Jeremia (BPD) 17

17 1 El pecado de Judá está escritocon un buril de hierro,
está grabado con punta de diamante
sobre la tabla de su corazón
y sobre los cuernos de sus altares,
2
como testimonio contra ellos.
Sus altares y sus postes sagrados
están junto a cada árbol frondoso,
sobre las colinas elevadas,
3
en las montañas y en campo abierto.
Tu riqueza, todos tus tesoros
los entregaré como botín,
gratuitamente, por todos tus pecados,
en todo tu territorio.
4
Tendrás que desprendertede tu herencia,
la que yo te había dado.
Haré que sirvas a tus enemigos
en un país que no conocías,
porque el fuego de mi iraque ustedes encendieron
arderá para siempre.

La felicidad del que confía en el Señor

5 Así habla el Señor:
¡Maldito el hombre que confía en el hombre
y busca su apoyo en la carne,
mientras su corazón se aparta del Señor!
6
Él es como un matorral en la estepa
que no ve llegar la felicidad;
habita en la aridez del desierto,
en una tierra salobre e inhóspita.
7
¡Bendito el hombreque confía en el Señor
y en él tiene puesta su confianza!
8
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas,
que extiende sus raíces hacia la corriente;
no teme cuando llega el calor
y su follaje se mantiene frondoso;
no se inquieta en un año de sequía
y nunca deja de dar fruto.

Dos proverbios: el enigma del corazón humano y las riquezas mal adquiridas

9 Nada más tortuoso que el corazón humano
y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo?
10
Yo, el Señor, sondeo el corazón
y examino las entrañas,
para dar a cada uno según su conducta,
según el fruto de sus acciones.
11
Perdiz que empolla huevos sin haberlos puesto
es el que adquiere riqueza injustamente:
en la mitad de sus días tiene que abandonarla
y, al final, resulta un insensato.

Expresión de confianza en el Señor y en el Templo

12 ¡Trono de gloria,exaltado desde el comienzo,
es el lugar de nuestro Santuario!
13
Tú, Señor, eres la esperanza de Israel:
todos los que te abandonanquedarán confundidos,
los que se apartan de ti
   serán escritos en el polvo,
porque han abandonado el manantial de agua viva.

Súplica de Jeremías

14 ¡Sáname, Señor, y quedaré sano,
sálvame y estaré a salvo,
porque tú eres mi alabanza!
15
Mira cómo me dicen:
“¿Dónde está la palabra del Señor?¡Que se cumpla!”.
16
Pero yo no te instigué a mandar una desgracia
ni he deseado el día irreparable.
Tú lo sabes: lo que salía de mi boca
está patente delante de tu rostro.
17
No seas para mí un motivo de terror,
tú, mi refugio en el día de la desgracia.
18
¡Que se avergüencenmis perseguidores, y no yo;
que se aterroricen ellos, y no yo!
Atrae sobre ellos un día de desgracia,
quiébralos con un doble quebranto.

Exhortación a la observancia del sábado

19 Así me habló el Señor: Ve, párate en la puerta del Pueblo, por donde entran y salen los reyes de Judá, y en todas las puertas de Jerusalén, 20 y diles: ¡Escuchen la palabra del Señor, reyes de Judá y Judá todo entero, y todos ustedes, habitantes de Jerusalén que entran por estas puertas! 21 Así habla el Señor: Cuídense bien, por su propia vida, de llevar una carga en día sábado y de introducirla por la puertas de Jerusalén. 22 No saquen ninguna carga de sus casas en día sábado, ni hagan ningún trabajo. Santifiquen el día sábado, como yo les ordené a sus padres. 23 Pero ellos no escucharon ni inclinaron su oído, sino que se negaron obstinadamente a escuchar y aprender la lección.
24
Si ustedes me escuchan verdaderamente –oráculo del Señor– y no introducen ninguna carga por las puertas de esta ciudad en día sábado; si santifican el día sábado no haciendo ningún trabajo, 25 entonces, por las puertas de esta ciudad, entrarán reyes que se sientan en el trono de David; entrarán montados en carros y caballos, ellos y sus príncipes, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. Esta ciudad será habitada para siempre, 26 y de las ciudades de Judá y de los alrededores de Jerusalén, de la Sefelá, de la Montaña y del Négueb, se traerán holocaustos y sacrificios, oblaciones e incienso, y se traerá el sacrificio de alabanza a la Casa del Señor.
27
Pero si ustedes no escuchan mi orden de santificar el día sábado, y de no llevar cargas cuando entran por las puertas de Jerusalén en día sábado, entonces yo encenderé en sus puertas un fuego que devorará los palacios de Jerusalén, y no se extinguirá.

