Job (BPD) 16

Respuesta de Job: la incomprensión de los amigos y el aparente abandono de Dios

16 1 Job respondió, diciendo:
2
Ya escuché muchos discursos semejantes,¡tristes consoladores son todos ustedes!
3
¿Terminarán de una vez las palabras en el aire? ¿Qué es lo que te incita a replicar así?
4
También yo hablaría como ustedes, si ustedes estuvieran en mi lugar.
Los ensordecería con palabras y les haría gestos de conmiseración.
5
Los reconfortaría con mi boca y mis labios no dejarían de moverse.
6
Pero si hablo, no se alivia mi dolor; si me callo, tampoco se aparta de mí.
7
Porque ahora, él me ha extenuado y desolado, todos sus terrores 8 me tienen acorralado;
se levanta contra mí como testigo, mi debilidad me acusa en mi propia cara.
9
Su ira me desgarra y me hostiga, él rechina sus dientes contra mí.
Mi adversario me atraviesa con la mirada;
       10
ellos abrieron sus fauces contra mí,
me golpearon con desprecio las mejillas, se confabularon todos contra mí.
11
Dios me entrega al poder del injusto, me arroja en manos de los malvados.
12
Yo estaba tranquilo y él me destrozó, me tomó por el cuello y me hizo pedazos.
Me puso como blanco ante él,
       13
sus flechas vuelan a mi alrededor.
Traspasa mis riñones sin piedad y derrama por tierra mi hiel.
14
Abre en mí una brecha tras otra, arremete contra mí como un guerrero.
15
Llevo cosido un cilicio a mi piel, tengo hundida la frente en el polvo.
16
Mi rostro está enrojecido por el llanto y la oscuridad envuelve mis pupilas.
17
Sin embargo, no hay violencia en mis manos y mi plegaria es pura.
18
¡Tierra, no cubras mi sangre, que no haya un lugar de descanso para mi clamor!
19
Aún ahora, mi testigo está en el cielo y mi garante, en las alturas.
20
Mis amigos se burlan de mí, mientras mis ojos derraman lágrimas ante Dios.
21
¡Que él sea árbitro entre un hombre y Dios, como entre un hombre y su prójimo!
22
Porque mis años están contados y voy a emprender el camino sin retorno.
17          1 ¡Se me ha agotado el aliento, se han extinguido mis días, sólo me queda el sepulcro!
2
¿No soy acaso el blanco de las burlas y no me desvelan sus provocaciones?
3
Deposita junto a ti una fianza a mi favor: si no, ¿quién estrechará mi mano?
4
Tú cerraste su corazón al discernimiento; por eso, no los dejarás triunfar.
5
¡Se anuncia el reparto a los amigos, mientras los ojos de los hijos desfallecen!
6
Me has convertido en burla de la gente, soy como alguien a quien se escupe en la cara.
7
Mis ojos se debilitan por la tristeza y todos mis miembros son como la sombra.
8
Los hombres rectos quedan consternados por esto, y el inocente se indigna contra el impío.
9
Pero el justo se afianza en su camino y el de manos puras redobla su energía.
10
¡Vengan todos ustedes, vengan otra vez: no encontraré un solo sabio entre ustedes!
11
Han pasado mis días, se han deshecho mis planes y las aspiraciones de mi corazón.
12
Ellos cambian la noche en día: “La luz, dicen, está cerca de las tinieblas”.
13
¿Qué puedo esperar? El Abismo es mi morada, en las tinieblas extendí mi lecho.
14
Yo grito a la Fosa: “¡Tú eres mi padre!”, y a los gusanos: “¡Mi madre y mis hermanos!”.
15
¿Dónde está entonces mi esperanza? Y mi felicidad, ¿quién la verá?
16
¿Bajarán conmigo al Abismo? ¿Nos hundiremos juntos en el polvo?

