TERCERA PARTE
LA PEDAGOGÍA DE LA FE

" Yo enseñé a Efraín a caminar, tomándole por los brazos... Con lazos humanos los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer " (Os 11,3-4).

" Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios. A sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado " (Mc 4,10-11.34).

"Uno solo es vuestro Maestro, Cristo" (Mt 23,10)

137. Jesús cuidó atentamente la formación de los discípulos que envió en misión. Se presentó a ellos como el único Maestro y al mismo tiempo amigo paciente y fiel; (476) su vida entera fue una continua enseñanza; (477) estimulándoles con acertadas preguntas (478) les explicó de una manera más profunda cuanto anunciaba a las gentes; (479) les inició en la oración; (480) les envió de dos en dos a prepararse para la misión; (481) les prometió primero y envió después el Espíritu del Padre para que les guiara a la verdad plena (482) y les sostuviera en los inevitables momentos de dificultad. (483) Jesucristo es " el Maestro que revela a Dios a los hombres y al hombre a sí mismo; el Maestro que salva, santifica y guía, que está vivo, que habla, exige, que conmueve, que endereza, juzga, perdona, camina diariamente con nosotros en la historia; el Maestro que viene y que vendrá en la gloria ". (484) En Jesucristo, Señor y Maestro, la Iglesia encuentra la gracia transcendente, la inspiración permanente, el modelo convincente para toda comunicación de la fe.

Significado y finalidad de esta parte

138. En la escuela de Jesús Maestro, el catequista une estrechamente su acción de persona responsable con la acción misteriosa de la gracia de Dios. La catequesis es, por esto, ejercicio de una " pedagogía original de la fe ". (485)

La transmisión del Evangelio por medio de la Iglesia es, ante todo y siempre, obra del Espíritu Santo y tiene en la revelación el fundamento y la norma básica, tal como se expone en el primer capítulo de esta parte.

Pero el Espíritu se vale de personas que reciben la misión de anunciar el Evangelio y cuyas capacidades y experiencias humanas entran a formar parte de la pedagogía de la fe.

Brotan de aquí una serie de cuestiones ampliamente tratadas a lo largo de la historia de la catequesis, referentes al acto catequético, a las fuentes, a los métodos, a los destinatarios y al proceso de inculturación.

En el capítulo segundo no se pretende hacer un tratamiento exhaustivo de ellas, sino que se exponen sólo aquellos puntos que tienen hoy particular importancia para toda la Iglesia. Corresponderá a los directorios y a otros instrumentos de trabajo de las distintas Iglesias particulares considerar de manera apropiada los problemas específicos.

CAPÍTULO I
La pedagogía de Dios, fuente y modelo de la pedagogía de la fe
(486)

La pedagogía de Dios

139. " Como a hijos os trata Dios; y ¿qué hijo hay a quien su padre no corrige? " (Hb 12,7). La salvación de la persona, que es el fin de la revelación, se manifiesta también como fruto de una original y eficaz " pedagogía de Dios " a lo largo de la historia. En analogía con las costumbres humanas y según las categorías culturales de cada tiempo, la Sagrada Escritura nos presenta a Dios como un padre misericordioso, un maestro, un sabio (487) que toma a su cargo a la persona -individuo y comunidad- en las condiciones en que se encuentra, la libera de los vínculos del mal, la atrae hacia sí con lazos de amor, la hace crecer progresiva y pacientemente hacia la madurez de hijo libre, fiel y obediente a su palabra. A este fin, como educador genial y previsor, Dios transforma los acontecimientos de la vida de su pueblo en lecciones de sabiduría (488) adaptándose a las diversas edades y situaciones de vida. A través de la instrucción y de la catequesis pone en sus manos un mensaje que se va transmitiendo de generación en generación, (489) lo corrige recordándole el premio y el castigo, convierte en formativas las mismas pruebas y sufrimientos. (490) En realidad, favorecer el encuentro de una persona con Dios, que es tarea del catequista, significa poner en el centro y hacer propia la relación que Dios tiene con la persona y dejarse guiar por El.

La pedagogía de Cristo

140. Llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió a la humanidad a su Hijo, Jesucristo. El entregó al mundo el don supremo de la salvación, realizando su misión redentora a través de un proceso que continuaba la " pedagogía de Dios ", con la perfección y la eficacia inherente a la novedad de su persona. Con las palabras, signos, obras de Jesús, a lo largo de toda su breve pero intensa vida, los discípulos tuvieron la experiencia directa de los rasgos fundamentales de la " pedagogía de Jesús ", consignándolos después en los evangelios: la acogida del otro, en especial del pobre, del pequeño, del pecador como persona amada y buscada por Dios; el anuncio genuino del Reino de Dios como buena noticia de la verdad y de la misericordia del Padre; un estilo de amor tierno y fuerte que libera del mal y promueve la vida; la invitación apremiante a un modo de vivir sostenido por la fe en Dios, la esperanza en el Reino y la caridad hacia el prójimo; el empleo de todos los recursos propios de la comunicación interpersonal, como la palabra, el silencio, la metáfora, la imagen, el ejemplo, y otros tantos signos, como era habitual en los profetas bíblicos. Invitando a los discípulos a seguirle totalmente y sin condiciones, (491) Cristo les enseña la pedagogía de la fe en la medida en que comparten plenamente su misión y su destino.

La pedagogía de la Iglesia

141. Desde sus comienzos la Iglesia, que es " en Cristo como un sacramento ", (492) vive su misión en continuidad visible y actual con la pedagogía del Padre y del Hijo. Ella, " siendo nuestra Madre es también educadora de nuestra fe ". (493)

Estas son las razones profundas por las que la comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente. Siendo lo que es, anuncia, celebra, vive y permanece siempre como el espacio vital indispensable y primario de la catequesis.

La Iglesia ha generado a lo largo de los siglos un incomparable patrimonio de pedagogía de la fe: sobre todo el testimonio de las catequistas y de los catequistas santos; una variedad de vías y formas originales de comunicación religiosa como el catecumenado, los catecismos, los itinerarios de vida cristiana; un valioso tesoro de enseñanzas catequéticas, de expresiones culturales de la fe, de instituciones y servicios de la catequesis. Todos estos aspectos constituyen la historia de la catequesis y entran con derecho propio en la memoria de la comunidad y en el quehacer del catequista.

La pedagogía divina, acción del Espíritu Santo en todo cristiano

142. " Dichoso el hombre a quien corriges tú, Yahvéh, a quien instruyes con tu ley ".(9 Sal 94,12) En la escuela de la Palabra de Dios acogida en la Iglesia, gracias al don del Espíritu Santo enviado por Cristo, el discípulo crece como su Maestro en " sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres " (Lc 2,52) y es ayudado para que se desarrolle en él la " educación divina " recibida, mediante la catequesis y las aportaciones de la ciencia y de la experiencia. (494) De este modo, conociendo cada vez más el misterio de la salvación, aprendiendo a adorar a Dios Padre y " siendo sinceros en el amor ", trata de " crecer en todo hacia Aquel que es la cabeza, Cristo " (Ef 4,15).

Se puede decir que la pedagogía de Dios alcanza su meta cuando el discípulo llega " al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo " (Ef 4,13). Por eso no se puede ser maestro y pedagogo de la fe de otros, sino se es discípulo convencido y fiel de Cristo en su Iglesia.

Pedagogía divina y catequesis

143. La catequesis, en cuanto comunicación de la Revelación divina, se inspira radicalmente en la pedagogía de Dios tal como se realiza en Cristo y en la Iglesia, toma de ella sus líneas constitutivas y, bajo la guía del Espíritu Santo, desarrolla una sabia síntesis de esa pedagogía, favoreciendo así una verdadera experiencia de fe y un encuentro filial con Dios. De este modo la catequesis:

- es una pedagogía que se inserta y sirve al " diálogo de la salvación " entre Dios y la persona, poniendo de relieve debidamente el destino universal de esa salvación; en lo que concierne a Dios, subraya la iniciativa divina, la motivación amorosa, la gratuidad, el respeto de la libertad; en lo que se refiere al hombre, pone en evidencia la dignidad del don recibido y la exigencia de crecer constantemente en El; (495)

- acepta el principio del carácter progresivo de la Revelación, de la transcendencia y carácter misterioso de la Palabra de Dios, así como su adaptación a las diversas personas y culturas;

- reconoce la centralidad de Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne, que determina a la catequesis como " pedagogía de la encarnación" , por la que el Evangelio se ha de proponer siempre para la vida y en la vida de las personas;

- reconoce el valor de la experiencia comunitaria de la fe, como propia del Pueblo de Dios, de la Iglesia;

- se enraíza en la relación interpersonal y hace suyo el proceso del diálogo;

- se hace pedagogía de signos, en la que se entrecruzan hechos y palabras, enseñanza y experiencia; (496)

- encuentra tanto su fuerza de verdad como su compromiso permanente de dar testimonio en el inagotable amor divino, que es el Espíritu Santo, ya que ese amor de Dios es la razón última de su revelación. (497)

La catequesis se configura de este modo como proceso, o itinerario, o camino del seguimiento del Cristo del Evangelio en el Espíritu hacia el Padre, emprendido con vistas a alcanzar la madurez en la fe " según la medida del don de Cristo " (Ef 4,4) y las posibilidades y necesidades de cada uno.

Pedagogía original de la fe (498)

144. La catequesis, que es por tanto pedagogía en acto de la fe, al realizar sus tareas no puede dejarse inspirar por consideraciones ideológicas o por intereses meramente humanos; (499) no confunde la acción salvífica de Dios, que es pura gracia, con la acción pedagógica del hombre, pero tampoco las contrapone y separa. El diálogo que Dios mantiene amorosamente con cada persona se convierte en su inspiración y norma; de ese diálogo la catequesis es " eco " incansable, buscando constantemente el diálogo con las personas, según las indicaciones fundamentales que ofrece el Magisterio de la Iglesia. (500)

He aquí unos objetivos concretos que inspiran sus opciones metodológicas:

- promover una progresiva y coherente síntesis entre la adhesión plena del hombre a Dios (fides qua) y los contenidos del mensaje cristiano (fides quae);

- desarrollar todas las dimensiones de la fe, por las cuales ésta llega a ser una fe conocida, celebrada, vivida, hecha oración; (501)

- impulsar a la persona a confiarse " por entero y libremente a Dios ": (502) inteligencia, voluntad, corazón y memoria;

- ayudar a la persona a discernir la vocación a la que el Señor la llama.

La catequesis desarrolla así una acción que es, al mismo tiempo, de iniciación, de educación y de enseñanza.

Fidelidad a Dios y fidelidad a la persona (503)

145. Jesucristo constituye la viva y perfecta relación de Dios con el hombre y del hombre con Dios. De El recibe la pedagogía de la fe " una ley fundamental para toda la vida de la Iglesia (y por tanto para la catequesis): la fidelidad a Dios y al hombre, en una misma actitud de amor ". (504)

Por eso, será auténtica aquella catequesis que ayude a percibir la acción de Dios a lo largo de todo el camino educativo, favoreciendo un clima de escucha, de acción de gracias y de oración, (505) y que a la vez propicie la respuesta libre de las personas, promoviendo la participación activa de los catequizandos.

La "condescendencia" (506) de Dios, escuela para la persona

146. Queriendo hablar a los hombres como a amigos, (507) Dios manifiesta de modo particular su pedagogía adaptando con solícita providencia su modo de hablar a nuestra condición terrena. (508)

Eso comporta para la catequesis la tarea nunca acabada de encontrar un lenguaje capaz de comunicar la Palabra de Dios y el Credo de la Iglesia, que es el desarrollo de esa Palabra, a las distintas condiciones de los oyentes; (509) y a la vez manteniendo la certeza de que, por la gracia de Dios, esto es posible, y de que el Espíritu Santo otorga el gozo de llevarlo a cabo.

Por eso son indicaciones pedagógicas válidas para la catequesis aquellas que permiten comunicar en su totalidad la Palabra de Dios en el corazón mismo de la existencia de las personas. (510)

Evangelizar educando y educar evangelizando (511)

147. Inspirándose continuamente en la pedagogía de la fe, el catequista configura un servicio a modo de un itinerario educativo cualificado; es decir, por una parte, ayuda a la persona a abrirse a la dimensión religiosa de la vida, y por otra le propone el Evangelio de tal manera que penetre y transforme los procesos de comprensión, de conciencia, de libertad y de acción, de modo que haga de la existencia una entrega de sí a ejemplo de Jesucristo.

A este fin, el catequista conoce y se sirve, desde una perspectiva cristiana, de los resultados de las ciencias de la educación.

CAPÍTULO II
Elementos de metodología.
La diversidad de métodos en la catequesis
(512)

148. En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propio ni único, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época, asume con libertad de espíritu " todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio " (Flp 4,8), en síntesis, todos los elementos que no son contrarios al Evangelio, y los pone a su servicio. Esto lo confirma de modo admirable la historia de la Iglesia, en la que numerosos carismas de servicio a la Palabra de Dios han dado origen a muy diversos métodos. De este modo, " la variedad en los métodos es un signo de vida y una riqueza ", y a la vez una muestra de respeto a los destinatarios. Tal variedad viene pedida por " la edad y el desarrollo intelectual de los cristianos, su grado de madurez eclesial y espiritual y muchas otras circunstancias personales ". (513)

La metodología de la catequesis tiene por objeto unitario la educación de la fe; se sirve de las ciencias pedagógicas y de la comunicación aplicadas a la catequesis; tiene en cuenta las muchas y notables adquisiciones de la catequética contemporánea.

La relación contenido-método en la catequesis (514)

149. El principio de la " fidelidad a Dios y fidelidad al hombre " lleva a evitar toda contraposición, separación artificial o presunta neutralidad entre método y contenido, afirmando más bien su necesaria correlación e interacción. El catequista reconoce que el método está al servicio de la revelación y de la conversión, (515) y por eso ha de servirse de él. Por otra parte, el catequista sabe que el contenido de la catequesis no es indiferente a cualquier método, sino que exige un proceso de transmisión adecuado a la naturaleza del mensaje, a sus fuentes y lenguajes, a las circunstancias concretas de la comunidad eclesial, a la condición de cada uno de los fieles a los que se dirige la catequesis.

Por su importancia para la catequesis tanto en el pasado como en el presente merecen ser recordados el método de iniciación a la Biblia; (516) el método o " pedagogía del documento ", del Símbolo en particular, en cuanto que " la catequesis es transmisión de los documentos de la fe "; (517) el método de los signos litúrgicos y eclesiales; el método propio de la comunicación a través de los " mass-media ".

Un buen método de catequesis es garantía de fidelidad al contenido.

Método inductivo y deductivo (518)

150. La comunicación de la fe en la catequesis es un acontecimiento de gracia, realizado por el encuentro de la Palabra de Dios con la experiencia de la persona, que se expresa a través de signos sensibles y finalmente abre al misterio. Puede acontecer por diversas vías que no siempre conocemos del todo.

Atendiendo a la historia de la catequesis, hoy se habla habitualmente de vía inductiva y deductiva. El método inductivo consiste en la presentación de hechos (acontecimientos bíblicos, actos litúrgicos, hechos de la vida de la Iglesia y de la vida cotidiana...) a fin de descubrir en ellos el significado que pueden tener en la Revelación divina. Es una vía que ofrece grandes ventajas, ya que es conforme a la economía de la Revelación; corresponde a una instancia profunda del espíritu humano, la de llegar al conocimiento de las cosas inteligibles a través de las cosas visibles; y es también conforme a las características propias del conocimiento de fe, que consiste en conocer a través de signos.

El método inductivo no excluye, más bien exige el método deductivo, que explica y describe los hechos procediendo desde sus causas. Pero la síntesis deductiva tendrá pleno valor sólo cuando se ha hecho el proceso inductivo. (519)

151. Por otra parte, cuando se hace referencia a los itinerarios operativos, cabe dar otro sentido: uno es llamado también " kerigmático " (o descendente), que parte del anuncio del mensaje, expresado en los principales documentos de la fe (Biblia, liturgia, doctrina...) y los aplica a la vida; el otro, llamado " existencial " (o ascendente), que arranca de problemas y situaciones humanas y los ilumina con la luz de la Palabra de Dios. De por sí son modos de acceso legítimos si se respetan todos los factores en juego, el misterio de la gracia y el hecho humano, la comprensión de fe y el proceso de racionalidad.

La experiencia humana en la catequesis (520)

152. La experiencia ejerce diversas funciones en la catequesis, a la luz de las cuales la existencia misma debe ser siempre debidamente valorada.

a) Hace que nazcan en el hombre intereses, interrogantes, esperanzas e inquietudes, reflexiones y juicios, que confluyen en un cierto deseo de transformar la existencia. Es tarea de la catequesis procurar que las personas estén atentas a sus experiencias más importantes, ayudarlas a juzgar a la luz del Evangelio las preguntas y necesidades que de estas experiencias brotan, educar al hombre a vivir la vida de un modo nuevo. De esta forma la persona será capaz de comportarse de modo activo y responsable ante el don de Dios.

b) La experiencia ayuda a hacer inteligible el mensaje cristiano. Esto se ajusta al modo de obrar de Jesús, que se sirvió de experiencias y situaciones humanas para anunciar realidades escatológicas y transcendentes e indicar a la vez la actitud ante ellas. En este aspecto, la experiencia es mediación necesaria para explorar y asimilar las verdades que constituyen el contenido objetivo de la Revelación.

c) Estas funciones indican que la experiencia asumida por la fe viene a ser en cierto modo ámbito en el que se manifiesta y realiza la salvación, en la que Dios, de acuerdo con la pedagogía de la encarnación, se acerca al hombre con su gracia y lo salva. El catequista debe ayudar a la persona a leer de este modo lo que está viviendo, para descubrir la invitación del Espíritu Santo a la conversión, al compromiso, a la esperanza, y así descubrir cada vez más el proyecto de Dios en su propia vida.

153. La iluminación y la interpretación de la experiencia a la luz de la fe se convierte en una tarea permanente de la pedagogía catequética, no exenta de dificultades, pero que no puede descuidarse, so pena de caer en yuxtaposiciones artificiosas o en comprensiones reducionistas de la verdad.

Esta tarea hace posible una correcta aplicación de la correlación o interacción entre las experiencias humanas profundas (521) y el mensaje revelado. Lo testifican ampliamente el anuncio de los profetas, la predicación de Cristo y las enseñanzas de los apóstoles, que por eso constituyen el criterio básico y normativo para todo encuentro entre fe y experiencia humana en el tiempo de la Iglesia.

La memorización en la catequesis (522)

154. La catequesis está vinculada a la " Memoria " de la Iglesia que mantiene viva entre nosotros la presencia del Señor. (523) El ejercicio de la memoria es, por tanto, un elemento constitutivo de la pedagogía de la fe, desde los comienzos del cristianismo. Para superar los riesgos de una memorización mecánica, el ejercicio de la memoria ha de integrarse armónicamente entre las diversas funciones del aprendizaje, tales como la espontaneidad y la reflexión, los momentos de diálogo y de silencio, la relación oral y el trabajo escrito. (524)

En particular, se han de considerar oportunamente como objeto de memoria las principales fórmulas de la fe, ya que aseguran una exposición más precisa de la misma y garantizan un rico patrimonio común doctrinal, cultural y lingüístico. El conocimiento y asimilación de los lenguajes de la fe es condición indispensable para vivir esa misma fe.

Es necesario, sin embargo, que tales fórmulas, propuestas como síntesis después de una previa explicación, sean fieles al mensaje cristiano. Entran ahí algunas fórmulas y textos mayores de la Biblia, del dogma, de la liturgia, y las oraciones bien conocidas de la tradición cristiana (Símbolo apostólico, Padre Nuestro, Ave María...). (525)

" Estas flores, por así decir, de la fe y de la piedad no brotan en los espacios desérticos de una catequesis sin memoria. Lo esencial es que esos textos memorizados sean interiorizados y entendidos progresivamente en su profundidad, para que sean fuente de vida cristiana personal y comunitaria ". (526)

155. Con mayor profundidad aún, el aprendizaje de las fórmulas de la fe y su profesión creyente se han de comprender en el cauce del ejercicio tradicional y válido de la " traditio " y " redditio ", gracias al cual, a la entrega de la fe en la catequesis (traditio) corresponde la respuesta del hombre a lo largo del camino catequético y después en la vida (redditio). (527)

Este proceso favorece una mejor participación en la verdad recibida. Es cabal y madura la respuesta personal que respeta plenamente el sentido genuino del mensaje de la fe y da muestras de haber comprendido el lenguaje empleado para transmitirlo (bíblico, litúrgico, doctrinal...).

Función del catequista (528)

156. Ningún método, por experimentado que sea, exime al catequista del trabajo personal en ninguna de las fases del proceso de la catequesis.

El carisma recibido del Espíritu, una sólida espiritualidad, y un testimonio transparente de vida cristiana en el catequista constituyen el alma de todo método; y sus cualidades humanas y cristianas son indispensables para garantizar el uso correcto de los textos y de otros instrumentos de trabajo.

El catequista es intrínsecamente un mediador que facilita la comunicación entre las personas y el misterio de Dios, así como la de los hombres entre sí y con la comunidad. Por ello ha de esforzarse para que su formación cultural, su condición social y su estilo de vida no sean obstáculo al camino de la fe, aún más, ha de ser capaz de crear condiciones favorables para que el mensaje cristiano sea buscado, acogido y profundizado.

El catequista no debe olvidar que la adhesión de fe de los catequizandos es fruto de la gracia y de la libertad, y por eso procura que su actividad catequética esté siempre sostenida por la fe en el Espíritu Santo y por la oración.

Finalmente, tiene una importancia esencial la relación personal del catequista con el catecúmeno y el catequizando. Esa relación se nutre de ardor educativo, de aguda creatividad, de adaptación, así como de respeto máximo a la libertad y a la maduración de las personas.

Gracias a una labor de sabio acompañamiento, el catequista realiza un servicio de los más valiosos a la catequesis: ayudar a los catequizandos a discernir la vocación a la que Dios los llama.

La actividad y creatividad de los catequizados (529)

157. La participación activa en el proceso formativo de los catequizandos está en plena conformidad, no sólo con una comunicación humana verdadera, sino especialmente con la economía de la revelación y la salvación. De hecho, en la vida cristiana ordinaria, los creyentes están llamados a dar respuesta activa, personalmente y en grupo, al don de Dios por medio de la oración, la participación en los sacramentos y en las demás acciones litúrgicas, el compromiso eclesial y social, el ejercicio de la caridad, la promoción de los grandes valores humanos, como la libertad, la justicia, la paz, y la salvaguardia de la creación.

En la catequesis, por tanto, los catequizandos asumen el compromiso de ejercitarse en la actividad de la fe, de la esperanza y de la caridad, de adquirir la capacidad y la rectitud de juicio, de fortalecer su decisión personal de conversión y de práctica de la vida cristiana.

Los catequizandos, sobre todo cuando son adultos, pueden contribuir con eficacia al desarrollo de la catequesis, indicando los diversos modos para comprender y expresar eficazmente el mensaje, tales como: " aprender haciendo ", hacer uso del estudio y del diálogo, intercambiar y confrontar los diversos puntos de vista.

Comunidad, persona y catequesis (530)

158. La pedagogía catequética es eficaz en la medida en que la comunidad cristiana se convierte en referencia concreta y ejemplar para el itinerario de fe de cada uno. Esto sucede si la comunidad se concibe como fuente, lugar y meta de la catequesis. En concreto, la comunidad viene a ser lugar visible del testimonio de la fe, cuida la formación de sus miembros, les acoge como familia de Dios, constituyéndose en ambiente vital y permanente del crecimiento de la fe. (531)

Junto al anuncio del Evangelio de forma pública y colectiva, será siempre indispensable la relación de persona a persona, a ejemplo de Jesús y de los Apóstoles. De ese modo la conciencia personal se implica más fácilmente; el don de la fe, como es propio de la acción del Espíritu Santo, llega de viviente a viviente, y la fuerza de persuasión se hace más incisiva. (532)

La importancia del grupo (533)

159. El grupo tiene una función importante en los procesos de desarrollo de la persona. Esto vale también para la catequesis, en la de los pequeños porque favorece una buena socialización; en la de los jóvenes para quienes el grupo es casi una necesidad vital en la formación de su personalidad; y en la de los adultos porque promueve un estilo de diálogo, de cooperación y de corresponsabilidad cristiana.

El catequista, que participa en la vida del grupo y advierte y valora su dinámica, reconoce y ejerce como cometido primario y específico el de ser, en nombre de la Iglesia, testigo del Evangelio, capaz de comunicar a los demás los frutos de su fe madura y de alentar con inteligencia la búsqueda común.

