1 der Könige (BPD) 7
7 1 Salomón edificó también su casa, y tardó trece años en terminarla. 2 Construyó la sala llamada Bosque del Líbano, que medía cincuenta metros de largo, veinticinco de ancho y quince de alto. Estaba asentada sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con tirantes de cedro sobre las columnas. 3 En la parte superior, sobre los travesaños que había sobre las columnas –a razón de quince por cada hilera– , tenía un revestimiento de cedro. 4 Había además tres hileras de ventanas con marcos, dispuestas simétricamente una frente a otra, de tres en tres. 5 Todas esas aberturas y sus montantes eran de forma cuadrangular, y estaban una frente a otra, de tres en tres.
6 Él hizo también el Pórtico de las columnas, de veinticinco metros de largo por quince de ancho, y delante de él un vestíbulo con columnas y un alero sobre la fachada. 7 Hizo la sala del trono donde administraba justicia –la Sala del juicio– que estaba revestida de cedro desde el suelo hasta los postes del artesonado.
8 Su residencia personal, que daba al otro atrio, retirado del Pórtico, estaba construida en un estilo semejante. Y también hizo una casa, parecida a ese Pórtico, para la hija del Faraón con la que se había casado.
9 Todas estas construcciones estaban hechas con piedras seleccionadas, talladas a medida, cortadas con la sierra tanto del lado interior como del exterior, y esto, desde los cimientos hasta las cornisas y, por fuera, hasta el patio grande. 10 También los cimientos eran de piedras seleccionadas, grandes piedras de cinco y cuatro metros. 11 Sobre los cimientos, había piedras seleccionadas, talladas a medida, y madera de cedro. 12 El patio grande tenía a su alrededor tres hileras de piedras talladas y una hilera de tablas de cedro, iguales a las del atrio interior de la Casa del Señor y a las del vestíbulo de la Casa.
13 El rey Salomón mandó a buscar a Jirám de Tiro, 14 el hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, un natural de Tiro, había sido artesano del bronce, y él mismo estaba dotado de una gran habilidad, inteligencia y destreza para ejecutar toda clase de trabajos en bronce. Jirám se presentó ante el rey Salomón y ejecutó todos los trabajos que él le encomendó.
2 Crón. 3. 15-17
15 Jirám modeló las dos columnas de bronce. La altura de una columna era de nueve metros y un hilo de seis metros medía su contorno. La segunda columna era idéntica a la primera. 16 Él hizo además dos capiteles para colocarlos arriba de las columnas; estos eran de bronce fundido. La altura del primer capitel era de dos metros y medio, y el segundo tenía la misma altura. 17 Hizo unas molduras en forma de red y frisos en forma de guirnaldas para los capiteles que estaban encima de las columnas: siete para el primer capitel y siete para el segundo. 18 Hizo también las granadas: puso dos hileras alrededor de una de las redes, para cubrir los capiteles que remataban las columnas, y lo mismo hizo para el segundo capitel. 19 Los capiteles que estaban encima de las columnas, en el vestíbulo del Templo, tenían una moldura en forma de azucena y medían dos metros. 20 En los capiteles superpuestos a las dos columnas, también en la parte superior, a lo largo del ensanchamiento que estaba más allá de la red, había doscientas granadas distribuidas en hileras circulares, sobre los dos capiteles.
21 Él erigió esas columnas junto al vestíbulo del Templo: erigió la columna derecha, y la llamó Iaquín; erigió también la columna izquierda, y la llamó Boaz. 22 En lo alto de las columnas había una moldura en forma de azucena. Así quedó concluido el trabajo de las columnas.
2 Crón. 4. 2-5
23 Él hizo además el Mar de metal fundido, que medía cinco metros de diámetro y tenía forma circular; su altura era de dos metros y medio, y una cuerda de quince metros medía su circunferencia. 24 Debajo del borde, todo alrededor, tenía una orla de coloquíntidas –diez frutos cada medio metro– que rodeaban todo el contorno del Mar; había dos hileras de frutos, fundidos con el Mar en una sola pieza. 25 El Mar estaba asentado sobre doce toros, tres vueltos hacia el norte, tres hacia el oeste, tres hacia el sur y tres hacia el este. El Mar se elevaba por encima de ellos, que estaban con sus partes traseras vueltas hacia el interior. 26 Su espesor medía un palmo, y su borde tenía forma de copa, semejante al cáliz de una azucena. Su capacidad era de unos setenta mil litros.
