Juan Avila - Audi FIlia
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Tisch


9999 SAN JUAN DE ÁVILA
LIBRO ESPIRITUAL
sobre el verso AUDI, FILIA, ET VIDE, ETC.

APROBACION DEL PADRE BARTOLOME DE ISLA
BARTOLOME DE ISLA.
************************************************************ PROLOGO DEL AUTOR
AL CRISTIANO LECTOR

BREVE SUMA DE TODO LO QUE SE TRATA EN ESTE LIBRO
1 CAPITULO PRIMERO: En que se trata cuánto nos conviene oír a Dios;
2 CAPITULO 2: Que no debemos oír el lenguaje del mundo y honra vana;
3 CAPITULO 3: De qué remedios nos habernos de aprovechar para desapreciar la honra vana del mundo, y de la grande fuerza que Cristo da para la poder vencer.
4 CAPITULO 4: En qué grado y por qué fin es lícito desear la humana honra; y del grandísimo peligro que hay en los oficios honrosos y de mando.
5 CAPITULO 5: De cuánto debemos huir los regalos de la carne; y cómo es peligrosísimo enemigo; y de que medios nos habernos de aprovechar para vencerlo.
6 CAPITULO 6: De dos causas de las tentaciones sensuales; y que medios habernos de usar contra ellas cuando nacen de la impugnación del demonio.
7 CAPITULO 7: De la grande paz que Dios nuestro Señor da o los que varonilmente pelean contra este enemigo; y de lo mucho que conviene para lo vencer huir familiaridad de mujeres.
8 CAPITULO 8 Por qué medios suele engañar él demonio a los hombres espirituales con este enemigo de nuestra carne; y del modo que se debe tener para no dejarnos engañar.
9 CAPITULO 9: Que uno de los más principales remedios para vencer este enemigo es el ejercicio de la devota y ferviente oración,
10 CAPITULO 10: De muchos otros medios que debemos usar cuando este cruel enemigo nos acometiere con los primeros golpes.
11 CAPITULO 11: De algunas causas, allende de las dichas, por las cuales vienen algunos a perder la castidad,
12 CAPITULO 12: Que suele Dios castigar a los soberbios con permitir que pierdan la joya de la castidad, para humillarlos; y de cuánto conviene ser humildes para vencer aqueste enemigo.
13 CAPITULO 13: De otras dos peligrosas causas por las cuales suelen perder la castidad los que no las procuran evitar.
14 CAPITULO 14: De cuánto se debe huir la vana confianza de alcanzar victoria contra este enemigo con sola industria y trabajo humano,
15 CAPITULO 15: Como al Señor reparte el don de la castidad, no igualmente a todos;
16 CAPITULO 16: De cómo el don de castidad es concedido a algunas personas, no sólo en el interior del ánima, mas también en la sensualidad; y esto por una de dos maneras.
17 CAPITULO 17: En que se comienza a tratar de los lenguajes del demonio, y cuánto los debemos huir;
18 CAPITULO 18: De otro laso, contrario al pasado, que es la desesperación con que el demonio pretende vencer al hombre; y cómo nos habremos contra él.
19 CAPITULO 19: Da lo mucho que nos dio el Eterno Padre en darnos a Jesucristo nuestro Señor;
20 CAPITULO 20: De algunas cosas que suele traer el demonio contra el remedio ya dicho para desmayarnos;
21 CAPITULO 21: En que se prosigue la grandeza de la misericordia de Dios, que usa con los que le piden perdón de corazón. Es una consideración bastante para vencer toda desesperación.
22 CAPITULO 22: Donde se prosigue el tratar de la misericordia que el Señor usa con nosotros, venciendo su Majestad nuestros enemigos por admirable manera.
23 CAPITULO 23: Del grande mal que hace en el ánima la desesperación; y cómo conviene vencer este enemigo con espiritual alegría, y diligencia y fervor en el servicio de Dios.
24 CAPITULO 24: De dos remedios para cobrar esperanza en el camino del Señor;
25 CAPITULO 25: Cómo el demonio procura traer a desesperación poniendo tentaciones contra la fe y cosas de Dios; y de los remedios que habernos de usar contra estas tentaciones.
26 CAPITULO 26: Cómo pretende el demonio en las sobredichas tentaciones apartarnos de la devoción y buenos ejercicios;
27 CAPITULO 27: Que el vencimiento de las tentaciones dichas está más en tener paciencia para las sufrir, y esperanza del favor del Señor, que en la fuerza de querer hacer que no vengan.
