Discursos 1984 30


A LOS OBISPOS DE ARGENTINA


EN VISITA «AD LIMINA APOSTOLORUM»


Viernes 1 de junio de 1984



Queridos Hermanos en el episcopado:

1. En este año, en el que corresponde hacer su visita “ad limina Apostolorum” a los Obispos de América del Sur, venís hoy vosotros, Pastores de la Iglesia de Cristo en Argentina.

Os doy pues la más cordial bienvenida, con el afecto fraterno que me hace recordaros tan frecuentemente, sobre todo en la plegaria, en la que pido al Señor por vosotros y vuestros diocesanos “para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación, y con toda eficacia cumpla todo su bondadoso beneplácito y la obra de vuestra fe” (2 Thess. 1, 11).

Esa fe y ese amor a Cristo, hacia cuya plenitud caminamos como Iglesia (Cf. Eph 1, 22s.), son los que presiden este encuentro colegial —como los individuales que lo han precedido— en un gozoso intercambio de vivencias eclesiales que van del centro hacia la periferia y viceversa, con el único objetivo de que el Pueblo de Dios que tenéis encomendado reanime su fe y esperanza, unido en la perfección de la mutua caridad (Cf. 1 Petr. 1, 21; 4, 8)).

2. Vuestra presencia me hace pensar una vez más en el querido pueblo argentino, al que me siento tan cercano, y cuyos sufrimientos y esperanzas sigo siempre con viva solicitud y afecto.

Una prueba de particular significado quiso ser mi breve visita a vuestro País en el mes de junio de hace dos años, en momentos dolorosos de vuestra historia. Nunca olvido las emociones de aquellos momentos vividos a los pies de la Madre de Luján y en Buenos Aires, durante los diversos encuentros con vuestro pueblo.

Ha habido también otros muchos momentos en los que mi participación en vuestro acontecer social y eclesial ha sido especialmente intensa; sobre todo cuando las duras experiencias vividas en los años pasados por vuestra comunidad nacional han sembrado luto, tragedias y perdurante trepidación en tantas familias y personas, heridas en sus afectos más íntimos.

31 Pido a Dios que la nueva etapa que vive ahora vuestra Patria pueda responder a las expectativas de vuestros conciudadanos y sirva para curar las llagas del pasado, superar errores y fallas, crear un clima de pacífica convivencia dentro del respeto generalizado a normas justas. Ojalá puedan así promoverse los mejores valores humanos, morales y religiosos de vuestro pueblo, favoreciendo a la vez el necesario bienestar, del que todos participen equitativamente, sobre todo los más desposeídos.

3. En este contexto social se ha de desarrollar vuestro ministerio de Pastores. Este, aun teniendo objetivos propios bien determinados, no excluye sino que reclama la cercanía a las condiciones de vida de vuestros fieles, a sus angustias y esperanzas, para proyectar sobre ellos la luz y aliento de la fe.

Esa ha sido vuestra intención, tanto a través de las directrices dadas a vuestros fieles en las diócesis por separado, como por medio de documentos colectivos de la Conferencia Ep iscopal.

A este respecto, deseo recordar al menos las reflexiones e instrucciones contenidas en documentos como “Iglesia y comunidad nacional”, “Camino de reconciliación”, “Principios para la acción cívica de los cristianos” y “Dios, el hombre y la conciencia”. A ellos podrían añadirse “Democracia, responsabilidad y esperanza” o el mensaje sobre el matrimonio indisoluble, temas que habéis estudiado en vuestra última Asamblea Plenaria del pasado mes de abril.

Quiero por mi parte alentaros a una labor vigorosa de renovación en la fe de vuestros fieles, animándolos también a ser promotores de esa reconciliación que se fundamenta en los pilares de la verdad, la justicia y el amor, una de cuyas formas superiores es el perdón. De esa manera podrá consolidarse el alma cristiana de vuestro pueblo y se podrá construir —en beneficio de todos— la civilización del amor, a la que orientó tantas veces mi Predecesor Pablo VI.

