CAMINO DE PERFECCION 5
Prosigue en los confesores. Dice lo que importa sean letrados.
1 No dé el Señor a probar a nadie en esta casa el trabajo que queda dicho, por quien su Majestad es, de verse alma y cuerpo apretadas, oh, que si la prelada está bien con el confesor, que ni a él de ella, ni a ella de él no osan decir nada. Aquí vendrá la tentación de dejar de confesar pecados muy graves por miedo de no estar en desasosiego. ¡Oh, válgame Dios, qué daño puede hacer aquí el demonio, y qué caro les cuesta el apretamiento y honra! Que porque no traten más de un confesor piensan granjean gran cosa de religión y honra del monasterio, y ordena por esta vía el demonio coger las almas, como no puede por otra. Si piden otro, luego parece va perdido el concierto de la religión o, que si no es de la Orden, aunque sea un santo, aun tratar con él les parece les hace afrenta.
2 Esta santa libertad pido yo, por amor del Señor, a la que estuviere por mayor procure siempre con el obispo o provincial que, sin los confesores ordinarios, procure algunas veces tratar ella y todas y comunicar sus almas con personas que tengan letras, en especial si los confesores no las tienen, por buenos que sean; son gran cosa letras para dar en todo luz. Será posible hallar lo uno y lo otro junto en algunas personas; y mientras más merced el Señor os hiciere en la oración, es menester más ir bien fundadas sus obras y oración.
3 Ya sabéis que la primera piedra ha de ser buena conciencia y con todas vuestras fuerzas libraros aun de pecados veniales y seguir lo más perfecto. Parecerá que esto cualquier confesor lo sabe, y es engaño; a mí me acaeció tratar con uno cosas de conciencia, que había oído todo el curso de teología, y me hizo harto daño en cosas que me decía no eran nada; y sé que no pretendía engañarme ni tenía para qué, sino que no supo más; y con otros dos o tres, sin éste, me acaeció.
4 Este tener verdadera luz para guardar la ley de Dios con perfección es todo nuestro bien; sobre ésta asienta bien la oración; sin este cimiento fuerte, todo el edificio va falso. Si no les dieren libertad para confesarse, para tratar cosas de su alma con personas semejantes a lo que he dicho. Y atrévome más a decir, que aunque el confesor lo tenga todo, algunas veces se haga lo que digo, porque ya puede ser él se engañe, y es bien no se engañen todas por él; procurando siempre no sea cosa contra la obediencia, que medios hay para todo, y vale mucho a las almas, y así es bien, por las maneras que pudiere, lo procure.
5 Todo esto que he dicho toca a la prelada; y así le torno a pedir, que, pues aquí no se pretende tener otra consolación sino la del alma, procure en esto su consolación, que hay diferentes caminos por donde lleva Dios, y no por fuerza los sabrá todos un confesor; que yo aseguro no les falten personas santas que quieran tratarlas y consolar sus almas, si ellas son las que han de ser, aunque seáis pobres; que el que las sustenta los cuerpos despertará y pondrá voluntad a quien con ella dé luz a sus almas, y remédiase este mal, que es el que yo temo; que cuando el demonio tentase al confesor en engañarle en alguna doctrina, como sepa trata con otros, iráse a la mano y mirará mejor en todo lo que hace.
Quitada esta entrada al demonio, yo espero en Dios no la tendrá en esta casa; y así pido por amor del Señor al obispo que fuere, que deje a las hermanas esta libertad y que no se la quite, cuando las personas fueren tales que tengan letras y bondad, que luego se entiende en lugar tan chico como éste.
6 Esto que aquí he dicho, téngolo visto y entendido y tratado con personas doctas y santas, que han mirado lo que más convenía a esta casa, para que la perfección de esta casa fuese adelante; y entre los peligros que en todo le hay mientras vivimos éste hallamos ser el menor, y que nunca haya vicarios que tenga mano de entrar y salir, ni confesor que tenga esta libertad; sino que éstos sean para celar el recogimiento y honestidad de la casa y aprovechamiento interior y exterior, para decirlo al prelado cuando hubiere falta; mas no que sea él superior.
