Ecclesiam suam ES 28

LA RELIGION, DIALOGO ENTRE DIOS Y EL HOMBRE

28 He aqui, Venerables Hermanos, el origen trascendente del dialogo. Este origen esta en la intención misma de Dios. La religion, por su naturaleza, es una relación entre Dios y el hombre. La oración expresa con dialogo esta relacion. La revelacion, es decir, la relación sobrenatural instaurada con la humanidad por iniciativa de Dios mismo, puede ser representada en un dialogo en el cual el Verbo de Dios se expresa en la Encarnación y, por lo tanto, en el Evangelio. El coloquio paternal y santo, interrumpido entre Dios y el hombre a causa del pecado original, ha sido maravillosamente reanudado en el curso de la historia. La historia de la salvación narra precisamente este largo y variado dialogo que nace de Dios y teje con el hombre una admirable y multiple conversacion. En esta conversación de Cristo entre los hombres[46] es donde Dios da a entender algo de Si mismo, el misterio de su vida, unicisima en la esencia, trinitaria en las Personas, donde dice, en definitiva, como quiere ser conocido: El es Amor; y como quiere ser honrado y servido por nosotros: amor es nuestro mandamiento supremo. El dialogo se hace pleno y confiado; el nino es invitado a él y de él se sacia el mistico.

46.
Ba 3,38,


SUPREMAS CARACTERISTICAS DEL "COLOQUIO" DE LA SALVACION

29 Hace falta que tengamos presente siempre esta inefable y verdaderamente diagonal relacion, ofrecida e instaurada con nosotros por Dios Padre, mediante Cristo en el Espiritu Santo, para comprender qué relación debamos nosotros, esto es, la Iglesia, tratar de establecer y promover con la humanidad.

El dialogo de la salvación fue abierto espontaneamente por iniciativa divina: El [Dios] nos amo el primero[47]; nos correspondera a nosotros tomar la iniciativa para extender a los hombres el mismo dialogo, sin esperar a ser llamados.

El dialogo de la salvación nacio de la caridad, de la bondad divina: De tal manera amo Dios al mundo que le dio su Hijo unigénito[48]; no otra cosa que un ferviente y desinteresado amor debera impulsar el nuestro.

El dialogo de la salvación no se ajusto a los méritos de aquellos a quienes fue dirigido, como tampoco por los resultados que conseguiria o que echaria de menos: No necesitan médico los que estan sanos[49]; también el nuestro ha de ser sin limites y sin calculos.

El dialogo de la salvación no obligo fisicamente a nadie a acogerlo; fue un formidable requerimiento de amor, el cual si bien constituia una tremenda responsabilidad en aquellos a quienes se dirigio[50], les dejo, sin embargo, libres para acogerlo o rechazarlo, adaptando inclusive la cantidad[51] y la fuerza probativa de los milagros[52] a las exigencias y disposiciones espirituales de sus oyentes, para que les fuese facil un asentimiento libre a la divina revelación sin perder, por otro lado, el mérito de tal asentimiento. Asi nuestra mision, aunque es anuncio de verdad indiscutible y de salvación indispensable, no se presentara armada por coacción externa, sino tan solo por los legitimos caminos de la educación humana, de la persuasión interior y de la conversación ordinaria, ofrecera su dón de salvacion, quedando siempre respetada la libertad personal y civil.

El dialogo de la salvación se hizo posible a todos; a todos se destina sin discriminación alguna[53]; de igual modo el nuestro debe ser potencialmente universal, es decir, católico, y capaz de entablarse con cada uno, a no ser que alguien lo rechace o insinceramente finja acogerlo.

El dialogo de la salvación ha procedido normalmente por grados de desarrollo sucesivo, ha conocido los humildes comienzos antes del pleno éxito[54]; también el nuestro habra de tener en cuenta la lentitud de la madurez psicologica e historica y la espera de la hora en que Dios lo haga eficaz. No por ello nuestro dialogo diferira para manana lo que se pueda hacer hoy; debe tener el ansia de la hora oportuna y el sentido del valor del tiempo[55]. Hoy, es decir, cada dia, debe volver a empezar, y por parte nuestra antes que por parte de aquellos a quienes se dirige.

