Catequesis sobre Dios Padre (1999)

 

1. Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra

2. Dios ha revelado su misericordia.

3. Creer, amar, esperar.

4. Creer en Dios en un mundo de increencia

5. Creer como hijos de Dios Padre.

6. ¿Dónde está tu hermano? La fraternidad humana.

7. María, modelo de caridad.

Primera Catequesis, Torrebaja, 24 de Enero de 1999

Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.

Lectura de libro del Génesis 1, 26-2,3

Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles.

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Y los bendijo Dios, y les dijo Dios: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves de los cielos y todos los vivientes que reptan sobre la tierra."

Y dijo Dios: "Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra, y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra –a todo ser que respira–, la hierba verde les servirá de alimento."

Y así fue.

Y Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus muchedumbres.

Para el día séptimo había concluido Dios toda su tarea; y descansó en el día séptimo de toda su tarea.

Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque ese día descansó Dios de toda su tarea de crear.

Salmo 138

 

Dios está en todas partes y lo ve todo

Señor, tú me sondeas y me conoces;

me conoces cuando me siento

o me levanto,

de lejos penetras mis pensamientos;

distingues mi camino y mi descanso,

todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,

y ya, Señor, te la sabes toda.

Me estrechas detrás y delante,

me cubres con tu palma.

Tanto saber me sobrepasa,

es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,

adónde escaparé de tu mirada?

Si escalo el cielo, allí estás tú;

si me acuesto en el abismo,

allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,

si emigro hasta el confín del mar,

allí me alcanzará tu izquierda,

me agarrará tu derecha.

Si digo:

"que al menos la tiniebla me encubra,que la luz

se haga noche en torno a mí",

ni la tiniebla es oscura para ti,

la noche es clara como el día.

Tú has creado mis entrañas,

me has tejido en el seno materno.

Te doy gracias,

porque me has escogidoportentosamente,

porque son admirables tus obras;

conocías hasta el fondo de mi alma,

no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto,

me iba formando,y entretejiendo

en lo profundo de la tierra,

tus ojos veían mis acciones,

se escribían todas en tu libro;

calculados estaban mis días

antes que llegase el primero.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús:

- "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.

Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."

 

Catequesis

 

1. Que la dignidad de todo hombre ante Dios es el fundamento de la dignidad del hombre ante los hombres; y es también la razón última de la igualdad y la fraternidad de todos los hombres. Por eso, la vida humana es sagrada e inviolable.

2. La dignidad del hombre ante sí mismo. El derecho y el deber de la autoestima y el amor a sí mismo: el hombre ha de buscar su realización plena no en lo que tiene, sino en lo que es.

Preguntas para el diálogo

1. ¿Cómo te representas o imaginas a Dios? Haz una especie de "retrato" del Dios que te imaginas.

2. ¿Cuáles son las principales dificultades que tenemos para comprender y aceptar a Dios como creador? Enuméralas y concrétalas.

3. ¿Qué consecuencias tiene para la comprensión del hombre y de la mujer que hayan sido creados por Dios?

4. ¿Cómo vives la providencia de Dios en tu vida? ¿Sientes cada día como Dios te ama y te cuida? Explica tu experiencia.

Segunda Catequesis, Casas Bajas, 14 de Febrero de 1999

Dios ha revelado su misericordia

Lectura de la profecía de Oseas 2, 14-20

Esto dice el Señor: Arrasaré su vid y su higuera, de los que decía: son mi paga, me las dieron mis amantes. Los reduciré a matorrales y los devorarán las alimañas. Le tomaré cuentas de cuando ofrecía incienso a los baalaes y se acicalaba con aretes y gargantillas para ir con sus amantes, olvidándose de mí –oráculo del Señor–. Por tanto, mira, voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al corazón. Allí le daré sus viñas, y el Valle de la Desgracia será Paso de la Esperanza. Allí me responderá como en su juventud, como cuando salió de Egipto. Aquel día –oráculo del Señor– me llamarás Esposo mío, ya no me llamarás Ídolo mío. Le apartaré de la boca los nombres de los baales y sus nombres no serán invocados. Aquel día haré para ellos una alianza con las fieras salvajes, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra. Arco y espada y armas romperé en el país, y los haré dormir tranquilos. Me casaré contigo para siempre, me casaré contigo a precio de justicia y derecho, de afecto y de cariño. Me casaré contigo a precio de fidelidad, y conocerás al Señor.

Palabra de Dios

Salmo 102

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas

y cura todas tus enfermedades;

el rescata tu vida de la fosa,

y te colma de gracia y de ternura;

el sacia de bienes tus anhelos,

y como un águila

se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia

y defiende a todos los oprimidos;

enseñó sus caminos a Moisés

y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso,

lento a la ira y rico en clemencia;

no está siempre acusando

ni guarda rencor perpetuo;

no nos trata como merecen

nuestros pecados

ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,

se levanta su bondad sobre sus fieles;

como dista el oriente del ocaso,

así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre

siente ternura por sus hijos,

siente el Señor ternura por sus fieles;

porque él conoce nuestra masa,

se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre

duran lo que la hierba,

florecen como flor del campo,

que el viento la roza, y ya no existe,

su terreno no volverá a verla.

Pero la misericordia del Señor

dura siempre,

su justicia pasa de hijos a nietos:

para los que guardan la alianza

y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono,

su soberanía gobierna el universo.

bendecid al Señor, ángeles suyos,

poderosos ejecutores de sus órdenes,

prontos a la voz de su palabra.

Bendecid al Señor, ejércitos suyos,

servidores que cumplís sus deseos.

Bendecid al Señor, todas sus obras,

en todo lugar de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38

 

En aquel tiempo dijo Jesús: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A todo el que te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Así, pues, tratad a los demás como queréis que ellos os traten.

Si queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad! También los descreídos quieren a quien los quiere. Y si hacéis el bien a quien os hace bien, ¡vaya generosidad! También los descreídos lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¡vaya generosidad! También los descreídos se prestan unos a otros con intención de cobrarse. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: así tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los malos y desagradecidos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.

