Cuál debe ser nuestra respuesta a los terribles escándalos en la Iglesia

P. Roger J. Landry

La nota de ocho columnas la semana pasada no se la llevo el patriótico desfile del Super Bowl ni quien seríael mariscal de campo, Drew o Tom, ni tampoco en el discurso del Presidente al Estado de la Unióny su comentario de que hay muchos operativos de Al-Qaeda en los Estados Unidos que constituyen verdaderas "bombas de tiempo". Nada de esto fue la noticia principal.

Los encabezados fueron capturados por la muy triste noticia de que quizá hasta setenta sacerdotes en la Arquidiócesis de Boston abusaron de jóvenes a quienes estaban consagrados a servir. Es un escándalo mayúsculo, uno que muchas personas que durante largo tiempo han tenido aversióna la Iglesia a causa de alguna de sus enseñanzas morales o doctrinales lo estánusando como pretexto para atacar a la Iglesia como un todo, tratando de implicar que despuésde todo ellos tenían razón.

Muchas personas se han acercado a mí para hablar del asunto. Muchas otras hubieran querido hacerlo, pero creo que por respeto y por no querer sacar a relucir lo que consideran malas noticias, se abstuvieron; pero para mí era obvio que estaba en su mente. Y por eso, hoy, quiero atacar el asunto de frente. Ustedes tienen derecho a ello. No podemos fingir como si no hubiera sucedido. Y yo quisiera discutir cual debe ser nuestra respuesta como fieles católicos a este terrible escándalo.

Lo primero que necesitamos hacer, es entenderlo a la luz de nuestra fe en el Señor. Antes de elegir a sus primeros discípulos, Jesússubió ala montañaa orar toda la noche. En ese tiempo teníamuchos seguidores. Élhabló aSu Padre en oraciónacerca de a quienes elegiríapara que fueran sus doce apóstoles, los doce que Élformaríaíntimamente, los doce a quienes enviaríaa predicar la Buena Nueva en Su nombre. Élles dio el poder de expulsar a los demonios. Les dio el poder para curar a los enfermos. Ellos vieron como Jesúsobro incontables milagros. Ellos mismos obraron en Su nombre numerosos milagros.

Pero, a pesar de todo, uno de ellos fue un traidor. Uno, que habíaseguido al Señor, uno, a quien el Señor le lavo los pies, que lo vio caminar sobre las aguas, resucitar a personas de entre los muertos y perdonar a los pecadores, traiciono al Señor. El Evangelio nos dice que élpermitió que Satanásentrara en ély luego vendió al Señor por treinta monedas en Getsemaní,simulando un acto de amor para entregarlo. "¡Judas!" le dijo Jesúsen el huerto de Getsemaní,"con un beso entregas al Hijo del hombre" Jesúsno eligió aJudas para que lo traicionara. Éllo eligió para que fuera como todos los demás. Pero Judas fue siempre libre y uso su libertad para permitir que Satanásentrara en ély, por su traición, terminó haciendo que Jesúsfuera crucificado y ejecutado.

Así que desde los primeros doce que Jesúsmismo eligió,uno fue un terrible traidor. A VECES LOS ELEGIDOS DE DIOS LO TRAICIONAN. Este es un hecho que debemos asumir. Es un hecho que la primera Iglesia asumió.Si el escándalo causado por Judas hubiera sido lo único en lo que los miembros de la primera Iglesia se hubieran centrado, la Iglesia habríaestado acabada antes de comenzar a crecer. En vez de ello, la Iglesia reconoció que no se juzga algo por aquellos que no lo viven, sino por quienes si lo viven.

En vez de centrarse en aquel que traiciono a Jesús, se centraron en los otros once, gracias a cuya labor, predicación, milagros y amor por Cristo, nosotros estamos aquí hoy. Es gracias a los otros once -todos los cuales, excepto San Juan, fueron martirizados por Cristo y por el Evangelio, por el cual estuvieron dispuestos a dar sus vidas para proclamarlo- que nosotros llegamos a escuchar la palabra salvífica de Dios, que recibimos los sacramentos de la vida eterna.

Hoy somos confrontados por esa misma realidad. Podemos centrarnos en aquellos que traicionaron al Señor, aquellos que abusaron en vez de amar a quienes estaban llamados a servir, o, como la primera Iglesia, podemos enfocarnos en los demás, en los que han permanecido fieles, esos sacerdotes que siguen ofreciendo sus vidas para servir a Cristo y para servirlos a ustedes por amor. Los medios casi nunca prestan atencióna los buenos "once", aquellos a quienes Jesúsescogió yque permanecieron fieles, que vivieron una vida de silenciosa santidad. Pero nosotros, la Iglesia, debemos ver el terrible escándalo que estamos atestiguando bajo una perspectiva auténtica y completa.

