En este mismo periodo Pablo escribe la carta a los Gálatas, que se puede colocar en torno al 57 d.C., enviada desde Efeso o Macedonia. El ataque de los judeo-cristianos ha desconcertado la comunidad de Galacia y Pablo interviene a su manera, con pasión y vehemencia. Con pasión defiende su autoridad de apóstol narrando su vocación y misión (cf. Gal 1-2); con vehemencia demuestra su tesis de fondo, que es también ""su"" evangelio: se ha salvado por su adhesión incondicionada, es decir, de la fe en Cristo, y no por la practica de las obras de la ley judía (cf. Gal 3-4). El cristiano está llamado a la verdadera libertad, con la cual la fe se hace activa y operante en la caridad (cf. Gal 5-6)."
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