Además, no juzguéis y no os juzgarán; no condenéis y no os condenarán; perdonad y os perdonarán; dad y os darán: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La media que uséis la usarán con vosotros.

Palabra del Señor

Catequesis

 

Preguntas para el diálogo

 

3. Normalmente, ¿cómo entendemos la misericordia de Dios Padre?

4. ¿Cuáles son los signos con que Dios Padre ha manifestado su misericordia con los hombres? ¿Señala algunos?

5. ¿Dónde puedo encontrarme con ese Dios de la misericordia? ¿Cómo puedo tener experiencia de la misericordia de Dios?

6. ¿Qué actitudes son necesarias para recibir al Padre de la misericordia? ¿A dónde lleva el encuentro con Dios Padre de la misericordia?

Tercera Catequesis, Los Santos, 14 de Marzo de 1999

Creer, amar, esperar Palabra de Dios.

Lectura de la Carta a los Hebreos 11, 8-19

 

Por la fe, Abraham obedeció la llamada de Dios y se puso en camino hacia la tierra que había de recibir en herencia. Y salió sin saber adónde iba. Por la fe vivió como un extraño en la tierra que Dios le prometió, habitando en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa. Esperaba la ciudad con cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Por la fe recibió Abraham fuerza para fundar una descendencia con Sara, aunque le había pasado la edad, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Así, de uno solo, y en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo, y como la arena incontable de la playa.

Todos éstos murieron sin haber recibido lo prometido, pero lo vieron con los ojos de la fe y lo saludaron de lejos, reconociendo así que eran extranjeros y gente de paso sobre la tierra. Quienes se comportan de esta forma, demuestran claramente que están buscando una patria. Pues si lo que añoraban era la patria que habían dejado, estaban a tiempo de regresar a ella. Pero no, es claro que ellos suspiraban por una patria mejor, la patria celestial. Y como Dios les tenía preparada una ciudad, se honraba con que le llamasen "su Dios".

Por la fe, Abraham, puesto a prueba, estuvo decidido a ofrecer a Isaac en sacrificio; y era su hijo único lo que ofrecía el depositario de la promesa, después que le habían dicho "Isaac continuará tu descendencia", estimando que Dios tiene poder incluso para levantar de la muerte; así, aún exponiéndolo a la muerte, lo recobró.

Salmo 114

Acción de gracias

Amo al Señor, porque escucha

mi voz suplicante,

porque inclina su oído hacia mí

el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,

me alcanzaron los lazos del abismo,

caí en tristeza y angustia.

Invoqué el nombre del Señor:

"Señor, salva mi vida".

El Señor es benigno y justo,

nuestro Dios es compasivo;

el Señor guarda a los sencillos:

estando yo sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,

que el Señor fue bueno contigo:

arrancó mi alma de la muerte,

mis ojos de las lágrimas,

mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor

en el país de la vida.

 

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12, 22-34

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - Esto os digo: No andéis agobiados pensando qué vais a comer para poder vivir o con qué ropa vais a cubrir vuestro cuerpo. Porque la vida vale más que la comida, y el cuerpo más que la ropa. Fijaos en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen despensas ni almacenes, y, sin embargo, Dios los alimenta. Pues ¡cuánto más valéis vosotros que los pájaros!

Por lo demás, ¿quién de vosotros, por mucho que se inquiete, podrá añadir una sola hora al tiempo de su vida? Pues si sois incapaces de realizas las cosas más pequeñas, ¿a qué agobiaros por las demás? Fijaos en cómo crecen los lirios. No hilan ni tejen, y, sin embargo, os digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su esplendor, llegó a vestirse como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy está verde y mañana será quemada en el horno, ¡cuánto más hará por vosotros, gente de poca fe!

Vosotros no os atormentéis buscando qué comer o qué beber. Esas son las cosas que preocupan a todos los que no conocen a Dios; pero vuestro Padre ya sabe que las necesitáis. Vosotros buscad primero el reino de Dios, y Dios se encargará de daros además todas esas cosas.

No tengáis miedo, pequeño rebaño, que es voluntad de vuestro Padre daros el reino. Vended vuestros bienes y repartid el producto a los necesitados. Haceos así un capital que no se deteriora, riquezas inagotables en los cielos, donde no hay ladrones que roben ni polilla que destruya. Pues donde tengáis vuestra riqueza, allí tendréis también el corazón.

 

Catequesis

 

Preguntas para el diálogo

7. ¿Por qué decimos que la fe, la esperanza y la caridad son virtudes teologales?

8. ¿Cómo debe ser nuestra fe para que esté de acuerdo con lo que nos dice la Palabra de Dios?

9. ¿ Cómo debe ser nuestra esperanza para que esté de acuerdo con lo que nos dice la Palabra de Dios?

10. ¿ Cómo debe ser nuestra caridad para que esté de acuerdo con lo que nos dice la Palabra de Dios?

Cuarta Catequesis, Ademuz, 18 de Abril de 1999

Creer en Dios en un mundo de increencia Palabra de Dios

Lectura de la segunda Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 1, 7- 12

Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del evangelio, según la fuerza de Dios. El nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal por medio del Evangelio

De este Evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y ésta es la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé de quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

Isaías 12, 1-6

Acción de gracias de los redimidos

Te doy gracias, Señor,

porque estabas airado contra mí,

pero ha cesado tu ira

y me has consolado.

El es mi Dios y Salvador:

confiaré y no temeré,

porque mi fuerza y mi poder es el Señor,

el fue mi salvación.

Y sacaréis aguas con gozo

de las fuentes de la salvación.

Aquel día diréis:

"Dad gracias al Señor,

invocad su nombre,

contad a los pueblos sus hazañas,

proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el Señor,

que hizo proezas,

anunciadlas a toda la tierra;

gritad jubilosos, habitantes de Sión:

"Qué grande es en medio de ti

el Santo de Israel".

 

 

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 11, 25- 30

Por aquel entonces exclamó Jesús: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.

