Judges (BPD) 1



JUECES


INTRODUCCIONES



LA PENETRACIÓN DE LOS ISRAELITAS EN CANAÁN

La ocupación progresiva de Canaán:la campaña de Judá contra los cananeos

1 1 Después de la muerte de Josué, los israelitas consultaron al Señor, diciendo: “¿Quién de nosotros será el primero en subir a luchar contra los cananeos?”. 2 El Señor respondió: “Que suba Judá, porque yo he puesto el país en sus manos”. 3 Entonces Judá dijo a su hermano Simeón: “Sube conmigo al territorio que me ha tocado en suerte. Atacaremos a los cananeos, y después yo iré contigo al territorio que te ha sido asignado”. Y Simeón lo acompañó.
4
Cuando Judá subió, el Señor puso en sus manos a los cananeos y a los perizitas, y derrotaron en Bézec a diez mil hombres. 5 Allí se encontraron con Adoní Bézec, combatieron contra él y derrotaron a los cananeos y a los perizitas. 6 Adoní Bézec trató de escapar, pero ellos lo persiguieron, lo capturaron y le cortaron el dedo pulgar de las manos y de los pies. 7 Entonces Adoní Bézec exclamó: “Setenta reyes, con los pulgares de sus manos y de sus pies cortados, recogían migajas debajo de mi mesa. Y ahora Dios me retribuye de acuerdo con lo que hice”.
Luego lo llevaron a Jerusalén, y allí murió. 8
La tribu de Judá atacó a Jerusalén; la tomaron, pasaron a sus habitantes al filo de la espada e incendiaron la ciudad.

La conquista de Hebrón

9 Luego la tribu de Judá fue a combatir contra los cananeos que habitaban en la Montaña, el Négueb y la Sefelá. 10 Judá avanzó contra los cananeos que habitaban en Hebrón –Hebrón se llamaba antiguamente Quiriat Arbá– y derrotó a Sesai, Ajimán y Talmai. 11 Desde allí subió contra los habitantes de Debir, que antes se llamaba Quiriat Séfer. 12 Entonces Caleb dijo: “Al que derrote y conquiste a Quiriat Séfer, yo le daré como esposa a mi hija Acsá”. 13 El que la conquistó fue Otniel, hijo de Quenaz y hermano menor de Caleb, y este le dio como esposa a su hija Acsá. 14 Cuando ella llegó a la casa de su esposo, este le sugirió que pidiera un campo a su padre. Ella se bajó del asno, y Caleb le preguntó: “¿Qué quieres?”. 15 “Quiero que me hagas un regalo, le respondió; ya que me has mandado al territorio del Négueb, concédeme al menos un manantial”. Y él le dio el manantial de Arriba y el manantial de Abajo.

Fracaso de Judáen el litoral marítimo

16 Los del clan de Jobab, el quenita, que había sido suegro de Moisés, subieron con la tribu de Judá desde la ciudad de las Palmeras hasta el desierto de Judá, al sur de Arad, y se establecieron entre los amalecitas. 17 Judá, por su parte, se fue con su hermano Simeón. Ellos derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y consagraron la ciudad al exterminio total; por eso, la ciudad se llamó Jormá. 18 Pero Judá no pudo apoderarse de Gaza y su territorio, ni de Ascalón y su territorio, ni de Ecrón y su territorio. 19 El Señor estaba con Judá, y este pudo ocupar la Montaña, pero no logró desposeer a los habitantes de la llanura, porque estaban equipados con carros de hierro.
20
De acuerdo con lo establecido por Moisés, Hebrón fue asignada a Caleb, y él expulsó de allí a los tres hijos de Anac. 21 La tribu de Benjamín, en cambio, no pudo desposeer a los jebuseos que habitaban en Jerusalén. Por eso los jebuseos continúan habitando en Jerusalén con la tribu de Benjamín, hasta el día de hoy.

La conquista de Betel

22 La casa de José, por su parte, subió contra Betel, y el Señor estaba con ella. 23 La casa de José envió espías a Betel –la ciudad que antiguamente se llamaba Luz– 24 y cuando los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad, le dijeron: “Muéstranos el acceso a la ciudad, y te perdonaremos la vida”. 25 Él les indicó el acceso a la ciudad, y ellos pasaron a sus habitantes al filo de la espada, pero dejaron ir a aquel hombre con toda su familia. 26 El hombre se dirigió al país de los hititas, y fundó una ciudad, a la que llamó Luz. Este es el nombre que tiene hasta el día de hoy.