Además de ser un elemento de aprendizaje, el grupo cristiano está llamado a ser una experiencia de comunidad y una forma de participación en la vida eclesial, encontrando en la más amplia comunidad eucarística su plena manifestación y su meta. Dice Jesús: " Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos ". (534)

La comunicación social (535)

160. " El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad... Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales ". (536) Por eso, junto a los numerosos medios tradicionales en vigor, " la utilización de los mass media ha llegado a ser esencial para la evangelización y la catequesis ". (537) En efecto, " la Iglesia se sentiría culpable ante su Señor si no emplease esos poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más....en ellos la Iglesia encuentra una versión moderna y eficaz del púlpito. Gracias a ellos puede hablar a las masas ". (538)

Entre otros pueden considerarse, si bien a título diferente: televisión, radio, prensa, discos, grabaciones, vídeos y audios, es decir, toda la gama de los medios audiovisuales. (539) Cada medio realiza su propio servicio y cada uno exige un uso específico; en cada uno se han de respetar sus exigencias y valorar su importancia. (540) Por ello, tales subsidios no pueden faltar en una catequesis bien programada. Fomentar la ayuda recíproca entre las Iglesias particulares, a fin de subvenir a los altos costos de compra y uso de estos medios, es un buen servicio a la causa del Evangelio.

161. La utilización correcta de estos medios exige en los catequistas un serio esfuerzo de conocimiento, de competencia y de actualización cualificada. Pero sobre todo, dada la gran influencia que esos medios ejercen en la cultura, no se debe olvidar que " no basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta nueva cultura creada por la comunicación moderna.... con nuevos lenguajes, nuevas técnicas y nuevos comportamientos psicológicos ". (541) Sólo así, con la gracia de Dios, el mensaje evangélico tiene la capacidad de penetrar en la conciencia de cada uno y de obtener " en favor suyo una adhesión y un compromiso verdaderamente personales ". (542)

162. Todas las personas relacionadas con estos medios de comunicación, profesionales y usuarios, han de poder recibir la gracia del Evangelio. Esto debe alentar a los catequistas a considerar diversas posibilidades según las distintas personas: los profesionales de los medios, a quienes mostrar el Evangelio como horizonte de verdad, de responsabilidad, de inspiración; las familias -tan expuestas al influjo de los medios de comunicación- para protegerlas y, sobre todo, ayudarlas a adquirir mayor capacidad crítica y educativa; (543) las generaciones jóvenes, en cuanto usuarios y protagonistas de la comunicación de los mass-media. A todos hay que recordar que " en el uso y recepción de los instrumentos de comunicación urge tanto una labor educativa del sentido crítico, animado por la pasión por la verdad, como una labor de defensa de la libertad, del respeto a la dignidad de la persona, de la elevación de la auténtica cultura de los pueblos ". (544)

CUARTA PARTE
LOS DESTINATARIOS DE LA CATEQUESIS

" Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra " (Is 49,6).

" Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desarollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: Esta Escritura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy " (Lc 4,16-21).

"El Reino interesa a todos" (545)

163. Al comienzo de su ministerio, Jesús proclama que ha sido enviado a anunciar a los pobres la buena noticia, (546) dando a entender, y confirmándolo después con su vida, que el Reino de Dios está destinado a todos los hombres, primordialmente a los más necesitados. De hecho El se hace catequista del Reino de Dios para toda clase de personas, mayores y pequeños, ricos y pobres, sanos y enfermos, próximos y lejanos, judíos y paganos, hombres y mujeres, justos y pecadores, pueblo y autoridades, individuos y grupos... Se muestra disponible a cada persona y se interesa por las necesidades de cada uno: las del alma y las del cuerpo, sanando y perdonando, corrigiendo y animando, con palabras y con hechos.

Jesús concluye su vida terrena invitando a sus discípulos a hacer lo mismo, a predicar el Evangelio a toda criatura, (547) a " todas las gentes " (Mt 28,19; Lc 24,47), " hasta los confines de la tierra " (Hch 1,8), y para siempre, " hasta el fin del mundo " (Mt 28,20).

164. Esta es la misión que la Iglesia lleva a cabo desde hace dos mil años, con una inmensa variedad de modalidades de anuncio y catequesis, urgida continuamente por el Espíritu de Pentecostés para llegar con el Evangelio " a los griegos y a los bárbaros, a los sabios y a los ignorantes " (Rm 1,14).

Se configuran así los rasgos de una pedagogía de la fe, en la que se conjugan estrechamente la apertura universal de la catequesis y su ejemplar encarnación en el mundo de los destinatarios.

Significado y finalidad de esta parte

165. La necesaria atención a las distintas y variadas situaciones de las personas (548) impulsa a la catequesis a recorrer múltiples caminos para salir a su encuentro y adaptar el mensaje cristiano y la pedagogía de la fe a sus diversas necesidades. (549)

Así, si se considera la condición inicial de la fe, se abre el camino a la iniciación de catecúmenos y neófitos; si se atiende al desarrollo de la fe de los bautizados, se habla de catequesis de profundización o de fundamentación para quienes todavía necesitan orientaciones esenciales. Si se considera la evolución física y psíquica de los catequizandos, se trata de la catequesis por edades. Si se tiene en cuenta, en cambio, los contextos socio-culturales, se presenta una catequesis según categorías...

166. No pudiendo tratar de forma detallada cada uno de los tipos posibles de catequesis, se consideran en esta parte sólo algunos aspectos relevantes para cualquier situación:

- aspectos generales de la adaptación de la catequesis (capítulo 1);

- catequesis por edades (capítulo 2);

- catequesis para quienes viven en situaciones especiales (capítulo 3);

- catequesis según contextos (capítulos 4 y 5).

Se aborda también en términos operativos el problema de la inculturación, en referencia a los contenidos de la fe, a las personas y al contexto cultural. Corresponderá a las Iglesias particulares, en sus directorios catequéticos nacionales y regionales, dar normas específicas y precisas según las condiciones y necesidades concretas de cada lugar.

CAPÍTULO I
La adaptación al destinatario: aspectos generales

Necesidad y derecho de todo creyente a ser catequizado (550)

167. Todo bautizado, por estar llamado por Dios a la madurez de la fe, tiene necesidad y, por lo mismo, derecho a una catequesis adecuada. Por ello, la Iglesia tiene el deber primario de darle respuesta de forma conveniente y satisfactoria. En este sentido hay que recordar, ante todo, que el destinatario del Evangelio es " el hombre concreto, histórico ", (551) enraizado en una situación dada e influido por unas determinadas condiciones psicológicos, sociales, culturales y religiosos, sea consciente o no de ello. (552)

En el proceso de la catequesis, el destinatario ha de tener la posibilidad de manifestarse activa, consciente y corresponsablemente y no como simple receptor silencioso y pasivo. (553)

Necesidad y derecho de la comunidad (554)

168. La atención a cada una de las personas no debe hacer olvidar, sin embargo, que la catequesis tiene como destinatario a la comunidad cristiana en cuanto tal y a cada uno de sus miembros en particular. Si, en realidad, la catequesis recibe legitimidad y fuerza de la vida de la Iglesia, es también verdad que " el crecimiento interior de la Iglesia, su correspondencia con el designio de Dios, dependen esencialmente de la catequesis ". (555)

Por tanto, la necesaria adaptación del Evangelio afecta y atañe también a la comunidad como tal.

La adaptación pide que el contenido de la catequesis sea como un alimento sano y adecuado (556)

169. La " predicación acomodada de la Palabra revelada debe mantenerse como ley de toda evangelización ". (557) Esta norma tiene su intrínseca motivación teológica en el misterio de la encarnación, corresponde a una exigencia pedagógica elemental de una sana comunicación humana, y refleja la práctica de la Iglesia a lo largo de los siglos.

Tal acomodación se entiende como acción exquisitamente maternal de la Iglesia, que ve a las personas como " campo de Dios " (1 Co 3,9), no para condenarlas, sino para cultivarlas en la esperanza. Va al encuentro de cada una de ellas, tiene en cuenta seriamente la variedad de situaciones y culturas y mantiene la comunión de tantas personas en la única Palabra que salva. De este modo el Evangelio se transmite de modo auténtico y significativo, como alimento saludable y a la vez adecuado. Este criterio ha de inspirar todas las iniciativas particulares, y a su servicio han de ponerse la creatividad y originalidad del catequista.

La adaptación tiene en cuenta las diversas circunstancias

170. La adaptación se realiza de acuerdo con las diversas circunstancias en que se transmite la Palabra de Dios. (558) Responde a " las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquéllos a quienes se dirige la catequesis ". (559) A ellas deberá prestarse una atenta consideración.

Se ha de recordar también que, en la diversidad de situaciones, la adaptación ha de tener siempre presente a la persona en su totalidad y en su unidad esencial, conforme a la visión que de ella tiene la Iglesia. Por eso, la catequesis no se queda sólo en la consideración de los elementos exteriores de una situación concreta, sino que tiene presente también el mundo interior de las personas, la verdad sobre el ser humano, " camino primero y fundamental de la Iglesia ". (560) Esto determina un proceso de adaptación que será tanto más pertinente cuanto más se tengan en cuenta los interrogantes, las aspiraciones y las necesidades de la persona en su mundo interior.

 

CAPÍTULO II
La catequesis por edades.
Observaciones generales

171. La catequesis según las diferentes edades es una exigencia esencial para la comunidad cristiana. Por una parte, en efecto, la fe está presente en el desarrollo de la persona; por otra, cada etapa de la vida está expuesta al desafío de la descristianización y, sobre todo, debe construirse con las tareas siempre nuevas de la vocación cristiana.

Existen, pues, con pleno derecho catequesis diversificadas y complementarias por edades, que vienen pedidas por las necesidades y capacidades de los catequizandos. (561)

Por esto es indispensable tener en cuenta todos los aspectos tanto los antropológico-evolutivos como los teológico-pastorales, que entran en juego sirviéndose también de las aportaciones actuales de las ciencias humanas y pedagógicas en lo que conciernen a cada una de las edades.

Asimismo habrá que procurar que se integren con acierto las diversas etapas del camino de la fe, procurando de modo particular que la catequesis de infancia encuentre armónico complemento en las etapas posteriores.

También, por la misma razón, es pedagógicamente eficaz hacer referencia a la catequesis de adultos y, a su luz, orientar la catequesis de las otras etapas de la vida.

Aquí se indicarán sólo algunos elementos generales y a modo de ejemplo, dejando especificaciones ulteriores a los Directorios de catequesis de las Iglesias particulares y de las Conferencias Episcopales.

La catequesis de los adultos (562).
Los adultos a los que se dirige la catequesis
(563)

172. La transmisión del mensaje de la fe a los adultos ha de tener muy en cuenta las experiencias vividas, los condicionamientos y los desafíos que tales adultos encuentran, así como sus múltiples interrogantes y necesidades respecto a la fe. (564)

En consecuencia cabe distinguir entre:

- adultos creyentes, que viven con coherencia su opción de fe y desean sinceramente profundizar en ella;

- adultos bautizados que no recibieron una catequesis adecuada; o que no han culminado realmente la iniciación cristiana; o que se han alejado de la fe, hasta el punto de que han de ser considerados " cuasicatemúmenos "; (565)

- adultos no bautizados, que necesitan, en sentido propio, un verdadero catecumenado. (566)

También debe hacerse mención de aquellos adultos que provienen de confesiones cristianas no en plena comunión con la Iglesia católica.

Elementos y criterios propios de la catequesis de adultos (567)

173. La catequesis de adultos se dirige a personas que tienen el derecho y el deber de hacer madurar el germen de la fe que Dios les ha dado, (568) tanto más cuando estas personas están llamadas a desempeñar responsabilidades sociales de diverso género y están sometidas a cambios y crisis a veces muy profundos. Por esta razón, la fe del adulto tiene que ser constantemente iluminada, desarrollada y protegida, para que adquiera esa sabiduría cristiana que da sentido, unidad y esperanza a las múltiples experiencias de su vida personal, social y espiritual. La catequesis de adultos debe identificar claramente los rasgos propios del cristiano adulto en la fe, traducir estos rasgos en objetivos y contenidos, determinar algunas constantes en la exposición, establecer las indicaciones metodológicas más eficaces, y escoger formas y modelos. Merece atención especial la figura y la identidad del catequista de adultos y su formación; como también la atención a quienes ejercen las responsabilidades de la catequesis de adultos en la comunidad. (569)

174. Entre los criterios que aseguran de modo eficaz una catequesis de adultos, auténtica y eficaz, hay que recordar: (570)

- la atención a los destinatarios en cuanto adultos, como hombres y como mujeres, teniendo en cuenta por tanto sus problemas y experiencias, sus capacidades espirituales y culturales, con pleno respeto a las diferencias;

- la atención a la condición laical de los adultos, que por el Bautismo tienen la misión de " buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios ", (571) y asimismo que están llamados a la santidad; (572)

- la atención por despertar el interés de la comunidad, para que sea lugar de acogida y ayuda de los adultos;

- la atención a un proyecto orgánico de pastoral de los adultos en el que la catequesis se integra con la formación litúrgica y con el servicio de la caridad.

Cometidos generales y particulares de la catequesis de adultos (573)

175. Para que la catequesis de adultos pueda responder a las necesidades más profundas de nuestro tiempo, debe proponer la fe cristiana en su integridad, autenticidad y sistematicidad, de acuerdo con la comprensión que de ella tiene la Iglesia, poniendo en un primer plano el anuncio de la salvación; iluminando con su luz las dificultades, obscuridades, falsas interpretaciones, prejuicios y objeciones hoy presentes; mostrando las implicaciones y exigencias morales y espirituales del mensaje; introduciendo a la lectura creyente de la Sagrada Escritura y a la práctica de la oración. El Catecismo de la Iglesia Católica presta un servicio fundamental a la catequesis de adultos y -en relación a él- los Catecismos de adultos de cada Iglesia particular.

Más en particular tareas de la catequesis de adultos son:

- Promover la formación y la maduración de la vida en el Espíritu de Cristo Resucitado, con medios adecuados como son la pedagogía sacramental, los retiros, la dirección espiritual...

- Educar para juzgar con objetividad los cambios socio-culturales de nuestra sociedad a la luz de la fe. De este modo el pueblo cristiano es ayudado a discernir los valores auténticos, los riesgos de nuestra civilización, y a asumir los comportamientos adecuados.

- Dar respuesta a los interrogantes religiosos y morales de hoy, es decir, aquellas cuestiones que se plantean los hombres de nuestro tiempo, como por ejemplo a propósito de la moral pública e individual, o las relacionadas con las cuestiones sociales, o las que se refieren a la educación de las nuevas generaciones.

- Esclarecer las relaciones existentes entre acción temporal y acción eclesial, manifestando las mutuas distinciones, recíprocas implicaciones y, por consiguiente, la debida interacción. A este fin, la doctrina social de la Iglesia es parte integrante de la formación de los adultos.

- Desarrollar los fundamentos racionales de la fe. La catequesis debe demostrar que la recta inteligencia de la fe y de las verdades que hay que creer están conforme con las exigencias de la razón humana y que el Evangelio es siempre actual y oportuno. Es, pues, necesario promover eficazmente una pastoral del pensamiento y de la cultura cristiana. Esto permitirá superar ciertas formas de integrismo y de fundamentalismo, como también de interpretaciones arbitrarias y subjetivas.

- Formar para asumir responsabilidades en la misión de la Iglesia y para saber dar testimonio cristiano en la sociedad. Se ha de ayudar al adulto a descubrir, valorar y vivir todo lo que ha recibido de la naturaleza y de la gracia, tanto en la comunidad eclesial como en la comunidad humana. De este modo podrá también superar los riesgos de la masificación y del anonimato, particularmente frecuentes en algunas sociedades de hoy, que llevan a la pérdida de identidad y a la desconfianza en las propias posibilidades.

Formas particulares de la catequesis de adultos (574)

176. Hay situaciones y circunstancias que exigen particulares formas de catequesis:

- la catequesis de la iniciación cristiana o el catecumenado de adultos que es regulado expresamente por el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos;

- la catequesis al pueblo de Dios en las formas tradicionales debidamente adaptadas, a lo largo del año litúrgico, o en la forma extraordinaria de las misiones populares;

- la catequesis perfectiva dirigida a quienes tienen una tarea de formación en la comunidad: los catequistas y todos los que están comprometidos en el apostolado de los laicos;

- la catequesis que hay que realizar con ocasión de los principales acontecimientos de la vida, como son el matrimonio, el bautismo de los hijos y los otros sacramentos de la iniciación cristiana, en los momentos críticos del crecimiento de los jóvenes, en la enfermedad, etc. Son circunstancias en las que las personas se sienten más movidos que nunca a preguntarse por el verdadero sentido de la vida;

- la catequesis en ocasión de situaciones particulares, como la entrada en el mundo del trabajo, el servicio militar, la emigración... Son cambios que pueden generar enriquecimientos interiores, pero también confusión y pérdida de orientación, por lo que se necesita la luz y la ayuda de la Palabra de Dios;

- la catequesis referida al uso cristiano del tiempo libre, sobre todo con ocasión de vacaciones y viajes de turismo;

- la catequesis que hay que hacer con ocasión de acontecimientos particulares que afectan a la vida de la Iglesia y de la sociedad.

Estas y otras formas particulares de catequesis no disminuyen en manera alguna la necesidad de instituir para todos los adultos procesos sistemáticos, orgánicos y permanentes de catequesis que toda comunidad eclesial debe garantizar.

La catequesis de la infancia y de la niñez (575).
Situación e importancia de la infancia y de la niñez
(576)

177. Esta etapa de la vida, en la que tradicionalmente se distingue la primera infancia o edad preescolar de la niñez, se caracteriza, a los ojos de la fe y de la misma razón, por tener la gracia de una vida que comienza, " de la cual brotan admirables posibilidades para la edificación de la Iglesia y humanización de la sociedad ", (577) y al mismo tiempo grandes necesidades a las que hacer frente. El niño, hijo de Dios por el don del Bautismo, es considerado por Cristo miembro privilegiado del Reino de Dios. (578)

Por diversas razones, hoy, tal vez más que en otro tiempo, el niño necesita pleno respeto y ayuda para su crecimiento humano y espiritual; también está necesitado de la catequesis, que nunca debe faltar a los niños cristianos. En efecto, quienes les han dado la vida, enriqueciéndola con el don del Bautismo, tienen el deber de seguir alimentándola continuamente.

Características de esta catequesis (579)

178. La catequesis de los pequeños está necesariamente ligada a su situación y condición de vida y es fruto de la intervención de distintos educadores, entre sí complementarios.

Se pueden indicar algunas características de especial importancia de valor universal:

- La infancia y la niñez, comprendidas y tratadas ambas según sus rasgos peculiares, representan el tiempo de la llamada primera socialización y de la educación humana y cristiana en la familia, en la escuela y en la comunidad cristiana, y por eso hay que considerarlas como un momento decisivo para el futuro de la fe.

- De acuerdo con una tradición ya consolidada, es en esta etapa, de ordinario, en la que tiene lugar la iniciación cristiana comenzada con el Bautismo. Con la recepción de los sacramentos, se inicia la primera formación orgánica de la fe del niño y su incorporación en la vida de la Iglesia. (580)

- Por eso el proceso catequético en el tiempo de la infancia será eminentemente educativo, atento a desarrollar las capacidades y aptitudes humanas, base antropológica de la vida de fe, como el sentido de la confianza, de la gratuidad, del don de sí, de la invocación, de la gozosa participación... La educación a la oración y la iniciación a la Sagrada Escritura son aspectos centrales de la formación cristiana de los pequeños. (581)

- Finalmente, hay que tener en cuenta la importancia de dos ámbitos educativos: la familia y la escuela. La catequesis familiar es, en cierto modo, insustituíble, sobre todo por el ambiente positivo y acogedor, por el atrayente ejemplo de los adultos, por la primera y explícita sensibilización de la fe y por la práctica de la misma.

179. El ingreso en la escuela significa para el niño entrar a formar parte de una sociedad más amplia que la familia, con la posibilidad de desarrollar mucho más sus capacidades intelectuales, afectivas, y de comportamiento. En la escuela misma, frecuentemente, se imparte una específica enseñanza religiosa.

Todo esto requiere que la catequesis y los catequistas lleven a cabo una colaboración constante con los padres y también con los maestros, de acuerdo con las posibilidades de cada lugar. (582) Recuerden los pastores que, cuando ayudan a padres y educadores a cumplir bien su misión, se está edificando la Iglesia. Este trabajo, por otra parte, ofrece una gran oportunidad para la catequesis de adultos. (583)

Niños sin apoyo religioso familiar o que no frecuentan la escuela (584)

180. Existen también, y en no pequeña medida, niños con graves carencias, en la medida en que les falta un apoyo religioso familiar adecuado, o por no tener una verdadera familia, o por no frecuentar la escuela, o por condiciones de inestabilidad social o de inadaptación, o por otras causas ambientales. Muchos no están siquiera bautizados; otros no realizan el camino de iniciación. Corresponde a la comunidad cristiana suplir, con generosidad, competencia y de modo realista estas carencias, tratando de dialogar con las familias, proponiendo formas apropiadas de educación escolar y llevando a cabo una catequesis proporcionada a las posibilidades y necesidades concretas de esos niños.

La catequesis de los jóvenes (585).
Preadolescencia, adolescencia y juventud
(586)

181. En términos generales, se ha de observar que la crisis espiritual y cultural, que está afectando al mundo, (587) tiene en las generaciones jóvenes sus primeras víctimas. También es verdad que el esfuerzo por construir una sociedad mejor encuentra en los jóvenes sus mejores esperanzas. Esto debe estimular cada vez más a la Iglesia a realizar con decisión y creatividad el anuncio del Evangelio al mundo juvenil.

A ese respecto, la experiencia muestra que es útil para la catequesis distinguir en esas edades entre preadolescencia, adolescencia y juventud, sirviéndose oportunamente de los resultados de la investigación científica y de las condiciones de vida en los distintos países.

En las regiones, consideradas como desarrolladas, se plantea de modo especial el problema de la preadolescencia: no se tienen en cuenta suficientemente las dificultades, necesidades y capacidades humanas y espirituales de los preadolescentes, hasta el punto de poder afirmar en relación a ella que es una etapa ignorada.

Actualmente, con frecuencia los catequizandos de esta edad, al recibir el sacramento de la Confirmación, concluyen también el proceso de iniciación sacramental, pero a la vez tiene lugar su alejamiento casi total de la práctica de la fe. Es necesario tomar en cuenta con seriedad esta hecho y llevar a cabo una atención pastoral específica, utilizando los medios formativos que proporciona el propio camino de iniciación cristiana.

Respecto a las otras dos categorías, es necesario distinguir la adolescencia de la juventud, aun sabiendo la dificultad de definir de modo claro su significado. De modo global, hablamos aquí de aquella etapa de la vida que precede a la asunción de las responsabilidades propias del adulto.

También la catequesis de jóvenes ha de ser revisada y potenciada profundamente.

La importancia de la juventud para la sociedad y para la Iglesia (588)

182. La Iglesia, que ve a los jóvenes como " la esperanza ", los contempla hoy como " un gran desafío para el futuro de la Iglesia ". (589)

El rápido y tumultuoso cambio cultural y social, el crecimiento numérico de jóvenes, el alargamiento de la etapa de la juventud antes de entrar a tomar parte en las responsabilidades de los adultos, la falta de trabajo y en ciertos países las condiciones permanentes de subdesarrollo, las presiones de la sociedad de consumo..., todo ayuda a perfilar el mundo de los jóvenes como el tiempo de espera, a veces de desencanto y de insatisfacción, incluso de angustia y de marginación. El alejamiento de la Iglesia, o al menos la desconfianza hacia ella, está presente en muchos como actitud de fondo. A la vez, en los jóvenes se refleja a menudo la falta de apoyo espiritual y moral de las familias y la precariedad de la catequesis recibida.

Por otro lado, en numerosos jóvenes se descubre una fuerte e impetuosa tendencia a la búsqueda de sentido de la vida, a la solidaridad, al compromiso social, e incluso a la misma experiencia religiosa...

183. De aquí se desprenden algunas consecuencias para la catequesis.

Ante todo, el servicio de la fe tiene que estar atento a las luces y las sombras de la condición de la vida de los jóvenes, tal como se dan en las distintas regiones y ambientes.

La propuesta explícita de Cristo al joven del Evangelio (590) es el corazón de la catequesis; propuesta dirigida a todos los jóvenes y a su medida, en la comprensión atenta de sus problemas. En el Evangelio, los jóvenes aparecen de hecho como interlocutores directos de Jesucristo que les revela su " singular riqueza ", y que a la vez les compromete en un proyecto de crecimiento personal y comunitario de valor decisivo para la sociedad y la Iglesia. (591)

Por eso no debe verse a los jóvenes sólo como objeto de la catequesis, sino como " sujetos activos, protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social ". (592)

Características de la catequesis para jóvenes (593)

184. Por la amplitud de la tarea, corresponde ciertamente a los Directorios catequéticos de las Iglesias particulares y de las Conferencias Episcopales nacionales y regionales especificar, teniendo en cuenta las circunstancias, lo que conviene en cada lugar.

Sin embargo, cabe indicar unas líneas generales comunes:

- Se ha de tener presente las diferentes situaciones religiosas: jóvenes no bautizados; jóvenes bautizados que no han realizado el proceso catequético ni completado la iniciación cristiana; jóvenes que atraviesan crisis de fe a veces graves; otros con posibilidades de hacer una opción de fe o que la han hecho y esperan ser ayudados.

- No se puede olvidar que resulta provechosa aquella catequesis que se puede llevar a cabo al interior de una pastoral más amplia de preadolescentes, adolescentes y jóvenes orientada al conjunto de problemas que afectan a sus vidas. A este fin la catequesis debe integrar aspectos tales como el análisis de la situación, la atención a las ciencias humanas y de la educación y la colaboración de los laicos y de los mismos jóvenes.

