Aquino - COLOSENSES 13

13
(
Col 3,8-11)

Lección 2: Colossenses 3,8-11


Los exhorta a despojarse del hombre viejo, para que su vida sin tacha resplandezca más.

8 Mas ahora dad ya de mano a todas esas cosas: a la cólera, al enojo, a la malicia, a la maledicencia, y lejos de vuestra boca toda palabra deshonesta.
9 No mintáis los unos a los otros; en suma, desnudaos del hombre viejo con sus acciones,
10 y vestios del nuevo, de aquel que por conocimiento de la fe se renueva según la imagen del que le crió,
11 para con el cual no hay distinción de gentil y judío, de circunciso y no circunciso, de bárbaro y escita, de esclavo y libre, sino que Cristo es todo y está en todos.

Arriba instruyó el Apóstol a los fieles contra los vicios carnales, aquí contra los vicios espirituales, primero por medio de una instrucción general y luego por partes.

Dice pues: algún tiempo anduvisteis envueltos en esos vicios, pero "dad ya de mano a todos ellos", no sólo a los vicios carnales, sino a todos: "a la malicia, mentiras, envidias, maledicencias" (1P 2). Distingue 2 clases de vicios espirituales: de corazón y de boca. En primer lugar la ira, que no se compadece con la justicia de Dios (Jc 1,20), y que hay que arrancarla del corazón. En segundo la indignación, que nace de la ira y acontece cuando uno juzga a otro por indigno de lo que tiene o de que se le compare a otro (Is 27). La malicia, que a éstas dos se sigue y sucede cuando uno maquina inferir un mal al prójimo. (Jc 1)

Pone después los pecados de la lengua, que son de 3 clases, según que miren a Dios, a sí mismo o al prójimo, pues por estos pecados se señala un desorden mental; y primero en comparación de Dios, y es la blasfemia. "Saca ese blasfemo fuera del campamento, y todos los que lo oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo todo el pueblo" (Lv 24,14). Y así cualquier blasfemia es pecado mortal. Pero ¿y si de repente? Respondo: si de repente de manera que no tenga tiempo de reflexionar que blasfema, no comete pecado mortal; pero yo pienso que por muy de repente que sea, si advierte que dice palabras blasfemas, peca mortalmente. La segunda ciase designa un desorden en la concupiscencia: "toda palabra deshonesta". "No salga de vuestra boca ninguna palabra mala" (Ep 4). La tercera un desorden contra el prójimo, la mentira. "El que la dice no escapará" (Pr 19).

-"Desnudaos del hombre viejo con sus acciones". Esta es la razón de por qué han de evitarse los antedichos vicios, porque para vestir la novedad hay que desvestirse de la vejecía. "Nadie echa un remiendo de paño nuevo a un vestido viejo" (Mt 9,16). De modo que primero dejar lo viejo para tomar lo nuevo. Dice pues: "dad de mano" desnudándoos del hombre viejo, que con el pecado va haciendo callo. "Ahora bien lo que se da por anticuado y viejo, cerca está de quedar abolido" (He 18,13). Esta vetustez alinda con la corrupción, ya que el pecado es su camino. Asimismo por el pecado se pierde la virtud y la belleza espiritual, y esta vetustez la introdujo el pecado de nuestros primeros padres (Rm 5). Así pues, entendamos por hombre viejo la vetustez del pecado. "Nuestro hombre viejo fue crucificado juntamente con El, para que sea destruido en nosotros el cuerpo del pecado, y ya no sirvamos más al pecado" (Rm 6,6). -Desnudaos de ese hombre viejo "con sus acciones", "según el cual habéis vivido en vuestra vida pasada, el cual se vicia siguiendo la ilusión de las pasiones" (Ep 4,22).

El hombre nuevo es el alma renovada interiormente, porque el hombre, antes del advenimiento de la gracia, interiormente tiene el alma sometida al pecado, y se renueva cuando la gracia lo repara (Ps 102). "En Cristo Jesús no hay circuncisión ni prepucio que valga, sino la nueva criatura" (Ga 6), esto es, la gracia renovadora, aunque permanezca todavía con sus ajes de vejecía; pero si te atienes al sentir del hombre nuevo, ya te vistes; o de la decrepitud de la carne envejecida, si codicias condescendiendo a sus deseos. "Revestios del hombre nuevo, que ha sido criado conforme a la imagen de Dios en justicia y santidad verdadera" (Ep 4,24).

