CONGREGATIO PRO CLERICIS

 

 

Universalis Presbyterorum Conventus

"Sacerdotes, forjadores de Santos

para el nuevo milenio"

siguiendo las huellas del apóstol Pablo

 

 

 

 

Card. Georg Sterzinsky, Arzobispo de Berlín

 

La Palabra edificante en la comunidad

Laudes

Viernes 22 octubre 2004

Ef 4,29-32

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Malta

 

Después de las argumentaciones teológicamente profundas sobre el designio salvífico de Dios y después de las reflexiones significativas para la eclesiología, el autor de la Carta a los Efesios habla de manera consoladora y paranética. De tal manera saca las consecuencias para la vida práctica. Enseñanza y práctica caminan al unísono. Cada enseñanza en el seno del Evangelio pretende ser una exhortación y cada exhortación se basa en la enseñanza.

Las exhortaciones del Apóstol, en primer lugar, son de tipo general. Son extraidas enteramente de las afirmaciones eclesiológicas y se basan en la solicitud por la unidad de la Iglesia (4,1-24), a tal punto que no se divisa aún la cotidianidad de la comunidad.

Con el versículo 25 las exhortaciones adquieren una forma concreta, a tal punto que algunos comentaristas las juzgan no sólo realísticas, sino demasiado simples y por lo tanto banales, porque existe su correspondiente en la filosofía popular histórica.

Sería mejor prestar atención a la cercanía con la literatura hebrea y sobre todo observar que en todo realismo son claras las referencias a la comunidad y al Baustismo, como así también a los conceptos de presencia del Espíritu de Dios y del ejemplo vinculante de Jesucristo.

En última instancia nos podríamos preguntar si el autor de la Carta piensa en una determinada comunidad o bien la condicione a una comunidad de neófitos, cuya conversión se cumple en el curso de un largo camino, aún después de la iniciación.

Para nosostros los versos que hemos escuchado hace un momento en las Alabanzas, deberían representar una exhortación para reflexionar sobre el significado que la palabra edificante reviste en la comunidad para la formación de los Santos.

No se trata de la Palaba Kerygmatica del Evangelio, que edifica la comunidad. Esto sería de gran significado, pero se trata de otro tema. Aquí nos referimos a la palabra en relación a la comunidad y al interior de la misma.

La recta palabra edifica la comunidad y ninguno de nosotros puede ponerlo en duda.

Más aún, tal vez podríamos contar también experiencias negativas, en cuanto se trata de la dimensión humana, hasta demasiado humana. Alguno podría ciertamente contar en qué modo ha sido herido por las palabras. No es necesario esconderlo, pero quien se lamenta debe hacerse un exámen de conciencia y preguntarse si por casualidad no haya él mismo herido a alguien mediante el rechazo, la calumnia y el descrédito.Un proverbio alemán dice: "quien grita en el bosque, no recibe sino su propia voz". ¿Pero quién ha gritado primero?

Los cristianos frecuentemente son criticados: serían un grupo que se pelea. Se puede tratar de peleas entre las confesiones, entre las comunidadees, entre comunidad y el obispo, en el interior de las parroquias, en el interior del grupo pastoral. Y, queda fuera de ninguna duda, que la credibilidad del mensaje se resiente inmensamente de manera negativa por estas controversias.Una comunidad que se pelea no es ciertamente atractiva.

Por el contrario, de la historia de los Apóstoles existe una la imágen positiva (Cf. 4,32): "Eran un sólo corazón y una sola alma" . Luego se dice de los primeros cristianos: "Miren, cómo se aman los unos a los otros" (Didachè). ¡Esto es atrayente! ¡Así las comunidades son edificadas! Así una comunidad es misionera.

Además es importante que cada miembro de la comunidad escuche palabras edificantes. Quien llora, tiene necesidad de una palabra de consuelo. Quien está desanimado, tiene necesidad de que se lo anime. Quien es idolente, tiene necesidad de una palabra estimulante, aunque se le diga lo que ya sabe. Un conocido psicólogo afirma: "la palabra de la que tienes necesidad, no puedes decírtela tú mismo".

Y quien se equivoca, tiene necesidad de una palabra que la haga volver sobre sus pasos. Esta palabra debe hacer entender que quiere servir de ayuda. "Con una lágrima de miel se atrapan más moscas que un barril de vinagre", se dice en alemán.

¿Son todas cosas obvias? Tal vez. En todo caso, también los paganos las conocían. Los cristianos sin embargo tienen una motivación específica: "No ofendan al Espíritu Santo, del que llevan el sello por los días de la liberación". Con esto se recuerda al Bautismo: "El sello del Espíritu es un signo de protección y de propiedad que se imprime con el Bautismo. La conducta de vida cristiana debe corresponderle. En vez, palabras no edificantes se le oponen y de tal modo afligen al Espíritu Santo.

¡Seamos realistas!También si queremos formar "santos" para el nuevo siglo, seremos siempre personas débiles y tendremos siempre que tratar con personas débiles. Cuando la historia de los apóstoles habla de quienes eran un sólo corazón y una sola alma, se refiere a una comunidad que vivía en comunión de bienes. Entre nosostros hay Ordenes que se empeñan en emular este ideal. Ellos saben cuán esforzado es vivir en alegría y concordia. "Cada comunidad y cada sociedad, aunque sin comunión de bienes, debería comprometerse para llegar a ser un sólo corazón y una sola alma".

¡Como ya he dicho, seamos realistas! La Carta a los Efesios considera posible entre los bautizados lo que está nombrado en las lista de los males, es decir: pereza, desdén, ira, clamor y malisdiscencia, pero presenta el modelo de Dios: "Sean benévolos los unos hacia los otros, misericordiosos, perdónense mutuamente como Dios los ha perdonado a ustedes en Cristo". Este es el compromiso de los cristianos y les permite también a ellos edificar y perseverar como comunidad y como Iglesia en la misericordia y el perdón.

Como demuestra también la realidad de nuestras comunidades y parroquias, estamos comprometidos en el deber y en el ideal de edificar las comunidades en las cuales las palabras creen y no destruyan, en las cuales no se calla de manera indiferente o áspera, sino que se habla con palabras útiles para todos.

El autor de las carta a los Efesios sabe que una vida conducida en un clima alegre es un don de la gracia de Dios. Y aún, él también exhorta: ¡hablen como cristianos! Y promete: así recibirán el don de la palabra edificante.

Amén.