- Y son mediaciones útiles para una catequesis eficaz: Una acción de grupo bien orientada, una pertenencia a asociaciones juveniles de carácter educativo, (594) y un acompañamiento personal del joven, en el que destaca la dirección espiritual.

185. Entre las diversas formas de catequesis de jóvenes, hay que prever, teniendo en cuenta las situaciones, un catecumenado juvenil en edad escolar; una catequesis que complete y culmine la iniciación cristiana; una catequesis sobre cuestiones específicas; así como encuentros más o menos ocasionales e informales.

En general se ha de proponer a los jóvenes una catequesis con itinerarios nuevos, abiertos a la sensibilidad y a los problemas de esta edad, que son de orden teológico, ético, histórico, social... En particular, deben ocupar un puesto adecuado, la educación para la verdad y la libertad según el Evangelio, la formación de la conciencia, la educación para el amor, el planteamiento vocacional, el compromiso cristiano en la sociedad y la responsabilidad misionera en el mundo. (595) Con todo hay que poner de relieve, que la evangelización contemporánea de los jóvenes debe adoptar con frecuencia un carácter misionero más que el estrictamente catecumenal. En realidad, la situación exige a menudo que la acción apostólica con los jóvenes sea de índole humanizadora y misionera, como primer paso necesario para que maduren unas disposiciones más favorables a la acción estrictamente catequética. Por tanto, muchas veces en la realidad, será oportuno intensificar la acción precatecumenal al interior de procesos educativos globales.

Una de las dificultades mayores a las que hay que enfrentarte y dar respuesta se refiere a la diferencia de lenguaje (mentalidad, sensibilidad, gustos, estilo, vocabulario...) entre los jóvenes y la Iglesia (catequesis y catequistas). Vale la pena por eso insistir en la necesidad de una adaptación de la catequesis a los jóvenes, sabiendo traducir a su lenguaje " con paciencia y buen sentido, sin traicionarlo, el mensaje de Jesucristo ". (596)

Catequesis de los ancianos (597).
La tercera edad, don de Dios a la Iglesia

186. El número creciente de personas ancianas representa en diversos países del mundo una nueva y específica tarea pastoral de la Iglesia. Las personas de esta edad, a veces considerados como objeto pasivo, más o menos molesto, es necesario, sin embargo, verlas a la luz de la fe, como un don de Dios a la Iglesia y a la sociedad, a las que hay que dedicarles también el cuidado de una catequesis adecuada. Tienen a ella el mismo derecho y deber que los demás cristianos.

Se ha de tener en cuenta la diversidad de situaciones personales, familiares, sociales, en particular, la situación de soledad y el riesgo de marginación.

La familia cumple una función primaria, porque en ella el anuncio de la fe puede darse en un clima de acogida y de amor que confirman, mejor que ninguna otra cosa, el valor de la Palabra.

En todo caso, la catequesis de los ancianos ha de asociar al contenido de la fe la presencia cordial del catequista y de la comunidad creyente. Por lo que es deseable que los ancianos participen plenamente en el itinerario catequético de la comunidad.

Catequesis de la plenitud y de la esperanza

187. La catequesis de los ancianos debe estar atenta a los aspectos particulares de su situación de fe. El anciano puede haber llegado a esta edad con una fe sólida y rica: entonces la catequesis ayudará a seguir recorriendo el camino en actitud de acción de gracias y de espera confiada; otros viven una fe más o menos oscurecida y una débil práctica cristiana: entonces la catequesis aportará una luz y experiencia religiosa nuevas; a veces el anciano llega a su edad con profundas heridas en el alma y en el cuerpo: la catequesis le ayudará a vivir su situación en actitud de invocación, de perdón, de paz interior.

En cualquier caso, la condición del anciano reclama una catequesis de la esperanza que proviene de la certeza del encuentro definitivo con Dios.

Es siempre beneficioso para él y enriquecedor para la comunidad el hecho de que el anciano creyente de testimonio de una fe que resplandece aún más a medida que se va acercando al gran momento del encuentro con el Señor.

Sabiduría y diálogo (598)

188. La Biblia presenta al anciano creyente como el símbolo de la persona rica en sabiduría y temor de Dios, y, en consecuencia, como el depositario de una intensa experiencia de vida, lo que en cierto modo lo convierte en " catequista " natural de la comunidad. El es de hecho testigo de la tradición de fe, maestro de vida y ejemplo de caridad. La catequesis valora esta gracia, ayudando a la persona anciana a descubrir de nuevo las ricas posibilidades que tiene dentro de sí; ayudándola también a asumir funciones catequéticas en relación con el mundo de los pequeños para quienes, a menudo, son abuelos queridos y estimados, y en relación con los jóvenes y los adultos. De este modo se favorece un rico diálogo entre generaciones dentro de la familia y de la comunidad.

CAPÍTULO III
Catequesis para situaciones especiales, mentalidades y ambientes

La catequesis de discapacitados e inadaptados (599)

189. Toda comunidad cristiana considera como predilectos del Señor a aquellos que, particularmente entre los más pequeños, sufren alguna deficiencia física o mental u otra forma de privación. Actualmente, a causa de una mayor conciencia social y eclesial, y también debido a los innegables progresos de la pedagogía especial, se ha conseguido que la familia y otros ámbitos educativos puedan ofrecer hoy a estas personas una catequesis apropiada, a la que por otra parte tienen derecho como bautizados, y si no están bautizados, como llamados a la salvación. El amor del Padre hacia sus hijos más débiles y la continua presencia de Jesús con su Espíritu dan fe de que toda persona, por limitada que sea, es capaz de crecer en santidad.

La educación de la fe, que corresponde ante todo a la familia, requiere itinerarios adecuados y personalizados, tiene en cuenta las aportaciones de las ciencias pedagógicas y ha de llevarse a cabo en el contexto de una educación global de la persona. Por otra parte, se debe evitar el riesgo de que esta catequesis tan especializada acabe situándose al margen de la pastoral comunitaria. Para que eso no ocurra, es necesario que la comunidad se interese y se comprometa de modo permanente con esta tarea. Las características peculiares de esta catequesis, exigen de parte de los catequistas una preparación específica, y hacen que su servicio sea aún más meritorio.

La catequesis de los marginados

190. En la misma perspectiva hay que considerar la catequesis para personas que viven, en situación marginada, o próximas a ella, o ya sumidos en la marginación, como son los emigrantes, los exilados, los nómadas, las personas sin hogar, los enfermos crónicos, los tóxico-dependientes, los encarcelados y los prisioneros.

La garantía de que se actúa acertadamente cuando se catequiza en estos ámbitos no fáciles nos viene de la palabra solemne de Jesús, quien reconoce como hecho a Sí mismo el bien que se hace a " estos pequeños hermanos ". Signos permanentes de la vitalidad de la catequesis son la capacidad para distinguir la diversidad de las situaciones; captar las necesidades y demandas de cada persona; valorar los encuentros personales, dedicándoles una atención generosa y paciente; proceder con confianza y realismo, recurriendo a menudo a formas de catequesis indirectas y ocasionales. La comunidad debe apoyar fraternalmente a los catequistas dedicados a este servicio.

La catequesis para grupos diferenciados

191. La catequesis se encuentra hoy ante personas que, por su profesión específica y, más ampliamente por su situación cultural, requieren itinerarios especiales. Tal es el caso de la catequesis del mundo obrero, de las profesiones liberales, de los artistas, de los hombres de ciencia, de la juventud universitaria... Es sumamente conveniente que existan estos itinerarios dentro del servicio catequético de la comunidad cristiana.

Todos estos sectores necesitan lenguaje adaptado a los destinatarios, manteniendo una plena fidelidad al mensaje que se quiere transmitir. (600)

La catequesis según ambientes

192. La educación de la fe hoy ha de tener muy en consideración los ambientes o contextos de vida, porque es en ellos donde cada persona vive su existencia, de ellos recibe gran influencia y en ellos a su vez ejerce la suya, y en ellos desarrolla sus propias responsabilidades.

En general y a modo de ejemplo, conviene recordar dos ambientes de la mayor importancia, el rural y el urbano, que exigen formas diferenciadas de catequesis.

La catequesis en el medio rural ha de reflejar las necesidades del mismo ámbito, necesidades que con frecuencia están unidas a la pobreza y a la miseria, y a veces a miedos y supersticiones; pero también el ambiente rural es rico en experiencias de sencillez, de confianza en la vida, de sentido de la solidaridad, de fe en Dios y fidelidad a las tradiciones religiosas.

La catequesis en el medio urbano ha de tener en cuenta una amplia variedad de situaciones, que van desde las de bienestar a las de pobreza y marginación. El ritmo propio de vida de la ciudad es a menudo fuente de estrés, de gran movilidad, de sugestivas llamadas a la evasión y al desinterés, donde es frecuente la situación de anonimato y de soledad...

Para cada uno de estos ambientes habrá que pensar en un servicio específico de educación de la fe, estimulando a catequistas preparados, creando instrumentos y materiales, y usando de los recursos que proporcionan los medios de comunicación...

CAPÍTULO IV
Catequesis según el contexto socio-religioso

La catequesis en una situación de pluralismo y de complejidad (601)

193. Muchas comunidades e individuos están llamados a vivir hoy en un mundo pluralista y secularizado, (602) en el que se dan formas de incredulidad e indiferencia religiosa, pero también formas vivas de pluralismo cultural y religioso; en muchas personas se da hoy con fuerza la búsqueda de certezas y de valores, pero a la vez existen no pocas formas falsas de religiosidad y de adhesión incierta a la fe. Ante estas complejas situaciones, algunos cristianos pueden encontrarse confusos y desorientados, sin saber hacer frente a tales situaciones, ni discernir los mensajes que transmiten, y esto les lleva a abandonar una práctica religiosa regular, terminando por vivir como si Dios no existiera, recurriendo a menudo a sucedáneos pseudoreligiosos. Su fe, sometida a prueba y amenazada, corre el riesgo de apagarse y morir, si no se la alimenta y sostiene constantemente.

194. Se hace indispensable una catequesis evangelizadora, es decir, " una catequesis llena de savia evangélica y con un lenguaje adaptado a los tiempos y a las personas ". (603) Ésta tiene por objetivo educar a los cristianos en el sentido de su identidad de bautizados, de creyentes y de miembros de la Iglesia, abiertos y en diálogo con el mundo. Les vuelve a proponer los elementos fundamentales de la fe, los impulsa a una conversión auténtica, los ayuda a profundizar en la verdad y el valor del mensaje cristiano ante las objeciones teóricas y prácticas, los anima a discernir y a vivir el Evangelio en lo cotidiano, los capacita para dar razón de la esperanza que hay en ellos, (604) los fortalece en su vocación misionera con el testimonio, el diálogo y el anuncio.

La catequesis en relación a la religiosidad popular (605)

195. En las comunidades cristianas existen, como dimensión vital de la realidad católica, expresiones particulares de búsqueda de Dios y de vida religiosa, cargadas de fervor y de pureza de intenciones a veces conmovedoras, que bien cabe llamar " piedad popular ". Esta piedad popular " refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción ". (606) Es una realidad rica y a la vez muy expuesta a deformaciones, en la que la fe, que es su fundamento, necesita purificación y rebustecimiento.

Se requiere, pues, una catequesis que, asumiendo tal riqueza religiosa, sea capaz de percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables, ayudándola a superar los riesgos de fanatismo, de superstición, de sincretismo y de ignorancia religiosa. " Bien orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo ". (607)

196. También la veneración de los fieles a la Madre de Dios ha asumido formas múltiples, según las circunstancias de lugar y de tiempo, la diversa sensibilidad de los pueblos y sus diferentes tradiciones culturales. Las formas en las que esta piedad mariana se ha expresado, sujetas al desgaste del tiempo, se muestran necesitadas de una catequesis renovada que permita que los elementos caducos sean sustituidos, que se subrayen los valores perennes y que se incorporen aquellos datos doctrinales que son fruto de la reflexión teológica y son enseñados por el Magisterio de la Iglesia.

Tal catequesis es sumamente necesaria. Y se caracterizará claramente por su dimensión trinitaria, cristológica y eclesial, intrínseca a la mariología. Además, en el discernimiento sobre los ejercicios de piedad mariana, como en la creación de nuevas prácticas, habrá que tener presentes las orientaciones eclesiales de tipo bíblico, litúrgico, ecuménico y antropológico. (608)

La catequesis en un contexto ecuménico (609)

197. Toda comunidad cristiana, por el hecho de serlo, es movida por el Espíritu Santo a reconocer su vocación ecuménica en la situación concreta en que se encuentra, participando en el diálogo ecuménico y en las iniciativas destinadas a realizar la unidad de los cristianos. Por ello, la catequesis está llamada a asumir siempre y en todas partes una " dimensión ecuménica ". (610) Ésta se lleva a cabo, en primer lugar, mediante la exposición de toda la Revelación, cuyo depósito custodia la Iglesia Católica, respetando la jerarquía de las verdades; (611) en segundo lugar, la catequesis ha de poner de manifiesto la unidad de fe que existe entre los cristianos y, al mismo tiempo, explicar las divisiones que aún perduran y los pasos a dar para superarlas; (612) además, la catequesis ha de suscitar y alimentar un deseo sincero de unidad, en particular mediante el amor a la Sagrada Escritura; finalmente se ha de esforzar en preparar a niños, jóvenes y adultos, a vivir en contacto con hermanos y hermanas de otras confesiones, cultivando la propia identidad católica en el respeto a la fe de los demás.

198. En una situación de presencia de diferentes confesiones cristianas, los Obispos pueden juzgar oportunas, y hasta necesarias, determinadas actividades de colaboración en el campo de enseñanza religiosa. En cualquier caso debe asegurarse a los católicos, por otras vías y con el máximo cuidado, una catequesis específicamente católica. (613)

También la enseñanza de la religión impartida en escuelas en las que hay miembros de diversas confesiones cristianas, reviste un valor ecuménico, cuando se presenta de modo auténtico la doctrina cristiana. De hecho, esto ofrece ocasiones para el diálogo, gracias al cual se pueden superar desconocimientos y prejuicios y abrirse a un mejor entendimiento mutuo.

La catequesis en relación con el hebraismo

199. Atención especial ha de darse a la catequesis en relación con la religión hebraica. (614)

En efecto, " la Iglesia, Pueblo de Dios en la Nueva Alianza, al escrutar su propio misterio, descubre su vinculación con el pueblo judío a quien Dios ha hablado primero ", (615) antes que a otros pueblos.

" La enseñanza religiosa, la catequesis y la predicación han de formar no sólo para la objetividad, la justicia y la tolerancia, sino también para la comprensión y el diálogo. Nuestras dos tradiciones están demasiado emparentadas como para ignorarse. Es necesario fomentar un conocimiento recíproco en todos los niveles ". (616) En particular, un objetivo de la catequesis ha de ser la superación de toda forma de antisemitismo. (617)

La catequesis en el contexto de otras religiones (618)

200. Los cristianos viven hoy con frecuencia en contextos multireligiosos y no pocos están en ellos en minoría. En tal situación, especialmente en relación con el Islam, la catequesis reviste una importancia particular, y está llamada a asumir una delicada responsabilidad que requiere diversas tareas.

Ante todo, la catequesis ha de ayudar a profundizar y robustecer la identidad de los bautizados, en especial donde están en minoría, mediante una adaptación o inculturación conveniente, en una confrontación necesaria entre el Evangelio de Jesucristo y el mensaje de las otras religiones. Para esta tarea son indispensables comunidades cristianas sólidas y fervorosas, y catequistas oriundos bien preparados.

En segundo lugar, la catequesis ha de ayudar a tomar conciencia de la presencia de otras religiones. A la vez de capacitar a los fieles a discernir en ellas los elementos que entran en confrontación con el mensaje cristiano, la catequesis ha de educar también para descubrir las semillas del Evangelio (semina Verbi) que hay en estas religiones y que pueden constituir una auténtica " preparación evangélica " al mismo.

En tercer lugar, la catequesis ha de promover en todos los creyentes un vivo sentido misionero. Éste se manifiesta en el testimonio diáfano de la fe, en la actitud de respeto y de comprensión mutuas, en el diálogo y la colaboración en defensa de los derechos de la persona y en favor de los pobres y, donde es posible, con el anuncio explícito del Evangelio.

La catequesis en relación con los "nuevos movimientos religiosos" (619)

201. En un clima de relativismo religioso y cultural, y a veces también a causa de la conducta no recta de los cristianos, proliferan hoy " nuevos movimientos religiosos ", llamados también sectas o cultos, con multitud de nombres y de tendencias, difíciles de clasificar de modo orgánico y preciso. En la medida que es posible, cabe distinguir movimientos de matriz cristiana, otros derivados de religiones orientales y otros vinculados a tradiciones esotéricas. La razón de la preocupación estriba en que sus doctrinas y prácticas de vida se alejan de los contenidos de la fe cristiana.

Por ello sigue siendo necesario promover, en favor de los cristianos cuya fe está en peligro, el " esfuerzo de una evangelización y una catequesis integral y sistemática, a las que ha de acompañar el testimonio ". (620) Se trata, en efecto, de superar el grave peligro de la ignorancia y del prejuicio, de ayudar a los fieles a encontrarse de modo correcto con la Escritura, suscitando en ellos la experiencia viva de la oración, defendiéndoles de los sembradores de errores; educándolos en la responsabilidad de la fe recibida, saliendo al paso, con las armas del amor evangélico, de las dolorosas situaciones de soledad, pobreza, sufrimiento. Por el anhelo religioso que esos movimientos pueden expresar, merecen ser considerados como un " areópago de evangelización ", en el que los problemas más importantes pueden encontrar respuesta. En realidad, " la Iglesia tiene un inmenso patrimonio espiritual que ofrecer a la humanidad: Cristo, que se proclama "el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,61) ". (621)

 

CAPÍTULO V
Catequesis según el contexto socio-cultural
(622)

Catequesis y cultura contemporánea (623)

202. " De la catequesis, como de la evangelización en general, podemos decir que está llamada a llevar la fuerza del Evangelio al corazón de la cultura y de las culturas ". (624) Con anterioridad han sido expuestos los criterios referidos a la adaptación e inculturación catequética. (625) Baste ahora afirmar de nuevo que la catequesis tiene como guía necesaria y eminente la " regla de la fe ", ilustrada por el Magisterio y profundizada por la teología. Por otra parte, no hay que olvidar que la historia de la catequesis, especialmente en el tiempo de los Santos Padres es, en muchos aspectos, historia de la inculturación de la fe y como tal merece ser estudiada y meditada; historia, además, que nunca se para y que exige períodos amplios de continua asimilación del Evangelio.

En este capítulo se presentan algunas indicaciones metodológicas en relación con una tarea que es tan necesaria como exigente, en modo alguno fácil y expuesta a los riesgos de sincretismo y de otros malos entendidos. Se puede decir que sobre este tema, hoy tan importante, se hace necesaria una mayor reflexión programada y universal para bien de la catequesis.

Tareas de la catequesis respecto a la inculturación de la fe (626)

203. Forman un conjunto orgánico y son en síntesis los siguientes:

- conocer en profundidad la cultura de las personas y el grado de penetración en su vida;

- reconocer la presencia de la dimensión cultural en el mismo Evangelio; afirmando por una parte que éste no es fruto de ningún humus cultural humano, pero admitiendo, por otra parte, que el Evangelio no puede aislarse de las culturas en las que se inscribió al principio y en las que después se ha expresado a lo largo de los siglos;

- anunciar el cambio profundo, la conversión, que el Evangelio, como fuerza " transformadora y regeneradora ", (627) opera en las culturas;

- dar testimonio de que el Evangelio transciende toda cultura y no se agota en ella y, a la vez, discernir las semillas del Evangelio que pueden estar presentes en cada una de las culturas;

- promover al interior de cada una de las culturas a evangelizar una nueva expresión del Evangelio, procurando un lenguaje de la fe que sea patrimonio común de los fieles, y por tanto factor fundamental de comunión.

- mantener íntegros los contenidos de la fe de la Iglesia; y procurar que la explicación y la clarificación de las fórmulas doctrinales de la Tradición sean presentadas teniendo en cuenta las situaciones culturales e históricas de los destinatarios y evitando, en todo caso, mutilar o falsificar los contenidos.

Proceso metodológico

204. La catequesis, a la vez que debe evitar todo tipo de manipulación de una cultura, no puede limitarse a la simple yuxtaposición del Evangelio a ésta y " como con un barniz superficial ", sino que debe proponer el Evangelio" de manera vital, en profundidad y hasta las mismas raíces de la cultura y de las culturas ". (628)

Esto determina un proceso dinámico integrado por diversos momentos, relacionados entre sí: esforzarse por escuchar, en la cultura de los hombres, el eco (presagio, invocación, señal...) de la Palabra de Dios; discernir cuanto hay de valor evangélico o al menos abierto a él; purificar lo que está bajo el signo del pecado (pasiones, estructuras del mal...) o de la fragilidad humana; suscitar en los catequizandos actitudes de conversión radical a Dios, de diálogo con los demás y de paciente maduración interior.

Necesidad y criterios de valoración

205. Cuando llega el momento de evaluar, tarea tanto más necesaria cuanto más se está en fase inicial o experimental, se ha de procurar verificar si en el proceso de la catequesis se han infiltrado elementos de sincretismo. En tal caso las iniciativas de inculturación serían peligrosas y erróneas y deben ser rectificadas.

Sin embargo, ha de ser considerada como correcta aquella catequesis que no sólo logra la asimilación intelectual del contenido de la fe, sino que alcanza al corazón y transforma la conducta. Si es así, la catequesis genera un modo de vida dinámico y unificado por la fe, establece la unión entre la fe y la vida, entre el mensaje cristiano y el contexto cultural, y produce frutos de santidad.

Responsables del proceso de inculturación

206. " La inculturación debe implicar a todo el pueblo de Dios, no sólo a algunos expertos, ya que se sabe que el pueblo reflexiona sobre el genuino sentido de la fe que nunca conviene perder de vista. Esta inculturación debe ser dirigida y estimulada, pero no forzada, para no suscitar reacciones negativas en los cristianos: debe ser expresión de la vida comunitaria, es decir, debe madurar en el seno de la comunidad y no ser fruto exclusivo de investigaciones eruditas ". (629) Ese esfuerzo por la encarnación del Evangelio, tarea específica de la inculturación exige la participación en la catequesis de todos aquéllos que viven en el mismo contexto cultural: pastores, catequistas y laicos.

Formas y vías privilegiadas

207. La catequesis de jóvenes y la de adultos, por las posibilidades que tiene de interrelacionar de manera más incisiva la fe y la vida, es una de las formas más aptas para la inculturación; sin embargo, no puede desatenderse la inculturación de la fe en la iniciación cristiana de los niños, precisamente por el notable influjo de orden cultural que este proceso lleva consigo: la adquisición de nuevas motivaciones para la vida, la educación de la conciencia, el aprendizaje del lenguaje bíblico y sacramental, así como el conocimiento de la dimensión histórica del cristianismo.

Una vía privilegiada es la catequesis litúrgica, por la riqueza de signos con que se expresa el mensaje y porque a ella tiene acceso una gran parte del pueblo de Dios; también hay que revalorizar los contenidos de los Leccionarios, la estructura del Año litúrgico, la homilía dominical y otras actividades catequéticas de carácter ocasional particularmente significativas (matrimonios, funerales, visitas a enfermos, fiestas patronales, etc.); sigue siendo central el cuidado a la familia, agente primario de una transmisión inculturada de la fe; peculiar interés tiene la catequesis en situaciones pluriétnicas y pluriculturales, ya que ayuda a descubrir y a tomar en consideración, con mayor atención aún, las riquezas de los diversos grupos en la acogida y en la expresión renovada de la fe.

El lenguaje (630)

208. La inculturación de la fe es, en ciertos aspectos, obra de lenguaje. Esto conlleva que la catequesis respete y valore el lenguaje propio del mensaje, sobre todo el bíblico, pero también el histórico-tradicional de la Iglesia (Símbolo, liturgia), y el así llamado lenguaje doctrinal (fórmulas dogmáticas); es preciso, además, que la catequesis entre en comunicación con formas y términos propios de la cultura de las personas a las que se dirige; hace falta, finalmente, que la catequesis fomente nuevas expresiones del Evangelio en la cultura en la que se implanta.