-"Y vestios del nuevo", que ahora describe mostrando el modo, el dónde, el cuanto a qué de su renovación. Así pues, el hombre interior que envejeció por ignorar a Dios, cobra nueva vida creyendo y conociendo a Dios. "Somos transformados en la misma imagen de Jesucristo, avanzando de claridad en claridad, como iluminados por el Espíritu del Señor" (2Co 18). Pero ¿en dónde se hace esta renovación? Allí, es a saber, donde está la imagen de Dios, que no es ninguna de las potencias de la parte sensitiva, sino en la mente. Por eso dice: "según la imagen", esto es, la misma de Dios, que ha sido renovada en nosotros, "según la imagen del que le crió" Dios. Dícese nuevo hombre creado, porque el alma racional no se nos comunica por vía de generación, sino que es inmediatamente creada por Dios.

-"Para con el cual no hay distinción", quiere decir, esta innovación es común a todos; de otra suerte no le tocaría al hombre como tal; y esto porque se hizo conforme a una traza que conviene a todos. Y aquí cabe una quíntuple distinción entre los hombres: una según el sexo, que aquí no tiene lugar: "donde no hay macho y hembra", porque no difieren según el alma, sino según el sexo del cuerpo. Otra por naciones, que aquí queda también excluida: "Gentil y Judío"; porque éstos son de los fieles, aquéllos de los infieles, mas ambos, con todo eso, de mente racional. "¿Acaso es sólo Dios de los Judíos? ¿No lo es también de los Gentiles?" (Rm 3) Una tercera según un rito propio y determinado, porque unos profesaban su fe en la ley, y otros no tenían el mismo rito; pero "uno mismo es el Señor de todos" (Rm 10,12). Otra cuarta según la lengua: "Bárbaro y Escita". Escita es el habitante de las regiones septentrionales; bárbaro quiere decir extranjero; de donde los bárbaros son como extraños. Y simplemente es bárbaro el que trata a otro hombre, en cuanto hombre, en cuanto racional, como si nada tuviese que ver con él. Por tanto son bárbaros los que no se gobiernan por razón y ley, y por tanto naturalmente son siervos; mas en Cristo no hay esa diferencia, porque, aunque no tengan derecho civil, tienen con todo la ley de Cristo. Otra según la condición, y es la quinta, porque unos son siervos y otros libres; pero en Cristo son todos semejantes; "el pequeño y el grande ahí están" (Jb 3). Luego en Cristo no hay esas diferencias, "sino todo y en todos Cristo", pues no hay circuncisión que valga sino por Cristo, ni libertad sino por Cristo. Si no eres libre, Cristo es tu libertad. Si no estás circuncidado, tu circuncisión es Cristo, y dígase lo propio de lo demás. "Y en todos", porque a todos reparte sus beneficios.


14
(
Col 3,12-17)

Lección 3: Colossenses 3,12-17

Lanza a los Colosenses al ejercicio de las virtudes, sobre todo a la mutua caridad.Traducción:

12 Revestios, pues, como escogidos que sois de Dios, santos y amados, revestios de entrañas de compasión, de benignidad, de humildad, de modestia, de paciencia;
13 sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro; así como el Señor os ha perdonado, así lo habéis de hacer también vosotros.
14 Pero sobre todo mantened la caridad, la cual es el vínculo de la perfección,
15 y la paz de Cristo triunfe en vuestros corazones, a la cual fuisteis asimismo llamados para formar un solo cuerpo, y sed agradecidos.
16 La palabra de Cristo tenga en abundancia su morada entre vosotros, con toda sabiduría, enseñándoos y animándoos unos a otros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando de corazón, con gracia o edificación las alabanzas a Dios.
17 Todo cuanto hacéis, sea de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, dando por medio de El gracias a Dios Padre.

