Anselmo Polanco Fontecha, Obispo

 

            Nació en Buenavista de Valdavia (Palencia) el 16 de abril de 1881, recibiendo el bautismo cinco días después y la confirmación el 20 de julio de 1889. Sus padres se llamaban Basilio y Ángela. Frecuentó la Preceptoría de Barriosuso, lugar cercano,  donde adquirió los conocimientos tanto de Latín como de Humanidades para poder ingresar en el noviciado de los Agustinos de Valladolid. Vistió el hábito en agosto de 1896 e hizo su primera profesión un año después. Visitado por una inoportuna enfermedad, tuvo que regresar al lado de sus padres durante una larga temporada. Restablecido, regresó para continuar los estudios de Filosofía y Teología en Valladolid y después en el Monasterio de Santa María de La Vid (Burgos) donde estudió entre 1900 y 1904. Hizo su profesión solemne en 1900, fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1904 y celebró su primera Misa solemne el día de Navidad del mismo año.

Después de perfeccionar sus estudios en Alemania, donde aprendió nuevas técnicas pedagógicas, regresó a Valladolid para dedicarse a la formación e instrucción de los jóvenes religiosos. En 1909 fue nombrado maestro de los profesos y en 1913 pasó a enseñar Teología en el citado Monasterio de La Vid, hasta 1922. Entre este año y 1929, ocupó el cargo de superior de la casa de Valladolid, donde también fue director de estudios desde 1923. Su madre le dio este consejo: “Fuiste buen hijo para tus padres, sé ahora buen padre para con tus hijos”. El capítulo provincial de 1929 lo eligió consejero de la Provincia de Filipinas, y se trasladó a aquellas Islas. Ocupó después, entre los años 1933 y 1935, el cargo de Provincial, y se trasladó a España, sede de la amplia provincia religiosa a la que pertenecían las Islas Filipinas. En virtud de su cargo, tuvo que emprender viajes por el amplio territorio de su Provincia religiosa: China, Japón, Estados Unidos, Argentina, Colombia, Italia, Perú, para visitar sus comunidades. No había terminado su mandato cuando el 21 de junio de 1935 el papa Pío XI le nombró obispo de Teruel-Albarracín. Recibió la consagración episcopal en Valladolid el 24 de agosto de 1935, tomando posesión de la diócesis el día 7 de octubre. Su lema era “Yo de muy buena gana me gastaré y desgastaré por vuestras almas” (2 Cor 12,15). Se distinguió por su celo pastoral e inimitable naturalidad y sencillez. Durante los años de la guerra, el Obispo Polanco no paró de visitar a los heridos por todas partes. En esta situación falleció su madre. Acudió a darle cristiana sepultura en su pueblo natal. De regreso a la ciudad asediada, tanto Mons. Antoniuti, de la Nunciatura, como sus hermanos Agustinos de Valladolid y Zaragoza le aconsejaron que se quedara con ellos hasta que pasara el peligro. Les respondió con estas palabras: “El pastor debe estar donde están sus ovejas”. Nunca despreció a los que atacaban su ciudad con palabras despectivas. Decía sencillamente que eran hermanos equivocados.

            Cuando Teruel fue asediada y cayó en manos del ejército republicano el 7 de enero de 1938, el prelado, que residía en el convento de Santa Clara porque las bombas habían destruido el Seminario, fue hecho prisionero, lo que tuvo gran resonancia en la prensa española y extranjera. Junto con su secretario D. Felipe Ripoll, fue conducido en coche primero a Rubielos de Mora (Teruel) y luego en tren hasta Valencia, donde los recluyeron en la cárcel de San Miguel de los Reyes, antiguo monasterio cisterciense. Sufrieron toda clase de vejaciones, humillaciones y desprecios tanto en Valencia como en Barcelona adonde fueron llevados el 17 de enero. Lo visitaron célebres personas aconsejándole que quitara su firma de la carta colectiva episcopal que, juntamente con sus hermanos obispos, había firmado el 1 de julio de 1937. Acudieron a visitarle don José Antonio Aguirre, leendakari de los vascos; don Manuel Irujo, ministro de justicia; el canónigo Onaindía; el vicario diocesano de Barcelona Sr. Torrent, y hasta el mismo ministro de guerra don Indalecio Prieto, quienes le aconsejaban que se desdijera de lo que había firmado. El P. Polanco manifestó algunas observaciones a lo que le pedían y dijo que estaba completamente de acuerdo con lo que había rubricado. Sólo ponía dos objeciones: que se había firmado tarde y que no se indicaban en su totalidad los crímenes cometidos. Cuando se retiraron las tropas republicanas hacia la frontera francesa, los oficiales de prisiones llevaron consigo a algunos detenidos, entre ellos el Obispo de Teruel y su secretario. El 24 de enero de 1939, el P. Polanco y sus compañeros fueron conducidos en tren a Ripoll (Girona). Desde allí, les obligaron a marchar a pie al anochecer del día 27 hasta Sant Joan de les Abadesses (Girona), donde llegaron el día 29. Al mediodía, el Obispo, los sacerdotes que le acompañaban y otros prisioneros fueron hacinados en un camión que los llevó en dirección a Figueres (Girona). Ya casi en la frontera, el 3 de febrero estaban encerrados en la masía del Dr. Cuffí en Pont de Molins (Girona). Unos milicianos de tropas descontroladas, arrebataron a los oficiales de prisiones sus rehenes. A empujones los subieron en un camión, los desvalijaron y los ataron de dos en dos. El 7 de febrero de 1939, al llegar al barranco de Can Tretze, en Pont de Molins, fusilaron a los 42 prisioneros, quemaron sus cuerpos y los arrojaron a la hondonada. Entre ellos estaban el Obispo Anselmo Polanco, de 57 años, y su vicario don Felipe Ripoll, que habían sido apresados sólo por su fe en Jesucristo. El día 17 un pastor encontró los cadáveres. Dos días más tarde fueron enterrados en el cementerio de Pont de Molins en una fosa común. El 3 de marzo exhumaron los restos del Obispo Polanco y de su secretario y, pasando por Barcelona y Zaragoza, los llevaron a Teruel y los sepultaron en la capilla de Santa Emerenciana de la Catedral. En 1999 fueron trasladados a la cripta bajo el altar mayor, donde actualmente se veneran.

            Beatificado en Roma el 1 de octubre de 1995.

 

En: González Rodríguez, Mª E., Los primeros 479 santos y beatos mártires del siglo XX en España. Quiénes son y de dónde vienen. Editorial EDICE, Madrid 2008, pp.209-210.