En concreto, en el proceso de inculturación del Evangelio, la catequesis no ha de tener miedo a emplear fórmulas tradicionales y términos técnicos del lenguaje de la fe, si bien ha de ofrecer el significado que tienen y mostrar su relevancia existencial; por otra parte, la catequesis " tiene el deber imperioso de encontrar el lenguaje adaptado a los niños y a los jóvenes de nuestro tiempo en general, y a otras muchas categorías de personas: lenguaje de los estudiantes, de los intelectuales, de los hombres de ciencia; lenguaje de los analfabetos y de las personas de cultura elemental; lenguaje de los minusválidos, etc. ". (631)

Los medios de comunicación

209. Íntimamente vinculados al lenguaje están los distintos modos de comunicación, uno de los más eficaces y persuasivos es el de los " mass-media ". " La evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo ". (632)

Teniendo en cuenta lo que se ha dicho de los medios de comunicación en otro lugar, (633) conviene recordar algunos indicadores relacionados con la inculturación: una mayor valoración de los medios de acuerdo con su específica capacidad comunicativa, sabiendo equilibrar bien el lenguaje de la imagen con el de la palabra; la salvaguardia del genuino sentido religioso en las formas más importantes de expresión; la promoción de la madurez crítica de los usuarios y el estímulo a la profundización personal de lo que reciben de esos medios; la elaboración de materiales catequéticos en relación con los " mass-media "; la colaboración provechosa entre los agentes pastorales. (634)

210. El catecismo es un instrumento primordial en el proceso de inculturación. Sobre todo lo es el Catecismo de la Iglesia Católica, del que es necesario saber " poner en evidencia la vasta gama de servicios... también para los objetivos de la inculturación, que, para ser eficaz, nunca puede dejar de ser verdadera ". (635) El Catecismo de la Iglesia Católica pide expresamente la redacción de catecismos locales apropiados, en los que se pueden realizar las adaptaciones debidas " a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquéllos a quienes se dirige la catequesis ". (636)

Ámbitos antropológicos y tendencias culturales

211. El Evangelio reclama una catequesis abierta, generosa y decidida a acercarse a las personas allá donde viven, en particular saliendo a su encuentro en aquellos lugares principales donde tienen lugar los cambios culturales elementales y fundamentales como la familia, la escuela, el ámbito del trabajo y el tiempo libre.

Así mismo es importante para la catequesis saber discernir y estar presente en aquellos ámbitos antropológicos en los que las tendencias culturales generan o difunden modelos de vida y pautas de comportamiento, como la cultura urbana, el turismo y las migraciones, el mundo juvenil y otros fenómenos de relieve social...

Finalmente hay " otros sectores que han de ser iluminados con la luz del Evangelio ", (637) como las llamadas áreas culturales " areópagos modernos ", tales como el área de la comunicación; el área del compromiso por la paz, el desarrollo, la liberación de los pueblos y la salvaguardia de la creación; el área de la defensa de los derechos humanos, sobre todo los de las minorías, de la mujer y del niño; el área de la investigación científica y de las relaciones internacionales...

Actuación ante las situaciones concretas

212. El proceso de inculturación realizado por la catequesis está llamado a confrontarse continuamente con múltiples y diferentes situaciones concretas. Entre las más relevantes y frecuentes se pueden señalar:

- En primer lugar, hay que distinguir la inculturación en países en que la presencia cristiana es reciente y donde el primer anuncio misionero aún debe consolidarse, y la inculturación en países de larga tradición cristiana, necesitados de nueva evangelización.

- Se han de tener en cuenta también aquellas situaciones de tensión y de conflicto, ocasionadas por factores como el pluralismo étnico, el pluralismo religioso, las grandes diferencias de desarrollo, las condiciones de vida urbana y extraurbana, los modelos de referencia dominantes en unos países profundamente influidos por la secularización masiva y, en otros, por una fuerte religiosidad.

- Por fin, se deberá tener presente las tendencias culturalmente significativas del propio lugar, representadas por ciertos grupos sociales y profesionales, como los hombres de ciencia y de cultura, el mundo obrero, los jóvenes,los marginados, los extranjeros, los discapacitados...

En términos más generales, " la formación de los cristianos tendrá en cuenta en grado máximo la cultura humana del lugar, que contribuye a la misma formación, y que ayudará a juzgar tanto el valor que se encierra en la cultura tradicional como aquel otro propuesto en la cultura moderna. Préstese también la debida atención a las diversas culturas que pueden coexistir en un mismo pueblo y en una misma nación ". (638)

Tareas de las Iglesias locales (639)

213. Las Iglesias particulares tienen una competencia propia en la inculturación, y se refiere a todos los ámbitos de la vida cristiana. La catequesis es un aspecto y sector en esta tarea. Precisamente por la propia naturaleza de la inculturación, que tiene lugar en situaciones concretas y específicas, la " legítima atención a las Iglesias particulares no puede menos de enriquecer a la Iglesia. Es indispensable y urgente ". (640)

A tal fin, de modo oportuno y un poco por todas partes, las distintas Conferencias Episcopales van elaborando Directorios de catequesis (e instrumentos análogos), catecismos, materiales catequéticos, y establecen centros de estudio y escuelas de formación. A la luz de cuanto se expone en el presente Directorio, es preciso hacer una revisión y una puesta al día de estas orientaciones y directrices locales, estimulando la colaboración de los centros de estudio, recogiendo las experiencia de los catequistas y favoreciendo la participación del pueblo de Dios.

Iniciativas bajo la guía de los pastores

214. La importancia de cuanto se ha dicho y la indispensable fase de investigación y experimentación exigen que los legítimos pastores tomen iniciativas a este efecto y las orienten. Estas iniciativas pueden consistir en:

- Promover una catequesis amplia y capilar que ayude a superar el grave obstáculo de toda inculturación que es la ignorancia o la desinformación. Así se hace posible el diálogo y la participación activa de las personas, que señalan mejor vías eficaces para el anuncio.

- Llevar a cabo experiencias-piloto de inculturación de la fe al interior de un programa establecido por la Iglesia. Un papel importante en particular, asume la práctica del catecumenado de adultos conforme a lo establecido en el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.

- Disponer, si en el mismo territorio eclesial existieran diversos grupos étnico-lingüísticos, de guías y directorios traducidos a las diversas lenguas, promoviendo un servicio catequético homogéneo a todos los grupos a través de centros apropiados.

- Establecer relaciones de reciprocidad y comunión entre las Iglesias locales, y entre éstas y la Santa Sede. Eso permitirá valorar las experiencias, criterios, itinerarios e instrumentos de trabajo más valiosos y actualizados en orden a la inculturación.

QUINTA PARTE
LA CATEQUESIS EN LA IGLESIA PARTICULAR

" Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios " (Mc 3, 13-15).

" Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia " (Mt 16,17-18).

La Iglesia de Pentecostés, impulsada por el Espíritu Santo, va engendrando las Iglesias:" Iglesia de Jerusalén " (Hch 8,1); "La Iglesia de Dios que está en Corinto " (1 Co 1,2); " Las Iglesias de Asia " (1 Co 16,19); " Las Iglesias de Judea " (Ga 1,22); " Las siete Iglesias: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia, Laodicea " (cf Ap 1,20-3,14).

Significado y finalidad de esta parte

215. De cuanto queda expuesto en las partes precedentes acerca de la naturaleza de la catequesis, su contenido, su pedagogía y sus destinatarios, nace la pastoral catequética que, de hecho, se realiza en la Iglesia particular.

Esta quinta parte expone los elementos más importantes.

216. El primer capítulo trata del ministerio catequético y sus agentes. La catequesis es una responsabilidad común pero diferenciada. Los obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y fieles laicos actúan en ella según su respectiva responsabilidad y carismas.

La formación de los catequistas, analizada en el segundo capítulo, es elemento decisivo en la acción catequizadora. Si es importante dotar a la catequesis de buenos instrumentos de trabajo, más importante es aún preparar buenos catequistas.

En el tercer capítulo se estudian los 'lugares' donde, de hecho, se realiza la catequesis.

En el cuarto capítulo se analizan los aspectos más directamente organizativos de la catequesis: los organismos responsables, la coordinación de la catequesis y algunas tareas propias del servicio catequético.

Las indicaciones y sugerencias aquí propuestas no pueden llevarse a cabo de modo inmediato y a la vez en todos los lugares de la Iglesia. En las naciones o regiones donde la acción catequética no ha podido alcanzar un suficiente nivel de desarrollo, estas orientaciones y sugerencias señalan una serie de metas a alcanzar gradualmente.

CAPÍTULO I
El ministerio de la catequesis en la Iglesia particular y sus agentes

La Iglesia particular (641)

217. El anuncio, la transmisión y la vivencia del Evangelio se realizan en el seno de una Iglesia particular (642) o diócesis. (643) La Iglesia particular está constituida por la comunidad de los discípulos de Jesucristo (644) que viven en un espacio socio-cultural determinado. En cada Iglesia particular " se hace presente la Iglesia universal con todos sus elementos esenciales ". (645) Realmente, la Iglesia universal, fecundada como primera célula el día de Pentecostés por el Espíritu Santo, " da a luz a las Iglesias particulares como hijas y se expresa en ellas ". (646) La Iglesia universal, como Cuerpo de Cristo, se manifiesta así como " Cuerpo de las Iglesias ". (647)

218. El anuncio del Evangelio y la Eucaristía son los dos pilares sobre los que se edifica y en torno a los cuales se congrega la Iglesia particular. Al igual que la Iglesia universal, también " ella existe para evangelizar ". (648)

La catequesis es una acción evangelizadora básica de toda Iglesia particular. Mediante ella, la diócesis ofrece a todos sus miembros y a todos los que se acercan con el deseo de entregarse a Jesucristo, un proceso formativo que les permita conocer, celebrar, vivir y anunciar el Evangelio dentro de su propio horizonte cultural. De esta manera, la confesión de fe, meta de la catequesis, puede ser proclamada por los discípulos de Cristo " en su propia lengua ". (649) Como en Pentecostés, hoy también la Iglesia de Cristo, " presente y operante " (650) en las Iglesias particulares, " habla todas las lenguas ", (651) ya que, cual árbol que crece, echa sus raíces en todas las culturas.

El ministerio de la catequesis en la Iglesia particular

219. En el conjunto de ministerios y servicios, con los que la Iglesia particular realiza su misión evangelizadora, ocupa un lugar destacado el ministerio de la catequesis. (652) En él cabe señalar los rasgos siguientes:

a) En la Diócesis la catequesis es un servicio único, (653) realizado de modo conjunto por presbíteros, diáconos, religiosos y laicos, en comunión con el obispo. Toda la comunidad cristiana debe sentirse responsable de este servicio. Aunque los sacerdotes, religiosos y laicos realizan en común la catequesis, lo hacen de manera diferenciada, cada uno según su particular condición en la Iglesia (ministros sagrados, personas consagradas, fieles cristianos). (654) A través de ellos, en la diversidad de sus funciones, el ministerio catequético ofrece de modo pleno la palabra y el testimonio completos de la realidad eclesial. Si faltase alguna de estas formas de presencia la catequesis perdería parte de su riqueza y significación.

b) Se trata, por otra parte, un servicio eclesial, indispensable para el crecimiento de la Iglesia. No es una acción que pueda realizarse en la comunidad a título privado o por iniciativa puramente personal. Se actúa en nombre de la Iglesia, en virtud de la misión confiada por ella.

c) El ministerio catequético tiene, en el conjunto de los ministerios y servicios eclesiales, un carácter propio, que deriva de la especificidad de la acción catequética dentro del proceso de la evangelización. La tarea del catequista, como educador de la fe, difiere de la de otros agentes de la pastoral (litúrgica, caritativa, social...) aunque, obviamente, ha de actuar en coordinación con ellos.

d) Para que el ministerio catequético en una Diócesis sea fructífero, necesita contar con otros agentes, no necesariamente catequistas directos, que apoyen y respalden la actividad catequética realizando tareas que son imprescindibles, como: la formación de catequistas, la elaboración de materiales, la reflexión, la organización y planificación. Estos agentes, junto con los catequistas, están al servicio de un único ministerio catequético diocesano, aunque no todos realicen las mismas funciones, ni por el mismo título.

La comunidad cristiana y la responsabilidad de catequizar

220. La catequesis es una responsabilidad de toda la comunidad cristiana. La iniciación cristiana, en efecto, " no deben procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles ". (655) La misma educación permanente de la fe es un asunto que atañe a toda la comunidad. La catequesis es, por tanto, una acción educativa realizada a partir de la responsabilidad peculiar de cada miembro de la comunidad, en un contexto o clima comunitario rico en relaciones, para que los catecúmenos y catequizandos se incorporen activamente a la vida de dicha comunidad.

De hecho, la comunidad cristiana sigue el desarrollo de los procesos catequéticos, ya sea con niños, con jóvenes o con adultos, como un hecho que le concierne y compromete directamente. (656) Más aún, la comunidad cristiana al final del proceso catequético acoge a los catequizados en un ambiente fraterno " donde puedan vivir, con la mayor plenitud posible, lo que han aprendido ". (657)

221. Pero la comunidad cristiana no sólo da mucho al grupo de los catequizandos, sino que también recibe mucho de él. Los nuevos convertidos, sobre todo los jóvenes y adultos, al convertirse a Jesucristo, aportan a la comunidad que los acoge una nueva riqueza humana y religiosa. Así, la comunidad crece y se desarrolla, ya que la catequesis no sólo conduce a la madurez de la fe a los catequizandos, sino a la madurez de la misma comunidad como tal.

Aunque toda la comunidad cristiana es responsable de la catequesis, y aunque todos sus miembros han de dar testimonio de la fe, no todos reciben la misión de ser catequistas. Junto a la misión originaria que tienen los padres respecto a sus hijos, la Iglesia confía oficialmente a determinados miembros del Pueblo de Dios, especialmente llamados, la delicada tarea de transmitir orgánicamente la fe en el seno de la comunidad. (658)

El Obispo, primer responsable de la catequesis en la Iglesia particular

222. El Concilio Vaticano II pone de relieve la importancia eminente que, en el ministerio episcopal, tiene el anuncio y la transmisión del Evangelio: " Entre las principales tareas de los obispos destaca la predicación del Evangelio ". (659) En la realización de esta tarea los obispos son, ante todo, " pregoneros de la fe ", (660) tratando de ganar nuevos discípulos para Cristo y son, al mismo tiempo, " maestros auténticos ", (661) transmitiendo al pueblo que se les ha encomendado la fe que ha de profesar y vivir. En el ministerio profético de los obispos, el anuncio misionero y la catequesis son dos aspectos íntimamente unidos. Para desempeñar esta función los obispos reciben " el carisma cierto de la verdad ". (662)

Los obispos son " los primeros responsables de la catequesis, los catequistas por excelencia ". (663) En la historia de la Iglesia es patente el papel preponderante de grandes y santos obispos que marcan, con sus iniciativas y sus escritos, el período más floreciente de la institución catecumenal. Concebían a la catequesis como una de las tareas básicas de su ministerio. (664)

223. Esta preocupación por la actividad catequética llevará al obispo a asumir " la alta dirección de la catequesis " (665) en la Iglesia particular, lo que implica entre otras cosas:

- Asegurar en su Iglesia la prioridad efectiva de una catequesis activa y eficaz, " promoviendo la participación de las personas, de los medios e instrumentos, así como de los recursos económicos necesarios ". (666)

- Ejercer la solicitud por la catequesis con una intervención directa en la transmisión del Evangelio a los fieles, velando al mismo tiempo por la autenticidad de la confesión de fe y por la calidad de los textos e instrumentos que deban utilizarse. (667)

- " Suscitar y mantener una verdadera mística de la catequesis, pero una mística que se encarne en una organización adecuada y eficaz ", (668) actuando con el convencimiento profundo de la importancia de la catequesis para la vida cristiana de una Diócesis.

- Cuidar de que " los catequistas se preparen de la forma debida para su función, de suerte que conozcan con claridad la doctrina de la Iglesia y aprendan teórica y prácticamente las leyes psicológicas y las disciplinas pedagógicas ". (669)

- Establecer en la diócesis un proyecto global de catequesis, articulado y coherente, que responda a las verdaderas necesidades de los fieles y que esté convenientemente ubicado en los planes pastorales diocesanos. Tal proyecto ha de estar coordinado, igualmente, en su desarrollo, con los planes de la Conferencia episcopal.

Los presbíteros, pastores y educadores de la comunidad cristiana

224. La función propia del presbítero en la tarea catequizadora brota del sacramento del Orden que ha recibido. " Por el sacramento del Orden, los presbíteros se configuran con Cristo sacerdote, como ministros de la Cabeza, para construir y edificar todo su Cuerpo que es la Iglesia, como cooperadores del orden episcopal ". (670) Por esta ontológica configuración con Cristo, el ministerio de los presbíteros es un servicio configurador de la comunidad, que coordina y potencia los demás servicios y carismas.

En relación con la catequesis, el sacramento del Orden constituye a los presbíteros en " educadores en la fe ". (671) Tratan, por ello, de que los fieles de la comunidad se formen adecuadamente y alcancen la madurez cristiana. (672) Sabiendo, por otra parte, que su " sacerdocio ministerial " (673) está al servicio del " sacerdocio común de los fieles ", (674) los presbíteros fomentan la vocación y la tarea de los catequistas, ayudándoles a realizar una función que brota del Bautismo y se ejerce en virtud de una misión que la Iglesia les confía. Los presbíteros llevan a cabo, de esta manera, la recomendación del Concilio Vaticano II, cuando les pide que " reconozcan y promuevan la dignidad de los laicos y la parte que les corresponde en la misión de la Iglesia ". (675)

225. Más en concreto, destacan como tareas propias del presbítero en la catequesis, y particularmente del párroco, las siguientes: (676)

- suscitar en la comunidad cristiana el sentido de la común responsabilidad hacia la catequesis, como tarea que a todos atañe, así como el reconocimiento y aprecio hacia los catequistas y su misión;

- cuidar la orientación de fondo de la catequesis y su adecuada programación, contando con la participación activa de los propios catequistas, y tratando de que esté " bien estructurada y bien orientada "; (677)

- fomentar y discernir vocaciones para el servicio catequético y, como catequista de catequistas, cuidar la formación de éstos, dedicando a esta tarea sus mejores desvelos;

- integrar la acción catequética en el proyecto evangelizador de la comunidad y cuidar, en particular, el vínculo entre catequesis, sacramentos y liturgia;

- garantizar la vinculación de la catequesis de su comunidad con los planes pastorales diocesanos, ayudando a los catequistas a ser cooperadores activos de un proyecto diocesano común.

La experiencia atestigua que la calidad de la catequesis de una comunidad depende, en grandísima parte, de la presencia y acción del sacerdote.

Los padres de familia, primeros educadores de la fe de sus hijos (678)

226. El testimonio de vida cristiana, ofrecido por los padres en el seno de la familia, llega a los niños envuelto en el cariño y el respeto materno y paterno. Los hijos perciben y viven gozosamente la cercanía de Dios y de Jesús que los padres manifiestan, hasta tal punto, que esta primera experiencia cristiana deja frecuentemente en ellos una huella decisiva que dura toda la vida. Este despertar religioso infantil en el ambiente familiar tiene, por ello, un carácter " insustituible ". (679)

Esta primera iniciación se consolida cuando, con ocasión de ciertos acontecimientos familiares o en fiestas señaladas, " se procura explicitar en familia el contenido cristiano o religioso de esos acontecimientos ". (680) Esta iniciación se ahonda aún más si los padres comentan y ayudan a interiorizar la catequesis más sistemática que sus hijos, ya más crecidos, reciben en la comunidad cristiana. En efecto, " la catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis ". (681)

227. Los padres reciben en el sacramento del matrimonio la gracia y la responsabilidad de la educación cristiana de sus hijos, (682) a los que testifican y transmiten a la vez los valores humanos y religiosos. Esta acción educativa, a un tiempo humana y religiosa, es un " verdadero ministerio " (683) por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio hasta el punto de que la misma vida de familia se hace itinerario de fe y escuela de vida cristiana. Incluso, a medida que los hijos van creciendo, el intercambio es mutuo y, " en un diálogo catequético de este tipo, cada uno recibe y da ". (684)

Por ello es preciso que la comunidad cristiana preste una atención especialísima a los padres. Mediante contactos personales, encuentros, cursos e, incluso, mediante una catequesis de adultos dirigida a los padres, ha de ayudarles a asumir la tarea, hoy especialmente delicada, de educar en la fe a sus hijos. Esto es aún más urgente en los lugares en los que la legislación civil no permite o hace difícil una libre educación en la fe. (685) En estos casos, la " iglesia doméstica " (686) es, prácticamente, el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis.

Los religiosos en la catequesis

228. La Iglesia convoca particularmente a las personas de vida consagrada a la actividad catequética y desea " que las comunidades religiosas dediquen el máximo de sus capacidades y de sus posibilidades a la obra específica de la catequesis ". (687)

La aportación peculiar de los religiosos, de las religiosas y de los miembros de sociedades de vida apostólica a la catequesis brota de su condición específica. La profesión de los consejos evangélicos, que caracteriza a la vida religiosa, constituye un don para toda la comunidad cristiana. En la acción catequética diocesana, su aportación original y específica nunca podrá ser suplida por la de los sacerdotes y laicos. Esta contribución original brota del testimonio público de su consagración, que les convierte en signo viviente de la realidad del Reino: " La profesión de estos consejos en un estado de vida estable reconocido por la Iglesia es lo que caracteriza la vida consagrada a Dios ". (688) Aunque los valores evangélicos deben ser vividos por todo cristiano, las personas de vida consagrada " encarnan la Iglesia deseosa de entregarse a la radicalidad de las bienaventuranzas ". (689) El testimonio de los religiosos, unido al testimonio de los laicos, muestra el rostro total de la Iglesia que es, toda ella, signo del Reino de Dios. (690)

229. " Muchas familias religiosas, masculinas y femeninas, nacieron para la educación cristiana de los niños y de los jóvenes, particularmente los más abandonados ". (691) Ese mismo carisma de los fundadores hace que muchos religiosos y religiosas colaboren hoy en la catequesis diocesana de adultos. En el curso de la historia siempre " se han encontrado muy comprometidos en la acción catequética de la Iglesia ". (692)

Los carismas fundacionales (693) no quedan al margen cuando los religiosos participan en la tarea catequética. Manteniendo intacto el carácter propio de la catequesis, los carismas de las diversas comunidades religiosas enriquecen una tarea común con unos acentos propios, muchas veces de gran hondura religiosa, social y pedagógica. La historia de la catequesis demuestra la vitalidad que estos carismas han proporcionado a la acción educativa de la Iglesia.

Los catequistas laicos

230. La acción catequética de los fieles laicos tiene, también, un carácter peculiar debido a su particular condición en la Iglesia: " el carácter secular es propio de los laicos ". (694) Los laicos ejercen la catequesis desde su inserción en el mundo, compartiendo todo tipo de tareas con los demás hombres y mujeres, aportando a la transmisión del Evangelio una sensibilidad y unas connotaciones específicas: " esta evangelización... adquiere una nota específica por el hecho de que se realiza dentro de las comunes condiciones de la vida en el mundo ". (695)

En efecto, al vivir la misma forma de vida que aquellos a quienes catequizan, los catequistas laicos tienen una especial sensibilidad para encarnar el Evangelio en la vida concreta de los seres humanos. Los propios catecúmenos y catequizandos pueden encontrar en ellos un modelo cristiano cercano en el que proyectar su futuro como creyentes.

231. La vocación del laico para la catequesis brota del sacramento del Bautismo, es robustecida por el sacramento de la Confirmación, gracias a los cuales participa de la " misión sacerdotal, profética y real de Cristo ". (696) Además de la vocación común al apostolado, algunos laicos se sienten llamados interiormente por Dios para asumir la tarea de ser catequistas. La Iglesia suscita y discierne esta llamada divina y les confiere la misión de catequizar. El Señor Jesús invita así, de una forma especial, a hombres y mujeres, a seguirle precisamente en cuanto maestro y formador de discípulos. Esta llamada personal de Jesucristo, y la relación con El, son el verdadero motor de la acción del catequista. " De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de evangelizar, y de llevar a otros al "sí" de la fe en Jesucristo ". (697)

Sentirse llamado a ser catequista y recibir de la Iglesia la misión para ello, puede adquirir, de hecho, grados diversos de dedicación, según las características de cada uno. A veces, el catequista sólo puede ejercer este servicio de la catequesis durante un período limitado de su vida, o incluso de modo meramente ocasional, aunque siempre como un servicio y una colaboración preciosa. No obstante, la importancia del ministerio de la catequesis aconseja que en la diócesis exista, ordinariamente, un cierto número de religiosos y laicos, estable y generosamente dedicados a la catequesis, reconocidos públicamente por la Iglesia, y que -en comunión con los sacerdotes y el Obispo- contribuyan a dar a este servicio diocesano la configuración eclesial que le es propia. (698)

Diversos tipos de catequista, hoy especialmente necesarios

232. El tipo o figura del catequista en la Iglesia presenta modalidades diversas, ya que las necesidades de la catequesis son variadas.

- " Los catequistas de tierras de misión ", (699) a quienes se aplica por excelencia el título de catequista: " sin ellos no se habrían edificado Iglesias hoy día florecientes ". (700) Los hay que tienen " la función específica de la catequesis " (701) y los hay también que " cooperan en las distintas formas de apostolado ". (702)

- En algunas Iglesias de antigua cristiandad, con gran escasez de clero, se deja sentir la necesidad de una figura en cierto modo análoga a la del catequista de tierras de misión. Se trata, en efecto, de hacer frente a necesidades imperiosas: la animación comunitaria de pequeñas poblaciones rurales, carentes de la presencia asidua del sacerdote; la conveniencia de una presencia y penetración misioneras " en las barriadas de las grandes metrópolis ". (703)

- En aquellas situaciones de países de tradición cristiana que reclaman una " nueva evangelización ", (704) la figura del catequista de jóvenes y la del catequista de adultos se hacen imprescindibles para animar procesos de catequesis de iniciación. Estos catequistas deben atender también a la catequesis permanente. En estos menesteres el papel del sacerdote será, igualmente, fundamental.