28 CAPITULO 28: Del grande remedio que es contra las tentaciones buscar un confesor sabio y experimentado, a quien se dé entera cuenta y crédito;
29 CAPITULO 29: Cómo el demonio procura con miedos exteriores quitarnos de los buenos ejercicios;
30 CAPITULO 30: De muchas causas que hay para confiar que el Señor nos librará en toda tribulación, por grave que sea; y de dos significaciones que tiene esta palabra creer.
31 CAPITULO 31: Que lo primero que debemos oír es la verdad divina, mediante la fe, que es principio de toda la vida espiritual, y nos enseña cosas tan altas que exceden toda humana razón.
32 CAPITULO 32: De cuan conforme es a razón creer las cosas de nuestra fe, aunque ellas exceden toda humana razón.
33 CAPITULO 33: De cuan firmes, constantísimos y abonados testigos ha tenido nuestra fe, los cuales han puesto su vida por la verdad de ella.
34 CAPITULO 34: Que la vida perfecta de los que han creído nuestra fe es grande testimonio de su verdad; y de cuánto han excedido en bondad los cristianos a todas otras gentes.
35 CAPITULO 35: Que la propia conciencia del que quiere seguir la virtud le da testimonio de ser nuestra fe verdadera;
36 CAPITULO 36: Que la admirable mudanza de los corazones de los pecadores,
37 CAPITULO 37: De los muchos y grandes bienes que Dios obra en el hombre que sigue la perfecta virtud,
38 CAPITULO 38: Que si se pondera la virtud y grandeza de la obra del creer, hallaremos grande testimonio que testifique ser mucha razón que el entendimiento del hombre sirva a Dios con recibir su fe.
39 CAPITULO 39: En que se responde a la objeción que pueden poner contra nuestra fe, diciendo que enseña Dios cosas muy aitas.
40 CAPITULO 40: En que se responde a los que ponen por objeción para no recibir nuestra fe, que enseña de Dios cosas muy humildes o bajas;
41 CAPITULO 41: Que no sólo resplandece la gloria del Señor en las cosas humildes que la fe nos enseña de Dios, mas también nuestro grande provecho, valor y virtud.
42 CAPITULO 42: En que se prueba ser la verdad de nuestra fe infalible, así por parte de los que la predicaron, como de aquellos que la recibieron, y del modo con que fue recibida.
43 CAPITULO 43: Que es tanta la grandeza de nuestra fe,
44 CAPITULO 44: Que se deben al Señor muchas gracias por el don de la fe;
45 CAPITULO 45: Por qué el Señor ordenó salvarnos mediante la fe, y no por humana razón;
46 CAPITULO 46: Que la Escritura santa no se ha de declarar por cualquier juicio (seso, dijo el autor), sino por el de la Iglesia romana;
47 CAPITULO 47: De cuan terrible castigo es permitir Dios que uno pierda la fe; y cómo justamente es quitada a los que no obran conforme a lo que ella enseña.
48 CAPITULO 48: En que se prosigue más en particular lo ya dicho; y se declara lo que se requiere para entrar a leer y entender las divinas Letras y Doctores santos.
49 CAPITULO 49: Que no debemos ensoberbecernos viendo que otros pierden la fe que nosotros no habernos perdido, antes humillarnos con temor; y de las razones que para ello hay.
50 CAPITULO 50: De cómo suelen ser muchos engañados dando crédito a falsas revelaciones. Y declárase en particular en qué consiste la verdadera libertad de espíritu.
51 CAPITULO 51: De cómo nos habernos de haber para no errar en las tales ilusiones; y cuan peligroso sea el deseo de revelaciones o cosas semejantes.
52 CAPITULO 52: En que se ponen algunas señales de las buenas, y de las malas y falsas revelaciones o ilusiones.
53 CAPÍTULO 53: De la oculta soberbia con que suelen ser muchos gravemente engañados en el camino de la virtud. Y de cuan a peligro están los tales de ser enlazados en ilusiones del demonio.
54 CAPITULO 54: De algunas propiedades que tienen los que en el capítulo pasado dijimos ser engañados. Y de cuánto conviene recibir parecer ajeno; y de los males que trae el amor del propio juicio.
55 CAPITULO 55: Que debemos grandemente huir el propio parecer, y escoger persona a quien por Dios nos sujetemos para ser de ella regidos; y qué tal ha de ser ésta; y cómo nos habremos con ella.
