IRIARTE -Fábulas literarias
Tomàas de Iriarte, Fàabulas. [Nota preliminar: Edición digital a partir de Colección de obras en verso y prosa de D. Tomás de Iriarte, T. I, Madrid, Impta. de Benito Cano, 1787 y Poetas líricos del siglo XVIII, ed. Leopoldo A. Cueto, BAE, LXIII, pp. 21-23, y cotejada con la edición crítica de Ángel Luis Prieto de Paula, Madrid, Cátedra, 1992.] www.cervantesvirtual.com
Prólogo: El elefante y otros animales.
El gusano de seda y la araña.
El oso, la mona y el cerdo.
La abeja y los zánganos.
Los dos loros y la cotorra.
El mono y el titiritero.
La campana y el esquilón.
El burro flautista.
La hormiga y la pulga.
La parietaria y el tomillo.
Los dos conejos.
Los huevos.
El pato y la serpiente.
El manguito, el abanico y el quitasol
La rana y el renacuajo.
La avutarda.
El jilguero y el cisne.
El caminante y la mula de alquiler
La cabra y el caballo.
La abeja y el cuclillo.
El ratón y el gato.
La lechuza.
Los perros y el trapero.
El papagayo, el tordo y la marica.
El lobo y el pastor
El león y el águila.
La mona.
El asno y su amo.
El gozque y el macho de noria.
El erudito y el ratón.
La ardilla y el caballo.
El galán y la dama.
El avestruz, el dromedario y la zorra.
El cuervo y el pavo.
La oruga y la zorra.
La compra del asno.
El buey y la cigarra.
El guacamayo y la marmota.
El retrato de golilla.
Los dos huéspedes.
El té y la salvia.
El gato, el lagarto y el grillo.
La música de los animales.
La espada y el asador
Los cuatro lisiados.
El pollo y los dos gallos.
La urraca y la mona.
El ruiseñor y el gorrión.
El jardinero y su amo.
Los dos tordos.
El fabricante de galones y la encajera.
El cazador y el hurón.
El gallo, el cerdo y el cordero.
El pedernal y el eslabón.
El juez y el bandolero.
La criada y la escoba.
El naturalista y las lagartijas.
La discordia de los relojes.
El topo y otros animales.
El volatín y su maestro.
El sapo y el mochuelo.
El burro del aceitero.
La contienda de los mosquitos.
La rana y la gallina.
El escarabajo.
El ricote erudito.
La víbora y la sanguijuela.
El ricacho metido a arquitecto.
El médico, el enfermo y la enfermedad.
El canario y el grajo.
El guacamayo y el topo.
El canario y otros animales.
El mono y el elefante.
El río Tajo, una fuente y un arroyo.
El caracol y los galápagos.
La verruga, el lobanillo y la corcova.

Tisch

Fábulas literarias

Tomás de Iriarte


01 El elefante y otros animales
Ningún particular debe ofenderse de lo que se dice en común.

02 El gusano de seda y la araña
Se ha de considerar la calidad de la obra, y no el tiempo que se ha tardado en hacerla.

03 El oso, la mona y el cerdo
Nunca una obra se acredita tanto de mala como cuando la aplauden los necios.

04 La abeja y los zánganos
Fácilmente se luce con citar y elogiar a los hombres grandes de la Antigüedad; el mérito está en imitarlos.

05 Los dos loros y la cotorra
Los que corrompen su idioma no tienen otro desquite que llamar puristas a los que le hablan con propiedad, como si el serlo fuera tacha.

06 El mono y el titiritero
Sin claridad no hay obra buena.

07 La campana y el esquilón
Con hablar poco y gravemente, logran muchos opinión de hombres grandes.

08 El burro flautista
Sin reglas del arte, el que en algo acierta, acierta por casualidad.

09 La hormiga y la pulga
Para no alabar las obras buenas, algunos las suponen de fácil ejecución.

10 La parietaria y el tomillo
Nadie pretenda ser tenido por autor, sólo con poner un ligero prólogo o algunas notas a libro ajeno.