Segundo discurso de Bildad: el castigo inexorable de los malvados

18 1 Bildad de Súaj respondió, diciendo:
2
¿Hasta cuándo nos impedirás hablar? Reflexiona, y luego hablaremos.
3
¿Por qué seremos tenidos por animales y pasaremos por torpes ante tus ojos?
4
Tú, que te desgarras en tu enojo: ¿acaso la tierra quedará desierta por tu causa o la roca será removida de su sitio?
5
Sí, la luz del malvado se extingue y la llama de su fuego no brilla más.
6
La luz se oscurece en su carpa y su lámpara se apaga sobre él.
7
Se acortan sus pasos vigorosos, su propio designio lo hace tropezar.
8
Porque sus pies lo meten en una trampa y va caminando entre redes:
9
un lazo le aprisiona el talón y un cepo se cierra sobre él.
10
Lo espera una cuerda oculta en el suelo y una trampa tendida sobre el camino.
11
Lo asaltan terrores por todas partes y lo amenazan a cada paso.
12
Su vigor se convierte en hambre y la ruina permanece a su lado;
13
la enfermedad corroe su piel, el Primogénito de la Muerte devora sus miembros.
14
Lo arrancan de la seguridad de su carpa y lo llevan ante el Rey de los terrores.
15
El fuego se instala en su carpa y se esparce azufre sobre su morada.
16
Por debajo se secan sus raíces y por arriba se marchita su ramaje.
17
Su recuerdo desaparece de la tierra y se borra su nombre en la región.
18
Lo arrojan de la luz a las tinieblas y lo arrastran fuera del mundo.
19
No tiene estirpe ni posteridad en su pueblo, no quedan sobrevivientes donde él habitaba.
20
El Occidente se estremece por su destino y el Oriente es presa del horror.
21
Sí, tales son las moradas del injusto, este es el lugar del que no conoce a Dios.

Respuesta de Job: la íntima esperanza en la reivindicación

19 1 Job respondió, diciendo:
2
¿Hasta cuándo me van a afligir y me van a torturar con sus palabras?
3
Ya es la décima vez que me ultrajan, que me maltratan desvergonzadamente.
4
Aunque fuera verdad que cometí un error, mi error me concierne sólo a mí.
5
Ustedes se envalentonan contra mí y me imputan mi ignominia:
6
pero sepan que es Dios el que me agravia y que él me ha envuelto en su red.
7
Si grito: “¡Violencia!”, no tengo respuesta; si pido auxilio, no se hace justicia.
8
Él cercó mi camino y no puedo pasar; cubrió de tinieblas mi sendero.
9
Me ha despojado de mi honor y quitó la corona de mi cabeza.
10
Me demolió por completo, y ya me voy; arrancó, como un árbol, mi esperanza.
11
Encendió su indignación contra mí y me trató como a su enemigo.
12
Sus escuadrones llegaron en tropel, se abrieron camino hasta mí y acamparon alrededor de mi carpa.
13
Mis hermanos se alejaron de mí y soy un extraño para mis amigos.
14
Desaparecieron mis allegados y familiares, me olvidaron 15 los huéspedes de mi casa.
Mis servidoras me consideran un extraño, me he convertido en un intruso para ellas.
16
Llamo a mi servidor, y no responde, aunque se lo pida por favor.
17
Mi mujer siente asco de mi aliento, soy repugnante para los hijos de mis entrañas.
18
Hasta los niños pequeños me desprecian: cuando me levanto, se burlan de mí.
19
Mis amigos íntimos me abominan, los que yo amaba se vuelven contra mí.
20
Los huesos se me pegan a la piel y se me desprenden los dientes de las encías.
21
¡Apiádense, apiádense de mí, amigos míos, porque me ha herido la mano de Dios!
22
¿Por qué ustedes me persiguen como Dios y no terminan de saciarse con mi carne?
23
¡Ah, si se escribieran mis palabras y se las grabara en el bronce;
24
si con un punzón de hierro y plomo fueran esculpidas en la roca para siempre!
25
Porque yo sé que mi Redentor vive y que él, el último, se alzará sobre el polvo.
26
Y después que me arranquen esta piel, yo, con mi propia carne, veré a Dios.
27
Sí, yo mismo lo veré, lo contemplarán mis ojos, no los de un extraño.
¡Mi corazón se deshace en mi pecho!
28
Si ustedes dicen: “¿Cómo lo perseguiremos y qué pretexto encontraremos para procesarlo?”,
29
teman que la espada los hiera a ustedes mismos, porque esas son culpas dignas de la espada: y entonces sabrán que hay un juez.

