Aquino: 2 Tesalon. 6

6
(
2Th 2,10-16)


Lección 3: 2 Tesalonisenses 2,10-16

Seducirá el Anticristo a los que no tienen caridad; por eso hay que pedirle a Dios se digne llamarnos y no permita nos apartemos de la verdad.

Traducción:

11 Por eso Dios les enviará o permitirá que obre en ellos el artificio del error, con que crean a la mentira,

12 para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la maldad.

13 Mas nosotros debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, ¡oh hermanos amados de Diosi, por haberos Dios escogido por primicias de salvación, mediante la santificación del espíritu y la verdadera fe que os ha dado;

14 a la cual os llamó asimismo por medio de nuestro Evangelio, para haceros conseguir la gloria de Nuestro Señor Jesucristo.

15 Así que, hermanos míos, estad firmes y mantened las tradiciones que habéis aprendido, ora por medio de la predicación, ora por carta nuestra.

16 Y Nuestro Señor Jesucristo, y Dios, y Padre nuestro, que nos amó, y dio eterno consuelo, y buena esperanza por la gracia,

17 aliente vuestros corazones y los confirme en toda obra y palabra buena.

Después de indicar a quiénes seducirá el Anticristo, a saber, a los destinados a la condenación, aquí explica el por qué de lo dicho y cómo serán seducidos; los fieles, por el contrario, cómo serán librados. Asimismo señala sola su culpa, la pena con la culpa, la pena sola. Y este es el paso a paso con que procede el pecado: que primero es uno desamparado de la gracia por el demérito del primer pecado, y cae en otro pecado (porque un abismo llama a otro abismo), y por último en la condenación eterna. Dice pues que la causa por la que serán engañados es el no haber recibido y amado la verdad, esto es, la verdad del Evangelio (Jn 8 Jb 24); y dice: "caridad de la verdad", porque, a no estar informada la fe por la caridad, no tiene ningún valor (1Co 13 Ga 6). Y añade el provecho que trae la verdad diciendo: "a fin de salvarse" (Rm 5). Pero, por culpa de no haber recibido la verdad, la pena será su engaño; de donde dice: "enviaré", esto es, permitirá obre en ellos "el artificio del error" (Is 19; 3 Reyes 22). Por eso dice: "con que crean a la mentira", esto es, a la falsa doctrina del Anticristo (Rm 1). Pero la pena es la eterna condenación; de donde añade: "para que sean condenados", con sentencia de condenación (Jn 5), "todos los que no creyeron a la verdad" (Jn 3).

Al decir luego: "mas nosotros", muestra por qué los fieles de Cristo se ven libres; da gracias por ellos y refresca la memoria de los divinos beneficios, por los cuales se ven libres de esos males. Dice pues así: ellos serán engañados, pero "nosotros debemos dar gracias" (Rm 1). Y recuerda 2 beneficios divinos, a saber, la elección de Dios, que es eterna, y la vocación, que es temporal. Dice pues: "porque nos eligió" a nosotros, los Apóstoles, "y a vosotros", los fieles (Ep 1 Jn 15). 3 puntos toca en materia de elección, a saber, el orden de los elegidos, el fin cíe la elección y el medio de conseguir el fin. Todos los santos han sido elegidos desde el principio del mundo (Dt 33); pero las primicias de modo especial son los Apóstoles (Rm 8). Por eso dice: "primicias de la fe". Asimismo el fin de la elección es la salvación eterna, como dice: "para la salvación" (1Tm 2). Y esto se lleva a efecto primero, de parte de Dios, por medio de la gracia santificante; de donde dice: "mediante la santificación del espíritu"; segundo, de par,te nuestra, con el consentimiento de nuestro albedrío por medio de la fe; por eso añade: "y en la fe de la verdad".

-"a la cual os llamó". Pone el segundo beneficio, que es la vocación temporal de Cristo, que se sigue a la elección (Rm 8). Y sobre esta vocación repara en la parábola del que hizo la gran cena (Lc 14) "por medio de nuestro Evangelio" predicado por mí. Pero ¿a qué cena nos invita? "para haceros conseguir la gloria", esto es, para que alcancemos la gloria de Cristo.