Catequesis

¿Por qué estás aquí? Estás aquí porque el Señor te ha llamado. Él, que te ama más que nadie, te ha traído aquí hoy, para mostrarte su amor, para regalarte su luz, para darte su paz.

El Señor te invita a descansar en Él. No importa ahora los problemas que tengas, las preocupaciones que te agobien, las dudas que te asalten… Sólo importa el amor que Dios te tiene. Sólo importa la historia de amor que Dios quiere vivir contigo. Por eso, ¡no te preocupes! ¡Descansa en el amor de Dios! ¡Él lleva tu vida! Él sabe lo que necesitas en cada momento. Y Él te dará lo que realmente necesitas.

La Iglesia nos ha convocado a preparar el Gran Jubileo del año 2000: éste es un tiempo de gracia del Señor. El Señor nos llama a vivir este tiempo de gracia como un don, como un regalo. No importa el tiempo que estás "perdiendo" para escuchar el Señor. Con el Señor nunca perdemos el tiempo. Porque Él es generoso, Él siempre nos da el ciento por uno.

Este año de 1999 está dedicado a Dios, Padre misericordioso. En la primera catequesis, celebrada en Torrebaja, contemplamos cómo conocemos a Dios Padre como Él se nos ha revelado y cómo Dios nos ha creado por Amor y cuida cada día de nosotros. En la segunda, celebrada en Casas Bajas, entramos en el corazón de Dios, vamos a contemplar cómo es ese Dios Padre de misericordia. En la tercera, celebrada en Los Santos, tratamos de descubrir la gran riqueza de las virtudes teologales: la fe, la esperanza, y la caridad.

Hoy, el Señor nos invita a preguntarnos cómo creer en Él en un mundo de increencia. Para ello, vamos a tratar de:

Un rasgo relevante de nuestra cultura es el espíritu científico. Es consecuencia de los grandes avances habidos en este siglo. No hay duda de los bienes que la ciencia y la técnica han aportado a la humanidad, pero es preciso reconocer también ciertos riesgos:

Los avances de la ciencia y de la técnica han traído consigo una gran expansión económica cuyo resultado ha sido la sociedad del bienestar, que, a su vez ha traído la sociedad de consumo.

El espíritu consumista acaba generando en el hombre actual el ansia de tener y poseer; se siente "desgraciado" si tiene menos que los demás y acaba siendo insolidario porque olvida a los más pobres. El consumismo acaba por conducir a muchas personas al materialismo, al hedonismo, y a la pérdida del sentido de la trascendencia. Estos tres fenómenos se reducen a lo mismo: a vivir como si Dios no existiera, a sacar el máximo provecho de la vida prescindiendo prácticamente de Dios.

Otro rasgo relevante de nuestra sociedad es el valor de la libertad. La libertad es una condición necesaria de nuestro ser personal. Es don y tarea. Unida al materialismo puede llevar o bien al individualismo por el que nos aislamos y despreocupamos del medio en que vivimos, o bien al espontaneismo, que confunde libertad con realización del impulso del momento.

Hay, además, quien entiende la libertad como una libertad absoluta y sin límites. Por ello, consideran que la libertad es incompatible con la existencia de Dios.

Otro rasgo es el pluralismo, en el que coexisten a la vez diferentes modos de concebir la vida y organizar el mundo. Esto no es malo en sí mismo, pero también afecta a la fe y a la vida de los cristianos, por cuanto tiende a privatizar la vida religiosa, es decir, a reducirla al ámbito de lo privado y de la sacristía, a hacerla irrelevante en el ámbito de lo social y a negarle toda proyección pública.

El pluralismo acaba poniendo en duda las ideologías y, como consecuencia, caen también los valores. Como consecuencia, el hombre experimenta un vacío de sentido y una honda sensación de desamparo. Se tiende, entonces, a construir cada uno su propia visión del mundo y su propio código ético y moral, dando como resultado una conciencia moral fragmentada e individualista y negando la existencia de una ética universal válida para todos.

Veamos ahora cuáles son los retos que la cultura contemporánea presenta a la fe cristiana:

El primer reto es la increencia y la indiferencia religiosa que afectan un gran número de personas. Para el hombre actual Dios ya no resulta fácil de encontrar porque la mentalidad científico–técnica parece relegarle a la periferia del mundo. Esto tiene graves consecuencias, porque el oscurecimiento de Dios acaba afectando al mismo hombre.

Sin embargo, esta misma cultura, aún con ambigüedades de importancia, está provocando una gran sensibilidad por la dignidad de la persona y su libertad, y un resurgir de lo sagrado.

Las tensiones que atraviesan la cultura y el hombre contemporáneos no son otra cosa que la manifestación de la división profunda que anida y atenaza el corazón del hombre moderno. La cultura moderna refleja una lucha dramática entre el bien y el mal. Sin embargo, a los ojos de la fe, el mundo no es un caos, ni está sujeto a su propio albedrío o a un destino fatal. Para la fe, el mundo aparece fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado y liberado por Cristo.

Pero, ¿Cómo vivir la fe en un mundo de increencia?

En todas las épocas el hombre se ha preguntado y se pregunta por el sentido de su vida. Sin embargo, las respuestas que nuestra cultura da a estas cuestiones, las más importantes de la vida, nos dejan insatisfechos. El hombre sigue siendo una pregunta para el hombre y un misterio profundo aún no descifrado. La religión es una dimensión esencial y constitutiva del ser humano, que es para sí mismo una pregunta a la que él no puede responder por sí sólo.

El hombre de hoy es capaz de Dios. Siendo creado por Dios, Él no cesa de atraerle hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la felicidad que busca. La capacidad que tiene el hombre de preguntarse es la capacidad de responder a las llamadas de Dios y crear con Él y gracias a Él una relación vital que llamamos comunión.

La fe no puede relegarse a la periferia de la vida o a la "privacidad". La fe cristiana es verdadera cuando toda la existencia del cristiano se estructura y desarrolla en torno a ella, de modo que la fe no es algo añadido a su persona, sino que es el principio motivador y operante de toda su vida.