27 Él hizo también los soportes de bronce. Cada soporte tenía dos metros de largo, dos de ancho y uno y medio de alto. 28 Estaban hechos de la siguiente manera: tenían unos paneles encuadrados en un armazón; 29 sobre esos paneles había figuras de leones, de toros y de querubines, y lo mismo sobre el armazón. Tanto arriba como abajo de los leones y toros había unos adornos en bajorrelieve. 30 Cada soporte tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes también de bronce, y refuerzos en sus cuatro patas. Estos refuerzos estaban fundidos debajo de los recipientes de agua, sobre el lado opuesto a los bajorrelieves. 31 La abertura para los recipientes estaba dentro de un círculo en forma de corona, que sobresalía medio metro; la abertura era redonda, hecha en forma de zócalo, y medía setenta y cinco centímetros. También el borde de la abertura estaba adornado con figuras esculpidas. Sus paneles eran cuadrados, no redondos. 32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los paneles, y los ejes de las ruedas estaban unidos a los soportes. La altura de cada rueda era de setenta y cinco centímetros. 33 Las ruedas estaban hechas como una rueda de carro. Sus ejes, sus llantas, sus rayos y sus cubos eran todos de metal fundido. 34 Había cuatro refuerzos en los cuatro ángulos de cada soporte, formando un mismo cuerpo con él. 35 Arriba del soporte había una pieza circular, de veinticinco centímetros de alto, formando un solo cuerpo con las manijas y paneles del soporte. 36 Sobre las planchas, las manijas y los paneles, Jirám grabó querubines, leones y palmeras, dondequiera había un espacio libre, con bajorrelieves alrededor. 37 Fue así como él hizo los diez soportes: cada uno con el mismo metal, la misma dimensión y el mismo diseño.
38 Además, hizo diez recipientes de bronce, con una capacidad de mil ochocientos litros cada uno. Cada recipiente medía dos metros, y había un recipiente sobre cada uno de los diez soportes. 39 Luego colocó los soportes, cinco al lado derecho de la Casa y cinco al lado izquierdo. En cuanto al Mar, lo colocó al lado derecho de la Casa, hacia el sudeste.
2 Crón. 4. 11 – 5. 1
40 Jirám hizo también las ollas, las palas y los aspersorios. Así terminó todo el trabajo que debía hacer para el rey Salomón en la Casa del Señor: 41 las dos columnas, las dos esferas de los capiteles que remataban las columnas, las dos redes para cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas; 42 las cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas para cada red, a fin de cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas; 43 los diez soportes y los diez recipientes sobre los soportes; 44 el Mar único y los doce toros que estaban debajo de él; 45 las ollas, las palas y los aspersorios. Todos esos objetos que hizo Jirám para el rey Salomón, en la Casa del Señor, eran de bronce bruñido. 46 Los fundió en la región del Jordán, sobre el suelo arcilloso, entre Sucot y Sartán. 47 A causa de su gran cantidad, no se pudo calcular el peso del bronce.
48 Salomón mandó hacer asimismo todos los objetos que estaban en la Casa del Señor: el altar de oro y la mesa sobre la que se ponía el pan de la ofrenda, hecha también de oro; 49 los candelabros, cinco a la derecha y cinco a la izquierda, delante del lugar santísimo, también de oro fino, con sus cálices, sus lámparas y sus pinzas de oro; 50 las navetas, los cuchillos, los aspersorios, las tazas y los incensarios de oro fino; los goznes de oro para las puertas del recinto interior –el Santo de los santos– y para las puertas de la nave central.
51 Así fue terminado todo el trabajo que hizo el rey Salomón en la Casa del Señor. Salomón llevó todas las ofrendas que había consagrado su padre David: la plata, el oro y los demás utensilios, y los depositó en los tesoros de la Casa del Señor.