Segundo discurso de Sofar: la justa retribución de la maldad

20 1 Sofar de Naamá respondió, diciendo:
2
Mis pensamientos me obligan a replicar, porque no puedo dominar mi excitación.
3
Tengo que oír reproches injuriosos, pero mi inteligencia me inspira una respuesta.
4
¿No sabes acaso que desde siempre, desde que el hombre fue puesto sobre la tierra,
5
el júbilo de los malvados acaba pronto y la alegría del impío dura sólo un instante?
6
Aunque su altura se eleve hasta el cielo y llegue a tocar las nubes con la cabeza,
7
él perece para siempre, como sus excrementos, y sus conocidos preguntan: “¿Dónde está?”.
8
Huye como un sueño, y nadie lo encuentra, desechado como una visión nocturna.
9
El ojo que lo miraba no lo ve más, el lugar que ocupaba lo pierde de vista.
10
Sus hijos indemnizan a los que él empobreció y sus propias manos restituyen las riquezas.
11
El vigor juvenil que llenaba sus huesos yace con él en el polvo.
12
El mal era dulce a su boca y él lo disimulaba bajo su lengua;
13
lo saboreaba y no lo soltaba, lo retenía en medio de su paladar;
14
pero su comida se corrompe en las entrañas, es un veneno de víboras dentro de él.
15
Tiene que vomitar las riquezas que tragó, Dios se las arranca de su vientre.
16
¡Él mamaba veneno de serpientes y lo mata la lengua de la víbora!
17
Ya no ve más los arroyos de aceite ni los torrentes de miel y leche cuajada.
18
Devuelve las ganancias sin tragarlas, y no disfruta de lo que lucró con sus negocios,
19
porque oprimió y dejó sin amparo a los pobres, y usurpó casas que no había edificado.
20
Su voracidad no conocía descanso y nada escapaba a sus deseos;
21
nadie se libraba de su avidez, por eso no dura su prosperidad.
22
En el colmo de la abundancia, lo asalta la angustia, le sobrevienen toda clase de desgracias.
23
Mientras él llena su vientre, Dios descarga el ardor de su ira y hace llover el fuego de su enojo sobre él.
24
Si escapa del arma de hierro, lo traspasa el arco de bronce:
25
la flecha le sale por la espalda, y la punta fulgurante por el hígado.
Lo invaden los terrores,
       26
todas las tinieblas están reservadas para él,
lo consume un fuego que nadie atiza y que devora lo que aún queda de su carpa.
27
Los cielos revelan su iniquidad y la tierra se levanta contra él.
28
Un diluvio se lleva su casa, una correntada, en el día de la ira.
29
Esta es la porción que Dios asigna al malvado, la herencia que le tiene destinada.

Respuesta de Job: ¿dónde está la justicia de Dios?

21 1 Job respondió, diciendo:
2
¡Oigan, oigan bien mis palabras, concédanme al menos este consuelo!
3
Tengan paciencia mientras hablo yo, y una vez que haya hablado, se podrán burlar.
4
¿Acaso yo me quejo de un hombre o no tengo motivo para estar indignado?
5
Vuélvanse a mí, y quedarán consternados, se pondrán la mano sobre la boca.
6
Cuando me acuerdo, yo mismo me horrorizo y todo mi cuerpo se estremece.
7
¿Cómo es posible que vivan los malvados, y que aun siendo viejos, se acreciente su fuerza?
8
Su descendencia se afianza ante ellos, sus vástagos crecen delante de sus ojos.
9
Sus casas están en paz, libres de temor, y no los alcanza la vara de Dios.
10
Su toro fecunda sin fallar nunca, su vaca tiene cría sin abortar jamás.
11
Hacen correr a sus niños como ovejas, sus hijos pequeños saltan de alegría.
12
Entonan canciones con el tambor y la cítara y se divierten al son de la flauta.
13
Acaban felizmente sus días y descienden en paz al Abismo.
14
Y ellos decían a Dios: “¡Apártate de nosotros, no nos importa conocer tus caminos!
15
¿Qué es el Todopoderoso para que lo sirvamos y qué ganamos con suplicarle?”.
16
¿No tienen la felicidad en sus manos? ¿No está lejos de Dios el designio de los malvados?
17
¿Cuántas veces se extingue su lámpara y la ruina se abate sobre ellos?
¿Cuántas veces en su ira él les da su merecido,
18
y ellos son como paja delante del viento, como rastrojo que se lleva el huracán?
19
¿Reservará Dios el castigo para sus hijos? ¡Que lo castigue a él, y que él lo sienta!
20
¡Que sus propios ojos vean su fracaso, que beba el furor del Todopoderoso!
21
¿Qué le importará de su casa después de él, cuando se haya cortado el número de sus meses?
22
Pero ¿puede enseñarse la sabiduría a Dios, a él, que juzga a los seres más elevados?
23
Uno muere en la plenitud de su vigor, enteramente feliz y tranquilo,
24
con sus caderas repletas de grasa y la médula de sus huesos bien jugosa.
25
Otro muere con el alma amargada, sin haber gustado la felicidad.
26
Después, uno y otro yacen juntos en el polvo y los recubren los gusanos.
27
¡Sí, yo sé lo que ustedes piensan, los razonamientos que alegan contra mí!
28
“¿Dónde está, dicen ustedes, la casa del potentado y la carpa en que habitaban los malvados?”.
29
Pero ¿no han preguntado a los que pasan por el camino? ¿No han advertido, por las señales que dan,
30
que el impío es preservado en el día de la ruina y es puesto a salvo en el día del furor?
31
¿Quién le echa en cara su conducta? ¿Quién le devuelve el mal que hizo?
32
Es llevado al cementerio, y una lápida monta guardia sobre él.
33
Son dulces para él los terrones del valle; todo el mundo desfila detrás de él, y ante él, una multitud innumerable.
34
¡Que inútil es el consuelo que me ofrecen! Sus respuestas son puras falacias.