En las dos lecciones anteriores indujo el Apóstol a los fieles a evitar lo malo, aquí los induce a practicar lo bueno, primero en obras de particulares virtudes; segundo en obras de virtudes que hacen cabeza y dan a las almas su perfección; les recuerda su condición y añade un catálogo cíe virtudes. Dice pues: si os habéis vestido del hombre nuevo, debéis revestiros sus partes, es a saber, las virtudes. "Dejemos, pues, las obras de las tinieblas ,y revistámonos de las armas de la luz" (Rm 13,12), que nos las revestimos efectivamente cuando lo que parece de fuera está adornado de virtudes. Pero ¿de cuáles? porque de un modo se visten los soldados, de otro los sacerdotes. Luego, "como escogidos que sois de Dios, santos y amados", revestios los vestidos que más dicen con vuestra condición. Cada palabra tiene su énfasis; porque escogidos indica la remoción de lo malo; santos, el don de la gracia. "Fuisteis lavados, fuisteis santificados" (1Co 6,11 Lv 11 Lv 19); amados pertenece a la preparación de la gloria futura. "Los amó hasta el fin", es a saber, en orden a la vida eterna. Y -describe aquí los vestidos que nos protegen en tiempo de adversidad y de prosperidad (2Co 6). En tiempo de prosperidad, debemos algo, en primer lugar la misericordia con el prójimo. Por eso dice: "entrañas de misericordia" (Lc 1 Ph 12), que dimana del afecto. Por consiguiente, para con todos habrá que tener benignidad, que es algo así como buena igneidad o fogosidad; ya que el fuego derrite lo húmedo y lo hace correr. Si tuvieres ese fuego bueno, lo que en ti hubiere de húmedo lo disolverá y derretirá. Y ésta es obra del Espíritu Santo (Sg 1 Ep 4). Debes también ser humilde de corazón, y tanto más cuanto mayor seas (Si 3); y por fuera debes guardar la modestia, que pone coto para no desmandarse en la prosperidad Ph 3).

Eso en la prosperidad; en la adversidad hay que valerse de otras 3 armas, a saber, de la paciencia, cuyo papel es impedir que por la adversidad se aparte el alma del amor de Dios y del recto sendero de la justicia. "Mediante vuestra paciencia salvaréis vuestras almas". Mas porque sucede algunas veces que, aunque alguno, cuanto está de su parte, no se desvíe de la justicia, con todo eso, no puede soportar la índole siniestra de sus prójimos, por eso dice: "sobrellevándoos unos a otros", como el santo Lot "entre gentes que cada día sin cesar atormentaban su alma pura con obras detestables" (2P 2,8); "y así, nosotros, como más fuertes en Fa fe, debemos soportar las flaquezas de los menos firmes" (Rm 15,1). Asimismo la condonación o perdón: "perdonándoos mutuamente" (2Co 2). Perdona la injuria el que no guarda rencor ni procura mal al prójimo; mas si llegare el caso de castigar, habrá entonces que echar mano de la vara o azote. Y añade la razón: "así como el Señor os ha perdonado". "Un hombre conserva encono contra otro hombre, ¿y pide a Dios la salud?" (Si 28,3 Mt 18)

Indúcelos luego a las virtudes que hacen cabeza y dan la última mano a otras, diciendo: "pero sobre todo"; y la que descuella como reina sobre todas es la caridad, y entre los dones la sabiduría. La caridad da su forma a todas las virtudes, y la sabiduría las dirige. Induce, pues, primero a tener caridad y a participar después de sus efectos. Dice pues: sobre todo revestios de caridad, que está por encima de las otras virtudes enumeradas, como se dice en I Co. 13. "Sobre todo", esto es, más que todo, porque es el fin de todas las virtudes (1Tm 1). O hemos de tener caridad, porque está por encima de todo lo demás (1Co 12); ya que sin ella no tiene ningún valor, y es figura suya la túnica inconsútil. Añádase la razón de por qué tenerla, a saber, porque "es vínculo". Según la Glosa, todas las virtudes dan al hombre su perfección, pero la caridad las enlaza y traba entre sí y mantiene en un mismo estado, y por eso se dice vínculo. O por su naturaleza es vínculo, porque es amor, que une al amante con el amado (Os 11). Mas añade: "de perfección"; que una cosa, ya unida a su fin último, es a saber, a Dios, ha llegado a su perfección; y esto lo hace la caridad.