Conquistas y fracasosde las tribus del Norte

27 Manasés, en cambio, no pudo adueñarse de Bet Seán y de Tanac con sus respectivas ciudades dependientes. Tampoco desposeyó a los habitantes de Dor, de Ibleám y de Meguido, con sus respectivas ciudades dependientes, sino que los cananeos continuaron ocupando ese territorio. 28 Pero cuando Israel se hizo más fuerte, obligó a los cananeos a pagar tributo, aunque no llegó a desposeerlos.
29
Efraím no pudo desposeer a los cananeos que habitaban en Guézer, de manera que estos continuaron viviendo en medio de él, en Guézer.
30
Zabulón no desposeyó a los habitantes de Quitrón ni a los de Nahalol: los cananeos continuaron viviendo en medio de él, pero fueron obligados a pagar tributo.
31
Aser no pudo desposeer a los habitantes de Acó, de Sidón, de Majleb, de Aczib, de Afric y de Rejob. 32 Por eso la tribu de Aser se estableció en medio de los cananeos que ocupaban el país, ya que no pudieron desposeerlos.
33
Tampoco Neftalí pudo desposeer a los habitantes de Bet Semes, ni a los de Bet Anát, y se estableció en medio de los cananeos que habitaban en el país. Pero los habitantes de Bet Semes y de Bet Anát fueron obligados a pagar tributo.
34
Los amorreos obligaron a la tribu de Dan a replegarse hacia la región montañosa, impidiéndole bajar hasta el llano. 35 Los amorreos pudieron permanecer en Har Jéres, en Aialón y en Salbím, pero cuando la casa de José afianzó su poder, fueron obligados a pagar tributo. 36 En cuanto a los edomitas, su frontera se extiende desde la cuesta de Acrabím, a partir de la Roca, y continúa hacia arriba.

Oráculo del Señor en Bojím

2 1 El Ángel del Señor subió de Guilgal a Bojím y dijo: “Yo los hice subir de Egipto y los introduje en la tierra que prometí a sus padres con un juramento. También dije: ‘Jamás quebrantaré mi alianza con ustedes. 2 Pero ustedes no harán ninguna alianza con los habitantes de este país y destruirán sus altares’. A pesar de eso, no escucharon mi voz. ¿Por qué han obrado así? 3 Por eso les digo: ‘No expulsaré a esos pueblos delante de ustedes: ellos no dejarán de hostigarlos, y sus dioses serán una trampa para ustedes’”. 4 Y mientras el Ángel del Señor dirigía estas palabras a los israelitas, el pueblo se puso a llorar a gritos. 5 Por eso llamaron a aquel lugar Bojím –que significa “los que lloran”– y ofrecieron allí sacrificios al Señor.

VISIÓN DE CONJUNTO SOBRE EL PERÍODO DE LOS JUECES


La muerte de Josuéy de su generación

6 Josué despidió al pueblo, y los israelitas se fueron cada uno a su herencia, para tomar posesión del país. 7 El pueblo sirvió al Señor mientras vivió Josué, y durante toda la vida de los ancianos que le sobrevivieron y que habían visto las hazañas del Señor en favor de Israel. 8 Josué, hijo de Nun, el servidor del Señor, murió a la edad de ciento diez años. 9 Lo enterraron en el territorio de su propiedad, en Timnat Séraj, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaás.
10
Y cuando toda aquella generación fue a reunirse con sus padres, surgió una nueva generación que no conocía al Señor ni la obra que había hecho en favor de Israel.

El castigo divinoa la infidelidad de Israel

11 Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor y sirvieron a los Baales. 12 Abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto; fueron detrás de otros dioses –los dioses de los pueblos vecinos– y se postraron delante de ellos, provocando así la indignación del Señor. 13 Abandonaron al Señor para servir a Baal y a Astarté.
14
Por eso, la ira del Señor se encendió contra Israel: él los puso en manos de salteadores, que los despojaron; los entregó a los enemigos que tenían a su alrededor, y no pudieron oponerles resistencia. 15 En todas las campañas, la mano del Señor se ponía en contra de ellos para hacerles mal, como el mismo Señor lo había dicho y jurado. Así se encontraron en una situación muy angustiosa.

Los Jueces, salvadores de Israel

16 Entonces el Señor suscitaba jueces, que salvaban a los israelitas del poder de los salteadores. 17 Pero los israelitas no escuchaban a sus jueces, sino que se prostituían, yendo detrás de otros dioses y postrándose delante de ellos. Se desviaban muy pronto del camino seguido por sus padres, que habían obedecido los mandamientos del Señor. Ellos, en cambio, no hacían lo mismo.
18
Cuando el Señor les suscitaba jueces, estaba con el juez y los salvaba de las manos de sus enemigos mientras vivía el juez, porque se compadecía de los gemidos que les provocaban sus opresores y perseguidores. 19 Pero cuando moría el juez, volvían a pervertirse más aún que sus antepasados: iban detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, sin renunciar en nada a sus malas acciones y a su conducta obstinada.

