CONGREGACION PARA LA DOCTRINA DE LA FE

CARTA A LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATOLICA

SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA IGLESIA CONSIDERADA COMO COMUNION

INTRODUCCION

1. El concepto de comunión (koinonía), ya puesto de relieve en los textos del Concilio Vaticano II(1), es muy adecuado para expresar el núcleo profundo del Misterio de la Iglesia y, ciertamente, puede ser una clave de lectura para una renovada eclesiologíacatólica(2). La profundizaciónen la realidad de la Iglesia como Comuniónes, en efecto, una tarea particularmente importante, que ofrece amplio espacio a la reflexiónteológica sobre el misterio de la Iglesia, "cuya naturaleza es tal que admite siempre nuevas y másprofundas investigaciones"(3). Sin embargo, algunas visiones eclesiológicas manifiestan una insuficiente comprensiónde la Iglesia en cuantomisterio de comunión, especialmente por la falta de una adecuada integracióndel concepto decomunión con los de Pueblo de Dios y de Cuerpo de Cristo, y tambiénpor un insuficiente relieve atribuido a la relaciónentre la Iglesia como comunión y la Iglesia como sacramento.

2. Teniendo en cuenta la importancia doctrinal, pastoral y ecuménica de los diversos aspectos relativos a la Iglesia considerada como Comunión, la Congregaciónpara la Doctrina de la Fe, con la presente Carta, ha estimado oportuno recordar brevemente y clarificar, donde era necesario, algunos de los elementos fundamentales que han de ser considerados puntos firmes, tambiénen el deseado trabajo de profundizaciónteológica.

I

LA IGLESIA, MISTERIO DE COMUNION

3. El concepto de comunión está "en el corazóndel autoconocimiento de la Iglesia"(4), en cuanto misterio de la uniónpersonal de cada hombre con la Trinidad divina y con los otros hombres, iniciada por la fe(5), y orientada a la plenitud escatológica en la Iglesia celeste, aun siendo ya una realidad incoada en la Iglesia sobre la tierra(6).

Para que el concepto de comunión, que no es unívoco, pueda servir como clave interpretativa de la eclesiologia, debe ser entendido dentro de la enseñanza bíblica y de la tradiciónpatrística, en las cuales la comunión implica siempre una doble dimensión: vertical (comunióncon Dios) y horizontal (comuniónentre los hombres). Es esencial a la visióncristiana de la comunión reconocerla ante todo como don de Dios, como fruto de la iniciativa divina cumplida en el misterio pascual. La nueva relaciónentre el hombre y Dios, establecida en Cristo y comunicada en los sacramentos, se extiende tambiéna una nueva relaciónde los hombres entre sí.En consecuencia, el concepto de comunión debe ser capaz de expresar tambiénla naturaleza sacramental de la Iglesia mientras "caminamos lejos del Señor"(7), así como la peculiar unidad que hace a los fieles ser miembros de un mismo Cuerpo, el Cuerpo místico de Cristo(8), una comunidad orgánicamente estructurada(9), "un pueblo reunido por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo"(10), dotado tambiénde los medios adecuados para la uniónvisible y social(11).

4. La comunión eclesial es al mismo tiempo invisible y visible. En su realidad invisible, es comuniónde cada hombre con el Padre por Cristo en el Espíritu Santo, y con los demáshombres copartícipes de la naturaleza divina(12), de la pasiónde Cristo(13), de la misma fe(14), del mismo espíritu(15). En la Iglesia sobre la tierra, entre esta comunióninvisible y la comuniónvisible en la doctrina de los Apóstoles, en los sacramentos y en el orden jerárquico, existe una íntima relación. Mediante estos dones divinos, realidades bien visibles, Cristo ejerce en la historia de diversos modos Su función profética, sacerdotal y real para la salvaciónde los hombres(16). Esta relaciónentre los elementos invisibles y los elementos visibles de la comunióneclesial es constitutiva de la Iglesia como Sacramento de salvación.

De esta sacramentalidad se sigue que la Iglesia no es una realidad replegada sobre sí misma, sino permanentemente abierta a la dinámica misionera y ecuménica, pues ha sido enviada al mundo para anunciar y testimoniar, actualizar y extender el misterio de comuniónque la constituye: a reunir a todos y a todo en Cristo(17); a ser para todos "sacramento inseparable de unidad"(18).