A renglón seguido exhorta a practicar esa caridad diciendo: "y la paz"; y entreverando entre líneas el tercer acto, el gozo, pone explícitamente los otros dos, es a saber, la paz y la gratitud. Dice pues: "y la paz de Cristo". De la caridad se origina inmediatamente la paz, que es, según San Agustín, la tranquilidad en el orden, establecido para sí por Dios, y esto lo hace la caridad; que quien ama a otro tiene con él una misma voluntad. "Gozan de mucha paz los que aman tu ley, Señor" (Ps 118) - "Regocíjese", porque efecto de la caridad es el gozo, que se sigue de la paz. "Los que se ocupan en designios de paz se bañarán en gozo" (Pr 12,20). Pero no dice simplemente paz, porque está la del mundo, que no vino Dios a traer, sino la de Cristo, la que hizo entre Dios y el hombre (Mc 9); la que anunció: "la paz sea con vosotros" (Lc 24); que debéis tener, pues "para esto os ha llamado Dios", para vivir en paz. Y esto es lo que añade: "en un solo cuerpo", esto es, para que forméis un solo cuerpo. El otro efecto es para que seáis agradecidos; por eso se sigue: "y sed agradecidos", "porque la esperanza del ingrato, como la escarcha del invierno se deshará, y desaparecerá como agua perdida" (Sg 16,29).

Después diciendo: "la palabra de Cristo", los exhorta a ser sabios, y les enseña el origen y el uso de la sabiduría; porque para tenerla verdadera es necesario considerar su origen. Por eso, dice: "la palabra de Cristo"; "el Verbo de Dios en las alturas es la fuente de la sabiduría" (Si 1,5). Luego de la palabra de Cristo habéis de sacarla; "pues tal debe ser vuestra sabiduría y cordura delante de las gentes" (Dt 4,6); "el cual fue constituido por Dios para nosotros por sabiduría" (1Co 1,30). Pero algunos no tienen la palabra y, por consiguiente, ni la sabiduría. Por eso dice: "tenga su morada". "Ponías como collar en tu garganta, y estámpalas en las telas de tu corazón" (Pr 3,3). Algunos se contentan con cualquier migaja de la palabra de Cristo; pero el Apóstol quiere que la tengamos a reventar. Por eso dice: "con abundancia". "Poderoso es Dios para colmaros de todo bien; de suerte que contentos siempre con tener en todas las cosas todo lo suficiente, estéis sobrados para ejercitar toda especie de buenas obras" (2Co 9,8). Y añade: "con toda sabiduría", esto es, debéis estudiar para aprender todo lo concerniente a la sabiduría de Cristo. "Nada de cuanto os era provechoso he omitido de anunciároslo y enseñároslo" (Ac 20,20). Por el contrario, "como un vaso roto, así es el corazón del fatuo; no puede retener ni una gota de sabiduría" (Si 21,17).

El uso de esta sabiduría es triple, a saber, de instrucción, de devoción, de dirección. La instrucción es doble: para conocer lo verdadero y lo bueno. De donde dice, para lo primero: "enseñándoos", como si dijera: tenga su morada con tal abundancia en vosotros que por esa palabra estéis al cabo de todo; que "toda escritura inspirada de Dios es propia para enseñar, para convencer, para corregir" (2Tm 3,16). Y para lo segundo, lo bueno, dice: "y animándoos unos a otros", esto es, exhortándoos a las buenas obras (2P 1). Cuanto al uso de la devoción dice: "con salmos, con himnos". Los salmos son indicio del ánimo alegre, que se regocija por sus buenas obras. "Alabad al Señor con voces jubilosas" (Ps 148). El himno es una alabanza con cánticos (Ps 148). - "y cánticos espirituales", porque todo lo que hacemos debemos enderezarlo a los bienes espirituales, a las promesas eternas y a la reverencia de Dios. Por eso dice: "en los corazones", y no sólo en los labios: "cantaré salmos con el espíritu, pero también con la mente" (1Co 14,15); "este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está muy lejos de Mí" (Is 29).

Y añade: "con gracia", es a saber, reconociendo la gracia de Cristo y los beneficios de Dios. Los cánticos de la Iglesia cántanse principalmente con el corazón; pero también con la boca, para despertar el del corazón, y para los rudos y sencillos. En tercer lugar pone el uso de la dirección en la obra diciendo: "todo cuanto hacéis", porque es también una especie de obra la locución (1Co 10). Pero al contrario: esto o es mandato, o consejo; si mandato, peca el que no lo hace; pero venialmente cuando no lo hace; luego cualquiera que peca venialmente peca mortalmente. Respondo": unos dicen que esto es consejo, pero no es verdad. Lo que hay que decir es que no es fuerza que todo haya de referirse a Dios actualmente, sino habitualmente; porque el que obra contra la gloria de Dios y sus mandamientos obra contra este precepto; y pecando venial-mente no obra sin más, simpliciter, contra este precepto, ya que si no actualmente, habitualmente todo lo refiere a Dios.

