como en el futuro, glorificado sea en vuestros bienes (Mt 5).

Por el contrario, dícese de los malos: "por vosotros es blasfemado el nombre de Dios" (Is 52 Rm 2). Mas ¿de qué modo lo podremos alcanzar? "por la gracia de nuestro Dios", que es la raíz de todos nuestros bienes (1Co 15).

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2Th 2,1-5)


Lección 1: 2 Tesalonisenses 2,1-5

Amonéstalos a no apartarse de ia verdad, como si el día del juicio estuviese encima, porque primero ha de darse a conocer el Artticrista, que San Pablo llama el hombre del pecado.Traducción:

1 Entretanto, hermanos, os suplicamos, por el advenimiento de Nuestro Señor Jesucristo, y de nuestra reunión al mismo¡

2 que no abandonéis ligeramente vuestros sentimientos, ni os asustéis con supuestas revelaciones, con ciertos discursos, o con cartas que se supongan enviadas por nosotros, como si el día del Señor estuviera ya muy cercano.

3 No os dejéis seducir de nadie en ninguna manera, porque no vendrá este día sin que primero haya acontecido la apostasía general de los fieles, y aparecido el hombre del pecado, el hijo de la perdición,

4 el cual se opondrá a Dios y se alzará contra todo lo que se dice Dios, o se adora, hasta llegar a poner su asiento en el templo de Dios, dando a entender que es Dios.

5 ¿No os acordáis que, cuando estaba todavía entre vosotros, os decía estas cosas?

En el capítulo anterior el Apóstol corrió el velo a los acontecimientos futuros en lo que mira a las penas de los malos y premios de los buenos; aquí anuncia los peligros que correrá la Iglesia en tiempo del Anticristo; y primero anuncia la verdad de esos peligros futuros, y exhórtalos luego a permanecer en la verdad. Cuanto a lo primero, excluida la falsedad, ios instruye en la verdad. Tráeles también a consideración la (triple) razón que servirá para persuadirlos, y a qué: "a no dejarse alterar tan fácilmente"; y quita de en medio lo que pudiera alborotarlos. Indúcelos, no con mandatos (Ph 1) sino con sus propios ruegos: "os suplicamos". por el advenimiento de Cristo, aunque terrible para los malos (Am 5), deseable para los buenos (2Tm 4 Ap 22); por el deseo y amor de toda la congregación de los Santos, "en el mismo", es a saber, donde está Cristo, porque "donde esté el cuerpo, ahí se júntarán las águilas" (Mt 24). O en el mismo, porque todos los Santos, en lugar y gloria, estarán en lo mismo, según lo mismo. "júntadle sus santos". Pero ¿a qué los induce? "a que no mudéis de ligero vuestros sentimientos". Pero una cosa es moverse y otra ser presa del terror. Muévese de su sentir quien deja lo que tenía; como si dijera: no dejéis de presto mi doctrina. Quien pronto cree es ligero de cascos" (Si 19). Pero el terror es un género de trepidación, con el temor de lo contrario. Por eso dice: "ni os aterroricéis", como el impío, en cuyos oídos "suena siempre un estruendo que le aterra" (Jb 15,21). Asimismo si hay paz, é! sospecha siempre celadas y traiciones, "pues siendo como es medrosa la maldad, trae consigo el testimonio de su propia condenación" (Sg 17,10).

-"con supuestas revelaciones". Da de mano a lo que pudiera moverlos, en especial y en general: "que nadie os seduzca"; y es uno seducido o engañado por una falsa revelación; de donde dice: "con supuestas revelaciones" o por el espíritu, esto es: si alguno dijere que el Espíritu Santo le ha revelado algo en contra de mi doctrina, "no os aterroricéis" (1Jn 4 Ez 13). Algunas veces también Satanás transfigúrase en ángel de luz, como se dice en 2Co 11 y 3 Reyes 22: "saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de todos sus profetas"; b) por un razonamiento o faisa exposición de la Escritura; por eso dice: "con ciertos discursos" (2Tm 2 Ep 5); c) por una autoridad torcida a un perverso sentido. "Según que también nuestro carísimo hermano Pablo os escribió conforme a la sabiduría que se le ha dado, como lo hace en todas sus cartas... en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, cuyo sentido los indoctos e inconstantes pervierten, de la misma manera que las demás escrituras de que abusan, para su propia perdición" (2P 3,16). Mas ¿sobre qué versaba el engaño?: "como si el día del Señor estuviera ya muy cercano". Y añade: "o con cartas que se supongan enviadas por nosotros"; porque en la Primera Carta, si mal se entiende, parece decir que la venida del Señor está ya a la puerta, como aquello: "luego nosotros los que vivimos... "

