2Chronicles (BPD) 1



EL REINADO DE SALOMÓN


El sueño y la súplica de Salomón en Gabaón

1 Rey. 3. 4-15
1 1 Salomón, hijo de David, se afianzó en su trono, y el Señor, su Dios, estaba con él y lo engrandeció sobremanera. 2 Salomón habló a todo Israel, a los jefes de mil y de cien hombres, a los jueces y a todos los príncipes de todo Israel, o sea, a los jefes de familia. 3 Después Salomón fue con toda la asamblea al lugar alto de Gabaón, donde estaba la Carpa del Encuentro de Dios, que Moisés, el servidor del Señor, había construido en el desierto. 4 El Arca de Dios, en cambio, había sido llevada por David de Quiriat Iearim al lugar que él mismo le había preparado en Jerusalén, levantando allí una tienda de campaña para ella. 5 Pero el altar de bronce que había hecho Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, estaba en Gabaón delante de la Morada del Señor, y Salomón fue junto con la asamblea a consultarlo allí al Señor. 6 Salomón subió al altar de bronce que estaba junto a la Carpa del Encuentro, y ofreció sobre él mil holocaustos, en la presencia del Señor.
7
Aquella misma noche, Dios se apareció a Salomón y le dijo: “Pídeme lo que quieras”. 8 Salomón respondió a Dios: “Tú has tratado a mi padre David con gran fidelidad y me has hecho reinar en lugar de él. 9 Ahora, Señor Dios, que se cumpla la promesa que le hiciste a mi padre David, ya que tú me has constituido rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra. 10 Por eso, dame sabiduría e inteligencia, para que yo pueda guiar a este pueblo, porque ¿quién podría juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?”.
11
Dios respondió a Salomón: “Ya que me haces esta petición y no reclamas riquezas, ni posesiones, ni gloria, ni la muerte de tus enemigos, ni tampoco una larga vida, sino que pides sabiduría e inteligencia para juzgar a mi pueblo, del cual te he constituido rey, 12 por eso te son concedidas la sabiduría y el entendimiento, y además te daré riquezas, posesiones y gloria, como no las tuvo ninguno de los reyes antes de ti, ni las tendrá ninguno después de ti”.
13
Salomón regresó a Jerusalén desde el lugar alto de Gabaón, donde estaba la Carpa del Encuentro, y reinó sobre Israel.

La caballería de Salomón

9. 25-28; 1 Rey. 10. 26-29
14 Salomón reunió carros de guerra y caballería: llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos, y los acantonó en las ciudades destinadas a las carros, y en Jerusalén, junto al rey. 15 Él hizo que la plata y el oro fueran en Jerusalén tan comunes como las piedras, y la madera de cedro tan abundante como los sicomoros de la Sefelá. 16 Los caballos de Salomón procedían de Musrí y de Cilicia. Los agentes del rey los adquirían en Cilicia, a un precio fijo. 17 Cada carro importado de Musrí costaba seiscientos siclos de plata; cada caballo ciento cincuenta. En las mismas condiciones, por medio de esos agentes, se exportaban para todos los reyes hititas y para los reyes de Arám.

