"Pidan y se les dará, busquen y encontrarán,

llamen y se les abrirá"

(Mt 7,7-12)

"Pedir", "buscar", "llamar" a la puerta, son expresiones que indican la constancia de la oración cristiana. Jesús asegura que el Padre del cielo responderá siempre a la oración: "les dará", "encontrarán", "Dios les abrirá". Dios siempre nos dará lo que necesitamos. No nos dará una piedra en lugar de pan, ni una serpiente en lugar de un pez. Pero esto no quiere decir que Dios siempre nos dará lo que nosotros creemos necesitar y lo que exactamente estamos pidiendo. La oración cristiana no es un gesto automático por el que se manipula a Dios para que nos de lo que queremos. Jesús nos invita a pedir, a buscar y a llamar, pero dejando en manos de Dios "las cosas buenas" que él sabe que necesitamos, dejando la respuesta a su infinita sabiduría, porque "ya sabe el Padre Celestial lo que necesitamos" (Mt 6,32). Cuando buscamos en la oración podemos encontrar algo mejor que lo que creíamos buscar; cuando tocamos a la puerta en la oración no sabemos lo que encontraremos detrás de la puerta. Orar es pedir y buscar, pero sin imponer Dios la respuesta previamente, sino siempre dispuestos a recibir la que él nos quiera dar.