El escándalo desafortunadamente no es algo nuevo para la Iglesia. Hubo muchas épocas en su historia, cuando estuvo peor que ahora. La historia de la Iglesia es como la definición matemática del coseno, es decir, una curva oscilatoria con movimientos de péndulo, con bajas y altas a lo largo de los siglos. En cada una de esas épocas cuando la Iglesia llegó a su punto másbajo, Dios elevo a tremendos santos que llevaran a la Iglesia de regreso a su verdadera misión. Es casi como si en aquellos momentos de oscuridad, la Luz de Cristo brillará másintensamente. Yo quisiera centrarme un poco en un par de santos a quienes Dios hizo surgir en esos tiempos tan difíciles, porque su sabiduría realmente puede guiarnos durante este tiempo difícil.

San Francisco de Sales fue un santo a quien Dios hizo surgir justo despuésde la Reforma Protestante. La Reforma Protestante no brotó fundamentalmente por aspectos teológicos, por asuntos de fe -aunque las diferencias teológicas aparecieron después- sino por aspectos morales.

Habíaun sacerdote agustino, MartínLutero, quien fue a Roma durante el papado más notorio de la historia, el del Papa Alejandro VI. Este Papa jamás enseñonada contra la fe -el Espíritu Santo lo evitó-pero fue simplemente un hombre malvado. Tuvo nueve hijos de seis diferentes concubinas. Llevo a cabo acciones contra aquellos que consideraba sus enemigos. Martín Lutero visitó Roma durante su papado y se preguntaba como Dios podía permitir que un hombre tan malvado fuera la cabeza visible de Su Iglesia. Regreso a Alemania y observo toda clase de problemas morales.

Los sacerdotes vivían abiertamente relaciones con mujeres. Algunos trataban de obtener ganancias vendiendo bienes espirituales. Privaba una inmoralidad terrible entre los laicos católicos. El se escandalizó,como le hubiera ocurrido a cualquiera que amara a Dios, por esos abusos desenfrenados. Así que fundó su propia iglesia.

Eventualmente Dios hizo surgir a muchos santos que combatieran esta solución equivocada y trajeran de regreso a las personas a la Iglesia fundada por Cristo. San Francisco de Sales fue uno de ellos. Poniendo en riesgo su vida, recorrió Suiza, donde los calvinistas eran muy populares, predicando el Evangelio con verdad y amor. Muchas veces fue golpeado en su camino y dejado por muerto. Un día le preguntaron cuál era su postura con relaciónal escándalo que causaban tantos de sus hermanos sacerdotes. Lo que él dijo es tan importante para nosotros hoy como lo fue en aquel entonces para quienes lo escucharon. El no se anduvo con rodeos.

Dijo: "Aquellos que cometen ese tipo de escándalos son culpables del equivalente espiritual a un asesinato, destruyendo la fe de otras personas en Dios con su pésimo ejemplo". Pero al mismo tiempo advirtió asus oyentes: "Pero yo estoy aquí entre ustedes hoy para evitarles un mal aún peor. Mientras que aquellos que causan el escándalo son culpables de asesinato espiritual, los que acogen el escándalo -los que permiten que los escándalos destruyan su fe- son culpables de suicidio espiritual. Son culpables" dijo él"de cortar de tajo su vida con Cristo, abandonando la fuente de vida en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía". San Francisco de Sales anduvo entre la gente de Suiza tratando de prevenir que cometieran un suicidio espiritual a causa de los escándalos. Y yo estoy aquí hoy para predicarles lo mismo a ustedes.

¿Cuáldebe ser entonces nuestra reacción? Otro gran santo que vivió en tiempos particularmente difíciles también puede ayudarnos. El gran San Francisco de Asís vivió alrededor del año1200, que fue una época de inmoralidad terrible en Italia central. Los sacerdotes daban ejemplos espantosos. La inmoralidad de los laicos era aun peor. San Francisco mismo, siendo joven, había escandalizado a otros con su manera despreocupada de vivir. Pero eventualmente se convirtió al Señor, fundo a los Franciscanos, ayudo a Dios a reconstruir Su Iglesia y llegó aser uno de los más grandes santos de todos los tiempos.