7 Y esto es lo que se hace ahora, y no por sólo mi parecer; porque el obispo que ahora tenemos, debajo de cuya obediencia estamos (que, por causas muchas que hubo, no se dio la obediencia a la Orden), que es persona amiga de toda religión y santidad y gran siervo de Dios llámase don Alvaro de Mendoza, de gran nobleza de linaje y muy aficionado a favorecer esta casa de todas maneras , hizo juntar personas de letras y espíritu y experiencia para este punto, y se vino a determinar esto. Razón será que los prelados que vinieren se lleguen a este parecer, pues por tan buenos está determinado y con hartas oraciones pedido al Señor alumbrase lo mejor, y, a lo que se entiende hasta ahora, cierto esto lo es. El Señor sea servido llevarlo siempre adelante como más sea para su gloria, amén.
Torna a la materia que comenzó del amor perfecto.
1 Harto me he divertido; mas importa tanto lo que queda dicho, que quien lo entendiere no me culpará. Tornemos ahora al amor que es bien y lícito nos tengamos, del que digo es puro espiritual. No sé si sé lo que me digo; al menos paréceme no es menester mucho hablar en él, porque le tienen pocos. A quien el Señor se le hubiere dado, alábele mucho, porque debe ser de grandísima perfección; en fin, quiero tratar algo de él. Por ventura hará algún provecho, que poniéndonos delante de los ojos la virtud, aficiónase a ella quien la desea y pretende ganar.
2 Plega a Dios yo sepa entenderle, cuanto más decirle, que ni creo sé cuál es espiritual, ni cuándo se mezcla sensual, ni sé cómo me pongo a hablar en ello. Es como quien oye hablar de lejos, que no entiende lo que dicen; así soy yo, que algunas veces no debo entender lo que digo y quiere el Señor sea bien dicho; si otras fuere dislate, es lo más natural a mí no acertar en nada.
3 Paréceme ahora a mí que cuando una persona ha llegádola Dios a claro conocimiento de lo que es el mundo, y qué cosa es mundo, y que hay otro mundo, y la diferencia que hay de lo uno a lo otro, y que lo uno es eterno y lo otro soñado, o qué cosa es amar al Criador o a la criatura (esto visto por experiencia, que es otro negocio que sólo pensarlo y creerlo), o ver y probar qué se gana con lo uno y se pierde con lo otro, y qué cosa es Criador y qué cosa es criatura, y otras muchas cosas que el Señor enseña a quien se quiere dar a ser enseñado de él en la oración, o a quien su Majestad quiere, que aman muy diferentemente de los que no hemos llegado aquí.
4 (1) Podrá ser, hermanas, que os parezca tratar en esto impertinente y que digáis que estas cosas que he dicho ya todas las sabéis. Plega al Señor sea así que lo sepáis de la manera que hace al caso, imprimido en las entrañas; pues si lo sabéis, veréis que no miento en decir que, a quien el Señor llega aquí, tiene este amor. Son estas personas que Dios las llega a este estado almas generosas, almas reales; no se contentan con amar cosa tan ruin como estos cuerpos, por hermosos que sean, por muchas gracias que tengan, bien que aplace a la vista y alaban al Criador; mas para detenerse en ello, no; digo detenerse, de manera que por estas cosas les tengan amor; parecerles hía que aman cosa sin tomo y que se ponen a querer sombra; correrse hían de sí mismos y no tendrían cara, sin gran afrenta suya, para decir a Dios que le aman.
5 (2) Diréisme: «esos tales no sabrán querer ni pagar la voluntad que se les tuviere». Al menos dáseles poco de que se la tengan; ya que de presto algunas veces el natural lleva a holgarse de ser amados, en tornando sobre sí ven que es disparate, si no son personas que les ha de aprovechar su alma o con doctrina o con oración. Todas las otras voluntades les cansan, que entienden ningún provecho les hace y les podría dañar; no porque les dejan de agradecer y pagar con encomendarlos a Dios. Tómanlo como cosa que echan carga al Señor los que las aman, que entienden viene de allí, porque en sí no les parece que hay qué querer, y luego les parece las quieren porque las quiere Dios, y dejan a su Majestad lo pague y se lo suplican, y con esto quedan libres, que les parece no les toca. Y bien mirado, si no es con las personas que digo que nos pueden hacer bien para ganar bienes perfectos, yo pienso algunas veces cuán gran ceguedad se trae en este querer que nos quieran.