5. La comunióneclesial, en la que cada uno es inserido por la fe y el Bautismo(19), tiene su raízy su centro en la Sagrada Eucaristía. En efecto, el Bautismo es incorporaciónen un cuerpo edificado y vivificado por el Señor resucitado mediante la Eucaristía, de tal modo que este cuerpo puede ser llamado verdaderamente Cuerpo de Cristo. La Eucaristíaes fuente y fuerza creadora decomunión entre los miembros de la Iglesia precisamente porque une a cada uno de ellos con el mismo Cristo: "participando realmente del Cuerpo del Señor en la fraccióndel pan eucarístico, somos elevados a la comunióncon El y entre nosotros: 'Porque el pan es uno, somos uno en un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan' (1 Cor 10, 17)"(20).

Por esto, la expresiónpaulina la Iglesia es el Cuerpo de Cristo significa que la Eucaristía, en la que el Señor nos entrega su Cuerpo y nos transforma en un solo Cuerpo(21), es el lugar donde permanentemente la Iglesia se expresa en su forma másesencial: presente en todas partes y, sin embargo, sólo una, así como uno es Cristo.

6. La Iglesia es Comuniónde los santos, segúnla expresióntradicional que se encuentra en las versiones latinas del Símbolo apostólico desde finales del siglo IV(22). La comúnparticipaciónvisible en los bienes de la salvación(las cosas santas), especialmente en la Eucaristía, es raízde la comunióninvisible entre los participantes (los santos). Esta comunióncomporta una solidaridad espiritual entre los miembros de la Iglesia, en cuanto miembros de un mismo Cuerpo(23), y tiende a su efectiva uniónen la caridad, constituyendo "un solo corazóny una sola alma"(24). La comunióntiende tambiéna la uniónen la oración(25), inspirada en todos por un mismo Espíritu(26), el Espíritu Santo "que llena y une toda la Iglesia"(27).

Esta comunión, en sus elementos invisibles, existe no sólo entre los miembros de la Iglesia peregrina en la tierra, sino tambiénentre éstos y todos aquellos que, habiendo dejado este mundo en la gracia del Señor, forman parte de la Iglesia celeste o seránincorporados a ella despuésde su plena purificación(28). Esto significa, entre otras cosas, que existe una mutua relación entre la Iglesia peregrina en la tierra y la Iglesia celeste en la misiónhistórico-salvífica. De ahí la importancia eclesiológica no sólo de la intercesiónde Cristo en favor de sus miembros(29), sino tambiénde la de los santos y, en modo eminente, de la Bienaventurada Virgen María(30). La esencia de la devocióna los santos, tan presente en la piedad del pueblo cristiano, responde pues a la profunda realidad de la Iglesia como misterio de comunión.

II

IGLESIA UNIVERSAL E IGLESIAS PARTICULARES

7. La Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos una, santa, católica y apostólica, es la Iglesia universal, es decir, la universal comunidad de los discípulos del Señor(31), que se hace presente y operativa en la particularidad y diversidad de personas, grupos, tiempos y lugares. Entre estas múltiples expresiones particulares de la presencia salvífica de la única Iglesia de Cristo, desde la época apostólica se encuentran aquellas que en sí mismas son Iglesias(32), porque, aun siendo particulares, en ellas se hace presente la Iglesia universal con todos sus elementos esenciales(33). Estánpor eso constituidas "a imagen de la Iglesia universal"(34), y cada una de ellas es "una porcióndel Pueblo de Dios que se confíaal Obispo para ser apacentada con la cooperaciónde su presbiterio"(35).

8. La Iglesia universal es, pues, el Cuerpo de las Iglesias(36), por lo que se puede aplicar de manera analógica el concepto de comunióntambiéna la uniónentre las Iglesias particulares, y entender la Iglesia universal como una Comuniónde Iglesias. A veces, sin embargo, la idea de "comuniónde Iglesias particulares", es presentada de modo tal que se debilita la concepciónde la unidad de la Iglesia en el plano visible e institucional. Se llega así aafirmar que cada Iglesia particular es un sujeto en sí mismo completo, y que la Iglesia universal resulta del reconocimiento recíproco de las Iglesias particulares. Esta unilateralidad eclesiológica, reductiva no sólo del concepto de Iglesia universal sino tambiéndel de Iglesia particular, manifiesta una insuficiente comprensióndel concepto de comunión. Como la misma historia demuestra, cuando una Iglesia particular ha intentado alcanzar una propia autosuficiencia, debilitando su real comunióncon la Iglesia universal y con su centro vital y visible, ha venido a menos tambiénsu unidad interna y, además, se ha visto en peligro de perder la propia libertad ante las másdiversas fuerzas de sometimiento y explotación(37).