4. No cabe duda de que para poder ejercer con mayor eficacia y adaptación a la realidad global esta ingente y delicada tarea, vosotros necesitáis también la ayuda de un sólido trabajo como Conferencia Episcopal.

Es verdad que ésta no puede tomar el puesto que corresponde a cada Obispo, Pastor inmediato y propio de la diócesis en nombre de Cristo (Lumen Gentium
LG 20 Lumen Gentium LG 23). Sin embargo, es evidente que la mutua colaboración de los hermanos dentro de la misma Conferencia es un eficaz medio para lograr un mayor bien de los fieles a escala nacional (Cf. Codex Iuris Canonici CIC 447). Es un hecho, en efecto, que la problemática frecuentemente generalizada a nivel de Nación requiere estudios y orientaciones al mismo nivel, con la sincera colaboración de todos, con planteamientos que puedan ser diáfanos y unitarios, para guiar oportunamente a los fieles, evitando confusiones o divisiones.

Ello os llevará a conferir previamente con caridad, franqueza y humildad los principales problemas, de tal modo que se tome una visión de conjunto que facilite a cada uno el ejercicio de su propia función pastoral, sin disidencias discrepantes, aunque haya legítimos enfoques diversos.

En vuestros documentos comunes como Pastores, habéis de abordar ante todo, como es obvio, los temas referentes a la vida cristiana de vuestro pueblo; sin que por ello, siguiendo las huellas del Concilio Vaticano II, los gozos, esperanzas y angustias de vuestros fieles, en su concreto ambiente existencial, dejen de estar presentes en vuestra enseñanza. No para proponer soluciones técnicas al cúmulo de problemas que acucian hoy a los hermanos: defensa de la vida, de la dignidad de todo hombre, de sus derechos, de sus deberes para con Dios y con el prójimo, entendido éste incluso como conciudadano con el que se comparte una patria y, por tanto, con responsabilidades comunes frente al bien común, sino para hacer patente en esas complejas situaciones la luz y presencia amorosa de Cristo Salvador.

5. Para que vuestros programas y orientaciones tengan la mayor eficacia posible sé que deseáis reforzar las estructuras mismas de vuestra Conferencia Episcopal, en cuanto sea necesario. Queréis asimismo revitalizar los organismos diocesanos que ayudan al Obispo en la conducción pastoral. Aliento por mi parte vuestros esfuerzos, sobre todo en lo que miran a constituir no meros organismos burocráticos, sino centros verdaderamente animadores de la pastoral en los diversos ámbitos, y que sepan emplear debidamente todos los instrumentos que la técnica moderna ofrece.

Un primer ambiente, que tanto puede contribuir al éxito de vuestra labor, es el de la familia. Por ello, habéis de tratar de llegar eficazmente a él, para vigorizarlo en toda su extensión, ya que es fundamental para la recepción dinámica del ideal cristiano.

32 Tengo conocimiento de la alta valoración que en el plan humano y sobre todo cristiano, reflejan vuestras enseñanzas sobre la familia y el matrimonio. Tanto más cuando en los tiempos recientes se van perfilando nuevas insidias contra la institución familiar y su estabilidad.

Quiero pues alentar vuestro esfuerzo, y el de vuestros sacerdotes y colaboradores, en ese campo de tanta trascendencia. Por ello he seguido con especial gozo y esperanza vuestras reflexiones y trabajos durante la última Asamblea Plenaria en la que os habéis ocupado del mensaje de los Obispos sobre el matrimonio indisoluble. Estad seguros de que con ello no sólo cumplís con vuestro deber de Pastores, sino que prestáis incluso un gran servicio a vuestra sociedad nacional, que en su afán de reconstrucción actual debe poder contar con la solidez, cohesión y creciente salud moral de la familia.

6. En esa revitalización de la vida eclesial puede tener no poca incidencia la celebración, el próximo mes de octubre, del Congreso Eucarístico Nacional, en el que vais a conmemorar el cincuentenario del 32° Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires. Fue un acontecimiento de gracia que contó con la recordada presencia del Cardenal Pacelli, luego Pío XII, y que produjo efectos profundos en tantos campos de la vida y actividad de la Iglesia. Por todo ello vosotros y el pueblo fiel argentino seguís dando gracias a Dios.