47.
1Jn 4,19,
48. Jn 3,16,
49. Lc 5,31,
50. Mt 11,21,
51. Mt 12,38 ss.
52. Mt 13,13 ss.
53. Col 3,11,
54. Mt 13,31,
55. Ep 5,16,


EL MENSAJE CRISTIANO EN LA CORRIENTE DEL PENSAMIENTO HUMANO

30 Como es claro, las relaciones entre la iglesia y el mundo pueden revestir muchos y diversos aspectos entre si. Teoricamente hablando, la Iglesia podria proponerse reducir al minimo tales relaciones, tratando de liberarse de la sociedad profana; como podria también proponerse apartar los males que en ésta puedan encontrarse, anatematizandolos y promoviendo cruzadas en contra de ellos; podria, por lo contrario, acercarse tanto a la sociedad profana que tratase de alcanzar un influjo preponderante y aun ejercitar un dominio teocratico sobre ella; y asi de otras muchas maneras. Pero Nos parece que la relación entre la Iglesia y el mundo, sin cerrar el camino a otras formas legitimas, puede representarse mejor por un dialogo, que no siempre podra ser uniforme, sino adaptado a la indole del interlocutor y a las circunstancias de hecho existente; una cosa, en efecto, es el dialogo con un nino y otra con un adulto; una cosa es con un creyente y otra con uno que no cree.

Esto es sugerido por la costumbre, ya difundida, de concebir asi las relaciones entre lo sagrado y lo profano, por el dinamismo transformador de la sociedad moderna, por el pluralismo de sus manifestaciones como también por la madurez del hombre, religioso o no, capacitado por la educación civil para pensar, hablar y tratar con dignidad del dialogo. Esta forma de relación exige por parte del que la entabla un proposito de correccion, de estima, de simpatia y de bondad; excluye la condenación aprioristica, la polémica ofensiva y habitual, la vanidad de la conversación inutil. Si es verdad que no trata de obtener inmediatamente la conversión del interlocutor, porque respeta su dignidad y su libertad, busca, sin embargo, su provecho y quisiera disponerlo a una comúnión mas plena de sentimientos y convicciones.

Por lo tanto, este dialogo supone en nosotros, que queremos introducirlo y alimentarlo con cuantos nos rodean, un estado de animo; el estado de animo del que siente dentro de si el peso del mandato apostolico, del que se da cuenta de que no puede separar su propia salvación del empeno en buscar la de los demas, del que se preocupa continuamente por poner el mensaje, del que es depositario, en la corriente circulatoria del pensamiento humano.


CLARIDAD, MANSEDUMBRE, CONFIANZA, PRUDENCIA

31 El coloquio es, por lo tanto, un modo de ejercitar la misión apostolica; es un arte de comúnicación espiritual. Sus caracteres són los siguientes: 1) La claridad ante todo: el dialogo supone y exige la inteligibilidad: es un intercambio de pensamiento, es una invitación al ejercicio de las facultades superiores del hombre; bastaria este solo titulo para clasificarlo entre los mejores fenomenos de la actividad y cultura humana, y basta esta su exigencia inicial para estimular nuestra diligencia apostolica a que se revisen todas las formas de nuestro lenguaje, viendo si es comprensible, si es popular, si es selecto. 2) Otro caracter es, además, la mansedumbre, la que Cristo nos exhorto a aprender de El mismo: Aprended de Mi que soy manso y humilde de corazon[56]; el dialogo no es orgulloso, no es hiriente, no es ofensivo. Su autoridad es intrinseca por la verdad que expone, por la caridad que difunde, por el ejemplo que propone; no es una mandato ni una imposicion. Es pacifico, evita los modos violentos, es paciente, es generoso. 3) La confianza, tanto en el valor de la propia palabra como en la disposición para acogerla por parte del interlocutor; promueve la familiaridad y la amistad; entrelaza los espiritus por una mutua adhesión a un Bien, que excluye todo fin egoista. 4) Finalmente, la prudencia pedagogica, que tiene muy en cuenta las condiciones psicologicas y morales del que oye[57]: si es un nino, si es una persona ruda, si no esta preparada, si es desconfiada, hostil; y si se esfuerza por conocer su sensibilidad y por adaptarse razonablemente y modificar las formas de la propia presentación para no serle molesto e incomprensible.

