Audiencias 2003 23

Abril de 2003


Miércoles 2 de abril de 2003

Cántico al Dios vencedor y salvador

1. Dentro del libro que lleva el nombre del profeta Isaías los estudiosos han descubierto la presencia de diversas voces, puestas todas bajo el patronato del gran profeta que vivió en el siglo VIII a. C. Es el caso del vigoroso himno de alegría y de victoria que se acaba de proclamar como parte de la liturgia de Laudes de la cuarta semana. Los exegetas lo atribuyen al "segundo Isaías", un profeta que vivió en el siglo VI a. C., en el tiempo del regreso de los hebreos del exilio de Babilonia. El himno comienza con una invitación a "cantar al Señor un cántico nuevo" (cf. Is 42,10), precisamente como sucede en otros salmos (cf. Ps 95,1 y Ps 97,1).

La "novedad" del cántico a que invita el profeta consiste ciertamente en que se abre el horizonte de la libertad, como cambio radical en la historia de un pueblo que ha experimentado la opresión y la permanencia en tierra extranjera (cf. Ps 136).

2. A menudo, la "novedad" en la Biblia tiene el aspecto de una realidad perfecta y definitiva. Es casi el signo de que comienza una era de plenitud salvífica que sella la convulsa historia de la humanidad. El cántico de Isaías presenta esta alta tonalidad, que se adapta muy bien a la oración cristiana.

La invitación a elevar al Señor un "cántico nuevo" se dirige al mundo en su totalidad, que incluye la tierra, el mar, las islas, los desiertos y las ciudades (cf. Is 42,10-12). Todo el espacio se ve involucrado hasta sus últimos confines horizontales, que abarcan también lo desconocido, y con su dimensión vertical, que, partiendo de la llanura desértica, donde se encuentran las tribus nómadas de Cadar (cf. Is 21,16-17), sube hasta los montes. Allá arriba se puede situar la ciudad de Sela, que muchos identifican con Petra, en el territorio de los edomitas, una ciudad construida entre los picos rocosos.

A todos los habitantes de la tierra se les invita a formar un inmenso coro para aclamar al Señor con júbilo y darle gloria.

3. Después de la solemne invitación al canto (cf. vv. 10-12), el profeta introduce en escena al Señor, representado como el Dios del Éxodo, que liberó a su pueblo de la esclavitud egipcia: "El Señor sale como un héroe, (...) como un guerrero" (v. 13). Siembra el terror entre sus adversarios, que oprimen a los demás y cometen injusticia.

24 También el cántico de Moisés, al describir el paso del mar Rojo, presenta al Señor como un "guerrero" dispuesto a extender su mano poderosa y aterrorizar a los enemigos (cf. Ex 15,3-8). Con el regreso de los hebreos de la deportación de Babilonia se va a realizar un nuevo éxodo y los fieles deben estar seguros de que la historia no está a merced del hado, del caos o de las potencias opresoras: la última palabra la tiene el Dios justo y fuerte. Ya cantaba el salmista: "Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil" (Ps 59,13).

4. Una vez que ha entrado en escena, el Señor habla y sus vehementes palabras (cf. Is 42,14-16) expresan juicio y salvación. Comienza recordando que "desde antiguo guardó silencio", es decir, que no intervino. El silencio divino a menudo es motivo de perplejidad e incluso de escándalo para el justo, como lo atestigua la larga queja de Job (cf. Jb 3,1-26). Sin embargo, no se trata de un silencio que implique ausencia, como si la historia hubiera quedado a merced de los perversos y el Señor permaneciera indiferente e impasible. En realidad, ese silencio desemboca en una reacción semejante al dolor de una mujer que al dar a luz jadea, resuella y grita. Es el juicio divino sobre el mal, representado con imágenes de aridez, destrucción y desierto (cf. v. 15), que tiene como meta un desenlace vivo y fecundo.

En efecto, el Señor hace surgir un mundo nuevo, una era de libertad y salvación. A los ciegos se les abren los ojos, para que gocen de la luz que brilla. El camino resulta ágil y la esperanza florece (cf. v. 16), haciendo posible seguir confiando en Dios y en su futuro de paz y felicidad.