Así es como el cristiano "vive de su fe"; desplegando desde ella todo su proyecto vital procura que nada quede al margen de ella; y en la medida en que todo se cultiva y madura, va creciendo sin cesar, fecundando la totalidad de la existencia. En esto consiste la deseada síntesis entre fe y vida.

 

En una crisis como la actual, la fe cristiana sólo puede cimentarse

 

Creer en Dios, vivir la fe, es tener experiencia personal de Dios y de Jesucristo. Una experiencia que brota y arranca del encuentro personal con Él. Nuestra fe es una adhesión a una persona a quien creemos y en quien hemos puesto toda nuestra confianza, fruto de una constante relación interpersonal que sólo el amor hace crecer. Esta relación interpersonal se nutre de la escucha de su Palabra y de la oración, y se traduce en vivir como hijos de Dios.

El cristiano no vive su fe en solitario. La fe cristiana es comunitaria porque se es cristiano en la Iglesia y gracias a la Iglesia. Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por madre (San Cipriano). Fe personal y eclesial se requieren mutuamente.

Ciertamente, la fe es un acto personal, pero es en la Iglesia donde la fe cristiana se alimenta, purifica y enriquece. En nuestra cultura individualista y fragmentada, la fe cristiana necesita hoy patentizar su dimensión comunitaria.

 

Al vivir y compartir la fe en comunidad, es la propia fe, iluminada por la Palabra de Dios, la que

El campo del mundo es el lugar de la siembra de la semilla de la Palabra. Así vamos transformando el mundo según Dios. Una fe que no se encarne el mundo corre el riesgo de ideologizarse, de convertirse en teoría sobre Dios, pero no en adhesión al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

La fe no es para uso privado del cristiano. La fe es para anunciarla a todo el mundo, sin complejos. No puede vivirse la fe con la actitud vergonzante del silencio. Por eso, hoy el testimonio es más necesario que nunca.

El Papa Juan Pablo II afirma la necesidad de que cada cristiano sea testigo y agente de una nueva forma de vida, derivada de su seguimiento en Cristo y de su compromiso por el Reino de Dios.

Hoy estamos sufriendo una profunda crisis de civilización. A esta crisis hemos de responder con la civilización del amor, fundada sobre los valores universales de la paz, solidaridad, justicia y libertad que encuentran en Cristo su plena realización. A esta tarea estamos convocados todos nosotros.

Preguntas para el diálogo

11. De los rasgos de la sociedad actual que hemos descrito, ¿cuáles observas en tu ambiente? Procura enumerarlos.

12. ¿Cuáles y en qué medida observamos que también se dan en nuestra vida?

13. Si somos conscientes de que se dan en nuestra vida, ¿qué hacemos para corregirlos y que no afecten a nuestra vida cristiana?

14. A nuestro modo de ver, ¿qué aporta la fe cristiana a toda esta problemática?

15. ¿Cómo anunciar a Dios en nuestro mundo concreto?

Quinta Catequesis, Casas Altas, 9 de Mayo de 1999 Creer como hijos de Dios Padren Palabra de Dios.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 26- 29

Hermanos: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, por todos sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

Salmo 22

El Buen Pastor

El Seńor es mi Pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas;

me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cańadas oscuras,

nada temo, porque tu vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompańan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Seńor

por ańos sin término.

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 6, 7- 15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en la esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.

Cuando recéis no uséis muchas palabras como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis.

Vosotros, rezad así: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.

Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.

Catequesis

Por qué estás aquí? Estás aquí porque el Seńor te ha llamado. Él, que te ama más que nadie, te ha traído aquí hoy, para mostrarte su amor, para regalarte su luz, para darte su paz.

El Seńor te invita a descansar en Él. No importa ahora los problemas que tengas, las preocupaciones que te agobien, las dudas que te asalten… Sólo importa el amor que Dios te tiene. Sólo importa la historia de amor que Dios quiere vivir contigo. Por eso, ˇno te preocupes! ˇDescansa en el amor de Dios! ˇÉl lleva tu vida! Él sabe lo que necesitas en cada momento. Y Él te dará lo que realmente necesitas.

La Iglesia nos ha convocado a preparar el Gran Jubileo del ańo 2000: éste es un tiempo de gracia del Seńor. El Seńor nos llama a vivir este tiempo de gracia como un don, como un regalo. No importa el tiempo que estás "perdiendo" para escuchar el Seńor. Con el Seńor nunca perdemos el tiempo. Porque Él es generoso, Él siempre nos da el ciento por uno.

Este ańo de 1999 está dedicado a Dios, Padre misericordioso. En la primera catequesis, celebrada en Torrebaja, contemplamos cómo conocemos a Dios Padre como Él se nos ha revelado y cómo Dios nos ha creado por Amor y cuida cada día de nosotros. En la segunda, celebrada en Casas Bajas, entramos en el corazón de Dios, vamos a contemplar cómo es ese Dios Padre de misericordia. En la tercera, celebrada en Los Santos, tratamos de descubrir la gran riqueza de las virtudes teologales: la fe, la esperanza, y la caridad. En la cuarta, celebrada en Ademuz, vimos cómo creer en Él en un mundo de increencia.

Hoy, el Seńor nos invita vivir como hijos suyos y a comunicarnos con Él por medio de la oración. Es un hecho que rezamos poco o rezamos cuando estamos apurados. En muchos cristianos se echa en falta la vida de oración. Para muchos cristianos la oración es el verdadero punto débil de su fe. Para muchos lo problemático no es que haya que orar, sino cómo orar. Por ello es bueno que revisemos en profundidad nuestra vida de oración.

En el Evangelio vemos como Jesús, durante su vida terrena, vivió su relación con Dios al modo humano, por medio de la oración. Su oración era una oración filial, que se dirigía a Dios con toda confianza como Abbá (Padre); por ser filial era una oración obediente, siempre dispuesta a hacer la voluntad del Padre.