6 (2) Ahora noten que, como el amor, cuando de alguna persona le queremos, siempre se pretende algún interés de provecho o contento nuestro, y estas personas perfectas ya todos los tienen debajo de los pies los bienes que en el mundo les pueden hacer y regalos; los contentos ya están de suerte que aunque ellos quieran, a manera de decir, no le pueden tener que lo sea fuera de con Dios o en tratar de Dios. Pues ¿qué provecho les puede venir de ser amados?
7 (2) Como se les representa esta verdad, de sí mismos se ríen de la pena que algún tiempo les ha dado si era pagada o no su voluntad. Aunque sea buena la voluntad, luego nos es muy natural querer ser pagada. Venido a cobrar esta paga, es en pajas, que todo es aire y sin tomo que se lo lleva el viento; porque, cuando mucho nos hayan querido, ¿qué es esto que nos queda? Así que, sino es para provecho de su alma con las personas que tengo dichas porque ven ser tal nuestro natural que, si no hay algún amor, luego se cansan no se les da más ser queridas que no. Pareceros ha que estos tales no quieren a nadie, ni saben, sino a Dios. Digo que sí aman, mucho más, y con más verdadero amor, y con más pasión y más provechoso amor; en fin, es amor. Y estas tales almas son siempre aficionadas a dar mucho más que no a recibir; aun con el mismo Criador les acaece esto. Digo que merece este nombre de amor, que esotras aficiones bajas le tienen usurpado el nombre.
8 (3) También os parecerá que si no aman por las cosas que ven, que ¿a qué se aficionan? Verdad es que lo que ven aman y a lo que oyen se aficionan; mas esas cosas que ven son estables. Luego éstos, si aman, pasan por los cuerpos y ponen los ojos en las almas y miran si hay qué amar; y si no lo hay y ven algún principio o disposición para que, si cavan, hallarán oro en esta mina, si le tienen amor, no les duele el trabajo; ninguna cosa se les pone delante que de buena gana no la hiciesen por el bien de aquel alma, porque desean durar en amarla, y saben muy bien que si no tiene bienes y ama mucho a Dios, que es imposible. Y digo que es imposible, aunque más la obligue y se muera queriéndola, y la haga todas las buenas obras que pueda, y tenga todas las gracias de naturaleza juntas; no tendrá fuerza la voluntad, ni la podrá hacer estar con asiento. Ya sabe y tiene experiencia de lo que es todo; no le echarán dado falso. Ve que no son para en uno y que es imposible durar a quererse el uno al otro; porque es amor que se ha de acabar con la vida, si el otro no va guardando la ley de Dios, y entiende que no le ama y que han de ir a diferentes partes.
9 (4) Y este amor que sólo acá dura, alma de éstas a quien el Señor ya ha infundido verdadera sabiduría, no le estima en más de lo que vale, ni en tanto; porque para los que gustan de gustar de cosas del mundo, deleites y honras y riquezas, algo valdrá si es rico, o tiene partes para dar pasatiempo y recreación; mas quien todo esto aborrece ya, poco o nonada se le dará de aquello. Ahora, pues, aquí, si tiene amor, es la pasión para hacer esta alma ame a Dios para ser amada de él, porque, como digo, sabe que no ha de durar en quererla. Es amor muy a su costa; no deja de poner todo lo que puede porque se aproveche; perdería mil vidas por un pequeño bien suyo. ¡Oh precioso amor, que va imitando al capitán del amor, Jesús, nuestro bien!
En que trata de la misma materia de amor espiritual, y da algunos avisos para ganarle.
1 Es cosa extraña qué apasionado amor es éste, qué de lágrimas cuesta, qué de penitencias y oración, qué cuidado de encomendar a todos los que piensa le han de aprovechar con Dios para que se le encomienden, qué deseo ordinario, un no traer contento si no le ve aprovechar. Pues si le parece está mejorado y le ve que torna algo atrás, no parece ha de tener placer en su vida; ni come, ni duerme sino con este cuidado, siempre temerosa si alma que tanto quiere se ha de perder y si se han de apartar para siempre, que la muerte de acá no la tienen en nada, que no quiere asirse a cosa que en un soplo se le va de entre las manos sin poderla asir. Es, como he dicho, amor sin poco ni mucho de interés propio; todo lo que desea y quiere es ver rica aquella alma de bienes del cielo. Esta es voluntad, y no estos quereres de por acá desastrados, aun no digo los malos, que de esos Dios nos libre.