Jeremías en el taller del alfarero

18 1 Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: 2 “Baja ahora mismo al taller del alfarero, y allí te haré oír mis palabras”. 3 Yo bajé al taller del alfarero, mientras él trabajaba en el torno. 4 Y cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal, como suele pasar con la arcilla en manos del alfarero, él volvía a hacer otra, según le parecía mejor.
5
Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: 6 ¿No puedo yo tratarlos a ustedes, casa de Israel, como ese alfarero? –oráculo del Señor–. Sí, como la arcilla en la mano del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel. 7 A veces yo hablo, con respecto a una nación o a un reino, de arrancar, derribar y perder; 8 pero si la nación de la que hablé se convierte de su maldad, entonces me arrepiento del mal que había pensado infligirle. 9 Otras veces hablo, con respecto a una nación o a un reino, de edificar y plantar; 10 pero si esa nación hace lo malo a mis ojos, sin escuchar mi voz, entonces me arrepiento del bien que había prometido hacerle.
11
Y ahora, habla en estos términos a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Así habla el Señor: Miren que yo fabrico contra ustedes una desgracia y medito contra ustedes un proyecto. Vuelvan de su mal camino, enmienden su conducta y sus acciones. 12 Pero ellos dirán: “¡Es inútil! Queremos seguir nuestros propios designios, obraremos cada uno según los impulsos de nuestro corazón obstinado y perverso”.

La infidelidad de Israel y sus consecuencias

13 Por eso, así habla el Señor:
Pregunten entre las naciones:
¿Quién ha oído nada igual?
Ha cometido la cosa más horrible
la virgen de Israel.
14
¿Abandona las cuestas rocosas
la nieve del Líbano?
¿Se agotan las aguas de las montañas,
frescas y fluyentes?
15
¡Mi pueblo, en cambio,se ha olvidado de mí!
Ellos queman incienso a la Nada
y han tropezado en sus caminos,
en los senderos antiguos,
para ir por sendas desviadas,
por un camino sin trazar.
16
Así han hecho de su paísuna devastación,
un motivo de burla perpetua.
Todo el que pase por allí
se quedará pasmado y moverá la cabeza.
17
Yo los dispersarécomo el viento del este
delante del enemigo:
yo les mostraré la espalda, no el rostro,
en el día de su ruina.

Conspiración contra Jeremías

18 Ellos dijeron: “¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras”.
19
¡Préstame atención, Señor,
y oye la voz de los que me acusan!
20
¿Acaso se devuelve mal por bien
para que me hayan cavado una fosa?
Recuerda que yo me presentédelante de ti
para hablar en favor de ellos,
para apartar de ellos tu furor.
21
Por eso, entrega sus hijos al hambre
y déjalos a merced de la espada.
¡Que sus mujeres se queden sin hijos y sin marido,
que sus hombres mueran víctimas de la peste,
que sus jóvenes caigan bajo la espada en el combate!
22
¡Que se oiga el clamorque sale de sus casas,
cuando mandes de repente salteadores contra ellos!
Porque han cavado una fosa para atraparme
y han ocultado trampas bajo mis pies.
23
Pero tú, Señor, conoces bien
sus planes asesinos contra mí.
¡No les perdones su iniquidad,
que su pecado no se borre de tu vista!
¡Que tropiecen delante de ti,
y en el tiempo de tu ira, obra contra ellos!