15
(
Col 3,18-26)

Lección 4: Colossenses 3,18-26

Exhorta a los esposos a amarse mutuamente, y asimismo a los padres e hijos, amos y siervos, indícales cómo han de ejercitar este amor.

18 Mujeres, estad sujetas a los maridos, como es debido en lo que es según el Señor.
19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no las tratéis con aspereza.
20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al Señor.
21 Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos con excesiva severidad, para que no se hagan pusilánimes.
22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos temporales, no sirviéndoles sólo mientras tienen la vista sobre vosotros, como si no deseaseis más que complacer a los hombres, sino con sencillez de corazón y temor de Dios.
23 Todo lo que hagáis hacedlo de buena gana, como quien sirve a Dios, y no a hombres;
24 sabiendo que recibiréis del Señor la herencia del cielo por galardón; a Cristo Nuestro Señor es a quien servís;
25.mas el que obra mal llevará el pago de su injusticia, porque en Dios no hay acepción de personas.

Después de haber dado una instrucción general para todos, empieza aquí a poner una especial, y primero unas enseñanzas especiales enderezadas a cada uno de los estados en la Iglesia, y luego unas comunes para todos los estados respecto de ciertas condiciones. La primera parte se divide en 3, según las 3 conexiones por las que, según el Filósofo, se constituye una casa, una de las cuales es la del marido y su mujer; segunda, la del padre y el hijo; tercera, la del amo y el siervo; y cada una de ellas se divide en dos, según que exhorte a obedecer a los súbditos, o a los superiores a mandar con moderación. Dice pues: "Mujeres, estad sujetas… . como es debido", porque esta sujeción está ordenada por divina ley (Gn 3); y "en la iglesia guarden silencio"; pues no se les permite hablar, sino deben estar sujetas, como dice la ley; y la causa es porque gobernar toca a la razón, que la tienen más vigorosa los varones y, por consiguiente, el mando les concierne a ellos. Asimismo añade "en el Señor", porque todo lo ordenado para algún fin por último ha de referirse a Dios. Amonesta luego a los varones a que las amen, diciendo: "varones, amad a vuestras esposas", que es cosa natural, porque marido y mujer en cierta manera constituyen una misma cosa (Ep 5); y les prohíbe tratarlas con aspereza. "Ha perdido las fuerzas para hacer bien la que habita en la amargura" (Mi 1,12). "Toda amargura, ira y enojo, y gritería y maledicencia, con todo género de malicia, destiérrese de vosotros" (Ep 4,31).

A los hijos les dice que "obedezcan en todo" lo que no sea contra Dios. "Tuvimos a nuestros padres carnales que nos corrigieron, y los respetábamos" (He 12,9); mas si ordenasen algo contrario a Dios, entonces habrá de aplicarse lo que dice San Lucas: "si alguno viene a Mí, y no odia a su padre y a su madre" (14). Y aquello "porque es cosa agradable al Señor", esto es, en la ley del Señor, porque la ley de la caridad no destierra la de la naturaleza sino le da su perfección; y es de ley natural que el hijo se sujete al cuidado de su padre. "Honra a tu padre y a tu madre".

A los padres los instruye diciéndoles: "padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos" (Ep 6); y esto "para que no se hagan de ánimo encogido", es a saber, pusilánimes, y la razón es porque a los hombres difícilmente se les borra la impresión que de niños recibieron. Así que los que se crían en servidumbre es natural sean siempre de ánimo apocado; razón por la cual, dice un escritor, los hijos de Israel no fueron llevados luego a la tierra de promisión porque se habían criado en la servidumbre y no hubiesen tenido arrestos para pelear contra sus enemigos (Is 35).

A los siervos los amonesta a obedecer, les explica por qué y quita de en medio un reparo a su obediencia, que pudiera ofrecerse, caso que el amo los tratase a injurias. Cuanto a lo primero los exhorta a la obediencia y Íes señala el modo. Dice pues: "siervos", según la condición carnal, "obedeced en todo", a saber, lo que no sea contra Dios, "no tan sólo a los buenos y apacibles, sino también a los de recia condición" (1P 2,18), y "han de considerar a sus señores como dignos de todo respeto" (1Tm 6,1).