2 Crón. 5. 2-10
8 1 Entonces Salomón reunió junto a él en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión. 2 Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey Salomón en el mes de Etaním –el séptimo mes– durante la Fiesta. 3 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el Arca, 4 y subieron el Arca del Señor, con la Carpa del Encuentro y todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes y los levitas. 5 Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular.
6 Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa –el Santo de los santos– bajo las alas de los querubines. 7 Porque los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado al Arca, y resguardaban por encima el Arca y sus andas. 8 Las andas eran tan largas que sus extremos se veían desde el Santo, por delante del lugar santísimo, aunque no se las veía desde afuera. Allí han estado hasta el día de hoy. 9 En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había depositado allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto.
2 Crón. 5. 11 – 6. 2
10 Mientras los sacerdotes salían del Santo, la nube llenó la Casa del Señor, 11 de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa. 12 Entonces Salomón dijo:
“El Señor ha decidido habitar en la nube oscura.
13 Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío,
un lugar donde habitarás para siempre”.
2 Crón. 6. 3–11
14 Después el rey se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras esta permanecía de pie. 15 Él dijo: “Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que ha cumplido con su mano lo que su boca había anunciado a mi padre David, cuando le dijo: 16 ‘Desde el día en que hice salir de Egipto a mi pueblo Israel, no había elegido ninguna ciudad, entre todas las tribus de Israel, para que allí se edificara una Casa donde residiera mi Nombre, sino que elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel’. 17 Mi padre David pensó edificar una Casa para el Nombre del Señor, el Dios de Israel. 18 Pero el Señor dijo a mi padre David: ‘Tú has pensado edificar una Casa para mi Nombre, y has hecho bien al pensar así. 19 Sin embargo, no serás tú el que edificará la Casa, sino un hijo nacido de tus entrañas: él construirá la Casa para mi Nombre’. 20 Y el Señor cumplió la palabra que había dicho: yo he sucedido a mi padre David, y me he sentado en el trono de Israel, como lo había dicho el Señor. Yo edifiqué la Casa para el Nombre del Señor, 21 y allí he asignado un lugar para el Arca, donde se encuentra la Alianza que el Señor concluyó con nuestros padres cuando los hizo salir del país de Egipto”.
2 Crón. 6. 12-40
22 Salomón se puso ante el altar del Señor, frente a toda la asamblea de Israel, extendió sus manos hacia el cielo 23 y dijo:
“Señor, Dios de Israel, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores, cuando caminan delante de ti de todo corazón. 24 Tú has cumplido, en favor de mi padre David, la promesa que le habías hecho, y hoy mismo has realizado con tu mano lo que había dicho tu boca. 25 Y ahora, Señor, Dios de Israel, cumple en favor de tu servidor David, mi padre, la promesa que le hiciste, diciendo: ‘Nunca te faltará un descendiente que esté sentado delante de mí en el trono de Israel, con tal que tus hijos vigilen su conducta, caminando en mi presencia como has caminado tú’. 26 Y ahora, Dios de Israel, que se verifique la promesa que hiciste a mi padre, tu servidor David.
27 Pero ¿es posible que Dios habite realmente en la tierra? Si el cielo y lo más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo he construido! 28 No obstante, Señor, Dios mío, vuelve tu rostro hacia la oración y la súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu servidor. 29 Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre el lugar del que tú dijiste: ‘Allí residirá mi Nombre’. ¡Escucha la oración que tu servidor dirige hacia este lugar! 30 ¡Escucha la súplica y la oración que tu servidor y tu pueblo Israel dirijan hacia este lugar! ¡Escucha desde tu morada en el cielo, escucha y perdona!
31 Cuando un hombre peque contra su prójimo, si se lo obliga a prestar el juramento imprecatorio, y él viene a pronunciar la imprecación ante tu altar, en esta Casa, 32 escucha tú desde el cielo, actúa y juzga a tus servidores: condena al culpable, dándole su merecido, y absuelve al inocente, tratándolo según su justicia.
33 Cuando tu pueblo Israel sea derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, si ellos se vuelven hacia ti y celebran tu Nombre, si oran y te suplican en esta Casa, 34 escucha tú desde el cielo: perdona el pecado de tu pueblo Israel y tráelo de nuevo a la tierra que diste a sus padres.
