El camino a la verdad

El recorrido interior del Cardenal Newman

Martín Scheuch Pool

1990

A cien años de su muerte, el Cardenal Newman se nos presenta como una figura de gran actualidad, que marca un derrotero que ha tenido influencia en los caminos seguidos por otros muchos católicos en su perspectiva de las verdades de la fe. Jean Guitton, pensador francés de profunda humanidad, está entre los que reconocen en Newman una fuerte influencia en su propia aproximación intelectual y existencial a la fe. Y es que el recorrido seguido por Newman desde las entrañas del anglicanismo hasta su adhesión plena a la fe íntegra, encontrada en el seno de la Iglesia católica, tiene ciertas peculiaridades, que nos dicen mucho a nosotros, hombres del siglo XX.

En nuestra época, tiempo de desorientación -intelectual, moral, emocional, práxica-, muy dado a considerar el fenómeno de la conversión desde el punto de vista emotivo, con arranques pasionales semejantes a los que podemos hallar en las euforias seudo-místicas de las sectas protestantes y afines, sorprende el testimonio de quien, si bien no careció de momentos emotivos en su búsqueda, desarrolló su camino más bien en un tono reflexivo, donde la razón, iluminada por la fe y la experiencia espiritual, lo fue conduciendo a través de los años, en un largo proceso de maduración, hasta la certeza interior de la fe dentro del Credo católico.

Ese recorrido, que constituye una vida, es para Newman la misma demostración de la verdad a la que fue conducido. No es por eso extraño que presentara la historia autobiográfica de sus opiniones religiosas con el nombre de Apologia pro vita sua. Lo cual nos lleva a esta otra característica: la aproximación lógica y racional a los misterios de la fe no es suficiente; se requiere de una experiencia del misterio en la propia vida. De ahí la desconfianza de Newman hacia las exposiciones que hacen del excesivo rigor lógico la fuerza de su demostración.

Sin embargo, no dejó de ser también un camino racional, pero de una razón humana que se dejó iluminar por la fe, para mantenerse ante todo en la verdad. Por eso mismo, vemos que la etapa anglicana de Newman se caracteriza por una reflexión intensa y un proceso de remoción de prejuicios para ir llegando a conclusiones sólidas, aunque ello le valiera la pérdida de prestigio en Inglaterra y la incomprensión de muchos.

John Henry Newman nació el 21 de febrero de 1801 en Londres, hijo de un modesto banquero de Cambridge. Su madre, de origen hugonote, le inculcó los principios del calvinismo dentro del contexto del dogma anglicano. Ya desde niño realizó una serie de lecturas que lo llevarían a desarrollar un interés intenso por los temas religiosos y relacionados con la historia de la Iglesia.

A los 15 años tuvo Newman lo que él designa como su conversión: adoptó un Credo definido, al cual determinó permanecer fiel. Influyó en ello la doctrina de la perseverancia final.

A los 15 se matriculó en el Trinity College, Oxford, y a los 17 ganó una de las becas para la Universidad, graduándose a los 19 años, llegando a obtener posteriormente el título de fellow (socio) del Colegio de Oriel. En 1824 y 1825 recibió las sucesivas órdenes sacerdotales y en 1828 fue nombrado párroco de la Vicaría de Santa María, en Oriel, cargo que desempeñó hasta 1843. En este ambiente, marcado por los principios del anglicanismo, desarrollaría Newman tanto su labor docente como la de reflexión y posterior publicación de sus escritos, dentro de lo que se denominaría Movimiento de Oxford.

La situación que dio origen a este movimiento de renovación se halla en el liberalismo religioso que vaciaba de su carga de misterio los principios doctrinales del anglicanismo que eran fieles a la fe de la Antigüedad cristiana. Esto fue sentido como un factor negativo por Newman y otros. La falta de una autoridad segura que salvaguardara los contenidos esenciales de la fe dio lugar a que doctrinas luteranas y calvinistas, sin ningún sustento en la Tradición, tuvieran "carta libre" dentro de la reflexión teológica en la iglesia de Inglaterra. Newman, quien en algún momento estuvo bajo la influencia del principio liberal, se apartó muy pronto de él, debido a la captación clarividente de las consecuencias nefastas a las que llevaba la vivencia religiosa. El relajamiento en la fe que se estaba introduciendo en muchos teólogos anglicanos de Oxford le motivó, junto con amigos de gran nobleza de pensamiento y acción, como Juan Keble y Hurrel Froude, a la lucha por una fe que se basara en principios sólidos, fundados en la Tradición recibida. Fue por entonces que Newman intensificó su estudio de los Padres de la Iglesia y ejerció un fecundo apostolado espiritual sobre sus alumnos.

El Tract Movement ("movimiento de los folletos", en traducción literal) o "Movimiento de Oxford" comenzó con un sermón predicado por Juan Keble en 1833 -National Apostasy ("Apostasía nacional")- denunciando las desviaciones doctrinales en las que había caído gran parte de la iglesia anglicana por la introducción de los principios liberales del protestantismo. El Movimiento estaría animado por la publicación periódica de los Tract for the Times ("Folletos para los tiempos"), redactados muchos d ellos por Newman, donde se tocaban temas relacionados directamente con la fe. Estos escritos suscitaron un interés polémico en los miembros de la iglesia anglicana.

