DECLARACIÓN SOBRE LA DISMINUCIÓN DE LA FECUNDIDAD EN EL MUNDO

25/2/1998

Pontificio Consejo para la Familia

La atención a la evolución demográfica

Conforme al mandato que ha recibido, el Consejo pontificio para la familia, sigue de cerca la evolución demográfica de los diferentes países del mundo 1. Con esta finalidad, el Consejo ya ha convocado muchas veces a expertos de renombre internacional. Diferentes reuniones han permitido examinar, más en particular, la situación propia de cada continente. Así, la situación de América fue objeto de un congreso en México, celebrado del 21 al 23 de abril de 1993 2. La de Asia y Oceanía se estudió durante un coloquio en Taipei, que tuvo lugar del 18 al 20 de septiembre de 1995 3. La diversidad de la evolución demográfica de los países de Europa se examinó en Roma, del 17 al 19 de octubre de 1996 4. El Consejo pontificio para la familia prepara actualmente una reunión dedicada a la situación de los países de África.

Al mismo tiempo, el Consejo pontificio para la familia sigue con atención e interés los trabajos de los centros de investigación que se dedican a las cuestiones demográficas. Entre estos centros, figura la División de la población dentro del Consejo económico y social de las Naciones Unidas. Del 4 al 6 de noviembre de 1997, este prestigioso organismo reunió a catorce expertos de renombre internacional con vistas a estudiar la disminución de la fecundidad a escala mundial, en su importancia actual, sus causas y sus consecuencias. Estos expertos no pudieron menos de confirmar lo que todos los datos demográficos indicaban desde hacía ya muchos años, a saber, que la disminución de la fecundidad, que desde hace veinte años afectaba a la mayoría de los países desarrollados industrialmente -Europa del norte y del oeste, Canadá, Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda-, se extiende ahora a un número creciente de países en vías de desarrollo, en Europa del sur y del este, en Asia y en el Caribe, y ha causado, en 51 países, que representan el 44% de la población mundial, una disminución de la tasa de fecundidad (total fertility rate o TFR) por debajo del "umbral de reemplazo" de las generaciones. Como notaba uno de esos expertos a propósito del carácter continuo de esos decrecimientos desde 1975, en algunos países que ya entonces presentaban una escasa fecundidad: "Una vez que la transición de la fecundidad ha comenzado, su decrecimiento continúa de manera invariable" 5.

Una versión global y errónea

Desde hace demasiado tiempo, la mayoría de los estudios sobre la población difunden una versión global y errónea, según la cual el mundo sería prisionero de un crecimiento demográfico "exponencial", o sea, "galopante", que llevaría a una "explosión demográfica". El Consejo pontificio para la familia, que en una de sus publicaciones 6 había mostrado la inconsistencia de esa versión, se alegra de constatar que, incluso en ciertos organismos de las Naciones Unidas, comienza a reconocerse la verdad de los datos demográficos. En efecto, al cabo de una treintena de años, las conferencias patrocinadas por esa Organización han tenido por efecto despertar inquietudes infundadas sobre las cuestiones demográficas, particularmente en los países del sur. Basándose en estos datos alarmistas, diferentes organismos de las Naciones Unidas han invertido, y siguen invirtiendo, considerables medios financieros, con la finalidad de obligar a numerosos países a adoptar políticas maltusianas. Es un hecho probado que esos programas, supervisados siempre desde el extranjero, contienen habitualmente medidas coercitivas de control de la natalidad. De igual modo, la ayuda al desarrollo está regularmente condicionada a la aplicación de programas de control de la población, que incluyen la esterilización, forzada o realizada sin que las víctimas lo sepan. Por otra parte, estas acciones maltusianas son asumidas y ampliadas por los gobiernos nacionales con la colaboración de organizaciones no gubernamentales (ONG), entre las cuales, la más conocida es la Federación internacional de la planificación de la familia (IPPF).

En los países pobres, las primeras víctimas de esos programas son las poblaciones inocentes e indefensas. Se las engaña deliberadamente, impulsándolas a aceptar su mutilación bajo el pretexto falso de que se trata de la condición previa para su desarrollo.