La permanencia de las naciones paganas

20 La ira del Señor se encendió contra Israel, y él dijo: “Ya que este pueblo ha quebrantado mi alianza, la que yo prescribí a sus padres, y no ha escuchado mi voz, 21 tampoco yo arrojaré de su presencia a ninguna de las naciones que dejó Josué cuando murió”. 22 Esto lo hacía para probar a Israel por medio de ellas, y para ver si seguían el camino del Señor, como lo habían seguido sus padres. 23 Por eso el Señor, en lugar de expulsar inmediatamente a esas naciones, las dejó en paz y no las entregó en manos de Josué.

Los pueblos que subsistieron

3 1 El Señor dejó que sobrevivieran algunas naciones, para poner a prueba por medio de ellas a Israel, a todos aquellos que no habían intervenido en las guerras de Canaán. 2 Lo hizo solamente para enseñar a combatir a los que no lo habían hecho antes, es decir, a las nuevas generaciones de israelitas. 3 Esas naciones son las siguientes: los filisteos con sus cinco príncipes y todos los cananeos, los sidonios y los hititas que habitaban en la montaña del Líbano, desde el monte de Baal Hermón hasta la Entrada de Jamat. 4 Estas naciones sirvieron para probar a Israel, y ver si era fiel a los mandamientos que el Señor había dado a sus padres por medio de Moisés. 5 Por eso los israelitas tuvieron que vivir en medio de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos. 6 Ellos se casaron con mujeres de estos pueblos, les dieron por esposas a sus propias hijas, y sirvieron a sus dioses.


HISTORIA FRAGMENTARIA Y ANECDÓTICA DE LOS JUECES



Otniel, vencedor de Edóm

7 Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor: se olvidaron del Señor, su Dios, y sirvieron a los Baales y a las Aserás. 8 La ira del Señor se encendió contra Israel, y los entregó a Cusán Riseataim, rey de Edóm, a quien estuvieron sometidos durante ocho años. 9 Los israelitas clamaron al Señor, y él hizo surgir un salvador que los libró. Este fue Otniel, hijo de Quenaz y hermano menor de Caleb. 10 El espíritu del Señor descendió sobre Otniel: él fue juez en Israel y salió a combatir. El Señor entregó en sus manos a Cusán Riseataim, rey de Edóm, y su mano prevaleció sobre él. 11 Así hubo paz en el país durante cuarenta años. Después murió Otniel, hijo de Quenaz.

Ehúd, vencedor de Moab

12 Los israelitas volvieron a hacer lo que es malo a los ojos del Señor. Entonces el Señor dio poder a Eglón, rey de Moab, sobre Israel, porque ellos hacían lo que es malo a los ojos del Señor. 13 Después de aliarse con los amonitas y los amalecitas, Eglón atacó y derrotó a Israel, y se apoderó de la ciudad de las Palmeras. 14 Así los israelitas estuvieron sometidos a Eglón, rey de Moab, durante dieciocho años.
15
Los israelitas clamaron al Señor, y él hizo surgir como salvador a Ehúd, hijo de Guerá, de la tribu de Benjamín, que era zurdo. Ellos le encargaron que llevara el tributo a Eglón, rey de Moab. 16 Ehúd se hizo un puñal de doble filo de un codo de largo, y se lo ciñó debajo de la ropa, sobre el lado derecho. 17 Luego fue a presentar el tributo a Eglón, rey de Moab, que era un hombre muy obeso. 18 Apenas terminó de presentar el tributo, Ehúd despidió a la gente que había transportado la carga, 19 y él, al llegar a los Ídolos que están junto a Guilgal, volvió a presentarse delante del rey y le dijo: “Rey, tengo que comunicarte un asunto confidencial”. El rey dijo: “Retírense todos”. Y todos los que estaban con él salieron de su presencia. 20 Cuando entró Ehúd, el rey se encontraba en la habitación de arriba, que era más fresca y estaba reservada para él solo. Ehúd le dijo: “Tengo que comunicarte un oráculo divino”. El rey se levantó de su trono. 21 Entonces Ehúd extendió su mano izquierda, tomó el puñal que llevaba sobre el lado derecho, y lo clavó en el vientre del rey. 22 La hoja se hundió hasta le empuñadura y quedó totalmente cubierta por la grasa, porque Ehúd no extrajo el puñal del vientre.
23
Después de atrancar las puertas de la habitación alta, Ehúd salió por la ventana. 24 En seguida, llegaron los servidores y vieron que las puertas de la habitación alta estaban atrancadas. Entonces dijeron: “Seguramente está haciendo sus necesidades en la habitación ventilada”. 25 Esperaron hasta cansarse y al ver que no abría la puerta, tomaron la llave, abrieron y encontraron a su señor muerto en el suelo.
26
Mientras ellos esperaban ansiosamente, Ehúd había logrado escapar: después de pasar por el lugar llamado los Ídolos, se había puesto a salvo en Seirá. 27 Apenas llegó al territorio de Israel, tocó el cuerno en la montaña de Efraím y los israelitas bajaron de la montaña junto con él. Ehúd iba al frente, 28 y les dijo: “Síganme, porque el Señor les ha entregado a Moab, el enemigo de ustedes”. Ellos lo siguieron, ocuparon los vados del Jordán que estaban en Moab, y no dejaron pasar a nadie. 29 En aquella ocasión derrotaron a los moabitas, que eran cerca de diez mil hombres, todos fuertes y aguerridos. No pudo escapar ni uno solo. 30 Así fue humillado Moab bajo la mano de Israel, y hubo paz en el país durante ochenta años.