Una vez, uno de los hermanos de la Orden de Frailes Menores le hizo una pregunta. Este hermano era muy susceptible a los escándalos. "Hermano Francisco" le dijo, "¿que harías tú si supieras que el sacerdote que esta celebrando la Misa tiene tres concubinas a su lado? Francisco, sin dudar un solo instante, le dijo muy despacio: "Cuando llegara la hora de la Sagrada Comunión, iría a recibir el Sagrado Cuerpo de mi Señor de las manos ungidas del sacerdote."

¿Adonde quiso llegar Francisco? Él quiso dejar en claro una verdad formidable de la fe y un don extraordinario del Señor. Sin importar cuan pecador pueda ser un sacerdote, siempre y cuando tenga la intenciónde hacer lo que hace la Iglesia -en Misa, por ejemplo, cambiar el pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo, o en la confesión, sin importar cuan pecador sea él en lo personal, perdonar los pecados del penitente- Cristo mismo actúa en los sacramentos a travésde ese ministro.

Ya sea que el Papa Juan Pablo II celebre la Misa o que un sacerdote condenado a muerte por un crimen celebre la Misa, en ambos casos es Cristo mismo quien actúay nos da Su cuerpo y Su sangre. Así que lo que Francisco estaba diciendo en respuesta a la pregunta de su hermano religioso al manifestarle que él recibiría el Sagrado Cuerpo de Su Señor de las manos ungidas del sacerdote, es que no iba a permitir que la maldad o inmoralidad del sacerdote lo llevaran a cometer suicidio espiritual.

Cristo puede seguir actuando y de hecho actúaincluso a travésdel máspecador de los sacerdotes. ¡Y gracias a Dios que lo hace! Y es que si siempre tuviéramos que depender de la santidad personal del sacerdote, estaríamos en graves problemas. Los sacerdotes son elegidos por Dios de entre los hombres y son tentados como cualquier ser humano y caen en pecado como cualquier ser humano. Pero Dios lo sabíadesde el principio. Once de los primeros doce apóstoles se dispersaron cuando Cristo fue arrestado, pero regresaron; uno de los doce traicionó al Señor y tristemente nunca regresó.Dios ha hecho los sacramentos esencialmente "a prueba de los sacerdotes", esto es, en términos de su santidad personal. No importa cuan santos estos sean o cuan malvados, siempre y cuando tengan la intenciónde hacer lo que hace la Iglesia, entonces actúa Cristo mismo, tal como actuó atravésde Judas cuando Judas expulsó alos demonios y curó alos enfermos.

Así que, de nuevo, les pregunto: ¿Cuál debe ser la respuesta de la Iglesia a estos actos? Se ha hablado mucho al respecto en los medios. ¿Tiene la Iglesia que trabajar mejor, asegurándose que nadie con predisposicióna la pedofilia sea ordenado? Absolutamente. Pero esto no seria suficiente.

¿Tiene la Iglesia que actuar mejor para tratar estos casos cuando sean reportados? La Iglesia ha cambiado su manera de abordar estos casos y hoy la situaciónes mucho mejor de lo que fue en los años ochentas, pero siempre puede ser perfeccionada. Pero aun esto no seria suficiente. ¿Tenemos que hacer máspara apoyar a las victimas de tales abusos? ¡Sí,tenemos que hacerlo, tanto por justicia como por amor! Pero ni siquiera esto es lo adecuado. El Cardenal Law ha hecho que la mayoríade los rectores de las escuelas de medicina en Boston trabajen en el establecimiento de un centro para la prevencióndel abuso en niños, que es algo que todos nosotros debemos apoyar. Pero ni siquiera esto es una respuesta suficiente.

¡La única respuesta adecuada a este terrible escándalo, la única respuesta auténticamente católica a este escándalo -como San Francisco de Asísreconoció en 1200, como San Francisco de Sales reconoció en 1600 e incontables otros santos han reconocido en cada siglo- es la SANTIDAD! ¡Toda crisis que enfrenta la Iglesia, toda crisis que el mundo enfrenta, es una crisis de santidad! La santidad es crucial, porque es el rostro auténtico de la Iglesia.

