Historia de las diócesis católicas en Rusia

El reproche que con insistencia algunos dirigin a la Iglesia católica es que ha "invadido" el territorio ruso, que ellos consideran "ortodoxo". En realidad, ese fenòmeno comenzó en los siglos pasados y no ciertamente por voluntad de la Iglesia católica. Al contrario, fue un acontecimiento muy doloroso, porque las deportaciones programadas primero por los Zares y luego por Stalin afectaron a fieles catòlicos provenientes de naciones europeas, obligándolos a dispersarse por todo el inmenso territorio ruso.

Para una primera ralación documentada y detallada de dicha "invasión" católica en Rusia, basta consultar el anuario de la archidiócesis de Mohilev del año 1858, en el que, entre otras cosas, figura la clàusula siguiente: "Se puede imprimir con la obligación de presentar al Comité de censura un número de ejemplares previstos por la ley".

Según el mencionado anuario, resulta que en 1858, en el territorio de la actual República Rusia había 112.799 fieles católicos, pertenecientes a la archidiócesis de Mohilev, con 21 parroquias en la zona y una decena en la zona asiática.

El 3 de diciembre de 1773, la emperatriz Catalina II había instituido, con decreto y sin previo acuerdo con la Santa Sede, el "episcopado bielorruso", con sede en Mohilev.

Posteriormente, y anticipado la decisión de la Santa Sede, Catalina II, con decreto del 28 de enero de 1782, suprimió el "episcopado bielorruso", creando en su lugar el arzobispado de Mohilev, destinado a comprender en sus confines todo el imperio ruso. Una vez establecidas relaciones diplomáticas con la Rusia zarista, el Papa Pío VI, con la Bula Onerose pastorelis del 15 de abril de 1783, autorizó al nuncio en Polonia, mons. Giovanni Archetti, a que procediera a la erección canónica del arzobispado de Mohilev. El nuncio llevó a término el encargo, y con el documento Pastoralis sollicitudo, del 21 de diciembre de 1783, erigió la archidiócesis de Mohilev, la cual se convirtió así en la mayor circunscripción eclesiástica del mundo, coincidiendo con los confines del Imperio ruso y comprendiendo todas las provincias, incluso las de la parte oriental

Hay que tener presente que la ortodoxia era considerada comúnmente la religión tradicional de los rusos y, en consecuencia la Iglesia ortodoxa, desde el momento de la creación del Santo Sínodo en lugar del suprimido Patriarcado de Moscú en el año 1720, era considerada Iglesia de Estado.

El poder civil y sobre todo el Zar, en virtud de la "estatalización" de la Iglesia, definían como debían ser las relaciones entre la Iglesia ortodoxa y la católica. Efectivamente, con el Decreto de Tolerancia de Nicolas II, del 28 de abril de 1905 se establecieron los criterios de base para regular las relaciones recíprocas entre las dos Iglesias en el imperio ruso. Sin embargo, el periodo de tolerancia duró demasiado poco para que se pudiese elaborar una plataforma de colaboración.

El aumento numérico de los fieles católicos en el imperio ruso hay que atribuirlo a varios factores, entre ellos, la ocupación rusa de los grandes territorios del Estado polaco-lituano, como consecuencia de las tres reparticiones de ese país; la llegada de los colonos alemanes; las deportaciones en masa de los católicos del reino de Polonia a los territorios del imperio ruso; la emigración Rusa de polacos y lituanos a causa del desempleo. También la llegada de los católicos a los territorios de Siberia tuvo como factores determinantes la colonización alemana y las deportaciones en masa, en su mayor parte de polacos.

De este modo, el catolicismo se fue difundiendo primero en los territorios del imperio zarista y luego en los del imperio soviético.

En el año 1915 había registradas en la aprte europea de la actual Rusia más de 80 parroquias con casi 220.000 fieles católicos, y en la parte siberiana más de 40 parroquias con casi 140.000 fieles. De estas cifras queda excluida la diócesis de Tiraspol, con sede en Saratov, porque a ella pertencían los territorios del Volga (Povolze) y de Ucrania del sur, y por ello es difícil diferenciar los datos estadísticos relativos a Rusia de los concernientes a Ucrania.