Dice lo mismo en general: "que nadie os engañe de ningún modo" (Lc 21 1Co 15). La razón por la que quita de en medio estas piedras de tropiezo el Apóstol es porque el prelado por ningún motivo ha de querer que valiéndose de mentiras se consigan algunos bienes. "A más de eso, somos convencidos de testigos falsos" (1Co 15,15). Asimismo porque la cosa creída era peligrosa: que se avecinaba la llegada del Señor. Primero, porque se daría ocasión a mayor engaño, ya que habría algunos, después de muertos los Apóstoles, que dijesen ser ellos Cristo (Lc 21). Por eso el Apóstol no quiso hubiese lugar a dudas. También porque el demonio pretende con frecuencia hacerse pasar por Cristo, como consta en la Vida de San Martín; y no quiso que a los Tesalonicenses les pasase otro tanto. San Agustín pone otra razón: porque correría peligro la fe; pues alguno diría: tardará en venir el Señor, y entonces me prepararé para recibirlo. Otro: pronto vendrá, ahora me voy a preparar. Otro, en fin: no sé; y éste está más en lo justo, porque concuerda con lo que dice Cristo.

Pero el que va más errado es el que dice: pronto, porque, pasado el término de la predicción, los hombres entrarían en desesperación y creerían era falso lo que estaba escrito.

Establece luego la verdad, al decir: "porque no vendrá este día sin que primero haya acontecido la apostasía"; y muestra primero lo que acontecerá a la venida del Anticristo, que son 2 cosas: una anterior a su venida; otra, su misma venida. Primero está la apostasía, que la Glosa explica de muchas maneras, y primero de la fe, que, según estaba anunciado (Mt 24), todo mundo la recibiría. Esta es pues la señal precursora, que -según San Agustín- aún no se cumple; después de ella habrá muchos apóstatas (1Tm 4) "y por la inundación de los vicios se resfriará la caridad de muchos" (Mt 24,12).

O entiéndase la apostasía o separación del Imperio Romano, al que todo el mundo estaba sometido. Según San Agustín, figura suya era la estatua de Daniel, en cuyo capítulo 2 se nombran 4 reinos, acabados los cuales acontecería la venida de Cristo; y que ésta era una señal a propósito, porque la firmeza y estabilidad del Imperio Romano estaba ordenada a que, debajo de su sombra y señorío se predicase por todo el mundo la fe cristiana. Mas ¿cómo puede ser esto, siendo ya pasadas muchas centurias desde que los Gentiles se apartaron del Imperio Romano y, eso no obstante, no ha venido aún el Anticristo? Digamos que el Imperio Romano aún sigue en pie, mas mudada su condición de temporal en espiritual, como dice San León Papa en un sermón sobre los Apóstoles. Por consiguiente, la separación del Imperio Romano ha de entenderse, no sólo en el orden temporal, sino también en el espiritual, es a saber, de la fe católica de la Iglesia Romana. Y ésta es una señal muy a propósito, porque, así como Cristo vino cuando el Imperio Romano señoreaba sobre todas las naciones, así por el contrario la señal del Anticristo es la separación de él o apostasía.

Predice en segundo lugar al Anticristo, cuanto a su culpa y pena, que toca implícitamente y en común, y seguidamente explica, y cuanto a su poder. Dice pues: primero vendrá la apostasía y entonces se dejara ver. Y llámase "el hombre del pecado, el hijo de la perdición", según la Glosa, porque así como en Cristo abundó la plenitud de la virtud, así también en el Anticristo la multitud de todos los pecados; y así como Cristo es mejor que todos los santos, así el Anticristo peor que todos los malos. Por esto se llama el hombre del pecado, porque todo él, de pies a cabeza, será un puro pecado. Mas esto no quiere decir que no pudiese ser peor, porque lo malo jamás corrompe totalmente lo bueno, aunque cuanto al acto no podrá ser peor; pero mejor que Cristo ningún hombre. Dícese "el hijo de la perdición", esto es, destinado a la perdición final (Jb 21). O el hijo de la perdición, esto es, del diablo, no por naturaleza, sino por la malicia acabada, que en él se colmará. Y dice: "se hará manifiesto"; porque así como todos los bienes y virtudes de los santos, que precedieron a Cristo, fueron figura de Cristo; de la misma manera en todas las persecuciones de la Iglesia los tiranos fueron como figura del Anticristo en que él estaba latente; y así toda aquella malicia, que estaba escondida en ellos, se hará patente a su tiempo.