Envejecimiento de las poblaciones y de crecimiento demográfico

Esas políticas desastrosas están en total contradicción con la evolución demográfica real, tal como muestran las estadísticas y se deduce del análisis de los datos. Desde hace treinta años, la tasa de crecimiento de la población mundial no deja de disminuir a un ritmo regular y significativo. Ahora, después de haber registrado una disminución impresionante de su fecundidad, 51 países del mundo (entre 185) ya no logran reemplazar a sus generaciones. Precisemos que estos 51 países representan el 44% de la población del planeta. Dicho de otro modo, el índice sintético de fecundidad de esos países, es decir, el número de niños por mujer, es inferior a 2,1. Es sabido que, en dicho índice, a esta altura se sitúa el nivel mínimo indispensable para la renovación de las generaciones en los países que cuentan con las mejores condiciones sanitarias.

Esta situación es igual en casi todos los continentes. Así, tienen una fecundidad inferior al umbral del reemplazo, en América: Estados Unidos, Canadá, Cuba y la mayoría de las islas caribeñas; en Asia: Georgia, Tailandia, China, Japón y Corea del sur; en Oceanía: Australia; y casi la totalidad de los cuarenta países de Europa. En este último continente, la gravedad de los efectos del envejecimiento lleva ahora a la despoblación, con un número de muertes superior al de los nacimientos. Este saldo negativo ya es un hecho en trece países como Estonia, Letonia, Alemania, Bielorrusia, Bulgaria, Hungría, Rusia, España e Italia.

Esta disminución de la fecundidad, más allá del envejecimiento de las poblaciones que implica, plantea en numerosos territorios, una cuestión particularmente angustiosa: el decrecimiento demográfico, con todos los efectos negativos que acarrea inevitablemente. La perspectiva que se perfila es el aumento del número de países que tienen una fecundidad inferior al reemplazo de las generaciones. De igual modo, está comprobado que va a aumentar el número de países en los que la mortalidad es superior a la natalidad.

La percepción de estas realidades, desde hace mucho tiempo familiares a los demógrafos atentos, es casi desconocida para los medios de comunicación social, la opinión pública y quienes tienen el poder de tomar decisiones. Ha sido prácticamente silenciada en las conferencias internacionales, como pudo constatarse, por ejemplo, con ocasión de la Conferencia de El Cairo, en 1994, o la de Pekín, en 1995.

Causas complejas

Las causas de esta situación totalmente inédita son, ciertamente, complejas. J. Cl. Chesnais, del Instituto nacional de estudios demográficos (París), las ha analizado detalladamente durante la reunión de expertos en demografía en la que se abordó la cuestión 7.

En todo caso, algunas son fácilmente identificables. La nupcialidad, en un ambiente que le resulta francamente desfavorable, ha disminuido mucho; esto quiere decir que las personas se casan menos que antes. La edad media de la maternidad ha aumentado claramente, y sigue aumentando. Las leyes del trabajo no facilitan el deseo de las mujeres de conciliar armoniosamente vida familiar y actividad profesional. La ausencia de una verdadera política familiar, en los países más fuertemente afectados por el decrecimiento demográfico, hace que las familias prácticamente no puedan tener el número de hijos que desearían: se estima en 0,6 hijos por mujer la diferencia entre el número de hijos que las mujeres europeas desean y el número que tienen efectivamente 8.

J. Cl. Chesnais concluye su informe sobre las causas de la disminución de la fertilidad, introduciendo en demografía un factor que, hasta entonces, había sido completamente descuidado por los expertos: la relación vivida por las poblaciones entre pesimismo y esperanza. Según este autor, no podría esperarse un aumento de la fertilidad en los países donde se da el decrecimiento demográfico sin un cambio previo en el "humor" de esos países, haciéndolos pasar, del pesimismo actual, a un estado espiritual comparable con el de la era del baby-boom, durante la reconstrucción que siguió a la segunda guerra mundial 9.

Junto a las causas relacionadas con las condiciones de vida y con determinados reajustes socioculturales en los países desarrollados industrialmente, influyen directamente en el decrecimiento demográfico otros factores relacionados con la voluntad del hombre y, por tanto, con su responsabilidad. Se trata de los medios y las políticas de limitación voluntaria de los nacimientos. La difusión de las técnicas químicas de anticoncepción y, frecuentemente, la legalización del aborto, han sido decididas mientras que, al mismo tiempo, se debilitaban las políticas favorables a la acogida de la vida.