La alianza con el rey de Tiro para la construcción del Templo

1 Rey. 5. 16-26
18 Salomón decidió construir una Casa para el nombre del Señor y un palacio real para sí mismo.

2 1 Entonces reclutó setenta mil hombres para transportar cargas y ochenta mil para extraer las piedras de las montañas, y puso tres mil seiscientos capataces al frente de ellos.
2
Salomón mandó a decir a Jirám, rey de Tiro: “Haz conmigo lo mismo que hiciste con mi padre David, cuando le enviaste maderas de cedro para que se construyera una casa donde habitar. 3 Ahora yo voy a construir una Casa para el nombre del Señor, mi Dios, y voy a consagrarla a él para quemar incienso aromático en su presencia, para presentar las ofrendas dispuestas continuamente, y para ofrecer los holocaustos de la mañana y de la tarde, de los sábados, los novilunios y las solemnidades del Señor, nuestro Dios, y eso para siempre en Israel. 4 La Casa que voy a construir será grande, porque nuestro Dios es más grande que todos los dioses. 5 Pero ¿quién será capaz de construirle una Casa, si ni siquiera el cielo y lo más alto del cielo pueden contenerlo? ¿Y quién soy yo para construirle una Casa, aunque sólo sea para quemar incienso en su presencia? 6 Envíame, entonces, un hombre hábil en trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, la púrpura escarlata, el carmesí y la púrpura violeta, y que sepa esculpir; él trabajará con los artesanos que tengo conmigo en Judá y en Jerusalén, y que mi padre David había puesto a mi disposición. 7 Envíame también madera de cedro, de ciprés y de sándalo del Líbano, porque sé que tus servidores saben talar los árboles del Líbano. Mis servidores trabajarán con los tuyos 8 para prepararme madera en abundancia, porque la Casa que quiero construir será grande y digna de admiración. 9 Yo daré a los que corten la madera veinte mil cargas de trigo y otras tantas de cebada, veinte mil barriles de vino y otros tantos de aceite: todo esto para el mantenimiento de tus servidores”.
10
Jirám, rey de Tiro, respondió en una carta que envió al rey Salomón: “Por el amor que el Señor tiene a su pueblo te ha constituido rey sobre él”. 11 Y agregaba: “¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel! Él hizo el cielo y la tierra, y dio al rey David un hijo sabio, prudente e inteligente que construirá una Casa para el Señor y un palacio real para sí mismo. 12 Por eso, ahora te envió a Jurám Abí, un hombre hábil e inteligente, 13 hijo de una mujer danita, cuyo padre era de Tiro. Él sabe trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, las piedras preciosas, la madera, la púrpura escarlata, la púrpura violeta, el lino fino y el carmesí. También sabe hacer toda clase de esculturas y ejecutar cualquier obra que se le proponga, junto con tus artesanos y los de tu padre David, mi señor. 14 Que mi señor envíe a sus servidores el trigo, la cebada, el aceite y el vino que ha prometido: 15 nosotros cortaremos toda la madera del Líbano que necesites y te la llevaremos en balsas, por mar, hasta Jope; y luego tú mandarás que la suban a Jerusalén”.

El reclutamiento de los trabajadores

1 Rey. 5. 27-32
16 Salomón hizo el censo de todos los extranjeros residentes en Israel, semejante al que había hecho su padre David, y se comprobó que estos eran ciento cincuenta y tres mil seiscientos. 17 Destinó a setenta mil de ellos para transportar las cargas, a ochenta mil para extraer las piedras de las montañas, y puso al frente de ellos a tres mil seiscientos capataces para hacer trabajar al pueblo.

La construcción del Templo

1 Rey. 6. 1-30; 7. 15-22
3 1 Salomón comenzó a construir la Casa del Señor en Jerusalén, sobre el monte Moria, donde el Señor se había aparecido a su padre David, en el lugar que había preparado David sobre la era de Ornán, el jebuseo. 2 Comenzó la construcción en el segundo mes, en el cuarto año de su reinado. 3 Y estas son las bases fijadas por Salomón para edificar la Casa de Dios: el largo medía treinta metros, o sea, sesenta codos de la antigua medida, y el ancho era de diez metros. 4 El Vestíbulo que estaba al frente, cuya longitud cubría todo el ancho de la Casa, era de diez metros, y tenía una altura de sesenta metros. Además, lo recubrió por dentro de oro puro. 5 A la nave central la revistió de madera de ciprés y luego la recubrió de oro fino, sobre el que hizo representar palmeras y guirnaldas. 6 Recubrió la nave con un decorado de piedras preciosas, y el oro empleado era oro de Parvaim. 7 También revistió de oro los postes, los umbrales, los muros y las puertas de la nave, e hizo grabar querubines sobre las paredes. 8 Hizo asimismo el recinto del Santo de los santos: su longitud, que cubría todo el ancho de la Casa, era de diez metros, y tenía diez metros de ancho. Y lo revistió con seiscientos talentos de oro fino. 9 El peso de los clavos era de cincuenta siclos de oro, y recubrió de oro el artesonado.
10
Hizo dos querubines, obra de escultores, en el interior del Santo de los santos, y se los revistió de oro. 11 Las alas de los querubines medían diez metros de largo: un ala del primer querubín, de dos metros y medio, tocaba el muro de la Casa; la otra ala, de dos metros y medio, tocaba el ala del otro querubín. 12 Un ala del otro querubín, de dos metros y medio, tocaba el muro de la Casa; la otra ala, de dos metros y medio, se juntaba con el ala del primer querubín. 13 Así, las alas desplegadas de los dos querubines medían diez metros. Ellos estaban erguidos sobre sus pies, con el rostro vuelto hacia el interior. 14 Salomón hizo además el velo de púrpura violeta y de púrpura roja, de carmesí y de lino, sobre el cual hizo bordar querubines.
15
Delante de la Casa hizo colocar dos columnas de diecisiete metros y medio de alto, rematadas por un capitel de dos metros y medio. 16 Hizo guirnaldas en forma de collar y las puso en lo alto de las columnas; además, hizo cien granadas y las colocó en las guirnaldas. 17 Y erigió las columnas al frente del Templo, una a la derecha y otra a la izquierda. A la columna derecha la llamó Iaquím, y a la izquierda, Boaz.