Al decir luego: "el cual se opondrá a Dios", explica lo que había dicho, y demuestra cómo es el hombre del pecado y cómo el hijo de la perdición. Asimismo prenuncia su futura culpa, que describe y demuestra y señala su causa, y dice que no anuncia ninguna doctrina nueva. Da también una señal de esa culpa, que es doble, a saber, la oposición contra Dios y el preferirse a Cristo. De donde dice: "que hace oposición" a todos los espíritus buenos (Jb 15 Is 3) y "se alzará contra todo lo que se dice Dios". Y dícese Dios de 3 maneras: a) por naturaleza. "Escucha, Israel, el Señor tu Dios es un solo Dios" (Dt 6); b) en opinión de la gente. "Todos los dioses de los Gentiles son demonios" (Ps 95). c) por participación. "Yo dije: dioses sois" (Ps 81). Y a todos éstos se prefiere el Anticristo, "y se levantará soberbio e insolente contra todos los dioses; y hablará con arrogancia contra el Dios de los dioses" ().

Señal de su culpa es lo que dice: "hasta llegar a poner su asiento en el templo de Dios"; pues la soberbia del Anticristo aventaja con mucho a la de todos los que le precedieron. Porque así como se lee de Cayo César que quiso en vida pusiesen en todos los templos una estatua suya y le diesen culto; y del rey de Tiro se dice en Ez 28: "yo soy Dios"; así es creíble lo haga el Anticristo llamándose Dios y hombre; y en prueba de eso se sentará en el templo. Mas ¿en qué templo?

¿Acaso no fue destruido por los Romanos? Por eso dicen algunos que el Anticristo es de la tribu de Dan, que no se nombra entre las otras 12 (Ap 7); y por eso también los Judíos lo recibirán primero, y reedificarán el templo en Jerusalén, y así se cumplirá lo de Da 9,27: "y estará en el templo la abominación de la desolación" (Mt 24). Pero algunos dicen que nunca será reedificada Jerusalén, ni el templo, sino que durará la desolación hasta la consumación y fin del mundo. Creencia que también admiten algunos Judíos; por eso la explicación que dan de "en el templo de Dios" la refieren a la Iglesia, porque muchos eclesiásticos lo recibirán. O, según San Agustín, se sentará en el templo de Dios, esto es, ejercerá su principado y señorío, como si fuese él mismo con los suyos templo de Dios, como Cristo lo es con los suyos.

Muestra que nada nuevo escribe, al decir: "¿no os acordáis que, cuando estaba todavía entre vosotros, os decía estas cosas?"; como si dijera: ya antes, estando con vosotros, os lo había dicho (1Jn 2 2Co 10).

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2Th 2,6-9)


Lección 2: 2 Tesalonisenses 2,6-9

Se pone de manifiesto la muerte del Anticristo, y declárase la dilación de su venida.

6 Ya sabéis vosotros la causa que ahora le detiene, hasta que sea manifestado en su tiempo.

7 El hecho es que ya va obrando el misterio de iniquidad; entretanto, el que está firme ahora manténgase hasta que sea quitado el impedimento.

8 Y entonces se dejará ver aquel perverso, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca y destruirá con el resplandor de su presencia

9 a aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de milagros, de señales y de prodigios falsos,

10 y con todas las ilusiones que pueden conducir a la iniquidad a aquellos que se perderán, por no haber recibido y amado la verdad a fin de salvarse.

Arriba el Apóstol, anunciando lo futuro, contó la llegada y culpa del Anticristo; aquí nos muestra la causa que impide esa venida; y primero descubre que ellos ya saben a qué causa se refiere, y la propone en términos obscuros. Así pues: digo que es necesario se dé a conocer el hombre del pecado. "Ya sabéis vosotros la causa que ahora le detiene", esto es, la causa de que se tarde, porque yo os la dije, de suerte que lo que al presente le detiene, "a su tiempo", esto es, oportunamente, "se dará a conocer" (Qo 8).