Samgar, vencedor de los filisteos

31 Después de él vino Samgar, hijo de Anat, que derrotó a seiscientos filisteos con una picana de bueyes. Él también salvó a Israel.

Débora y Barac:la opresión de los cananeos

4 1 Después que murió Ehúd, los israelitas volvieron a hacer lo que es malo a los ojos del Señor, 2 y él los entregó en manos de Iabín, rey de Canaán, que reinaba en Jasor. El jefe de su ejército era Sísara, que vivía en Jaróset Ha Goím. 3 Los israelitas clamaron al Señor, porque Iabín tenía novecientos carros de hierro y había oprimido duramente a los israelitas durante veinte años.
4
En aquel tiempo, juzgaba a Israel una profetisa llamada Débora, esposa de Lapidot. 5 Ella se sentaba debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraím, y los israelitas acudían a ella para resolver sus litigios. 6 Débora mandó llamar de Quédes de Neftalí a Barac, hijo de Abi-nóam, y le dijo: “El Señor, el Dios de Israel, te ordena lo siguiente: ‘Ve a reunir en el monte Tabor a diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón. 7 Yo atraeré hacia ti, al torrente Quisón, a Sísara, jefe del ejército de Iabín, con sus carros y sus tropas, y los pondré en tus manos’”. 8 Barac le respondió: “Si tú vienes conmigo, iré; pero si no vienes, no iré”. 9 Ella le dijo: “Yo iré contigo; pero entonces la gloria de la campaña que vas a emprender no será para ti, porque el Señor pondrá a Sísara en manos de una mujer”. Débora fue a Quédes junto con Barac, 10 y él convocó en Quédes a Zabulón y a Neftalí. Lo siguieron diez mil hombres, y también Débora subió con él.
11
Jéber, el quenita, se había separado de Caín, de los descendientes de Jobab, el suegro de Moisés, y había extendido su campamento hasta la encina de Saananím, cerca de Quédes.

La derrota y la muerte de Sísara

12 Cuando informaron a Sísara que Barac, hijo de Abinóam, había subido al monte Tabor, 13 aquel reunió todos sus carros de guerra –novecientos carros de hierro– y a toda la gente de que disponía, y los condujo desde Jaróset Ha Goím hasta el torrente de Quisón. 14 Débora dijo a Barac: “Levántate, porque ha llegado el día en que el Señor pondrá en tus manos a Sísara. El Señor va delante de ti”. Entonces Barac bajó del monte Tabor, al frente de los diez mil hombres, 15 y el Señor hizo que Sísara, todos sus carros y todo su ejército huyeran despavoridos delante de Barac. Sísara se bajó de su carro de guerra y huyó a pie. 16 Barac persiguió a los carros y al ejército hasta Jaróset Ha Goím, y todo el ejército de Sísara cayó al filo de la espada. No quedó ni un solo sobreviviente.
17
Mientras tanto, Sísara huyó a pie hasta la carpa de Jael, la esposa de Jéber, el quenita, porque Iabín, rey de Jasor, y el clan de Jéber, el quenita, estaban en buenas relaciones. 18 Jael le salió al encuentro y le dijo: “Ven, señor mío, pasa por aquí. No temas”. Él entró en su carpa, y ella lo tapó con una manta. 19 Él le dijo: “Por favor, dame un poco de agua, porque tengo sed”. Ella abrió un recipiente donde había leche y le dio de beber. Luego lo volvió a cubrir. 20 Él le siguió diciendo: “Quédate a la entrada de la carpa, y si viene alguien y te pregunta: ‘¿Hay aquí algún hombre?’, respóndele que no”. 21 Pero Jael, la esposa de Jéber, sacó una estaca de la carpa, tomó en su mano un martillo y, acercándose a él sigilosamente, le clavó la estaca en la sien, hasta hundirla en la tierra. Sísara estaba profundamente dormido, agotado por el cansancio. Cuando ya estaba muerto, 22 llegó Barac, que venía persiguiendo a Sísara. Jael le salió al encuentro y le dijo: “Ven y te mostraré al hombre que buscas”. Él entró junto con ella, y vio a Sísara que yacía muerto, con la estaca clavada en la sien.
23
Así humilló Dios aquel día a Iabín, rey de Canaán, delante de los israelitas. 24 El dominio de los israelitas sobre Iabín, rey de Canaán, se fue haciendo cada vez más fuerte, hasta que lo exterminaron por completo.

