ACTO DE CONSAGRACION A MARIA

Virgen María de Tá Pinu, Stella maris,

hemos venido aquí a Tu santuario de Gozo,

como peregrinos de la esperanza, con el saludo de Isabel en nuestros labios

y Tu canto a la misericordia divina en nuestro corazón.

Confiados, te entregamos, con nuestro ministerio sacerdotal para que,

conformados plenamente a Tu Hijo, Sumo y Eterno Sacerdote,

podamos llevar a todos los hombres al misterio de la Redención

y guiarlos por el camino de la santidad.

Tú, primicia de la vida nueva, custodia por todos nosotros nuestro "fiat"

que quiere ser un sí generoso, humilde y fecundo al servicio del Reino de Dios.

María, llena de gracia, Reina de la paz,

protege con tu delicada fuerza de madre nuestra vida sacerdotal:

arranca de ella todo lo que puede alejarnos de Tu Hijo,

y transfórmala en un camino seguro en el que todo hombre

pueda experimentar con alegría la misericordia divina,

encontrando a Aquel que es "luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1,9).

Tú que has plasmado los rasgos humanos del Verbo de la vida,

modélanos según la imagen santa del Resucitado,

para que quien se acerque a nosotros pueda oír su Palabra

y recibir como alimento el Pan de la vida que da unidad y paz.

María, Mujer "eucarística", Madre de la Esperanza, ¡danos a Jesús!

Tú que has ofrecido tu seno virginal para la encarnación del Verbo de Dios,

ayúdanos a vivir el Misterio de la Eucaristía

en completo don de nosotros mismos a Dios y a los hombres.

Tú eres el icono vivo de lo que Dios realiza en quien confía en Él,

en ti la libertad del Redentor ha exaltado la libertad de la criatura,

libertad de la esclavitud del demonio, del poder del pecado y la muerte.

Que nuestra vida sea una alabanza sin fin al Señor del cosmos y la historia

que se ha ocultado bajo la humildad de los signos eucarísticos y de nuestra existencia.

María, Madre de los sacerdotes, Madre de la Iglesia,

haz que Jesús sea siempre el centro de nuestro ministerio

y podamos permanecer en unión con Él en toda circunstancia.

A tu lado, contigo, a los pies de la Cruz, árbol de la nueva vida,

somos victoriosos y resucitaremos al final de los tiempos acogidos por tu Hijo.

Que Tú , la "toda santa", sostengas la santidad de nuestro sacerdocio,

para que sea signo eficaz elevado entre las gentes,

como "una ciudad colocada sobre un monte"

y "una lámpara sobre el candelero para que alumbre a todos" (Mt 5,14-15).

Amén.