Es de esperar que también ahora la comunidad eclesial argentina, congregada con sus Pastores en torno a la Eucaristía, reciba el vigoroso impulso que experimentó en los diversos sectores de sus miembros, desde los niños y jóvenes hasta los adultos y organizaciones de apostolado.

Cristo, en efecto, continúa edificando su Cuerpo en la caridad y en la unidad, para que los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos “crezcan en caridad, hasta aquel que es nuestra Cabeza, Cristo” (Cf. Eph.4, 15), y vivan la Eucaristía como centro y alimento de su existencia, a la vez que como inspiración, “principio y culmen de toda evangelización” (Cf. Presbyterorum Ordinis
PO 5).

De aquí podrá nacer, como en 1934, un intenso movimiento de conversión y reconciliación, hoy no menos necesario que antes en la vida de la nación argentina. Nacerán —como esperamos— nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas, que se unirán a las ya numerosas de que —gracias a Dios— disfruta ahora la Iglesia en Argentina. Así se podrá y deberá pensar en asistir a otras regiones menos favorecidas, dentro o fuera de los limites de vuestra patria, lo cual, como enseña la experiencia, lejos de empobrecer a quien da, traerá más abundantes gracias vocacionales.

Y también, como efecto propio de la celebración y recepción de la Eucaristía, hará más profunda y operosa la comunión de la Iglesia argentina en su interior y con la Iglesia universal, en primer término con esta Sede de Pedro.

7. A la Madre Santísima de Luján vuelvo en nueva peregrinación de fe, para que Ella interceda ante su Hijo por todas estas intenciones y por las que sucesivamente examinaré con los otros Obispos de vuestro País.

A Ella pido por vosotros, por vuestros colaboradores, fieles y conciudadanos, a la vez que imparto a todos con afecto mi Bendición Apostólica.






A LOS FUNCIONARIOS DEL SERVICIO


DIPLOMÁTICO LATINOAMERICANO


Viernes 1 de junio de 1984



Distinguidos Señores:

33 Me alegra poder tener este encuentro con vosotros, funcionarios del servicio diplomático latinoamericano, que estáis siguiendo en Florencia un Curso de especialización en Relaciones Internacionales, patrocinado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia.

A ejemplo de otros colegas vuestros que os han precedido en los años pasados, estáis tratando de lograr una mayor capacitación profesional que os ayude a un mejor servicio a vuestros respectivos Países.

Viendo en vosotros a representantes de 12 diversas Naciones de América Latina, percibo el profundo significado y valor que tiene esta iniciativa. En primer lugar porque se coloca en la esfera de la cooperación entre pueblos y Naciones, tan necesaria en nuestros días. Y en segundo lugar porque ese es un camino de ayuda a las comunidades nacionales y a las personas que las integran, para que hallen nuevas vías de entendimiento, cercanía y solidaridad.

En el ejercicio futuro de vuestra misión diplomática os hallaréis frecuentemente en contacto con tantos problemas que afectan a las relaciones internacionales, tanto a nivel bilateral como plurilateral. Es pues necesario que adquiráis la competencia que exige tan importante misión. Pero es a la vez imprescindible que miréis vuestro cometido en una perspectiva más amplia, en la que entran implicaciones de orden humanitario y ético. En efecto, no podéis prescindir de la consideración de que se trata de un servicio prestado a las personas, a su dignidad, tutela y promoción, así como a la causa de acercamiento, de la paz, la convivencia y armónico desarrollo de los pueblos. Objetivos, éstos, a los que vale la pena entregar las propias energías y cualidades.

Sin embargo, es evidente que esa tarea no puede disociarse de ese conjunto de principios morales que deben regular la actividad de las personas, de los responsables de la marcha de la sociedad, de las naciones individualmente consideradas y de la comunidad internacional.