El canto de Débora y Barac: Preludio

5 1 Aquel día, Débora y Barac entonaron este canto:
2
“Porque en Israel van con los cabellos sueltos,
porque el pueblo se ofreció voluntariamente,
¡bendigan al Señor!
3
¡Escuchen, reyes! ¡Presten oído, príncipes!
Yo voy a cantar, voy a cantar al Señor,
celebraré al Señor, el Dios de Israel.
4
Señor, cuando tú saliste de Seír,
cuando avanzabas desde las estepas de Edóm,
tembló la tierra, fluyeron los cielos,
y hasta las nubes se deshicieronen torrentes;
5
se diluyeron las montañas,
delante del Señor –el del Sinaí–
delante del Señor, el Dios de Israel.

La situación de Israel antes de la batalla

6 En los días de Samgar, hijo de Anat,
en los días de Jael, estaban desiertos los caminos;
los que antes iban por los senderos
tomaban por sendas desviadas.
7
Ya no había más jefes,
no había ni uno solo en Israel,
hasta que te levantaste tú, Débora,
hasta que te levantaste tú, madre en Israel.
8
La gente elegía dioses nuevos,
la guerra ya estaba a las puertas;
no se veía ni un escudo ni una lanza
entre cuarenta mil hombres de Israel.

Invitación a celebrar la victoria

9 Mi corazón está con los caudillosde Israel,
con los voluntarios del pueblo.
¡Bendigan al Señor!
10
Ustedes, los que cabalganen asnas blancas,
montados sobre tapices,
y los que marchan por el camino, ¡atiendan bien!
11
¡Escuchen a los arqueros
   junto a los pozos de agua!
Allí se narran los actos de justiciadel Señor,
las gestas de su dominio en Israel,
cuando el pueblo del Señor bajó a las Puertas.

Las tribus reunidas para el combate

12 ¡Despierta, Débora, despierta!
¡Sí, despierta, entona un canto!
¡Arriba, Barac,
llévate a tus cautivos, hijo de Abinóam!
13
Entonces bajó el resto de los nobles,
el pueblo del Señor bajó en mi defensa con los héroes.
14
Lo mejor de Efraím está en el valle,
detrás de ti va Benjamín, entre tus tropas.
De Maquir bajaron los caudillos,
y de Zabulón, los que empuñanel bastón de mando.
15
Los príncipes de Isacarestán con Débora:
sí, Isacar, firme junto a Barac,
se lanza tras sus pasos en el valle.

Reproches contra las tribus no combatientes

Junto a los arroyos de Rubén
hay grandes deliberaciones.
16 ¿Por qué estás sentado entre los corrales,
oyendo los silbidos de los que arrean los rebaños?
Junto a los arroyos de Rubén
se hacen muchas indagaciones.
17
Galaad vive tranquilo al otro lado del Jordán
y Dan ¿por qué se queda en las naves?
Aser habita a la orilla del mar
y vive tranquilo en sus embarcaderos.

Elogio de Zabulón y Neftalí

18 Zabulón es un pueblo que desafía a la muerte,
igual que Neftalí, sobre las alturas del campo.

El relato de la batalla

19 Llegaron los reyes al combate:
entonces combatieron los reyes de Canaán,
en Taanac, junto a las aguas de Meguido,
pero no recogieron plata como botín.
20
Desde el cielo combatieron las estrellas,
desde sus órbitas combatieroncontra Sísara.
21
¡El torrente Quisón los arrastró,
el antiguo torrente, el torrente Quisón!
¡Avanza, alma mía, con denuedo!
22
Los cascos de los caballos
   martillaron el suelo, al galope, al galope de sus corceles.
23
¡Maldigan a Meroz, dice el Ángel del Señor,
sí, maldigan a sus habitantes!
Porque no acudieron en auxilio del Señor,
en auxilio del Señor, junto a los héroes.