35 Cuando se cierre el cielo y no haya lluvia, porque ellos pecaron contra ti, si oran hacia este lugar, si celebran tu Nombre y se convierten de su pecado, porque tú los humillaste, 36 escucha tú desde el cielo: perdona el pecado de tus servidores y de tu pueblo Israel, mostrándoles el buen camino que deben seguir, y envía lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
37 Cuando haya hambre en el país, o haya peste, quemazón o plaga en los sembrados, langosta o pulgón; cuando el enemigo lo tenga sitiado en alguna de sus ciudades, o sobrevenga un flagelo o epidemia, 38 cualquiera sea la oración o la súplica que te dirija un miembro de tu pueblo Israel, sintiéndose tocado en su corazón y con las manos extendidas hacia esta Casa, 39 escúchalas tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas; escucha y actúa: trátalo a cada uno según su conducta, tú que conoces su corazón, porque solo tú conoces el corazón de todos los humanos. 40 Así los israelitas sentirán temor de ti mientras vivan en el suelo que diste a sus padres.
41 También al extranjero, que no pertenezca a tu pueblo Israel, y llegue de un país lejano a causa de tu Nombre 42 –porque se oirá hablar de tu gran Nombre, de tu mano poderosa y de tu brazo extendido– cuando él venga a orar hacia esta Casa, 43 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede al extranjero todo lo que te pida. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu Nombre, sentirán temor de ti como tu pueblo Israel, y sabrán que esta Casa, que yo he construido, es llamada con tu Nombre.
44 Cuando tu pueblo salga a combatir contra su enemigo, por el camino que tú le señales, si ellos oran al Señor y vueltos hacia la ciudad que tú has elegido y hacia la Casa que yo edifiqué para tu Nombre, 45 escucha tú desde el cielo esa oración y esa súplica, y hazles justicia.
46 Cuando pequen contra ti –porque no hay hombre que no peque– y tú, irritado contra ellos, los pongas a merced del enemigo, y sus vencedores los lleven cautivos a un país enemigo, próximo o lejano, 47 si en el país al que han sido deportados reflexionan y se convierten, si en el país de sus vencedores te suplican, diciendo: ‘¡Hemos pecado, somos culpables, hemos cometido el mal!’; 48 si en el país de los enemigos que los hayan deportado se vuelven hacia ti de todo corazón y con toda el alma, si te suplican en dirección al país que diste a sus padres, a la ciudad que tú has elegido y a la Casa que yo edifiqué para tu Nombre, 49 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, esa oración y esa súplica y hazles justicia: 50 perdona a tu pueblo los pecados que haya cometido contra ti y todas las rebeldías de las que se hizo culpable; concédeles que sus enemigos se compadezcan de ellos, 51 porque son tu pueblo y tu herencia, la que tú hiciste salir de Egipto, del horno de fuego.
52 Que tus ojos estén abiertos a la súplica de tu servidor y de tu pueblo Israel, para escucharlos cada vez que te invoquen, 53 porque tú los separaste para ti de entre todos los pueblos, a fin de que fueran tu herencia, como lo dijiste tú mismo, Señor, por medio de tu servidor Moisés, cuando hiciste salir de Egipto a nuestros padres”.
54 Cuando Salomón terminó de dirigir al Señor toda esta oración y esta súplica, se levantó de delante del altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo. 55 Y puesto de pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea de Israel, diciendo: 56 “¡Bendito sea el Señor, que ha dado a su pueblo el descanso, conforme a todo lo que había dicho! No ha caído por tierra ninguna de las promesas que él hizo por medio de su servidor Moisés. 57 ¡Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros como lo estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace! 58 ¡Que incline nuestro corazón hacia él, para que vayamos por todos sus caminos y observemos sus mandamientos, sus preceptos y sus leyes, que él dio a nuestros padres! 59 Que estas súplicas que yo he pronunciado en presencia del Señor, nuestro Dios, estén presentes ante él día y noche, para que haga justicia a su servidor y a su pueblo Israel, según la necesidad de cada día. 60 Así sabrán todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios, y no hay otro; 61 y el corazón de ustedes pertenecerá íntegramente al Señor, nuestro Dios, para caminar según sus preceptos y observar sus mandamientos, como en el día de hoy”.