11 Los dos conejos
No debemos detenernos en cuestiones frívolas, olvidando el asunto principal.

12 Los huevos
No falta quien quiera pasar por autor original, cuando no hace más que repetir con corta diferencia lo que otros muchos han dicho.

13 El pato y la serpiente
Más vale saber una cosa bien que muchas mal.

14 El manguito, el abanico y el quitasol
También suele ser nulidad el no saber más que una cosa; extremo opuesto del defecto reprehendido en la fábula antecedente.

15 La rana y el renacuajo
¡Qué despreciable es la poesía de mucha hojarasca!

16 La avutarda
Muy ridículo papel hacen los plagiarios que escriben centones.

17 El jilguero y el cisne
Nada sirve la fama si no corresponden las obras.

18 El caminante y la mula de alquiler
Los que empiezan elevando el estilo, se ven tal vez precisados a humillarle después demasiado.

19 La cabra y el caballo
Hay malos escritores que se lisonjean fácilmente de lograr fama póstuma cuando no han podido merecerla en vida.

20 La abeja y el cuclillo
La variedad es requisito indispensable en las obras de gusto.

21 El ratón y el gato
Alguno que ha alabado una obra ignorando quién es su autor, suele vituperarla después que lo sabe.

22 La lechuza
Atreverse a los autores muertos, y no a los vivos, no sólo es cobardía, sino traición.

23 Los perros y el trapero

24 El papagayo, el tordo y la marica
Conviene estudiar los autores originales, no los copiantes y malos traductores.

25 El lobo y el pastor
El libro que de suyo es malo, no deja de serlo porque tenga tal cual cosa buena.

26 El león y el águila
Los que quieren hacer a dos partidos, suelen conseguir el desprecio de ambos.

27 La mona
Hay trajes propios de algunas profesiones literarias, con los cuales aparentan muchos el talento que no tienen.

28 El asno y su amo
Quien escribe para el público, y no escribe bien, no debe fundar su disculpa en el mal gusto del vulgo.

29 El gozque y el macho de noria
Nadie emprenda obra superior a sus fuerzas.

30 El erudito y el ratón
Hay casos en que es necesaria la crítica severa.

31 La ardilla y el caballo
Algunos emplean en obras frívolas tanto afán como otros en las importantes.

32 El galán y la dama
Cuando un autor ha llegado a ser famoso, todo se le aplaude.

33 El avestruz, el dromedario y la zorra
También en la literatura suele dominar el espíritu del paisanaje.

34 El cuervo y el pavo
Cuando se trata de notar los defectos de una obra, no deben censurarse los personales de su autor.

35 La oruga y la zorra
La literatura es la profesión en que más se verifica el proverbio: «¿Quién es tu enemigo? El de tu oficio».

36 La compra del asno
A los que compran libros sólo por la encuadernación.

37 El buey y la cigarra
Muy necio y envidioso es quien afea un pequeño descuido en una obra grande.

38 El guacamayo y la marmota
Ordinariamente no es escritor de gran mérito el que hace venal el ingenio.

39 El retrato de golilla
Si es vicioso el uso de voces extranjeras modernamente introducidas, también lo es, por el contrario, el de las anticuadas.

40 Los dos huéspedes
Las portadas ostentosas de los libros engañan mucho.

41 El té y la salvia
Algunos sólo aprecian la literatura extranjera, y no tienen la menor noticia de la de su nación.

42 El gato, el lagarto y el grillo
Por más ridículo que sea el estilo retumbante, siempre habrá necios que le aplaudan, sólo por la razón de que se quedan sin entenderle.

43 La música de los animales
Cuando se trabaja una obra entre muchos, cada uno quiere apropiársela si es buena, y echa la culpa a los otros si es mala.