Por estos motivos os expreso mi vivo aliento a entregaros a esa nobilísima tarea con espíritu abierto, actitud de servicio y profunda conciencia moral. Os aseguro por mi parte que pido a Dios por vosotros, por vuestras respectivas Naciones, por los Dirigentes del Curso que estáis siguiendo, a la vez que gustosamente os imparto mi cordial Bendición.







VISITA PASTORAL A SUIZA


A LOS TRABAJADORES Y A LOS REFUGIADOS EXTRANJEROS


Sábado 16 de junio de 1984



Carissimi fratelli e sorelle!

1. Ho intensamente desiderato questo incontro con voi nel corso del mio viaggio pastorale in Svizzera. Con particolare gioia, dunque, e con commozione profonda, vi rivolgo il mio affettuoso saluto, ripetendo le parole del Signore risorto: “Pace a voi” (Gv 20, 19).

Pace a voi, che siete qui convenuti così numerosi. Pace a tutti i fratelli e le sorelle che compongono la vasta compagine degli immigrati in terra elvetica. Pace alle vostre famiglie, ai vostri figli, agli anziani, agli ammalati, ai sofferenti. Pace ai vostri cari che l’emigrazione costringe alla lontananza. E pace ai sacerdoti, ai religiosi, alle religiose e a quanti si dedicano per speciale vocazione alla pastorale dell’emigrazione.

Vorrei che il mio saluto raggiungesse tutti voi lavoratori immigrati, di ogni nazionalità: gli italiani, gli spagnoli, i polacchi, i portoghesi, i croati, gli sloveni, gli ungheresi, i cechi, gli slovacchi, i laotiani, i vietnamiti e tanti altri; tutti, qualunque sia la lingua, la religione, la condizione sociale, a cui appartenete. E vorrei che ciascuno di voi sentisse nelle mie parole le vibrazioni del mio cuore per voi e per i vostri problemi.

34 2. Tutti noi siamo in cammino verso una patria definitiva. La nostra vita è alla ricerca e in attesa di questo termine, dove troveremo riposo e sicurezza. Ogni giorno percorriamo questo cammino con altri uomini che condividono la stessa strada e formano con noi una sola comunione.

Voi ben sapete che la partenza per una nuova terra significa separazione e afflizione: ma essa è anche occasione di incontrare e conoscere nuovi uomini, di marciare con loro verso lo stesso scopo. La comunione, nella quale viviamo, ci forma e ci aiuta a camminare verso la meta.

Anche nella Chiesa siamo in cammino, non da soli, ma nella comunione con tutto il popolo di Dio e con un preciso compito: rompere i nostri schemi egoistici per aderire agli altri uomini. Partenza e ricerca di una patria appartengono essenzialmente alla nostra esistenza di cristiani e di uomini, ben sapendo che la patria terrena è transitoria; solo ciò che viene dopo è intramontabile.

I lavoratori immigrati sono particolare immagine del popolo di Dio in cammino. Per motivi diversi, voi avete lasciato il vostro Paese, con una decisione che certamente vi è costata: motivi economici, oppure politici o sociali vi hanno indotto a cercare una nuova patria. Ciascuno ha un motivo personale per una tale scelta. Ma ciò che è comune a tutti voi è che avete scelto questo nuovo Paese: ciò vi unisce, al di là di ogni differenza di origine o di lingua.

Avete affrontato dure fatiche per raggiungere questo scopo. Avete cercato di trovare una nuova terra che vi accogliesse e nella quale poter vivere. Ma né la partenza, né l’arrivo dovrebbero fondarsi soltanto su valori materiali; dietro ogni cosa dev’esserci un senso ben preciso, che offra una direzione alla nostra vita: Gesù Cristo, il quale intraprese la strada che lo avrebbe portato da Nazaret a Gerusalemme, attraverso la morte e la risurrezione. L’intera sua vita è stata contrassegnata dalla missione del Padre di condurre gli uomini alla salvezza. È questo il Cristo che dev’essere modello e termine della nostra vita.