5. Cada día el creyente debe saber descubrir los signos de la acción divina, incluso cuando se oculta tras el fluir, aparentemente monótono y sin meta, del tiempo. Como escribía un estimado autor cristiano moderno, "la tierra está impregnada de un éxtasis cósmico: hay en ella una realidad y una presencia eterna que, sin embargo, normalmente duerme bajo el velo de lo cotidiano. La realidad eterna debe revelarse ahora, como en una epifanía de Dios, a través de todo lo que existe" (Romano Guardini, Sapienza dei Salmi, Brescia 1976, p. 52).

Descubrir, con los ojos de la fe, esta presencia divina en el espacio y en el tiempo, pero también en nosotros mismos, es fuente de esperanza y confianza, incluso cuando nuestro corazón se halla turbado y sacudido, "como se estremecen los árboles del bosque por el viento" (Is 7,2). En efecto, el Señor entra en escena para regir y juzgar "al orbe con justicia, a los pueblos con fidelidad" (Ps 95,13).

Saludos

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de la Caja rural de Almendralejo, que celebra el centenario de su fundación. Invito a todos a unirse con la oración al canto nuevo de la historia salvada por Cristo, en la que todos los pueblos están llamados a unir sus voces con la solidaridad y a convivir en paz.


(A los profesores y alumnos de una escuela de la ciudad lituana de Klaipeda)
Vuestra visita a Roma tiene lugar en el tiempo de Cuaresma. Que esta circunstancia sea la ocasión propicia para redescubrir la profundidad del amor de Cristo por cada uno de vosotros. El Señor os ayude a vivir este amor con los hermanos y os bendiga a todos.

(En polaco)
Incluso grandes santos han vivido esta situación, que san Juan de la Cruz llamó "noche oscura del alma". El profeta Isaías nos enseña que quien cree con confianza, a pesar de todo, que Dios está cerca y actúa, podrá superar el tiempo de la prueba y dará gracias a Dios por su continuo amor, que libra de todo mal. Esta confianza, que brota de la fe, os acompañe siempre y os ayude a vencer todas las dificultades de la vida.

(En italiano)
25 Mi pensamiento va, por último a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.
El camino cuaresmal, por el que estamos avanzando hacia la Pascua, os estimule a vosotros, queridos jóvenes, a una consciente madurez de fe en Cristo; incremente en vosotros, queridos enfermos, la esperanza en Jesús crucificado, nuestro apoyo y consuelo en la prueba; y os ayude a vosotros, queridos recién casados, a hacer de vuestra vida una escuela diaria de amor fiel y generoso.



Miércoles 9 de abril de 2003


Himno a Dios por sus maravillas

1. La liturgia de Laudes, que estamos siguiendo en su desarrollo a través de nuestras catequesis, nos propone la primera parte del salmo 134, que acaba de resonar en el canto de los solistas. El texto revela una notable serie de alusiones a otros pasajes bíblicos y parece estar envuelto en un clima pascual. No por nada la tradición judaica ha unido este salmo al sucesivo, el 135, considerando el conjunto como "el gran Hallel", es decir, la alabanza solemne y festiva que es preciso elevar al Señor con ocasión de la Pascua.

En efecto, este salmo pone fuertemente de relieve el Éxodo, con la mención de las "plagas" de Egipto y con la evocación del ingreso en la tierra prometida. Pero sigamos ahora las etapas sucesivas, que el salmo 134 revela en el desarrollo de los doce primeros versículos: es una reflexión que queremos transformar en oración.

2. Al inicio nos encontramos con la característica invitación a la alabanza, un elemento típico de los himnos dirigidos al Señor en el Salterio. La invitación a cantar el aleluya se dirige a los "siervos del Señor" (v. 1), que en el original hebreo se presentan "erguidos" en el recinto sagrado del templo (cf. v. 2), es decir, en la actitud ritual de la oración (cf. Ps 133,1-2).