Con el dialogo asi realizado se cumple la unión de la verdad con la caridad y de la inteligencia con el amor.

56.
Mt 11,29,
57. Mt 7,6,


DIALÉCTICA DE AUTÉNTICA SABIDURIA

32 En el dialogo se descubre cuan diversos són los caminos que conducen a la luz de la fe y como es posible hacer que converjan a un mismo fin. Aun siendo divergentes, pueden llegar a ser complementarios, empujando nuestro razonamiento fuera de los senderos comúnes y obligandolo a profundizar en sus investigaciones y a renovar sus expresiones. La dialéctica de este ejercicio de pensamiento y de paciencia nos hara descubrir elementos de verdad aun en las opiniones ajenas, nos obligara a expresar con gran lealtad nuestra enseñanza y nos dara mérito por el trabajo de haberlo expuesto a las objeciones y a la lenta asimilación de los demas. Nos hara sabios, nos hara maestros.

Y ¿cual es el modo que tiene de desarrollarse?
Muchas són las formas del dialogo de la salvacion. Obedece a exigencias practicas, escoge medios aptos, no se liga a vanos apriorismos, no se petrifica en expresiones inmoviles, cuando éstas ya han perdido la capacidad de hablar y mover a los hombres. Esto plantea un gran problema: el de la conexión de la misión de la Iglesia con la vida de los hombres en un determinado tiempo, en un determinado sitio, en una determinada cultura y en una determinada situación social.


¿COMO ATRAER A LOS HERMANOS, SALVA LA INTEGRIDAD DE LA VERDAD?

33 ¿Hasta qué punto debe la Iglesia acomodarse a las circunstancias historicas y locales en que desarrolla su mision? ¿Como debe precaverse del peligro de un relativismo que ataque a su fidelidad dogmatica y moral? Pero ¿como hacerse al mismo tiempo capaz de acercarse a todos para salvarlos a todos, según el ejemplo del Apóstol: Me hago todo para todos, a fin de salvar a todos?[58].

Desde fuera no se salva al mundo. Como el Verbo de Dios que se ha hecho hombre, hace falta hasta cierto punto hacerse una misma cosa con las formas de vida de aquellos a quienes se quiere llevar el mensaje de Cristo; hace falta compartir -sin que medie distancia de privilegios o diafragma de lenguaje incomprensible- las costumbres comúnes, con tal que sean humanas y honestas, sobre todo las de los mas pequenos, si queremos ser escuchados y comprendidos. Hace falta, aun antes de hablar, escuchar la voz, mas aun, el corazón del hombre, comprenderlo y respetarlo en la medida de lo posible y, donde lo merezca, secundarlo. Hace falta hacerse hermanos de los hombres en el mismo hecho con el que queremos ser sus pastores, padres y maestros. El clima del dialogo es la amistad. Mas todavia, el servicio. Hemos de recordar todo esto y esforzarnos por practicarlo según el ejemplo y el precepto que Cristo nos dejo[59].

Pero subsiste el peligro. El arte del apostolado es arriesgado. La solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en una atenuación o en una disminución de la verdad. Nuestro dialogo no puede ser una debilidad frente al deber con nuestra fe. El apostolado no puede transigir con una especie de compromiso ambiguo respecto a los principios de pensamiento y de acción que han de señalar nuestra cristiana profesion. El irenismo y el sincretismo són en el fondo formas de escepticismo respecto a la fuerza y al contenido de la palabra de Dios que queremos predicar. Solo el que es totalmente fiel a la doctrina de Cristo puede ser eficazmente apóstol. Y solo el que vive con plenitud la vocación cristiana puede estar inmunizado contra el contagio de los errores con los que se pone en contacto.