2 En cosa que es infierno no hay que nos cansar en decir mal, que no se puede encarecer el menor mal de él. Este no hay para qué tomarle nosotras, hermanas, en la boca, ni pensar le hay en el mundo; en burlas ni en veras oírle, ni consentir que delante de vosotras se trate ni cuente de semejantes voluntades. Para ninguna cosa es bueno y podría dañar aun oírlo. Sino de estotros lícitos, como he dicho, que nos tenemos unas a otras, o de deudos y amigas. Toda la voluntad es que no se nos muera: si les duele la cabeza, parece nos duele el alma; si los vemos con trabajos, no queda, como dicen, paciencia; todo de esta manera.
3 Estotra voluntad no es así. Aunque con la flaqueza natural se sienta algo de presto, luego la razón mira si es bien para aquel alma, si se enriquece más en virtud y cómo lo lleva, el rogar a Dios le dé paciencia y merezca en los trabajos. Si ve que la tiene, ninguna pena siente, antes se alegra y consuela; bien que lo pasaría de mejor gana que vérselo pasar, si el mérito y ganancia que hay en padecer pudiese todo dárselo, mas no para que se inquiete ni desasosiegue.
4 Torno otra vez a decir que se parece y va imitando este amor al que nos tuvo el buen amador Jesús; y así aprovechan tanto, porque no querrían ellos sino abrazar todos los trabajos, y que los otros, sin trabajar, se aprovechasen de ellos. Así ganan muy mucho los que tienen su amistad; y crean que, o los dejarán de tratar con particular amistad digo o acabarán con nuestro Señor que vayan por su camino, pues van a una tierra, como hizo santa Mónica con san Agustín. No les sufre el corazón tratar con ellos doblez, porque si les ven torcer el camino, luego se lo dicen, o algunas faltas; no pueden consigo acabar otra cosa. Y como de esto no se enmendarán ni tratan de lisonja con ellos ni disimularles nada, o ellos se enmendarán o apartarán de la amistad; porque no podrán sufrirlo, ni es de sufrir. Para el uno y para el otro es continua guerra, con andar descuidados de todo el mundo y no trayendo cuenta si sirven a Dios o no, porque sólo consigo mismo la tienen; con sus amigos no hay poder hacer esto ni se les encubre cosa; las motitas ven. Digo que traen bien pesada cruz.
5 Esta manera de amar es la que yo querría tuviésemos nosotras; aunque a los principios no sea tan perfecta, el Señor la irá perfeccionando. Comencemos en los medios, que aunque lleve algo de ternura, no dañará como sea en general.
6 Es bueno y necesario algunas veces mostrar ternura en la voluntad, y aun tenerla, y sentir algunos trabajos y enfermedades de las hermanas, aunque sean pequeños; que algunas veces acaece dar una cosa muy liviana tan gran pena como a otra daría un gran trabajo, y a personas que tienen de natural apretarle mucho pocas cosas. Si vos le tenéis al contrario, no os dejéis de compadecer; y por ventura quiere nuestro Señor reservarnos de esas penas y las tendremos en otras cosas, y de las que para nosotras son graves aunque de suyo lo sean para la otra serán leves. Así que en estas cosas no juzguemos por nosotras, ni nos consideremos en el tiempo que, por ventura sin trabajo nuestro, el Señor nos ha hecho más fuertes, sino considerémonos en el tiempo que hemos estado más flacas.
Mirad que importa este aviso para sabernos condoler de los trabajos de los prójimos por pequeños que sean, en especial a almas de las que quedan dichas, que ya éstas, como desean los trabajos, todo se les hace poco, y es muy necesario traer cuidado de mirarse cuando era flaca y ver que si no lo es, no viene de ella; porque podría por aquí el demonio ir enfriando la caridad con los prójimos y hacernos entender es perfección lo que es falta. En todo es menester cuidado y andar despiertas, pues él no duerme, y en los que van en más perfección, más; porque son muy más disimuladas las tentaciones, que no se atreve a otra cosa, que no parece se entiende el daño hasta que está ya hecho, si, como digo, no se trae cuidado. En fin, que es menester siempre velar y orar, que no hay mejor remedio para descubrir estas cosas ocultas del demonio y hacerle dar señal que la oración.