El modo de obedecer lo señala diciendo: "no sirviéndoles sólo mientras tienen la vista sobre vosotros", e indica dos diferencias: primera, que se obedezca sencillamente y sin engaño; segunda, que de grado, no por fuerza. Dice pues; "no al ojo", cuando puede verlo el amo (Ep 6); "como si no deseaseis más que complacer a los hombres", porque no sirven de este modo sino para agradar a los hombres (Pr 11Rm 13; Ep 6). Y hay doble razón para servir con buena voluntad, una de parte del galardón y otra de parte de la devoción. Por eso dice: servid con prontitud, porque "recibiréis del Señor la herencia del cielo por galardón" (Ps 15 Ep 6).

Fue opinión de algunos que el acto de justicia no es meritorio porque es debido -y así lo parecía el servicio del esclavo-, y no es meritorio dar a cada uno lo que es suyo. Pero es de saber que por el hecho de hacerlo de grado, con eso ya pones algo tuyo, porque a tu arbitrio está querer o no querer, y así es meritorio. Mas los siervos dan su servicio, como cosa debida, a su señor; por consiguiente, lo hacen de grado para obtener su premio. Pero servidlos de tal manera que no por eso os apartéis de. Dios. Otra razón es porque así servís a Cristo, el Señor (Rm 12). Les quita, por último, un reparo; pues pudiera decir el siervo: ¿cómo podré servirle al que me hace agravio? Por eso dice: no te toca a ti vengarte, quitándole lo que es suyo, sino espéralo del que puede hacerlo, porque "el que obra mal llevará el pago de su injusticia", "siendo como es forzoso que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo para que cada uno reciba el pago debido a las buenas o malas acciones que habrá hecho mientras ha estado revestido de su cuerpo" (2Co 5,10); "porque en Dios no hay acepción de personas" (Ep 6 Ac 10).

A los amos les enseña cómo han de portarse con sus siervos; les da doctrina y razón de ella: "sabiendo que también vosotros tenéis un amo en el cielo". De dos modos puede excederse el amo con sus siervos, es a saber, haciendo contra ellos lo que la ley justa prohíbe, porque según ella no es lícito al amo encarnizarse en el siervo. Por eso dice: "tratad a los siervos según lo que dicta la justicia". Asimismo si exigiese todo lo debido; lo que suaviza entre cristianos la mansedumbre. Por eso dice: "y la equidad" (Jb 31). Finalmente, al decir: "sabiendo que también vosotros tenéis un amo en el cielo", da el por qué de ese modo de proceder: porque así como tú te portes con ellos, así se portará el Señor contigo.


Capítulo 4

16
(
Col 4,1-17)

Lección 1: Colossenses 4,1-17

Les manda San Pablo que rueguen por él, quiere que los de la iglesia de Laodicea lean esta carta y termina, según su costumbre, sellándola con la gracia de Cristo

Traducción:

2 Perseverad en la oración, velando en ella y acompañándola con acciones de gracias;
3 orando juntamente por nosotros, para que Dios nos abra la puerta de la predicación, a fin de anunciar el misterio de Cristo (por cuya causa estoy todavía preso),
4 y para que yo le manifieste de la manera con que debo hablar de. El.
5 Portaos sabiamente con aquellos que están fuera de la Iglesia, resarciendo el tiempo perdido.
6 Vuestra conversación sea siempre con agrado, sazonada con la sal de la discreción, de suerte que acertéis a responder a cada uno como conviene.
7 De todas mis cosas os informará Tíquico, mi carísimo hermano, y fiel ministro, y consiervo en el Señor,
8 al cual he enviado a vosotros expresamente para que se informe de vuestras cosas, y consuele vuestros corazones,
9 juntamente con Onésimo, mi muy amado y fiel hermano, el cual es vuestro compatriota. Estos os contarán todo lo que aquí pasa.
10 Salúdaos Aristarco, mi compañero en la prisión, y Marcos, primo de Bernabé, acerca del cual os tengo ya hechos mis encargos; si fuere a vosotros recibidle bien; os saluda también Jesús, por sobrenombre Justo: éstos son de los circuncisos, y ellos son los que me ayudan a anunciar el reino de Dios, y me han servido de consuelo.
12 Salúdaos Epafras, el cual es de los vuestros, siervo fiel de Jesucristo, siempre solícito en rogar por vosotros en sus oraciones, para que seáis perfectos, y conozcáis bien todo lo que Dios quiere.
13 Pues yo soy testigo de lo mucho que se afana por vosotros, y por los de Laodicea y de Hierápolis.
14 Salúdaos el muy amado Lucas, médico, y también Demas.
15 Saludad vosotros a los hermanos de, Laodicea, y a Nimfas, y a la iglesia que tiene en su casa.
16 Leída que sea esta carta entre vosotros, haced que lo sea también en la iglesia de Laodicea; como el que vosotros asimismo leáis la de los laodicenses.
17 Finalmente decid a Arquipo: considera bien el ministerio que has recibido en nombre del Señor, a fin de desempeñar todos sus cargos.
18 La salutación va de mi propia mano. Pablo. Acordaos de mis cadenas. La gracia sea con vosotros. Amén.

