BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro
Miércoles 5 de mayo de 2010

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Munus sanctificandi

Queridos hermanos y hermanas:

Quisiera hablar hoy de la misión de santificar de los sacerdotes. Santificar una persona significa ponerla en contacto con Dios, con el ser de Dios que es verdad absoluta, bondad, amor y belleza. Esto no puede venir como fruto del esfuerzo del hombre, sino que es Dios mismo quien lo realiza. Parte esencial de la gracia del sacerdocio es el don y la misión de crear este contacto, que se realiza en el anuncio de la palabra de Dios y, de un modo particularmente denso, en los sacramentos. En efecto, la salvación sólo la podemos recibir de Dios, que nos atrae y obra en nosotros por medio de realidades materiales, que Él mismo ha escogido. Es preciso, pues, que los sacerdotes se dediquen con generosidad a la administración de los sacramentos, a dar a sus hermanos el tesoro de gracia que Dios ha puesto en sus manos, no como dueños, sino como servidores. Y, junto a esto, ayudar a los fieles a vivir plenamente la liturgia, el culto y los sacramentos como don divino gratuito y eficaz para la salvación.

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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, República Dominicana, Costa Rica, Argentina, México, Ecuador y otros países latinoamericanos. Invito a todos a acompañar con vuestra plegaria y afecto a los sacerdotes, por medio de los cuales Cristo se hace verdaderamente presente y nos salva. Muchas gracias.

 

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