Procurar también holgaros con las hermanas cuando tienen recreacion con necesidad de ella y el rato que es de costumbre, aunque no sea a vuestro gusto; que, yendo con consideración, todo es amor perfecto.
7 Así que es muy bien las unas se apiaden de las necesidades de las otras; miren no sea con falta de discreción en cosas que sea contra la obediencia. Aunque le parezca áspero dentro en sí lo que mandare la prelada, no lo muestre ni dé a entender a nadie, si no fuere a la misma priora con humildad, que haréis mucho daño; y sabed entender cuáles son las cosas que se han de sentir y apiadar de las hermanas, y siempre sientan mucho cualquiera falta, si es notoria, que veáis en la hermana. Y aquí se muestra y ejercita bien el amor en sabérsela sufrir y no se espantar de ella, que así harán las otras las que vos tuviereis, que aun de las que no entendéis deben ser muchas más; y encomendarla mucho a Dios y procurar hacer vos con gran perfección la virtud contraria de la falta que le parece en la otra. Esforzarse a esto, para que enseñe a aquella por obra lo que por palabra por ventura no lo entenderá ni le aprovechará, ni castigo; y esto de hacer una lo que ve resplandecer de virtud en otra, pégase mucho. Este es buen aviso; no se os olvide.
8 ¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la hermana que puede aprovechar a todas dejando su provecho por los de las otras, ir muy adelante en todas las virtudes y guardar con gran perfección su regla! Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se pueden decir, que éstas no se usan ni han de usar en esta casa, tal como «mi vida», «mi alma», «mi bien, y otras cosas semejantes, que a las unas llaman uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas para su Esposo, pues tanto han de estar con él y tan a solas, que de todo se habrán menester aprovechar, pues su Majestad lo sufre, y muy usadas acá no enternecen tanto con el Señor; y sin esto, no hay para qué. Es muy de mujeres y no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones fuertes; que si ellas hacen lo que es en sí, el Señor les hará tan varoniles que espanten a los hombres. ¡Y qué fácil es a su Majestad, pues nos hizo de nonada!
9 Es también muy buena muestra de amor en procurar quitarlas de trabajo y tomarle ella para sí en los oficios de casa, y también de holgarse y alabar mucho al Señor del acrecentamiento que viere en sus virtudes. Todas estas cosas dejado el gran bien que traen consigo ayudan mucho a la paz y conformidad de unas con otras, como ahora lo vemos por experiencia, por la bondad de Dios. Plega a su Majestad lo lleve siempre adelante, porque sería cosa terrible ser al contrario, y muy recio de sufrir, pocas y mal avenidas; ¡no lo permita Dios!
10 Si por dicha alguna palabrilla de presto se atravesare, remédiese luego y hagan grande oración; y en cualquiera de estas cosas que dure, o bandillos, o deseo de ser más, o puntito de honra (que parece se me hiela la sangre cuando esto escribo de pensar que puede en algún tiempo venir a ser, porque veo es el principal mal de los monasterios), cuando esto hubiese, dense por perdidas; piensen y crean han echado a su Esposo de casa y que le necesitan a ir a buscar otra posada, pues le echan de su casa propia. Clamen a su Majestad; procuren remedio; porque, si no le pone confesar y comulgar tan a menudo, teman si hay algún Judas.
11 Mire mucho la priora, por amor de Dios, en no dar lugar a esto, atajando mucho los principios, que aquí está todo el daño o remedio; y la que entendiere lo alborota, procure se vaya a otro monasterio, que Dios les dará con qué la doten. Echen de sí esta pestilencia; corten como pudieren las ramas; y si no bastare, arranquen la raíz; y cuando no pudiesen esto, no salga de una cárcel quien de estas cosas tratare; mucho más vale, antes que pegue a todas tan incurable pestilencia. ¡Oh, que es gran mal! ¡Dios nos libre de monasterio donde entra!; yo más querría entrase en éste un fuego que nos abrasase a todas.
Porque en otra parte creo diré algo más de esto como en cosa que nos va tanto no me alargo más aquí.