-"El hecho es que ya va obrando o tomando forma

el misterio de iniquidad". Explica por qué se dilata el Anticristo; y este texto tiene muchas interpretaciones, porque misterio puede estar en nominativo o acusativo. En el primer caso el sentido es éste: digo que a su tiempo se dará a conocer, porque aun el misterio, esto es, -figuradamente ocultado (enigmáticamente propuesto), ya está obrando en los fingidos (cristianos), que parecen buenos, y en realidad son malos, y están haciendo el oficio del Anticristo, "mostrando, sí, apariencia de piedad, pero renunciando a su espíritu" (2Tm 3,5). En el segundo caso, o en acusativo, se interpreta así: porque el diablo, en cuyo poder quedará el Anticristo, ya empezó ocultamente, por medio de los tiranos y engañadores, a perpetrar sus iniquidades; porque las persecuciones a la Iglesia de este tiempo son figura de esa última persecución contra todos los buenos y, en comparación con aquélla, son como la copia respecto del original. "Entretanto el que está firme ahora". Esto también tiene múltiple explicación. Una -según San Agustín y la Glosa- dice que, en opinión de algunos, el Anticristo es Nerón, el primer perseguidor de los cristianos, que no fue muerto, sino hurtado fraudulentamente, y que algún día será restituido en su lugar. Donde el Apóstol, dando por vana esta opinión, dice: "entretanto el que está firme ahora", teniendo en sus manos el Imperio, "manténgase, hasta que sea quitado el impedimento", esto es, hasta que muera. Pero explicado de esta manera no pega, porque ha muchos años que Nerón es muerto, a saber, el mismo año que el Apóstol. Refiérase mejor a Nerón, como persona pública del Imperio Romano, hasta que sea quitado de en medio, esto es, el Imperio Romano, de este mundo (Is 23). O de otro modo: "entretanto el que tiene", esto es, detiene ahora la llegada del Anticristo, deténgalo para que no venga; cual si fuese necesario que algunos vengan todavía a la fe y algunos se retiren de ella, como si dijera: para dejar franca la puerta a ires y venires, entradas y salidas, el que ahora detiene hasta que venga detenga hasta que sea quitado de en medio ese hombre obsceno. O también así: entretanto el que tiene ahora fe téngala, esto es, manténgase firme en ella (Ap 2). Hasta que sea quitado de en medio, esto es, la cáfila revuelta de malos, se divida de los buenos y se ponga aparte, como se hará en la persecución del Anticristo. O entretanto... esto es, que el misterio de iniquidad, la iniquidad misteriosa, que detiene, detenga, hasta que la saquen de su escondrijo a media plaza, a vista del público; pues muchos pecan ahora a ocultas, pero día llegará en que lo hagan a la luz del día; porque Dios soporta a los pecadores mientras a ocultas cometen sus pecados; mas el día en que descubran la hilaza, entonces se le acabará la paciencia, como sucedió con los Sodomitas. Con todo eso, San Agustín confiesa ignorar qué es lo que el Apóstol les dice, si ya lo sabían; por eso dice: "ya sabéis lo que ahcra detiene". Además no era cosa muy necesaria de saberse.

-Al decir luego: "y entonces se dejará ver", pónese la llegada del inicuo y su pena; primero su manifestación, luego su pena. Cuanto a lo primero dice: ¡He: aquel, en singular, inicuo, perverso, se dejará ver., porque su culpa se hará patente, "a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca". - "El celo del Señor de los ejércitos es el que hará estas cosas" (Is 9,7), esto es, el celo de la justicia, que es amor; porque el espíritu de Cristo es el amor de Cristo, y este celo es el que el Espíritu Santo tiene para con la Iglesia. O con el aliento de su boca, esto es, por orden suya; porque San Miguel le dará muerte en el monte Olívete, de donde Cristo subió a los cielos. De suerte parecida halló su fin Juliano el Apóstata, ejecutado por mano divina. Y esta es la pena presente, aunque también será castigado con la eterna, porque "lo destruirá con el resplandor de su presencia", esto es, con su llegada que todo lo pondrá como un sol (1Co 4). Y lo destruirá, digo, con la eterna condenación (Ps 27). Dice también resplandor, porque el Anticristo pareció llenar de tinieblas la Iglesia, y las tinieblas son desterradas por los resplandores; porque todo lo que el Anticristo dará a conocer quedará demostrado haber sido engaño.