El Mar de bronce

1 Rey. 7. 23-26
4 1 Salomón hizo un altar de bronce, de diez metros de largo, diez de ancho y cinco de alto.
2
Él hizo además el Mar de metal fundido, que medía cinco metros de diámetro y tenía forma circular; su altura era de dos metros y medio, y una cuerda de quince metros medía su circunferencia. 3 Debajo del borde, todo alrededor, había unas figuras de toros –diez cada cinco metros– que rodeaban todo el contorno del Mar; había dos hileras de toros, fundidos con el Mar en una sola pieza. 4 El Mar estaba asentado sobre doce toros, tres vueltos hacia el norte, tres hacia el oeste, tres hacia el sur y tres hacia el este. El Mar se elevaba por encima de ellos, que estaban con sus partes traseras vueltas hacia el interior. 5 Su espesor medía un palmo, y su borde tenía forma de copa, semejante al cáliz de una azucena. Su capacidad era de más de cien mil litros.
6
También hizo diez recipientes para el agua; los colocó cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para las abluciones; en ellos se lavaba lo que servía para el holocausto, pero los sacerdotes hacían su abluciones en el Mar de bronce. 7 Hizo asimismo los diez candeleros de oro, conforme al modelo prescrito, y los puso en la nave central, cinco a la derecha y cinco a la izquierda. 8 Hizo diez mesas y las colocó en la nave central, cinco a la derecha y cinco a la izquierda. Hizo cien copas de oro. 9 Hizo el atrio de los sacerdotes, y la gran explanada con sus puertas, a las que recubrió de bronce. 10 En cuanto al Mar, lo puso al lado derecho, hacia el sudeste.

Los otros utensilios del Santuario

1 Rey. 7. 40-51
11 Jurám hizo las ollas, las palas y los aspersorios. Así terminó el trabajo que debía hacer para el rey Salomón en la Casa de Dios: 12 las dos columnas, las dos esferas de los capiteles que remataban las columnas, las dos redes para cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas; 13 las cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas para cada red, a fin de cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas; 14 los diez soportes y los diez recipientes sobre los soportes; 15 el Mar único y los doce toros que estaban debajo de él; 16 las ollas, las palas y los tenedores. Todos estos objetos, Jurám Abí los hizo para el rey Salomón, para la Casa del Señor, en bronce reluciente. 17 El rey los hizo fundir en la región del Jordán, sobre el suelo arcilloso, entre Sucot y Seredá. 18 Salomón hizo todos esos objetos en tal cantidad, que no se pudo calcular el peso del bronce.
19
Salomón mandó hacer asimismo todos los objetos que estaban en la Casa del Señor: el altar de oro y las mesas sobre las que se ponía el pan de la ofrenda; 20 los candeleros y sus lámparas, para encenderlas conforme al ritual ante el lugar santísimo, todo de oro fino; 21 los cálices, las lámparas y las pinzas –¡todo del oro más puro!– 22 los cuchillos, los aspersorios, las tazas y los incensarios de oro fino; la entrada de la Casa, sus puertas interiores para el Santo de los santos, y las puertas de la nave central, todo de oro.