El cántaro roto

19 1 Así habló el Señor a Jeremías: Ve a comprar un cántaro de arcilla. Luego llevarás contigo a algunos de los ancianos del pueblo y de los ancianos de los sacerdotes, 2 saldrás al valle de Ben Hinnóm, que está a la entrada de la puerta de la Alfarería, y proclamarás allí las palabras que yo te indicaré. 3 Tú dirás: Escuchen la palabra del Señor, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo haré venir sobre este lugar una desgracia tal, que a todo el que oiga hablar de ella le zumbarán los oídos. 4 Porque ellos me han abandonado y han enajenado este lugar, quemando en él incienso a otros dioses, que no conocían ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá, y porque han llenado este lugar de sangre inocente. 5 Han edificado lugares altos a Baal, para quemar en el fuego a sus hijos como holocaustos a Baal, cosa que yo no había ordenado ni dicho, y que jamás se me pasó por la mente. 6 Por eso, llegarán los días –oráculo del Señor– en que este lugar ya no será llamado “el Tófet” ni “valle de Ben Hinnóm”, sino “valle de la Masacre”. 7 Yo frustraré en este lugar el designio de Judá y de Jerusalén; los haré caer delante de sus enemigos por la espada y por la mano de aquellos que atentan contra su vida, y entregaré sus cadáveres como pasto a las aves del cielo y a los animales de la tierra. 8 Convertiré esta ciudad en una devastación y en un motivo de estupor: todo el que pase junto a ella quedará pasmado y silbará de estupor al ver todas sus plagas. 9 Yo les haré comer la carne de sus hijos y de sus hijas, y se comerán unos a otros, bajo la presión del asedio a que los someterán sus enemigos y los que atentan contra su vida.
10
Tú quebrarás el cántaro a la vista de los hombres que te hayan acompañado, 11 y les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: De esta misma manera quebraré a este pueblo y a esta ciudad, como se quiebra una vasija de alfarero que ya no se puede reparar, y los muertos serán enterrados en Tófet, porque no habrá otro sitio donde enterrarlos. 12 Así trataré a este lugar –oráculo del Señor– y a los que habitan en él: haré a esta ciudad semejante a Tófet. 13 Las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá serán impuras como el lugar de Tófet: sí, todas esas casas sobre cuyos techos se quemó incienso a todo el Ejército de los cielos y se derramaron libaciones a otros dioses.
14
Cuando Jeremías regresó de Tófet, adonde el Señor lo había enviado a profetizar, se paró en el atrio de la Casa del Señor, y dijo a todo el pueblo: 15 Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Miren que yo atraigo sobre esta ciudad y sobre sus poblados toda la desgracia con que los había amenazado, porque ellos se han obstinado en no escuchar mis palabras”.

Vaticinio contra el sacerdote Pasjur

20 1 El sacerdote Pasjur, hijo de Imer, inspector principal de la Casa del Señor, oyó a Jeremías profetizar estas cosas. 2 Entonces mandó golpear a Jeremías, el profeta, y lo hizo poner en el cepo que está en la puerta Alta de Benjamín, en la Casa del Señor. 3 Pero a la mañana siguiente, cuando Pasjur sacó a Jeremías del cepo, este le dijo: “El nombre que te dio el Señor no es Pasjur, sino ‘Terror por todas partes’. 4 Porque así habla el Señor: Yo haré que seas presa del terror, tú y todos tus amigos; ellos caerán bajo la espada de sus enemigos, y tú lo verás con tus propios ojos. Y yo entregaré a todo Judá en manos del rey de Babilonia, que los deportará a Babilonia y los herirá con la espada. 5 Todas las riquezas de esta ciudad, todas sus ganancias y todo lo que hay de precioso en ella, junto con todos los tesoros de los reyes de Judá, los entregaré en manos de sus enemigos: ellos los saquearán, los tomarán y se los llevarán a Babilonia. 6 En cuanto a ti, Pasjur, tú y todos los que habitan en tu casa irán al cautiverio: llegarás a Babilonia y allí morirás, y allí serás enterrado, tú y todos tus amigos a quienes les has profetizado falsamente”.

El drama interior de Jeremías

7 ¡Tú me has seducido, Señor,
y yo me dejé seducir!
¡Me has forzado y has prevalecido!
Soy motivo de risa todo el día,
todos se burlan de mí.
8
Cada vez que hablo, es para gritar,
para clamar: “¡Violencia, devastación!”.
Porque la palabra del Señor es para mí
oprobio y afrenta todo el día.
9
Entonces dije: “No lo voy a mencionar,
ni hablaré más en su Nombre”.
Pero había en mi corazón como un fuego abrasador,
encerrado en mis huesos:
me esforzaba por contenerlo,
pero no podía.
10
Oía los rumores de la gente:
“¡Terror por todas partes!
¡Denúncienlo! ¡Sí, lo denunciaremos!”.
Hasta mis amigos más íntimos
acechaban mi caída:
“Tal vez se lo pueda seducir;
prevaleceremos sobre él
y nos tomaremos nuestra venganza”.
11
Pero el Señor está conmigo
como un guerrero temible:
por eso mis perseguidores tropezarán
y no podrán prevalecer;
se avergonzarán de su fracaso,
será una confusión eterna, inolvidable.
12
Señor de los ejércitos, que examinas al justo,
que ves las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos!,
porque a ti he encomendado mi causa.
13
¡Canten al Señor, alaben al Señor,
porque él libró la vida del indigente
del poder de los malhechores!