2 Crón. 7. 4-10
62 El rey, y con él todo Israel, ofrecieron sacrificios delante del Señor. 63 Salomón inmoló, como sacrificios de comunión en honor del Señor, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil carneros. Así, el rey y todos los israelitas dedicaron la Casa del Señor.
64 Aquel día, el rey consagró el centro del atrio que está delante de la Casa del Señor, ofreciendo allí el holocausto, la oblación y la grasa de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que está delante del Señor resultaba demasiado pequeño para contener los holocaustos, las oblaciones y la grasa de los sacrificios de comunión.
65 En aquella ocasión, Salomón, y con él todo Israel, celebró la Fiesta delante del Señor, nuestro Dios, durante siete días. Se congregó una gran asamblea, venida desde la Entrada de Jamat hasta el Torrente de Egipto. 66 Al octavo día, Salomón despidió al pueblo. Ellos bendijeron al rey y se fueron a sus campamentos, con el corazón desbordante de alegría por todo el bien que el Señor había hecho a su servidor David y a su pueblo Israel.
2 Crón. 7. 11-22
9 1 Cuando Salomón terminó de construir la Casa del Señor, la casa del rey y todo lo que fue de su agrado, 2 el Señor se le apareció por segunda vez, como se le había aparecido en Gabaón, 3 y le dijo:
“He oído tu oración y la súplica que has pronunciado en mi presencia. Yo he consagrado esta Casa que tú has edificado a fin de poner allí mi Nombre para siempre: mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días.
4 En cuanto a ti, si caminas en mi presencia como lo hizo tu padre David, con integridad de corazón y rectitud, practicando todo lo que te he mandado, observando mis preceptos y mis leyes, 5 entonces yo mantendré para siempre tu trono real sobre Israel, según se lo prometí a tu padre David, cuando dije: ‘Nunca faltará uno de tus descendientes sobre el trono de Israel’.
6 Pero si ustedes y sus hijos defeccionan, si no observan los mandamientos y preceptos que puse delante de ustedes, si van a servir a otros dioses y se postran delante de ellos, 7 entonces yo extirparé a Israel del suelo que le di, y apartaré lejos de mi presencia la Casa que consagré a mi Nombre. Así Israel será la burla y la irrisión de todos los pueblos. 8 Esta Casa se convertirá en un montón de ruinas, y todo el que pase junto a ella quedará pasmado y silbará de estupor. Y se preguntará: ‘¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a esta Casa?’. 9 Y le responderán: ‘Porque abandonaron al Señor, su Dios, que había hecho salir a sus padres del país de Egipto, y porque siguieron a otros dioses, se postraron ante ellos y los sirvieron: por eso el Señor atrajo sobre ellos esta calamidad’”.
2 Crón. 8. 1-2
10 Durante los veinte años que tardó Salomón en construir los dos edificios –la Casa del Señor y la casa del rey– 11 Jirám, rey de Tiro, le proporcionó madera de cedro, madera de ciprés y oro a discreción. Por eso, al cabo de ese tiempo, Salomón cedió a Jirám veinte poblados en la región de Galilea. 12 Jirám salió de Tiro para ver los poblados que le había cedido Salomón. Y como no le gustaron, 13 exclamó: “¿Son estas las ciudades que me das, hermano mío?”. Y se las llamó “País de Cabul”, hasta el día de hoy. 14 Jirám había enviado al rey Salomón ciento veinte talentos de oro.