5 1 Así fue terminado todo el trabajo que hizo el rey Salomón para la Casa del Señor. Salomón llevó todas las ofrendas que había consagrado su padre David: la plata, el oro y los demás utensilios, y los depositó en los tesoros de la Casa de Dios.

La Dedicación del Templo: el traslado del Arca

1 Rey. 8. 1-9
2 Entonces Salomón reunió en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión. 3 Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey durante la Fiesta del séptimo mes. 4 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los levitas levantaron el Arca, 5 y la subieron con la Carpa del Encuentro y con todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes levíticos. 6 Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular.
7
Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza del Señor en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa –el Santo de los santos– bajo las alas de los querubines. 8 Los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado el Arca, y recubrían por encima al Arca y sus andas. 9 Las andas eran tan largas que sus extremos se veían desde el Santo, por delante del lugar santísimo, aunque no se las veía desde afuera. Allí han estado hasta el día de hoy. 10 En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había puesto allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto.

La Gloria del Señor en el Templo

1 Rey. 8. 10-13
11 Mientras los sacerdotes salían del Santo –porque todos los sacerdotes que se hallaban presentes se habían santificado, sin distinción de clases– 12 los levitas cantores en pleno –Asaf, Hemán y Iedutún, con sus hijos y sus hermanos– vestidos de lino fino, estaban de pie al oriente del altar, con címbalos, arpas y cítaras. Junto a ellos había ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas. 13 Los que tocaban las trompetas y los cantores hacían oír sus voces al unísono, para alabar y celebrar al Señor. Y cuando ellos elevaban la voz al son de las trompetas, de los címbalos y de los instrumentos musicales, para alabar al Señor “porque es bueno, porque es eterno su amor”, una nube llenó el Templo, la Casa del Señor, 14 de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa de Dios.

6 1 Entonces Salomón dijo:
“El Señor ha decidido habitaren la nube oscura.
2
Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío,un lugar donde habitarás para siempre”.

Alocución de Salomón al pueblo

1 Rey. 8. 14-21
3 Después el rey se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras esta permanecía de pie. 4 Él dijo: “Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que ha cumplido con su mano lo que su boca había anunciado a mi padre David, cuando le dijo: 5 ‘Desde el día en que hice salir del país de Egipto a mi pueblo, no elegí otra ciudad, entre todas las tribus de Israel, para que allí se edificara una Casa donde residiera mi Nombre, ni elegí a otro hombre para que fuera príncipe de mi pueblo Israel, 6 sino que elegí a Jerusalén para que allí residiera mi Nombre, y elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel’. 7 Mi padre David pensó edificar una Casa para el nombre del Señor, el Dios de Israel. 8 Pero el Señor dijo a mi padre David: ‘Tú has pensado edificar una Casa para mi Nombre, y has hecho bien al pensar así. 9 Sin embargo, no serás tú el que edificará la Casa, sino un hijo nacido de tus entrañas: él construirá la Casa para mi Nombre’. 10 Y el Señor cumplió la palabra que había dicho: yo he sucedido a mi padre David y me he sentado en el trono de Israel, como lo había dicho el Señor. Yo edifiqué la Casa para el nombre del Señor, el Dios de Israel, 11 y allí he puesto el Arca donde se encuentra la Alianza que el Señor concluyó con los israelitas”.