58.
1Co 9,22,
59. Jn 13,14-17,


INSUSTITUIBLE SUPREMACIA DE LA PREDICACION

34 Creemos que la voz del Concilio, al tratar las cuestiones relativas a la Iglesia que ejerce su actividad en el mundo moderno, indicara algunos criterios teoricos y practicos que sirvan de guia para conducir como es debido nuestro dialogo con los hombres de nuestro tiempo. E igualmente pensamos que, tratandose de cuestiones que por un lado tocan a la misión propiamente apostolica de la Iglesia y atendiendo, por otro, a las diversas y variables circunstancias en las cuales ésta se desarrolla, sera tarea del gobierno prudente y eficaz de la Iglesia misma trazar de vez en cuando limites, formas y caminos a fin de que siempre se mantenga animado un dialogo vivaz y benéfico.

Por ello dejamos este tema para limitarnos a recordar una vez mas la gran importancia que la predicación cristiana conserva y adquiere, sobre todo hoy, en el cuadro del apostolado católico, es decir, en lo que ahora nos toca, en el dialogo. Ninguna forma de difusión del pensamiento, aun elevado técnicamente por medio de la prensa y de los medios audiovisivos a una extraordinaria eficacia, puede sustituir la predicacion. Apostolado y predicación en cierto sentido són equivalentes. La predicación es el primer apostolado. El nuestro, Venerables Hermanos, antes que nada es ministerio de la Palabra. Nosotros sabemos muy bien estas cosas, pero Nos parece que conviene recordarnosla ahora, a nosotros mismos, para dar a nuestra acción pastoral la justa direccion. Debemos volver al estudio no ya de la elocuencia humana o de la retorica vana, sino al genuino arte de la palabra sagrada.

Debemos buscar las leyes de su sencillez, de su claridad, de su fuerza y de su autoridad para vencer la natural ineptitud en el empleo de un instrumento espiritual tan alto y misterioso como la palabra, y para competir noblemente con todos los que hoy tienen un influjo amplisimo con la palabra mediante el acceso a las tribunas de la publica opinion. Debemos pedir al Señor el grave y embriagador carisma de la palabra[60], para ser dignos de dar a la fe su principio eficaz y practico[61], y de hacer llegar nuestro mensaje hasta los confines de la tierra[62]. Que las prescripciones de la Constitución conciliar De sacra Liturgia sobre el ministerio de la palabra encuentren en nosotros celosos y habiles ejecutores. Y que la catequesis al pueblo cristiano y a cuantos sea posible ofrecerla resulte siempre practica en el lenguaje y experta en el método, asidua en el ejercicio, avalada por el testimonio de verdaderas virtudes, avida de progresar y de llevar a los oyentes a la seguridad de la fe, a la intuición de la coincidencia entre la Palabra divina y la vida, y a los albores del Dios vivo.

Debemos, finalmente, señalar a aquellos a quienes se dirige nuestro dialogo. Pero no queremos anticipar, ni siquiera en este aspecto, la voz del Concilio. Resonara, Dios mediante, dentro de poco.

Hablando, en general, sobre esta actitud de interlocutora, que la Iglesia debe hoy adoptar con renovado fervor, queremos sencillamente indicar que ha de estar dispuesta a sostener el dialogo con todos los hombres de buena voluntad, dentro y fuera de su propio ambito.

60. Cf.
Jr 1,6.
61. Rm 10,17,
62. Ps 18,5 Rm 10,18,


¿CON QUINES DIALOGAR?


35 Nadie es extrano a su corazon. Nadie es indiferente a su ministerio. Nadie le es enemigo, a no ser que él mismo quiera serlo. No sin razón se llama católica, no sin razón tiene el encargo de promover en el mundo la unidad, el amor y la paz.