3. La terra svizzera, che vi ospita, è caratterizzata da un pluralismo linguistico e culturale. Essa è sempre stata un Paese di scambio culturale. È un fatto che sempre gli immigrati hanno avuto un influsso sulla vita e sul pensiero della Svizzera. E da sempre gli svizzeri hanno ricevuto stimoli da questo scambio a percorrere nuove strade. Così, molte conquiste economiche e sociali, che caratterizzano l’immagine di questo Paese, sono da attribuirsi anche all’opera degli immigrati. L’apertura agli stranieri e alle loro culture è stata per questo Paese un arricchimento.

Ma anche la tradizione di questo Paese può essere un arricchimento per ogni immigrato. Ogni scambio culturale dev’essere reciproco, perché possa recare frutti. In questo senso, svizzeri e stranieri si sentono vicendevolmente integrati e affratellati. I vescovi svizzeri hanno varie volte esortato i cattolici ad essere disponibili alle necessità dei loro simili e all’accoglienza degli immigrati come fratelli e sorelle. Tutti i cristiani, sia svizzeri che immigrati, devono impegnarsi nelle loro parrocchie e comunità a essere sempre più aperti a quei fratelli che si trovano in difficoltà. Essi devono prestare loro adeguato ascolto e accoglierli con amore cristiano. Ciò sarebbe esemplare anche per una pacifica convivenza sociale in questo Paese.

4. La adhesión y participación de los inmigrantes en la vida eclesial y social son a veces obstaculizados por prejuicios recíprocos, sobre todo cuando los habitantes locales esperan de los inmigrantes una adaptación total, o cuando éstos ignoran los usos y costumbres del lugar. La apertura hacia los demás es una condición fundamental para la convivencia común, y debe favorecerse con comprensión, respeto y amor.

También los jóvenes encuentran dificultades en ser acogidos como parte de esta sociedad, no sólo a causa de su procedencia, sino también del estilo de vida a menudo distinto. Ellos sienten profundamente la diferencia entre la vida en familia y la vida en la escuela y en la sociedad. Sin embargo, pueden ser mediadores válidos entre las diversas culturas, si se les toma en serio y se les ayuda a encontrar su justo camino.

Suiza tiene una larga tradición humanitaria, sobre todo en lo referente a la acogida de prófugos. Pero hay que esforzarse en que esta tradición no se interrumpa, precisamente en un momento en que ésta puede abrir nuevas vías al empeño internacional para la solución del grave problema de los prófugos. Se trata de un servicio a la paz, que lleva una impronta suiza característica. En la búsqueda de una nueva patria, que mueve a esos seres humanos, Suiza no puede defraudar las esperanzas depositadas en ella; pero también ellos, con su presencia en este país, pueden contribuir a aumentar la comprensión de la difícil situación de necesidad en la que se encuentran en el mundo todos aquellos que están en las mismas condiciones. Que los sacerdotes y fieles se esfuercen en favorecer a los hermanos necesitados y asuman generosamente su compromiso, de acuerdo con lo establecido por el Sínodo de los católicos suizos celebrado en 1972: “Todos los creyentes están llamados a interesarse por los prófugos con humana solicitud, para que puedan encontrarse bien entre nosotros e inserirse adecuadamente”.

5. Imagen elocuente de que es posible encontrarse bien juntos es el encuentro de hoy con el Papa, en el que participan suizos y extranjeros. Sobre todo están presentes aquellos suizos que en su vida diaria se relacionan con los inmigrantes y sus problemas. Ellos representan aquí a cuantos trabajan por una justa y armoniosa vida en común. Es de esperar que aumente cada vez más la conciencia de la responsabilidad que la inmigración lleva consigo. Todos deben ser conscientes de que cuantos han venido a este país son hombres. Es importante descubrir siempre al hombre, antes que al trabajador. La participación en idénticas condiciones entre suizos e inmigrantes en la vida social y empresarial es una necesidad inderogable. Si en los años pasados se ha hecho mucho en este sector, no debe descuidarse el empeño para ulteriores mejorías, incluso cuando los problemas son de difícil solución. Es necesario promover una mayor solidaridad entre los trabajadores y salvaguardar sus derechos, así como sus legítimas aspiraciones. Entre éstas quiero subrayar las relativas a la vivienda y a la escuela, como también al conjunto de subsidios y previsiones que favorezcan la serenidad personal y familiar, ayudando en definitiva a una convivencia social más armoniosa.