La muerte de Sísara

24 ¡Bendita entre las mujeres sea Jael,
la mujer de Jéber, el quenita!
¡Bendita entre las mujeres que habitan en carpas!
25
Sísara pidió agua, ella le dio leche,
le ofreció cuajada en taza de príncipes.
26
Extendió su mano hacia la estaca,
y su derecha, hacia el martillo de los trabajadores;
martilló a Sísara, le partió la cabeza,
le machacó y le atravesó la sien.
27
Él se desplomó a sus pies,
cayó y quedó tendido;
se desplomó, cayó a sus pies,
allí donde se desplomó, yace aniquilado.

La consternación de la madre de Sísara

28 La madre de Sísara se asoma por la ventana,
a través del enrejado, y se lamenta:
‘¿Por qué tarda en llegar su carro?
¿Por qué se han retrasado sus carros de combate?’.
29
La más sagaz de sus princesas le responde,
y ella misma se repite estas palabras:
30
‘Seguro que están recogiendo y repartiendo el botín;
una cautiva, dos cautivaspara cada guerrero,
paños de colores como botínpara Sísara,
una tela, dos telas recamadas para mi cuello’.

Conclusión

31 ¡Que así desaparezcan todos tus enemigos, Señor,
y los que te aman sean como el sol
cuando despunta con toda su fuerza!”.

Y hubo paz en el país durante cuarenta años.

Gedeón y Abimélec:la opresión de los madianitas

6 1 Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor, y él los entregó en manos de Madián durante siete años. 2 Los madianitas oprimieron a Israel, y para librarse de ellos, los israelitas se hicieron escondites en las cuevas de las montañas, en las cavernas y en los lugares escarpados. 3 Cada vez que Israel sembraba, venían los madianitas, los amalecitas y los Orientales, y los invadían. 4 Acampaban frente a ellos y destruían los productos del suelo hasta los confines de Gaza. No dejaban víveres, ovejas, bueyes ni asnos en Israel, 5 porque subían con su ganado y sus tiendas de campaña, y eran numerosos como langostas. Tanto ellos como sus camellos eran incontables, y entraban en el país para devastarlo. 6 Israel quedó muy debilitado a causa de Madián, y los israelitas clamaron al Señor.

Intervención de un profeta

7 Cuando los israelitas clamaron al Señor a causa de Madián, 8 el Señor les envió un profeta, que les habló en estos términos: “Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo los hice subir de Egipto y los saqué de un lugar de esclavitud; 9 los libré del poder de los egipcios y de las manos de sus opresores. Los expulsé a ellos para entregarles a ustedes su territorio. 10 Y también les dije: ‘Yo soy el Señor, su Dios. No adoren a los dioses de los amorreos, en cuyo territorio habitan’. Pero ustedes no escucharon mi voz”.

Vocación de Gedeón

11 El Ángel del Señor fue a sentarse bajo la encina de Ofrá, que pertenecía a Joás de Abiézer. Su hijo Gedeón estaba moliendo trigo en el lagar, para ocultárselo a los madianitas. 12 El Ángel del Señor se le apareció y le dijo: “El Señor está contigo, valiente guerrero”. 13 “Perdón, señor, le respondió Gedeón; pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nos contaron nuestros padres, cuando nos decían: ‘El Señor nos hizo subir de Egipto’? Pero ahora él nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián”.
14
El Señor se volvió hacia él y le dijo: “Ve, y con tu fuerza salvarás a Israel del poder de los madianitas. Soy yo el que te envío”. 15 Gedeón le respondió: “Perdón, Señor, pero ¿cómo voy a salvar yo a Israel, si mi clan es el más humilde de Manasés y yo soy el más joven en la casa de mi padre?”. 16 “Yo estaré contigo, le dijo el Señor, y tú derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre”. 17 Entonces Gedeón respondió: “Señor, si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres realmente tú el que está hablando conmigo. 18 Te ruego que no te muevas de aquí hasta que yo regrese. En seguida traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti”. El Señor le respondió: “Me quedaré hasta que vuelvas”.
19
Gedeón fue a cocinar un cabrito y preparó unos panes sin levadura con una medida de harina. Luego puso la carne en una canasta y el caldo en una olla; los llevó debajo de la encina y se los presentó. 20 El Ángel del Señor le dijo: “Toma la carne y los panes ácimos, deposítalos sobre esta roca y derrama sobre ellos el caldo”. Así lo hizo Gedeón. 21 Entonces el Ángel del Señor tocó la carne y los panes ácimos con la punta del bastón que llevaba en la mano, y salió de la roca un fuego que los consumió. En seguida el Ángel del Señor desapareció de su vista. 22 Gedeón reconoció entonces que era el Ángel del Señor, y exclamó: “¡Ay de mí, Señor, porque he visto cara a cara al Ángel del Señor!”. 23 Pero el Señor le respondió: “Quédate en paz. No temas, no morirás”. 24 Gedeón erigió allí un altar al Señor y lo llamó: “El Señor es la paz”. Todavía hoy se encuentra ese altar en Ofrá de Abiézer.