- Sigue siendo básica la figura del catequista de niños y adolescentes, con la delicada misión de inculcar " las primeras nociones de catequesis y preparar para los sacramentos de la Reconciliación, primera Comunión y Confirmación ". (705) Esta tarea se hace hoy aún más imperiosa cuando esos niños y adolescentes " no reciben en sus hogares una formación religiosa conveniente ". (706)

- Un tipo de catequista que conviene promover es el del catequista para encuentros presacramentales, (707) destinado al mundo de los adultos, con ocasión del Bautismo o de la primera Comunión de los hijos, o con motivo del sacramento del Matrimonio. Es una tarea con una originalidad propia en la que con frecuencia pueden confluir la acogida, el primer anuncio y la posibilidad de un primer acompañamiento en la búsqueda de la fe.

- Sectores humanos de especial sensibilidad necesitan urgentemente de otros tipos de catequista. Dichos sectores son: las denominadas personas de la tercera edad, (708) que necesitan una presentación del Evangelio adaptada a sus condiciones; las personas desadaptadas y discapacitadas, que necesitan una pedagogía catequética especial, junto a su plena integración en la comunidad; (709) los emigrantes y las personas marginadas por la evolución moderna. (710)

Otras figuras de catequista pueden ser igualmente aconsejables. Cada Iglesia particular, al analizar su situación cultural y religiosa, descubrirá sus propias necesidades y perfilará, con realismo, los tipos de catequista que necesita. Es una tarea fundamental a la hora de orientar y organizar la formación de los catequistas.

 

CAPÍTULO II
La formación para el servicio de la catequesis

La pastoral de catequistas en la Iglesia particular

233. Para el buen funcionamiento del ministerio catequético en la Iglesia particular es preciso contar, ante todo, con una adecuada pastoral de los catequistas. En ella varios aspectos deben ser tenidos en cuenta. Se ha de tratar, en efecto, de:

- Suscitar en las parroquias y comunidades cristianas vocaciones para la catequesis. En los tiempos actuales, en los que las necesidades de catequización son cada vez más diferenciadas, hay que promover diferentes tipos de catequistas. " Se requerirán, por tanto, catequistas especializados ". (711) Conviene determinar los criterios de elección.

- Promover un cierto número de " catequistas a tiempo pleno ", que puedan dedicarse a la catequesis de manera más intensa y estable, (712) junto a la promoción de " catequistas de tiempo parcial ", que ordinariamente serán los más numerosos.

- Establecer una distribución más equilibrada de los catequistas entre los sectores de destinatarios que necesitan catequesis. La toma de conciencia de la necesidad de una catequesis de jóvenes y adultos, por ejemplo, obligará a establecer un mayor equilibrio respecto al número de catequistas que se dedican a la infancia y adolescencia.

- Promover animadores responsables de la acción catequética, que asuman responsabilidades en el nivel diocesano, zonal o parroquial. (713)

- Organizar adecuadamente la formación de los catequistas, tanto en lo que concierne a la formación básica inicial como a la formación permanente.

- Cuidar la atención personal y espiritual de los catequistas y del grupo de catequistas como tal. Esta acción compete, principal y fundamentalmente, a los sacerdotes de las respectivas comunidades cristianas.

- Coordinar a los catequistas con los demás agentes de pastoral en las comunidades cristianas, a fin de que la acción evangelizadora global sea coherente y el grupo de catequistas no quede aislado de la vida de la comunidad.

Importancia de la formación de los catequistas

234. Todos estos quehaceres nacen de la convicción de que cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados. Por tanto, la adecuada formación de los catequistas no puede ser descuidada en favor de la renovación de los textos y de una mejor organización de la catequesis. (714)

En consecuencia, la pastoral catequética diocesana debe dar absoluta prioridad a la formación de los catequistas laicos. Junto a ello, y como elemento realmente decisivo, se deberá cuidar al máximo la formación catequética de los presbíteros, tanto en los planes de estudio de los seminarios como en la formación permanente. Se recomienda encarecidamente a los Obispos que esta formación sea exquisitamente cuidada.

Finalidad y naturaleza de la formación de los catequistas

235. La formación trata de capacitar a los catequistas para transmitir el Evangelio a los que desean seguir a Jesucristo. La finalidad de la formación busca, por tanto, que el catequista sea lo más apto posible para realizar un acto de comunicación: " La cima y el centro de la formación de catequistas es la aptitud y habilidad de comunicar el mensaje evangélico ". (715)

La finalidad cristocéntrica de la catequesis, que busca propiciar la comunión con Jesucristo en el convertido, impregna toda la formación de los catequistas. (716) Lo que ésta persigue, en efecto, no es otra cosa que lograr que el catequista pueda animar eficazmente un itinerario catequético en el que, mediante las necesarias etapas: anuncie a Jesucristo; dé a conocer su vida, enmarcándola en el conjunto de la Historia de la salvación; explique su misterio de Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros; y ayude, finalmente, al catecúmeno o al catequizando a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de iniciación. (717) En la catequesis permanente, el catequista no hace sino ahondar en estos aspectos básicos.

Esta perspectiva cristológica incide directamente en la identidad del catequista y en su preparación. " La unidad y armonía del catequista se deben leer desde esta perspectiva cristocéntrica, y han de construirse en base a una familiaridad profunda con Cristo y con el Padre en el Espíritu ". (718)

236. El hecho de que la formación busque capacitar al catequista para transmitir el Evangelio en nombre de la Iglesia confiere a toda la formación una naturaleza eclesial. La formación de los catequistas no es otra cosa que un ayudar a éstos a sumergirse en la conciencia viva que la Iglesia tiene hoy del Evangelio, capacitándoles así para transmitirlo en su nombre.

Más en concreto, el catequista -en su formación- entra en comunión con esa aspiración de la Iglesia que, como esposa, " conserva pura e íntegramente la fe prometida al Esposo " (719) y, como " madre y maestra ", quiere transmitir el Evangelio en toda su autenticidad, adaptándolo a todas las culturas, edades y situaciones. Esta eclesialidad de la transmisión del Evangelio impregna toda la formación de los catequistas, confiriéndole su verdadera naturaleza.

Criterios inspiradores de la formación de los catequistas

237. Para concebir de manera adecuada la formación de los catequistas hay que tener en cuenta, previamente, una serie de criterios inspiradores que configuran con diferentes acentos dicha formación:

- Se trata, ante todo, de formar catequistas para las necesidades evangelizadoras de este momento histórico con sus valores, sus desafíos y sus sombras. Para responder a él se necesitan catequistas dotados de una fe profunda, (720) de una clara identidad cristiana y eclesial (721) y de una honda sensibilidad social. (722) Todo plan formativo ha de tener en cuenta estos aspectos.

- La formación tendrá presente, también, el concepto de catequesis que hoy propugna la Iglesia. Se trata de formar a los catequistas para que puedan impartir no sólo una enseñanza sino una formación cristiana integral, desarrollando tareas de " iniciación, de educación y de enseñanza ". (723) Se necesitan catequistas que sean, a un tiempo, maestros, educadores y testigos.

- El momento catequético que vive la Iglesia invita, también, a preparar catequistas integradores, que sepan superar " tendencias unilaterales divergentes " (724) y ofrecer una catequesis plena y completa. Han de saber conjugar la dimensión veritativa y significativa de la fe, la ortodoxia y la ortopraxis, el sentido social y eclesial. La formación ha de ayudar a que los polos de estas tensiones se fecunden mutuamente.

- La formación de los catequistas laicos no puede ignorar el carácter propio del laico en la Iglesia y no debe ser concebida como mera síntesis de la formación propia de los sacerdotes o de los religiosos. Al contrario, se tendrá muy en cuenta que " su formación recibe una característica especial por su misma índole secular, propia del laicado, y por el carácter propio de su espiritualidad ".

- Finalmente, la pedagogía utilizada en esta formación tiene una importancia fundamental. Como criterio general hay que decir que debe existir una coherencia entre la pedagogía global de la formación del catequista y la pedagogía propia de un proceso catequético. Al catequista le sería muy difícil improvisar, en su acción catequética, un estilo y una sensibilidad en los que no hubiera sido iniciado durante su formación.

Las dimensiones de la formación: el ser, el saber, el saber hacer

238. La formación de los catequistas comprende varias dimensiones. La más profunda hace referencia al ser del catequista, a su dimensión humana y cristiana. La formación, en efecto, le ha de ayudar a madurar, ante todo, como persona, como creyente y como apóstol. Después está lo que el catequista debe saber para desempeñar bien su tarea. Esta dimensión, penetrada de la doble fidelidad al mensaje y a la persona humana, requiere que el catequista conozca bien el mensaje que transmite y, al mismo tiempo, al destinatario que lo recibe y al contexto social en que vive. Finalmente, está la dimensión del saber hacer, ya que la catequesis es un acto de comunicación. La formación tiende a hacer del catequista un educador del hombre y de la vida del hombre. (725)

Madurez humana, cristiana y apostólica de los catequistas

239. Apoyado en una madurez humana inicial, (726) el ejercicio de la catequesis, constantemente discernido y evaluado, permitirá al catequista crecer en equilibrio afectivo, en sentido crítico, en unidad interior, en capacidad de relación y de diálogo, en espíritu constructivo y en trabajo de equipo. (727) Se procurará, sobre todo, hacerle crecer en el respeto y amor hacia los catecúmenos y catequizandos: " ¿De qué amor se trata? Mucho más que el de un pedagogo; es el amor de un padre: más aún, el de una madre. Tal es el amor que el Señor espera de cada anunciador del Evangelio, de cada constructor de la Iglesia ". (728)

La formación cuidará, al mismo tiempo, que el ejercicio de la catequesis alimente y nutra la fe del catequista, haciéndole crecer como creyente. Por eso, la verdadera formación alimenta, ante todo, la espiritualidad del propio catequista, (729) de modo que su acción brote, en verdad, del testimonio de su vida. Cada tema catequético que se imparte debe nutrir, en primer lugar, la fe del propio catequista. En verdad, uno catequiza a los demás catequizándose antes a sí mismo.

La formación, también, alimentará constantemente la conciencia apostólica del catequista, su sentido evangelizador. Para ello ha de conocer y vivir el proyecto de evangelización concreto de su Iglesia diocesana y el de su parroquia, a fin de sintonizar con la conciencia que la Iglesia particular tiene de su propia misión. La mejor forma de alimentar esta conciencia apostólica es identificarse con la figura de Jesucristo, maestro y formador de discípulos, tratando de hacer suyo el celo por el Reino que Jesús manifestó. A partir del ejercicio de la catequesis, la vocación apostólica del catequista, alimentada con una formación permanente, irá constantemente madurando.

La formación bíblico-teológica del catequista

240. Además de testigo, el catequista debe ser maestro que enseña la fe. Una formación bíblico-teológica adecuada le proporcionará un conocimiento orgánico del mensaje cristiano, articulado en torno al misterio central de la fe que es Jesucristo.

El contenido de esta formación doctrinal viene pedido por los elementos inherentes a todo proceso orgánico de catequesis:

- las tres grandes etapas de la Historia de la salvación: Antiguo Testamento, vida de Jesucristo e historia de la Iglesia;

- los grandes núcleos del mensaje cristiano: Símbolo, liturgia, moral y oración.

En el nivel propio de una enseñanza teológica, el contenido doctrinal de la formación de un catequista es el mismo que el que la catequesis debe transmitir. Por otra parte, la Sagrada Escritura deberá ser " como el alma de toda esta formación ". (730) El Catecismo de la Iglesia Católica, será referencia doctrinal fundamental de toda la formación, juntamente con el Catecismo de la propia Iglesia particular o local.

241. Esta formación bíblico-teológica debe reunir algunas cualidades:

a) En primer lugar, es preciso que sea una formación de carácter sintético, que corresponda al anuncio que se ha de transmitir, y donde los diferentes elementos de la fe cristiana aparezcan, trabados y unidos, en una visión orgánica que respete la " jerarquía de verdades ".

b) Esta síntesis de fe ha de ser tal que ayude al catequista a madurar en su propia fe, al tiempo que le capacite para dar razón de la esperanza en un tiempo de misión: " Se revela hoy cada vez más urgente la formación doctrinal de los fieles laicos, no sólo por el natural dinamismo de la profundización de su fe, sino también por la exigencia de dar razón de la esperanza que hay en ellos, frente al mundo y sus graves y complejos problemas ". (731)

c) Debe ser una formación teológica muy cercana a la experiencia humana, capaz de relacionar los diferentes aspectos del mensaje cristiano con la vida concreta de los hombres y mujeres, " ya sea para inspirarla, ya para juzgarla, a la luz del Evangelio ". (732) De alguna forma, y manteniéndose como enseñanza teológica, debe adoptar un talante catequético.

d) Finalmente ha de ser tal que el catequista " pueda no sólo transmitir con exactitud el mensaje evangélico, sino también capacitar a los mismos catequizandos para recibir ese mensaje de manera activa y poder discernir lo que, en su vida espiritual, es conforme a la fe ". (733)

Las ciencias humanas en la formación de los catequistas

242. El catequista adquiere el conocimiento del hombre y de la realidad en la que vive por medio de las ciencias humanas, que han alcanzado en nuestros días un incremento extraordinario. " Hay que conocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no sólo los principios teológicos sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre todo en psicología y sociología, llevando así a los fieles a una más pura y madura vida de fe ". (734)

Es necesario que el catequista entre en contacto al menos con algunos elementos fundamentales de la psicología: los dinamismos psicológicos que mueven al hombre, la estructura de la personalidad, las necesidades y aspiraciones más hondas del corazón humano, la psicología evolutiva y las etapas del ciclo vital humano, la psicología religiosa y las experiencias que abren al hombre al misterio de lo sagrado...

Las ciencias sociales proporcionan el conocimiento del contexto socio-cultural en que vive el hombre y que afecta decisivamente a su vida. Por eso es necesario que en la formación de los catequistas se haga " un análisis de las condiciones sociológicas, culturales y económicas, en tanto que estos datos de la vida colectiva pueden tener una gran influencia en el proceso de la evangelización ". (735)

Junto a estas ciencias recomendadas explícitamente por el Concilio Vaticano II, otras ciencias han de estar presentes, de un modo u otro, en la formación de los catequistas, especialmente las ciencias de la educación y ciencias de la comunicación.

Criterios que pueden inspirar el empleo de las ciencias humanas en la formación de los catequistas

243. Estos son:

a) El respeto a la autonomía de las ciencias: " La Iglesia afirma la autonomía legítima de la cultura humana y especialmente la de las ciencias ". (736)

b) El discernimiento evangélico de las diferentes tendencias o escuelas psicológicas, sociológicas y pedagógicas: sus valores y sus límites.

c) El estudio de las ciencias humanas -en la formación de los catequistas- no es un fin en sí mismo. La toma de conciencia de la situación existencial, psicológica, cultural y social del hombre, se hace con vistas a la fe en que se le quiere educar. (737)

d) La teología y las ciencias humanas, en la formación de catequistas, deben fecundarse mutuamente. En consecuencia hay que evitar que estas ciencias se conviertan en la única norma para la pedagogía de la fe, prescindiendo de los criterios teológicos que dimanan de la misma pedagogía divina. Son disciplinas fundamentales y necesarias, pero siempre al servicio de una acción evangelizadora que no es sólo humana. (738)

La formación pedagógica

244. Junto a las dimensiones que conciernen al ser y al saber, la formación de los catequistas, ha de cultivar también la del saber hacer. El catequista es un educador que facilita la maduración de la fe que el catecúmeno o el catequizando realiza con la ayuda del Espíritu Santo. (739)

Lo primero que hay que tener en cuenta en este decisivo aspecto de la formación es respetar la pedagogía original de la fe. En efecto, el catequista se prepara para facilitar el crecimiento de una experiencia de fe de la que él no es dueño. Ha sido depositada por Dios en el corazón del hombre y de la mujer. La tarea del catequista es solo cultivar ese don, ofrecerlo, alimentarlo y ayudarlo a crecer. (740)

La formación tratará de que madure en el catequista la capacidad educativa, que implica: la facultad de atención a las personas, la habilidad para interpretar y responder a la demanda educativa, la iniciativa de activar procesos de aprendizaje y el arte de conducir a un grupo humano hacia la madurez. Como en todo arte, lo más importante es que el catequista adquiera su estilo propio de dar catequesis, acomodando a su propia personalidad los principios generales de la pedagogía catequética. (741)

245. Más en concreto: el catequista, particularmente el dedicado de modo más pleno a la catequesis, habrá de capacitarse para saber programar -en el grupo de catequistas- la acción educativa, ponderando las circunstancias, elaborando un plan realista y, después de realizarlo, evaluándolo críticamente. (742) También ha de ser capaz de animar un grupo, sabiendo utilizar con discernimiento las técnicas de animación grupal que ofrece la psicología.

Esta capacidad educativa y este saber hacer, con los conocimientos, actitudes y técnicas que lleva consigo, " pueden adquirirse mejor, si se imparten al mismo tiempo que se realizan, por ejemplo durante las reuniones tenidas para preparar y revisar las sesiones de catequesis ". (743)

El fin y la meta ideal es procurar que los catequistas se conviertan en protagonistas de su propio aprendizaje, situando la formación bajo el signo de la creatividad y no de una mera asimilación de pautas externas. Por eso debe ser una formación muy cercana a la práctica: hay que partir de ella para volver a ella. (744)

La formación de los catequistas dentro de las comunidades cristianas

246. Entre los cauces de formación de los catequistas destaca, ante todo, la propia comunidad cristiana. Es en ella donde el catequista experimenta su vocación y donde alimenta constantemente su sentido apostólico. En la tarea de asegurar su maduración progresiva como creyente y testigo, la figura del sacerdote es fundamental. (745)

247. Una comunidad cristiana puede realizar varios tipos de acciones formativas en favor de sus catequistas:

a) Una de ellas consiste en alimentar constantemente la vocación eclesial de los catequistas, fomentando en ellos la conciencia de ser enviados por la Iglesia.

b) También es muy importante procurar la maduración de la fe de los propios catequistas, a través del cauce normal con el que la comunidad educa en la fe a sus agentes de pastoral y a los laicos más comprometidos. (746)

Cuando la fe de los catequistas no es todavía madura, es aconsejable que participen en un proceso de tipo catecumenal para jóvenes y adultos. Puede ser el proceso ordinario de la propia comunidad o uno creado expresamente para ellos.

c) La preparación inmediata de la catequesis, realizada con el grupo de catequistas, es un medio formativo excelente, sobre todo si va seguida de una evaluación de todo lo experimentado en las sesiones de catequesis.

d) También pueden realizarse, dentro del marco de la comunidad, otras actividades formativas: cursos de sensibilización a la catequesis, por ejemplo a comienzo del año pastoral; retiros y convivencias en los tiempos fuertes del año litúrgico (747); cursos monográficos sobre temas que parezcan necesarios o urgentes; una formación doctrinal más sistemática, por ejemplo estudiando el Catecismo de la Iglesia Católica... Son actividades de formación permanente que, junto al trabajo personal del catequista, aparecen como muy convenientes. (748)

Escuelas de catequistas y Centros superiores para peritos en catequesis

248. La asistencia a una Escuela de catequistas (749) es un momento particularmente importante, dentro del proceso formativo de un catequista. En muchos lugares tales escuelas funcionan a un doble nivel: para " catequistas de base " (750) y para " responsables de catequesis ".

Escuelas de catequistas de base

249. Estas escuelas tienen la finalidad de proporcionar una formación catequética, orgánica y sistemática, de carácter básico y fundamental. Durante un tiempo suficientemente prolongado, se cultivan las dimensiones más específicamente catequéticas de la formación: el mensaje cristiano, el conocimiento del hombre y del contexto sociocultural y la pedagogía de la fe.

Las ventajas de esta formación orgánica son grandes y conciernen a:

- su sistematicidad, al tratarse de una formación menos absorbida por lo inmediato de la acción;

- su calidad, al contar con formadores especializados;

- su integración con catequistas de diferentes comunidades, que fomentan la comunión eclesial.

Escuelas para responsables

250. A fin de favorecer la preparación de los responsables de la catequesis en parroquias o zonas, así como para aquellos catequistas que se van a dedicar más estable y plenamente a la catequesis, (751) es conveniente a nivel diocesano o interdiocesano promover escuelas para responsables.

El nivel de estas escuelas será, obviamente, más exigente. Es frecuente que en ellas, junto a un tronco formativo común, se cultivarán aquellas especializaciones catequéticas que la diócesis juzgue particularmente necesarias en su circunstancia.

Puede ser también oportuno, por economía de medios y posibilidades, que la orientación de estas escuelas esté dirigida, más ampliamente, a los responsables de las diversas acciones pastorales, convirtiéndose en Centros de formación de agentes de pastoral. Sobre una base formativa común (doctrinal y antropológica), las especializaciones vendrán pedidas por las diferentes acciones pastorales o apostólicas que se van a encomendar a tales agentes.

Centros superiores para peritos en catequesis

251. Una formación catequética de nivel superior, a la que puedan acceder también sacerdotes, religiosos y laicos, es de una importancia vital para la catequesis. Por ello, se renueva el deseo de " fomentar o crear Institutos superiores de pastoral catequética con objeto de preparar catequistas idóneos para dirigir la catequesis a nivel diocesano o dentro de las actividades a las que se dedican las congregaciones religiosas. Estos institutos superiores podrán ser nacionales o incluso internacionales. Deben asemejarse a los estudios universitarios en lo tocante al plan de estudios, duración de los cursos y condiciones de admisión ". (752)

Aparte de formar a los que van a asumir responsabilidades directivas en la catequesis, estos Institutos prepararán también a los profesores de catequética para seminarios, casas de formación o escuelas de catequistas. Tales institutos se dedicarán, igualmente, a promover la correspondiente investigación catequética.

252. Este nivel de formación es muy apto para una fecunda colaboración entre las Iglesias: " Aquí es donde podrá manifestar su mayor eficacia la ayuda material ofrecida por las Iglesias más acomodadas a sus hermanas más pobres. En efecto, ¿puede una Iglesia hacer algo mejor en favor de otra que ayudarla a crecer por sí misma como Iglesia? ". (753) Obviamente, esta colaboración debe inspirarse en un delicado respeto por las peculiaridades de las Iglesias más pobres y por su propia responsabilidad.

Es muy conveniente, en el campo diocesano o interdiocesano, tomar conciencia de la necesidad de formar personas en este nivel superior, como se procura hacer para otras actividades eclesiales o para la enseñanza de otras disciplinas.

CAPÍTULO III
Lugares y vías de catequesis

La comunidad cristiana como hogar de catequesis (754)

253. La comunidad cristiana es la realización histórica del don de la " comunión " (koinonia), (755) que es un fruto del Espíritu Santo.

La " comunión " expresa el núcleo profundo de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, que constituyen la comunidad cristiana referencial. Esta se hace cercana y se visibiliza en la rica variedad de las comunidades cristianas inmediatas, en las que los cristianos nacen a la fe, se educan en ella y la viven: la familia, la parroquia, la escuela católica, las asociaciones y movimientos cristianos, las comunidades eclesiales de base... Ellas son los " lugares " de la catequesis, es decir, los espacios comunitarios donde la catequesis de inspiración catecumenal y la catequesis permanente se realizan. (756)

254. La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la catequesis. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del Evangelio, invitando a los hombres y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo. Y es esa misma comunidad la que acoge a los que desean conocer al Señor y adentrarse en una vida nueva. Ella acompaña a los catecúmenos y catequizandos en su itinerario catequético y, con solicitud maternal, les hace partícipes de su propia experiencia de fe y les incorpora a su seno. (757)

La catequesis siempre es la misma. Pero estos " lugares " (758) de catequización la colorean, cada uno con caracteres originales. Es importante saber cuál es la función de cada uno de ellos en orden a la catequesis.

La familia como ámbito o medio de crecimiento en la fe

255. Los padres de familia son los primeros educadores en la fe. Junto a los padres, sobre todo en determinadas culturas, todos los componentes de la familia tienen una intervención activa en orden a la educación de los miembros más jóvenes. Conviene determinar, de modo más concreto, en qué sentido la comunidad cristiana familiar es " lugar " de catequesis.

La familia ha sido definida como una " Iglesia doméstica ", (759) lo que significa que en cada familia cristiana deben reflejarse los diversos aspectos o funciones de la vida de la Iglesia entera: misión, catequesis, testimonio, oración... La familia, en efecto, al igual que la Iglesia, " es un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia ". (760)

La familia como " lugar " de catequesis tiene un carácter único: transmite el Evangelio enraizándolo en el contexto de profundos valores humanos. (761) Sobre esta base humana es más honda la iniciación en la vida cristiana: el despertar al sentido de Dios, los primeros pasos en la oración, la educación de la conciencia moral y la formación en el sentido cristiano del amor humano, concebido como reflejo del amor de Dios Creador y Padre. Se trata, en suma, de una educación cristiana más testimonial que de la instrucción, más ocasional que sistemática, más permanente y cotidiana que estructurada en períodos. En esta catequesis familiar resulta siempre muy importante la aportación de los abuelos. Su sabiduría y su sentido religioso son, muchas veces, decisivos para favorecer un clima verdaderamente cristiano.