Las ideas que Newman proponía las agrupaba bajo el nombre de Via media, es decir, un camino intermedio entre el protestantismo liberal y la Iglesia católica, a la que consideraba como preservadora de la verdad en lo esencial, pero que toleraba muchos errores y prácticas supersticiosas en su "catolicismo popular" y adolecía del defecto del papismo, considerado como un autoritarismo que cortaba la libertad de los fieles. En opinión suya, era muy negligente en lo que se refiere a la conservación de todos los principios religiosos de la Antigüedad. (Esta posición se iría atenuando con los años, hasta que el mismo Newman se vio ante la necesidad de abandonar la via media por no ajustarse a lo real: la iglesia anglicana era mucho menos fiel en cuanto a mantener las doctrinas de la Antigüedad cristiana, y los defectos de la Iglesia católica no alteraban lo esencial del depósito de la fe).

Los estudios de historia de la Iglesia (sobre los arrianos y los monofisitas) llevaron a Newman a una sana perplejidad: encontraba reflejado en esos tiempos lo que contemporáneamente sucedía entre la iglesia anglicana y la Iglesia católica; ésta última permanecía igual a sí misma, mientras que aquella ostentaba características y actitudes de los herejes antiguos.

Sin embargo, todavía había un largo camino que recorrer para Newman. Su ingreso en el catolicismo sólo cristalizó luego de una serie de decepciones personales. La primera fue la controversia suscitada por el Tract 90, último publicado por Newman, en el año de 1841. Era una interpretación de los 39 artículos de la Iglesia anglicana, en que se buscaba más que nada los puntos doctrinales de unión con Roma. No anulaba eso en Newman de su postura anti-católica, sino más bien afirmaba su deseo de sustentar la validez del anglicanismo, como un camino más puro que el seguido por Roma. Newman veía claro que no se podía llegar a una sólida declaración de principios y guardar una fidelidad al cristianismo de la Antigüedad (punto de toque de la autenticidad cristiana), si no se afirmaba a la vez todo lo que Roma había conservado, a pesar de sus "defectos". El tract fue condenado por los obispos anglicanos; incluso el mismo obispo de Newman lo censuró personalmente y le exigió que abandonase la publicación de sus famosos opúsculos, cosa a la cual Newman tuvo que acceder. Sin embargo, Newman nunca se retractó, pues consideraba que lo que el decía no iba en contra de la iglesia de Inglaterra.

Seguirían años de estudio y oración, en los que Newman vería derrumbarse los logros conseguidos por el Movimiento de Oxford. Muchos anglicanos, influidos por el movimiento de renovación religiosa suscitado por los tracts, no vieron otro camino para mantener su fidelidad a la fe que pasarse a la Iglesia católica, cosa que Newman todavía censuraba. Hasta que la crisis del anglicanismo y las constantes críticas de que era objeto -por seguir manteniendo una interpretación teológica en consonancia con la Antigüedad cristiana- lo hicieron desistir definitivamente de la via media y lo llevaron definitivamente hacia la Iglesia católica en el año de 1845. Una circunstancia que influyó en su decisión fue el hecho de que los anglicanos quisieran nombrar un obispo en Jerusalén que admitiera en su comunión a miembros de denominaciones protestantes que Newman consideraba como objetivamente heréticas.

Luego de ese paso decisivo, Newman estableció el Oratorio de Felipe Neri en Inglaterra. Posteriormente fue creado Cardenal por el Papa León XIII (mayo de 1879). Debido a las suspicacias de muchos polemistas anglicanos, y en concreto con ocasión de un ataque escrito por parte de un tal Mr. Kingsley, Newman se animó a describir su evolución doctrinal en el libro autobiográfico Apologia pro vita sua, para destacar la sinceridad de su camino personal y aclarar opiniones calumniosas sobre su anterior pertenencia al anglicanismo.

Otro escrito importante de Newman es su Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana, iniciado en los años de reflexión posteriores a su caída en desgracia, y que quedó interrumpido por su ingreso en el catolicismo. Es de sumo interés, puesto que ahí quedan resueltas las dudas que lo aquejaban, respecto a cómo podía ser la Iglesia católica la misma de los tiempos antiguos, dada la diferencia que se encontraba en muchas de sus manifestaciones actuales respecto a la Iglesia primitiva. En el libro intenta una explicación de cómo el dogma católico asume diferentes formas expresivas a través de la historia de la Iglesia, permaneciendo esencialmente igual. Esta obra resulta insoslayable en la exposición del tema de la evolución del dogma.

Quedan de él otras obras doctrinales, multitud de artículos y sermones, e incluso poemas religiosas, expresivos de su fina sensibilidad.

Newman murió el 11 de agosto de 1890. A su muerte hubo grandes manifestaciones de duelo en Inglaterra, incluso por parte de sus amigos anglicanos, con quienes se había reconciliado, a pesar de las diferencias de credo.