Imprecación contra el día de su nacimiento

14 ¡Maldito el día en que nací!
¡El día en que mi madre me dio a luz
jamás sea bendecido!
15
¡Maldito el hombre que dio a mi padrela noticia:
“Te ha nacido un hijo varón”,
llenándolo de alegría!
16
Que ese día sea como las ciudades
que el Señor destruyó sin arrepentirse;
que oiga gritos por la mañana
y un alarido al tiempo del mediodía,
17
porque no me hizo morir desde el seno materno:
¡así mi madre hubiera sido mi tumba
y su gravidez hubiera durado para siempre!
18
¿Por qué salí del vientre materno
para no ver más que pena y aflicción,
y acabar mis días avergonzado?

INVECTIVAS CONTRA LOS REYES Y LOS FALSOS PROFETAS


La respuesta al mensaje de Sedecías
21 1 Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, cuando el rey Sedecías le envió a Pasjur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sefanías, hijo de Maasías, para decirle: 2 “Por favor, consulta al Señor por nosotros, ya que Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos hace la guerra. Tal vez el Señor renueve por nosotros todas sus maravillas, y lo fuerce a retirarse”.
3
Jeremías les dijo: “Díganle a Sedecías: 4 Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo haré retroceder las armas de guerra que ustedes empuñan, con las que combaten al rey de Babilonia y a los caldeos que los asedian desde fuera de los muros, y las amontonaré en medio de esta ciudad. 5 Yo mismo combatiré contra ustedes con mano fuerte y brazo poderoso, con ira, furor y una gran irritación. 6 Heriré a los habitantes de esta ciudad, hombres y animales, y ellos morirán de una gran peste. 7 Después de esto –oráculo del Señor– entregaré a Sedecías, rey de Judá, a sus servidores y a la población que aún quede en esta ciudad después de la peste, de la espada y el hambre; los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, en manos de sus enemigos y en manos de los que atentan contra su vida: él los pasará al filo de la espada, sin piedad, sin clemencia y sin compasión”.
8
Y a este pueblo le dirás: “Así habla el Señor: Miren que yo pongo delante de ustedes el camino de la vida y el camino de la muerte. 9 El que permanezca en esta ciudad morirá por la espada, el hambre y la peste; pero el que salga y se rinda a los caldeos que los asedian, vivirá, y su vida será para él un botín. 10 Porque yo he vuelto mi rostro hacia esta ciudad para mal y no para bien –oráculo del Señor–: ella será entregada en manos del rey de Babilonia, que la hará arder por el fuego”.

Contra la casa real

11 A la casa real de Judá:
¡Escuchen la palabra del Señor!
12
Casa de David, así habla el Señor:
Hagan justicia cada mañana,
y libren al explotadode la mano del opresor,
no sea que mi furor estallecomo un fuego
y arda sin que nadie lo extinga,
a causa de la maldad de sus acciones.
13
¡Aquí estoy contra ti,Moradora del valle,
Roca de la llanura! –oráculo del Señor–.
Ustedes dicen: “¿Quién bajarácontra nosotros,
quién entrará en nuestras guaridas?”.
14
Soy yo el que los voy a castigar
conforme al fruto de sus acciones–oráculo del Señor–.
Yo prenderé fuego a su bosque
y él consumirá todos sus alrededores.

Nueva amenaza contra la dinastía real

22 1 Así habla el Señor: Baja a la casa del rey de Judá, y pronuncia allí esta palabra. 2 Tú dirás: Escucha la palabra del Señor, rey de Judá que te sientas en el trono de David, tú y también tus servidores y tu pueblo, que entran por estas puertas. 3 Así habla el Señor: Practiquen el derecho y la justicia; libren al explotado de la mano del opresor; no maltraten ni hagan violencia al extranjero, al huérfano y a la viuda; no derramen sangre inocente en este lugar. 4 Porque si ustedes cumplen realmente esta palabra, entonces, por las puertas de esta Casa, entrarán reyes que se sientan en el trono de David; entrarán montados en carros y caballos, ellos con sus servidores y su pueblo. 5 Pero si ustedes no escuchan estas palabras, juro por mí mismo –oráculo del Señor– que esta Casa se convertirá en un montón de ruinas.
6
Porque así habla el Señor acerca de la casa real de Judá:
Tú eras para mí como Galaad,
como una cumbre del Líbano,
pero juro que te convertiré en un desierto,
en una ciudad deshabitada.
7
Consagraré contra ti destructores,
cada uno con sus armas;
ellos talarán tus cedros escogidos
y los harán caer en el fuego.
8
Numerosas naciones pasarán junto a esta ciudad, y se dirán unos a otros: “¿Por qué el Señor trató así a esta gran ciudad?”. 9 Y se les responderá: “Porque abandonaron la alianza del Señor, su Dios, y se postraron delante de otros dioses y los sirvieron”.