El catecumenado bautismal de adultos (762)

256. El catecumenado bautismal es un lugar típico de catequización, institucionalizado por la Iglesia para preparar a los adultos que desean ser cristianos a recibir los sacramentos de la iniciación. (763) En el catecumenado se realiza, en efecto, " esa formación específica que conduce al adulto convertido a la profesión de su fe bautismal en la noche pascual ". (764)

La catequesis que se realiza en el catecumenado bautismal está estrechamente vinculada a la comunidad cristiana. (765) Desde el momento de su ingreso en el catecumenado, la Iglesia abraza a los catecúmenos " con cuidado y amor maternal, por estar vinculados a ella: son ya de la casa de Cristo ". (766) Por eso, la comunidad cristiana " debe ayudar a los candidatos y a los catecúmenos durante todo el período de la iniciación: en el precatecumenado, en el catecumenado y en el tiempo de la mistagogia ". (767)

Esta presencia continua de la comunidad cristiana se expresa de varias maneras descritas apropiadamente en el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos. (768)

La parroquia como ámbito de catequesis

257. La parroquia es, sin duda, el lugar más significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana. Ella está llamada a ser una casa de familia, fraternal y acogedora, donde los cristianos se hacen conscientes de ser Pueblo de Dios. (769) La parroquia, en efecto, congrega en la unidad todas las diversidades humanas que en ella se encuentran y las inserta en la universalidad de la Iglesia. (770) Ella es, por otra parte, el ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe. Constituye, por ello, un espacio comunitario muy adecuado para que el ministerio de la Palabra ejercido en ella sea, al mismo tiempo, enseñanza, educación y experiencia vital.

La parroquia está experimentando hoy, en muchos países, hondas transformaciones. Profundos cambios sociales la están afectando. En las grandes ciudades, " ha sido sacudida por el fenómeno de la urbanización ". (771) No obstante, " la parroquia sigue siendo una referencia importante para el pueblo cristiano, incluso para los no practicantes ". (772) Ella debe continuar siendo todavía la animadora de la catequesis y " su lugar privilegiado ", (773) sin dejar por eso de reconocer que, en ciertas ocasiones, la parroquia no puede ser el centro de gravitación de toda la función eclesial de catequizar, y que tiene necesidad de complementarse con otras instituciones.

258. Para que la catequesis alcance toda su eficacia dentro de la misión evangelizadora de la parroquia se requieren algunas condiciones:

a) La catequesis de adultos debe asumir siempre una importancia prioritaria. (774) Se trata de impulsar " una catequesis posbautismal, a modo de catecumenado, que vuelva a proponer algunos elementos del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos, destinados a hacer captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo recibido ". (775)

b) Hay que plantearse, con valentía renovada, el anuncio a los alejados y a los que viven en situación de indiferencia religiosa. (776) En este empeño, los encuentros presacramentales (preparación al Matrimonio, al Bautismo y a la primera Comunión de los hijos...) pueden resultar fundamentales. (777)

c) Como referente sólido para la catequesis parroquial se requiere la existencia de un núcleo comunitario compuesto por cristianos maduros, ya iniciados en la fe, a los que se les dispense un tratamiento pastoral adecuado y diferenciado. Este objetivo se podrá alcanzar más fácilmente si se promueve en las parroquias la formación de pequeñas comunidades eclesiales. (778)

d) Si se cumplen en la parroquia las anteriores condiciones, que se refieren principalmente a los adultos, la catequesis destinada a niños, adolescentes y jóvenes, que sigue siendo siempre imprescindible, se beneficiará grandemente.

La escuela católica

259. La escuela católica (779) es un lugar muy relevante para la formación humana y cristiana. La declaración Gravissimum Educationis del Concilio Vaticano II " marca un cambio decisivo en la historia de la escuela católica: el paso de la escuela-institución al de la escuela-comunidad ". (780)

La escuela católica busca, en no menor grado que las demás escuelas, los fines culturales y la formación humana de la juventud. Su nota distintiva es:

- " crear un ambiente de la comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad,

- ayudar a los adolescentes para que, en el desarrollo de la propia persona, crezcan a un tiempo según la nueva criatura que han sido hechos por el bautismo,

- y ordenar últimamente toda la cultura humana según el mensaje de la salvación ". (781)

El proyecto educativo de la escuela católica tiene que elaborarse en base a esta concepción propuesta por el Concilio Vaticano II.

Este proyecto educativo se realiza en la comunidad educativa escolar, de la que forman parte todos los que están directamente comprometidos en ella: " profesores, personal directivo, administrativo y auxiliar; los padres, figura central en cuanto naturales e insustituibles educadores de sus hijos; y los alumnos, copartícipes y responsables como verdaderos protagonistas y sujetos activos del proceso educativo ". (782)

260. Cuando los alumnos de la escuela católica pertenecen mayoritariamente a familias que se vinculan a esta escuela en razón del carácter católico de la misma, el ministerio de la Palabra puede ejercerse allí de múltiples formas: primer anuncio, enseñanza religiosa escolar, catequesis, homilía. Dos de estas formas tienen, sin embargo, en la escuela católica, un particular relieve: la enseñanza religiosa escolar y la catequesis, cuyo respectivo carácter propio ya ha quedado indicado. (783)

Cuando los alumnos y sus familias acuden a la escuela católica por la calidad educativa de la misma, o por otras eventuales circunstancias, la actividad catequética queda necesariamente limitada y la propia enseñanza religiosa -cuando es posible realizarla- se ve obligada a acentuar su carácter cultural. La aportación de este tipo de escuela subsiste siempre: como un " servicio de gran valor a los hombres ", (784) y como un elemento interno a la propia evangelización de la Iglesia.

Dada la pluralidad de circunstancias socioculturales y religiosas en que ejerce su labor la escuela católica a través de las naciones, resultará oportuno que los Obispos y las Conferencias Episcopales precisen la modalidad de actividad catequética que corresponde realizar a la escuela católica en los respectivos contextos.

Asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles

261. Las diversas " asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles " (785) que se promueven en la Iglesia particular, tienen como finalidad ayudar a los discípulos de Jesucristo a realizar su misión laical en el mundo y en la misma Iglesia. En estos ámbitos los cristianos se dedican " a la práctica de la vida espiritual, al apostolado, a la caridad y a la asistencia, y a la presencia cristiana en las realidades temporales ". (786)

En todas estas asociaciones y movimientos, para cultivar con hondura estas dimensiones básicas de la vida cristiana, se imparte, de un modo u otro, una necesaria formación: " cada uno con sus propios métodos tiene la posibilidad de ofrecer una formación profundamente injertada en la misma experiencia de vida apostólica, como también la oportunidad de completar, concretar y especificar la formación que sus miembros reciben de otras personas y comunidades ". (787)

La catequesis es siempre una dimensión fundamental en la formación de todo laico. Por eso, estas asociaciones y movimientos tienen ordinariamente " unos tiempos catequéticos ". (788) La catequesis, en efecto, no es una alternativa a la formación cristiana que en ellos se imparte sino una dimensión esencial de la misma.

262. Cuando la catequesis se realiza dentro de estas asociaciones y movimientos, deben ser tenidos en cuenta fundamentalmente algunos aspectos. En particular:

a) Se debe respetar la " naturaleza propia " (789) de la catequesis, tratando de desarrollar toda la riqueza de su concepto, mediante la triple dimensión de palabra, memoria y testimonio (doctrina, celebración y compromiso en la vida). (790) La catequesis, sea cual sea el " lugar " donde se realice, es, ante todo, formación orgánica y básica de la fe. Ha de incluir, por tanto, " un verdadero estudio de la doctrina cristiana " (791) y constituir una seria formación religiosa, " abierta a todas las esferas de la vida cristiana ". (792)

b) Esto no es óbice para que la finalidad propia de cada una de estas asociaciones y movimientos, a partir de propios carismas, pueda expresar, con determinados acentos, una catequesis que deberá permanecer siempre fiel a su carácter propio. La educación en la espiritualidad particular de una asociación o movimiento, de una gran riqueza para la Iglesia, siempre será más propia de un momento posterior al de la formación básica cristiana, que inicia es común a todo cristiano. Antes hay que educar en lo que es común a los miembros de la Iglesia que en lo peculiar o diferenciador.

c) Igualmente hay que afirmar que los movimientos y las asociaciones, por lo que se refiere a la catequesis, no son una alternativa ordinaria a la parroquia, en la medida que ésta es comunidad educativa de referencia propiamente tal. (793)

Las comunidades eclesiales de base

263. Las comunidades eclesiales de base se han difundido grandemente en las últimas décadas. (794) Son grupos cristianos que " nacen de la necesidad de vivir todavía con más intensidad la vida de la Iglesia; o del deseo y búsqueda de una dimensión más humana, que difícilmente pueden ofrecer las comunidades eclesiales más grandes... ". (795)

Las comunidades eclesiales de base son " un signo de vitalidad de la Iglesia ". (796) En ellas los discípulos de Cristo se reúnen para una atenta escucha de la Palabra de Dios, para la búsqueda de unas relaciones más fraternas, para celebrar desde la propia vida los misterios cristianos y para asumir el compromiso de transformar la sociedad. Junto a estas dimensiones específicamente cristianas, emergen también importantes valores humanos: la amistad y el reconocimiento personal, el espíritu de corresponsabilidad, la creatividad, la respuesta vocacional, el interés por los problemas del mundo y de la Iglesia. Puede resultar de ello una enriquecedora experiencia comunitaria, " verdadera expresión de comunión e instrumento para edificar una comunión más profunda ". (797)

Para ser auténtica " cada comunidad debe vivir unida a la Iglesia particular y universal, en sincera comunión con los pastores y el magisterio, comprometida en la irradiación misionera y evitando toda forma de cerrazón y de instrumentalización ideológica ". (798)

264. En las comunidades eclesiales de base puede desarrollarse una catequesis muy fecunda:

- El clima fraterno de que se ven dotadas es lugar adecuado para una acción catequizadora integral, siempre que se sepa respetar la naturaleza y el carácter propio de la catequesis.

- Por otra parte, la catequesis da hondura a la vida comunitaria, ya que asegura los fundamentos de la vida cristiana de los fieles. Sin ella las comunidades eclesiales de base difícilmente tendrán solidez.

- Finalmente, la pequeña comunidad es meta adecuada para acoger a los que han terminado un proceso de catequización.

 

CAPÍTULO IV
La organización de la pastoral catequética en la Iglesia particular

Organización y ejercicio de las responsabilidades.
El servicio diocesano de la catequesis

265. La organización de la pastoral catequética tiene como punto de referencia el obispo y la diócesis. El Secretariado diocesano de catequesis (Officium Catecheticum) es " un instrumento que emplea el obispo, cabeza de la comunidad y maestro de la doctrina, para dirigir y orientar todas las actividades catequéticas de la diócesis ". (799)

266. Las tareas principales del Secretariado diocesano de catequesis son las siguientes:

a) Hacer un análisis de la situación (800) diocesana a cerca de la educación de la fe. En él se deberán precisar, entre otras cosas, las necesidades reales de la diócesis en orden a la actividad catequética.

b) Elaborar un programa de acción (801) que señale objetivos claros, proponga orientaciones e indique acciones concretas.

c) Promover y formar a los catequistas. A este propósito se crearán los Centros que se juzguen más oportunos. (802)

d) Elaborar o, al menos, señalar a las parroquias y catequistas los instrumentos que sean necesarios para el trabajo catequético: catecismos, directorios, programas para las diversas edades, guías para catequistas, materiales para uso de los catequizandos, medios audiovisuales... (803)

e) Impulsar y promover las instituciones específicamente catequéticas de la diócesis (catecumenado bautismal, catequesis parroquial, equipo de responsables de catequesis...) que son como " las células fundamentales " (804) de la acción catequética.

f) Cuidar especialmente de la mejora de los recursos personales y materiales tanto en el nivel diocesano como en el nivel arciprestal o parroquial. (805)

g) Colaborar con el Secretariado para la Liturgia, considerando la especial relevancia de esta para la catequesis, en particular, en lo que concierne a la iniciación y al catecumenado.

267. Para realizar estas tareas el Secretariado de catequesis debe contar con " un grupo de personas dotadas de competencia específica. La amplitud y variedad de las cuestiones que tratar postulan la distribución de responsabilidades entre varias personas verdaderamente especialistas ". (806) Conviene que este servicio diocesano esté integrado, ordinariamente, por sacerdotes, religiosos y laicos.

La catequesis es una acción tan fundamental en la vida de una Iglesia particular que " ninguna diócesis puede carecer de Secretariado de catequesis propio ". (807)

Servicios de colaboración interdiocesana

268. En nuestro tiempo, esta colaboración es extraordinariamente fecunda. Razones no sólo de proximidad geográfica sino de homogeneidad cultural hacen aconsejable un trabajo catequético en común. " Conviene que varias diócesis unan su acción, aportando para el provecho común las experiencias y los proyectos, los servicios y los recursos, de modo que las diócesis mejor dotadas ayuden a las demás y aparezca un programa de acción común que llegue a toda la región ". (808)

El servicio de la Conferencia Episcopal

269. " En el seno de la Conferencia episcopal puede constituirse un Secretariado o Centro catequético (Officium Catecheticum), cuya tarea principal será la de ayudar a cada diócesis en materia de catequesis ". (809)

De hecho esta posibilidad que establece el Código de Derecho Canónico es una realidad en la mayor parte de las Conferencias episcopales. Este Secretariado o Centro Nacional de Catequesis de la Conferencia episcopal se propone una doble función: (810)

- Servir a las necesidades catequéticas que afectan a todas las diócesis del territorio. Le conciernen las publicaciones que tengan importancia nacional, los congresos nacionales, las relaciones con los " mass media " y, en general, todos aquellos trabajos y tareas que exceden las posibilidades de cada diócesis o región.

- Estar al servicio de las diócesis y regiones para difundir las informaciones y proyectos catequéticos, coordinar la acción y ayudar a las diócesis menos promocionadas en materia de catequesis.

Si el Episcopado correspondiente lo considera oportuno, compete además al Secretariado o Centro nacional la coordinación de su propia actividad con la de otros Secretariados nacionales del Episcopado y otras instituciones de catequesis; al mismo tiempo, la colaboración con las actividades catequéticas de ámbito internacional. Todo esto siempre como organismo de ayuda a los Obispos de la Conferencia episcopal.

El servicio de la Santa Sede

270. " El mandato de Cristo de anunciar el Evangelio a toda criatura se refiere ante todo e inmediatamente a los Obispos con Pedro y bajo la guía de Pedro ". (811) En este encargo colegial de Jesús, en orden a anunciar y transmitir el Evangelio, el ministerio del Sucesor de Pedro desempeña un papel fundamental. Este ministerio, en efecto, se debe ver " no sólo como un servicio global que alcanza a toda la Iglesia desde fuera, sino como perteneciente a la esencia de cada Iglesia particular desde dentro ". (812)

El ministerio de Pedro en la catequesis lo ejerce el Papa de modo eminente a través de sus enseñanzas; él actúa en lo que concierne a la catequesis, de modo directo y particular por medio de la Congregación para el Clero, la cual " ayuda al Romano Pontífice en el ejercicio de su suprema misión pastoral ". (813)

271. " De acuerdo con sus funciones, la Congregación para el Clero:

- se ocupa de promover la formación religiosa de los fieles cristianos de toda edad y condición;

- da las normas oportunas para que la enseñanza de la catequesis se imparta de modo conveniente;

- vigila para que la formación catequética se realice correctamente;

- concede la aprobación de la Santa Sede prescrita para los Catecismos y los otros escritos relativos a la formación catequética, con el acuerdo de la Congregación para la Doctrina de la Fe; (814)

- asiste a los secretariados de catequesis y sigue las iniciativas referentes a la formación religiosa que tengan carácter internacional, coordina su actividad y les ofrece su ayuda, si fuere necesario ". (815)

La coordinación de la catequesis.
Importancia de una efectiva coordinación de la catequesis

272. La coordinación de la catequesis es una tarea importante en una Iglesia particular. En esa coordinación se pueden considerar dos vertientes:

- una interior a la catequesis misma, entre las diversas formas de catequesis dirigidas a las diferentes edades y ambientes sociales;

- y otra referida a la vinculación de la catequesis con otras formas del ministerio de la Palabra y con otras acciones evangelizadoras.

La coordinación de la catequesis no es un asunto meramente estratégico, en orden a una mayor eficacia de la acción evangelizadora, sino que tiene una dimensión teológica de fondo. La acción evangelizadora debe estar bien coordinada porque toda ella apunta a la unidad de la fe que sostiene todas las acciones de la Iglesia.

273. En este apartado se considera:

- la coordinación interna de la catequesis, con vistas a que la Iglesia particular ofrezca un servicio de catequesis unitario y coherente;

- la vinculación entre la acción misionera y la acción catecumenal, que se implican mutuamente, en el contexto de la " misión ad gentes " (816) o de una " nueva evangelización "; (817)

- la necesidad de una pastoral educativa bien coordinada, dada la multiplicidad de agentes educativos que inciden en unos mismos destinatarios, fundamentalmente niños y adolescentes.

El propio Concilio Vaticano II ha recomendado vivamente la coordinación de toda la acción pastoral para que resplandezca mejor la unidad de la Iglesia particular. (818)

Un Proyecto diocesano de catequesis articulado y coherente

274. El Proyecto diocesano de catequesis es la oferta catequética global de una Iglesia particular que integra, de manera articulada, coherente y coordinada los diferentes procesos catequéticos ofrecidos por la diócesis a los destinatarios de las diferentes edades de la vida. (819)

En este sentido, toda Iglesia particular, en orden ante todo a la iniciación cristiana, debe ofrecer, al menos, un doble servicio:

a) Un proceso de iniciación cristiana, unitario y coherente, para niños, adolescentes y jóvenes, en íntima conexión con los sacramentos de la iniciación ya recibidos o por recibir y en relación con la pastoral educativa.

b) Un proceso catequesis para adultos, ofrecido a aquellos cristianos que necesiten fundamentar su fe, realizando o completando la iniciación cristiana inaugurada o a inaugurar con el Bautismo.

En no pocas naciones, se presenta hoy la necesidad de un proceso de catequesis para ancianos, ofrecido a aquellos cristianos que, al abrirse a una tercera y definitiva fase de la vida humana, desean, acaso por primera vez, poner sólidos fundamentos a su fe.

275. Estos diversos procesos de catequesis cada uno con posibles variantes socio-culturales, no deben organizarse por separado, como si fueran " comportamientos estancos e incomunicados entre sí ". (820) Es necesario que la oferta catequética de la Iglesia particular esté bien coordinada. Entre estas diversas formas de catequesis " es menester propiciar su perfecta complementariedad ". (821)

Como ya ha quedado indicado, el principio organizador, que da coherencia a los distintos procesos de catequesis que ofrece una Iglesia particular, es la atención a la catequesis de adultos. Ella es el eje en torno al cual gira y se inspira la catequesis de las primeras edades y la de la tercera edad. (822)

El hecho de ofrecer los diferentes procesos de catequesis en un único Proyecto diocesano de catequesis no quiere decir que el mismo destinatario haya de recorrerlos uno tras otro. Si un joven llega al umbral de la edad adulta con una fe bien fundamentada, en rigor no necesita una catequesis de iniciación de adultos, sino otros alimentos más sólidos que le ayuden en su permanente maduración en la fe. En el mismo caso se encuentran los que acceden a la tercera edad con una fe bien enraizada. (823)

Junto a esta oferta, absolutamente imprescindible, de procesos de iniciación, la Iglesia particular debe ofrecer también procesos diferenciados de catequesis permanente para cristianos adultos.

La actividad catequética en el contexto de la nueva evangelización

276. Al definir la catequesis como momento del proceso total de la evangelización, se plantea necesariamente el problema de la coordinación de la acción catequética con la acción misionera que la precede, y con la acción pastoral que la continúa. Hay, en efecto, elementos " que preparan a la catequesis o emanan de ella ". (824)

En este sentido, la vinculación entre el anuncio misionero, que trata de suscitar la fe, y la catequesis de iniciación, que busca fundamentarla, es decisiva en la evangelización.

De algún modo, esta coordinación es más clara en la situación de la " misión ad gentes ". (825) Los adultos convertidos por el primer anuncio ingresan en el catecumenado, donde son catequizados.

En la situación que requiere una " nueva evangelización ", la coordinación se hace más compleja, puesto que, a veces, se pretende impartir una catequesis ordinaria a jóvenes y adultos que necesitan, antes, un tiempo de anuncio en orden a despertar su adhesión a Jesucristo. Problemas similares se presentan en relación a la catequesis de los niños y a la formación de sus padres. (826) Otras veces se ofrecen formas de catequesis permanente a adultos que necesitan, más bien, un verdadera catequesis de iniciación.

277. La situación actual de la evangelización postula que las dos acciones, el anuncio misionero y la catequesis de iniciación, se conciban coordinadamente y se ofrezcan, en la Iglesia particular, mediante un proyecto evangelizador misionero y catecumenal unitario. Hoy la catequesis debe ser vista, ante todo, como la consecuencia de un anuncio misionero eficaz. La referencia del decreto Ad Gentes, que sitúa al catecumenado en el contexto de la acción misionera de la Iglesia, es un criterio de referencia muy válido para toda la catequesis. (827)

La catequesis en la Pastoral educativa

278. La pastoral educativa en la Iglesia particular debe establecer la necesaria coordinación entre los diferentes " lugares " donde se realiza la educación en la fe. Es muy conveniente que todos estos canales catequéticos " converjan realmente hacia una misma confesión de fe, hacia una misma pertenencia a la Iglesia y hacia unos compromisos en la sociedad vividos en el mismo espíritu evangélico ". (828)

La coordinación educativa se plantea, fundamentalmente, en relación con los niños, adolescentes y jóvenes. Conviene que la Iglesia particular integre en un único proyecto de pastoral educativa los diversos cauces y medios que tienen a su cargo la educación cristiana de la juventud. Todos estos cauces se complementan mutuamente, sin que ninguno de ellos, aisladamente, pueda realizar la totalidad de la educación cristiana.

Siendo la misma y única persona del niño o del joven la que recibe estas diversas acciones educativas, es importante que las diferentes influencias tengan la misma inspiración de fondo. Cualquier contradicción en esas acciones es nociva, dado que cada una de ellas tiene su propia especificidad e importancia.

En este sentido, es de suma importancia para una Iglesia particular contar con un proyecto de iniciación cristiana que integre las diversas tareas educativas y tenga en cuenta las exigencias de la nueva evangelización.

Algunas tareas propias del servicio catequético.
Análisis de la situación y de las necesidades

279. La Iglesia particular, al tratar de organizar la acción catequética, debe partir de un análisis de la situación. " El objeto de esta investigación es múltiple, pues abarca el examen de la acción pastoral y el análisis de la situación religiosa, así como de las condiciones sociológicas, culturales y económicas, en tanto que estos datos de la vida colectiva pueden tener una gran influencia en el proceso de la evangelización ". (829) Se trata de una toma de conciencia de la realidad, en relación a la catequesis y a sus necesidades.

Más en concreto:

- Se debe tener clara conciencia, dentro del examen de la acción pastoral, del estado de la catequesis: cómo está ubicada, de hecho, en el proceso evangelizador; el equilibrio y la articulación entre los diferentes sectores catequéticos (niños, adolescentes, jóvenes, adultos...); la coordinación de la catequesis con la educación cristiana familiar, con la educación escolar, con la enseñanza religiosa escolar, y con las otras formas de educación de la fe; la calidad interna; los contenidos que se están impartiendo y la metodología que se utiliza; las características de los catequistas y su formación.

- El análisis de la situación religiosa está referido, sobre todo, a tres niveles muy relacionados entre sí: el sentido de lo sagrado, es decir, aquellas experiencias humanas que, por su hondura, tienden a abrir al misterio; el sentido religioso, o sea, las maneras concretas de concebir y de relacionarse con Dios en un pueblo determinado; y las situaciones de fe, con la diversa tipología de creyentes. Y en conexión con estos niveles, la situación moral que se vive, con los valores que emergen y las sombras o contravalores más extendidos.

- El análisis socio-cultural de que se ha hablado a propósito de las ciencias humanas en la formación de los catequistas (830) es, igualmente, necesario. Hay que preparar a los catecúmenos y catequizandos para una presencia cristiana en la sociedad.

280. El análisis de la situación, en todos estos niveles, " debe convencer a quienes ejercen el ministerio de la Palabra, de que las situaciones humanas son ambiguas en lo que respecta a la acción pastoral. Es necesario, por tanto, que los operarios del Evangelio aprendan a descubrir las posibilidades abiertas a su acción en una situación nueva y diversa... Siempre es posible un proceso de transformación que permita abrir un camino a la fe ". (831)

Este análisis de la situación es un primer instrumento de trabajo, de carácter referencial, que el servicio catequético ofrece a pastores y catequistas.

Programa de acción y orientaciones catequéticas

281. Una vez examinada cuidadosamente la situación, es necesario proceder a la elaboración de un programa de acción. Este programa determina los objetivos, los medios de la pastoral catequética y las normas que la orientan, de suerte que respondan perfectamente a las necesidades locales, y estén en plena armonía con los objetivos y normas de la Iglesia universal.