Participan en la alabanza ante todo los ministros del culto, sacerdotes y levitas, que viven y actúan "en los atrios de la casa de nuestro Dios" (Ps 134,2). Sin embargo, a estos "siervos del Señor" se asocian idealmente todos los fieles. En efecto, inmediatamente después se hace mención de la elección de todo Israel para ser aliado y testigo del amor del Señor: "Él se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya" (v. 4). Desde esta perspectiva, se celebran dos cualidades fundamentales de Dios: es "bueno" y es "amable" (v. 3). El vínculo que existe entre nosotros y el Señor está marcado por el amor, por la intimidad y por la adhesión gozosa.

3. Después de la invitación a la alabanza, el salmista prosigue con una solemne profesión de fe, que comienza con la expresión típica: "Yo sé", es decir, yo reconozco, yo creo (cf. v. 5). Son dos los artículos de fe que proclama un solista en nombre de todo el pueblo, reunido en asamblea litúrgica. Ante todo se ensalza la acción de Dios en todo el universo: él es, por excelencia, el Señor del cosmos: "El Señor todo lo que quiere lo hace: en el cielo y en la tierra" (v. 6). Domina incluso los mares y los abismos, que son el emblema del caos, de las energías negativas, del límite y de la nada.

El Señor es también quien forma las nubes, los rayos, la lluvia y los vientos, recurriendo a sus "silos" (cf. v. 7). En efecto, los antiguos habitantes del Oriente Próximo imaginaban que los agentes climáticos se conservaban en depósitos, semejantes a cofres celestiales de los que Dios tomaba para esparcirlos por la tierra.

4. El otro componente de la profesión de fe se refiere a la historia de la salvación. Al Dios creador se le reconoce ahora como el Señor redentor, evocando los acontecimientos fundamentales de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto. El salmista cita, ante todo, la "plaga" de los primogénitos (cf. Ex 12,29-30), que resume todos los "prodigios y signos" realizados por Dios liberador durante la epopeya del Éxodo (cf. Ps 134,8-9). Inmediatamente después se recuerdan las clamorosas victorias que permitieron a Israel superar las dificultades y los obstáculos encontrados en su camino (cf. vv. 10-11). Por último, se perfila en el horizonte la tierra prometida, que Israel recibe "en heredad" del Señor (v. 12).

26 Ahora bien, todos estos signos de alianza, que se profesarán más ampliamente en el salmo sucesivo, el 135, atestiguan la verdad fundamental proclamada en el primer mandamiento del Decálogo. Dios es único y es persona que obra y habla, ama y salva: "el Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses" (v. 5; cf. Ex 20,2-3 Ps 94,3).

5. Siguiendo la línea de esta profesión de fe, también nosotros elevamos nuestra alabanza a Dios. El Papa san Clemente I, en su primera Carta a los Corintios, nos dirige esta invitación: "Fijemos nuestra mirada en el Padre y Creador de todo el universo y adhirámonos a los magníficos y sobreabundantes dones y beneficios de su paz. Mirémosle con nuestra mente y contemplemos con los ojos del alma su magnánimo designio. Consideremos cuán blandamente se porta con toda la creación. Los cielos, movidos por su disposición, le están sometidos en paz. El día y la noche recorren la carrera por él ordenada, sin que mutuamente se impidan. El sol y la luna y los coros de las estrellas giran, conforme a su ordenación, en armonía y sin transgresión alguna, en torno a los límites por él señalados. La tierra, germinando conforme a su voluntad, produce a sus debidos tiempos copiosísimo sustento para hombres y fieras, y para todos los animales que se mueven sobre ella, sin que jamás se rebele ni mude nada de cuanto fue por él decretado" (19, 2-20, 4: Padres Apostólicos, BAC 1993, pp. 196-197). San Clemente I concluye afirmando: "Todas estas cosas ordenó el grande Artífice y Soberano de todo el universo que se mantuvieran en paz y concordia, derramando sobre todas sus beneficios, y más copiosamente sobre nosotros, que nos hemos refugiado en sus misericordias por medio de nuestro Señor Jesucristo. A él sea la gloria y la grandeza por eternidad de eternidades. Amén" (ib., p. 198).