9. Para entender el verdadero sentido de la aplicaciónanalógica del término comuniónal conjunto de las Iglesias particulares, es necesario ante todo tener presente que éstas, en cuanto "partes que son de la Iglesia única de Cristo"(38), tienen con el todo, es decir con la Iglesia universal, una peculiar relaciónde "mutua interioridad"(39), porque en cada Iglesia particular "se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica"(40). Por consiguiente, "la Iglesia universal no puede ser concebida como la suma de las Iglesias particulares ni como una federaciónde Iglesias particulares"(41). No es el resultado de la comuniónde las Iglesias, sino que, en su esencial misterio, es una realidad ontológica y temporalmente previa a cada concreta Iglesia particular.

En efecto, ontológicamente, la Iglesia-misterio, la Iglesia una y única segúnlos Padres precede la creación(42), y da a luz a las Iglesias particulares como hijas, se expresa en ellas, es madre y no producto de las Iglesias particulares. De otra parte, temporalmente, la Iglesia se manifiesta el díade Pentecostésen la comunidad de los cientoveinte reunidos en torno a Maríay a los doce Apóstoles, representantes de la única Iglesia y futuros fundadores de las Iglesias locales, que tienen una misiónorientada al mundo: ya entonces la Iglesia habla todas las lenguas(43).

De ella, originada y manifestada universal, tomaron origen las diversas Iglesias locales, como realizaciones particulares de esa una y única Iglesia de Jesucristo. Naciendo en y a partir de la Iglesia universal, en ella y de ella tienen su propia eclesialidad. Así pues, la fórmula del Concilio Vaticano II: la Iglesia en y a partir de las Iglesias (Ecclesia in et ex Ecclesiis)(44), es inseparable de esta otra: Las Iglesias en y a partir de la Iglesia (Ecclesiae in et ex Ecclesia)(45). Es evidente la naturaleza mistérica de esta relaciónentre Iglesia universal e Iglesias particulares, que no es comparable a la del todo con las partes en cualquier grupo o sociedad meramente humana.

10. Cada fiel, mediante la fe y el Bautismo, es incorporado a la Iglesia una, santa, católica y apostólica. No se pertenece a la Iglesia universal de modo mediato, a travésde la pertenencia a una Iglesia particular, sino de modo inmediato, aunque el ingreso y la vida en la Iglesia universal se realizan necesariamente en una particular Iglesia. Desde la perspectiva de la Iglesia considerada como comunión, la universal comuniónde los fieles y la comuniónde las Iglesias no son pues la una consecuencia de la otra, sino que constituyen la misma realidad vista desde perspectivas diversas.

Además, la pertenencia a una Iglesia particular no está nunca en contradiccióncon la realidad de que en la Iglesia nadie es extranjero(46): especialmente en la celebraciónde la Eucaristía, todo fiel se encuentra en su Iglesia, en la Iglesia de Cristo, pertenezca o no, desde el punto de vista canónico, a la diócesis, parroquia u otra comunidad particular donde tiene lugar tal celebración. En este sentido, permanenciendo firmes las necesarias determinaciones de dependencia jurídica(47), quien pertenece a una Iglesia particular pertenece a todas las Iglesias; ya que la pertenencia a la Comunión, como pertenencia a la Iglesia, nunca es sólo particular, sino que por su misma naturaleza es siempre universal(48).

III

COMUNION DE LAS IGLESIAS, EUCARISTIA Y EPISCOPADO

11. La unidad o comuniónentre las Iglesias particulares en la Iglesia universal, ademásde en la misma fe y en el Bautismo común, está radicada sobre todo en la Eucaristíay en el Episcopado.

Está radicada en la Eucaristíaporque el Sacrificio eucarístico, aun celebrándose siempre en una particular comunidad, no es nunca celebraciónde esa sola comunidad: ésta, en efecto, recibiendo la presencia eucarística del Señor, recibe el don completo de la salvación, y se manifiesta así,a pesar de su permanente particularidad visible, como imagen y verdadera presencia de la Iglesia una, santa, católica y apostólica(49).