Contra varios reyes de Judá: contra Joacaz

10 No lloren por el que está muerto
ni se lamenten por él.
Lloren más bien por el que parte,
porque él no volverá nunca más
ni verá otra vez su país natal.
11
Porque así habla el Señor acerca de Salúm, hijo de Josías, Rey de Judá, que sucedió en el trono a su padre Josías: “El que salió de este lugar ya no regresará: 12 morirá en el lugar adonde ha sido deportado, no verá más este país”.

Contra Joaquím

13 ¡Ay del que edifica su casasin respetar la justicia
y sus pisos altos sin respetar el derecho,
del que hace trabajar de balde a su prójimo
y no le remunera su trabajo!
14
¡Ay del que dice: “Me edificaréuna casa espaciosa,
con pisos altos bien aireados”,
y luego le abre ventanas,
la recubre de cedro
y la pinta de rojo vivo!
15
¿Eres acaso rey
porque ostentas la mejor madera de cedro?
¿Acaso tu padre no comía y bebía?
Pero también practicaba el derecho y la justicia,
y entonces todo le iba bien.
16
Él juzgaba la causa del pobre y del indigente,
y entonces todo le iba bien.
¿No es eso conocerme?–oráculo del Señor–.
17
Pero tú no tienes ojos ni corazón
más que para tus ganancias,
para derramar sangre inocente,
para practicar la opresión y la violencia.
18
Por eso, así habla el Señor
acerca de Joaquím, hijo de Josías,rey de Judá:
¡Pobre de ese hombre!
Nadie se lamentará por él:
“¡Ay, hermano mío! ¡Ay, hermana mía!”.
Nadie se lamentará por él:
“¡Ay, señor! ¡Ay, su Majestad!”.
19
Será sepultado como un asno,
será arrastrado y arrojado
más allá de las puertas de Jerusalén.

Contra la nación personificada

20 ¡Sube hasta el Líbano y grita,
levanta tu voz en Basán,
grita desde los Abarím,
porque todos tus amantes han sido destrozados!
21
Yo te hablé cuando estabas tranquila,
pero tú dijiste: “¡No escucharé!”.
Este ha sido tu camino desde tu juventud:
nunca has escuchado mi voz.
22
A todos tus pastores los apacentará el viento,
tus amantes irán al cautiverio;
entonces quedarás avergonzaday confundida
por toda tu maldad.
23
Tú, que habitas en el Líbano,
que anidas entre los cedros,
¡cómo gemirás cuando te asalten los dolores
y un temblor como de parturienta!

Contra Conías

24 ¡Lo juro por mi vida! –oráculo del Señor–: Aunque Conías, hijo de Joaquím, rey de Judá, fuera un anillo en mi mano derecha, de allí lo arrancaría. 25 Yo te entregaré en manos de los que atentan contra tu vida, en manos de los que tú más temes, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos. 26 Yo te arrojaré, a ti y a tu madre que te dio a luz, a un país extraño, donde ustedes no han nacido, y allí morirán. 27 Pero al país al que ansían volver, allí no volverán.
28
¿Es este hombre, Conías,
una vasija despreciable, rota,
un objeto que ya nadie quiere?
¿Por qué él y su descendencia
han sido arrojados, echados
a un país que no conocían?
29
¡Tierra, tierra, tierra!
Escucha la palabra del Señor.
30
Así habla el Señor:
Inscriban a este hombre: “Sin hijo,
un fracasado en la vida”,
porque ninguno de su descendencia
logrará sentarse en el trono de David
ni seguir dominando en Judá.

Los malos pastores y el rey justo

23 1 ¡Ay de los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mi pastizal! –oráculo del Señor–. 2 Por eso, así habla el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: ustedes han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas. Yo, en cambio, voy a ocuparme de ustedes, para castigar sus malas acciones –oráculo del Señor–.
3
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países adonde las había expulsado, y las haré volver a sus praderas, donde serán fecundas y se multiplicarán. 4 Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán, y no se echará de menos a ninguna –oráculo del Señor–.
5
Llegarán los días –oráculo del Señor–
en que suscitaré para David un germen justo;
él reinará como rey y será prudente,
practicará la justicia y el derechoen el país.
6
En sus días, Judá estará a salvo
e Israel habitará seguro.
Y se lo llamará con este nombre:
“El Señor es nuestra justicia”.
7
Por eso, llegarán los días –oráculo del Señor– en que ya no se dirá: “Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país de Egipto”, 8 sino más bien: “por la vida del Señor que hizo subir a los descendientes de la casa de Israel, y los hizo llegar del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado, para que habiten en su propio suelo”.