Saludos

Doy mi cordial bienvenida a todos los peregrinos de España y de América Latina, particularmente a los grupos parroquiales venidos de Zaragoza. Elevemos nuestra alabanza a Dios, siguiendo las pautas de la profesión de fe que proclama el salmo que hoy hemos cantado.


Os dirijo ahora un cordial saludo a vosotros, jóvenes, enfermos y recién casados. En este último tramo de la Cuaresma, os exhorto a proseguir con empeño el camino espiritual hacia la Pascua. A vosotros, queridos jóvenes, os pido que intensifiquéis vuestro testimonio de amor a la cruz de Cristo; a vosotros, queridos enfermos, que viváis la prueba del dolor como acto de amor a Jesús crucificado y resucitado; y a vosotros, queridos recién casados, que imitéis en vuestra unión matrimonial la fidelidad perdurable del Señor a la Iglesia su esposa.

LLAMAMIENTO DEL SANTO PADRE


Mientras en Bagdad y en otros centros de Irak siguen los enfrentamientos, con destrucciones y muertes, noticias no menos preocupantes llegan del continente africano, del que, en días pasados, procedían informaciones sobre matanzas y ejecuciones sumarias. Escenario de estos crímenes ha sido la atormentada región de los Grandes Lagos y, en particular, una zona de la República democrática del Congo.

A la vez que elevo a Dios una ferviente oración de sufragio por las víctimas, dirijo un apremiante llamamiento a los responsables políticos, así como a todos los hombres de buena voluntad, para que se comprometan a hacer que cesen las violencias y los atropellos, dejando de lado los egoísmos personales y los intereses de grupo, con la colaboración activa de la comunidad internacional.

Por eso, hay que alentar todos los esfuerzos de reconciliación entre las poblaciones congoleñas, ugandesas y ruandesas, así como los esfuerzos análogos que se están realizando en Burundi y en Sudán, esperando que lleven ponto a la paz tan anhelada.



Miércoles 16 de abril de 2003

La victoria definitiva es de Cristo

27
1. Comienza mañana por la tarde, con la santa misa in Cena Domini, el Triduo pascual, fulcro de todo el Año litúrgico. En estos días la Iglesia se recoge en silencio, ora y medita el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor.

Participando en los ritos del Jueves santo, del Viernes santo y de la Vigilia pascual, recorreremos las últimas horas de la vida terrena de Jesús, al final de la cual resplandece la luz de la Resurrección.

En el cántico que acaba de proclamarse hemos escuchado que Cristo se hizo "obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó" (
Ph 2,8-9). Estas palabras sintetizan el misterioso designio de Dios, que reviviremos en los próximos días, misterio que da sentido y plenitud a la historia humana.

2. Mientras la santa misa Crismal, que se celebra por lo general en la mañana del Jueves santo, pone especialmente de relieve el sacerdocio ministerial, los ritos de la santa misa in Cena Domini son una apremiante invitación a contemplar la Eucaristía, misterio central de la fe y de la vida cristiana. Precisamente para subrayar la importancia de este sacramento, he querido escribir la carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, que tendré la alegría de firmar durante la misa in Cena Domini. Con este texto deseo entregar a todo creyente una reflexión orgánica sobre el sacrificio eucarístico, que contiene todo el bien espiritual de la Iglesia.

Juntamente con la Eucaristía, en el Cenáculo el Señor instituyó el sacerdocio ministerial, para que se actualice a lo largo de los siglos su único sacrificio: "Haced esto en conmemoración mía" (Lc 22,19). Luego nos dejó el mandamiento nuevo del amor fraterno. Con el lavatorio de los pies enseñó a sus discípulos que el amor debe traducirse en servicio humilde y desinteresado al prójimo.

3. El Viernes santo, día de penitencia y ayuno, recordaremos la pasión y la muerte de Jesús, permaneciendo absortos en adoración de la cruz. "Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit": "Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo". En el Calvario, el Hijo de Dios cargó sobre sí nuestros pecados, ofreciéndose al Padre como víctima de expiación. Desde la cruz, fuente de nuestra salvación, brota la vida nueva de los hijos de Dios.

Después del drama del Viernes viene el silencio del Sábado santo, día preñado de espera y esperanza. Con María, la comunidad cristiana vela en oración junto al sepulcro, esperando que se cumpla el acontecimiento glorioso de la Resurrección.