El programa o plan de acción debe ser operativo, ya que se propone orientar la acción catequética diocesana o interdiocesana. Por su propia naturaleza se suele concebir para un período de tiempo determinado, al cabo del cual se renueva con nuevos acentos, nuevos objetivos y nuevos medios.

La experiencia indica que el programa de acción es de una gran utilidad para la catequesis, ya que, al marcar unos objetivos comunes, colabora a unir esfuerzos y a trabajar en una perspectiva de conjunto. Para ello, su primera condición debe ser el realismo, la sencillez, la concisión y claridad.

282. Junto al programa de acción, más centrado en las opciones operativas, diversos Episcopados elaboran, a nivel nacional, instrumentos de carácter más reflexivo y orientador, que proporcionan los criterios para una idónea y adecuada catequesis. Son llamados de varias maneras: Directorio catequético, Orientaciones catequéticas, Documento de base, Texto de referencia... Destinados preferentemente a dirigentes y catequistas, tratan de clarificar en qué consiste la catequesis: su naturaleza, finalidad, tareas, contenidos, destinatarios, método. Estos Directorios, o textos de orientaciones generales establecidos por las Conferencias episcopales o emanados bajos su autoridad, han de seguir el mismo proceso de elaboración y de aprobación previstos para los Catecismos. Antes de ser promulgados deben ser sometidos a la aprobación de la Santa Sede. (832)

Estas directrices u orientaciones catequéticas suelen ser un elemento realmente inspirador de la catequesis en las Iglesias locales y su elaboración es recomendada y conveniente porque, entre otras cosas, constituye un punto de referencia importante para la formación de los catequistas. Este tipo de instrumento se vincula, íntima y directamente a la responsabilidad episcopal.

Elaboración de instrumentos y medios didácticos para el acto catequético

283. Junto a los instrumentos dedicados a orientar y planificar el conjunto de la acción catequética (análisis de situación, programa de acción y Directorio catequético) están los instrumentos de trabajo de uso inmediato, que se utilizan dentro del mismo acto catequético. En primer lugar están los textos didácticos (833) que se ponen directamente en manos de los catecúmenos y catequizandos. Y junto a ellos están también las guías para los catequistas y, tratándose de catequesis de niños, para los padres. (834) Asimismo son importantes los medios audiovisuales que se utilizan en catequesis y sobre los que se debe ejercer el oportuno discernimiento. (835)

El criterio inspirador de estos instrumentos de trabajo ha de ser el de la doble fidelidad a Dios y a la persona humana, que es una ley fundamental para toda la vida de la Iglesia. Se trata, en efecto, de saber conjugar una exquisita fidelidad doctrinal con una profunda adaptación al hombre, teniendo en cuenta la psicología de la edad y el contexto socio-cultural en que vive.

Brevemente, hay que decir que estos instrumentos catequéticos han de ser tales:

- " que conecten con la vida concreta de la generación a la que se dirigen, teniendo bien presentes sus inquietudes y sus interrogantes, sus luchas y sus esperanzas "; (836)

- " que encuentren el lenguaje comprensible a esta generación ". (837)

- " que tiendan realmente a producir en sus usuarios un conocimiento mayor de los misterios de Cristo, en orden a una verdadera conversión y a una vida más conforme con el querer de Dios ". (838)

La elaboración de Catecismos locales: responsabilidad inmediata del ministerio episcopal

284. Dentro del conjunto de instrumentos para la catequesis sobresalen los Catecismos. (839) Su importancia deriva del hecho de que el mensaje que transmiten es reconocido como auténtico y propio por los pastores de la Iglesia.

Si el conjunto de la acción catequética ha de estar siempre vinculada al Obispo, la publicación de los Catecismos es una responsabilidad que atañe muy directamente al ministerio episcopal. Los Catecismos nacionales, regionales o diocesanos, elaborados con la participación de los agentes de la catequesis, son responsabilidad última de los obispos, catequistas por excelencia en las Iglesias particulares.

En la redacción de un catecismo conviene tener en cuenta, sobre todo estos dos criterios:

- La perfecta sintonía con el Catecismo de la Iglesia Católica, " texto de referencia seguro y auténtico... para la composición de los catecismo locales ". (840)

- La atenta consideración de las normas y criterios para la presentación del mensaje evangélico que ofrece el Directorio General para la Catequesis, y que es también " norma de referencia " (841) para la catequesis.

285. La " previa aprobación de la Sede Apostólica " (842) -que se requiere para los Catecismos emanados de las Conferencias episcopales- se entiende, puesto que son documentos mediante los cuales la Iglesia universal, en los diferentes espacios socio-culturales a los que es enviada, anuncia y transmite el Evangelio y da a luz a las Iglesias particulares, expresándose en ellas. (843) La aprobación de un Catecismo es el reconocimiento del hecho de que es un texto de la Iglesia universal para una situación y una cultura determinadas.

 

CONCLUSIÓN

286. En la formulación de las presentes orientaciones y directrices no se ha ahorrado esfuerzo a fin de que toda la reflexión se origine y fundamente en las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de las posteriores y principales intervenciones magisteriales de la Iglesia. Asimismo se ha prestado especial atención a las experiencias de vida eclesial de los diversos pueblos habidas en este período. A la luz de la fidelidad al Espíritu de Dios se ha realizado el necesario discernimiento, siempre en orden a la renovación de la Iglesia y al mejor servicio de la evangelización.

287. El nuevo Directorio General para la Catequesis es propuesto a todos los pastores de la Iglesia, a sus colaboradores y catequistas, con la esperanza de que sea un aliento en el servicio que la Iglesia y el Espíritu les encomienda: favorecer el crecimiento de la fe en aquellos que han creído.

Las orientaciones aquí presentes no solamente quieren indicar y aclarar la naturaleza de la catequesis y las normas y criterios que rigen este ministerio evangelizador de la Iglesia, sino que también pretenden alimentar la esperanza, con la fuerza de la Palabra y el trabajo interior del Espíritu, en quienes se esfuerzan en este campo privilegiado de la actividad eclesial.

288. La eficacia de la catequesis es y será siempre un don de Dios, mediante la obra del Espíritu del Padre y del Hijo.

Esta total dependencia de la catequesis respecto de la intervención de Dios la enseña el Apóstol Pablo a los corintos cuando les recuerda: " Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento. De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer " (1 Co 3, 6-7).

No hay catequesis posible, como no hay evangelización, sin la acción de Dios por medio de su Espíritu. (844) En la práctica catequética, ni las técnicas pedagógicas más avanzadas, ni siquiera un catequista con la personalidad humana más atrayente, pueden reemplazar la acción silenciosa y discreta del Espíritu Santo. (845) " El es, en verdad, el protagonista de toda la misión eclesial "; (846) El es el principal catequista; El es el " maestro interior " de los que crecen hacia el Señor. (847) En efecto, El es el " principio inspirador de toda obra catequética y de los que la realizan ". (848)

289. Por ello, en la entraña misma de la espiritualidad del catequista están la paciencia y la confianza en que es Dios mismo quien hace que la semilla de la Palabra de Dios que ha sido sembrada en tierra buena y labrada con amor, nazca, crezca y de fruto. El evangelista Marcos es el único en recoger una parábola en la que Jesús muestra, una tras otra, las etapas del desarrollo gradual y constante de la semilla sembrada: " El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra: duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz porque ha llegado la siega " (Mc 4, 26-29).

290. La Iglesia, que tiene la responsabilidad de catequizar a los que creen, invoca al Espíritu del Padre y del Hijo, suplicándole que haga fructificar y fortalezca interiormente tantos trabajos que, por todas partes, se llevan a cabo en favor del crecimiento de la fe y del seguimiento de Jesucristo Salvador.

291. A la Virgen María, que vio a su Hijo Jesús " crecer en sabiduría, edad y gracia " (Lc 2,52) acuden también hoy, confiando en su intercesión, los operarios de la catequesis. En María encuentran éstos el modelo espiritual para impulsar o consolidar la renovación de la catequesis contemporánea desde la fe, la esperanza y la caridad. Que por intercesión de la " Virgen de Pentecostés ", (849) brote en la Iglesia una fuerza nueva para engendrar hijos e hijas en la fe y educarlos hacia la plenitud en Cristo.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II, el 25 de agosto de 1997, ha aprobado el presente Directorio General para la Catequesis y ha autorizado la publicación.

+ Darío Castrillón Hoyos

Arzobispo emérito de Bucaramanga

Pro-Prefecto

+ Crescenzio Sepe

Arzobispo tit. de Grado

Secretario

SIGLAS Y ABREVIATURAS

SAGRADA ESCRITURA

Ab: Abacuc

Abd: Abdías

Ag: Ageo

Am: Amós

Ap: Apocalipsis

Ba: Baruc

1 Co: 1a Corintios

2 Co: 2a Corintios

Col: Colosenses

1 Cro: 1o Crónicas

2 Cro: 2o Crónicas

Ct: Cantar

Dn: Daniel

Dt: Deuteronomio

Fe: Efesios

Esd: Esdras

Est: Ester

Ex: Exodo

Ez: Ezequiel

Flm: Filemón

Flp: Filipenses

Ga: Gálatas

Gn: Génesis

Ha: Habacuc

Hb: Hebreos

Hch: Hechos

Is: Isaías

Jb: Job

Jc: Jueces

Jdt: Judit

Jl: Joel

Jn: Juan

1 Jn: 1a Juan

2 Jn: 2a Juan

3 Jn: 3a Juan

Jon: Jónas

Jos: Josué

Jr: Jeremías

Judas: Judas

Lc: Lucas

Lm: Lamentaciones

Lv: Levítico

1 M: 1o Macabeos

2 M: 2o Macabeos

Mc: Marcos

Mi: Miqueas

Ml: Malaquías

Mt: Mateo

Na: Nahúm

Ne: Nehemías

Nm: Números

Os: Oseas

1 P: 1a Pedro

2 P: 2a Pedro

Pr: Proverbios

Qo: Eclesiastés (Qohelet)

1 R: 1o Reyes

2 R: 2o Reyes

Rm: Romanos

Rt: Rut

1 S: 1o Samuel

2 S: 2o Samuel

Sal: Salmos

Sb: Sabiduría

Si: Eclesiástico (Sirácida)

Sof: Sofonías

St: Santiago

Tb: Tobías

1 Tm: 1a Timoteo

2 Tm: 2a Timoteo

1 Ts: 1a Tesalonicenses

2 Ts: 2a Tesalonicenses

Tt: Tito

Za: Zacarías

DOCUMENTOS DE LA IGLESIA

AA: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el apostolado de los laicos Apostolicam Actuositatem (18 noviembre 1965)

AG: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre la acción misionera de la Iglesia Ad Gentes (7 Diciembre 1965)

CA: Juan Pablo II, Carta Encíclica Centesimus Annus (1 Mayo 1991): AAS 83 (1991), pp. 793-867

CD: Conc. Ecum. Vat II, Decreto sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia Christus Dominus (28 octubre 1965)

CCL: Corpus Christianorum, Series Latina (Turnholti 1953 ss.)

CEC: Catecismo de la Iglesia Católica (11 octubre 1992)

CIC: Codex Iuris Canonici (25 enero 1983)

ChL: Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Christifideles Laici (30 diciembre 1988): AAS 81 (1989), pp. 393-521

COINCAT: Consejo Internacional Para la Catequesis, Orientación La Catequesis de adultos en la comunidad cristiana, Libreria Editrice Vaticana 1990

CSEL: Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (Wn 1866 ss.)

CT: Juan Pablo II, Exhortación apostólica Catechesi Tradendae (16 octubre 1979): AAS 71 (1979), pp. 1277-1340

DCG: (1971) Sagrada Congregación para el Clero, Directorium Catechisticum Generale Ad normam decreti (11 abril 1971): AAS 64 (1972), pp. 97-176

DH: Conc. Ecum. Vat. II, Declaración sobre la libertad religiosa Dignitatis Humanae (7 diciembre 1965)

DM: Juan Pablo II, Carta encíclica Dives in Misericordia (30 noviembre 1980): AAS 72 (1980), pp. 1177-1232

DV: Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática sobre la divina revelación Dei Verbum (18 noviembre 1965)

DS: H. Denzinger - A. Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum, Edición XXXV enmendada, Roma 1973

EA: Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Ecclesia in Africa (14 setiembre 1995): AAS 88 (1996), pp. 5-82

EN: Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (8 diciembre 1975): AAS 58 (1976), pp. 5-76

EV: Juan Pablo II, Carta encíclica Evangelium Vitae (25 marzo 1995): AAS 87 (1995), pp. 401-522

FC: Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Familiaris Consortio (22 noviembre 1981): AAS 73 (1981), pp. 81-191

FD: Juan Pablo II, Constitución Apostólica Fidei Depositum (11 octubre 1992): AAS 86 (1994), pp. 113-118

GCM: Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Guía para los catequistas. Documento de orientación vocacional, de la formación y de la promoción del catequista en tierras de misión que dependen de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (3 diciembre 1993), Ciudad del Vaticano 1993

GE: Conc. Ecum. Vat. II, Declaración cobre la educación Gravissimum Educationis (28 octubre 1965)

GS: Conc. Ecum. Vat. II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes (7 diciembre 1965)

LC: Congregación para la doctrina de la fe, Instrucción Libertatis Conscientia (22 marzo 1986): AAS 79 (1987), pp. 554-599

LE: Juan Pablo II, Carta encíclica Laborem Exercens (14 setiembre 1981); AAS 73 (1981), pp. 577-647

LG: Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium (21 noviembre 1964)

MM: Juan XXIII, Carta encíclica Mater et Magistra (15 mayo 1961): AAS 53 (1961), pp. 401-464

MPD: Sínodo de los obispos, Mensaje al Pueblo de Dios Cum iam ad exitum sobre la catequesis en nuestro tiempo (28 octubre 1977), Typis Polyglottis Vaticanis 1977

NA: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre la relación de la Iglesia con las Religiones no cristianas Nostra Aetate (28 octubre 1965)

PB: Juan Pablo II, Constitución apostólica Pastor Bonus (28 junio 1988): AAS 80 (1988), pp. 841-930

PG: Patrologiae Cursus completus, Series Graeca, ed. Jacques - P. Migne, Parisiis 1857 ss.

PL: Patrologiae Cursus completus, Series Latina, ed. Jacques - P. Migne, Parisiis 1844ss.

PO: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el ministerio y la vida sacerdotal Presbyterorum Ordinis (7 diciembre 1965)

PP: Pablo VI, Carta encíclica Populorum Progressio (26 marzo 1967): AAS 59 (1967), pp. 257-299

RH: Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptor Hominis (4 marzo 1979): AAS 71 (1979), pp. 257-324

RICA: Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, ed. Italiana del Ordo Initiationis Christianae Adultorum, Editio Typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1972

RM: Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris Missio (7 diciembre 1990): AAS 83 (1991), pp. 249-340

SC: Conc. Ecum. Vat. II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium (4 diciembre 1963)

SINODO 1985: Sínodo de los obispos (asamblea extraordinaria del 1985), Relación final Ecclesia sub verbo Dei mysteria Christi celebrans pro salute mundi (7 diciembre 1985), Ciudad del Vaticano, 1985

SCh: Sources Chrétiennes, Collection, Paris 1946ss.

SRS: Juan Pablo II, Carta encíclica Sollicitudo Rei Socialis (30 diciembre 1987): AAS 80 (1988), pp. 513-586

TMA: Juan pablo II, Exhortación apostólica Tertio Millennio Adveniente (10 noviembre 1994): AAS 87 (1995), pp. 5-41

UR: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio (21 noviembre 1964)

UUS: Juan Pablo II, Carta encíclica Ut Unum Sint (25 mayo 1995): AAS 87 (1995), pp. 921-982

VS: Juan Pablo II, Carta encíclica Veritatis Splendor (6 agosto 1993): AAS 85 (1993), pp. 1133-1228

Notas

476. Cf Jn 15,15; Mc 9,33-37; Mc 10,41-45. [Regresar]

477. Cf CT 9a. [Regresar]

478. Cf Mc 8,14-21.27. [Regresar]

479. Cf Mc 4,34; Lc 12,41. [Regresar]

480. Cf Lc 11,1-2. [Regresar]

481. Cf Lc 10,1-20. [Regresar]

482. Cf Jn 16-13. [Regresar]

483. Cf Mt 10,20; Jn 15,26; Hch 4, 31. [Regresar]

484. Cf CT 9. [Regresar]

485. CT 58. [Regresar]

486. DV 15; DCG (1971) 33; CT 58; CHL 61; CEC 53. 122. 684. 708. 1145. 1950. 1964. [Regresar]

487. Cf Dt 8,5; Os 11,3-4; Pr 3,11-12. [Regresar]

488. Cf Dt 4,36-40; 11, 2-7. [Regresar]

489. Cf Ex 12,25-27; Dt 6,4-8; 6, 20-25; 31, 12-13; Jos 4,20. [Regresar]

490. Cf Am 4,6; Os 7,19; Jr 2,30; Pr 3, 11-12; Hb 12, 4-11; Ap 3,19. [Regresar]

491. Cf Mc 8, 34-38; Mt 8,18-22. [Regresar]

492. LG 1. [Regresar]

493. CEC 169; cf GE 3c. [Regresar]

494. Cf GE 4. [Regresar]

495. Cf Pablo VI, Carta enc. Ecclesiam suam (6 agosto 1964), III: AAS 56 (1964), pp. 637-659. [Regresar]

496. Cf DV 2. [Regresar]

497. Cf RM 15; CEC 24b-25; DCG (1971)10. [Regresar]

498. Cf MPD 11; CT 58. [Regresar]

499. Cf CT 52. [Regresar]

500. Cf Pablo VI, Carta Encíclica Ecclesiam Suam: l.c. 609-659. [Regresar]

501. Cf MPD 7-11; CEC 3; 13; DCG (1971) 36. [Regresar]

502. DV 5. [Regresar]

503. Cf MPD 7; CT 55; DCG (1971) 4. [Regresar]

504. CT 55. [Regresar]

505. Cf DCG (1971) 10 y 22. [Regresar]

506. DV 13; cf CEC 684. [Regresar]

507. Cf DV 2. [Regresar]

508. Cf DV 13. [Regresar]

509. Cf EN 63; CT 59. [Regresar]

510. Cf CT 31. [Regresar]

511. Cf GE 1-4; CT 58. [Regresar]

512. Cf CT 51. [Regresar]

513. Ibidem. [Regresar]

514. Cf CT 31. 52. 59. [Regresar]

515. Cf CT 52. [Regresar]

516. Cf Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, 1993. [Regresar]

517. Cf MPD 9. [Regresar]

518. Cf DCG (1971) 72. [Regresar]

519. Cf DCG (1971) 72. [Regresar]

520. Cf Primera Parte, cap. 3; DCG (1971) 74; CT 22. [Regresar]

521. Entendemos aquí las experiencias vinculadas a las "grandes preguntas" de la vida y de la realidad, en concreto, de las personas: la existencia de Dios, el destino de las personas, el origen y el fin de la historia, la verdad sobre el bien y sobre el mal, el sentido del sufrimiento, del amor, del futuro...; cf EN 53; CT 22 y 39. [Regresar]

522. Cf Primera Parte, cap. 3; DCG (1971) 71; CT 55. [Regresar]

523. Cf MPD 9. [Regresar]

524. Cf CT 55. [Regresar]

525. Cf CEC 22. [Regresar]

526. CT 55. [Regresar]

527. Cf Primera Parte, cap. 3, en "El catecumenado bautismal: estructura y gradualidad". [Regresar]

528. Cf DCG (1971) 71; Quinta Parte, caps. 1 y 2. [Regresar]

529. Cf n. 298. [Regresar]

530. Cf DCG (1971) 75. [Regresar]

531. Cf AG 14; DCG (1971) 35; CT 24. [Regresar]

532. Cf EN 46. [Regresar]

533. Cf DCG (1971) 76. [Regresar]

534. Mt 18,20. [Regresar]

535. Cf DCG (1971) 122-123; EN 45; CT 46; FC 76; ChL 44; RM 37; AN 440; EA 71; 122-124. [Regresar]

536. Cf RM 37. [Regresar]

537. Cf AN 440. [Regresar]

538. EN 45b. [Regresar]

539. Cf CT 46. [Regresar]

540. Cf DCG (1971) 122. [Regresar]

541. RM 371. [Regresar]

542. EN 45. [Regresar]

543. Cf FC 76. [Regresar]

544. ChL 44f. [Regresar]

545. RM 15; cf EN 49-50; CT 35s; RM 14; 23. [Regresar]

546. Cf Lc 4,18. [Regresar]

547. Cf Mc 16,15. [Regresar]

548. Cf Exposición introducctoria. [Regresar]

549. Cf DCG (1971) 77. [Regresar]

550. EN 49-50; CT 14; 35s. [Regresar]

551. RH 13; cf EN 31. [Regresar]

552. Cf RH 13-14; CEC 24. [Regresar]

553. Cf DCG (1971) 75. [Regresar]

554. Cf DCG (1971) 21. [Regresar]

555. CT 13. [Regresar]

556. Cf GS 44; EN 63; CT 31; CEC 24-25. [Regresar]

557. GS 44. En esta Cuarta Parte se usan, porque los emplea el Magisterio y por utilidad práctica, los dos términos de adaptación e inculturación, dando preferentemente al primero el sentido de atención a las personas y al segundo el sentido de atención a los contextos culturales. [Regresar]

558. Cf RM 33. [Regresar]

559. CEC 24. [Regresar]

560. RH 14. [Regresar]

561. Cf CT 45. [Regresar]

562. Cf DCG (1971) 20; 92-97; CT 43-44; Coincat, La catequesis de adultos en la comunidad cristiana, 1990. [Regresar]

563. Cf DCG (1971) 20; CT 19. 44; Coincat 10-18. [Regresar]

564. Cf Coincat 10-18. [Regresar]

565. Cf CT 44. [Regresar]

566. Cf CT 19. [Regresar]

567. Cf DCG (1971) 92-94; CT 43; Coincat 20-25; 26-30; 33-84. [Regresar]

568. Cf 1Co 13,11; Ef 4,13. [Regresar]

569. Cf Coincat 33-84. [Regresar]

570. Cf Coincat 26-30. [Regresar]

571. LG 31; cf EN 70; ChL 23. [Regresar]

572. Cf ChL 57-59. [Regresar]

573. Cf DCG (1971) 97. [Regresar]

574. Cf Primera Parte, cap. 2; DCG (1971) 96. [Regresar]

575. Cf DCG (1971) 78-81; CT 36-37. [Regresar]

576. Cf DCG (1971) 78-79; ChL 47. [Regresar]

577. Cf ChL 47. [Regresar]

578. Cf Mc 10,14. [Regresar]

579. Cf DCG (1971) 78-79; CT 37. [Regresar]

580. Cf CT 37. [Regresar]

581. Cf Sagrada Congregación para el Culto Divino, Directorio para la misa con niños (1 noviembre 1973): AAS 66 (1974), pp. 30-46. [Regresar]

582. Cf DCG (1971) 79. [Regresar]

583. Cf DCG (1971) 78. 79. [Regresar]

584. Cf DCG (1971) 80-81; CT 42. [Regresar]

585. Cf DCG (1971) 82-91; EN 72; CT 38-42. [Regresar]

586. Cf DCG (1971) 83. [Regresar]

587. Cf Exposición introducctoria, 23-24. [Regresar]

588. Cf DCG (1971) 82; EN 72; MDP 3; CT 38-39; ChL 46; TMA 58. [Regresar]

589. GE 2; ChL 46. [Regresar]

590. Cf Mt 19,16-22; Juan Pablo II, Carta apostólica A los jóvenes del mundo, (Parati semper) (31 marzo 1985): AAS 77 (1985), pp. 579-628. [Regresar]

591. Cf Juan Pablo II, A los jóvenes del mundo, cit. n. 3. [Regresar]

592. ChL 46; cf DCG (1971) 89. [Regresar]

593. Cf DCG (1971) 84-89; CT 38-40. [Regresar]

594. Cf DCG (1971) 87. [Regresar]

595. Otros temas significativos: relación entre fe y razón; la existencia y el sentido de Dios; el problema del mal; la persona de Cristo; la Iglesia; el orden ético en relación con la subjetividad personal; el encuentro de hombre y mujer; la doctrina social de la Iglesia... [Regresar]

596. CT 40. [Regresar]

597. Cf DCG (1971) 95; ChL 48. [Regresar]

598. Cf ChL 48. [Regresar]

599. Cf DCG (1971) 91; CT 41. [Regresar]

600. Cf CT 59. [Regresar]

601. Cf EN 51-56; MPD 15. [Regresar]

602. Cf Exposición introducctoria, 23-24. [Regresar]

603. EN 54. [Regresar]

604. Cf 1 P 3,15. [Regresar]

605. Cf DCG (1971) 6; EN 48; CT 54. [Regresar]

606. EN 48. [Regresar]

607. EN 48. [Regresar]

608. Cf Pablo VI, Exho. apos. Marialis cultus (2 febrero 1974) 24.25.29: AAS 66 (1974), pp. 134-136.141. [Regresar]

609. Cf DCG (1971) 27; MPD 15; EN 54; CT 32-34; Pontificio consejo para la promoción de la unidad de los cristianos, Directorio para la aplicación de los principios y de las normas sobre el ecumenismo (25 marzo 1993) 61: AAS 85 (1993), pp. 1063-1064; TMA 34; Juan Pablo II, Carta encíclica Ut unum sint (25 mayo 1995) 18: AAS 87 (1995), p. 932. [Regresar]