Luego, cuando dice: "así que, hermanos míos", los amonesta a mantenerse firmes en la verdad e interpone la oración para este fin. Y hace lo primero, porque nuestras obras dependen de nuestro albedrío, y lo segundo, porque es necesario el auxilio de la gracia. Y primero amonesta a estar firmes (Ga 5); enseña luego el modo de estarlo: "y mantened las tradiciones", esto es, las enseñanzas que recibieron de sus mayores; porque las que se reciben de los menores algunas veces no han de observarse, a saber, cuando se oponen a las enseñanzas de la fe (Mt 15); pero sí cuando dicen orden a los mandamientos divinos, "que habéis aprendido". "Recomendaban a los fíeles la observancia de las tradiciones y decretos acordados por los Apóstoles y los presbíteros que residían en Jerusalén" (Ac 16,4). Y estas tradiciones de 2 maneras las dieron a conocer: unas con palabras; de donde dice: "ora por medio de la predicación"; otras por escritos; por eso añade: "ora por carta nuestra". De donde se pone de manifiesto que hay muchas cosas en la Iglesia no escritas, que enseñaron los Apóstoles y, por consiguiente, hay que observar; pues muchas cosas -dice Dionisio-, a juicio de los Apóstolas, era mejor ocultarlas. Por eso dice el Apóstol: "lo demás ya lo dispondré cuando vaya para allá" (1Co 10). -"Y Nuestro Señor Jesucristo". Pone esta oración, como si quisiera decir: esto os arríonesto, pero de nada sirve sin el auxilio divino. Por eso pone primero un doble beneficio de Dios: el amor que nos tiene y por el cual nos concede otras cosas; por eso dice: "nos amó"; y la consolación espiritual: "y dio eterno consuelo" (2Co 1 Is 40). Y dice consuelo eterno, a saber, contra todos los males inminentes y futuros. Por eso estamos en expectación de "una buena esperanza", esto es, de esos bienes eternos que infaliblemente nos están prometidos (1P 1). Y esto "por la gracia", por la cual esperamos conseguir la vida eterna (Rm 6). Pide para ellos una exhortación, que es una amonestación encaminada a mover el ánimo a que quiera; y ésta puede hacerla el hombre exteriormente; mas no sería eficaz, si interiormente no lo alentase el espíritu de Dios; de donde dice: "alente vuestros corazones", esto es, los mueva. "Me la llevaré a la soledad y la hablaré al corazón" (Os 2). Asimismo pide la confirmación; por eso dice: "y los confirme" (Ps 67); como si dijera: nos aliente con su gracia para que queramos, y nos confirme para que eficazmente queramos. Y esto "en toda obra y palabra buena". La obra le coge la delantera a la palabra, porque Jesús empezó primero a obrar y en pos enseñó.



CAPITULO 3

7
(
2Th 3,1-9)

Lección 1: 2 Tesalonisenses 3,1-9

Exhorta a los Tesalonicenses a orar para que se propague el Evangelio y destierra la holgazanería para que no coman el pan de balde.

1 Por último, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra de Dios se propague más y más, y sea glorificado, como lo es ya entre vosotros,

2 y nos veamos libres de los díscolos y malos hombres, porque al fin no es de todos alcanzar la fe.

3 Pero fiel es Dios, que os fortalecerá y defenderá del espíritu maligno.

4 Así, confiamos en el Señor que vosotros hacéis ya ahora lo que ordenamos, y que lo haréis en adelante.

5 El Señor entretanto dirija vuestros corazones en el amor de Dios y en la paciente esperanza de Cristo.

6 Por lo que os intimamos, hermanos, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de cualquiera de entre vuestros hermanos que proceda desordenadamente, y no conforme a la tradición que ha recibido de nosotros.

7 Pues bien sabéis vosotros mismos lo que debéis hacer para imitarnos, por cuanto no anduvimos desordenadamente entre vosotros,

8 ni comimos el pan de balde a costa de otro, sino con trabajo y fatiga, trabajando de noche y de día, por no ser gravosos a ninguno de vosotros.