35 6. Do wszystkich Braci i Sióstr w wierze na ziemi szwajcarskiej zwracam sie z goracym apelem o nieustanne podejmowanie wszelkich wysilków zmierzajacych do pelnego poszanowania praw czlowieka.

Wszyscy winnismy zawsze starac sie dostrzec w bliznim czlowieka, a miara wszelkich naszych poczynan na rzecz czlowieka winno byc jego dobro.

Nie czlowiek dla pracy, ale praca dla czlowieka!

Spotkanie róznych kultur w Szwajcarii, czy to w stosunkach spolecznych czy to w obrzedach religijnych, winno coraz bardziej uwidaczniac jeden Kosciól Chrystusowy. Kosciól ten - jako pielgrzymujacy Lud Bozy - ukazuje nam droge do wiecznej ojczyzny. Nie moze sie to ograniczac do taniej pociechy unikajacej konkretnych problemów, ale musi sie wyrazac na co dzien w okreslonych czynach odradzajacych swiat bardziej sprawiedliwy, w którym ludzie cieszyc sie beda uznaniem swoich praw bez jakichkolwiek dyskryminacji.

Kazdy czlowiek wierzacy winien sie czuc towarzyszem innych na wspólnej drodze. W przemierzaniu tej drogi, wiara w Boga jest tym czynnikiem, który scala w jedno obywateli panstwa i obcokrajowców.

7. Drodzy Bracia i Siostry!

Slowa, które kieruje do Was, plyna z glebi mojego serca.

Zapewniam Was, ze jestescie obecni w mojej codziennej modlitwie; Wasze problemy sa zarazem moimi problemami.

Starajcie sie nade wszystko zachowac i rozwijac zywa i silna wiare chrzescijanska. Pomoze Wam ona przezwyciezac trudnosci, na jakie napotkacie w zyciu.

8. O meu pensamento, nesta hora, vai também para todos os que vos são queridos: para aqueles que se encontram na Suíça, convosco, e que hoje não puderam vir a este encontro; e mais ainda vai para aqueles vossos entes queridos que estão longe, na vossa terra. E penso nos vossos Países de origem, nas vossas casas, nos vossos lares, que tivestes de deixar, ao vir para esta terra hospitaleira. Tenho também esses vossos familiares presentes no meu coração, onde todos vós estais, unidos num único vínculo de afecto.

I also wish to express my solidarity with those who have come from English-speaking countries and have settled in Switzerland. As you pursue your work in this hospitable land, be assured of my fraternal love and of my prayers for you and your families, especially if they are separated from you by a great distance.

36 Je vous salue cordialement, vous tous, immigrés de langue française qui résidez en Suisse. Je forme pour vous, pour votre bonheur, pour votre travail et pour vos familles, les meilleurs voeux. Je vous souhaite de trouver ici le soutien amical qui vous est nécessaire Je vous encourage à être fidèles à votre foi, et je vous assure de ma prière et de ma bénédiction.






A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA MUNDIAL DE LA FAO SOBRE ORDENACIÓN Y DESARROLLO PESQUEROS


Sala Regia - Sábado 30 de junio de 1984



Señor Presidente,
Señor Director general,
señoras y señores:

1. Me complace mucho dirigirme hoy a los participantes en la Conferencia mundial sobre ordenación y desarrollo pesqueros, convocada por la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas.

Como ustedes saben, este encuentro coincide con las celebraciones religiosas que marcan el origen de la comunidad de los discípulos de Cristo, fundada sobre Pedro, un simple pescador llamado a presidir y a dirigir una misión espiritual y moral de alcance universal. La Iglesia católica, desde sus comienzos, ha estado, pues, en estrecho contacto con el mundo de los pescadores. Podemos imaginar que lo que atrajo de un modo especial a Cristo de aquellos pescadores e hizo que los eligiera para un tipo de trabajo muy distinto fue su valentía, su espirito de iniciativa, su disponibilidad al enfrentarse con los riesgos del viento y de las olas.