Arriba dio especiales enseñanzas para cada estado; aquí para todos pero a visos diferentes; y muestra respectivamente cómo han de portarse ellos con otros, mayormente infieles, y otros con ellos, y para con él, su apóstol y prelado. Cuanto a lo primero los incita universalmente a orar y a que oren por él. La oración ha de tener 3 cualidades: que sea asidua, agradecida, vigilante, a) Asidua, como dice: "insistid en la oración", esto es, orad con perseverancia (1Th 5 Lc 18). b) Vigilante, para que el alma no se sienta oprimida; como Jesucristo que "pasó toda la noche haciendo oración a Dios" (Lc 6,12 1P 4) c) Agradecida, esto es, en hacimiento de gracias; de otra suerte no merece se le hagan nuevos beneficios, si fuese ingrato a los recibidos. De donde: "en hacimiento de gracias" Ph 4 1Th 5).

Por consiguiente, les ruega pidan por él: "orando juntamente por nosotros" por ser cosa debida *que los súbditos oren por los prelados, ya que ellos los guardan y el bien de ellos es común a todos (2Th 3). Y esto "para que Dios nos abra la puerta", esto es, la boca, por donde sale la palabra del corazón, y que Dios dé gracia de anunciar dignamente su 'palabra. También con la operación algo grande se significa (Mt 5). Por eso añade: "a fin de anunciar". - "El espíritu es el que habla cosas misteriosas" (1Co 14,2). También necesito las oraciones, por requerirlo la palabra de Cristo; y padezco tribulaciones. Por eso hay que orar para que pueda hacerlo con libertad (2Tm 2); y de esta manera "para que abra", esto es, para que manifieste. 3 impedimentos puede tener la palabra: el temor; por eso dice: "por cuya causa estoy todavía preso". Lo subido del discurso, de suerte que los súbditos no entiendan cosa; por eso dice: "para que yo le manifieste". Lo desacomodado del tiempo o modo; por eso dice: "como conviene" (1Co 3 Lc 12).

Por consiguiente, cuando dice: "sabiamente", muestra cómo han de portarse con los extraños en el trato y conversación. Dice pues: "portaos sabiamente con aquellos que están fuera", esto es, los infieles; con sabiduría, esto es, sabiamente; "porque Dios solamente ama al que mora con la sabiduría" (Sg 7,28). Y la causa es "resarcir el tiempo perdido". Resarce uno o redime su vejación cuando, para evitarla, renuncia a lo que le toca de derecho. Estos padecían vejaciones de los infieles; por eso quiere que sabiamente renuncien a defenderse de ellas, "llevando una vida ajustada entre los gentiles". Asimismo les enseña cómo han de hablar: que su palabra sea agradable; de donde dice: "vuestra conversación sea siempre con agrado". - "La palabra dulce vale mucho en un hombre virtuoso" (Si 6,5). Que sea discreta: "sazonada con la sal de la discreción". Por la sal entiéndase la discreción, porque sazonado con ella todo manjar es sabroso; y así toda acción indiscreta es insípida y desordenada (Mt 9). Y esto "para que acertéis a responder a cada uno como conviene"; pues no se ha de responder del mismo modo a los sabios que a los necios. "No respondas al necio imitando su necedad, para que no te hagas semejante a él" (Pr 26,4). "Prontos siempre a dar satisfacción a cualquiera que os pida razón de la esperanza en que vivís" (1P 3,15).