Hijos adoptivos de Dios por la fe y el Bautismo, los cristianos podemos participar ya en esta vida, por medio de la oración del Seńor, de la misma comunión que, en su vida terrena, Jesús de Nazaret vivió con el Padre.

El Padre nuestro es la oración de los hijos de Dios que conforma nuestra mente y nuestro corazón a semejanza de Cristo. Es también modelo de toda oración cristiana. Como Jesús, con él y en él, estamos llamados a vivir nuestra filiación divina desde el centro de nuestro ser, en la soledad con Dios.

Cuando oramos con la oración del Seńor, tenemos la certeza de que vamos a ser escuchados. Lo que pedimos en el Padre nuestro ha sido realizado ya por el Padre en la persona de su Hijo y, antes que se lo pidamos, quiere realizarlo ahora en quienes hemos sido adoptados como hijos, y se consumará en la plenitud de los tiempos.

Por ello, la oración del Seńor reclama en nosotros los mismos sentimientos de Cristo: la confianza y la obediencia.

La oración del cristiano se dirige a Aquel que ha tomado la iniciativa, que nos ha amado primero. Podemos pedir, buscar y llamar a Dios como Padre porque Él está permanentemente pidiéndonos, buscándonos y llamándonos.

Invocamos a Dios como Padre nuestro: nuestra oración está unida a la de todos los discípulos de Jesús y, con ellos, a la del Maestro.

Podemos invocar al Padre porque está en los cielos porque no ha dejado de ser Dios aunque se haya humillado por nosotros; porque es el Seńor. Porque no se ha quedado encerrado en Sí mismo, sino que en la historia de salvación se ha humillado para salvar a los hombres.

Por eso, en la oración, los hijos de Dios, sin dejar de estar "en el mundo" entran en la presencia del Padre del cielo a través del camino abierto por Cristo. Esta manera de ser y de estar de Dios constituye también nuestro futuro. Por eso, el Padre nuestro es la oración de quienes peregrinan al encuentro definitivo con Dios.

En las tres primeras peticiones del Padre nuestro, Jesús nos enseńa a suplicar a Dios que intervenga en la historia humana para que, de una manera definitiva su nombre sea santificado, venga su Reino y se haga su voluntad.

Jesús pone de manifiesto la preeminencia del mandato del amor a Dios, para inmediatamente, poner al mismo nivel el mandato del amor al prójimo. En Jesús la causa de Dios y la causa del hombre se identifican. Para Jesús, la causa de Dios es la causa de los hombres: su salvación, su elevación a la dignidad de hijos de Dios.

En Jesús Dios ha respondido ya a las tres peticiones del Padre nuestro. Con la encarnación de su Hijo, con su vida y con su muerte, Dios ha santificado ya su nombre. Lo que Dios ha revelado y realizado en Cristo ha sido su paternidad.

Con esta confianza, los discípulos de Jesús se suman a la oración del Maestro y piden al Padre que llegue el día en que su Paternidad sea una realidad para toda la humanidad. Mientras tanto, los hijos, unidos al Hijo, se ofrecen al Padre en la oración.

Tras haber pedido al Padre aquello que es prioritario, los hijos le plantean sus necesidades más absolutas: el pan de la subsistencia (material y espiritual), la reconciliación y la comunión, y la libertad frente al Maligno.

Los hombres, separados de Dios, se han creado necesidades que no son reales, y las han convertido en ídolos a los que sacrificar sus vidas y las de los demás. Así, el pan ha llegado a convertirse en símbolo de la envidia, del robo, de la guerra. Lo verdaderamente necesario para el hombre es la justicia y el derecho, las relaciones humanas justas, la comunión entre los hombres.

En Jesús, Dios contesta la oración y da a los hombres el alimento que precisan: el pan nuestro, el pan comunitario, signo de la comunión entre los hombres. Nos da además el otro pan: el pan de la Palabra de Dios.

Con esta confianza, pedimos en la oración por la ración de pan que nos toca hoy. Lo pedimos para nosotros, para los discípulos y también para los que no lo son. Pedimos que llegue pronto ese día en que nos reunamos todos juntos en la mesa del Padre.

Mientras llega ese día, escuchamos las palabras de Jesús que nos exhortan a compartir el pan nuestro con todos los hermanos. Nos pide que trabajemos mientras tanto por erradicar de la tierra el hambre y la miseria en nombre de Dios, y hacer así realidad su Paternidad providente de modo que, por medio de nosotros, alcance a todos sus hijos.

Para la verdadera vida, tan esencial como el pan es la reconciliación. Sin ella no hay comunión, no hay verdadera vida humana. Y la reconciliación pasa necesariamente por el perdón de las ofensas. Dios "nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo y nos ha confiado el misterio de la reconciliación" (2 Cor 5, 18).

Ofendemos la Paternidad de Dios al no reconocerlo como Padre, pero también constantemente, cada vez que ofendemos al hermano, no actuando con él fraternalmente, no reconociéndolo como hermano, exigiéndole lo mínimo cuando Dios nos ha perdonado lo máximo.

La oración del Seńor concluye pidiendo a Dios que nos preserve de la tentación y del mal. Pedimos al Padre que nos ayude en el momento en que nuestra fidelidad como hijos esté en peligro, y nos libere del mayor de los males: no llegar a la vida eterna que nos tiene reservada.

En la oración no pedimos que nos libere de todos los males que hay en este mundo, sino que en medio de ellos, el dolor, o el miedo al dolor, no nos hagan desfallecer, perder el sentido, nuestra identidad de hijos de Dios.

Dios nos pide que, en su Nombre, contribuyamos a erradicar del mundo el dolor y el sufrimiento, de modo que liberemos a nuestros hermanos los hombres de la tentación de desconfiar de la bondad de Dios y vean, en cambio, en nosotros, el rostro misericordioso del Padre del cielo.

 

La oración del Seńor no excluye otras maneras de orar. Esto ha dado lugar a las diversas formas de oración:

 

La oración, en todas sus formas, es la característica del cristiano, como fue la característica de Jesús. La oración es para el cristiano una necesidad vital.