Contra los falsos profetas

9 A los profetas:
Se me parte el corazón en el pecho,
se aflojan todos mis huesos;
soy como un hombre borracho,
como un hombre vencido por el vino,
a causa del Señor
y a causa de sus santas palabras.
10
Porque el país está lleno de adúlteros
–sí, a causa de la maldición,
el país está de duelo,
se han secado las praderas del desierto–:
ellos corren hacia la maldad
y emplean su fuerza para la injusticia.
11
Hasta el profeta y el sacerdoteson impíos,
aun en mi propia Casaencuentro su maldad
–oráculo del Señor–.
12
Por eso su camino será para ellos
como un terreno resbaladizo;
serán empujados a las tinieblas
y allí caerán.
Porque yo atraeré sobre ellos una desgracia
en el año de su castigo –oráculo del Señor–.
13
Entre los profetas de Samaría,
yo he visto el desatino:
ellos profetizaban por Baal
y extraviaron a mi pueblo Israel.
14
Pero entre los profetas de Jerusalén,
he visto cosas horribles:
son adúlteros, viven en la mentira,
tienden la mano a los malhechores,
¡y así nadie se convierte de su maldad!
Todos ellos son para mí como Sodoma
y los habitantes de la ciudad,como Gomorra.
15
Por eso, así habla el Señorde los ejércitos
contra los profetas:
Yo les haré comer ajenjo
y les daré de beber agua envenenada,
porque de los profetas de Jerusalén
ha salido la impiedad a todo el país.
16
Así habla el Señor de los ejércitos:
No escuchen las palabras de los profetas
que profetizan para ustedes:
no hacen más que ilusionarlos,
lo que dicen son visiones de su imaginación,
no lo que sale de la boca del Señor.
17
Ellos se atreven a decir
a los que desprecian la palabra del Señor:
“¡Ustedes tendrán paz!”.
Y a los de corazón obstinado, les dicen:
“¡No les sucederá nada malo!”.
18
Pero ¿quién de ellos asistióal consejo del Señor
para ver y escuchar su palabra?
¿Quién prestó atención y oyó su palabra?
19
Miren el huracán del Señor:
se ha desencadenado el furor,
se desata el torbellino,
y se abate sobre la cabeza de los malvados.
20
La ira del Señor no se volverá atrás
hasta haber ejecutado y cumplido
los designios de su corazón.
Al término de estos días,
ustedes comprenderán esto claramente.
21
Yo no envié a esos profetas,
pero ellos corrieron;
yo no les hablé,
pero ellos profetizaron.
22
Si hubieran asistido a mi consejo,
habrían proclamado mis palabras a mi pueblo,
lo habrían hecho volver de su mal camino
y de la maldad de sus acciones.
23
¿Acaso yo soy Dios sólo de cerca–oráculo del Señor–
y no soy Dios de lejos?
24
¿Puede un hombre esconderseen un lugar secreto 
sin que yo lo vea? –oráculo del Señor– .
¿Acaso no lleno el cielo y la tierra?
–oráculo del Señor–.
25
Yo escuché lo que dicen los profetas que profetizan falsamente en mi Nombre, diciendo: “¡He tenido un sueño! ¡He tenido un sueño!”. 26 ¿Hasta cuándo continuará esto en el corazón de esos profetas, que profetizan falsamente y vaticinan sus propios pensamientos engañosos? 27 Con los sueños que se cuentan unos a otros, ellos piensan hacer que mi pueblo se olvide de mi Nombre, como sus padres olvidaron mi Nombre por el de Baal. 28 El profeta que tenga un sueño, que cuente ese sueño, y el que tenga mi palabra, que pronuncie fielmente mi palabra.
¿Qué tiene en común la paja con el grano?
–oráculo del Señor–.
29
¿No es mi palabra como fuego
–oráculo del Señor–
como martillo que pulveriza la roca?
30
Por eso, aquí estoy contra los profetas –oráculo del Señor– que se roban mis palabras unos a otros. 31 Aquí estoy contra los profetas –oráculo del Señor– que sueltan su lengua para proferir oráculos. 32 Aquí estoy contra los profetas que profetizan sueños engañosos –oráculo del Señor– que los cuentan y extravían a mi pueblo con sus mentiras y sus jactancias, siendo así que yo no los envié ni los mandé, y que no sirven de nada para este pueblo –oráculo del Señor–.
33
Y cuando este pueblo, o un profeta, o un sacerdote, te pregunten: “¿Cuál es la ‘carga’ del Señor?”, tú les responderás: “Ustedes son la ‘carga’, y yo los arrojaré”.– oráculo del Señor–.
34
En cuanto al profeta, al sacerdote o al hombre de este pueblo que diga: “Carga del Señor”, yo castigaré a ese hombre y a su casa. 35 Así deberá hablar cada uno con su prójimo o con su hermano: “¿Qué ha respondido el Señor?” y “¿Qué ha dicho el Señor?”. 36 Pero ustedes no mencionarán la “carga del Señor”, porque la “carga” para cada uno será su palabra, ya que ustedes han distorsionado las palabras del Dios viviente, el Señor de los ejércitos, nuestro Dios. 37 Al profeta le hablarás así: “¿Qué te ha respondido el Señor?” y “¿Qué ha dicho el Señor?”.
38
Pero si ustedes dicen: “Carga del Señor” , entonces, así habla el Señor: Ustedes han pronunciado esta palabra: “Carga del Señor”, siendo así que yo les prohibí que dijeran: “Carga del Señor”. 39 Por eso, yo los levantaré como una “carga” y los arrojaré lejos de mi presencia, a ustedes y a la ciudad que yo les he dado, tanto a ustedes como a sus padres. 40 Yo les infligiré un oprobio perpetuo y una ignominia eterna, que no se olvidará jamás.