La Iglesia conoce muy bien las dificultades y problemas de la vida de las personas relacionadas con la industria pesquera, problemas que afectan hoy a todos aquellos que en todo el mundo se ganan la vida del mar.

2. Es natural que el objetivo capital de esta Conferencia sea la necesidad, cada vez mayor y más urgente, de recursos alimenticios que sacien el hambre de millones de personas mal nutridas en los países más pobres del mundo. Todos saben que las ideas en torno al desarrollo económico y social en general han cambiado profundamente. Uno percibe, en efecto, que a un período en que se prestaba demasiada atención al sector industrial, está sucediendo una vuelta reconfortante a la primacía de la agricultura y al uso eficaz de los productos agrícolas. En este sentido es útil recordar que los estatutos de la FAO sitúan en el apartado de la agricultura no sólo los productos de la tierra o de los bosques, sino también los de las aguas.

Resulta especialmente oportuno que en la actualidad se vaya poniendo el acento en el sector pesquero cuando se habla de los productos alimenticios que exige la creciente población del mundo. Este hecho es particularmente importante si se quiere dar una respuesta a las necesidades apremiantes de aquellos países donde existe un fuerte desequilibrio entre la demanda y los recursos alimenticios existentes.

La pesca es, pues, de enorme importancia en la lucha por aliviar la desnutrición. En los centros menores, sobre todo, constituye una fuente primaria para las exigencias alimenticias inmediatas.

37 Vuestra Conferencia presta justamente particular atención a la pescas a menor escala, insistiendo en que los problemas relacionados con ella son realmente prioritarios. Las comunidades que se dedican a la pesca a menor escala y sus necesidades deben ser tomadas en consideración y ser integradas en las economías nacionales.

Igualmente, el desarrollo de las distintas formas del cultivo del agua resulta obviamente muy oportuno. Los buenos resultados ya obtenidos revelan que esta actividad no sólo ayuda a aumentar los recursos alimenticios, sino que crea, además, nuevas posibilidades de empleo, sobre todo en los países en vías de desarrollo, siendo también un poderoso instrumento para la protección y restauración del ambiente.

3. En el concepto “pesca” incluso justamente toda una serie de actividades humanas y subrayáis, también con toda razón, los objetivos sociales relacionados con ellas.

Para hacer frente a las necesidades de la sociedad actual es preciso aplicar al sector pesquero las formas que exige una economía moderna eficaz.

Es lógico que vuestra Conferencia se mueva a nivel de las soluciones prácticas posibilitadas por la tecnología moderna. De ahí la necesidad de tener en cuenta las actuales condiciones económicas de cada nación en particular, con el fin de poder delinear así programas realistas y especificar la financiación necesaria.

Pero lo que tenéis siempre presente y consideráis un punto de referencia constante son los aspectos humanos fundamentales, especialmente aquellos que sienten las personas cuya vida es la pesca y la industria conectada con ella. Tarea de vuestra Conferencia es, por ello, revisar los criterios actualmente en vigor en el campo de la agricultura, con el fin de asegurar no sólo el desarrollo técnico y económico, sino también el desarrollo humano de los individuos y las comunidades.

Las naciones dependen obviamente unas de otras y este hecho es el que hace necesaria la coordinación de la política interna de los distintos países con vista a un desarrollo mundial. Por esta razón, en mi Encíclica Laborem exercens subrayé el principio de la prioridad del trabajo humano en el entero proceso económico (cf. nn. 4 y 25). Las autoridades públicas deberían favorecer, en consecuencia, formas de corresponsabilidad de aquellos que se dedican a la pesca a pequeña o gran escala, así como las diferentes formas de solidaridad en asociaciones libres. Debería alentarse la participación activa de todos los que trabajan en la pesca en las decisiones que afectan a su vida y trabajo.