56 CAPITULO 56: En que se comienza a declarar la segunda palabra del verso, y el cómo habernos de mirar las Escrituras;
57 CAPITULO 57: Que lo primero que ha de mirar el hombre es o SÍ mismo; y de la necesidad que tenemos del «propio conocimiento», y de los mates que nos vienen por falta de este conocimiento propio.
58 CAPITULO 58: Que debemos poner diligencia en el propio conocimiento; y en qué cosas lo podremos hallar; y que conviene tener un lugar apartado donde nos recoger un rato cada día.
59 CAPITULO 59: En que se prosigue el ejercicio para hallar el propio conocimiento; y de cómo nos habernos de aprovechar en la lección y oración.
60 CAPITULO 60: De cuánto aprovecha para el propio conocimiento la meditación de la muerte, y del modo del meditar en lo que toca al cuerpo.
61 CAPITULO 61: De lo que se ha de considerar en la meditación de la muerte acerca de lo que sucederá al alma, para aprovechar en el propio conocimiento.
62 CAPITULO 62: Que el cotidiano examen de nuestras faltas ayuda mucho para el propio conocimiento;
63 CAPITULO 63: De la estimación que habernos de tener de nuestras buenas obras, para no faltar en el propio conocimiento y verdadera humildad;
64 CAPITULO 64: De un provechoso ejercicio del conocimiento del ser natural que tenemos, para con él alcanzar la humildad.
65 CAPITULO 65: Cómo ejercitarnos en el conocimiento del ser sobrenatural de gracia aprovecha para alcanzar la humildad.
66 CAPITULO 66: En que se prosigue más en particular el sobredicho ejercicio, de que se ha tratado en el capítulo pasado.
67 CAPITULO 67: En que se prosigue el sobredicho ejercicio; y de la grande luz que el Señor, mediante él, suele obrar en las almas, con la cual conocen la grandeza de Dios y la nada de su pequeñez.
68 CAPITULO 68: En que se comienza a tratar de la consideración de Cristo nuestro Señor, y de los misterios de su vida y muerte;
69 AUDI, FILIA: Parte 3
CAPITULO 69: En que se prosigue lo dicho en el capítulo pasado, declarando de la Pasión de Cristo un lugar de los Cantares.
70 CAPITULO 70: Que es muy importante el ejercicio de la oración, y de los grandes provechos que de ella se sacan.
71 CAPITULO 71: Que la penitencia de los pecados es el primer paso para nos llegar a Dios, teniendo de ellos verdadero dolor y haciendo de ellos verdadera confesión y satisfacción.
72 CAPITULO 72: Que el segundo paso para nos llegar a Dios, es el hacimiento de gracias que le debemos dar por nos haber así librado;
73 CAPITULO 73: Del modo que se ha de tener en la consideración en la vida y Pasión de nuestro Señor Jesucristo.
74 CAPITULO 74: En que se prosigue más en particular el modo de considerar la vida de nuestro Señor Jesucristo, para que sea con más provecho.
75 CAPITULO 75: En que se dan algunos avisos necesarios para más aprovechar con el sobredicho ejercicio, y evitar algunos daños que en los ignorantes pueden suceder .
76 CAPITULO 76: Que el fin de la meditación de la Pasión ha de ser la imitación de ella; y cuál es lo primero y principio de cosas mayores que habemos de imitar.
77 CAPITULO 77: Que la mortificación de las pasiones es lo segundo que se ha de sacar de la meditación de la Pasión de Cristo; y cómo se ha de usar este ejercicio para sacar este admirable fruto.
78 CAPITULO 78: Que lo más excelente que habernos de meditar e imitar en la Pasión del Señor, es el amor con que por nosotros se ofreció al Eterno Padre.
79 CAPITULO 79: Del abrasado amor con que Jesucristo amaba a Dios y a los hombres por Dios;
80 CAPITULO 80: En que se prosigue la ternura del amor de Cristo para con los hombres, y lo que le causaba el interior dolor y cruz de su Corazón, que tuvo toda la vida.
81 CAPITULO 81: De otras provechosas consideraciones que se pueden sacar de la Pasión del Señor;
82 CAPITULO 82: De cuan atentamente nos oye y piadosamente nos mira el señor, si le sabemos manifestar nuestras Hagas con el dolor que se debe;
83 CAPITULO 83: De dos amenazas de que suele Dios usar, una absoluta y otra condicional; y de dos géneros de promesas, semejantes a las amenazas; y cómo nos habremos cuando sucedieren.