9 No porque no tuviésemos potestad para hacerlo, sino a fin de daros en nuestra persona un dechado que imitar.

En el capítulo anterior los instruyó sobre lo que acontecería en las postrimerías, aquí sobre ciertas cosas en particular que habían de hacer. Acabada la instrucción, concluyese la carta. 1nstruyelos también en su modo de portarse para con él, para con los que proceden desordenadamente, y muéstrales qué confianza les tiene.

Cuanto a lo primero pone la oración y lo que hay que pedir en ella. Dice pues: "por último", es a saber, porque ya estáis suficientemente instruidos, "orad por nosotros" (Rm 15); cosa debida, porque los que tienen cura de almas cuidan de la utilidad del rebaño. "Acordaos de vuestros prelados, los cuales os han predicado la palabra de Dios" (He 13,7). Les señala en segundo lugar lo que hay que pedir, a saber, que se quiten los impedimentos de la predicación; por eso dice: "para que la palabra de Dios corra", ya que no puede totalmente impedírsela sino retardarla. Por eso dice: que corra (Col 4). Asimismo "que se haga esclarecido y resplandeciente", a saber, por una clara y lúcida exposición, entre los rudos y sabios, "como lo es ya entre vosotros" (Rm 1 Pr 14). Otrosí por los milagros, que son demostraciones de la fe; pues toda ciencia con las demostraciones se hace clara, y esto es lo que hay que pedir: "concede a tus siervos predicar con toda confianza tu palabra" (Ac 4,29). Hay que pedir también por los predicadores, para que se vean libres de "gente díscola y de mala ralea", a saber, los seudoapóstoles, insufribles picoteros, embaidores perversos. O entiéndase de los perseguidores, que maquinaron en su corazón cosas inicuas. Y el por qué de la petición es porque "no es de todos el alcanzar la fe"; porque, aunque al parecer la tengan, la verdadera no la tienen (Is 53 Rm 10).

Luego, cuando dice: "pero fiel es Dios", expresa la confianza que tiene en ellos y ora por ellos. La confianza depende del que da la gracia y de los hombres que tienen albedrío, para ser dirigidos por la gracia. Primero, de parte de Dios dice: confío que oraréis y seréis escuchados, porque fiel es el Señor, "que os esforzará y confirmará" en los bienes que ha obrado en vosotros (1P 5); "y os guardará de todo mal de culpa y pena". Y si cayesen en males de pena, será para su bien, porque "todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios" (Rm 8,28). Segundo, de parte de ellos dice: "confiamos en vosotros, hermanos", por la gracia que habéis recibido, pero "en el Señor", no en vuestra virtud (He 6), "que hacéis ya ahora lo que ordenamos, y que lo haréis en adelante", esto es, que perseveraréis. "Todas las palabras que ha hablado el Señor las ejecutaremos" (Ex 24,3).

-"El Señor entretanto dirija vuestros corazones".

Ruega por ellos diciendo estas palabras, a saber, para que lleguéis. Al hombre toca preparar su alma, y al Señor gobernar la lengua, como se dice en Pr 16,1; y poco después: "el corazón del hombre forma sus designios; mas del Señor es el dirigir sus pasos", esto es, al premio que le está reservado. Por eso dice: dirija vuestros corazones, no sólo las obras exteriores, y esto "en el amor de Dios". Con dos pies caminamos por el camino de la salvación, a saber: con las buenas obras que hacemos y los casos adversos que soportamos. Mas no hay buenas obras si no están enderezadas al blanco del amor (1Tm 1). Tampoco paciencia, sino por Cristo (Lc 21 Mt 5); por eso dice: "y paciencia de Cristo", esto es, tolerancia de males por Cristo, o a ejemplo de Cristo.

-"Por lo que os intimamos". Muestra cómo han de portarse con los hombres de vida desordenada. Primero propone el edicto, lo expone e indica la necesidad de proponerlo. Dice pues: así vivís vosotros y en esto estriba mi confianza; mas ya que entre vosotros hay también algunos de aviesa condición, "los denunciamos", a saber, ante los perfectos; porque esto toca al prelado: "declara a mi pueblo sus maldades" (Is 58,1 Ez 3).