El redescubrimiento de una eclesiologíaeucarística, con sus indudables valores, se ha expresado sin embargo a veces con acentuaciones unilaterales del principio de la Iglesia local. Se afirma que donde se celebra la Eucaristía, se haríapresente la totalidad del misterio de la Iglesia, de modo que habríaque considerar no-esencial cualquier otro principio de unidad y de universalidad. Otras concepciones, bajo influjos teológicos diversos, tienden a radicalizar aúnmásesta perspectiva particular de la Iglesia, hasta el punto de considerar que es el mismo reunirse en el nombre de Jesús(cfr. Mt 18, 20) lo que genera la Iglesia: la asamblea que en el nombre de Cristo se hace comunidad, tendríaen sí los poderes de la Iglesia, incluido el relativo a la Eucaristía; la Iglesia, como algunos dicen, nacería"de la base". Estos y otros errores similares no tienen suficientemente en cuenta que es precisamente la Eucaristíala que hace imposible toda autosuficiencia de la Iglesia particular. En efecto, la unicidad e indivisibilidad del Cuerpo eucarístico del Señor implica la unicidad de su Cuerpo místico, que es la Iglesia una e indivisible. Desde el centro eucarístico surge la necesaria apertura de cada comunidad celebrante, de cada Iglesia particular: del dejarse atraer por los brazos abiertos del Señor se sigue la inserciónen su Cuerpo, único e indiviso. Tambiénpor esto, la existencia del ministerio Petrino, fundamento de la unidad del Episcopado y de la Iglesia universal, está en profunda correspondencia con la índole eucarística de la Iglesia.

12. Efectivamente, la unidad de la Iglesia está tambiénfundamentada en la unidad del Episcopado(50). Como la idea misma de Cuerpo de las Iglesias reclama la existencia de una Iglesia Cabeza de las Iglesias, que es precisamente la Iglesia de Roma, que "preside la comuniónuniversal de la caridad(51), así la unidad del Episcopado comporta la existencia de un Obispo Cabeza del Cuerpo o Colegio de los Obispos, que es el Romano Pontífice(52). De la unidad del Episcopado, como de la unidad de la entera Iglesia, "el Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es principio y fundamento perpetuo y visible"(53). Esta unidad del Episcopado se perpetúaa lo largo de los siglos mediante la sucesiónapostólica, y es tambiénfundamento de la identidad de la Iglesia de cada época con la Iglesia edificada por Cristo sobre Pedro y sobre los demásApóstoles(54).

13. El Obispo es principio y fundamento visible de la unidad en la Iglesia particular confiada a su ministerio pastoral(55), pero para que cada Iglesia particular sea plenamente Iglesia, es decir, presencia particular de la Iglesia universal con todos sus elementos esenciales, y por lo tanto constituida a imagen de la Iglesia universal, debe hallarse presente en ella, como elemento propio, la suprema autoridad de la Iglesia: el Colegio episcopal "junto con su Cabeza el Romano Pontífice, y jamássin ella"(56). El Primado del Obispo de Roma y el Colegio episcopal son elementos propios de la Iglesia universal "no derivados de la particularidad de las Iglesias"(57), pero interiores a cada Iglesia particular. Por tanto, "debemos ver el ministerio del Sucesor de Pedro, no sólo como un servicio 'global' que alcanza a toda Iglesia particular 'desde fuera', sino como perteneciente ya a la esencia de cada Iglesia particular 'desde dentro'"(58). En efecto, el ministerio del Primado comporta esencialmente una potestad verdaderamente episcopal, no sólo suprema, plena y universal, sino tambiéninmediata, sobre todos, tanto sobre los Pastores como sobre los demásfieles(59). Que el ministerio del Sucesor de Pedro sea interior a cada Iglesia particular, es expresiónnecesaria de aquella fundamental mutua interioridad entre Iglesia universal e Iglesia particular(60).

14. Unidad de la Eucaristíay unidad del Episcopado con Pedro y bajo Pedro no son raíces independientes de la unidad de la Iglesia, porque Cristo ha instituído la Eucaristíay el Episcopado como realidades esencialmente vinculadas(61). El Episcopado es uno como una es la Eucaristía: el único Sacrificio del único Cristo muerto y resucitado. La liturgia expresa de varios modos esta realidad, manifestando, por ejemplo, que toda celebraciónde la Eucaristíase realiza en uniónno sólo con el propio Obispo sino tambiéncon el Papa, con el orden episcopal, con todo el clero y con el entero pueblo(62). Toda válida celebraciónde la Eucaristíaexpresa esta comuniónuniversal con Pedro y con la Iglesia entera, o la reclama objetivamente, como en el caso de las Iglesias cristianas separadas de Roma(63).

IV

UNIDAD Y DIVERSIDAD EN LA COMUNION ECLESIAL

15. "La universalidad de la Iglesia, de una parte, comporta la mássólida unidad y, de otra, una pluralidad y una diversificación, que no obstaculizan la unidad, sino que le confieren en cambio el carácter de 'comunión'"(64). Esta pluralidad se refiere sea a la diversidad de ministerios, carismas, formas de vida y de apostolado dentro de cada Iglesia particular, sea a la diversidad de tradiciones litúrgicas y culturales entre las distintas Iglesias particulares(65).