44 La espada y el asador
Contra dos especies de malos traductores.

45 Los cuatro lisiados
Las obras que un particular puede desempeñar por sí solo no merecen se emplee en ellas el trabajo de muchos hombres.

46 El pollo y los dos gallos
No ha de considerarse en un autor la edad, sino el talento.

47 La urraca y la mona
El verdadero caudal de erudición no consiste en hacinar muchas noticias, sino en recoger con elección las útiles y necesarias.

48 El ruiseñor y el gorrión
Nadie crea saber tanto que no tenga más que aprender.

49 El jardinero y su amo
La perfección de una obra consiste en la unión de lo útil y lo agradable.

50 Los dos tordos
No se han de apreciar los libros por su bulto ni su tamaño.

51 El fabricante de galones y la encajera
No basta que sea buena la materia de un escrito, es menester que también lo sea el modo de tratarla.

52 El cazador y el hurón
A los que se aprovechan de las noticias de otros y tienen la ingratitud de no citarlos.

53 El gallo, el cerdo y el cordero
Suelen ciertos autores sentar como principios infalibles del arte aquello mismo que ellos practican.

54 El pedernal y el eslabón
La Naturaleza y el Arte han de ayudarse recíprocamente.

55 El juez y el bandolero
La costumbre inveterada no debe autorizar lo que la razón condena.

56 La criada y la escoba
Hay correctores de obras ajenas que añaden más errores de los que corrigen.

57 El naturalista y las lagartijas
A ciertos libros se les hace demasiado favor en criticarlos.

58 La discordia de los relojes
Los que piensan que con citar una autoridad, buena o mala, quedan disculpados de cualquier yerro, no advierten que la verdad no puede ser más de una,

59 El topo y otros animales
Nadie confiesa su ignorancia, por más patente que ella sea.

60 El volatín y su maestro
En ninguna facultad puede adelantar el que no se sujeta a principios.

61 El sapo y el mochuelo
Hay pocos que den sus obras a luz con aquella desconfianza y temor que debe tener todo escritor sensato.

62 El burro del aceitero
A los que juntan muchos libros y ninguno leen.

63 La contienda de los mosquitos
Es igualmente injusta la preocupación exclusiva a favor de la literatura antigua o a favor de la moderna.

64 La rana y la gallina
Al que trabaja algo, puede disimulársele que lo pregone; el que nada hace, debe callar.

65 El escarabajo
Lo delicado y ameno de las buenas letras no agrada a los que se entregan al estudio de una erudición pesada y de mal gusto.

66 El ricote erudito
Descubrimiento útil para los que fundan su ciencia únicamente en saber muchos títulos de libros.

67 La víbora y la sanguijuela
No confundamos la buena crítica con la mala.

68 El ricacho metido a arquitecto
Los que mezclan voces anticuadas con las de buen uso, para acreditarse de escribir bien el idioma, le escriben mal y se hacen ridículos.

69 El médico, el enfermo y la enfermedad
Lo que en medicina parece ciencia y acierto, suele ser efecto de pura casualidad.

70 El canario y el grajo
El que para desacreditar a otro recurre a medios injustos, suele desacreditarse a sí propio.

71 El guacamayo y el topo
Por lo general, pocas veces aprueban los autores las obras de los otros por buenas que sean; pero lo hacen los inteligentes que no escriben.

72 El canario y otros animales
Hay muchas obras excelentes que se miran con la mayor indiferencia.

73 El mono y el elefante
Muchos autores celebran solamente sus propias obras y las de sus amigos o condiscípulos.

74 El río Tajo, una fuente y un arroyo
Los escritores sensatos, aunque se digan desatinos de sus obras, continúan trabajando.

75 El caracol y los galápagos
Aunque se reúnan varios sujetos para escribir una obra, si carecen de ciencia, tan despreciable saldrá como si la hubiese escrito un ignorante solo.

76 La verruga, el lobanillo y la corcova
De las obras de un mal poeta, la más reducida es la menos perjudicial.