Siempre hay personas -un sacerdote se encuentra con ellas regularmente, ustedes probablemente conocen a varias de ellas también- que usan excusas para justificar por que no practican su fe, por que lentamente estáncometiendo suicidio espiritual. Puede ser porque una monja se portó mal con ellos cuando tenían 9 años. O porque no entienden las enseñanzas de la Iglesia sobre algúnasunto particular. Indudablemente habrá muchas personas estos días -y ustedes probablemente se encontraran con ellas – que dirán: "¿Para que practicar la fe, para que ir a la Iglesia, si la Iglesia no puede ser verdadera, cuando los así llamados elegidos son capaces de hacer el tipo de cosas que hemos estado leyendo?" Este escándalo es como un perchero enorme donde algunos trataran de colgar su justificaciónpara no practicar la fe. Por eso es que la santidad es tan importante.

Estas personas necesitan encontrar en todos nosotros una razónpara tener fe, una razónpara tener esperanza, una razónpara responder con amor al amor del Señor. Las bienaventuranzas que leemos en el Evangelio de hoy son una receta para la santidad. Todos necesitamos vivirlas más. ¿Tienen que ser mássantos los sacerdotes? Seguro que sí.¿Tienen que ser mássantos los religiosos y religiosas y dar un testimonio aun mayor de Dios y del Cielo? Absolutamente. Pero todas las personas en la Iglesia tienen que hacerlo, ¡incluyendo a los laicos! Todos tenemos la vocaciónde ser santos y esta crisis es un llamado para que despertemos.

Estos son tiempos duros para ser sacerdote hoy. Son tiempos duros para ser católicos hoy. Pero también son tiempos magníficos para ser un sacerdote hoy y tiempos magníficos para ser católicos hoy. Jesús dice en las bienaventuranzas que escuchamos hoy: "Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes."

Yo he experimentado de primera mano esta bienaventuranza, al igual que otros sacerdotes que conozco. A principios de esta semana, cuando termine de hacer ejercicio en un gimnasio local, salía yo del vestidor con mi traje negro de clérigo. Una madre, apenas me vio, inmediata y apresuradamente aparto a sus hijos del camino y los protegió de mí mientras yo pasaba. Me miro cuando pase y cuando me había alejado lo suficiente, respiro aliviada y soltó asus hijos. ¡Como si yo fuera a atacarlos a mitad de la tarde en un club deportivo!

Pero mientras que todos nosotros quizá tengamos que padecer tales insultos y falsedades por causa de Cristo, de hecho debemos regocijarnos. Es un tiempo fantástico para ser cristianos hoy, porque es un tiempo en el que Dios realmente necesita de nosotros para mostrar Su verdadero rostro. En tiempos pasados en Estados Unidos, la Iglesia era respetada. Los sacerdotes eran respetados. La Iglesia tenía reputaciónde santidad y bondad. Pero ya no es así.

Uno de los másgrandes predicadores en la historia estadounidense, el Obispo Fulton J. Sheen, solíadecir que élpreferíavivir en tiempos en los que la Iglesia sufre en vez de florecer, cuando la Iglesia tiene que luchar, cuando la Iglesia tiene que ir contra la cultura. Esas épocas para que los verdaderos hombres y las verdaderas mujeres dieran un paso al frente y contaran. "Hasta los cadáveres pueden flotar corriente abajo," solíadecir, señalando que muchas personas salen adelante fácilmente cuando la Iglesia es respetada, "pero se necesita de verdaderos hombres, de verdaderas mujeres, para nadar contra la corriente."

¡Que cierto es esto! Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para mantenerse a flote y nadar contra la corriente que se mueve en oposicióna la Iglesia. Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para reconocer que cuando se nada contra la corriente de las críticas, estamos másseguros que cuando permanecemos adheridos a la Roca sobre la que Cristo fundo su Iglesia. Este es uno de esos tiempos. Es uno de los grandes momentos para ser cristianos.

Algunas personas predicen que en esta regiónla Iglesia pasará tiempos difíciles y quizá sea así,pero la Iglesia sobrevivirá,porque el Señor se asegurará que sobreviva. Una de las másgrandes réplicas en la historia sucedió justamente hace unos 200 años. El emperador francésNapoleónengullíacon sus ejércitos a los países de Europa con la intenciónfinal de dominar totalmente el mundo. En aquel entonces dijo una vez al Cardenal Consalvi: "Voy a destruir su Iglesia" "Je detruirai votre eglise!" El Cardenal le contesto: "No, no podrá". Napoleón, con sus 1.50 de altura, dijo otra vez: "Je detruirai votre eglise!" El Cardenal dijo confiado: "No, no podrá.¡Ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo!"

