CARTA DE SAN JUDAS

La CARTA DE SAN JUDAS es uno de los escritos más extraños del Nuevo Testamento, porque se opone a ciertos errores que actualmente no resultan del todo claro. En ella se previene a los fieles contra los falsos doctores que corrompían la fe en Jesucristo y pervertían las costumbres cristianas, y se los exhorta a mantener intacta la enseñanza recibida de los Apóstoles.

Esa exhortación se apoya principalmente en ejemplos tomados del Antiguo Testamento (vs. 5-16). Este hecho, y la mención de algunas tradiciones contenidas en los escritos apócrifos del Judaísmo, que el autor supone conocidas de sus lectores, hacen pensar que los destinatarios de la Carta eran en buena parte judíos convertidos al Cristianismo. Sin embargo, había también entre ellos algunos convertidos del paganismo que, por su mismo origen, estaban más expuestos al libertinaje moral propiciado por los falsos doctores. La dureza de las amenazas se explica por la gravedad del peligro y por el estilo literario de este escrito, en el que sin duda se inspira la segunda Carta de Pedro.

En cuanto al lugar y fecha de composición de esta Carta, es verosímil que la misma haya sido escrita en Palestina o en Siria, entre los años 70 y 80, cuando ya habían desaparecido los representantes de la primera generación cristiana (v. 17). Sin embargo, su autor la atribuye a "Judas", identificado como "hermano de Santiago" (v. 1), el pariente de Jesús, que presidía la comunidad de Jerusalén (Gál. 1. 19).

Saludo inicial

1 Judas, servidor de Jesucristo, hermano de Santiago, saluda a los que han sido llamados, a los amados de Dios, el Padre, y protegidos por Jesucristo. 2 Llegue a ustedes la misericordia, la paz y el amor en abundancia.

Ocasión de la Carta

3 Queridos míos, yo tenía un gran deseo de escribirles acerca de nuestra común salvación, pero me he visto obligado a hacerlo con el fin de exhortarlos a combatir por la fe, que de una vez para siempre ha sido transmitida a los santos. 4 Porque se han infiltrado entre ustedes ciertos hombres, cuya condenación estaba preanunciada desde hace mucho tiempo. Son impíos que hacen de la gracia de Dios un pretexto para su libertinaje y reniegan de nuestro único Dueño y Señor Jesucristo.

Los falsos maestros

5 Quiero recordarles, aunque ustedes ya lo han aprendido de una vez por todas, que el Señor, después de haber salvado al pueblo, sacándolo de Egipto, hizo morir en seguida a los incrédulos. 6 En cuanto a los ángeles que no supieron conservar su preeminencia y abandonaron su propia morada, el Señor los tiene encadenados eternamente en las tinieblas para el Juicio del gran Día. 7 También Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas, que se prostituyeron de un modo semejante a ellos, dejándose arrastrar por relaciones contrarias a la naturaleza, han quedado como ejemplo, sometidas a la pena de un fuego eterno.

8 Lo mismo pasa con estos impíos: en su delirio profanan la carne, desprecian la Soberanía e injurian a los ángeles gloriosos. 9 Ahora bien, el mismo arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: "Que el Señor te reprima". 10 Estos impíos, en cambio, hablan injuriosamente de lo que ignoran; y lo que conocen por instinto natural, como animales irracionales, sólo sirve para su ruina.

La perversidad de los falsos maestros

11 ĦAy de ellos! Porque siguieron el camino de Caín; por amor al dinero cayeron en el extravío de Balaam y perecieron en la rebelión de Coré. 12 Ellos manchan las comidas fraternales, porque se dejan llevar de la glotonería sin ninguna vergüenza y sólo tratan de satisfacerse a sí mismos. Son nubes sin agua llevadas por el viento, árboles otoñales sin frutos, doblemente muertos y arrancados de raíz; 13 olas bravías del mar, que arrojan la espuma de sus propias deshonras, estrellas errantes a las que está reservada para siempre la densidad de las tinieblas. 14 A ellos se refería Henoc, el séptimo patriarca después de Adán, cuando profetizó: "Ya viene el Señor con sus millares de ángeles, 15 para juzgar a todos y condenar a los impíos por las maldades que cometieron, y a los pecadores por las palabras insolentes que profirieron contra él". 16 Todos estos son murmuradores y descontentos que viven conforme al capricho de sus pasiones: su boca está llena de petulancia y adulan a los demás por interés.

Recomendaciones a los fieles

17 En cuanto a ustedes, queridos míos, acuérdense de lo que predijeron los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. 18 Ellos les decían: "En los últimos tiempos habrá gente que se burlará de todo y vivirá de acuerdo con sus pasiones impías". 19 Estos son los que provocan divisiones, hombres sensuales que no poseen el Espíritu. 20 Pero ustedes, queridos míos, edifíquense a sí mismos sobre el fundamento de su fe santísima, orando en el Espíritu Santo. 21 Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la Vida eterna. 22 Traten de convencer a los que tienen dudas, 23 y sálvenlos librándolos del fuego. En cuanto a los demás, tengan piedad de ellos, pero con cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo.

Doxología

24 A aquel que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria, 25 al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén.

3. "Santos": ver nota Hech. 9. 13.

4. La "gracia de Dios" es aquí la libertad cristiana (Gál. 2. 4), que los falsos doctores interpretaban erróneamente considerándose dispensados de toda disciplina moral. Esta actitud implica negar prácticamente la soberanía de Cristo.

5. Ver Núm. 14. 35.

6. Alusión al pecado de los ángeles del que se habla en Gn. 6. 1-2.

7. Ver nota Mt. 11. 23.

8. Ver nota 2 Ped. 2. 10.

9. Judas se hace eco de una tradición contenida en un libro apócrifo del Judaísmo, denominado Asunción de Moisés.

11. Ver Gn. 4. 3-15; Núm. 22. 28-33; Núm. 16.

12. Los falsos maestros se habían infiltrado en el seno de la comunidad. Ver 1 Tim. 1. 3-7; 2 Tim. 2. 16-17; 2 Ped. 2. 1-3.

14-15. En estos versículos se cita libremente el Libro de Henoc (1. 9), que es otro de los apócrifos del Judaísmo.

18. Ver 2 Tes. 2. 3-12.

23. "Aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo": esta dura expresión exhorta a no contaminarse con la inmoralidad de los falsos maestros. Ver Sant. 1. 27; 2 Jn. vs. 10-11.