Preguntas para el Diálogo

16. żRezas habitualmente? żCuál es el estado de tu vida de oración?

17. żTú fe en Dios se alimenta de la oración y ésta profundiza y enraíza la fe?

18. żCuáles han de ser nuestras actitudes ante la oración?

19. żQué nos enseńa Jesucristo como prototipo y modelo de oración?

20. żCómo podríamos mejorar nuestra oración, a nivel personal y a nivel comunitario?

Sexta Catequesis, Castielfabib, 27 de Junio de 1999 ¿Dónde está tu hermano? La fraternidad humana Palabra de Dios

Lectura del libro del Génesis 4, 1- 15

El hombre se llegó a Eva: ella concibió, dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido un hombre con la ayuda del Señor, Después dió a luz a Abel, el hermano. Abel era pastor de ovejas, mientras Caín trabajaba en el campo. Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del campo, y Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas.

El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, y no se fijó en Caín ni en su ofrenda; por lo cual Caín se enfureció y andaba abatido. El Señor dijo a Caín: ¿Por qué te enfureces y andas abatido? Cierto, si obraras bien, estarías animado; pero si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y aunque viene por ti, tú puedes dominarlo. Caín dijo a su hermano Abel: Vamos al campo. Y cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

El Señor dijo a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Respondió Caín: No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano? El Señor le replicó: ¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra. Por eso te maldice esa tierra que ha abiertos sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Aunque trabajes la tierra, no volverá a darte su fecundidad. Andarás errante y perdido por el mundo. Caín contestó al Señor: Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Hoy me destierras de aquí; tendré que ocultarme de ti, andando errante y perdido por el mundo; el que tropiece conmigo me matará. El Señor le dijo: El que mate a Caín lo pagará siete veces. Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien tropezase con él, no lo matara.

Palabra de Dios

Salmo 40

R. Sáname, Señor, porque he pecado contra tí.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;

en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,

para que sea dichoso en la tierra,

y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,

calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: "Señor, ten misericordia,

sáname, porque he pecado contra ti".

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 6, 27- 38

En aquel tiempo, Jesús dijo a los que le escuchaban: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros.

Palabra del Señor

Catequesis

¿Por qué estás aquí? Estás aquí porque el Señor te ha llamado. Él, que te ama más que nadie, te ha traído aquí hoy, para mostrarte su amor, para regalarte su luz, para darte su paz.

El Señor te invita a descansar en Él. No importa ahora los problemas que tengas, las preocupaciones que te agobien, las dudas que te asalten… Sólo importa el amor que Dios te tiene. Sólo importa la historia de amor que Dios quiere vivir contigo. Por eso, ¡no te preocupes! ¡Descansa en el amor de Dios! ¡Él lleva tu vida! Él sabe lo que necesitas en cada momento. Y Él te dará lo que realmente necesitas.

La Iglesia nos ha convocado a preparar el Gran Jubileo del año 2000: éste es un tiempo de gracia del Señor. El Señor nos llama a vivir este tiempo de gracia como un don, como un regalo. No importa el tiempo que estás "perdiendo" para escuchar el Señor. Con el Señor nunca perdemos el tiempo. Porque Él es generoso, Él siempre nos da el ciento por uno.

Este año de 1999 está dedicado a Dios, Padre misericordioso. En la primera catequesis, celebrada en Torrebaja, contemplamos cómo conocemos a Dios Padre como Él se nos ha revelado y cómo Dios nos ha creado por Amor y cuida cada día de nosotros. En la segunda, celebrada en Casas Bajas, entramos en el corazón de Dios, contemplamos cómo es ese Dios Padre de misericordia. En la tercera, celebrada en Los Santos, tratamos de descubrir la gran riqueza de las virtudes teologales: la fe, la esperanza, y la caridad. En la cuarta, celebrada en Ademuz, vimos cómo creer en Él en un mundo de increencia. En la quinta, en Casas Altas, redescubrimos como el Señor nos invita vivir como hijos suyos y a comunicarnos con Él por medio de la oración.

Hoy vamos a escuchar la voz de Dios que nos invita a vivir como verdaderos hermanos, a vivir como verdaderos hijos de Dios y, por tanto, como verdaderos hermanos unos de otros.

Todos los seres humanos llevamos impreso en nuestro ser el deseo de solidaridad y fraternidad universal. Este deseo es patrimonio de toda la humanidad. Pero la realidad y el mundo que nos rodean no parecen responder a este deseo. La violencia, el odio, la discordia, la insolidaridad, la injusticia… son realidades demasiado frecuentes en nuestro mundo y en nuestro corazón.

La primera verdad de la revelación bíblica sobre el ser humano es ser imagen de Dios, y serlo en la complementariedad del ser hombre y ser mujer. En su condición de criatura, creada por Dios a su imagen y semejanza, se funda tanto la dignidad de la persona humana como la dimensión ética de su existencia.

El ser humano, que es criatura de Dios, encuentra su plenitud –su felicidad– en la relación con su Creador. La desnudez que experimentan Adán y Eva tiene que ver con el pecado, con la desobediencia a Dios. Y la consecuencia inmediata del pecado es el deterioro radical de sus relaciones con Dios.

Pero el texto del Génesis nos muestra también que la desobediencia a Dios afecta a las relaciones humanas. El efecto del pecado en las relaciones interpersonales se descubre especialmente en la historia de Caín y Abel.

La irritación de Caín y su abatimiento son signo de que el pecado se ha instalado en el corazón de los hombres. La Biblia deja claro que es posible dominar la fuerza del pecado, oponerle resistencia. Pese a lo acontecido en el paraíso y a las consecuencias de aquellos hechos, Dios sigue preocupado por los hombres.

Desoír la voz de Dios tiene consecuencias fatales tanto para la relación con Dios como para las relaciones interpersonales. Al crimen abominable del fratricidio se añade el de la mentira y el distanciamiento que pretende justificarla y ocultar el crimen.