La Iglesia no ignora la gravisima responsabilidad de tal mision; conoce la desproporción que señalan las estadisticas entre lo que ella es y la población de la tierra; conoce los limites de sus fuerzas, conoce hasta sus propias debilidades humanas, sus propios fallos, sabe también que la buena acogida del Evangelio no depende, en fin de cuentas de algun esfuerzo apostolico suyo o de alguna favorable circunstancia de orden temporal: la fe es un dón de Dios y Dios señala en el mundo las linea y las horas de su salvacion. Pero la Iglesia sabe que es semilla, que es fermento, que es sal y luz del mundo. La Iglesia comprende bien la asombrosa novedad del tiempo moderno; mas con candida confianza se asoma a los caminos de la historia y dice a los hombres: Yo tengo lo que vais buscando, lo que os falta. Con esto no promete la felicidad terrena, sino que ofrece algo -su luz y su gracia- para conseguirla del mejor modo posible y habla a los hombres de su destino trascendente. Y mientras tanto les habla de verdad, de justicia, de libertad, de progreso, de concordia, de paz, de civilizacion. Palabras són éstas, cuyo secreto conoce la Iglesia, puesto que Cristo se lo ha confiado. Y por eso la Iglesia tiene un mensaje para cada categoria de personas: lo tiene para los ninos, lo tiene para la juventud, para los hombres cientificos e intelectuales, lo tiene para el mundo del trabajo y para las clases sociales, lo tiene para los artistas, para los politicos y gobernantes, lo tiene especialmente para lo pobres, para los desheredados, para los que sufren, incluso para los que mueren. Para todos.

Podra parecer que hablando asi Nos dejamos llevar por el entusiasmo de nuestra misión y que no cuidamos el considerar las posiciones concretas en que la humanidad se halla situada con relación a la Iglesia católica. Pero no es asi, porque vemos muy bien cuales són esas posturas concretas, y para dar una idea sumaria de ellas creemos poder clasificarlas a manera de circulos concéntricos alrededor del centro en que la mano de Dios Nos ha colocado.


PRIMER CIRCULO: TODO LO QUE ES HUMANO


36 Hay un primer circulo, inmenso, cuyos limites no alcanzamos a ver; se confunden con el horizonte: són los limites que circunscriben la humanidad en cuanto tal, el mundo. Medimos la distancia que lo tiene alejado de nosotros, pero no lo sentimos extrano. Todo cuanto es humano tiene que ver con nosotros. Tenemos en común con toda la humanidad la naturaleza, es decir, la vida con todos sus dones, con todos sus problemas: estamos dispuestos a compartir con los demas esta primera universalidad; a aceptar las profundas exigencias de sus necesidades fundamentales, a aplaudir todas las afirmaciones nuevas y a veces sublimes de su genio. Y tenemos verdades morales, vitales, que debemos poner en evidencia y corroborar en la conciencia humana, pues tan benéficas són para todos.

Dondequiera que hay un hombre que busca comprenderse a si mismo y al mundo, podemos estar en comúnicación con él; dondequiera que se reunen los pueblos para establecer los derechos y deberes del hombre, nos sentimos honrados cuando nos permiten sentarnos junto a ellos. Si existe en el hombre un anima naturaliter christiana, queremos honrarla con nuestra estima y con nuestro dialogo. Podriamos recordar a nosotros mismos y a todos como nuestro actitud es, por un lado, totalmente desinteresada -no tenemos ninguna mira politica o temporal- y como, por otro, esta dispuesta a aceptar, es decir, a elevar al nivel sobrenatural y cristiano, todo honesto valor humano y terrenal; no somos la civilizacion, pero si promotores de ella.



NEGACION DE DIOS: OBSTACULO PARA EL DIALOGO

37 Sabemos, sin embargo, que en este circulo sin confines hay muchos, por desgracia muchísimos, que no profesan ninguna religion; sabemos incluso que muchos, en las formas mas diversas, profesan ateos. Y sabemos que hay algunos que abiertamente alardean de su impiedad y la sostienen como programa de educación humana y de conducta politica, en la ingenua pero fatal convicción de liberar al hombre de viejos y falsos conceptos de la vida y del mundo para sustituirlos, según dicen, por una concepción cientifica y conforme a las exigencias del progreso moderno.