tercer ciclo de discursos


Tercer discurso de Elifaz: los sufrimientos de Job, atribuidos a sus pecados

22 1 Elifaz de Temán replicó, diciendo:
2
¿Puede un hombre ser útil a Dios? Incluso el más capaz, ¿le es útil en algo?
3
¿Le importa al Todopoderoso que tú seas justo? ¿Obtiene una ganancia si tu conducta es perfecta?
4
¿Es por tu piedad que te reprueba y entabla un juicio contigo?
5
¿No es más bien por tu enorme maldad y porque tus faltas no tienen límite?
6
Tú exigías sin motivo prendas a tus hermanos y despojabas de su ropa a los desnudos.
7
No dabas de beber al extenuado y negabas el pan al hambriento.
8
“¡El país pertenece al de brazo fuerte; el privilegiado se instala en él!”.
9
Despedías a las viudas con las manos vacías y quebrabas los brazos de los huérfanos.
10
Por eso ahora estás rodeado de lazos y te estremece un terror repentino.
11
Se oscureció la luz, y no ves; te sumergen las aguas desbordadas.
12
¿No está Dios en la cima del cielo? ¡Mira qué alta es la bóveda estrellada!
13
Por eso dijiste: “¿Qué sabe Dios? ¿Puede juzgar a través de los nubarrones?
14
Las nubes lo tapan, no puede ver; él se pasea por los bordes del cielo”.
15
¿Quieres seguir por el camino antiguo que recorrieron los hombres perversos?
16
Ellos fueron arrebatados antes de tiempo, cuando un río inundó sus cimientos.
17
Decían a Dios: “¡Apártate de nosotros! ¿Qué puede hacernos el Todopoderoso?”.
18
Y aunque él llenaba sus casas de bienes, el designio de los malvados seguía lejos de él.
19
Los justos lo ven y se alegran, el inocente se burla de ellos:
20
“¿No ha sido aniquilada su fortuna y el fuego devoró hasta sus residuos?”.
21
Llega a un acuerdo con Dios, reconcíliate, y así alcanzarás la felicidad.
22
Recibe la instrucción de sus labios y guarda sus palabras en tu corazón.
23
Si vuelves al Todopoderoso con humildad y alejas de tu carpa la injusticia;
24
si arrojas el oro en el polvo y el oro de Ofir entre las piedras del torrente,
25
entonces el Todopoderoso será tu oro, él será un montón de plata para ti.
26
En el Todopoderoso estará tu deleite y levantarás tu rostro hacia Dios.
27
Tú le suplicarás y él te escuchará, y podrás cumplir tus votos.
28
Si te propones algo, te saldrá bien, y sobre tus senderos brillará la luz.
29
Porque él humilla la altivez del soberbio pero salva al que baja los ojos.
30
Él libra al hombre inocente, y tú te librarás por la pureza de tus manos.