2 Crón. 8. 4-13, 16
15 Esta fue la manera como Salomón reclutó trabajadores para construir la Casa del Señor, su propia casa, el Terraplén, el muro de Jerusalén, Jasor, Meguido, Guézer, 17b Bet Jorón de Abajo, 18 Baalat y Tamar de la estepa, en el país de Judá; 19 como asimismo los centros de aprovisionamiento que tenía Salomón, las ciudades para los carros de guerra y la caballería, y todas las demás construcciones que Salomón quiso levantar en Jerusalén, en el Líbano y en todo el país sometido a su dominio. 20 A los sobrevivientes de los amorreos, los hititas, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, que no pertenecían a Israel 21 –es decir, a sus descendientes, que habían quedado después de ellos en el país, porque los israelitas no habían podido consagrarlos al exterminio total– Salomón les impuso trabajos forzados hasta el día de hoy. 22 Pero no sometió a esclavitud a ningún israelita, sino que a ellos los empleó como soldados, funcionarios, jefes, escuderos y comandantes de sus carros de guerra y su caballería. 23 Los supervisores de los capataces puestos al frente de las obras de Salomón eran ciento cincuenta hombres, que dirigían al personal ocupado en los trabajos. 24 Una vez que la hija del Faraón pasó de la Ciudad de David a la casa que le había edificado Salomón, este levantó el Terraplén. 16 En cuanto a Guézer, el Faraón, rey de Egipto, la había atacado y conquistado, la había incendiado y matado a todos los cananeos que vivían en la ciudad, y luego se la había entregado como dote a su hija, la esposa de Salomón. 17a Y Salomón reconstruyó Guézer.
25 Tres veces al año, Salomón ofrecía holocaustos y sacrificios de comunión sobre el altar que había erigido al Señor, y quemaba incienso sobre el altar que estaba delante del Señor. Así completó la construcción de la Casa.
2 Crón. 8. 17-18
26 Salomón equipó también una flota en Esión Guéber, que está cerca de Elat, a orillas del Mar Rojo, en el país de Edóm. 27 Jirám envió como tripulantes, junto con los servidores de Salomón, a algunos de sus súbditos, todos ellos marinos y buenos conocedores del mar. 28 Ellos fueron a Ofir, y trajeron de allí cuatrocientos veinte talentos de oro, que entregaron a Salomón.
2 Crón. 9. 1-12
10 1 La reina de Sabá oyó hablar de la fama de Salomón, y fue a ponerlo a prueba, proponiéndole unos enigmas. 2 Llegó a Jerusalén con un séquito imponente, con camellos cargados de perfumes, de muchísimo oro y de piedras preciosas. Cuando se presentó ante Salomón, le expuso todo lo que tenía pensado decirle. 3 Salomón respondió a todas sus preguntas: no hubo para el rey ninguna cuestión tan oscura que no se la pudiera explicar.
4 Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, 5 los manjares de su mesa, los aposentos de sus servidores, el porte y las libreas de sus camareros, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en la Casa del Señor, se quedó sin aliento 6 y dijo al rey: “¡Realmente era verdad lo que había oído decir en mi país acerca de ti y de tu sabiduría! 7 Yo no lo quería creer, sin venir antes a verlo con mis propios ojos. Pero ahora compruebo que no me habían contado ni siquiera la mitad: tu sabiduría y tus riquezas superan la fama que llegó a mis oídos. 8 ¡Felices tus mujeres, felices también estos servidores tuyos, que están constantemente delante de ti, escuchando tu sabiduría! 9 ¡Y bendito sea el Señor, tu Dios, que te ha mostrado su favor poniéndote sobre el trono de Israel! Sí, por su amor eterno a Israel, el Señor te estableció como rey para que ejercieras el derecho y la justicia”.
10 La reina regaló al rey ciento veinte talentos de oro, una enorme cantidad de perfumes y piedras preciosas; nunca más se recibieron tantos perfumes como los que la reina de Sabá dio al rey Salomón.
11 La flota de Jirám, que había transportado el oro de Ofir, trajo también de allí madera de sándalo en gran cantidad y piedras preciosas. 12 Con la madera de sándalo, el rey hizo unas balaustradas para la Casa del Señor y para la casa del rey, y también cítaras y arpas para los músicos. Nunca más se recibió una madera de sándalo como aquella, ni se la vio más hasta el día de hoy.
13 Por su parte, el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le ocurrió pedir, aparte de los regalos que le hizo como sólo podía hacerlo el rey Salomón. Después, ella emprendió el camino de regreso a su país, acompañada de su séquito.
2 Crón. 9. 13-24
14 El peso del oro que recibía Salomón en un solo año ascendía a los seiscientos sesenta y seis talentos, 15 sin contar lo que aportaban el tránsito de viajantes, el tráfico de mercaderes, todos los reyes de Arabia y los gobernadores del país.