4. Una de vuestras tareas importantes es la de impulsar el uso adecuado de recursos aprovechables y desarrollar otros nuevos. También en este punto descarta animar a los científicos a que utilicen sus talentos y experiencia. También ha de existir un acuerdo acerca de los criterios y los métodos que deben aplicarse a la pesca en el contexto del desarrollo mundial.

Un mayor provecho de los recursos financieros y una mejora de las facilidades de préstamos y créditos constituyen un requisito obvio para una producción eficaz; también debe proveerse adecuadamente a la sustitución de equipos.

Es de esperar, por consiguiente, que esta Conferencia pueda lograr un acuerdo en torno a los principales aspectos de la utilización y desarrollo de la pesca.

También es de desear que todos los Estados y Organizaciones voluntarias trabajen juntos de forma efectiva con todos los recursos y energías de que disponen para conseguir una acción conjunta eficaz.

38 Que vuestro trabajo confirme el aumento de formas de solidaridad y ayuda mutua, no sólo entre los países altamente industrializados y desarrollados, sino también entre los países con recursos limitados.

5. La Iglesia repite una vez más que está dispuesta a prestar su asistencia, en las formas que le son propias, a todos los esfuerzos que se orientan a eliminar el hambre y la desnutrición en el mundo, así como los que se orientan a elevar las formas de vida de aquellos que son realmente pobres e incapaces de trabajar por su propia economía y desarrollo social.

Parece oportuno subrayar, de un modo especial, que la Iglesia está dispuesta a animar a sus instituciones para que colaboren en todos los campos apropiados. En particular, la Iglesia está dispuesta a intensificar su propia labor educativa, tanto en el nivel elemental como en el profesional, y a contribuir así a la preparación que resulta esencial para emprender ciertos cambios en los métodos de producción y de venta.

Con esta solicitud por todos los que trabajan por el desarrollo económico y social en el terreno de la pesca, así como por todos los que se preocupan de la mejora de quienes están relacionados con las actividades de la pesca en todo el mundo, expreso mi admiración por los importantes esfuerzas que realizáis. Sobre todos vosotros invoco las bendiciones de Dios en vuestro trabajo presente y futuro por el bien de la humanidad.





                                                                                  Agosto de 1984


A LOS OBISPOS DE VENEZUELA


EN VISITA «AD LIMINA APOSTOLORUM»


Jueves, 30 de agosto de 1984



Queridos Hermanos en el episcopado:

1. Al término de mi coloquio individual con cada uno de vosotros, os manifiesto mi profundo gozo y agradecimiento por vuestra presencia en esta reunión fraterna, momento muy significativo de la visita “ad limina” de los Obispos venezolanos.

En esta ocasión, que abre mi espíritu y sentimientos a los vuestros, me doy cuenta de que por encima del afecto y fraternidad existentes entre el Papa y el episcopado de una nación concreta, toma cuerpo un hecho misterioso que supera nuestras personas y que nos introduce en una realidad grandiosa en la que entra de lleno el Espíritu de Cristo, que late y se manifiesta en gracia intercambiada entre la Iglesia de Roma y vuestras Iglesias particulares.

En esa magnífica perspectiva de fe que nos envuelve y compromete personalmente, nuestros corazones se abren a la esperanza, porque la comunión en y con Cristo sabemos que es fuerza salvadora inagotable que valoriza nuestros esfuerzos. Esta mirada esperanzada y optimista es la primera disposición a la que nos llama la verdad profunda de este encuentro, en cuyo centro está la solicitud por vuestras comunidades eclesiales, en su conjunto y en cada miembro de las mismas.

2. La Iglesia en Venezuela se encuentra a las puertas de su medio milenio de evangelización. Dificultades históricas ya conocidas impidieron que tal evangelización fuera más completa en el pasado. Y la situación actual de vuestro país, no ajeno a la conmoción de valores y a la crisis económica que golpea a América Latina, plantea de nuevo el problema con especial urgencia.


Discursos 1984 30