Respuesta de Job: el silencio de Dios y el triunfo del mal

23 1 Job respondió diciendo:
2
También hoy, mi queja es un desafío, mientras gimo bajo el peso de su mano.
3
¡Ah, si supiera cómo encontrarlo, si pudiera llegar hasta su tribunal!
4
Yo expondría mi causa ante él y llenaría mi boca de recriminaciones.
5
Sabría entonces cuál sería su respuesta, y estaría atento a lo que él me dijera.
6
¿Le haría falta mucha fuerza para disputar conmigo? No, sólo bastaría que me prestara atención.
7
Allí, un hombre recto discutiría con él, y yo haría triunfar mi derecho para siempre.
8
Pero voy hacia adelante, y él no está, hacia atrás, y no lo percibo;
9
lo busco a la izquierda, y no lo diviso, vuelvo a la derecha, y no lo veo.
10
Sin embargo, él sabe en qué camino estoy: si me prueba en el crisol, saldré puro como el oro.
11
Mis pies han seguido sus pasos, me mantuve en su camino y no me desvié.
12
No me aparté del mandamiento de sus labios, guardé en mi pecho las palabras de su boca.
13
Pero él ya decidió: ¿quién lo hará volver atrás? Lo que él desea, lo hace.
14
Él va a ejecutar mi sentencia, y hay en él muchos designios semejantes.
15
Por eso, le tengo temor, reflexiono, y tiemblo ante él.
16
Dios me ha quitado el ánimo, el Todopoderoso me ha llenado de espanto:
17
porque no son las tinieblas las que me aniquilan ni tampoco la oscuridad que cubre mi rostro.
24          1 ¿Por qué al Todopoderoso no se le ocultan los tiempos, pero sus fieles no ven esos días?
2
Los malvados remueven los mojones, se apoderan del rebaño y del pastor.
3
Se llevan el asno de los huérfanos, toman en prenda el buey de la viuda;
9
arrancan al huérfano del pecho materno y toman en prenda al niño pequeño del pobre.
4
Desvían al indigente del camino, y los pobres del país tienen que esconderse.
5
Como asnos salvajes en el desierto,
       salen los pobres, buscando una presa;
y aunque ellos trabajan hasta la tarde, no tienen pan para sus hijos.
6
Cosechan en el campo del impío, vendimian la viña del malvado.
7
Pasan la noche desnudos, por falta de ropa, sin un abrigo para taparse del frío.
8
Empapados por el aguacero de las montañas, sin refugio, se acurrucan contra las rocas.
10
Andan desnudos, por falta de ropa, cargan las gavillas, y están hambrientos.
11
Exprimen el aceite entre dos máquinas de moler, pisotean el lagar, y están sedientos.
12
De la ciudad, salen los gemidos de los moribundos, las gargantas de los heridos piden auxilio, ¡pero Dios no escucha sus plegarias!
13
Hay otros que se rebelan contra la luz: no reconocen sus caminos ni se detienen en sus senderos.
14
El asesino se levanta antes del alba para matar al pobre y al indigente.
El ladrón merodea por la noche,
16a en la oscuridad, perfora las casas.
15
El adúltero aguarda la penumbra, pensando: “¡Ningún ojo me verá!”, y se cubre la cara con un velo.
16
(b) Ellos se encierran durante el día, todos ellos ignoran la luz.
17
Porque, para ellos, la mañana es la hora sombría, están habituados a los terrores de la noche.
25
¿Acaso no es así? ¿Quién me puede desmentir o reducir a la nada mis palabras?

Tercer discurso de Bildad: himno a la grandeza de Dios

25 1 Bildad de Súaj replicó, diciendo:
2
Su dominio es soberano y temible: él hace reinar la paz en sus alturas.
3
¿Se pueden contar sus legiones? ¿Sobre quién no se alza su luz?
4
¿Cómo puede un hombre ser justo ante Dios o ser puro un hijo de mujer?
5
Si hasta la luna no tiene brillo ni las estrellas son puras a sus ojos,
6
¡cuánto menos el hombre, ese gusano, el hijo del hombre, que es sólo una lombriz!
26          5 Bajo la tierra se retuercen las Sombras, las aguas y los que habitan en ellas.
6
El Abismo está desnudo ante él, y nada cubre a la Perdición.
7
Él extiende el Norte sobre el vacío, suspende la tierra sobre la nada.
8
Encierra el agua en sus densos nubarrones, y las nubes no se rompen bajo su peso.
9
Oscurece la faz de la luna llena, desplegando sus nubes sobre ella.
10
Trazó un círculo sobre la superficie de las aguas, en el límite mismo de la luz y las tinieblas.
11
Las columnas del cielo vacilan, presas de terror por su amenaza.
12
Con su fuerza, reprimió al Mar, con su inteligencia, quebrantó a Rahab.
13
Con su soplo, despejó los cielos, su mano traspasó a la Serpiente huidiza.
14
¡Y esto no es más que un vestigio de su poder! ¡Qué eco tan débil percibimos de él!
¿Quién entenderá, entonces, su poderío atronador?

Respuesta de Job: afirmación de su inocencia

    1 Job replicó, diciendo:
2 ¡Qué bien has ayudado al débil y socorrido al brazo sin fuerza!
3
¡Qué bien has aconsejado al ignorante y enseñado la prudencia al simple!
4
¿A quién le has dirigido tus palabras y quién inspiraba lo que salió de ti?

27 1 Job continuó pronunciando su poema, y dijo:
2
¡Por el Dios viviente, que me priva de mi derecho, y por el Todopoderoso, que me llenó de amargura:
3
mientras haya en mí un aliento de vida y el soplo de Dios esté en mis narices,
4
mis labios no dirán nada falso ni mi lengua pronunciará una mentira!
5
¡Lejos de mí darles la razón a ustedes: hasta que expire, no renunciaré a mi integridad!
6
Me aferré a mi justicia, y no la soltaré:mi corazón no se avergüenza de ninguno de mis días.
7
¡Que mi enemigo tenga la suerte del malvado, y mi adversario, la del hombre injusto!
8
Porque ¿qué puede esperar el impío, aunque suplique, aunque eleve su alma a Dios?
9
¿Acaso Dios escuchará su grito cuando le sobrevenga la calamidad?
10
¿Se deleita él en el Todopoderoso e invoca a Dios en todo tiempo?
11
Yo los instruyo sobre la conducta de Dios, no oculto las intenciones del Todopoderoso:
12
Si todos ustedes ya lo han comprobado, ¿por qué se pierden en pensamientos vanos?