Visión de las dos canastas de higos

24 1 El Señor me hizo ver dos canastas de higos, puestas delante del Templo del Señor. Esto sucedió después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó de Jerusalén a Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, así como también a los príncipes de Judá, a los artesanos y a los cerrajeros, y se los llevó a Babilonia. 2 Una canasta tenía higos muy buenos, como brevas; la otra tenía higos muy malos, tan malos que no se los podía comer. 3 El Señor me dijo: “¿Qué ves, Jeremías?”. “Higos, respondí; los higos buenos son muy buenos; los higos malos son muy malos, tan malos que no se los puede comer”.
4
Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: 5 Así habla el Señor, Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré yo para su bien a los deportados de Judá que envié de este lugar al país de los caldeos. 6 Yo pondré mis ojos sobre ellos para su bien, y los haré volver a este país; los edificaré y no los demoleré, los plantaré y nos los arrancaré. 7 Les daré un corazón para que me conozcan a mí, que soy el Señor; ellos serán mi Pueblo y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón. 8 Pero como a esos higos malos, que de tan malos no se los puede comer –sí, así habla el Señor– de esa misma manera, trataré a Sedecías, rey de Judá, a sus príncipes y al resto de Jerusalén, tanto a los que han quedado en este país como a los que habitan en el país de Egipto. 9 Yo haré de ellos un objeto de terror para todos los reinos de la tierra, un objeto de escarnio, de sátira y de risa, y una maldición en todos los lugares adonde los expulsaré. 10 Enviaré contra ellos la espada, el hambre y la peste, hasta que desaparezcan por completo del suelo que les di a ellos y a sus padres.

Babilonia, instrumento y objeto del castigo divino

25 1 Palabra que llegó a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, el cuarto año de Joaquím, hijo de Josías, rey de Judá, es decir, el primer año de Nabucodonosor, rey de Babilonia. 2 Esto es lo que dijo el profeta Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén:
3
Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta el día de hoy –son ya veintitrés años– me ha llegado la palabra del Señor, y yo les he hablado incansablemente, sin que ustedes me escucharan. 4 También el Señor les ha enviado incansablemente a todos sus servidores los profetas, pero ustedes no han escuchado ni han inclinado sus oídos para oír. 5 Él les decía: Vuélvanse cada uno de su mal camino y de la maldad de sus acciones, y habitarán en el suelo que les ha dado el Señor, a ustedes y a sus padres, desde siempre y para siempre. 6 No vayan detrás de otros dioses para servirlos y para postrarse delante de ellos, no me agravien con la obra de sus manos, y no les haré ningún mal. 7 Pero ustedes no me escucharon –oráculo del Señor– agraviándome con la obra de sus manos, para su propia desgracia.
8
Por eso, así habla el Señor de los ejércitos: Porque ustedes no han escuchado mis palabras, 9 yo mando a buscar todos los clanes del Norte –oráculo del Señor– y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi servidor, y los hago venir contra este país, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de alrededor. Así los consagraré al exterminio total, y los convertiré en una desolación, en un motivo de estupor y en ruinas perpetuas. 10 Haré desaparecer de entre ellos el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido del molino y la luz de la lámpara. 11 Todo este país será una ruina y una devastación, y esas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años.
12
Pero cuando hayan pasado los setenta años, yo castigaré por su iniquidad al rey de Babilonia y a aquella nación –oráculo del Señor– así como también al país de los caldeos, y los convertiré en desolaciones perpetuas. 13 Yo haré venir sobre ese país todas las palabras que pronuncié contra él, todo lo que está escrito en este libro.