La promociónde la unidad que no obstaculiza la diversidad, así como el reconocimiento y la promociónde una diversidad que no obstaculiza la unidad sino que la enriquece, es tarea primordial del Romano Pontífice para toda la Iglesia(66) y, salvo el derecho general de la misma Iglesia, de cada Obispo en la Iglesia particular confiada a su ministerio pastoral(67). Pero la edificacióny salvaguardia de esta unidad, a la que la diversidad confiere el carácter de comunión, es tambiéntarea de todos en la Iglesia, porque todos estánllamados a construirla y respetarla cada día, sobre todo mediante aquella caridad que es "el vínculo de la perfección"(68).

16. Para una visiónmáscompleta de este aspecto de la comunióneclesial -unidad en la diversidad-, es necesario considerar que existen instituciones y comunidades establecidas por la Autoridad Apostólica para peculiares tareas pastorales. Estas, en cuanto tales, pertenecen a la Iglesia universal, aunque sus miembros son tambiénmiembros de las Iglesias particulares donde viven y trabajan. Tal pertenencia a las Iglesias particulares, con la flexibilidad que le es propia(69), tiene diversas expresiones jurídicas. Esto no sólo no lesiona la unidad de la Iglesia particular fundada en el Obispo, sino que por el contrario contribuye a dar a esta unidad la interior diversificaciónpropia de la comunión(70).

En el contexto de la Iglesia entendida como comunión, hay que considerar tambiénlos múltiples institutos y sociedades, expresiónde los carismas de vida consagrada y de vida apostólica, con los que el Espíritu Santo enriquece el Cuerpo Místico de Cristo: aun no perteneciendo a la estructura jerárquica de la Iglesia, pertenecen a su vida y a su santidad(71).

Por su carácter supradiocesano, radicado en el ministerio Petrino, todas estas realidades eclesiales son tambiénelementos al servicio de la comuniónentre las diversas Iglesias particulares.

V

COMUNION ECLESIAL Y ECUMENISMO

17. "La Iglesia se reconoce unida por muchas razones con quienes, estando bautizados, se honran con el nombre de cristianos, pero no profesan la fe en su totalidad o no guardan la unidad de comuniónbajo el sucesor de Pedro"(72). En las Iglesias y comunidades cristianas no católicas, existen en efecto muchos elementos de la Iglesia de Cristo que permiten reconocer con alegríay esperanza una cierta comunión, si bien no perfecta(73).

Esta comuniónexiste especialmente con las Iglesias orientales ortodoxas, las cuales, aunque separadas de la Sede de Pedro, permanecen unidas a la Iglesia Católica mediante estrechísimos vínculos, como son la sucesiónapostólica y la Eucaristíaválida, y merecen por eso el título de Iglesias particulares(74). En efecto, "con la celebraciónde la Eucaristíadel Señor en cada una de estas Iglesias, la Iglesia de Dios es edificada y crece"(75), ya que en toda válida celebraciónde la Eucaristíase hace verdaderamente presente la Iglesia una, santa, católica y apostólica(76).

Sin embargo, como la comunióncon la Iglesia universal, representada por el Sucesor de Pedro, no es un complemento externo de la Iglesia particular, sino uno de sus constitutivos internos, la situaciónde aquellas venerables comunidades cristianas implica tambiénuna herida en su ser Iglesia particular. La herida es todavíamásprofunda en las comunidades eclesiales que no han conservado la sucesiónapostólica y la Eucaristíaválida. Esto, de otra parte, comporta tambiénpara la Iglesia Católica, llamada por el Señor a ser para todos "un solo rebañoy un solo pastor"(77), una herida en cuanto obstáculo para la realizaciónplena de su universalidad en la historia.

18. Esta situaciónreclama fuertemente de todos el empeñoecuménico hacia la plena comuniónen la unidad de la Iglesia; aquella unidad "que Cristo concedió desde el principio a su Iglesia, y que creemos subsiste indefectible en la Iglesia Católica y esperamos que crezca hasta la consumaciónde los siglos"(78). En este empeñoecuménico, tienen prioritaria importancia la oración, la penitencia, el estudio, el diálogo y la colaboración, para que en una renovada conversiónal Señor se haga posible a todos reconocer la permanencia del Primado de Pedro en sus sucesores, los Obispos de Roma, y ver realizado el ministerio petrino, tal como es entendido por el Señor, como universal servicio apostólico, presente en todas las Iglesias desde dentro de ellas y que, salvada su sustancia de institucióndivina, puede expresarse en modos diversos, segúnlos lugares y tiempos, como testimonia la historia.