Desde hace algunos años, a esas causas, se ha sumado la esterilización de masas ya señalada. Es preciso recordar las campañas masivas de esterilización masculina y femenina, realizadas en la India en 1954 y 1976, con todos los escándalos que se produjeron, y que llevaron a la caída del Gobierno de la señora Gandhi 10. En Brasil, entre las mujeres que han utilizado algún método de control de la natalidad, alrededor del 40% de ellas ha sido esterilizada.

Precisamente durante estos días, los medios de comunicación nos han informado sobre la campaña de esterilización llevada a cabo en Perú, el año pasado, con gran publicidad, bajo la dirección del ministerio de Sanidad, y que acaba de suscitar un movimiento general y mundial de reprobación 11. No sólo se habla de "presiones" ejercidas por los empleados de la sanidad 12 para convencer a las mujeres, en su mayoría analfabetas y poco o nada informadas sobre el alcance real de su "operación" 13, a hacerse esterilizar; se admite también que la operación conllevó la pérdida de vidas humanas. La Iglesia católica, a través de sus obispos, ha exigido un esclarecimiento 14. Pero no es la única: un numeroso grupo de parlamentarios ha exigido que el Congreso peruano examine las esterilizaciones efectuadas (más de cien mil), para verificar en qué condiciones sanitarias y morales se realizaron. Esos parlamentarios exigen que se diga toda la verdad sobre las violaciones de los derechos del hombre que se perpetraron durante dicha campaña gubernamental 15.

Hacia graves desequilibrios

De esas causas principales, mencionadas rápidamente, derivan algunas consecuencias muy preocupantes. La proporción de los jóvenes, en las poblaciones, disminuye fuertemente. Esto produce una inversión de la pirámide de las edades, con una escasa población de adultos jóvenes, que son quienes deben asegurar la producción del país y sostener el peso muerto de una amplia población de personas ancianas inactivas, que requieren cada vez más cuidados y material médico. En el seno mismo de la población activa se producen profundos desequilibrios entre los jóvenes activos y los activos menos jóvenes, que tratan de asegurarse su empleo en detrimento de las jóvenes generaciones que llegan a un mercado de trabajo reducido.

No se debería olvidar tampoco el influjo de una población anciana en el sistema educativo. En efecto, para afrontar el peso de las personas ancianas, es grande la tentación de recortar los presupuestos dedicados normalmente a la formación de las nuevas generaciones. Esta debilitación del sistema educativo encierra, a su vez, un peligro notable: la pérdida de la memoria colectiva. La transmisión de las conquistas culturales, científicas, técnicas, artísticas, morales y religiosas queda hipotecada gravemente. Notemos también que, contrariamente a lo que se divulga, incluso el desempleo se agrava a causa del decrecimiento demográfico.

Los expertos señalan también algunos otros aspectos de esta evolución; así, el aumento de la edad media de las poblaciones influye, lógicamente, en el perfil psicológico de esa población: el carácter sombrío, la falta de dinamismo intelectual, económico, científico y social, y la falta de creatividad, que parecen afectar a ciertas naciones "viejas", no harían sino expresar la estructura de su pirámide demográfica.

Al mismo tiempo, la proporción de las personas ancianas que están directamente a cargo de la sociedad aumenta, mientras que la base productiva de dicha sociedad, fuente de ingresos para las finanzas públicas, se reduce. Entonces, para garantizar el funcionamiento de los sistemas de seguridad social (mutualidades, pensiones, reembolso por prestaciones, etc.), es grande la tentación de recurrir a la eutanasia. Es conocido que ya se practica en varios países de Europa.

Entre las consecuencias más evidentes de la disminución de la fecundidad, es necesario mencionar, también los desequilibrios violentos, previsibles desde ahora, entre países cuyas poblaciones presentan estructuras muy diferentes por edad. Si, por ejemplo, se compara la pirámide de las edades, por una parte en países como Francia, España e Italia y, por otra, en países como Argelia, Marruecos y Turquía, impresiona su carácter invertido y las dificultades que esta situación acarrea, cuyos problemas actuales, unidos a la imposibilidad de los países ricos de limitar de modo efectivo la inmigración clandestina desde los países más pobres, son solo una prefiguración.