16 El rey Salomón hizo doscientos grandes escudos de oro trabajado a martillo, empleando para cada uno seiscientos siclos de oro, 17 y trescientos escudos más pequeños, también de oro trabajado a martillo, empleando para cada uno treinta minas de oro. Luego el rey los ubicó en la sala llamada Bosque del Líbano.
18 El rey hizo, además, un gran trono de marfil, al que recubrió de oro fino. 19 El trono tenía seis gradas, unas cabezas de toros en la parte posterior, y brazos a ambos lados del asiento; junto a los brazos había dos leones de pie, 20 y otros doce leones de pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. En ningún reino se había hecho nada igual.
21 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y todo el mobiliario de la sala llamada Bosque del Líbano, de oro fino; no se usaba la plata, a la que en tiempos de Salomón no se la tenía en cuenta para nada. 22 Porque el rey tenía en el mar una flota mercante, junto con la flota de Jirám, y una vez cada tres años las naves llegaban cargadas de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
23 El rey Salomón superó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. 24 Todo el mundo trataba de ver a Salomón para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. 25 Y cada uno aportaba sus presentes: objetos de plata y oro, trajes, armas, perfumes, caballos y mulas. Así, año tras año.
2 Crón. 1. 14-17; 9. 25-28
26 Salomón reunió también carros y caballos: llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos, que acantonó en las ciudades de guarnición y en Jerusalén, junto a él. 27 El rey hizo que la plata fuera en Jerusalén tan común como las piedras, y que la madera de cedro fuera tan abundante como los sicómoros de la Sefelá. 28 Los caballos de Salomón procedían de Musrí y de Cilicia. Los agentes del rey los adquirían en Cilicia, a un precio fijo. 29 Cada carro importado de Musrí costaba seiscientos siclos de plata; cada caballo, ciento cincuenta. En las mismas condiciones, por medio de esos agentes, se exportaban para todos los reyes hititas y para los reyes de Arám.
11 1 El rey Salomón amó a muchas mujeres, además de la hija del Faraón: mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, 2 es decir, de esas naciones de las que el Señor había dicho a los israelitas: “No se unan a ellas, y que ellas no se unan a ustedes; seguramente les desviarán el corazón hacia otros dioses”. Pero Salomón se enamoró de ellas. 3 Tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas, y sus mujeres le pervirtieron el corazón.
4 Así, en la vejez de Salomón, sus mujeres les desviaron el corazón hacia otros dioses, y su corazón ya no perteneció íntegramente al Señor, su Dios, como el de su padre David. 5 Salomón fue detrás de Astarté, la diosa de los sidonios, y detrás de Milcóm, el abominable ídolo de los amonitas. 6 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor, y no siguió plenamente al Señor, como lo había hecho su padre David. 7 Fue entonces cuando Salomón erigió, sobre la montaña que está al este de Jerusalén, un lugar alto dedicado a Quemós, el abominable ídolo de Moab, y a Milcóm, el ídolo de los amonitas. 8 Y lo mismo hizo para todas sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.
9 El Señor se indignó contra Salomón, porque su corazón se había apartado de él, el Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces 10 y le había prohibido ir detrás de otros dioses. Pero Salomón no observó lo que le había mandado el Señor. 11 Entonces el Señor dijo a Salomón: “Porque has obrado así y no has observado mi alianza ni los preceptos que yo te prescribí, voy a arrancarte el reino y se lo daré a uno de tus servidores. 12 Sin embargo, no lo haré mientras tú vivas, por consideración a tu padre David: se lo arrancaré de las manos a tu hijo. 13 Pero no le arrancaré todo el reino, sino que le daré a tu hijo una tribu, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la que yo elegí”.