CONCLUSION

19. La Bienaventurada Virgen Maríaes modelo de la comunióneclesial en la fe, en la caridad y en la unióncon Cristo(79). "Eternamente presente en el misterio de Cristo"(80), Ella está,en medio de los Apóstoles, en el corazónmismo de la Iglesia naciente(81) y de la Iglesia de todos los tiempos. Efectivamente, "la Iglesia fue congregada en la parte alta (del cenáculo) con María, que era la Madre de Jesús, y con sus hermanos. No se puede, por tanto, hablar de Iglesia si no está presente María, la Madre del Señor, con sus hermanos"(82).

Al concluir esta Carta, la Congregaciónpara la Doctrina de la Fe, haciendo eco a las palabras finales de la ConstituciónLumen gentium(83), invita a todos los Obispos y, a travésde ellos, a todos los fieles, especialmente a los teólogos, a confiar a la intercesiónde la Bienaventurada Virgen su empeñode comunióny de reflexiónteológica sobre la comunión.

El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en el curso de la audiencia concedida al infrascripto Cardenal Prefecto, ha aprobado la presente Carta, acordada en reuniónordinaria de esta Congregación, y ha ordenado su publicación.

Roma, desde la Sede de la Congregaciónpara la Doctrina de la Fe, el 28 de mayo de 1992.

Joseph Card. Ratzinger

Prefecto

+ Alberto Bovone

Arzobispo Tit. de Cesarea de Numidia

Secretario

(1)

1 Cfr. Const. Lumen gentium, nn. 4, 8, 13-15, 18, 21, 24-25; Const. Dei Verbum, n. 10; Const.Gaudium et spes, n. 32; Decr. Unitatis redintegratio, nn. 2-4, 14-15, 17-19, 22.

(2) 2 Cfr. SINODO DE LOS OBISPOS, II Asamblea extraordinaria (1985), Relatio finalis, II, C), 1.

(3) 3 PABLO VI, Discurso de apertura del segundo período del Conc. Vaticano II, 29-IX-1963: AAS 55 (1963) p. 848. Cfr., por ejemplo, las lineas de profundizaciónindicadas por la COMISION TEOLOGICA INTERNACIONAL, en Themata selecta de ecclesiologia: "Documenta (1969- 1985)", Lib. Ed. Vaticana 1988, pp. 462-559.

(4) 4 JUAN PABLO II, Discurso a los Obispos de los Estados Unidos de América, 16-IX-1987, n. 1: "Insegnamenti di Giovanni Paolo II" X,3 (1987) p. 553.

(5) 5 1 Jn 1, 3: "Os anunciamos lo que hemos hemos visto y oído, para que estéis en comunióncon nosotros. Nuestra comuniónes con el Padre y con su Hijo Jesucristo". Cfr. también1 Cor 1, 9; JUAN PABLO II, Exh. Ap. Christifideles laici, 30-XII-1988, n. 19; SINODO DE LOS OBISPOS (1985), Relatio finalis, II, C), 1.

(6) 6 Cfr. Fil 3, 20-21; Col 3, 1-4; Const. Lumen gentium, n. 48.

(7) 7 2 Cor 5, 6. Cfr. Const. Lumen gentium, n. 1.

(8) 8 Cfr. ibidem, n. 7; PIO XII, Enc. Mystici Corporis, 29-VI-1943: AAS 35 (1943) pp. 200 ss.

(9) 9 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 11/a.

(10) 10 S. CIPRIANO, De Oratione Dominica, 23: PL 4, 553; cfr. Const. Lumen gentium, n. 4/b.

(11) 11 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 9/c.

(12) 12 Cfr. 2 Pedro 1, 4.

(13) 13 Cfr. 2 Cor 1, 7.

(14) 14 Cfr. Ef 4, 13; Filem 6.

(15) 15 Cfr. Fil 2, 1.

(16) 16 Cfr. Const. Lumen gentium, nn. 25-27.

(17) 17 Cfr. Mt 28, 19-20; Jn 17, 21-23; Ef 1, 10; Const. Lumen gentium, nn. 9/b, 13 y 17; Decr. Ad gentes, nn. 1 y 5; S. IRENEO, Adversus haereses, III, 16, 6 y 22, 1-3: PG 7, 925-926 y 955-958.

(18) 18 S. CIPRIANO, Epist. ad Magnum, 6: PL 3, 1142.