Destrucción del altar del Baal

25 Aquella misma noche, el Señor dijo a Gedeón: “Toma el novillo de tu padre y otro toro de siete años. Luego destruirás el altar del Baal que pertenece a tu padre y cortarás el poste sagrado que está junto a él. 26 Después edificarás al Señor, tu Dios, en la cima de esta altura escarpada, un altar muy bien construido. Entonces tomarás el otro toro y lo ofrecerás en holocausto, con la leña del poste sagrado”.
27
Gedeón reunió a diez de sus servidores e hizo lo que el Señor le había dicho. Pero por temor a su familia y a la gente de la ciudad, en lugar de hacerlo de día, lo hizo durante la noche. 28 A la mañana siguiente, toda la gente vio que el altar del Baal estaba destruido y que habían cortado el poste sagrado que estaba junto a él. Vieron también que un novillo había sido ofrecido en holocausto sobre el altar que acababa de ser edificado. 29 Entonces se preguntaron: “¿Quién habrá hecho esto?”. Después de averiguarlo, supieron que había sido Gedeón, el hijo de Joás. 30 En seguida dijeron a Joás: “Trae aquí a tu hijo. ¡Él debe morir, porque ha derribado el altar del Baal y ha cortado el poste sagrado que estaba junto a él!”. 31 Pero Joás respondió a los que estaban delante de él: “¿Acaso a ustedes les corresponde defender al Baal? ¿Son ustedes los que tienen que salvarlo? Si Baal es Dios, que se defienda solo, ya que Gedeón derribó su altar. El que pretenda defenderlo, morirá antes del amanecer”. 32 Por eso, a partir de ese momento, Gedeón se llamó Ierubaal, porque decían: “¡Que Baal se defienda de él, ya que él derribó su altar!”.

Preparativos para el combate

33 Todo Madián, Amalec y los Orientales se reunieron de común acuerdo, cruzaron el Jordán y acamparon en la llanura de Izreel. 34 Entonces el espíritu del Señor descendió sobre Gedeón: él tocó la trompeta, y los de Abiézer se reunieron detrás de él. 35 Envió mensajeros por todo el territorio de Manasés, y ellos también se le unieron. Lo mismo hizo en Aser, en Zabulón y en Neftalí, y todos ellos acudieron al encuentro.

La prueba del vellón de lana

36 Gedeón dijo a Dios: “Si realmente vas a salvar a Israel por mi intermedio, como lo has prometido, concédeme esto: 37 Yo voy a tender un vellón de lana sobre la era; si cae rocío solamente sobre el vellón, y todo el resto queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi intermedio, como lo has dicho”. 38 Así sucedió: Gedeón se levantó de madrugada, exprimió el vellón para sacarle el rocío y llenó con él una copa de agua. 39 Después dijo a Dios: “No te enojes conmigo si me atrevo a hablarte nuevamente. Quisiera hacer otra prueba con el vellón: Que sólo el vellón quede seco y todo el suelo se cubra de rocío”. 40 Así lo hizo Dios aquella noche: sólo el vellón quedó seco, mientras que el suelo estaba cubierto de rocío.