Trata luego de lo que otros hacen con ellos: "de mis cosas": sus enviados y los que con él se quedan. Y el legado que les envía es descrito por 3 notas: el amor, "queridísimo hermano", es a saber, por la caridad, que hace a un hombre más precioso que el oro (Is 13); la fe: "fiel en el ministerio" (1Co 4); la humildad: "consiervo", a saber, en la ejecución del ministerio; pero "en el Señor"; porque el prelado ha de buscar el provecho de los que tiene a su cargo y de Dios la honra. Y ¿para qué es enviado? Para conocer en qué estado se hallan los súbditos (Gn 37 1S 17), y para consolarlos. "Tengo muchos deseos de veros, a fin de comunicaros alguna gracia espiritual, con la que seáis fortalecidos" (Rm 1,11), esto es, para al mismo tiempo consolarme con vosotros. Con la misma comisión fue enviado el Señor por el Padre: "para consolar a todos los que lloran" (Is 61). Asimismo les comunica que ya acompañado de Onésimo: "éstos os contarán todo lo que aquí pasa": lo vuestro para corregirlo, lo mío para ejemplo vuestro.

Luego les dice que los saludan los que están con él, y por la carta está bastante claro. "Acerca del cual os tengo ya hechos mis encargos". En Hechos 13 se cuenta que, habiéndose embarcado para Chipre, un cierto Juan Marcos se les agregó, pero de suerte que se apartó y nuevamente se les volvió a ¡untar. Mas Pablo no lo quiso recibir, sí Bernabé, y esto fue causa de que se apartasen uno de otro. Por eso escribió el Apóstol a los Colosenses que no recibiesen a Marcos; pero ahora les escribe que lo reciban, porque ya estaba convertido. A eso se refiere "acerca del cual os tengo hechos mis encargos", o a Bernabé.

"Y Jesús, por sobrenombre Justo", que era un varón de santa vida y por eso le dicen justo. "Estos son de los circuncisos", enviados a predicar el Evangelio de Cristo. "Mas ¿qué importa? Con tal que de cualquier modo Cristo sea anunciado" Ph 1,18). Y así primero pone a los Gentiles, luego a los judíos. "Epafras, que es de los vuestros", porque era de Asia. Y para esto os saludan, "para que seáis perfectos" "y llenos", esto es, de todo lo concerniente al conocimiento de la voluntad de Dios. Asimismo pone a Lucas, que no fue judío de nacimiento, como parece, porque fue Antioqueno, médico de profesión, a quien nombra especialmente, porque gozaba de buena fama en la Iglesia, por el Evangelio que escribió, cuando aún vivía el Apóstol.

Dice por último: "saludad"; les indica a quién han de saludar, y primero a los de otra iglesia, luego a los de la suya. De donde consta que escribió otras cartas: ésta que aquí se menciona, de los Laodicenses, y una tercera a los Corintios, porque en la I, V, dice así: "os tengo escrito en una carta: no tratéis con los deshonestos". Si no están en el Canon es por 2 razones: porque no constaba de su autoridad', que acaso estaban adulteradas y habían perecido en las iglesias; o porque su contenido no era diferente del de éstas.

"Y decid a Arquipo". Era prelado suyo y manda lo amonesten y le digan: "considera bien el ministerio que has recibido, a fin de desempeñar todos sus cargos" (2Tm 4); que entonces cumple uno con él cuando lleva a efecto el encargo para que lo recibió. Mas parece que no toca al súbdito amonestar al prelado (Ex 19). Digamos que reprender y vituperar sin el debido respeto está prohibido, mas amonestar con caridad puede hacerse, como lo hizo Pablo con Pedro. Pero ¿por qué no le escribió al prelado? Porque a! prelado lo ordenan para servir a la Iglesia, y no al contrario.

"La salutación va de mi propia mano". Era costumbre del Apóstol hacer que otro escribiese toda la carta; pero al fin ponía algo de su puño y letra, como en 2Th 3, y aquí, para que no fuesen engañados. Y dice: "acordaos de mis cadenas", porque estaba preso en Roma y porque Santiago dice: "tomad, hermanos, por ejemplo de paciencia en los malos sucesos y desastres a los profetas, que hablaron en el nombre del Señor" (Jc 5,10); y en He 13,7: "acordaos de vuestros prelados, los cuales os han predicado la palabra de Dios, cuya fe habéis de ¡mirar, considerando el fin dichoso de su vida". Y concluye deseándoles todo bien: "la gracia de Nuestro Señor Jesucristo", a quien sea la alabanza y !a gloria, ahora y por siempre. Amén.



Aquino - COLOSENSES 13