(19) 19 Ef 4, 4-5: "Un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como habéis sido llamados a una sola esperanza, la de vuestra vocación. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo". Cfr. tambiénMc 16, 16.

(20) 20 Const. Lumen gentium, n. 7/b. La Eucaristíaes el sacramento "mediante el cual se construye la Iglesia en el tiempo presente" (S. AGUSTIN, Contra Faustum, 12, 20: PL 42, 265). "Nuestra participaciónen el cuerpo y en la sangre de Cristo no tiende a otra cosa que a transformarnos en aquello que recibimos" (S. LEON MAGNO, Sermo 63, 7: PL 54, 357).

(21) 21 Cfr. Const. Lumen gentium, nn. 3 y 11/a; S. JUAN CRISOSTOMO, In 1 Cor. hom., 24, 2: PG 61, 200.

(22) 22 Cfr. Denz.-Schön. 19, 26-30.

(23) 23 Cfr. 1 Cor 12, 25-27; Ef 1, 22-23; 3, 3-6.

(24) 24 Hechos 4, 32.

(25) 25 Cfr. Hechos 2, 42.

(26) 26 Cfr. Rom 8, 15-16.26; Gal 4, 6; Const. Lumen gentium, n. 4.

(27) 27 STO. TOMAS DE AQUINO, De Veritate, q. 29, a. 4 c. En efecto, "levantado en la cruz y glorificado, el Señor Jesúsenvió el Espíritu que habíaprometido, por medio del cual llamó ycongregó al pueblo de la Nueva Alianza, que es la Iglesia" (Decr. Unitatis redintegratio, n. 2/b).

(28) 28 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 49.

(29) 29 Cfr. Heb 7, 25.

(30) 30 Cfr. Const. Lumen gentium, nn. 50 y 66.

(31) 31 Cfr. Mt 16, 18; 1 Cor 12, 28; etc.

(32) 32 Cfr. Hechos 8, 1; 11, 22; 1 Cor 1, 2; 16, 19; Gal 1, 22; Apoc 2, 1.8; etc.

(33) 33 Cfr. PONTIFICIA COMISION BIBLICA, Unité et diversité dans l'Eglise, Lib. Ed. Vaticana 1989, especialmente, pp. 14-28.

(34) 34 Const. Lumen gentium, n. 23/a; cfr. Decr. Ad gentes, n. 20/a.

(35) 35 Decr. Christus Dominus, n. 11/a.

(36) 36 Const. Lumen gentium, n. 23/b. Cfr. S. HILARIO DE POITIERS, In Psalm. 14, 3: PL 9, 301; S. GREGORIO MAGNO, Moralia, IV, 7, 12: PL 75, 643.

(37) 37 Cfr. PABLO VI, Exh. Ap. Evangelii nuntiandi, 8-XII-1975, n. 64/b.

(38) 38 Decr. Christus Dominus, n. 6/c.

(39) 39 JUAN PABLO II, Discurso a la Curia Romana, 20-XII-1990, n. 9: "L'Osservatore Romano", 21-XII-1990, p. 5.

(40) 40 Decr. Christus Dominus, n. 11/a.

(41) 41 JUAN PABLO II, Discurso a los Obispos de los Estados Unidos de América, 16-IX-1987, n. 3: cit., p. 555.

(42) 42 Cfr. PASTOR DE HERMAS, Vis. 2, 4: PG 2, 897-900; S. CLEMENTE ROMANO, Epist. II ad Cor., 14, 2: Funck, 1, 200.

(43) 43 Cfr. Hechos 2, 1 ss. S. IRENEO, Adversus haereses, III, 17, 2 (PG 7, 929-930): "en Pentecostés(...) todas las naciones (...) se habían convertido en un admirable coro para entonar el himno de alabanza a Dios en perfecta consonancia, porque el Espíritu Santo habíaanulado las distancias, eliminado la discordancia y transformado la reuniónde los pueblos en una primicia para ofrecer a Dios Padre". Cfr. tambiénS. FULGENCIO DE RUSPE, Sermo 8 in Pentecoste, 2-3: PL 65, 743-744.

(44) 44 Const. Lumen gentium, n. 23/a: "[las Iglesias particulares]... en las cuales y a partir de las cuales se constituye laIglesia Católica, una y única". Esta doctrina desarrolla en la continuidad lo que ya habíasido afirmado anteriormente, por ejemplo por PIO XII, Enc. Mystici Corporis, cit., p. 211: "...a partir de las cuales existe y está compuesta la Iglesia Católica".