Este es el fenomeno mas grave de nuestro tiempo. Estamos firmemente convencidos de que la teoria en que se funda la negación de Dios es fundamentalmente equivocada: no responde a las exigencias ultimas e inderogables del pensamiento, priva al orden racional del mundo de sus bases auténticas y fecundas, introduce en la vida humana no una formula que todo lo resuelve, sino un dogma ciego que la degrada y la entristece y destruye en su misma raiz todo sistema social que sobre ese concepto pretende fundarse. No es una liberacion, sino un drama que intenta apagar la luz del Dios vivo. Por eso, mirando al interés supremo de la verdad, resistiremos con todas nuestras fuerzas a esta avasalladora negacion, por el compromiso sacrosanto adquirido con la confesión fidelisima de Cristo y de su Evangelio, por el amor apasionado e irrenunciable al destino de la humanidad, y con la esperanza invencible de que el hombre moderno sepa todavia encontrar en la concepción religiosa, que le ofrece el catolicismo, su vocación a una civilización que no muere, sino que siempre progresa hacia la perfección natural y sobrenatural del espiritu humano, al que la gracia de Dios ha capacitado para el pacifico y honesto goce de los bienes temporales y le ha abierto a la esperanza de los bienes eternos.

Estas són las razones que Nos obligan, como han obligado a Nuestros Predecesores -y con ellos a cuantos estiman los valores religiosos- a condenar los sistemas ideologicos que niegan a Dios y oprimen a la Iglesia, sistemas identificados frecuentemente con regimenes economicos, sociales y politicos, y entre ellos especialmente el comúnismo ateo. Pudiera decirse que su condena no nace de nuestra parte; es el sistema mismo y los regimenes que lo personifican los que crean contra nosotros una radical oposición de ideas y opresión de hechos. Nuestra reprobación es en realidad, un lamento de victimas mas bien que una sentencia de jueces.



VIGILANTE AMOR, AUN EN EL SILENCIO

38 La hipotesis de un dialogo se hace muy difícil en tales condiciones, por no decir imposible, a pesar de que en Nuestro animo no existe hoy todavia ninguna exclusión preconcebida hacia las personas que profesan dichos sistemas y se adhieren a esos regimenes. Para quien ama la verdad, la discusión es siempre posible. Pero obstaculos de indole moral acrecientan enormemente las dificultades, por la falta de suficiente libertad de juicio y de acción y por el abuso dialéctico de la palabra, no encaminada precisamente hacia la busqueda y la expresión de la verdad objetiva, sino puesta al servicio de finalidades utilitarias, de antemano establecidas.

Esta es la razón por la que el dialogo calla. La Iglesia del Silencio, por ejemplo, calla, hablando unicamente con su sufrimiento, al que se une una sociedad oprimida y envilecida donde los derechos del espiritu quedan atropellados por los del que dispone de su suerte. Y aunque nuestro discurso se abriera en tal estado de cosas, ¿como podria ofrecer un dialogo mientras se viera reducido a ser una voz que grita en el desierto[63]? El silencio, el grito, la paciencia y siempre el amor són en tal caso el testimonio que aun hoy puede dar la Iglesia y que ni siquiera la muerte puede sofocar.

Pero, aunque la afirmación y la defensa de la religión y de los valores humanos que ella proclama y sostiene debe ser firme y franca, no por ello renunciamos a la reflexión pastoral, cuando tratamos de descubrir en el intimo espiritu del ateo moderno los motivos de su perturbación y de su negacion. Descubrimos que són complejos y multiples, tanto que nos vemos obligados a ser cautos al juzgarlos y mas eficaces al refutarlos; vemos que nacen a veces de la exigencia de una presentación mas alta y mas pura del mundo divino, superior a la que tal vez ha prevalecido en ciertas formas imperfectas de lenguaje y de culto, formas que deberiamos esforzarnos por hacer lo mas puras y transparentes posible para que expresaran mejor lo sagrado de que són signo. Los vemos invadidos por el ansia, llena de pasión y de utopia, pero frecuentemente también generosa, de un sueno de justicia y de progreso, en busca de objetivos sociales divinizados que sustituyen al Absoluto y Necesario, objetivos que denuncian la insoslayable necesidad de un Principio y Fin divino cuya trascendencia e inmanencia tocara a nuestro paciente y sabio magisterio descubrir. Los vemos valerse, a veces con ingenuo entusiasmo, de un recurso riguroso a la racionalidad humana, en su intento de ofrecer una concepción cientifica del universo; recurso tanto menos discutible cuanto mas se funda en los caminos logicos del pensamiento que no se diferencian generalmente de los de nuestra escuela clasica, y arrastrado contra la voluntad de los mismos que piensan encontrar en él un arma inexpugnable para su ateismo por su intrinseca validez, arrastrado decimos a proceder hacia una nueva y final afirmacion, tanto metafisica como logica, del sumo Dios. ¿No se encontrara entre nosotros el hombre capaz de ayudar a este incoercible proceso del pensamiento -que el ateo-politico-cientifico detiene deliberadamente en un punto determinado, apagando la luz suprema de la comprensibilidad del universo- a que desemboque en aquella concepción de la realidad objetiva del universo cosmico, que introduce de nuevo en el espiritu el sentido de la Presencia divina, y en los labios las humildes y balbucientes silabas de una feliz oracion? Los vemos también a veces movidos por nobles sentimientos, asqueados de la mediocridad y del egoismo de tantos ambientes sociales contemporaneos, mas habiles para sacar de nuestro Evangelio formas y lenguaje de solidaridad y de compasión humana. ¿No llegaremos a ser capaces algun dia de hacer que se vuelvan a sus manantiales -que són cristianos- estas expresiones de valores morales?

