El 16 de octubre de 2002, con motivo de la apertura del vigésimo quinto año de su pontificado, el Papa Juan Pablo II proclamaba un «Año del Rosario» y firmaba la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariæ (RV). «El Rosario de la Virgen María es una oración apreciada por numerosos Santos y fomentada por el Magisterio. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad... Sería imposible citar la multitud innumerable de Santos que han encontrado en el Rosario un auténtico camino de santificación. Bastará con recordar a san Luis María Grignion de Montfort, autor de una preciosa obra sobre el Rosario...» (Juan Pablo II, RV, 1, 8).