Queridísimos
Sacerdotes:
Dentro de unas dos
semanas – viernes 19 de junio, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús –
podremos vivir un intenso momento de fe, muy unidos al Santo Padre y entre
nosotros, cuando en la Basílica Papal de San Pedro en el Vaticano celebraremos
las Vísperas e comenzaremos el Año Sacerdotal.
Estamos
ciertamente llamados a la conversión en cada día, pero en este Año lo somos en
una manera muy particular, juntamente a cuantos han recibido el don de la
Ordenación sacerdotal. ¿A qué debemos convertirnos? Conversión para ser siempre
más auténticamente aquello que somos, conversión hacia nuestra identidad
eclesial para un ministerio que sea absolutamente consecuente con dicha
identidad, con el fin de que una renovada y alegre conciencia del nuestro “ser”
determine nuestro “hacer”, o mejor, ofrezca el espacio a Cristo, Buen Pastor,
para que El pueda vivir dentro de nosotros y actuar a través de nosotros.
Nuestra
espiritualidad no puede ser otra que la de Cristo, único y Sumo Sacerdote del
Nuevo Testamento.
En este Año,
que el Sumo Pontífice ha providencialmente proclamado, buscaremos todos juntos
la referencia a la identidad de Cristo, Hijo de Dios, en comunión con el Padre
y el Espíritu Santo, hecho Hombre en las entrañas virginales de María; a su
misión de revelar al Padre y a su admirable diseño de salvación. Esta misión de
Cristo comporta también la construcción de la Iglesia: El Buen Pastor (cfr. Ju.
19, 1-21), que da su vida por la Iglesia (cfr. Ef. 5, 25).
Convertirse sí
cada día para que el estilo de vida de Cristo sea cada vez más el estilo de
cada uno de nosotros.
Debemos ser para los hombres, debemos
comprometernos a vivir en comunión con el santo y divino amor con la gente; una
amor que da la vida (he aquí incisa la riqueza del sagrado celibato), que
obliga a la solidariedad auténtica con los que sufren y con los pobres de toda
pobreza.
Debemos ser obreros para la construcción de la única
Iglesia de Cristo por lo cual debemos vivir fielmente la comunión de amor
con el Papa, con los Obispos, con los hermanos sacerdotes y con los fieles.
Debemos vivir la comunión con camino jamás interrumpido de la Iglesia en el
interior del Cuerpo místico.
Debemos poder
correr espiritualmente en este Año “dilatato corde” correspondiendo a nuestra
vocación para así poder mejor decir con verdad: “no soy yo quien vive, es
Cristo que vive en mi” (Gal. 2, 20).
La santidad de
los sacerdotes esparce todo un beneficio al Cuerpo eclesial y es por eso que
los fieles ordenados – como también los seminaristas, religiosos, religiosas y
fieles laicos – todos juntos podremos encontrarnos en la Basílica Vaticana en
ocasión de la Vísperas presididas por el Santo Padre, después de haber acogido
la reliquia del corazón de aquel luminoso modelo, que es San Juan María
Vianney.
Todos aquellos
que no tendrán ocasión de estar presentes podrán unirse espiritualmente en sus
propios lugares.
Entrada a la
basílica a las 16,00.
Llegada de la
Reliquia a las 17,30. Seguirá la celebración de las Vísperas.
Los billetes
para la entrada se deberán pedir por medio de fax (+39 0669885863) a la
Prefectura de la Casa Pontificia y se entregarán un día antes en el “Portone di
Bronzo”, debajo de la columnata, al lado de la Basílica.
Los Sacerdotes
vestirán el hábito propio; los Religiosos el del Instituto al que pertenecen.
El Año
Sacerdotal terminara con una Reunión Internacional en Roma, los días 9-10-11 de
junio de 2010. Se dará amplia información sobre el tema durante este mes de
junio.
Todos cuantos
tengan interés en participar y para cualquier asunto pueden ponerse en contacto
con la “Opera Romana Pellegrinaggi”, Via della Pigna 13/a, I-00186 Roma – tel.
(0039)06-698961.
X Mauro Piacenza
Arzob. Tit. de
Vittoriana
Secretario