Y sigue el edicto en estos términos: "que os apartéis de cualquiera que viva desordenadamente". De aquí se introdujo en la Iglesia la costumbre de evitar a los malos, para que los de virtud más débil no se contaminasen con su compañía. "E! que tocare la pez se ensuciará con ella" (Si 13,1); "un poco de levadura aceda toda una masa" (1Co 5,6). También para que el sonrojo y confusión ceda en curación y salud del pecador (Si 4,25). Mas esto no ha de hacerse indistintamente, sino con deliberación y madurez (como lo hizo Pablo para excomulgar al incestuoso de Corinto). (1Co 5).

De la misma manera se dice aquí: "apartaos". Tampoco debe fulminarse la excomunión, a no ser por algún pecado, como aquí se dice: "desordenadamente".

Y esto acontece cuando se trata de algo malo por naturaleza y contra el orden del derecho natural, como expone la Glosa (1Co 14 Rm 13); o porque está prohibido y va contra la doctrina de la Iglesia. De donde dice: "y no conforme a la tradición".

Luego, al decir: "pues bien sabéis vosotros", expone lo que acababa de decir, a saber, "conforme a las tradiciones", indicando a qué tradición se refería y cómo la recibieron de él, y era ésta: que no fuesen curiosos ni anduviesen de holgazanes. Y muestre cómo la recibieron de palabra y con el ejemplo; asimismo que evitó la inquietud y cómo, y señala la causa. Dice pues: "conocéis la tradición que recibieron"; pues no ha de imitarse a los prelados en todo sino en lo que se ajusta a la regla cristiana. "Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo" (1Co 4 1Co 11). Pero ¿en qué? "por cuanto no anduvimos desordenadamente entre vosotros"; pues los Tesalonicenses eran muy dadivosos y liberales (1Th 4); y por este motivo los pobres, cebados a costilla ajena, dábanse un verde con dos azules y, por andar de flojos, hacían lo que no debían y se entremetían en lo que no les tocaba. En eso consistía la inquietud. Por eso dice: "no fuimos inquietos" (1Th 4); "ni comimos el pan de balde", a costa de otro, porque se lo ganaba con el trabajo de sus manos (Ac 20 Pr 31 Nb 16), "con sudor y fatiga", no un momento, sino "día y no noche", esto es, continuamente, lo que le sobraba del tiempo que dedicaba a la predicación y enseñanza, "por no seros gravoso a ninguno de vosotros" (2Co 12).

-"No porque no tuviésemos potestad para hacerlo". Señala la causa de su trabajo manual, la verdadera, no la falsa; que sería si alguno dijera que no le era lícito vivir a costa de ellos; por eso dice "no porque no tuviésemos potestad"; más bien, al contrario, la tuvimos de vivir a costa de los fieles. "¿No sabéis que los que sirven en el templo se mantienen de lo que es del templo, y que los que sirven al alfar participan de las ofrendas? Así también dejó el Señor ordenado que los que predican el Evangelio vivan dei Evangelio". (1Co 9,13 Mt 10). Y así por autoridad evangélica consta que hay dos clases de hombres que tienen potestad de vivir a costa de otros, a saber, los ministros del altar y los predicadores.

-"sino a fin de daros, en nuestra persona, un dechado que imitar". Señala la verdadera causa, ya que hallamos 2 de por qué el Apóstol trabajó con sus manos: una en su Carta a los Corintios, otra aquí; pero con esta diferencia: que aquéllos eran avaros, y lo hubiesen llevado muy a mal, como allí se dice; aquí en cambio porque eran holgazanes. Por eso dice: "para daros un dechado" de trabajo. "Has de ser dechado de los fieles en el hablar, en el trato, en la caridad, en la fe, en la castidad" (1Tm 4,12). Otra causa pone la Glosa: cuando no hallamos quien nos alargue la mano. Cuarta causa, para no estar ocioso, como los monjes de Egipto (Si 33). De donde quienes no tienen oficio, estudio o lección en que entretenerse, por ociosos viven expuestos a mucho peligro.