En la Noche santa de la Pascua todo se renueva en Cristo resucitado. Desde todos los rincones de la tierra se elevará al cielo el canto del Gloria y del Aleluya, mientras la luz disipará las tinieblas de la noche. En el domingo de Pascua exultaremos con el Resucitado recibiendo de él el saludo de paz.

4. Preparémonos, amadísimos hermanos y hermanas, a celebrar dignamente estos días santos, y a contemplar la obra maravillosa realizada por Dios en la humillación y en la exaltación de Cristo (cf. Flp Ph 2,6-11).
Hacer memoria de este misterio central de la fe conlleva también el compromiso de actualizarlo en la realidad concreta de nuestra existencia. Significa reconocer que la pasión de Cristo prosigue en los dramáticos acontecimientos que, por desgracia, también en nuestro tiempo siguen afligiendo a tantos hombres y mujeres en todas las partes de la tierra.

Con todo, el misterio de la cruz y de la Resurrección nos asegura que el odio, la violencia, la sangre y la muerte no tienen la última palabra en las vicisitudes humanas. La victoria definitiva es de Cristo y desde él debemos recomenzar, si queremos construir para todos un futuro de auténtica paz, justicia y solidaridad.
La Virgen, que cooperó íntimamente en el designio salvífico, nos acompañe en el camino de la pasión y de la cruz hasta el sepulcro vacío, para encontrar a su Hijo divino resucitado. Entremos en el clima espiritual del Triduo sacro, dejándonos guiar por ella.

28 Con estos sentimientos, deseo de corazón a todos una serena y santa Pascua.

Saludos


Saludo cordialmente a los visitantes de América Latina, de España y de México, en particular a las Hermanas Dominicas de la Presentación, a los peregrinos de Madrid, al colegio Pureza de María, de Barcelona, y al grupo folclórico del Vendrell. Al invitaros a celebrar devotamente estos días santos, os deseo a todos con afecto una feliz Pascua de Resurrección.

(A los peregrinos eslovacos)
Queridos hermanos, mañana entraremos en el Triduo sacro, que conmemora los misterios centrales de la salvación. Vivid intensamente estos días, confirmad vuestra fe y sed testigos del Evangelio de Cristo. De buen grado os bendigo a vosotros y a vuestras familias en la patria.

(A los peregrinos croatas)
El carácter sagrado de esta semana, llamada precisamente Semana santa o grande, nos invita a un recogimiento particular y a una intensa oración. Os deseo vivamente que este tiempo sea para vosotros también ocasión propicia para profundizar aún más vuestra fe, para que celebréis con mayor intensidad el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Os imparto de buen grado mi bendición apostólica a vosotros y a vuestras familias.

(En polaco)
Participando en la liturgia de estos días, contemplaremos el rostro del Hijo de Dios, que, como dice san Pablo, "se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz". Y en el domingo de Pascua nos alegraremos con Cristo que resucita y nos abre las puertas del cielo. Que este tiempo particular acreciente en nuestros corazones la fe, la esperanza y la caridad. A todos mis compatriotas deseo una bendita y serena solemnidad de Pascua.

(En italiano)
Mi pensamiento va ahora a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, a los que expreso una especial felicitación pascual. A vosotros, queridos jóvenes, os deseo que no tengáis miedo de seguir a Cristo, incluso cuando os pide recorrer con él el difícil camino de la cruz. A vosotros, queridos enfermos, la meditación de la pasión de Jesús, misterio de sufrimiento transfigurado por el amor, os conforte y consuele. Y en vosotros, queridos recién casados, la muerte y la resurrección del Señor renueven la alegría y el compromiso de vuestra alianza matrimonial.





29 Queridos hermanos y hermanas:

Con el Triduo pascual la Iglesia nos invita a meditar sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En la Misa crismal del Jueves Santo se pone de relieve el sacerdocio ministerial. En la Cena del Señor se contempla la institución de la Eucaristía. Para subrayar su importancia, este año he escrito la encíclica Ecclesia de Eucharistia, invitando a reflexionar sobre la riqueza de este gran Sacramento de nuestra fe. Con la Eucaristía, Cristo nos dejó el mandamiento nuevo del amor fraterno. El lavatorio de los pies nos enseña que este amor debe traducirse en un servicio humilde al prójimo.