Tercer discurso de Sofar: insistencia en el justo castigo de los malvados

13 Esta es la parte que Dios asigna al malvado y la herencia que los violentos reciben del Todopoderoso.
14
Si tienen muchos hijos, la espada los espera, y sus vástagos no se saciarán de pan.
15
A los que sobrevivan, los sepultará la Muerte, y sus viudas no llorarán.
16
Si él acumula plata como polvo y amontona ropa fina como arcilla,
17
¡que siga amontonando!: un justo se vestirá con ella y un inocente heredará la plata.
18
Se edificó una casa como la araña, como la choza que hace un guardián.
19
Se acuesta rico, pero es por última vez: abre los ojos, y no queda nada.
20
En pleno día lo asaltan los terrores y por la noche lo arrebata un torbellino.
21
El viento del este lo levanta y se lo lleva, lo barre del lugar donde habita.
22
Se lo hostiga sin compasión y tiene que huir de la mano que lo hiere.
23
La gente aplaude por su ruina y se lo silba por todas partes.
24          18 Es algo frágil sobre la superficie de las aguas, su posesión es maldecida en el país y nadie toma el camino de sus viñedos.
19
La sequía y el calor consumen las aguas de la nieve, y el Abismo arrebata a aquellos que pecaron.
20
El seno que lo formó se olvida de él, nadie más se acuerda de su nombre, y la injusticia es quebrada como un árbol.
21
Él maltrataba a la estéril privada de hijos y no hacía ningún bien a la viuda.
22
Pero aquel que con su fuerza sojuzga a los tiranos, se levanta, y no le permite que cuente más con su vida.
23
Él lo dejaba apoyarse con seguridad, pero sus ojos vigilaban sus caminos.
24
Se encumbró por un instante, y ya no existe, se dobla como una hierba amarga que se arranca y se marchita como la cabeza de una espiga.


PARÉNTESIS: REFLEXIÓN SOBRE LA SABIDURÍA



La Sabiduría, inaccesible a los hombres

28          1 Hay un sitio de donde se extrae la plata y un lugar donde se refina el oro;
2
el hierro se saca del polvo y la piedra fundida da el cobre.
3
El hombre disipa las tinieblas y explora hasta el límite más extremo la roca lóbrega y sombría.
4
Gente extranjera perfora galerías ignoradas por el pie del caminante;
allí, lejos de los mortales, oscilan suspendidos en el vacío.
5
La tierra, de donde sale el alimento, se transforma en su interior como por el fuego.
6
Sus piedras son el lugar del zafiro y contienen polvo de oro.
7
El ave de rapiña no conoce ese camino y el ojo del buitre nunca lo vio.
8
No lo pisaron los animales feroces ni el león anduvo por él.
9
El hombre extiende su mano al pedernal y conmueve las montañas hasta su raíz.
10
Abre túneles en la roca y ve toda clase de piedras preciosas.
11
Explora las fuentes de los ríos y saca a luz tesoros escondidos.
12
Pero la Sabiduría, ¿de dónde sale? ¿Y cuál es el lugar de la Inteligencia?
13
El hombre no conoce su camino ni se la encuentra en la tierra de los vivientes.
14
El Abismo dice: “No está en mí”, y el Mar: “No está conmigo”.
15
No se puede dar oro fino a cambio de ella ni se la compra a precio de plata.
16
No se la evalúa con oro de Ofir ni con ónix precioso o zafiro.
17
No se le igualan ni el oro ni el cristal, ni se la puede cambiar por vasos de oro.
18
Los corales y el cuarzo, ¡mejor ni nombrarlos!, y adquirir la Sabiduría vale más que las perlas.
19
El topacio de Cus no se le iguala, ni se la puede evaluar con oro fino.
20
La Sabiduría, entonces, ¿de dónde viene? ¿Y cuál es el lugar de la Inteligencia?

La Sabiduría, sólo accesible al Creador

21 Ella se oculta a los ojos de todos los vivientes y se esconde de los pájaros del cielo.
22
La Perdición y la Muerte dicen: “Sólo su fama llegó a nuestros oídos”.
23
Dios es el que discierne sus caminos y sólo él sabe donde está,
24
porque él mira hasta los confines de la tierra y ve todo lo que hay bajo el cielo.
25
Cuando él daba consistencia al viento y fijaba las medidas de las aguas;
26
cuando imponía una ley a la lluvia y un camino al estampido de los truenos,
27
entonces, él la vio y la valoró, la apreció y la escrutó hasta el fondo.
28
Y dijo al hombre:
“El temor de Dios es la Sabiduría, y apartarse del mal, la Inteligencia”.


