MENSAJE A LOS SACERDOTES Y DIÁCONOS

DEL PREFCTO DE LA

CONGREGACIÓN PARA EL CLERO,

S.E.R. Mons. MAURO PIACENZA

ARZOBISPO TIT. DE VITTORIANA

 

 

Vaticano a 8 de octubre de 2010

 

 

Queridísimos Sacerdotes y Diáconos:

 

         En el momento en el que el Santo Padre ha tenido la bondad de nombrarme nuevo Prefecto deseo enviar a cada uno mi saludo más cordial.

 

         El Año Sacerdotal, hace poco terminado, permanece ante nosotros, sea en sus contenidos, sea en su modelo de santidad, San Juan María Vianney. En sus contenidos es todo aquello que hay que recibir plenamente en el ámbito de la formación – inicial y permanente del Clero – sobre todo mirando a la centralidad, que se ha querido reconocer a la Eucaristía, celebrada y adorada; en el modelo de santidad propuesto refulge la heroica participación del Cura de Ars en su donación a Cristo a favor de la vida de los hombres y tal testimonio nos empuja continuamente a ofrecernos al Señor “en sacrificio de suave olor”.

 

         Delante de las tempestades del “mar de este mundo”, Jesús de Nazaret repite a sus discípulos: “No tengáis miedo”. A la tentación del activismo y de la búsqueda espasmódica de soluciones humanas –  ¡demasiado humanas! – El responde con la suave invitación: “Permaneced en mi amor” (Jn. 15,9).

 

         Como indicado por el Santo Padre Benedicto XVI: “Si continuamos a leer detenidamente este fragmento del Evangelio de Juan, encontramos también un segundo imperativo: “Permaneced” y “Observad mis mandamientos”. “Observad” es sólo el segundo nivel; el primero es aquel de “permanecer”, el nivel ontológico, esto es, que estemos unidos a El, que se ha dado anticipadamente, que ya ha dado su amor, el fruto. No somos nosotros quienes debemos producir el gran fruto; el cristianismo no es un moralismo, no somos nosotros quienes debemos hacer cuanto Dios espera del mundo; pero debemos entrar en este misterio ontológico: Dios se da El mismo. Su ser, su amar precede nuestro hacer y, en el contexto de su Cuerpo, el contexto de estar con El, identificándose con El, ennoblecidos con su Sangre, podemos también nosotros hacer como Cristo” (Visita al Seminario Romano Mayor, 12. 02. 2010).

 

         Queridos amigos, es propiamente éste el primado de la ontología sobre la ética, del “estar” sobre el “hacer”, la garantía, la única garantía posible y la fecundidad de nuestro apostolado.

 

         Ante la imperante secularización y el divagante relativismo, el Beato Cardenal J. H. Newman nos recuerda que: “Demasiadas veces el cristianismo se ha encontrado en aquello que parecía un peligro mortal; ¿por qué ahora debemos atemorizarnos ante esta nueva prueba? Esto es absolutamente cierto; lo que es incierto – y en estos grandes desafíos ciertamente lo es  y representa una gran sorpresa para todos – es la manera en la que, una vez después de otra, la Providencia protege y salva a sus elegidos. A veces, el enemigos se transforma en amigos, a veces se logra desnudarlo de su virulencia y agresividad, a veces cae a pedazos por sí mismo, a veces infiere cuanto basta a nuestro favor y después desaparece. Normalmente la Iglesia no debe hacer otra cosa que continuar haciendo aquello que debe hacer, en confianza y la paz, estar tranquila y esperar la salvación de Dios” (Billete Speech, 12 mayo 1879).

 

         Con estos sentimientos de profunda y radical confianza en el Señor de la Iglesia y de la historia, en el Señor de mi existencia sacerdotal y de la vuestra, os pido un particular recuerdo en la oración, mientras aseguro mi pastoral solicitud y una especial entrega a la potente protección de la Beata Virgen María, que es Madre de los Sacerdotes con un título especialísimo.

 

              

 

 

X Mauro Piacenza

Arz. Titular de Vittoriana

Prefecto