El Viernes Santo, con la adoración de la Cruz, celebramos la pasión y muerte de Jesús. El Sábado Santo, día de clara esperanza, en oración con María esperaremos la Resurrección. En la Noche Santa de Pascua, todo se renueva en Cristo resucitado y se expresa con el alegre canto del Gloria y del Aleluya.
***


Saludo cordialmente a los visitantes de América Latina y de España, en particular a las Hermanas Dominicas de la Presentación, a los peregrinos de Madrid, al Colegio Pureza de María de Barcelona y al grupo folclórico del Vendrell.Al invitaros a celebrar devotamente estos días santos, os deseo a todos con afecto una ¡Feliz Pascua de Resurrección!



Miércoles 23 de abril de 2003

La paz de Cristo

1. En estos días de la octava de Pascua es grande el júbilo de la Iglesia por la resurrección de Cristo. Después de sufrir la pasión y la muerte en cruz, ahora vive para siempre, y la muerte ya no tiene ningún poder sobre él.

La comunidad de los fieles, en todas las partes del mundo, eleva al cielo un cántico de alabanza y acción de gracias a Aquel que ha librado al hombre de la esclavitud del mal y del pecado mediante la redención realizada por el Verbo encarnado. Es lo que expresa el salmo 135, que se acaba de proclamar y que constituye un espléndido himno a la bondad del Señor. El amor misericordioso de Dios se revela de forma plena y definitiva en el Misterio pascual.

2. Después de su resurrección, el Señor se apareció en repetidas ocasiones a los discípulos y se encontró muchas veces con ellos. Los evangelistas refieren varios episodios, que ponen de manifiesto el asombro y la alegría de los testigos de acontecimientos tan prodigiosos. San Juan, en particular, destaca las primeras palabras dirigidas por el Maestro resucitado a los discípulos.
"¡Paz a vosotros!", dice al entrar en el Cenáculo, y repite tres veces este saludo (cf. Jn 20,19 Jn 20,21 Jn 20,26). Podemos decir que la expresión: "¡Paz a vosotros!", en hebreo shalom, contiene y sintetiza, en cierto modo, todo el mensaje pascual. La paz es el don que el Señor resucitado ofrece a los hombres, y es el fruto de la vida nueva inaugurada por su resurrección.

30 Por consiguiente, la paz se identifica como "novedad" introducida en la historia por la Pascua de Cristo. Nace de una profunda renovación del corazón del hombre. Así pues, no es el resultado de esfuerzos humanos, ni se puede conseguir sólo gracias a acuerdos entre personas e instituciones. Más bien, es un don que hay que acoger con generosidad, conservar con esmero y hacer fructificar con madurez y responsabilidad. Por más complicadas que sean las situaciones y por más fuertes que sean las tensiones y los conflictos, nada puede resistir a la eficaz renovación traída por Cristo resucitado. Él es nuestra paz. Como leemos en la carta de san Pablo a los Efesios, él con su cruz derribó la enemistad "haciendo las paces, para crear, en él, un solo hombre nuevo" (Ep 2,15).

3. La octava de Pascua, impregnada de luz y alegría, se concluirá el domingo próximo con el domingo in Albis, llamado también domingo de la "Misericordia divina". La Pascua es manifestación perfecta de esta misericordia de Dios, "que se compadece de sus siervos" (Ps 135,14).

Con la muerte en cruz, Cristo nos ha reconciliado con Dios y ha puesto en el mundo las bases de una convivencia fraterna de todos. En Cristo el ser humano frágil, y que anhela la felicidad, ha sido rescatado de la esclavitud del maligno y de la muerte, que engendra tristeza y dolor. La sangre del Redentor ha lavado nuestros pecados. Así hemos experimentado la fuerza renovadora de su perdón. La misericordia divina abre el corazón al perdón de los hermanos, y con el perdón ofrecido y recibido es como se construye la paz en las familias y en todos los demás ambientes de vida.

