III°
CONGRESO CATEQUISTICO NACIONAL
ARGENTINA
MAYO 2012
SEGUNDA CONFERENCIA
Sumario: 1. ¿Qué es la Catequesis? Un
poco de historia; - 2. La elección de la catequesis de Iniciación Cristiana
catecumenal para la situación actual
1. ¿Qué es la Catequesis?
Así pues, hemos sido convocados, por tercera vez,
por nuestros Pastores para seguir reflexionando y tomar decisiones adecuadas
para contribuir de este modo a la renovación y fortalecimiento de la catequesis
en Argentina. El Congreso nos pide reflexionar sobre la Relación entre Primer Anuncio, Iniciación Cristiana y Catequesis
Permanente en clave misionera.
Providencialmente, el Congreso se celebra a las
puertas del Año de la Fe. Indudablemente, el Espíritu de Jesús esta aquí entre
nosotros para guiarnos, iluminando nuestras mentes y disponiendo nuestros
corazones para acertar en propuestas concretas y eficaces en favor de la
catequesis en Argentina.
Pero ¿qué es la catequesis?: «Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados
en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que
Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe, tengan la vida en su nombre y
para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo
(cf Juan Pablo II, CT, 2) » (CCC, 4).
Es, por tanto, una compleja tarea que comporta
diversos aspectos: hacer discípulos, es decir personas que creen que Jesús de
Nazaret es el Hijo de Dios; esta fe
engendra a la vida sobrenatural, a la vida de la fe, que es necesario instruir
y educar para, de este modo, construir el Cuerpo de Cristo.
Ya desde el prólogo, el Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una presentación de los
grandes momentos de la historia de la catequesis (nn. 4-10). Su historia
muestra cómo la catequesis se haya ido constituyendo, poco a poco, para
responder a las necesidades emergentes de cada momento histórico. La historia
de la catequesis muestra como ha sido siempre un “ministerio” muy cercano a la
realidad concreta, a las necesidades y emergencias del momento, a la practica: “de ella hay que partir para volver a ella”
(SENAC, 64)
La Iglesia de los primeros siglos se fue
construyendo alrededor del catecumenado, cuyos elementos fundamentales fueron:
la transmisión del contenido de la fe, la liturgia (sobre todo los sacramentos
de la iniciación cristiana), el ingreso progresivo en la comunidad cristiana,
la transformación de la vida según el modelo de Cristo.
Todo el proceso era organizado según diversas
etapas, desde la admisión entre los catecúmenos hasta la participación en los
sacramentos de la iniciación y las catequesis mistagógicas. De toda aquella
catequesis nos quedó una riquísima herencia de predicación y catequesis
patrística valida para la Iglesia de todos los tiempos y una especie de
nostalgia que nos lleva a mirarla siempre como la edad de oro de la catequesis.
Después, a través de la distintas épocas, y bajo las
formas más diversas, el Espíritu Santo – que siempre asiste a la Iglesia, que
es fuerza de evangelización y esta, por así decir, lleno de fantasía – ha hecho
resonar su voz conforme la Iglesia andaba adquiriendo una mayor y nueva
conciencia de su ser, de su vida y de su misión.
Sobre todo en épocas de profundo cambio, la Iglesia
ha vuelto con particular atención su mirada a las fuentes, a sus origines para
responder a los problemas y desafíos nuevos que se iban presentando. Sabemos
por ejemplo que, el Concilio de Trento, para intentar responder a los desafíos
que presentaba la nueva visión del mundo del humanismo renacentista y de la
propuesta – rebelión protestante, presentó una elaboración global de la fe.
Sabemos que fue un tiempo de profunda renovación para toda la Iglesia.
La elaboración del Catecismo Romano y el nacimiento
de organizaciones pastorales y catequéticas adaptadas al tiempo, como la Compañía
de la doctrina cristiana con San Carlos Borromeo, junto a otras muchísimas
iniciativas (pienso a toda la actividad evangelizadora de San Juan de Avila,
por ejemplo) dieron frutos abundantísimos de los cuales todavía hoy nos
beneficiamos.
Podemos decir que el Concilio de Trento y todo lo que siguió en el campo
apostólico y, en particular, en el campo de la actividad catequística, creó una
verdadera identidad católica.
2. La elección de la
Catequesis de Iniciación Cristiana catecumenal
Hacer hoy una elección clara por una catequesis de
Iniciación Cristiana y una Catequesis Permanente de corte misionero no es otra
cosa sino un intento sincero, pensado y meditado para responder a las
necesidades emergentes que hoy presenta la evangelización en todas las partes
del mundo.
La Argentina no esta fuera de esta fuerte urgencia
de nueva evangelización que hoy percibimos todos los creyentes en Cristo.
La encuesta realizada en 2008 sobre la situación
religiosa en Argentina, a la que hace referencia el documento preparatorio del
SENAC (n. 6.7 y ss.), revela el pluralismo y la diversidad presente en el campo
religioso, junto con la continuidad de una cultura cristiana. Según este
estudio, “soy religioso a mi manera”
y “me relaciono con Dios sin
intermediarios” parecen ser dos frases que resumen las formas de vivir la
religión en buena parte de la sociedad argentina contemporánea.
Sin embargo, a pesar del proceso de
descristianización, de desinstitucialización religiosa y de individuación y
subjetivación de la fe, en Argentina, gracias a Dios, prevalece una cultura
cristiana de largo espesor histórico que se expresa en las principales
creencias de los argentinos. Por ejemplo, el 91,8% de los argentinos creen
“mucho o algo” en Jesucristo; el 84,8% cree “mucho o algo” en el Espíritu
Santo; el 80,1% en la Virgen; el 78,2 en los ángeles y el 76,2 cree “mucho o
algo” en los santos.
A propósito de estos datos, me parece que todos
estamos de acuerdo hoy en reconocer la grande importancia que la, así llamada,
piedad popular, tiene en la conservación de la fe en nuestro pueblo y, por
tanto, la gran conveniencia de asumirla
con toda su riqueza religiosa y sus valores innegables y de ayudarla a superar los riesgos de
fanatismo, de superstición, de sincretismo y de ignorancia religiosa. Todos hoy
estamos de acuerdo en que bien orientada, esta religiosidad popular puede ser,
cada vez más, para nuestro pueblo, un verdadero encuentro con Dios en
Jesucristo (SENAC, 5).
Este tipo de encuestas o constataciones, a las que
hacíamos referencia anteriormente y que son tan frecuentes en estos últimos
años, realizadas a nivel nacional, continental o mundial, nos deben hacer
realistas para saber ver las luces y las sombras, los logros y los fracasos. En
ningún caso, para caer en el desanimo; al revés, deben espronarnos para
proseguir en este empeño de la nueva evangelización y, por tanto, de una nueva
catequesis, nueva «en su ardor, en sus
métodos, en su expresión» (Juan Pablo II, Discurso a la XIX Asamblea del CELAM, 9 de marzo de 1983, AAS 75
(1983), 778). Sin caer en un nuevo “nominalismo”,
de frases bellas paro vacías porque pocos las llevan a la practica, cayendo de
nuevo en aquel peligro de “gatopardiana”
memoria: que algo cambie para que todo continúe igual”.