8
(
2Th 3,10-18)

Lección 2: 2 Tesalonisenses 3,10-18

Persiste en apartarlos de la ociosidad y amonéstalos a que cada uno se gane el pan con el sudor de su frente; por último se despide y concluye la carta con la firma acostumbrada.Traducción:

10 Así es que, aun estando entre vosotros, os intimábamos esto: quien no quiere trabajar tampoco coma.

11 Porque hemos oído que andan entre vosotros algunos bulliciosos que no entienden en otra cosa que en indagar lo que no les importa.

12 Pues a estos tales los apercibimos y les rogamos encarecidamente por Nuestro Señor Jesucristo que, trabajando quietamente, coman su propio pan.

13 Vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.

14 Y si alguno no obedeciere lo que ordenamos en nuestra carta, tíldadle al tal y no converséis con él, para que se avergüence y enmiende;

15 mas no le miréis como enemigo, sino corregidle como a hermano.

16 Así, el mismo Señor de la paz os conceda siempre la paz en todas partes. El Señor sea con todos vosotros.

17 La salutación de mi propio puño, Pablo, lo cual sirve de contraseña en toda carta mía; así escribo o firmo.

18 La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

Arriba mostró el Apóstol lo que les enseñó con su ejemplo, es a saber, a no ser bulliciosos, sino a trabajar; aquí les muestra cómo de presente les enseñó lo mismo, de palabra y de obra; de donde dice: "aun estando"; como si dijera: para poneros la muestra, hicimos lo que enseñamos, porque "os intimábamos esto..." Algunos -como dice la Glosa y San Agustín en su libro sobre el trabajo de los monjes- pervertían estas palabras, interpretándolas en el sentido de que no les está permitido a los siervos de Dios el trabajo manual, por lo que se dice en San Mateo (Mt 6): "no andéis solícitos. .."; porque afirman que este trabajo pertenece a la solicitud en buscar la comida; y por esta razón aplicaban dichas palabras a las obras espirituales; como si dijera: no merece comer quien no quiere emplearse en obras meritorias y espirituales. Mas esto va contra la intención del Apóstol, que dice: "os intimábamos" que nosotros así lo habíamos hecho, esto es, con trabajo y fatiga. Pero ¿qué significa "que si alguno no quiere. .. ?" ¿Es consejo o precepto? Por lo que abajo dice: "si alguno no obedeciere lo que ordenamos", parece precepto. Luego todos están obligados al trabajo manual. Luego peca mortalmente quien, en lugar de trabajar con sus menos, se está ocioso. Respondo que es precepto, pero de 2 maneras se mandan las cosas: simplemente o con condición. Simplemente se ordena lo que en sí considerado es necesario para la salvación, y éstas son las obras de las virtudes. Con condición, en cambio, si tal fuese el caso que el precepto no pudiese observarse sin el trabajo manual. Ahora bien, mándase al hombre sustentar su cuerpo, pues de otra suerte sería homicida de sí mismo. (Gn 2). Así pues, el hombre está obligado por precepto a alimentar su cuerpo, y tiene la misma obligación en todo aquello sin lo cual no puede vivir su cuerpo. De donde se sigue que quien no tiene otro modo de sustentar lícitamente su cuerpo, ya sea por lo que posee o por un lícito negocio, está obligado a trabajar para no tener que robar (Ep 4). Así pues, es precepto cuando de otra manera no puede lícitamente vivir. De donde dice: "quien no quiere trabajar tampoco coma". Por tanto, para poder comer, una de dos: o que tenga de dónde o se lo busque honradamente (Ps 127 1Th 4).