Renuevo de buen grado mi más cordial felicitación pascual a todos vosotros, a la vez que os encomiendo, juntamente con vuestras familias y vuestras comunidades, a la protección celestial de María, Madre de la Misericordia y Reina de la paz.

Saludos

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española; en especial a los fieles del arciprestazgo de Alise, así como a las corales de Medina de Rioseco y de Tortosa, y a los alumnos de los distintos colegios. A todos renuevo mi felicitación pascual y os confío a la protección de la Virgen María, Madre de la misericordia y Reina de la paz.

(A los peregrinos de Croacia)
Deseando vivamente que la alegría pascual llene vuestros corazones e inspire vuestros pasos, invoco sobre cada uno de vosotros y sobre vuestra patria la bendición del Señor resucitado.

(En polaco)
El domingo próximo desde hace algunos años se vive en la Iglesia como fiesta de la Divina Misericordia. Que este domingo, en el que peregrinamos espiritualmente al santuario de Lagiewniki y a los demás santuarios para pedir a Dios la misericordia para nosotros y para todo el mundo, sea el día de alabanza al Señor, que ha hecho maravillas. A todos los compatriotas, pero en particular a los jóvenes aquí reunidos, deseo que la luz de la Resurrección les acompañe siempre y sea la fuente de la paz y de la firme esperanza.

(En italiano)
31 Queridos jóvenes, y especialmente vosotros, que habéis venido en gran número de diversas parroquias de la archidiócesis de Milán y que este año hacéis vuestra "profesión de fe", renovando la fe en el Salvador resucitado, sed entusiastas testigos suyos en la Iglesia y en la sociedad, para que con vuestra fidelidad al Evangelio contribuyáis a la construcción de la civilización del amor.
Queridos enfermos, la luz de la Resurrección, que es consuelo y apoyo para quien cree, ilumine vuestra existencia diaria y la haga fecunda para bien de la humanidad entera. Y vosotros, queridos recién casados, sacad cada día del Misterio pascual la fuerza espiritual para alimentar vuestra familia con un amor sincero e inagotable.



Miércoles 30 de abril de 2003

Propósitos de un príncipe justo

1. Después de las dos catequesis dedicadas al significado de las celebraciones pascuales, reanudamos nuestra reflexión sobre la liturgia de las Laudes. Para el martes de la cuarta semana nos propone el salmo 100, que acabamos de escuchar.

Es una meditación que pinta el retrato del político ideal, cuyo modelo de vida debería ser el actuar divino en el gobierno del mundo: un actuar regido por una perfecta integridad moral y por un enérgico compromiso contra las injusticias. Ese texto se vuelve a proponer ahora como programa de vida para el fiel que comienza su día de trabajo y de relación con el prójimo. Es un programa de "amor y justicia" (cf. v. 1), que se articula en dos grandes líneas morales.

2. La primera se llama "senda de la inocencia" y está orientada a exaltar las opciones personales de vida, realizadas "con rectitud de corazón", es decir, con conciencia totalmente recta (cf. v. 2).

Por una parte, se habla de modo positivo de las grandes virtudes morales que hacen luminosa la "casa", es decir, la familia del justo (cf. v. 2): la sabiduría, que ayuda a comprender y juzgar bien; la inocencia, que es pureza de corazón y de vida; y, por último, la integridad de la conciencia, que no tolera componendas con el mal.

Por otra parte, el salmista introduce un compromiso negativo. Se trata de la lucha contra toda forma de maldad e injusticia, para mantener lejos de su casa y de sus opciones cualquier perversión del orden moral (cf. vv. 3-4).

Como escribe san Basilio, gran Padre de la Iglesia de Oriente, en su obra El bautismo, "ni siquiera el placer de un instante que contamina el pensamiento debe turbar a quien se ha configurado con Cristo en una muerte semejante a la suya" (Opere ascetiche, Turín 1980, p. 548).

3. La segunda línea se desarrolla en la parte final del salmo (cf. vv. 5-8) y precisa la importancia de las cualidades más típicamente públicas y sociales. También en este caso se enumeran los puntos esenciales de una vida que quiere rechazar el mal con rigor y firmeza.