La súplica de Salomón

1 Rey. 8. 22-52
12 Salomón, puesto de pie ante el altar del Señor, frente a toda la asamblea de Israel, extendió las manos. 13 Porque él había hecho un estrado de bronce, de dos metros y medio de largo, dos y medio de ancho, y uno y medio de alto, y lo había colocado en medio del atrio. Salomón subió al estrado, se arrodilló frente a toda la asamblea de Israel, extendió sus manos hacia el cielo 14 y dijo:
“Señor, Dios de Israel, ni en el cielo ni en la tierra hay un Dios como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores, cuando caminan delante de ti de todo corazón. 15
Tú has cumplido, en favor de mi padre David, la promesa que le habías hecho, y hoy mismo has realizado con tu mano lo que había dicho tu boca. 16 Y ahora, Señor, Dios de Israel, cumple en favor de tu servidor David, mi padre, la promesa que le hiciste, diciendo: ‘Nunca te faltará un descendiente que esté sentado delante de mí en el trono de Israel, con tal que tus hijos vigilen su conducta, caminando conforme a mi Ley, como has caminado tú’. 17 Y ahora, Dios de Israel, que se verifique la promesa que hiciste a mi padre, tu servidor David.
18
Pero ¿es posible que Dios habite realmente con los hombres en la tierra? Si el cielo y lo más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo he construido! 19 No obstante, Señor, Dios mío, vuelve tu rostro hacia la oración y la súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración que te dirige tu servidor. 20 Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre el lugar del que dijiste que allí residiría tu Nombre. ¡Escucha la oración que tu servidor dirige hacia este lugar! 21 ¡Escucha la súplica y la oración que tu servidor y tu pueblo Israel dirijan hacia este lugar! ¡Escucha desde tu morada en el cielo, escucha y perdona!
22
Cuando un hombre peque contra su prójimo, si se lo obliga a prestar el juramento imprecatorio, y él viene a pronunciar la imprecación sobre tu altar, en esta Casa, 23 escucha tú desde el cielo, actúa y juzga a tus servidores: castiga al culpable, dándole su merecido, y absuelve al inocente, tratándolo según su justicia.
24
Cuando tu pueblo Israel sea derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, si ellos se convierten y celebran tu Nombre, si oran y suplican delante de ti en esta Casa, 25 escucha tú desde el cielo: perdona el pecado de tu pueblo Israel y tráelo de nuevo a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.
26
Cuando el cielo se cierre y no haya lluvia, porque ellos pecaron contra ti, si oran hacia este lugar, si celebran tu Nombre y se convierten de su pecado, porque tú los humillaste, 27 escucha tú desde el cielo: perdona el pecado de tus servidores y de tu pueblo Israel, mostrándoles el buen camino que deben seguir, y envía lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
28
Cuando haya hambre en el país, o haya peste, quemazón o plaga en los sembrados, langosta o pulgón; cuando el enemigo lo tenga sitiado en alguna de sus ciudades, o sobrevenga un flagelo o una epidemia, 29 cualquiera sea la oración o la súplica que te dirija un miembro de tu pueblo Israel, sintiéndose tocado por su desgracia y su dolor, y con las manos extendidas hacia esta Casa, 30 escúchalas tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas; escucha y perdona a cada uno según su conducta, tú que conoces su corazón, porque sólo tú conoces el corazón de los humanos. 31 Así los israelitas sentirán temor de ti y seguirán tus caminos, mientras vivan en el suelo que diste a sus padres.
32
También al extranjero, que no pertenece a tu pueblo Israel, y llegue de un país lejano a causa de tu gran Nombre, de tu mano poderosa y de tu brazo extendido, si él viene a orar hacia esta Casa, 33 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede al extranjero todo lo que te pida. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu Nombre, sentirán temor de ti como tu pueblo Israel, y sabrán que esta Casa, que yo he construido, es llamada con tu Nombre.
34
Cuando tu pueblo salga a combatir contra sus enemigos, por el camino que tú le señales, si ellos oran al Señor vueltos hacia la ciudad que tú has elegido y hacia la Casa que yo edifiqué para tu Nombre, 35 escucha tú desde el cielo esa oración y esa súplica, y hazles justicia.
36
Cuando pequen contra ti –porque no hay hombre que no peque– y tú, irritado contra ellos, los pongas a merced del enemigo, y sus vencedores los lleven cautivos a un país enemigo, próximo o lejano, 37 si en el país al que han sido deportados reflexionan y se convierten, si en el país de sus vencedores te suplican, diciendo: ‘¡Hemos pecado, somos culpables, hemos cometido el mal!’; 38 si en el país de los enemigos que los hayan deportado se vuelven hacia ti de todo corazón y con toda el alma, si te suplican en dirección al país que diste a sus padres, a la ciudad que tú has elegido y a la Casa que yo edifiqué para tu Nombre, 39 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, esa oración y esa súplica, y hazles justicia: perdona a tu pueblo los pecados que haya cometido contra ti.
40
Sí, Dios mío, que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar.
41
Y ahora, ¡levántate, Señor Dios,entra en el lugar de tu Reposo,tú y tu Arca poderosa!
¡Que tus sacerdotes se revistande la salvacióny tus fieles gocen de felicidad!
42
¡Señor Dios, no rechaces a tu Ungido,acuérdate de los favores concedidosa David, tu servidor!”.