Si los malos papas, los sacerdotes infieles y miles de pecadores en la Iglesia no han tenido éxito en destruirla desde su interior -le estaba diciendo implícitamente al general ¿cómo cree que Ud. va a poder hacerlo? El Cardenal apuntaba a una verdad crucial. Cristo nunca permitirá que Su Iglesia fracase. Élprometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre Su Iglesia, que la barca de Pedro, la Iglesia que navega en el tiempo hacia su puerto eterno en el cielo, nunca se volcara, no porque aquellos que van en ella no cometan todos los pecados posibles para hundirla, sino porque Cristo, que tambiénestá en la barca, nunca permitirá que esto suceda. Cristo sigue en la barca y Élnunca la abandonará.

La magnitud de este escándalo podríaser tal, que de ahora en adelante ustedes encuentren difícil confiar en los sacerdotes de la misma manera como lo hicieron en el pasado. Esto puede suceder y podríano ser tan malo. ¡Pero nunca pierdan la confianza en el Señor! ¡Es Su Iglesia! Aúncuando algunos de Sus elegidos lo hayan traicionado, Élllamará aotros que seránfieles, que los servirána ustedes con el amor que merecen ser servidos, tal como ocurrió despuésde la muerte de Judas, cuando los once apóstoles se pusieron de acuerdo y permitieron que el Señor eligiera a alguien que tomara el lugar de Judas y escogieron al hombre que terminó siendo San Matías, quien proclamó fielmente el Evangelio hasta ser martirizado por él.

¡Este es un tiempo en el que todos nosotros necesitamos concentrarnos aúnmásen la santidad! ¡Estamos llamados a ser santos y cuanto necesita nuestra sociedad ver ese rostro hermoso y radiante de la Iglesia! Ustedes son parte de la solución, una parte crucial de la solución. Y cuando caminen al frente hoy para recibir de las manos ungidas de este sacerdote el Sagrado Cuerpo del Señor, pídanle a Élque los llene de un deseo real de santidad, un deseo real de mostrar Su auténtico rostro.

Una de las razones por las que yo estoy aquí como sacerdote para ustedes hoy es porque siendo joven, me impresionaron negativamente algunos de los sacerdotes que conocí.Los veíacelebrar la Misa y casi sin reverencia alguna dejaban caer el Cuerpo del Señor en la patena, como si tuvieran en sus manos algo de poco valor en vez de al Creador y Salvador de todos, en vez de a MI Creador y Salvador. Recuerdo haberle dicho al Señor, reiterando mi deseo de ser sacerdote: "¡Señor, por favor, déjame ser sacerdote para que pueda tratarte como Tú mereces!" Eso me dio un ardiente deseo de servir al Señor.

Quizá este escándalo les permita a ustedes hacer lo mismo. Este escándalo puede ser algo que los conduzca por el camino del suicidio espiritual o algo que los inspire a decir, finalmente, "Quiero ser santo, para que yo y la Iglesia podamos glorificar tu nombre como Tú lo mereces, para que otros puedan encontrarte en el amor y la salvación que yo te he encontrado." Jesús esta con nosotros, como lo prometió, hasta el final de los tiempos. Él sigue en la barca.

Tal como a partir de la traiciónde Judas, Él alcanzó la más grande victoria en la historia del mundo, nuestra salvaciónpor medio de Su Pasión, muerte y Resurrección, también a travésde este episodio Él puede traer y quiere traer un nuevo renacimiento de la santidad, para lanzar unos nuevos Hechos de los Apóstoles en el siglo 21, con cada uno de nosotros -y esto te incluye a TI- jugando un papel estelar. Ahora es el tiempo para que los verdaderos hombres y mujeres de la Iglesia se pongan de pie. Ahora es el tiempo de los santos. ¿Cómo vas a responder tú?

RECONOCIMIENTO

P. Roger J. Landry. "What our response should be to terrible scandals in the Church", homilia no publicada.

Traducida al español y reproducida con el permiso del P. Roger J. Landry.

EL AUTOR

El P. Roger J. Landry fue ordenado sacerdote por la Diócesis de Fall River, MA, por el Obispo Sean O’Malley, OFM Cap., en 1999. Despuésde obtener la licenciatura de biologíapor la Universidad de Harvard, el P. Landry hizo sus estudios para el sacerdocio en Maryland, Toronto, y durante varios años en Roma. Despuésde su ordenaciónsacerdotal, el Obispo O’Malley lo envió de regreso a Roma para concluir sus estudios de graduaciónen teologíamoral y bioética. Actualmente es vicario parroquial en la Parroquia del Espíritu Santo en Fall River, Massachusetts y capellánen la Escuela Secundaria Bishop Connolly.

Copyright (c) 2002 Fr. Roger J. Landry