Los relatos del Génesis establecen una estrecha relación entre la actitud que debe adoptar el hombre ante Dios en cuanto criatura suya y la actitud que debe adoptar ante los otros hombres, creados todos a imagen y semejanza de Dios: todos los hombres son verdaderamente hermanos.

Pero la Palabra de Dios nos muestra otra verdad importante: a Dios le importan las personas humanas; le importan en sí mismas; en su relación con Él y en su relación mutua. Se percibe la preocupación divina no tanto por la desobediencia humana cuanto por las terribles consecuencias que tal desobediencia iba a acarrear a los humanos. A Dios le importa la humanidad. Tras la caída el hombre no fue abandonado por Dios.

Jesucristo situará al mismo nivel el "amarás a Dios con todo el corazón…" y el "ama a tu prójimo como a ti mismo". San Pablo llegará aún más lejos y presentará el amor al prójimo no sólo como resumen de los demás preceptos, sino además como su plenitud. El amor humano tiene su fuente en el amor de Dios. El mandamiento nuevo que Jesucristo da a los suyos tiene como modelo y como referencia última la entrega amorosa de la propia vida por aquellos a quienes amaba.

El amor de Dios y de Cristo por nosotros exige amar a los hermanos, de modo que el amor fraterno aparece como la manifestación clara de que amamos a Dios. Dios es el origen, el modelo y la razón última del amor: amando, y amando a todos sin distinción ni límite, el cristiano camina hacia la perfección de Dios. Amando así, hasta a los enemigos, el cristiano hace presente en el mundo la misericordia de Dios.

Todo lo que hizo y dijo Jesús es en definitiva expresión palpable de que Dios se ha acordado de su misericordia. Pero unido estrechamente al tema de la misericordia está el tema de la pobreza. Dios muestra su misericordia en Jesús y a través de Jesús, que anuncia a los pobres la buena noticia de la salvación.

Pobre es quien sabe que su apoyo es Dios y que sólo en él vale la pena poner la confianza. Esta significación del término "pobre" no excluye a los pobres materiales; es más, precisamente por no contar con ningún apoyo humano, el pobre material se encuentra en la mejor situación para realizar aquella pobreza que consiste en poner la confianza en Dios y en él solo.

La pobreza material no es un bien deseable, sino una expresión de la injusticia humana. El Dios de la misericordia que se hace presente en Jesús contagia misericordia; quien ha conocido la misericordia de Dios no puede cerrarse ante el hermano necesitado. El amor de la Iglesia por los pobres pertenece a su constante tradición. Pero no abarca sólo la pobreza material, sino también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa.

Por ello, estamos llamados a amar a los demás como Jesús los ha amado. Estamos llamados a ser hombres y mujeres de caridad: para poder anunciar a todo hombre que es amado por Dios y que él mismo puede amar, debemos dar testimonio de caridad para con todos, gastando la vida por el prójimo. El cristiano es el hermano universal; lleva consigo el espíritu de la iglesia, su apertura y atención a todos los pueblos y a todos los hombres, particularmente a los más pequeños y pobres. En cuanto tal, supera las fronteras y las divisiones de razas, casta o ideología: es signo del amor de Dios en el mundo, que es amar sin exclusión ni preferencia.

 

Por ello, la caridad apostólica nos lleva a :

Preguntas para el Diálogo

21. ¿Qué causas están impidiendo la fraternidad a tu alrededor? Concrétalas.

22. ¿Cuál es la raíz del valor y de los derechos de todo ser humano?

23. Para nosotros como cristianos, ¿el fundamento de la fraternidad universal arranca de la fe en Dios? ¿Por qué?

24. ¿Qué podemos hacer para construir a nuestro alrededor una verdadera fraternidad?

Séptima Catequesis, Vallanca, 18 de Julio de 1999 María, modelo de caridad Palabra de Dios.

Lectura del libro profeta Sofonías 3, 14- 18

Alégrate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor tu Dios en medio de ti es un guerrero que salva. El se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como el día de fiesta. Apartaré de ti la amenaza, el orpobio que pesa sobre ti.

Palabra de Dios

Salmo 1 Samuel 2, 1- 8

R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Mi corazón se regocija por el Señor,

mi poder se exalta por Dios;

mi boca se ríe de mis enemigos,

porque gozo con tu salvación.

No hay santo como el Señor,

no hay roca como nuestro Dios.

No multipliquéis discursos altivos,

no echéis por la boca arrogancias,

porque el Señor es un Dios que sabe;

él es quien pesa las acciones.

Se rompen los arcos de los valientes,

mientras los cobardes se ciñen de valor;

los hartos se contratan por el pan,

mientras los hambrientos engordan;

la mujer estéril da a luz siete hijos,

mientras la madre de muchos queda baldía.

El Señor da la muerte y la vida,

hunde en el abismo y levanta;

da la pobreza y la riqueza,

humilla y enaltece.

El levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,

para hacer que se siente entre príncipes

y que herede un trono de gloria;

pues del Señor son los pilares de la tierra,

y sobre ellos afianzó el orbe.

 

Lectura del Santo Evangelio según san Juan 2, 1- 11

 

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo: No les queda vino. Jesús le contestó: Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes: Haced lo que Él os diga.

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: Sacad ahora y llevadselo al mayordomo. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua) y entonces llamó al novio y le dijo: Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor, tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloiria y creció la fe de sus discípulos en Él.

Palabra del Señor

Catequesis

¿Por qué estás aquí? Estás aquí porque el Señor te ha llamado. Él, que te ama más que nadie, te ha traído aquí hoy, para mostrarte su amor, para regalarte su luz, para darte su paz.

El Señor te invita a descansar en Él. No importa ahora los problemas que tengas, las preocupaciones que te agobien, las dudas que te asalten… Sólo importa el amor que Dios te tiene. Sólo importa la historia de amor que Dios quiere vivir contigo. Por eso, ¡no te preocupes! ¡Descansa en el amor de Dios! ¡Él lleva tu vida! Él sabe lo que necesitas en cada momento. Y Él te dará lo que realmente necesitas.