Los sacrificios de la Dedicación del Templo

1 Rey. 8. 62-66
7 1 Cuando Salomón terminó de orar, bajó fuego del cielo y devoró el holocausto y los sacrificios. La gloria del Señor llenó la Casa, 2 y los sacerdotes no podían entrar en ella, porque la gloria del Señor llenaba la Casa del Señor. 3 Todos los israelitas, al ver que bajaba el fuego y que la gloria del Señor se posaba sobre la Casa, se postraron con el rostro en tierra sobre el pavimento, mientras adoraban y celebraban al Señor, “porque es bueno, porque es eterno su amor”.
4
El rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios delante del Señor. 5 El rey Salomón ofreció en sacrificio 22.000 bueyes y 20.0000 carneros. Fue así como el rey y todo el pueblo dedicaron la Casa de Dios. 6 Los sacerdotes ocupaban sus puestos, y los levitas tocaban los instrumentos musicales que había hecho el rey David para celebrar al Señor, “porque es eterno su amor”. Mientras el mismo David alababa a Dios por medio de ellos, los sacerdotes tocaban las trompetas en el lado opuesto y todo el pueblo permanecía de pie.
7
Salomón consagró el centro del atrio que está delante de la Casa del Señor, ofreciendo allí los holocaustos y la grasa de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que él había hecho no podía contener los holocaustos, la oblación y la grasa de los sacrificios.
8
En aquella ocasión, Salomón, y con él todo Israel, celebró la Fiesta durante siete días. Se congregó una asamblea inmensa, venida desde la Entrada de Jamat hasta el Torrente de Egipto. 9 Al octavo día, tuvo lugar una asamblea solemne, porque habían celebrado la dedicación del altar durante siete días y la Fiesta durante otros siete días. 10 El día veintitrés del séptimo mes, Salomón despidió al pueblo y ellos se fueron a sus campamentos, con el corazón desbordante de alegría por el bien que el Señor había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.

Nueva aparición del Señor a Salomón

1 Rey. 9. 1-9
11 Salomón terminó la Casa del Señor y la casa del rey, llevando así a cabo todo lo que se había propuesto hacer para la Casa del Señor y para su propia casa. 12 Entonces el Señor se apareció a Salomón durante la noche y le dijo: “He oído tu oración y me he elegido este lugar como Templo para los sacrificios.
13
Cuando yo cierre el cielo y no haya lluvia, cuando ordene a la langosta que devore el país, cuando envíe a mi pueblo la peste, 14 si mi pueblo, el que es llamado con mi Nombre, se humilla y suplica, si busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, yo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y haré que su país se restablezca. 15 A partir de ahora, mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la súplica que se haga en este lugar. 16 Y a partir de ahora, yo he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi Nombre resida en ella para siempre: mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días.
17
En cuanto a ti, si caminas en mi presencia como lo hizo tu padre David, practicando todo lo que te mandado, observando mis preceptos y mis leyes, 18 entonces yo mantendré tu trono real, como se lo aseguré a tu padre David, cuando dije: ‘Nunca te faltará un descendiente que gobierne Israel’.
19
Pero si defeccionan y abandonan los preceptos y mandamientos que puse delante de ustedes, si van a servir a otros dioses y se postran delante de ellos, 20 entonces los arrancaré de mi suelo, el que yo les he dado, arrojaré lejos de mi presencia esta Casa que consagré a mi Nombre, y la convertiré en objeto de burla y de irrisión entre todos los pueblos. 21 Y esta Casa, que fue tan magnífica, será motivo de estupor para todo el que pase junto a ella, a tal punto que se preguntará: ‘¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a esta Casa?’. 22 Y se responderá: ‘Porque abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto, y porque siguieron a otros dioses, se postraron delante de ellos y los sirvieron: por eso el Señor atrajo sobre ellos esta calamidad’”.