CONCLUSIÓN DEL DIÁLOGO



Último discurso de Job: evocación de la felicidad pasada

29 1 Job continuó pronunciando su poema, y dijo:
2
¡Si pudiera volver a los tiempos pasados, a los días en que Dios cuidaba de mí,
3
cuando hacía brillar su lámpara sobre mi cabeza y yo caminaba a su luz entre las tinieblas!
4
¡Si estuviera como en el otoño de mi vida, cuando Dios protegía mi carpa,
5
cuando el Todopoderoso aún estaba conmigo y me rodeaban mis hijos;
6
cuando mis pies se bañaban en leche cuajada y la roca derramaba para mí arroyos de aceite!
7
Si yo salía a la puerta principal de la ciudad y ocupaba mi puesto en la plaza,
8
los jóvenes se retiraban al verme, los ancianos se levantaban y permanecían de pie.
9
Los príncipes retenían sus palabras y se tapaban la boca con la mano;
10
a los jefes se les apagaba la voz, se les pegaba la lengua al paladar.
21
Ellos me escuchaban con expectación, callaban para oír mi consejo.
22
Después que yo hablaba, nadie replicaba, mi palabra caía sobre ellos gota a gota.
23
Me esperaban como a la lluvia, abrían su boca como a la lluvia de primavera.
24
Si les sonreía, les costaba creerlo y no querían perderse la luz de mi rostro.
25
Yo les elegía el camino y me ponía al frente; me instalaba como un rey con sus tropas y adonde yo los llevaba, se dejaban guiar.
11
Sí, el que me oía me felicitaba y el que me veía daba testimonio a mi favor.
12
Porque yo salvaba al pobre que pedía auxilio y al huérfano privado de ayuda.
13
El desesperado me hacía llegar su bendición, y yo alegraba el corazón de la viuda.
14
Me había revestido de justicia, y ella me cubría, mi rectitud era como un manto y un turbante.
15
Yo era ojos para el ciego y pies para el lisiado,
16
era un padre para los indigentes y examinaba a fondo el caso del desconocido.
17
Rompía las mandíbulas del injusto y le hacía soltar la presa de sus dientes.
18
Entonces pensaba: “Moriré en mi nido, multiplicaré mis días como el ave fénix.
19
Mi raíz se extenderá hacia el agua y el rocío se posará en mi ramaje.
20
Mi gloria será siempre nueva en mí y el arco rejuvenecerá en mi mano”.

La miseria del momento presente

30          1 Pero ahora se ríe de mí hasta la gente más joven que yo,
a cuyos padres yo no consideraba dignos de juntarlos con los perros de mis rebaños.
2
¿De qué me hubiera servido la fuerza de sus manos? Ellos habían perdido todo su vigor:
3
agotados por la penuria y el hambre, roían el suelo reseco, la tierra desierta y desolada.
4
Arrancaban malezas de los matorrales y raíces de retama eran su alimento.
5
Se los expulsaba de en medio de los hombres; se los echaba a gritos, como a un ladrón.
6
Habitaban en los barrancos de los torrentes, en las grietas del suelo y los peñascos.
7
Rebuznaban entre los matorrales, se apretujaban bajo los cardos.
8
¡Gente envilecida, raza sin nombre, echados a golpes del país!
9
¡Y ahora, ellos me hacen burla con sus cantos, soy el tema de sus dichos jocosos!
10
Abominan y se alejan de mí, no les importa escupirme en la cara.
11
Porque Dios aflojó mi cuerda y me humilló, ellos también pierden el freno ante mí.
12
A mi derecha se levanta una turba: se abren camino hasta mí para arruinarme,
13
destruyen mi sendero para perderme: atacan sin que nadie los detenga,
14
irrumpen como por una ancha brecha, avanzan rodando como un torbellino.
15
Los terrores se han vuelto contra mí, mi dignidad es arrastrada como por el viento, mi esperanza de salvación ha pasado como una nube.

Amarga queja contra Dios

16 Y ahora mi vida se diluye en mi interior, me han tocado días de aflicción.
17
De noche, siento taladrar mis huesos, los que me roen no se dan descanso.
18
Él me toma de la ropa con gran fuerza, me ciñe como el cuello de mi túnica.
19
Él me ha arrojado en el fango, y me asemejo al polvo y la ceniza.
20
Clamo a ti, y no me respondes; me presento, y no me haces caso.
21
Te has vuelto despiadado conmigo, me atacas con todo el rigor de tu mano.
22
Me levantas y me haces cabalgar en el viento, y me deshaces con la tempestad.
23
Sí, ya lo sé, me llevas a la muerte, al lugar de reunión de todos los vivientes.
24
¿Acaso no tendí mi mano al pobre cuando en su desgracia me pedía auxilio?
25
¿No lloré con el que vivía duramente y mi corazón no se afligió por el pobre?
26
Yo esperaba lo bueno y llegó lo malo, aguardaba la luz y llegó la oscuridad.
27
Me hierven las entrañas incesantemente, me han sobrevenido días de aflicción.
28
Ando ensombrecido y sin consuelo, me alzo en la asamblea y pido auxilio.
29
Me he convertido en hermano de los chacales y en compañero de los avestruces.
30
Mi piel ennegrecida se me cae, mis huesos arden por la fiebre.
31
Mi cítara sólo sirve para el duelo y mi flauta para acompañar a los que lloran.