-"a aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás". Predice el poder del Anticristo, para seducir, y la causa de este poder de seducción, la justicia del Señor, "por no haber recibido y amado la verdad para salvarse los que perecerán". Pone asimismo al autor de este poder, el modo de seducir, los seducidos o engañados. El autor de este poder es el diablo; por eso lo destruirá Cristo, que para eso vino, "para deshacer las obras del diablo" (1Jn 3,8). Por eso dice que el Anticristo "vendrá con el poder de Satanás", esto es, se gobernará por instigación diabólica. "Será suelto Satanás de su prisión, y saldrá y engañará a las naciones" (Ap 20,7). Pues de las obras que hará algunas serán según la operación de Satanás, como las del endemoniado o espiritado, en quien no sólo instiga la voluntad sino aun impide el uso de la razón; en cuyo caso no se le imputa a culpa, porque no usa de su albedrío. Pero en el Anticristo no será así, porque usará de su albedrío, y dentro de él estará el diablo instigándole, como se dice de Judas (Jn 13,27).

Y engañará de esta manera: primero valiéndose del poder secular; segundo, de la fuerza de los milagros. Cuanto a lo primero dice: "con toda suerte de milagros", a saber, del mundo. "Se hará dueño de los tesoros de oro y de plata y de todas las preciosidades de Egipto" (). O con virtud fingida. Cuanto a lo segundo dice: "de señales". Las señales son una especie de "milagritos". Los prodigios en cambio son grandes, que demuestran que una persona es un ser prodigioso, como quien dice procul: lejos, a dígito: del dedo (Ap 13). Y dice: "prodigios falsos". Llámase falso un milagro, o porque le falta la verdadera razón del hecho, o la verdadera razón de milagro, o el debido fin del milagro. Lo primero es lo que hacen los prestidigitadores, mejor dicho, lo que se hace por arte de magia y brujería, cuando el diablo se encarga de dar gato por liebre para que parezca otra cosa de lo que es; como hizo Simón Mago con un carnero que mandó degollar, que luego se dejó ver vivo; o con un hombre, que todos creían degollado y, por haberle visto luego vivo, le creyeron resucitado. Y esto hacen los hombres mudando fantasmas en la imaginación para engañar.

La segunda especie de milagros, impropiamente llamados así, son los que despiertan crecida admiración, por verse el efecto, sin conocerse su causa. Así pues "los milagros", que tienen no simplemente su causa oculta, sino para alguno oculta, dícense no simplemente milagros, sino maravillas. Mas los que tienen simplemente su causa oculta son propiamente milagros, cuyo autor es el mismo glorioso Dios, porque están por encima de todo el orden de la naturaleza creada. Pero algunas veces se hacen algunas maravillas, cuyas causas están ocultas, mas no fuera del orden de la naturaleza; y esto con más razón lo hacen los demonios, que conocen las virtudes de la naturaleza y tienen determinada eficacia para especiales efectos; y éstas hará el Anticristo, pero no las que tienen verdadera razón de milagro, porque no tienen poder en aquello que está sobre la naturaleza.

Dícense milagros en tercer lugar los que están ordenados a servir de testimonio a la verdad de la fe, o a reducir los fieles a Dios, como se dice en San Marcos. Mas si alguno tuviese la gracia de hacer milagros, y no se valiese de ellos para este fin, los milagros serían verdaderos cuanto a la razón del hecho y a la razón del milagro; pero serían falsos cuanto al debido fin y a la intención divina.

Pero esto no sucederá con el Anticristo, porque nadie hace verdaderos milagros contra la fe, ya que Dios no es testigo de falsedades. De donde uno que predique una falsa doctrina no puede hacer milagros, aunque un hombre de mala vida bien pudiera.

Luego señala a los que se dejarán engañar, al decir: "a aquéllos que se perderán", esto es, a los destinados a la perdición. "Ninguno de ellos ha perecido sino el hijo de la perdición". Y esto precisamente porque "mis ovejas oyen mi voz" (Jn 10).


Aquino: 2 Tesalon.