(45) 45 Cfr. JUAN PABLO II, Discurso a la Curia Romana, 20-XII-1990, n. 9: cit., p. 5.

(46) 46 Cfr. Gal 3, 28.

(47) 47 Cfr., por ejemplo, C.I.C., can. 107.

(48) 48 S. JUAN CRISOSTOMO, In Ioann. hom., 65, 1 (PG 59, 361): "quien está en Roma sabe que los Indios son sus miembros". Cfr. Const. Lumen gentium, n. 13/b.

(49) 49 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 26/a; S. AGUSTIN, In Ioann. Ev. Tract., 26, 13: PL 35, 1612- 1613.

(50) 50 Cfr. Const. Lumen gentium, nn. 18/b, 21/b, 22/a. Cfr. tambiénS. CIPRIANO, De unitate Ecclesiae, 5: PL 4, 516-517; S. AGUSTIN, In Ioann. Ev. Tract., 46, 5: PL 35, 1730.

(51) 51 S. IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epist. ad Rom., prol.: PG 5, 685; cfr. Const. Lumen gentium, n. 13/c.

(52) 52 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 22/b.

(53) 53 Ibidem, n. 23/a. Cfr. Const. Pastor aeternus: Denz.-Schön. 3051-3057; S. CIPRIANO, De unitate Ecclesiae, 4: PL 4, 512-515.

(54) 54 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 20; S. IRENEO, Adversus haereses, III, 3, 1-3: PG 7, 848-849; S. CIPRIANO, Epist. 27, 1: PL 4, 305-306; S. AGUSTIN, Contra advers. legis et prophet., 1, 20, 39: PL 42, 626.

(55) 55 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 23/a.

(56) 56 Ibidem, n. 22/b; cfr. asímismo n. 19.

(57) 57 JUAN PABLO II, Discurso a la Curia Romana, 20-XII-1990, n. 9: cit., p. 5.

(58) 58 JUAN PABLO II, Discurso a los Obispos de los Estados Unidos de América, 16-IX-1987, n. 4: cit., p. 556.

(59) 59 Cfr. Const. Pastor aeternus, cap. 3: Denz-Schön3064; Const. Lumen gentium, n. 22/b.

(60) 60 Cfr. supra, n. 9.

(61) 61 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 26; S. IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epist. ad Philadel., 4: PG 5, 700; Epist. ad Smyrn., 8: PG 5, 713.

(62) 62 Cfr. MISAL ROMANO, Plegaria Eucarística III.

(63) 63 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 8/b.

(64) 64 JUAN PABLO II, Discurso en la Audiencia general, 27-IX-1989, n. 2: "Insegnamenti di Giovanni Paolo II" XII,2 (1989) p. 679.

(65) 65 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 23/d.

(66) 66 Cfr. ibidem, n. 13/c.

(67) 67 Cfr. Decr. Christus Dominus, n. 8/a.

(68) 68 Col 3, 14. STO TOMAS DE AQUINO, Exposit. in Symbol. Apost., a. 9: "La Iglesia es una (...) por la unidad de la caridad, porque todos estánunidos por el amor de Dios, y entre sí por el amor mutuo ".

(69) 69 Cfr. supra, n. 10.

(70) 70 Cfr. supra, n. 15.

(71) 71 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 44/d.

(72) 72 Const. Lumen gentium, n. 15.

(73) 73 Cfr. Decr. Unitatis redintegratio, nn. 3/a y 22; Const. Lumen gentium, n. 13/d.

(74) 74 Cfr. Decr. Unitatis redintegratio, nn. 14 y 15/c.

(75) 75 Ibidem, n. 15/a.

(76) 76 Cfr. supra, nn. 5 y 14.

(77) 77 Jn 10, 16.

(78) 78 Cfr. Decr. Unitatis redintegratio, n. 4/c.

(79) 79 Cfr. Const. Lumen gentium, nn. 63 y 68; S. AMBROSIO, Exposit. in Luc., 2, 7: PL 15, 1555; S. ISAAC DE ESTRELLA, Sermo 27: PL 194, 1778-1779; RUPERTO DE DEUTZ, De Vict. Verbi Dei, 12, 1: PL 169, 1464-1465.

(80) 80 JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, n. 19.

(81) 81 Cfr. Hechos 1, 14; JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris Mater, cit., n. 26.

(82) 82 S. CROMACIO DE AQUILEYA, Sermo 30, 1: "Sources Chrétiennes", 164, p. 134. Cfr. PABLO VI, Exh. Ap. Marialis cultus, 2-II-1974, n. 28.

(83) 83 Cfr. Const. Lumen gentium, n. 69.