Recordando, por eso, cuanto escribio Nuestro Predecesor, de v.m., el Papa Juan XXIII, en su encíclica Pacem in terris, es decir, que las doctrinas de tales movimientos, una vez elaboradas y definidas, siguen siendo siempre idénticas a si mismas, pero que los movimientos como tales no pueden menos de desarrollarse y de sufrir cambios, incluso profundos[64], no perdemos la esperanza de que puedan un dia abrir con la Iglesia otro dialogo positivo, distinto del actual que suscita Nuestra queja y Nuestro obligado lamento.

63.
Mc 1,3,
64. Cf. A. A. S. 55 1963) 300.


DIALOGO, POR LA PAZ

39 Pero no podemos apartar Nuestra mirada del panorama del mundo contemporaneo sin expresar un deseo halagueno, y es que nuestro proposito de cultivar y perfeccionar nuestro dialogo, con los variados y mudables aspectos que él presenta, ya de por si, pueda ayudar a la causa de la paz entre los hombres; como método que trata de regular las relaciones humanas a la noble luz del lenguaje razonable y sincero, y como contribución de experiencia y de sabiduria que puede reavivar en todos la consideración de los valores supremos. La apertura de un dialogo -tal como debe ser el nuestro- desinteresado, objetivo y leal, ya decide por si misma en favor de una paz libre y honrosa; excluye fingimientos, rivalidades, enganos y traiciones; no puede menos de denunciar, como delito y como ruina, la guerra de agresion, de conquista o de predominio, y no puede dejar de extenderse desde las relaciones mas altas de las naciones a las propias del cuerpo de las naciones mismas y a las bases tanto sociales como familiares e individuales, para difundir en todas las instituciones y en todos los espiritus el sentido, el gusto y el deber de la paz.


SEGUNDO CIRCULO: LOS QUE CREEN EN DIOS

40 Luego, en torno a Nos, vemos dibujarse otro circulo, también inmenso, pero menos lejano de nosotros: es, antes que nada, el de los hombres que adoran al Dios unico y supremo, al mismo que nosotros adoramos; aludimos a los hijos del pueblo hebreo, dignos de nuestro afectuoso respeto, fieles a la religión que nosotros, llamamos del Antiguo Testamento; y luego a los adoradores de Dios según concepción de la religión monoteista, especialmente de la musulmana, merecedores de admiración por todo lo que en su culto a Dios hay de verdadero y de bueno; y después todavia también a los seguidores de las grandes religiones afroasiaticas. Evidentemente no podemos compartir estas variadas expresiones religiosas ni podemos quedar indiferentes, como si todas, a su modo, fuesen equivalentes y como si autorizasen a sus fieles a no buscar si Dios mismo ha revelado una forma exenta de todo error, perfecta y definitiva, con la que El quiere ser conocido, amado y servido; al contrario, por deber de lealtad, hemos de manifestar nuestra persuasión de que la verdadera religión es unica, y que esa es la religión cristiana; y alimentar la esperanza de que como tal llegue a ser reconocida por todos los que verdaderamente buscan y adoran a Dios.