84 CAPITULO 84 De lo que es el hombre de su cosecha, y de los gran­des bienes, que tenemos por Jesucristo nuestro Señor.
85 CAPITULO 85: De cuan fuertemente clamó Cristo y clama siempre delante del Padre en nuestro favor;
86 CAPITULO 86: Del grande amor con que el Señor mira a los justos;
87 CAPITULO 87: De los muchos y muy grandes bienes que vienen a los hombres por mirar el Eterno Padre a la faz de Jesucristo su Hijo.
88 CAPITULO 88: Cómo se ha de entender que Cristo es nuestra justicia, para que no vengamos a caer en algún error,
89 CAPITULO 89: Que en los justos no queda el pecado, sino que en ellos es destruida la culpa, y quedan ellos limpios, y como tales, agradables a Dios.
90 CAPITULO 90: Que el conceder en los justos perfecta limpieza de pecados por los merecimientos de Jesucristo, no sólo no disminuye su honra, antes la manifiesta mucho más.
91 CAPITULO 91: Cómo se han de entender algunos lugares de la Escritura en que se dice que Jesucristo es nuestra justicia, o cosas semejantes, para mayor declaración de los capítulos precedentes.
92 CAPITULO 92: Que debemos grandemente huir la soberbia que se suele levantar de las buenas obras, viendo lo mucho que por ellas se merece;
93 CAPITULO 93: Que allanado el hombre y humillado con lo ya dicho en el capítulo pasado,
94 CAPITULO 94: Que del amor que tenemos a nosotros mismos habemos de sacar el amor que debemos tener a los prójimos.
95 CAPITULO 95: Que del conocimiento del amor que Cristo nos tuvo habemos de sacar el amor que debemos tener a los prójimos.
96 CAPITULO 96: De otra consideración que nos enseña mucho el cómo nos habernos de haber con los prójimos.
97 CAPITULO 97: Comiénzase a tratar de la palabra del verso que dice: «Olvida tu pueblo.»
98 CAPITULO 98: Que nos conviene mucho huir de la mala ciudad de los malos, que es el mundo, y de cuan mal trata a sus ciudadanos; y del espantoso fin que todos ellos tendrán.
99 CAPITULO 99: De la vanidad de la nobleza del linaje; y que no se deben gloriar de él los que quieren ser del linaje de Cristo.
100 CAPITULO 100: En que comienza a declarar la otra palabra, «Y olvida la casa de tu padre».

101 AUDI, FILIA: Parte 4
CAPITULO 101: De un ejercicio para negar la propia voluntad; y de la obediencia que se debe tener a los mayores;
102 CAPITULO 102: Que no todo lo que deseamos o pedimos se ha de llamar propia voluntad. Y cómo conoceremos lo que el Señor quiere de nosotros.
103 CAPITULO 103: En que se comienza a declarar la palabra que dice: «Y codiciara el Rey tu hermosura.»
104 CAPITULO 104: Que la dignidad de ser esposa de Jesucristo pide grande cuidado en todas las cosas; y del ejemplo que deben mirar en lo exterior y lo interior del ánima las que de ella quieren gozar.
105 CAPITULO 105: Que no debe desmayar a las doncellas la grandeza del estado, porque el Esposo, que es el Señor, da lo necesario;
106 CAPITULO 106: De cuatro condiciones que se requieren para ser una cosa hermosa; y cómo al alma que está en pecado le faltan todas cuatro.
107 CAPITULO 107: Cómo la fealdad del pecado es tan mala, que ningunas fuerzas naturales, ni Ley natural o de Escritura, bastaban a la quitar,
108 CAPITULO 108: Que Cristo nuestro Señor con su Sangre quita la fealdad del ánima y la hermosea;
109 CAPITULO 109: Que la sacra humanidad de Cristo fue figurada en la ropa del Sumo Sacerdote, y en el veto que Dios mandó hacer a Moisés;
110 CAPITULO 110: De cómo Cristo disimuló todas las cuatro condiciones de la hermosura por nos hacer hermosos; para lo cual se declara un lugar de Isaías.
111 CAPITULO 111: De las muchas y grandes maravillas que sacó el Señor de los mayores males que los hombres han hecho en matar a Cristo;
112 CAPITULO 112: De cuánta razón es que nosotros miremos a este hombre. Cristo, con los ojos que lo miraron muchos de aquellos a quien lo predicaron los Apóstoles, para quedar hermosos;
113 CAPITULO 113: En que se prosigue el modo como habernos de mirar a Cristo, y cómo era Él todo cuanto hay es hermoso;

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