Al decir luego: "porque hemos oído", señala la necesidad de este precepto, ya que el Apóstol dice esto, no tanto por su oficio de maestro, cuanto por el vicio de la gente; y así primero pone la culpa que trae consigo la necesidad del precepto, y luego aplica el remedio. Dice pues: "hemos oído", como si dijera: por eso no oculto este precepto, porque oímos de algunos. .. ya que es necesario que el alma humana esté siempre ocupada en algo; por eso es fuerza que los holgazanes padezcan ansiedad por las cosas ilícitas (1Th 4): "no entienden en otra cosa que en indagar lo que no les importa", eslo es, se entremeten en negocios ajenos. "Los deseos consumen al perezoso" (Pr 21,25). Luego aplica el remedio: "pues a estos tales", primero, de parte de los culpables; segundo, de parte de los demás. Dice pues: "a estos tales los apercibimos" severamente, como prelado, "y rogamos" caritativamente, como padre suyo, que "su pan", no el ajeno, sino el que se les debe, es a saber, el que han ganado en buena ley, "con silencio", esto es, sin alborotar el cotarro, discurriendo de casa en casa, "se lo coman" (Is 30).

-"Pero vosotros". De parte de los no culpables aplica doble remedio: que no cesen de hacer bien, que corrijan a esos alborotadores. Dice pues: "pero vosotros", como si dijera: aunque esos flojos abusen, no ceséis de hacer el bien (Ga 4). Y esto es necesario, aunque trabajasen con sus manos y no les faltase nada, porque es indispensable socorrer a otros.

Luego, al decir: "y si alguno no obedeciere", insinúa que lo corrijan y muestra, júnto con el efecto de la pena, el modo de castigarlo y el fin que se propone. Por orden pone primero la culpa, segundo su manifestación, tercero su castigo. La culpa es la desobediencia; por eso dice: "y si no obedeciere" (I Reyes XV). La manifestación y la convicción pónense al decir: "tildadle al tal por carta", esto es, dadlo a conocer, mas después de indagar la verdad, como Job dice, diíigentísimamente (Jb 29). Su pena es la sentencia de excomunión; de donde dice: "y no converséis con é!" (1Co 5). Advertid aquí que la excomunión se le inflige por desobediencia; pero antes debe estar convicto. Por eso dice: "si no obedeciere, advertídmelo por carta", esto es, hacédmelo saber, para que sea castigado; vosotros entretanto "no os metáis con él"; mas el efecto de la pena es para que se avergüence y con esto vuelva sobre sí (Si 4). El fin y la intención ha de ser su corrección, que es lo que busca la caridad; de donde dice: "mas no le miréis como a enemigo", pues no ha de corregírsele por sed de venganza, sino por amor de caridad; como si dijera: si evitáis su compañía, que no sea por odio nacido de enemistad. "Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian" (Mt 5). Por eso dice: "sino corregidlo como a hermano"; en lo cual se muestra la caridad (Ps 132).

Por último, al decir: "así, el mismo Señor", concluye la carta y acaba con la salutación, que es como el sello de la carta, y les desea los dones de Dios y al mismo Dios. Cuanto a lo primero dice: "el mismo Señor de la paz". Llámase Dios de paz respecto de 2 cosas, porque la paz consiste en 2 cosas, a saber: que el hombre concuerde consigo mismo y con otros; y ni una ni otra cosa puede suficientemente lograrse sino en Dios; pues respecto de sí no concuerda para sí consigo, cuando lo que según uno se apetece es bastante, y por lo que mira a todos, que no puede ser otra cosa si no es Dios, "que sacia de bienes tu vida" (Ps 102,5). Porque otras cosas, fuera de Dios, no bastan para satisfacer a todos, pero Dios sí basta (Jn 16).

Asimismo los hombres no se unen entre sí sino por un lazo común que los júnta, y éste mayormente es Dios. Por eso dice: "el Dios de la paz os dé" no la paz temporal, sino "la eterna", esto es, la espiritual, que aquí comienza y allí se consuma (Ps 147). Y esto "en todo lugar" y en todo el mundo entre los fieles.

Cuanto a lo segundo dice: "el Señor esté con todos vosotros", porque si a El no se le tiene por la fe y la caridad, ninguna otra cosa se tiene bien. "La salutación de mi propio puño". Esto lo dice por los infieles que adulteraban sus cartas (Ga 6). "Lo cual sirve de contraseña en toda carta mía". "La gracia", esto es, don gratuito de Dios, que os hace agradables a Dios, "sea con todos vosotros. Amén" (Jn 1).





Aquino: 2 Tesalon. 6