32 Ante todo, la lucha contra la calumnia y la difamación secreta, un compromiso fundamental en una sociedad de tradición oral, que atribuía gran importancia a la función de la palabra en las relaciones interpersonales. El rey, que ejerce también la función de juez, anuncia que en esta lucha empleará la más rigurosa severidad: hará que perezca el calumniador (cf. v. 5). Asimismo, se rechaza toda arrogancia y soberbia; se evita la compañía y el consejo de quienes actúan siempre con engaño y mentiras. Por último, el rey declara el modo como quiere elegir a sus "servidores" (cf. v. 6), es decir, a sus ministros. Los escoge entre "los que son leales". Quiere rodearse de gente íntegra y evitar el contacto con "quien comete fraudes" (cf. v. 7).

4. El último versículo del salmo es particularmente enérgico. Puede resultar chocante al lector cristiano, porque anuncia un exterminio: "Cada mañana haré callar a los hombres malvados, para excluir de la ciudad del Señor a todos los malhechores" (v. 8). Sin embargo, es importante recordar que quien habla así no es una persona cualquiera, sino el rey, responsable supremo de la justicia en el país. Con esta frase expresa de modo hiperbólico su implacable compromiso de lucha contra la criminalidad, un compromiso necesario, que comparte con todos los que tienen responsabilidades en la gestión de la administración pública.

Evidentemente, esta tarea de justiciero no compete a cada ciudadano. Por eso, si los fieles quieren aplicarse a sí mismos la frase del salmo, lo deben hacer en sentido analógico, es decir, decidiendo extirpar cada mañana de su propio corazón y de su propia conducta la hierba mala de la corrupción y de la violencia, de la perversión y de la maldad, así como cualquier forma de egoísmo e injusticia.

5. Concluyamos nuestra meditación volviendo al versículo inicial del salmo: "Voy a cantar el amor y la justicia..." (v. 1). Un antiguo escritor cristiano, Eusebio de Cesarea, en sus Comentarios a los Salmos, subraya la primacía del amor sobre la justicia, aunque esta sea también necesaria: "Voy a cantar tu misericordia y tu juicio, mostrando cómo actúas habitualmente: no juzgas primero y luego tienes misericordia, sino que primero tienes misericordia y luego juzgas, y con clemencia y misericordia emites sentencia. Por eso, yo mismo, ejerciendo misericordia y juicio con respecto a mi prójimo, me atrevo a cantar y entonar salmos en tu honor. Así pues, consciente de que es preciso actuar así, conservo inmaculadas e inocentes mis sendas, convencido de que de este modo te agradarán mis cantos y salmos por mis obras buenas" (PG 23,1241).

Saludos


Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. En especial a los sacerdotes que participan en un curso de actualización en el Colegio Español, así como a las Misioneras Clarisas que concluyen hoy su capítulo general, y a los demás grupos de España, México y Chile. A todos os deseo un tiempo pascual lleno de los dones de Cristo resucitado.


(A los peregrinos eslovacos)
Queridos peregrinos, vuestra visita a Roma en el tiempo de Pascua sea para cada uno de vosotros ocasión de auténtica renovación religiosa.

(En italiano)
Mañana comienza el mes de mayo, consagrado a la Virgen. Comienza con la fiesta de San José obrero. A la Virgen santísima, y especialmente a su casto esposo José, encomendamos hoy en particular el mundo del trabajo. Él, que experimentó la fatiga del trabajo diario, sea ejemplo y apoyo para cuantos con su actividad proveen a las necesidades de la familia y de toda la comunidad humana.

El Señor resucitado llene de su amor el corazón de cada uno de vosotros, queridos jóvenes, para que os dispongáis a seguirlo con entusiasmo; os sostenga a vosotros, queridos enfermos, para que estéis dispuestos a aceptar con serenidad el peso diario del sufrimiento; y os guíe a vosotros, queridos recién casados, para que vuestra familia crezca en santidad, siguiendo el modelo de la Sagrada Familia.



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Mayo de 2003


Audiencias 2003 23