La Iglesia nos ha convocado a preparar el Gran Jubileo del año 2000: éste es un tiempo de gracia del Señor. El Señor nos llama a vivir este tiempo de gracia como un don, como un regalo. No importa el tiempo que estás "perdiendo" para escuchar el Señor. Con el Señor nunca perdemos el tiempo. Porque Él es generoso, Él siempre nos da el ciento por uno.

Este año de 1999 está dedicado a Dios, Padre misericordioso. En la primera catequesis, celebrada en Torrebaja, contemplamos cómo conocemos a Dios Padre como Él se nos ha revelado y cómo Dios nos ha creado por Amor y cuida cada día de nosotros. En la segunda, celebrada en Casas Bajas, entramos en el corazón de Dios, contemplamos cómo es ese Dios Padre de misericordia. En la tercera, celebrada en Los Santos, tratamos de descubrir la gran riqueza de las virtudes teologales: la fe, la esperanza, y la caridad. En la cuarta, celebrada en Ademuz, vimos cómo creer en Él en un mundo de increencia. En la quinta, en Casas Altas, redescubrimos como el Señor nos invita vivir como hijos suyos y a comunicarnos con Él por medio de la oración. En la sexta, en Castielfabib, escuchamos la llamada del Señor que nos invitaba a vivir como auténticos hermanos, amándonos unos a otros como Él nos ha amado.

Hoy el Señor nos invita a fijarnos en la Virgen María, su Madre y nuestra Madre, y a descubrir cómo ella es modelo de caridad.

A lo largo de estos tres años de preparación al Jubileo hemos visto como María es modelo de fe, y es mujer dócil a la voz del Espíritu Santo. Hoy vamos a ver como María es modelo perfecto de amor, tanto a Dios como al prójimo. Ella nos invita a hacer lo que Cristo nos dice.

El camino de la fe es el camino de la vuelta al Padre. Ese camino, revelado en plenitud por Cristo, ha sido recorrido por María, la primera discípula, la primera criatura que ha llegado ya a la casa del Padre, y que sigue mostrándonos la posibilidad del seguimiento desde la debilidad de la condición humana. María es testigo de la misericordia de Aquel que está al final del camino.

María nace en el seno de una comunidad creyente, es hija de Israel. Su historia es la historia concreta de una mujer, profundamente arraigada en la historia de la humanidad. En ella se condensa el Resto de Israel, los pobres que ya no tienen nada que perder y por ello lo esperan todo del Señor.

María representa el ansia de plenitud del cumplimiento de la promesa. Ella ya ha experimentado el amor de Dios. Un amor misericordioso que la hace siempre nueva, convirtiéndola en joven virgen con quien Él mismo se desposa.

En el momento histórico de la Anunciación, Dios, por boca de Gabriel, se acerca al resto de Israel, a María. La promesa se hace historia; la palabra se hace carne. María no dice "sí", dice "hágase tu voluntad", como un acto de entrega incondicional a Aquel por quien es amada. María puede decir "hágase tu voluntad" no porque cree mucho, sino porque ama mucho. El conocimiento de la voluntad de Dios se da no por una certeza intelectual, sino por la respuesta de amor que se genera como fruto de una intensa experiencia de la misericordia de Quien, en la Anunciación, se le revela como Padre. Su respuesta es posible porque se fía de Él.

La maternidad de María es un "Sí" constante, un dar la vida en cada instante, una continua donación, no sólo de la vida física de Jesús, sino de algo más. Es la donación de un modo de ser humano. María es aquella que enseña a Jesús a ser humano: le enseña a sonreír, a hablar, a responder, a rezar… le enseña la intimidad, la ternura… le enseña a mirar y a vivir… Jesús aprende a querer. Es Dios que se deja ser humano por y en un ser humano.

Esta historia rutinaria de cualquier madre, en María va entrelazada con la experiencia de saberse elegida por Dios para una misión que no siempre entiende. La experiencia de la maternidad es una experiencia ambivalente: por una parte, María descubre múltiples maneras en que se ratifica la elección de Dios. Pero, por otra parte, la fe de María es probada: se encuentra con el dolor, el sufrimiento, la cruz. Según el estilo de Dios, la fe de María, probada en el tiempo, se convierte en motivo de alabanza, de gloria y de honor en la Revelación de Jesucristo. María, unida perfectamente a Cristo en su despojamiento, manifiesta el amor incondicional que no abandona nunca.

Toda la obra de la Redención es en función de ser hijos. María, hija del Padre, que nos enseña a ser hijos, no simplemente imitándole, sino por la identificación con su Hijo en el último instante de su vida humana.

Las bodas de Caná se sitúan en la primera semana del ministerio de Jesús, y prefiguran la última. La mirada de María en Caná es la misma que al pie de la cruz: aquella que sabe, conoce la misericordia de Dios y su fidelidad que siempre quiere la vida. Esa mirada traspasa la banalidad del ser humano y descubre nuestras necesidades más profundas, necesidades que ella misma hace presentes delante del Señor… No impone su voluntad, sino que muestra al Padre la necesidad del mundo.

Como María, los creyentes iniciamos al derramarse el Espíritu un camino que termina en la cruz, en una actitud orante, intercesora por el mundo. María señala al pie de la Cruz el camino de vuelta al Padre, el camino de la salvación en el que nos precede, el camino que recorre la Iglesia y en el que estamos embarcados todos los hombres.

 

Preguntas para el diálogo

25. ¿Por qué la Virgen María es ejemplo perfecto de amor a Dios y al prójimo?

26. ¿Qué relación tiene la misericordia de Dios con María, Madre de la Misericordia?

27. ¿Cómo podemos nosotros asumir y vivir estas realidades tan centrales en la fe de la Virgen María?

28. ¿Cómo mejorar nuestra devoción a la Virgen María?

29. ¿Qué aspectos de la vida de fe de María cuestionan hoy nuestra vida cristiana en su vertiente personal, familiar, social y eclesial?