Trata del gran bien que es desasirse de todo lo criado interior y exteriormente.
1 Ahora vengamos al desasimiento que hemos de tener, porque en esto está el todo, si va con perfección. Aquí digo está el todo, porque abrazándonos con solo el Criador y no se nos dando nada por todo lo criado, su Majestad infunde de manera las virtudes, que trabajando nosotros poco a poco lo que es en nosotros, no tendremos mucho más que pelear, que el Señor toma la mano contra los demonios y contra todo el mundo en nuestra defensa. ¿Pensáis, hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin hacernos partes? Y pues en él están todos los bienes, como digo, alabémosle mucho, hermanas, que nos juntó aquí adonde no se trata de otra cosa sino de esto. Y así no sé para qué lo digo, pues todas las que aquí estáis me podéis enseñar a mí; que confieso en este caso tan importante no tener la perfección como la deseo y entiendo conviene, y en todas las virtudes, y lo que aquí digo lo mismo, que es más fácil de escribir que de obrar; y aun a esto no atinara, porque algunas veces consiste en experiencia el saberlo decir, y debo atinar por el contrario de estas virtudes que he tenido.
2 Cuanto a lo exterior, ya se ve cuán apartadas estamos aquí de todo. ¡Oh hermanas!, entended, por amor de Dios, la gran merced que el Señor ha hecho a las que trajo aquí, y cada una lo piense bien en sí, pues en solas doce quiso su Majestad fueseis una.¡Y qué de ellas mejores que yo sé que tomaran este lugar de buena gana, y diómele el Señor a mí mereciéndole tan mal! ¡Bendito seáis Vos, mi Dios, y alábeos todo lo criado, que esta merced tampoco se puede servir como otras muchas que me habéis hecho, que darme estado de monja fue grandísima! Y como lo he sido tan ruin, no os fiasteis, Señor, de mí, porque adonde había muchas juntas buenas no se echara de ver así mi ruindad hasta que se me acabara la vida; y trajísteisme adonde, por ser tan pocas, que parece imposible dejarse de entender, porque ande con más cuidado, quitáisme todas las ocasiones. Ya no hay disculpa para mí, Señor, yo lo confieso, y así he más menester vuestra misericordia, para que perdonéis la que tuviere.
3 Lo que os pido mucho es que la que viere en sí no es para llevar lo que aquí se acostumbra, lo diga; otros monasterios hay adonde se sirve también el Señor; no turben estas poquitas que aquí su Majestad ha juntado. En otras partes hay libertad para consolarse con deudos; aquí, si algunos se admiten, es para consuelo de los mismos. Mas la monja que deseare ver deudos para su consuelo, si no son espirituales, téngase por imperfecta; crea no está desasida, no está sana, no tendrá libertad de espíritu, no tendrá entera paz, menester ha médico, y digo que si no se le quita y sana, que no es para esta casa.
4 El remedio que veo mejor es no los ver hasta que se vea libre y lo alcance del Señor con mucha oración. Cuando se vea de manera que lo tome por cruz, véalos enhorabuena, que entonces les hará provecho a ellos y no daño a sí.
Que trata del gran bien que hay en huir los deudos los que han dejado el mundo, y cuán más verdaderos amigos hallan.
1 ¡Oh, si entendiésemos las religiosas el daño que nos viene de tratar mucho con deudos, cómo huiríamos de ellos! Yo no entiendo qué consolación es ésta que dan (aun dejado lo que toca a Dios, sino para solo nuestro sosiego y descanso), que de sus recreaciones no podemos ni es lícito gozar, y sentir sus trabajos, sí; ninguno dejan de llorar y algunas veces más que los mismos. A usadas, que si algún regalo hacen al cuerpo, que lo paga bien el espíritu. De eso estáis aquí quitadas, que como todo es en común y ninguna puede tener regalo particular, así la limosna que las hacen es en general, y queda libre de contentarlos por esto, que ya sabe que el Señor les ha de proveer por junto.
2 Espantada estoy el daño que hace tratarlos; no creo lo creerá sino quien lo tuviere por experiencia. ¡Y qué olvidada parece está el día de hoy en las religiones esta perfección! No sé yo qué es lo que dejamos del mundo las que decimos que todo lo dejamos por Dios, si no nos apartamos de lo principal, que son los parientes. Viene ya la cosa a estado, que tienen por falta de virtud no querer y tratar mucho los religiosos a sus deudos, y como que lo dicen ellos y alegan sus razones.