A comienzos de la década de 1920, y ya después de las primeras víctimas del régimen bolchevique, la administración de la Iglesia católica en al Rusia actual se presentaba configurada del siguiente modo:

La archidiócesis de Mohilev se extendía por todo el territorio de la Rusia europea y de la Bielorrusia oriental.

A la diócesis de Tiraspol, con sede en Saratov, pertenecían los territorios del Volga (Povolze) y de Ucrania del sur.

La diócesis de Vladivostok, instituida el 2 de febrero de 1923, se extendía por el territorio de la Siberia central y del Extremo oriente.

El vicariato apóstolico de Siberia, erigido el 1 de diciembre, abarcaba las regiones de Irkutsk, Tomsk y Omsk.

En resumen, se puede decir que a comienzos de la década de 1920 había en el territorio de Rusia alrededor de 1.650.000 católicos, atendidos en 580 parroquias o iglesias por 397 sacerdotes.

Hasta la década de 1950 el número de los católicos aumentó de modo significativo, porque millones de personas fueron obligadas, con la violencia y el terror, a trasladarse a los territorios se Siberia y Kazajstán, y con esas deportaciones se formaron grandes aglomeraciones de católicos también en Siberia.

Sin embargo, es difícil, en la situación actual, determinar el número exacto de los católicos presentes en el territorio de la Federación Rusa. Se puede afirmar, no lejos de la verdad, que actualmente en toda la Federación Rusa el número de los católicos es aproximadamente 1.300.000.

Con la elevación de las cuatro administraciones apostólicas actuales a diócesis y la creación de la sede metropolitana en la Federación Rusa, Su Santidad Juan Pablo II quiere responder concretamente a la solicitud pastoral con respecto a cuantos han elegido y reconocido libremente en la Iglesia católica la propia "casa" o "familia". No se trata propiamente de introducir nuevas estructuras eclesiásticas en aquellos territorios, sino más bien de restaurar las ya existentes, adaptándolas a la situación presente.

El incremento actual del número de católicos en la Federación Rusa no es consecuencia ciertamente del paso de los fieles ortodoxos a la Iglesia católica. Los nuevos católicos provienen más bien de ambientes habitualmente alejados de toda religión. Al entrar en contacto con la Iglesia católica, solicitan el bautismo y formar parte de ella. Ello es suficiente para descartar toda hipótesis o acusación de proselitismo que con frecuencia se formulan con cierta aproximación, evidentemente basándose en una inadecuada o parcial lectura de los hechos. Por tanto, no se puede aceptar la equiparación que hacen algunos entre el fenómeno del proselitismo y la obligación misionera de la Iglesia. Los discípulos de Cristo no pueden olvidar el mandamiento del Señor a los Apóstoles: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt. 28, 19)

Es preciso hacer notar también que en los ambientes religiosos y culturales de la ortodoxia, no pocos consideran que Rusia puede beneficiarse de la presencia en su territorio de comunidades católicas numéricamente modestas, pero religiosamente con vitalidad. Estas de ningún modo pretenden cambiar la identidad cultural de un pais que se consideran capaces de hacerlo.

Históricamente ha sucedido que en el territorio del que hablamos se ha abatido en varias ocasiones la dura tormenta de la persecución religiosa. El renacimiento eclesial que siguió a la caída de un ordenamiento estatal contrario a la dignidad y a la libertad del hombre es una empresa que requiere unidad de intentos para llevar la palabra de vida y los dones de gracia a cuantos no conocen a Cristo y el Evangelio, en la comunión que brota del único bautismo.

Rusia ha firmado Convenciones internacionales que prevén, entre otras cosas, el derecho a la libertad de conciencia y de religión, atribuyéndolo no a los territorios, sino a la persona humana individual y las comunidades de creyentes son los titulares de ese derecho y no los territorios o las naciones. También en ese sentido, y fiel a la enseñanza del concilio Vaticano II, la Iglesia católica respeta la inicitaiva de la Iglesia ortodoxa de eirigir las estructuras de gobierno pastoral que considera necesarias para asegurar la asistencia religiosa a sus fieles esparcidos por todo el mundo respeto cuando se trata de organizar una adecuada asistencia religiosa para sus fieles que aun descendiendo, en gran parte, de padres de nacionalidad diversa, con cuidadanos rusos a todos los efectos y en general no hablan más que ruso.