La reducción del ejército de Gedeón

7 1 A la mañana siguiente, Ierubaal –es decir, Gedeón– se levantó de madrugada con la gente que lo acompañaba, y acamparon en En Jaród. Madián había acampado más al norte, al pie de la colina de Moré, sobre el valle. 2 Entonces el Señor dijo a Gedeón: “La gente que te acompaña es demasiado numerosa para que yo ponga a Madián en sus manos. No quiero que Israel se gloríe a expensas mías, diciendo: ‘Es mi mano la que me salvó’. 3 Por eso, proclama a oídos del pueblo: ‘El que tenga miedo o tiemble, que se vuelva’”. Así Gedeón los puso a prueba, y veintidós mil hombres se volvieron, quedando sólo diez mil.
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Luego el Señor dijo a Gedeón: “Hay todavía demasiada gente; ordénales que bajen hasta el borde del agua, y allí te los pondré a prueba. Irán contigo solamente los que yo te indique; los otros no te acompañarán”. 5 Gedeón hizo que la gente bajara hasta el agua, y el Señor le dijo: “A todos los que beban con la lengua, como lamen los perros, los pondrás de un lado; y a todos los que se arrodillen para beber, los pondrás del otro”. 6 Los que lamieron el agua llevándosela a la boca, fueron trescientos; el resto de la tropa, en cambio, se arrodilló para beber. 7 El Señor dijo a Gedeón: “Yo los voy a salvar con estos trescientos hombres y pondré a Madián en tus manos. Que el grueso de la tropa regrese cada uno a su casa”. 8 Los trescientos hombres recogieron los cántaros de toda la tropa, y también sus trompetas, mientras Gedeón despedía a los otros israelitas, quedándose sólo con esos trescientos. El campamento de Madián estaba en el valle, debajo del suyo.

Presagio de la victoria

9 Aquella noche, el Señor dijo a Gedeón: “Baja ahora mismo contra el campamento de Madián, porque lo he puesto en tus manos. 10 Si tienes miedo de atacar, baja tú primero con tu servidor Purá 11 y escucha lo que dicen. Así tendrás valor y atacarás el campamento”. Gedeón bajó acompañado de Purá, su servidor, hasta el extremo del campamento, donde estaban los puestos de guardia.
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Madián, Amalec y todos los Orientales que habían irrumpido en el valle eran numerosos como langostas, y sus camellos eran incontables, como la arena de la playa. 13 Cuando llegó Gedeón, oyó que un hombre le estaba contando un sueño a su compañero. “Tuve un sueño, le decía; vi que una galleta de cebada venía rodando por el campamento de Madián. Al llegar a una carpa, chocó contra ella y la volteó, de manera que la carpa cayó por tierra”. 14 Su compañero le respondió: “Esto no significa otra cosa que la espada de Gedeón, hijo de Joás, el hombre de Israel. Dios ha puesto en sus manos a Madián y todo su campamento”. 15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, se postró para adorar. Luego regresó al campamento de Israel, y dijo: “¡Arriba! El Señor ha puesto en manos de ustedes el campamento de Madián”.

Derrota y persecución de Madián

16 Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos, y distribuyó entre ellos trompetas y cántaros vacíos, con antorchas dentro de los cántaros. 17 Después dijo: “Fíjense bien en lo que yo hago, y hagan ustedes lo mismo. Cuando llegue al extremo del campamento, hagan lo mismo que yo. 18 Yo y todos mis compañeros tocaremos las trompetas; entonces también ustedes tocarán las trompetas alrededor del campamento y gritarán: ‘¡Por el Señor y por Gedeón!’”.
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Gedeón y los cien hombres que lo acompañaban llegaron al extremo del campamento al comienzo de la guardia de la medianoche. Cuando se acababa de hacer el relevo de los centinelas, ellos tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que llevaban en la mano. 20 Los tres cuerpos de la tropa hicieron lo mismo. Tenían las antorchas en la mano izquierda, y con la derecha tocaban las trompetas. Y todos gritaban: “¡Por el Señor y por Gedeón!”. 21 Cada uno permanecía quieto en su respectivo lugar, alrededor del campamento. Entonces se despertó todo el campamento, y se dieron a la fuga lanzando alaridos. 22 Mientras los trescientos hombres tocaban las trompetas, el Señor hizo que en todo el campamento volvieran la espada unos contra otros. La tropa huyó hasta Bet Sitá, hacia Sartán, hasta la orilla de Abel Mejolá, frente a Tabat.
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Entonces se reunieron los hombres de Israel, procedentes de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a Madián. 24 Gedeón envió mensajeros por toda la montaña de Efraím, para que dijeran: “Bajen al encuentro de Madián y ocupen antes que ellos los vados hasta Bet Bará y el Jordán”. Los hombres de Efraím se reunieron y ocuparon los vados hasta Bet Bará y el Jordán. 25 Así tomaron prisioneros a los dos jefes madianitas, Oreb y Zeeb; al primero lo mataron en la peña de Oreb, y al segundo, en el lagar de Zeeb. Luego de perseguir a Madián, presentaron a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán, las cabezas de Oreb y Zeeb.


Judges (BPD) 1