Las construcciones de Salomón

1 Rey. 9. 10, 17b-19
8 1 Al cabo de los veinte años que tardó Salomón en construir la Casa del Señor y su propia casa, 2 él reconstruyó las ciudades que le había dado Jirám y estableció en ellas a los israelitas. 3 Luego se dirigió a Jamat de Sobá y se apoderó de ella. 4 Reconstruyó Tadmor en el desierto, como asimismo todos los centros de aprovisionamiento que había edificado en Jamat. 5 Reconstruyó Bet Jorón de Arriba y Bet Jorón de Abajo –plazas fuertes con muros, puertas y cerrojos– 6 y también Baalat, todos los centros de aprovisionamiento que tenía Salomón, todas las ciudades para los carros de guerra y la caballería, y todas las demás construcciones que Salomón quiso levantar en Jerusalén, en el Líbano y en todo el país sometido a su dominio.

El reclutamiento de trabajadores

1 Rey. 9. 20-23
7 A los sobrevivientes de los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, que no pertenecían a Israel 8 –es decir, a sus descendientes, que habían quedado después de ellos en el país, porque los israelitas no los habían exterminado– Salomón les impuso trabajos serviles hasta el día de hoy. 9 Pero no sometió a esclavitud a ningún israelita, sino que a ellos los empleó como hombres de guerra, jefes de sus escuderos y comandantes de sus carros de guerra y su caballería. 10 Los supervisores de los capataces puestos por Salomón eran doscientos cincuenta hombres, que dirigían al personal.

El traslado de la hija del Faraón

1 Rey. 9. 24
11 Salomón hizo subir a la hija del Faraón desde la Ciudad de David a la casa que había edificado para ella, porque él decía: “Mi mujer no puede habitar en la casa de David, el rey de Israel, ya que los lugares donde ha entrado el Arca del Señor son sagrados”.

La organización del culto

1 Rey. 9. 25
12 Entonces Salomón comenzó a ofrecer holocaustos al Señor sobre el altar que había erigido ante el vestíbulo del Templo. 13 Según el rito de cada día, ofrecía lo que había mandado Moisés para los sábados, los novilunios y las tres solemnidades anuales, a saber: la fiesta de los Ácimos, la fiesta de las Semanas y la fiesta de las Chozas. 14 Además, conforme a las disposiciones de su padre David, asignó a las clases sacerdotales sus respectivas funciones; estableció en sus cargos a los levitas, para cantar alabanzas y oficiar en presencia de los sacerdotes, según el rito de cada día; y a los porteros, según sus clases, los encargó de cada una de las puertas, porque así lo había mandado David, el hombre de Dios. 15 Ellos no se apartaron en nada de lo mandado por el rey en lo referente a los sacerdotes y a los levitas, ni tampoco en lo concerniente a los tesoros.
16
Así se llevó a cabo toda la obra de Salomón, desde el día en que se pusieron los cimientos de la Casa del Señor hasta su terminación. La Casa del Señor quedó totalmente concluida.

La flota de Salomón

1 Rey. 9. 26-28
17 Entonces Salomón se dirigió a Esión Guéber y a Elat, a orillas del mar, en el país de Edóm. 18 Jirám, por medio de sus servidores, le envió una flota y algunos marineros, buenos conocedores del mar. Ellos fueron a Ofir con los servidores de Salomón, y trajeron de allí cuatrocientos talentos de oro, que entregaron al rey Salomón.