610. CT 32. [Regresar]

611. Cf UR 11. [Regresar]

612. Cf Directorio para el ecumenismo, n. 190, l.c., p. 1107. [Regresar]

613. Cf CT 33. [Regresar]

614. Cf NA 4; Secretariado para la Unión de los Cristianos (Comisión para las relaciones religiosas con el hebraísmo), Hebreos y hebraísmo en la predicación y en la catequesis católica (24 junio 1985). [Regresar]

615. CEC 839. [Regresar]

616. Hebreos y hebraísmo, cit., VII. [Regresar]

617. Cf NA 4. [Regresar]

618. Cf EN 53; MPD 15; ChL 35; RM 55-57; CEC 839-845; TMA 53; Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Inst. Diálogo y anuncio (19 mayo 991): AAS 84 (1992), pp. 414-446; 1263. [Regresar]

619. Cf Secretariado para la Unión de los Cristianos - Secretariado para los no Cristianos - Secretariado para los no Creyentes - Pontificio Consejo para la Cultura, El fenómeno de las sectas o nuevos movimientos religiosos: desafío pastoral: "L'Osservatore Romano" del 7 mayo 1986. [Regresar]

620. El fenómeno de las sectas o nuevos movimentos religiosos: desafío pastoral, cit. 5.4. [Regresar]

621. RM 38. [Regresar]

622. Cf Segunda Parte, cap. 1; DGC (1971) 8; EN 20. 63; CT 53; RM 52-54; Juan pablo II, Discurso a los miembros del Consejo Internacional para la Catequesis: "L'Osservatore Romano" del 27 septiembre 1992; Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción La liturgia romana y la inculturación, (25 enero 1995): AAS 87 (1995), pp. 288-319; Comisión Teológica Inernacional Documento Commissio Theologica sobre Fe e inculturación (3-8 octubre 1988); Juan Pablo II, Exhor. apos., Iglesia en África, l.c.; Alocuciones con ocasión de sus viajes pastorales. [Regresar]

623. Cf EN 20. 63; CT 53; RM 52-54; CEC 172-175. [Regresar]

624. CT 53. [Regresar]

625. Cf Segunda Parte, cap. 1. [Regresar]

626. Cf CT 53. [Regresar]

627. CT 53. [Regresar]

628. EN 20. [Regresar]

629. RM 54. [Regresar]

630. Cf CT 59. [Regresar]

631. CT 59. [Regresar]

632. RM 37. [Regresar]

633. Cf Tercera Parte, cap. 2. [Regresar]

634. Cf DGC (1971) 123. [Regresar]

635. Juan Pablo II, Alocución a los miembros del Coincat, l.c. [Regresar]

636. CEC 24; cf FD 4. [Regresar]

637. RM 37. [Regresar]

638. ChL 63. [Regresar]

639. Cf Quinta Parte, cap. 4. [Regresar]

640. EN 63. [Regresar]

641. En esta Quinta Parte, como en el resto del presente documento, la expresión Iglesia particular se refiere a la diócesis y a las circunscripciones eclesiásticas asimiladas (CIC 368). La expresión Iglesia local se refiere a la agrupación de Iglesias particulares, bien establecidas en una región o nación, o bien en un conjunto de naciones vinculadas entre sí por lazos particulares. cf Primera Parte, cap 3: "La catequesis: acción de naturaleza eclesial" y Segunda Parte, cap 1: "La eclesialidad del mensaje evangélico". [Regresar]

642. Como indica Lumen Gentium 26a, las legítimas congregaciones de fieles reciben el nombre de "Iglesias" en el Nuevo Testamento; cf los textos bíblicos con que se abre esta parte. [Regresar]

643. Cf CD 11. [Regresar]

644. La Iglesia particular, en CD 11, se describe, antes que nada, como "porción del Pueblo de Dios" (Populi Dei portio). [Regresar]

645. Congregación para la Doctrina de la Fe, Communionis Notio 7 (AAS 851993, 838-850). [Regresar]

646. Communionis notio 9b. [Regresar]

647. LG 23b recoge el testimonio de S. Hilario Poitiers In Ps 14,3 (PL 9, 206) y de S. Gregorio Magno Moral IV, 7. 12 (PL, 75, 643). [Regresar]

648. EN 14. [Regresar]

649. Hch 2,11. [Regresar]

650. Communionis Notio 7 l.c. 842. [Regresar]

651. Communionis Notio 9b l.c., p. 843; cf AG 4. [Regresar]

652. La expresión "ministerio de la catequesis" es utilizada en CT 13. [Regresar]

653. Es importante subrayar el carácter de servicio único que tiene la catequesis en la Iglesia particular. El "sujeto" de las grandes acciones evangelizadoras es la Iglesia particular. Es ella la que anuncia, la que transmite el Evangelio, la que celebra,... Los agentes "sirven" a ese ministerio y actúan "en nombre de la Iglesia". Las implicaciones teológicas, espirituales y pastorales de esta "eclesialidad" de la catequesis son grandes. [Regresar]

654. CT 16: "Es una responsabilidad diferenciada pero común". Cf también la nota 55, del n. 50, como clarificación del término "ministerio de la Palabra". [Regresar]

655. AG 14. En este mismo sentido se expresa CT 16: "La catequesis ha sido siempre y seguirá siendo una obra de la que la Iglesia entera debe sentirse y querer ser responsable". Cf también en MPD 12; RICA 12; CIC 774.1. [Regresar]

656. "La catequesis debe apoyarse en el testimonio de la comunidad eclesial" (DCG 1971, 35); cf Cuarta Parte, cap. 2. [Regresar]

657. CT 24. [Regresar]

658. "Además del apostolado que incumbe absolutamente a todos los fieles, los laicos pueden también ser llamados a una cooperación más inmediata con el apostolado de la jerarquía, como aquellos hombres y mujeres que ayudaban al apóstol Pablo en la evangelización, trabajando mucho en el Señor" (LG 33). Esta doctrina conciliar ha sido recogida por CIC 228 y 759. [Regresar]

659. LG 25; cf CD 12a; EN 68c. [Regresar]

660. LG 25. [Regresar]

661. Ibidem. [Regresar]

662. DV 8. [Regresar]

663. CT 63b. [Regresar]

664. Cf CT 12a. [Regresar]

665. CT 63c. [Regresar]

666. CT 63c; CIC 775.1. [Regresar]

667. Cf CT 63c; CIC 823.1. [Regresar]

668. CT 63c. [Regresar]

669. CD 14b; CIC 780. [Regresar]

670. PO 12a; cf PO 2. 6; Juan Pablo II, Exhrtación apostólica post-sinodal Pastores dabo vobis (25 marzo 1992), n. 12: l.c. 675-677. [Regresar]

671. PO 6b. [Regresar]

672. Cf CIC 773. [Regresar]

673. LG 10. [Regresar]

674. LG 10. Sobre los "dos modos de participar en el único sacerdocio de Cristo" cf CEC 1546-1547. [Regresar]

675. PO 9b. [Regresar]

676. Cf CIC 776-777. [Regresar]

677. CT 64. Respecto a esta orientación de fondo que los presbíteros han de dar a la catequesis, el Concilio Vaticano II indica dos exigencias fundamentales: "no enseñar la propia sabiduría sino la Palabra de Dios" (PO 4) y "exponer la Palabra de Dios no de modo genérico y abstracto sino aplicándola a las circunstancias concretas de la vida" (ibidem). [Regresar]

678. Cf en el capítulo 3 de esta Parte el número dedicado a "La familia como ámbito o medio de crecimiento en la fe", donde se analizan las características de la catequesis familiar. Este número se ha centrado más en la consideración de los padres como agentes de catequesis; cf CIC 774.2. [Regresar]

679. CT 68. [Regresar]

680. CT 68. [Regresar]

681. Ibidem. [Regresar]

682. ChL 62; cf FC 38. [Regresar]

683. FC 38; CT 68. [Regresar]

684. CT 68; cf EN 71b. [Regresar]

685. Cf CT 68. [Regresar]

686. LG 11; cf FC 36b. [Regresar]

687. CT 65; CIC 778. [Regresar]

688. CEC 915; LG 44. [Regresar]

689. EN 69; cf VC 33. [Regresar]

690. Cf VC 31 acerca de "las relaciones entre los diversos estados de vida del cristiano"; cf CEC 932. [Regresar]

691. CT 65; cf RM 69. [Regresar]

692. CT 65. [Regresar]

693. Cf 1 Co 12,4; LG 12b. [Regresar]

694. LG 31. En ChL 15 se analiza con detalle este "carácter secular". [Regresar]

695. LG 35. [Regresar]

696. AA 2b; cf Rituale Romanum, Ordo Baptismi Parvulorum, n. 62, Editio Typica, 1969; RICA 224. [Regresar]

697. CEC 429. [Regresar]

698. El Código de Derecho Canónico establece que la autoridad de la Iglesia puede encomendar un oficio o servicio eclesial a los laicos, prescindiendo de si ese servicio es o no un "ministerio" no ordenado formalmente instituido como tal: "Los laicos que sean considerados idóneos tienen capacidad de ser llamados por los sagrados Pastores para aquellos oficios eclesiales y encargos (officia ecclesiastica et munera), que puedan cumplir según las prescripciones del derecho" (CIC 228.1); cf EN 73; ChL 23. [Regresar]

699. CT 66b; cf GCM. [Regresar]

700. CT 66b. [Regresar]

701. GCM 4. [Regresar]

702. Ibidem. [Regresar]

703. CT 45; cf RM 37 ad b, 2o. [Regresar]

704. RM 33. [Regresar]

705. CT 66a. [Regresar]

706. CT 66a; cf CT 42. [Regresar]

707. Cf DCG (1971) 96 ad c. [Regresar]

708. Cf CT 45; DCG (1971) 95. [Regresar]

709. Cf DCG (1971) 91; CT 41. [Regresar]

710. CT 45a; cf CT 45 a. [Regresar]

711. GCM 5. [Regresar]

712. El Concilio Vaticano II distingue dos tipos de catequistas: los "catequistas con plena dedicación" y los "catequistas auxiliares" (cf AG 17). Esta distinción es retomada en GCM 4, con la terminología de "catequistas a tiempo pleno" y "catequistas a tiempo parcial". [Regresar]

713. Cf GCM 5. [Regresar]

714. Cf DCG (1971) 108a. [Regresar]

715. DCG (1971) 111. [Regresar]

716. Cf CT 5. Este texto define la finalidad cristocéntrica de la catequesis. Este hecho determina el cristocentrismo del contenido de la catequesis, el cristocentrismo de la respuesta del destinatario, el sí a Jesucristo y el cristocentrismo de la espiritualidad del catequista y de su formación. [Regresar]

717. Se señalan aquí las cuatro etapas del catecumenado bautismal con una perspectiva cristocéntrica. [Regresar]

718. GCM 20. [Regresar]

719. LG 64. [Regresar]

720. DCG (1971) 114. [Regresar]

721. Cf GCM 7. [Regresar]

722. Cf GCM 13. [Regresar]

723. DCG (1971) 31. [Regresar]

724. CT 52; cf CT 22. [Regresar]

725. Cf CT 22d. [Regresar]

726. Cf GCM 21. [Regresar]

727. Las cualidades humanas que sugiere GCM son las siguientes: facilidad de relaciones humanas y de diálogo, idoneidad para la comunicación, disponibilidad para colaborar, función de guía, serenidad de juicio, comprensión y realismo, capacidad para consolar y hacer recobrar la esperanza... (cf 21). [Regresar]

728. EN 79. [Regresar]

729. Cf ChL 60. [Regresar]

730. DCG (1971) 112. GCM 23 subraya la importancia primordial de la Sagrada Escritura en la formación de los catequistas: "La Sagrada Escritura deberá seguir siendo la materia principal de la enseñanza y constituir el alma de todo el estudio teológico. Esta ha de intensificarse cuanto sea necesario" (23). [Regresar]

731. ChL 60c. [Regresar]

732. CT 22. [Regresar]

733. DCG (1971) 112. [Regresar]

734. GS 62b. [Regresar]

735. DCG (1971) 100. [Regresar]

736. GS 59. [Regresar]

737. "La enseñanza de las ciencias humanas plantea difíciles cuestiones respecto a su selección y método, dado el número y diversidad de estas disciplinas. Puesto que se trata de formar catequistas y no especialistas en psicología, la norma a seguir es distinguir y seleccionar lo que les puede ayudar directamente a adquirir la capacidad de comunicar" (DCG, 1971, 112). [Regresar]

738. Un texto fundamental para la utilización de las ciencias humanas en la formación de los catequistas sigue siendo esta recomendación del concilio Vaticano II en GS 62: "Los fieles deben vivir estrechamente unidos a los otros hombres de su tiempo y procurar comprender perfectamente su forma de pensar y sentir que se expresan por medio de la cultura. Deben armonizar los conocimientos de las nuevas ciencias y doctrinas y de los más recientes descubrimientos con la moral cristiana y la enseñanza de la doctrina cristiana, para que la cultura religiosa y la rectitud de espíritu avancen en ellos al mismo paso que el conocimiento de las ciencias y los avances diarios de la técnica, y así ellos mismos sean capaces de examinar e interpretar todas las cosas con íntegro sentido cristiano" [Regresar]

739. La importancia de la pedagogía ha sido subrayada por CT 58: "Entre las numerosas y prestigiosas ciencias del hombre que han progresado enormemente en nuestros días, la pedagogía es ciertamente una de las más importantes... La ciencia de la educación y el arte de enseñar son objeto de continuos replanteamientos con miras a una mejor adaptación o a una mayor eficacia". [Regresar]

740. Cf CT 58. [Regresar]

741. Cf DCG (1971) 113. [Regresar]

742. Ibidem.. [Regresar]

743. DCG (1971) 112. [Regresar]

744. Cf GCM 28. [Regresar]

745. "Los sacerdotes y los religiosos deben ayudar a los fieles laicos en su formación. En este sentido, los Padres del Sínodo han invitado a los presbíteros y a los candidatos a las sagradas órdenes a prepararse cuidadosamente para ser capaces de favorecer la vocación y misión de los laicos" (ChL 61). [Regresar]

746. Cf ChL 61. [Regresar]

747. "Se recomiendan, asimismo, las iniciativas parroquiales... que tienen por objeto la formación interior de los catequistas, como las escuelas de oración, las convivencias fraternas y de coparticipación espiritual y los retiros espirituales. Estas iniciativas no aíslan a los catequistas, sino que les ayudan a crecer en la espiritualidad propia y en la comunión entre ellos" (GCM 22). [Regresar]

748. Cf DCG (1971) 110. [Regresar]

749. Cf para lo que se refiere a escuelas de catequistas en tierras de misión: AG 17c; RM 73; CIC 785 y GCM 30. Para la Iglesia en general ver DCG (1971) 109. [Regresar]

750. La expresión "catequista de base" es utilizada en DCG (1971) 112C. [Regresar]

751. Cf DCG (1971) 109b. [Regresar]

752. DCG (1971) 109a. [Regresar]

753. CT 71a. [Regresar]

754. Ver Quinta Parte, cap. 1: "La comunidad cristiana y la responsabilidad de catequizar", donde se habla de la comunidad como responsable de la catequesis. Aquí se contempla como "lugar" de catequización. [Regresar]

755. Cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Communionis notio, 1: l.c. 838. [Regresar]

756. Cf MPD 13. [Regresar]

757. Cf CT 24. [Regresar]

758. CT 67a. Se trata de una expresión clásica en catequesis. La Exhortación apostólica habla de los "lugares" de la catequesis: ("de locis catecheseos"). [Regresar]

759. LG 11; cf AA 11; FC 49. [Regresar]

760. EN 71. [Regresar]

761. Cf GS 52; FC 37a. [Regresar]

762. Ver la Primera Parte, cap. 3: "El catecumenado bautismal: estructura y gradualidad". Aquí se contempla el catecumenado bautismal como "lugar" de catequesis y en relación a la continua presencia de la comunidad en él. [Regresar]

763. Cf DCG (1971) 130 donde se describe la finalidad del catecumenado bautismal. Cf RICA 4, indica la conexión del catecumenado bautismal con la comunidad cristiana. [Regresar]

764. MPD 8c. [Regresar]

765. Cf RICA 4. 41. [Regresar]

766. RICA 18. [Regresar]

767. RICA 41. [Regresar]

768. Cf RICA 41. [Regresar]

769. Cf CT 67c. [Regresar]

770. Cf AA 10. [Regresar]

771. CT 67b. [Regresar]

772. Ibidem. [Regresar]

773. Ibidem. [Regresar]

774. La importancia de la catequesis de adultos ha sido subrayada en CT 43 y en el DCG (1971) 20. [Regresar]

775. ChL 61. [Regresar]

776. Cf EN 52. [Regresar]

777. Cf DCG (1971) 96c. [Regresar]

778. Es importante constatar cómo Juan Pablo II, en ChL 61, recalca la conveniencia de las pequeñas comunidades eclesiales en el marco de las parroquias, y no como un movimiento paralelo que absorba sus mejores miembros: "Dentro de las parroquias... las pequeñas comunidades eclesiales presentes pueden ser una ayuda notable en la formación de los cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la experiencia de la comunión y de la misión eclesial". [Regresar]

779. Cf Congregación para la Educación católica, La Escuela Católica: l.c. [Regresar]

780. Cf Congregación para la Educación católica, Dimensión religiosa de la educación en la Escuela católica, n. 31: l.c. [Regresar]

781. GE 8. [Regresar]

782. Congregación para la Educación Católica, Dimensión religiosa de la educación..., n. 32: l.c. [Regresar]

783. "El carácter propio y la razón profunda de la escuela católica, el motivo por el cual deberían preferirla los padres católicos, es precisamente la calidad de la enseñanza religiosa integrada en la educación de los alumnos" (CT 69); cf Primera parte, cap. 2 nn. 73-76. [Regresar]

784. AG 12b. [Regresar]

785. Cf CT 70. [Regresar]

786. CT 70. Se contempla aquí aquellas asociaciones, movimientos o grupos de fieles, en que se atienden aspectos catequéticos en sus objetivos formativos, pero que no nacen propiamente para constituirse en ámbitos de catequización. [Regresar]

787. ChL 62. [Regresar]

788. CT 67. [Regresar]

789. CT 47b. [Regresar]

790. Cf CT 47b. [Regresar]

791. CT 47. En este texto Juan Pablo II se refiere a los diversos grupos de jóvenes: grupos de acción católica, grupos caritativos, grupos de oración, grupos de reflexión cristiana... Pide que no falte en ellos "un verdadero estudio de la doctrina cristiana". La catequesis es una dimensión que debe siempre darse en la vida apostólica del laicado. [Regresar]

792. Ct 21. [Regresar]

793. Cf CT 67 b-c. [Regresar]

794. Cf EN 58 que indica cómo las comunidades eclesiales de base "florecen un poco por todas partes en la Iglesia". RM 51 afirma que se trata de "un fenómeno de rápida expansión". [Regresar]

795. EN 58c. [Regresar]

796. RM 51a; cf EN 58f; lc 69. [Regresar]

797. RM 51c. [Regresar]

798. Ibidem; cf EN 58; LC 69. [Regresar]

799. DCG (1971) 126. El Secretariado diocesano de catequesis (officium catecheticum) fue mandado instituir en todas las diócesis por el decreto Provido Sane: cf Sagrada Congregación del Concilio, Decreto Provido sane (12 enero 1935): AAS 27 (1935) p. 151; ver también CIC 775,1. [Regresar]

800. Cf DCG (1971) 100. Ver las pistas sugeridas en la Exposición Introductoria y Quinta Parte, cap. 9: "Análisis de la situación y de las necesidades". [Regresar]

801. Cf DGC (1971) 103. Ver en este capítulo el epígrafe titulado: "Programa de acción y orientaciones catequéticas". [Regresar]

802. Cf DCG (1971) 108-109. Ver en esta Quinta Parte, cap. 2: "La pastoral de catequistas en la Iglesia particular" y "Escuelas de catequistas y Centros Superiores para peritos en catequesis". [Regresar]

803. Cf DCG (1971) 116-124. [Regresar]

804. DCG (1971) 126. [Regresar]

805. Cf CT 63. El propio Juan Pablo II recomienda dotar a la catequesis de "una organización adecuada y eficaz, haciendo uso de las personas, de los medios e instrumentos, así como de los recursos económicos necesarios". [Regresar]

806. DCG (1971) 126. [Regresar]

807. Ibidem. [Regresar]

808. DCG (1971) 127. [Regresar]

809. CIC 775.3. [Regresar]

810. Cf DCG (1971) 129. [Regresar]

811. AG 38a; cf CIC 756.1-2. [Regresar]

812. Juan Pablo II, Alocución A los Obispos de Estados Unidos de América (16 Septiembre 1987) 4: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, X, 3 (1987) 556. La expresión ha sido recogida por la Congregación para la Doctrina de la Fe, Communionis Notio 13: l.c. 846. [Regresar]

813. Constitución apostólica Pastor Bonus, art. 1. Esta Constitución (28 junio 1988) trata de la reforma de la Curia Romana que fue pedida por el Concilio: cf CD 9. Una primera reforma fue promulgada con la Constitución apostólica de Pablo VI Regimini Ecclesiae universae (18 agosto 1967): AAS 59 (1967) pp. 885-928. [Regresar]

814. Ver los nn. 282-285 del presente capítulo. [Regresar]

815. PB 94. [Regresar]

816. RM 33. [Regresar]

817. Ibidem. [Regresar]

818. CD 17a: "Las diversas formas de apostolado han de estar oportunamente coordinadas e íntimamente unidas entre sí, bajo la dirección del Obispo, de modo que todas las iniciativas y actividades de carácter catequético, misionero, caritativo, social, familiar, escolar y de cualquier otro trabajo con fines pastorales, sean conducidas a una acción concorde por la que resplandezca más claramente la unidad de toda la diócesis". [Regresar]

819. Cf Cuarta Parte, cap. 2: "La catequesis por edades". [Regresar]

820. CT 45b. [Regresar]

821. Ibidem. [Regresar]

822. Cf DCG (1971) 20, donde se indica cómo las demás formas de catequesis "se ordenan" (ordinantur) a la catequesis de adultos. [Regresar]

823. CT 18d. [Regresar]

824. RM 33. [Regresar]

825. Ibidem. [Regresar]

826. CT 19. 42. [Regresar]

827. Cf AG 11-15. El concepto de evangelización como un proceso estructurado en etapas ha sido analizado en la Primera Parte, cap. 1: "El proceso de la evangelización". [Regresar]

828. CT 67b. [Regresar]

829. DCG (1971) 100. [Regresar]

830. Cf Quinta Parte, cap. 5. [Regresar]

831. DCG (1971) 102; cf Exposición introductoria 16. [Regresar]

832. Cf DCG (1971) 117 y 134; PB 94. [Regresar]

833. Acerca de este conjunto de libros catequéticos, Catechesi Tradendae dice: "Uno de los aspectos más interesantes del florecimiento actual de la catequesis consiste en la renovación y multiplicación de los libros catequéticos que en la Iglesia se ha verificado un poco por doquier. Han visto la luz obras numerosas y muy logradas, y constituyen una verdadera riqueza al servicio de la enseñanza catequética" (CT 49). DCG (1971) 120 define los "Textos didácticos" del siguiente modo: "Los textos didácticos son medios complementarios ofrecidos a la comunidad cristiana, a la cual incumbe la catequesis. Ningún texto puede sustituir la comunicación viva del mensaje cristiano. Sin embargo, los textos tienen gran importancia, porque sirven para una más amplia explicación de los documentos de la tradición cristiana y de los elementos, que favorecen la actividad catequética". [Regresar]

834. Respecto a las guías, DCG (1971) 121 indica lo que deben contener: "La explicación del mensaje de la salvación (con una constante referencia a las fuentes y con una clara distinción entre lo que pertenece a la fe y a la doctrina que se ha de creer, y lo que son meras opiniones de los teólogos); consejos psicológicos y pedagógicos y sugerencias relativas al método". [Regresar]

835. Cf Tercera Parte, cap. 2 La comunicación social; DCG (1971) 122. [Regresar]

836. CT 49b. [Regresar]

837. Ibidem. [Regresar]

838. Ibidem. [Regresar]

839. La cuestión de los Catecismos locales ha sido tratada en la Segunda Parte, cap. 2: "Los Catecismos en las Iglesias locales". Aquí se dan solamente algunos criterios para su elaboración. Con la denominación "Catecismos locales", el presente documento se refiere a los Catecismos propuestos por las Iglesias particulares o por las Conferencias episcopales. [Regresar]

840. FD 4c. [Regresar]

841. CT 50. [Regresar]

842. DCG (1971) 119, 134; CIC 775, 2; PB 94. [Regresar]

843. Cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Communionis Notio 9: l.c. 843. [Regresar]

844. Cf EN, 75a. [Regresar]

845. Cf EN, 75d. [Regresar]

846. RM, 21. [Regresar]

847. Cf CT, 72. [Regresar]

848. CT 72a. [Regresar]

849. CT 73. [Regresar]