INTRODUCCIÓN A LOS ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES


La copa de la ira del Señor

Esto es lo que profetizó Jeremías contra todas las naciones. 14 Porque también a ellas las someterán naciones poderosas y grandes reyes, y yo les retribuiré según su conducta y según la obra de sus manos.
15
Porque así me ha hablado el Señor, Dios de Israel: “Toma de mi mano esta copa de vino del furor, y dásela de beber a todas las naciones a las que yo te envío; 16 ellas la beberán, se marearán y se enloquecerán, a causa de la espada que envío en medio de ellas”. 17 Yo tomé la copa de la mano del Señor y se la hice beber a todas las naciones a las que me había enviado el Señor: 18 a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus príncipes, para convertirlos en una ruina, una devastación, un motivo de estupor y una maldición, como sucede en el día de hoy; 19 al Faraón, rey de Egipto, a sus servidores, a sus príncipes y a todo su pueblo; 20 a toda la mezcla de pueblos; a todos los reyes del país de Us; a todos los reyes del país de los filisteos: a Ascalón, Gaza, Ecrón y el resto de Asdod; 21 a Edóm, Moab y los amonitas; 22 a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón, a los reyes de las costas lejanas que están más allá del mar; 23 a Dedán, Temá y Buz; a todos los “Sienes rapadas”; 24 a todos los reyes de Arabia que habitan en el desierto; 25 a todos los reyes de Zimrí, a todos los reyes de Elám, a todos los reyes de Media; 26 a todos los reyes del Norte, próximos y lejanos, uno después del otro: o sea, a todos los reyes de la tierra que están sobre la superficie del suelo. Y el rey de Sesac beberá después de ellos.
27
Tú les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Beban hasta embriagarse, vomiten y caigan para no levantarse más, delante de la espada que yo envío en medio de ustedes! 28 Y si ellos se niegan a tomar de tu mano la copa para beber, tú les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: ¡Tendrán que beber! 29 Porque si yo inflijo un castigo, comenzando por la ciudad que es llamada con mi Nombre, ustedes, ¿van a quedar impunes? No, no quedarán impunes, porque yo llamo a la espada contra todos los habitantes de la tierra –oráculo del Señor de los ejércitos–.
30
En cuanto a ti, profetiza contra ellos todas estas palabras. Tú les dirás:
El Señor ruge desde lo alto,
desde su santa morada alza su voz;
ruge con furia contra su redil,
lanza un grito como los que pisan la uva
contra todos los habitantes de la tierra.
31
Llega el estruendo hasta el confínde la tierra,
porque el Señor está en pleito con las naciones,
entabla juicio a todo ser viviente,
y a los malvados los entrega a la espada
–oráculo del Señor–.
32
Así habla el Señor de los ejércitos:
Miren cómo pasa la desgracia
de nación en nación;
se desata una gran tempestad
desde los extremos de la tierra.
33
Habrá víctimas del Señor, en aquel día, desde un extremo a otro de la tierra; no serán lloradas ni recogidas ni enterradas: se convertirán en estiércol sobre la superficie del suelo.
34
¡Giman, pastores, y griten,
revuélquense en el polvo, encargados del rebaño!
Porque les ha llegado el día de la matanza
y caerán como carneros escogidos.
35
¡No hay asilo para los pastores,
no escaparán los encargados del rebaño!
36
¡Escuchen el clamor de los pastores,
el gemido de los encargados del rebaño,
porque el Señor devasta sus pastizales,
37
sus prósperas praderas son destruidas,
ante el ardor de la ira del Señor!
38
Un cachorro de leónabandona su guarida:
sí, el país es una devastación,
a causa de la espada arrasadora,
a causa del ardor de su ira.


RELATOS BIOGRÁFICOS Y ANUNCIOS DE SALVACIÓN



PERSECUCIÓN CONTRA JEREMÍAS


Arresto de Jeremías por su discurso contra el Templo

26
Jeremia (BPD) 17