3 En esta casa, hijas, mucho cuidado de encomendarlos a Dios, que es razón; en lo demás, apartarlos de la memoria lo más que podamos, porque es cosa natural asirse a ellos nuestra voluntad más que a otras personas.
Yo he sido querida mucho de ellos a lo que decían y yo los quería tanto que no los dejaba olvidarme; y tengo por experiencia, en mí y en otras, que dejados padres (que por maravilla dejan de hacer por los hijos, y es razón con ellos cuando tuvieren necesidad de consuelo, si viéremos no nos hace daño a lo principal, no seamos extraños, que con desasimiento se puede hacer, y con hermanos), en los demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido quien menos ha ayudado en ellos; los siervos de Dios, sí.
4 Creed, hermanas, que sirviéndole vosotras como debéis, que no hallaréis mejores deudos que los que su Majestad os enviare; yo sé que es así, y puestas en esto, como lo vais, y entendiendo que en hacer otra cosa faltáis al verdadero amigo y Esposo vuestro, creed que muy en breve ganaréis esta libertad; y que de los que por sólo él os quisieren, podéis fiar más que de todos vuestros deudos, y que no os faltarán, y en quien no pensáis, hallaréis padres y hermanos. Porque como éstos pretenden la paga de Dios, hacen por nosotras; los que la pretenden de nosotras, como nos ven pobres y que en nada les podemos aprovechar, cánsanse presto. Y aunque esto no sea en general, es lo más usado ahora en el mundo; porque, en fin, es mundo. Quien os dijere otra cosa y que es virtud hacerla, no los creáis; que si dijese todo el daño que trae consigo, me había de alargar mucho; y porque otros que saben lo que dicen mejor han escrito en esto, baste lo dicho. Paréceme que, pues con ser tan imperfecta lo he entendido tanto, ¿qué harán los que son perfectos? (5) Todo este decirnos que huyamos del mundo, que nos aconsejan los santos, claro está que es bueno.
5 Pues creedme que lo que, como he dicho, más se apega de él son los deudos y más malo de desapegar; por eso hacen bien los que huyen de sus tierras si les vale, digo , que no creo va en huir el cuerpo, sino en que determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús, Señor nuestro, que como allí lo halla todo, lo olvida todo, aunque ayuda es apartarnos muy grande hasta que ya tengamos conocida esta verdad; que después podrá ser quiera el Señor, por darnos cruz en lo que solíamos tener gusto, que tratemos con ellos.
Trata cómo no basta desasirse de lo dicho si no nos desasimos de nosotras mismas, y cómo están juntas esta virtud y la humildad.
1 Desasiéndonos del mundo y deudos y encerradas aquí con las condiciones que están dichas, ya parece lo tenemos todo hecho y que no hay que pelear con nada. ¡Oh, hermanas mías!, no os aseguréis ni os echéis a dormir, que será como el que se acuesta muy sosegado habiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de ladrones, y se los deja en casa. Y ya sabéis que no hay peor ladrón, pues quedamos nosotras mismas, que si no se anda con gran cuidado y cada una como en negocio más importante que todos no se mira mucho en andar contradiciendo su voluntad, hay muchas cosas para quitar esta santa libertad de espíritu, que pueda volar a su Hacedor sin ir cargada de tierra y de plomo.
2 Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamiento la vanidad que es todo y cuán presto se acaba, para quitar las afecciones de las cosas que son tan baladíes y ponerla en lo que nunca se ha de acabar; y aunque parece flaco medio, viene a fortalecer mucho el alma, y en las muy pequeñas cosas traer gran cuidado; en aficionándonos a alguna, procurar apartar el pensamiento de ella y volverle a Dios, y su Majestad ayuda. Y hanos hecho gran merced, que en esta casa lo más está hecho, puesto que este apartarnos de nosotras mismas y ser contra nosotras, es recia cosa, porque estamos muy juntas y nos amamos mucho.