Declaración de la propia inocencia

31          1 Yo establecí un pacto con mis ojos para no fijar la mirada en ninguna joven.
2
Porque ¿cuál es la porción que Dios asigna desde lo alto y la herencia que el Todopoderoso distribuye desde el cielo?
3
¿No es la ruina para el injusto y el desastre para los que hacen el mal?
4
¿Acaso él no ve mis caminos y cuenta todos mis pasos?
5
Si caminé al lado de la mentira y mis pies corrieron hacia el engaño,
6
¡que Dios me pese en una balanza justa y reconocerá mi integridad!
7
Si mi paso se desvió del camino y mi corazón fue detrás de lo que veían mis ojos;
si alguna mancha se adhirió a mis manos,
8
¡que otro coma lo que yo siembro y mis retoños sean arrancados de raíz!
9
Si me dejé seducir por alguna mujer o aceché a la puerta de mi vecino,
10
¡que mi mujer muela el grano para otro y que otros abusen de ella!
11
Porque eso sí que es una infamia, un delito reprobado por los jueces;
12
es un fuego que devora hasta la Perdición y exterminará de raíz todas mis cosechas.
13
Si desestimé el derecho de mi esclavo o el de mi servidora, cuando litigaban conmigo,
14
¿qué haré cuando Dios se levante, qué le replicaré cuando me pida cuenta?
15
El que me hizo a mí, ¿no lo hizo también a él? ¿No es uno mismo el que nos formó en el seno materno?
16
Si rehusé a los pobres lo que ellos deseaban y dejé desfallecer los ojos de la viuda;
17
si comí yo solo mi pedazo de pan, sin que el huérfano lo compartiera
18
–yo, que desde mi juventud lo crié como un padre y lo guié desde el vientre de mi madre–
19
si vi a un miserable sin ropa o a un indigente sin nada para cubrirse,
20
y no me bendijeron en lo íntimo de su ser por haberse calentado con el vellón de mis corderos;
21
si alcé mi mano contra un huérfano, porque yo contaba con una ayuda en la Puerta,
22
¡que mi espalda se desprenda del cuello y mi brazo sea arrancado de su juntura!
23
Porque el terror de Dios me acarrearía la ruina y no podría resistir ante su majestad.
24
Si deposité mi confianza en el oro y dije al oro fino: “Tú eres mi seguridad”;
25
si me alegré de tener muchas riquezas y de haber adquirido una enorme fortuna;
26
si a la vista del sol resplandeciente y de la luna que pasaba radiante,
27
mi corazón se dejó seducir en secreto y les envié besos con la mano:
28
¡también eso sería un delito reprobado por los jueces, porque yo habría renegado del Dios de lo alto!
29
¿Acaso me alegré del infortunio de mi enemigo y me regocijé cuando le tocó una desgracia?
30
No, no dejé que mi boca pecara, pidiendo su muerte con una imprecación.
31
¿No decían los hombres de mi carpa: “¿Hay alguien que no se sació con su carne?”.
32
Ningún extranjero pasaba la noche afuera, y yo abría mi puerta al caminante.
33
Si oculté mis transgresiones como un hombre cualquiera, escondiendo mi culpa en mi pecho,
34
porque temía el murmullo de la gente o me asustaba el desprecio de mis parientes, y me quedaba en silencio, sin salir a la puerta...
38
Si mi tierra gritó venganza contra mí y también sus surcos derramaron lágrimas;
39
si comí sus frutos sin pagar y extorsioné a sus propietarios,
40
¡que en lugar de trigo salgan espinas, y en vez de cebada, ortigas punzantes!
35
¡Ah, si alguien quisiera escucharme! Aquí está mi firma: ¡que el Todopoderoso me responda!
En cuanto al documento que escriba mi oponente, 36
yo lo llevaré sobre mis espaldas, y me lo ceñiré como una corona.
37
Sí, le manifestaré cada uno de mis pasos; como un príncipe, me acercaré hasta él.
   40c Aquí terminan las palabras de Job.

ENTRADA EN ESCENA DE ELIHÚ

La reacción de Elihú
32
Job (BPD) 16