Pero no queremos negar nuestro respetuoso reconocimiento a los valores espirituales y morales de las diversas confesiones religiosas no cristianas; queremos promover y defender con ellas los ideales que pueden ser comúnes en el campo de la liberad religiosa, de la hermandad humana, de la buena cultura, de la beneficencia social y del orden civil. En orden a estos comúnes ideales, un dialogo por nuestra parte es posible y no dejaremos de ofrecerlo doquier que con reciproco y leal respeto sea aceptado con benevolencia.


TERCER CIRCULO: LOS CRISTIANOS, HERMANOS SEPARADOS

41 Y aqui se nos presenta el circulo mas cercano a Nos: el mundo de los que llevan el nombre de Cristo. En este campo el dialogo que ha alcanzado la calificación de ecuménico ya esta abierto; mas aun: en algunos sectores se encuentra en fase de inicial y positivo desarrollo. Mucho cabria decir sobre este tema tan complejo y tan delicado, pero Nuestro discurso no termina aqui. Se limita por ahora a unas pocas indicaciones, ya conocidas. Con gusto hacemos nuestro el principio: pongamos en evidencia, ante todo tema, lo que nos es común, antes de insistir en lo que nos divide. Este es un tema bueno y fecundo para nuestro dialogo. Estamos dispuestos a continuarlo cordialmente. Diremos mas: que en tantos puntos diferenciales, relativos a la tradicion, a la espiritualidad, a las leyes canonicas, al culto, estamos dispuestos a estudiar como secundar los legitimos deseos de los Hermanos cristianos, todavia separados de nosotros Nada mas deseable para Nos que el abrazarlos en una perfecta unión de fe y caridad. Pero también hemos de decir que no esta en Nuestro poder transigir en la integridad de la fe y en las exigencia de la caridad. Entrevemos desconfianza y resistencia en este punto. Pero ahora, cuando la Iglesia católica ha tomado la iniciativa de volver a reconstruir el unico redil de Cristo, no dejara de seguir adelante con toda paciencia y con todo miramiento; no dejara de mostrar como las prerrogativas, que mantienen aun separados de ella a los Hermanos, no són fruto de ambición historica o de caprichosa especulación teologica, sino que se derivan de la voluntad de Cristo y que, entendidas en su verdadero significado, estan para beneficio de todos, para la unidad común, para la libertad común, para plenitud cristiana común; la Iglesia católica no dejara de hacerse idonea y merecedora, por la oración y por la penitencia, de la deseada reconciliacion.

Un pensamiento a este proposito Nos aflige, y es el ver como precisamente Nos, promotores de tal reconciliacion, somos considerados por muchos Hermanos separados como el obstaculo principal que se opone a ella, a causa del primado de honor y de jurisdicción que Cristo confirio al apóstol Pedro y que Nos hemos heredado de él. ¿No hay quienes sostienen que si se suprimiese el primado del Papa la unificación de las Iglesias separadas con la Iglesia católica seria mas facil? Queremos suplicar a los Hermanos separados que consideren la inconsistencia de esa hipotesis, y no solo porque sin el Papa la Iglesia católica ya no seria tal, sino porque faltando en la Iglesia de Cristo el oficio pastoral supremo, eficaz y decisivo de Pedro, la unidad ya no existiria, y en vano se intentaria reconstruirla luego con criterios sustitutivos del auténtico establecido por el mismo Cristo: Se formarian tantos cismas en la iglesia cuantos sacerdotes, escribe acertadamente San Jeronimo[65].

Queremos, además, considerar que este gozne central de la santa Iglesia no pretende constituir una supremacia de orgullo espiritual o de dominio humano sino un primado de servicio, de ministerio y de amor. No es una vana retorica la que al Vicario de Cristo atribuye el titulo de servus servorum Dei. En este plano Nuestro dialogo siempre esta abierto porque, aun antes de entrar en conversaciones fraternas, se abre en coloquios con el Padre celestial en oración y esperanza efusivas.

65. Cf. Dial. contra Luciferianos 9 PL 23,173.



Ecclesiam suam ES 28