Es urgente que la opinión pública y quienes tienen el poder de tomar decisiones estén perfectamente informados sobre esta evolución. Es igualmente urgente rechazar los datos falsos, aducidos frecuentemente en las presentaciones que ocultan sofismas puramente ideológicos, por no hablar de las estadísticas falsificadas. En el campo de la demografía, como en los diferentes campos del saber, los hechos son evidentes y la verdad no puede ocultarse indefinidamente. Alegra constatar que esta verdad se manifiesta cada vez con mayor claridad, puesto que la División de la población, de las Naciones Unidas, no ha dudado en reunir a ese grupo de expertos para interrogarse sobre la "fecundidad inferior al nivel de reemplazo" (Below replacement fertility). Nada impide superar las inexactitudes y mentiras que muy a menudo se aducen con el fin de "justificar" programas, políticas y otras cosas, totalmente incompatibles con el respeto a los derechos fundamentales del hombre.

Celebrar al hombre y sus derechos

A este propósito, ojalá que el quincuagésimo aniversario de la Declaración universal de derechos del hombre, reavive la memoria de la comunidad humana. Celebrar esos derechos es celebrar al hombre. Se trata de una ocasión privilegiada para que esta comunidad ponga en práctica el respeto a los valores esenciales que ha firmado y sobre los que se ha comprometido a construir su futuro. Esos valores no deben ser negados por parte de los Estados, de los organismos internacionales, de los grupos privados o de los particulares. Son los siguientes: derecho a la vida, derecho a la integridad física y psicológica, igual dignidad de todos los seres humanos (cf. artículo 1).

Así, pues, el año 1998 brinda a todos los hombres y a todas las naciones la ocasión de reafirmar con entusiasmo su adhesión sin reservas a la letra y al espíritu de la Declaración universal de derechos del hombre, firmada en 1948.

Aquí se requiere una gran vigilancia. La fidelidad a la Declaración implica que se excluya toda maniobra que, bajo la cobertura de los así llamados "nuevos derechos", pretenda incorporar el aborto (cf. artículo 3), atentar contra la integridad física (cf. artículo 3) y destruir a la familia heterosexual y monogámica (cf. artículo 16). En este sentido, se están realizando, actualmente, algunas operaciones solapadas. Tienen una finalidad nefasta: privar al ser humano de algunos de sus derechos fundamentales, y someter a los más débiles a nuevas formas de opresión (cf. artículos 4 y 5). Las mentiras de que se alimentan estas tentativas desembocan, fatalmente, en la violencia y la barbarie, e introducen la cultura de la muerte 16.

Como ha declarado el Papa Juan Pablo II, "los derechos del hombre trascienden todo orden constitucional". Estos derechos son inherentes a cada hombre. No nacen en absoluto de decisiones consensuales, renegociables continuamente, a merced de las relaciones de fuerza o de los intereses presentes. La existencia misma de estos derechos, reconocidos y declarados solemnemente en 1948, de ningún modo depende de las formulaciones más o menos felices que se encuentran en las constituciones y las leyes (cf. artículo 2, 2). Cualquier constitución, cualquier ley que pretendiera limitar el alcance de estos derechos declarados o falsear su significado, debería ser denunciada enseguida como discriminatoria y, según sugiere el Preámbulo de la Declaración, como sospechosa de fermentos totalitarios.

Sobre la base de esta referencia común a los valores, defendidos al precio de tantas lágrimas, puede regenerarse el entramado de las naciones y construirse una ciudad mundial abierta a la "cultura de la vida". Este ambicioso proyecto no es irrealizable, pero la solidaridad entre los pueblos, que es a la vez su alimento y su fruto, supone como condición previa la reafirmación de la solidaridad de las generaciones.

En consecuencia, el Consejo pontificio para la familia invita a todos los hombres de buena voluntad y, en particular a las asociaciones cristianas, a dar a conocer las realidades objetivas de la evolución demográfica. Los invita a condenar con valentía los programas maltusianos completamente injustificados y, además, totalmente contrarios a los derechos del hombre.

25 de febrero de 1998