La visita de la reina de Sabá

1 Rey. 10. 1-13
9 1 La reina de Sabá oyó hablar de la fama de Salomón, y fue a ponerlo a prueba, proponiéndole unos enigmas. Llegó a Jerusalén con un séquito imponente, con camellos cargados de perfumes, de gran cantidad de oro y de piedras preciosas. Cuando se presentó ante Salomón, le expuso todo lo que tenía pensado decirle. 2 Salomón respondió a todas sus preguntas: no hubo para él ninguna cuestión tan oscura que no se la pudiera explicar.
3
Cuando la reina vio toda la sabiduría de Salomón, las casa que había construido, 4 los manjares de su mesa, los aposentos de sus servidores, el porte y la librea de sus camareros y de sus coperos, y los holocaustos que ofrecía en la Casa del Señor, se quedó sin aliento 5 y dijo al rey: “¡Realmente era verdad lo que había oído decir en mi país acerca de ti y de tu sabiduría! 6 Yo no lo quería creer, sin venir antes a verlo con mis propios ojos. Pero ahora compruebo que no me habían contado ni siquiera la mitad: el cúmulo de tu sabiduría supera la fama que llegó a mis oídos. 7 ¡Felices tus mujeres, y felices también estos servidores tuyos, que están constantemente delante de ti, escuchando tu sabiduría! 8 ¡Y bendito sea el Señor, tu Dios, que te ha mostrado su favor, poniéndote sobre su trono como rey, al servicio del Señor, tu Dios! ¡Sí, por su amor a Israel, y a fin de hacerlo subsistir para siempre, tu Dios te ha puesto como rey al frente de ellos, para que ejercieras el derecho y la justicia!”.
9
La reina regaló al rey ciento veinte talentos de oro, una enorme cantidad de perfumes y piedras preciosas; nunca más hubo tantos perfumes como los que la reina de Sabá dio al rey Salomón.
10
Los servidores de Jirám y de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron también madera de sándalo y piedras preciosas. 11 Con la madera de sándalo, el rey hizo unos tablados para la Casa del Señor y para la casa del rey, y también cítaras y arpas para los músicos. Nunca se había visto nada semejante en el país de Judá.
12
Por su parte, el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le ocurrió pedir, mucho más de lo que ella misma había traído al rey. Después, la reina emprendió el camino de regreso a su país, acompañada de su séquito.

Las riquezas de Salomón

1 Rey. 10.14-25
13 El peso del oro que recibía Salomón en un solo año ascendía a seiscientos sesenta y seis talentos. 14 sin contar lo que aportaba el tráfico de los viajantes y mercaderes. Todos los reyes de Arabia y los gobernadores del país llevaban oro y plata a Salomón.
15
El rey Salomón hizo doscientos grandes escudos de oro trabajado a martillo, empleando para cada uno seiscientos siclos de oro, 16 y trescientos escudos más pequeños, también de oro trabajado a martillo, empleando para cada uno trescientos siclos de oro. Luego el rey los ubicó en la sala llamada Bosque del Líbano.
17
El rey hizo, además, un gran trono de marfil, al que recubrió de oro puro. 18 El trono tenía seis gradas, una plataforma de oro, unos sostenes, y brazos a ambos lados del asiento; junto a los brazos había dos leones de pie, 19 y otros doce leones de pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. En ningún reino se había hecho nada igual.
20
Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y todo el mobiliario de la sala llamada Bosque del Líbano, de oro fino; no se usaba la plata, a la que en tiempos de Salomón no se la tenía en cuenta para nada. 21 Porque el rey disponía de una flota que iba a Tarsis con los servidores de Jirám, y una vez cada tres años las naves de alta mar llegaban cargadas de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
22
El rey Salomón superó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. 23 Todos los reyes de la tierra trataban de ver a Salomón para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. 24 Y cada uno aportaba sus presentes: objetos de plata y oro, trajes, armas, perfumes, caballos y mulas. Así, año tras año.

La caballería real

1. 14-17; 1 Rey. 10. 26-29
25 Salomón llegó a tener cuatro mil caballerizas para los caballos y los carros de guerra, y doce mil caballos, que acantonó en las ciudades de guarnición y en Jerusalén, junto a él.
26
Él dominaba sobre todos los reyes, desde el Río hasta el país de los filisteos y hasta la frontera de Egipto. 27 El rey hizo que la plata fuera en Jerusalén tan común como las piedras, y que la madera de cedro fuera tan abundante como los sicomoros de la Sefelá. 28 Los caballos para Salomón se importaban de Musrí y de todos los países.

Fin del reinado de Salomón

1 Rey. 11. 41-43
29 El resto de los hechos de Salomón, desde el comienzo hasta el fin, está escrito en las Crónicas del profeta Natán, en la Profecía de Ajías, el silonita, y en las Visiones del vidente Idó acerca de Jeroboám, hijo de Nebat. 30 Salomón reinó sobre todo Israel, en Jerusalén, durante cuarenta años. 31 Luego se fue a descansar con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Roboám reinó en lugar de él.

EL REINO DE JUDÁ HASTA EL EXILIO BABILÓNICO


La asamblea de Siquém (933)
1 Rey. 12. 1-19
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2Chronicles (BPD) 1