III
Domingo de Adviento – “Gaudete”
Citaciones:
Is 35,1-10: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/9abtgobc.htm
Jc 5,7-11: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/9ak03ye.htm
Mt 11,2-15: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/9adfnzk.htm
El austero Juan el
Bautista, primo de Jesús, hijo de Isabel y Zacarías, es llamado en la Escritura
“el amigo que se alegra con la llegada del Esposo” (Jn 3,29).
El Bautista, dado a
conocer por Jesús como “Elías que debe venir” (Mt 11,14), se nos presenta en la
fragilidad de su fe. Los signos realizados por Jesús lo dejan en duda, no sabe
reconocer la presencia del Mesías. Necesita ser sostenido en su fe por el mismo
Jesús, que lo invita y lo acompaña a releer los signos que realiza, a la luz de
las Escrituras.
La alegría de Juan el Bautista
al reconocer en Jesús al Mesías, es también nuestra misma alegría. Este
domingo, llamado “gaudete”, nos
invita a la alegría; a alegrarnos porque lo que nos fue anunciado por Isaías,
en la primera lectura, se cumple en las palabras y en los gestos de Jesús, el
Mesías: “Se abrirán los ojos de los ciegos, se destaparán los oídos de los
sordos, entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos
gritará de júbilo” (Is 35, 5-6).
Podemos sentir la
tentación de buscar a nuestro alrededor los ciegos, los sordos, los mudos...
Más difícil es descubrir, y sentir interiormente, que los verdaderos ciegos,
sordos, cojos y mudos somos nosotros mismos. Por eso se nos da esta hermosa
noticia: Dios viene a visitarnos y nos hará gustar su entrada en nuestra
historia, para abrirnos a la plenitud de la vida en el reino. Las “mochilas” de
nuestra vida están llenas de muchas cosas que nos impiden esperar vigilantes esta
visita. Somos poco capaces de convertirnos a lo esencial.
Juan el Bautista, en
cambio, con energía, nos señala lo esencial, nos lleva a lo esencial, nos abre
a lo esencial.
¡Cuántas cosas inútiles
llenan nuestra vida y a menudo terminan por causarnos daño, son nocivas,
pesadas, nos perturban!... ¡Cuántas cosas inútiles en nuestras familias!
Lo esencial nos lleva a
poner orden en nuestra vida. Es una disciplina que nos educa y que nos forma,
no para llenarnos de cosas, no para desbordarnos con necesidades sin sentido,
no para multiplicar nuestros ídolos, sino para hacer sitio a Dios y a los hermanos.
Lo esencial es la toma
de conciencia de que somos exiliados, peregrinos en camino hacia el Padre. Nuestra
verdadera realidad, la que se nos recuerda en este tiempo de Adviento, es que
nuestro camino es visitado por Dios y va hacia Dios, hacia el día sin
atardecer, en el que Dios será todo en todos. Este es el ejemplo que nos viene
de Juan el Bautista, de los exiliados, de los emigrantes, de los pobres..., que
no están ávidos de tantas cosas sino llenos de esperanza en una vida mejor, más
simple y esencial que, para nosotros que tenemos fe, es Dios mismo.
El Espíritu Santo, que
visitó a María, haciéndola Madre de Cristo y que preparó a Juan el Bautista
para anunciar la presencia del Mesías en el mundo, prepare también nuestro
corazón para acoger plenamente el don del Nacimiento del Señor, ya inminente.