3 (1) Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque esta virtud y estotra paréceme andan siempre juntas; son dos hermanas que no hay para qué las apartar. No son éstos los deudos de que yo aviso se aparten, sino que los abracen y las amen y nunca se vean sin ellas. ¡Oh soberanas virtudes, señoras de todo lo criado, emperadoras del mundo, libradoras de todos los lazos y enredos que pone el demonio, tan amadas de nuestro enseñador Cristo, que nunca un punto se vio sin ellas! Quien las tuviere, bien puede salir y pelear con todo el infierno junto y contra todo el mundo y sus ocasiones; no ha ya miedo de nadie, que suyo es el reino de los cielos; no tiene a quién temer, porque nada no se le da de perderlo todo ni lo tiene por pérdida; sólo teme descontentar a su Dios, y suplicarle las sustente en ellas porque no las pierda por su culpa.
Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad que se esconden de quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que tiene ninguna, aunque se lo digan; mas tiénelas en tanto, que siempre anda procurando tenerlas, y valas perfeccionando en sí más, aunque bien se señalan los que las tienen; luego se da a entender a los que los tratan, sin querer ellos.
4 (2) Mas ¡qué desatino ponerme yo a loar humildad y mortificación estando tan loadas del Rey de la gloria y tan confirmadas con tantos trabajos suyos! Pues, hijas mías, aquí es el trabajar por salir de tierra de Egipto, que en hallándolas hallaréis el maná; todas las cosas os sabrán bien; por mal sabor que al gusto de los del mundo tengan, se os harán dulces.
5 (3) Ahora, pues, lo primero que hemos de procurar es quitar de nosotras el amor de este cuerpo, que somos algunas tan regaladas de nuestro natural, que no hay poco que hacer aquí, y tan amigas de nuestra salud, que es cosa para alabar a Dios la guerra que dan, a monjas en especial, y aun a los que no lo son. Mas algunas monjas no parece que venimos a otra cosa al monasterio sino a procurar no morirnos; cada una lo procura como puede. Aquí, a la verdad, poco lugar hay de eso con la obra, mas no querría yo hubiese el deseo. Determinaos, hermanas, que venís a morir por Cristo y no a regalaros por Cristo; que esto pone el demonio que para llevar y guardar la Orden; y tanto, enhorabuena, se quiere guardar la Orden con procurar la salud para guardarla y conservarla, que se muere sin cumplirla enteramente un mes, ni por ventura un día. Pues no sé yo a que venimos.
6 (4) No hayan miedo nos falte discreción en este caso, por maravilla; que luego temen los confesores nos hemos de matar con penitencias. Y es tan aborrecido de nosotras esta falta de discreción, que así lo cumpliésemos todo. Las que lo hicieren al contrario, yo sé que no se les dará nada de que diga esto, ni a mí de que digan juzgo por mí, que dicen verdad. Tengo para mí que así quiere el Señor seamos más enfermas; al menos a mí hízome en serlo gran misericordia, porque como me había de regalar así como así, quiso fuese con causa.
Pues es cosa donosa las que andan con este tormento que ellas mismas se dan, y algunas veces dáles un deseo de hacer penitencias sin camino ni concierto que duran dos días, a manera de decir; después pónelas el demonio en la imaginación que las hizo daño; hácelas temer de la penitencia y no osar después cumplir la que manda la Orden, que ya lo probaron. No guardamos unas cosas muy bajas de la regla como el silencio, que no nos ha de hacer mal , y no nos ha dolido la cabeza, cuando dejamos de ir al coro que tampoco nos mata , y queremos inventar penitencias de nuestra cabeza para que no podamos hacer lo uno ni lo otro. Y a las veces es poco el mal, y nos parece no estamos obligadas a hacer nada, que con pedir licencia cumplimos.
7 (5) Diréis que ¿por qué la da la priora? A saber lo interior, por ventura no haría; mas como le hacéis información de necesidad y no falta un médico que ayuda por la misma que vos le hacéis, y una amiga que llore al lado, o parienta, ¿qué ha de hacer? Queda con escrúpulos si falta en la caridad, quiere mas faltéis vos que ella.
8 (6) Estas son cosas que puede ser pasen alguna vez, y porque os guardéis de ellas las pongo aquí; porque si el demonio nos comienza a amendrentar con que nos faltará la salud, nunca haremos nada. El Señor nos dé luz para acertar en todo, amén.
CAMINO DE PERFECCION 5