14 El Señor le suscitó a Salomón un adversario: Hadad, el edomita, de la estirpe real de Edóm. 15 En efecto, después que David derrotó a Edóm, Joab, el general del ejército, al subir para enterrar a las víctimas, ultimó a todos los varones de Edóm. 16 Porque Joab se quedó allí seis meses, con todo Israel, hasta acabar con todos los varones de Edóm. 17 Pero Hadad, que entonces era muy joven, logró huir con algunos edomitas servidores de su padre, para ir a Egipto. 18 Partieron de Madián y llegaron a Parán, donde se les agregaron algunos hombres de Parán. Luego entraron en Egipto y se presentaron ante el Faraón, rey de Egipto, que dio a Hadad una casa, le aseguró el sustento y le concedió tierras. 19 Hadad se ganó a tal punto el favor del Faraón, que este le dio por esposa a su cuñada, la hermana de Tajfenés, la reina madre. 20 La hermana de Tajfenés le dio un hijo, llamado Guenubat, al que Tajfenés crió en la casa del Faraón. Así Guenubat permaneció en la casa del Faraón, entre los hijos de este. 21 Pero cuando Hadad se enteró en Egipto de que David se había ido a descansar con sus padres, y que también había muerto Joab, el general del ejército, dijo al Faraón: “Déjame ir a mi país”. 22 El Faraón le respondió: “¿Qué te falta junto a mí para que ahora trates de ir a tu país?”. “Nada, dijo él, pero déjame partir”. 25b Y este es el mal que hizo Hadad: aborreció a Israel y reinó sobre Edóm.
23 Dios le suscitó además a Salomón otro adversario: Rezón, hijo de Eliadá. Él había huido de Hadadézer, rey de Sobá, su señor; 24 había agrupado a unos cuantos hombres en torno de él y se había convertido en jefe de una banda. Como David los perseguía a muerte, fue a establecerse en Damasco, y allí reinó. 25a Él fue adversario de Israel durante toda la vida de Salomón.
26 Jeroboám, hijo de Nebat, el efraimita, natural de Seredá –cuya madre, una viuda, se llamaba Seruá– estaba al servicio de Salomón y se sublevó contra él. 27 La ocasión en que se sublevó contra el rey fue la siguiente: Salomón estaba construyendo el Terraplén y cubría el desnivel que había en la Ciudad de David, su padre. 28 Jeroboám era un hombre de gran valía, y Salomón, al ver cómo el joven ejecutaba la obra, lo puso al frente de los servicios que debía prestar la casa de José.
29 En cierta ocasión, Jeroboám salió de Jerusalén y lo encontró en el camino el profeta Ajías, de Silo; este iba cubierto con un manto nuevo, y los dos estaban solos en el campo. 30 Ajías tomó el manto que llevaba encima y lo desgarró en doce pedazos. 31 Luego dijo a Jeroboám: “Toma para ti diez pedazos, porque así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo voy a desgarrar el reino que Salomón tiene en su mano, y te daré las diez tribus. 32 Una sola tribu será para él, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la ciudad que yo elegí entre todas las tribus de Israel. 33 Porque él me abandonó y se postró delante de Astarté, la diosa de los sidonios, delante de Quemós, el dios de Moab, y delante de Milcóm, el dios de los amonitas, y porque no siguió mis caminos haciendo lo que es recto a mis ojos y practicando mis preceptos y mis leyes como su padre David. 34 Pero no le quitaré el reino de su mano, sino que lo mantendré como jefe todos los días de su vida, por consideración a mi servidor David, a quien elegí y que observó mis mandamientos y preceptos; 35 quitaré el reino de manos de su hijo y te lo daré a ti. A ti te daré diez tribus 36 y a su hijo una sola, a fin de que mi servidor David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que yo me elegí para poner mi Nombre en ella. 37 En cuanto a ti, yo te constituiré, tú reinarás conforme a tus deseos y serás rey de Israel. 38 Si obedeces en todo lo que yo te ordene y sigues mis caminos, si haces lo que es recto a mis ojos, observando mis preceptos y mis mandamientos, como lo hizo mi servidor David, yo estaré contigo y te edificaré una dinastía estable, como la edifiqué para David. Te entregaré a Israel 39 y humillaré a la estirpe de David a causa de esto, aunque no para siempre”.
40 Salomón trató de dar muerte a Jeroboám, pero este huyó y se refugió en Egipto, junto a Sisac, rey de Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Salomón.
2 Crón. 9. 29-31
41 El resto de los hechos de Salomón y todo lo que él hizo, lo mismo que su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de los Anales de Salomón? 42 Salomón reinó sobre todo Israel durante cuarenta años. 43 Luego se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Roboám reinó en lugar de él.
La asamblea de Siquém (933)
2 Crón. 10. 1-19
12
1 der Könige (BPD) 7