Ireneo, Contra herejes Liv.1 ch.9
109 1.4.8. Refutación
9.1. Ve, mi hermano, los trucos de que se valen para enloquecerse a sí mismos, forzando las Escrituras para tratar de sostener con ellas sus propias creaciones. Por este motivo pusimos arriba sus propias palabras (89), a fin de que adviertas el dolo de sus trucos y la malicia de sus errores (Ep 4,14). Porque, en primer lugar, si Juan hubiese tenido el propósito de mostrar la Ogdóada superior, sin duda habría conservado el orden de su emisión; y si hubiese hablado de la Cuaterna superior, que como ellos dicen es la más venerable, habría puesto sus nombres en primer lugar, y sólo después le habría añadido la segunda Cuaterna, a fin de hacer ver mediante el orden de los nombres también la jerarquía dentro de la Ogdóada. Ciertamente no lo habría hecho después de un intervalo tan largo, casi como quien se ha olvidado y en seguida lo ha recordado, para al final acordarse de la primera Cuaterna. Si hubiese querido también referirse al matrimonio, no habría callado el nombre de la Iglesia: porque, en los otros matrimonios también se habría contentado (540) con nombrar a los masculinos, de manera que en ellos pudieran sobreentenderse también sus parejas, conservando de esta manera la unidad en todo el relato; o bien, si quería describir los matrimonios de los demás (Eones), también habría debido indicar el del Hombre, cuya compañera ciertamente no habría dejado de mencionar, en lugar de dejarnos adivinar su nombre.
9,2. Es, pues, evidente el capricho de su exégesis. Pues Juan proclama al único Dios Soberano de todas las cosas, y a Cristo, su Hijo único, por el cual todas las cosa fueron hechas (Jn 1,3). A éste lo llama el Verbo de Dios (Jn 1,1), el Unigénito (Jn 1,18), el Creador de todas las cosas, la Luz verdadera que ilumina a todo hombre (Jn 1,9), el Creador del cosmos (Jn 1,10), el que vino a los suyos (Jn 1,11), el que se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14). Por el contrario ellos, enredando con sofismas la exégesis, pretenden llamar a uno el Unigénito en referencia a la emisión, y también lo llaman el Principio; a otro lo llaman el Salvador; a un tercero el Verbo; a otro el Hijo del Unigénito, y a uno distinto lo llaman el Cristo, emitido para enmendar el Pléroma.
Desviando la verdad de las palabras (de la Escritura), abusan de ellas imponiéndoles sus propias elucubraciones. Y lo hacen a tal punto que, según ellos, Juan no habría hecho ni siquiera mención de nuestro Señor Jesucristo. Habría mencionado al Padre, la Gracia, al Unigénito y la Verdad, al Verbo y la Vida al Hombre y la Iglesia. (541) Si siguiéramos sus hipótesis, Juan habría hablado de la primera Ogdóada, en la cual por ningún lado se encuentra Jesús, ni Cristo, el Maestro de Juan. Y que el Apóstol no habló de sus matrimonios, sino de nuestro Señor Jesucristo, del que sabía que era el Verbo de Dios, él mismo lo puso en claro. Pues recapitulando lo que al principio había dicho acerca del Verbo (Jn 1,1), explica más adelante: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14). Pero según los argumentos que ellos proponen, el Verbo no se habría hecho carne, ya que ni siquiera salió jamás del Pléroma, sino que lo habría hecho el Salvador, emitido por todos los Eones y posterior al Verbo.
9,3. Aprended pues, gente sin cerebro, que Jesús es el que padeció por nosotros (1P 2,21), el que vivió con nosotros, y él mismo es el Verbo de Dios. Porque si algún otro de los Eones se hubiese hecho carne para salvarnos, es claro que de él lo habría dicho el Apóstol. Mas si fue el Verbo del Padre el que descendió, fue él también el que ascendió (Ep 4,10 Jn 3,13). El es el Hijo Unigénito del único Dios, encarnado por los seres humanos según la voluntad del Padre. Así pues, Juan no habló de ningún otro (Eón) ni de la Ogdóada, sino del Señor Jesucristo. Pero, según ellos, el Verbo propiamente no se hizo carne; sino que el Salvador (544) se revistió un cuerpo psíquico formado de la Economía por una inefable providencia, para que lo pudieran ver y tocar. Mas la carne es aquella que al principio Dios plasmó del barro en Adán, y ésta es la que verdaderamente el Verbo de Dios se hizo, como dio a entender Juan. De esta manera se disuelve su primera y primordial Ogdóada. Porque, una vez que se revela como uno y el mismo el Verbo y el Unigénito, la Vida y la Luz, el Salvador y el Hijo de Dios, y que es éste el que se hizo carne por nosotros, cae por tierra el falso andamio de su Ogdóada. Y, una vez que éste se ha derrumbado, también se deshacen todos sus argumentos, esos sueños vacíos con los cuales infaman las Escrituras.
9,4. En seguida recogen frases de aquí y de allá, las cambian de lugar (como arriba dijimos), sacándolas de su contexto natural para ponerlas en uno forzado (90). Hacen como aquellos que, fijándose una idea sobre el primer tema que les viene en la cabeza, en seguida tratan de probarlas con versos de Homero, para hacer creer a los ingenuos que Homero compuso tales versos precisamente para fundar la teoría que ellos han inventado. Y son muchos en verdad los que se dejan inducir, por la ordenada lógica de los versos, a pensar que quizás Homero mismo los ha elaborado. Es como si uno narrase con versos tomados de Homero la misión que Hércules recibió de Euristeo, de bajar para atar el perro del Hades. Y nada impide que usemos este ejemplo para compararlo con lo que ellos hacen, pues el método de argumentar es el mismo en ambos casos (91):
"Después que así habló, llorando fue echado de casa" (Odisea 10,76),
"Hércules invicto, autor de grandes empresas" (Ibid 21,26),
"por Euristeo, hijo de Sténelo, raza de persas" (Ilíada 19,123)
"para que echase del Erebo el perro del cruel Hades" (Ibid 8,368).
(545) "El partió como un fuerte león criado en la montaña" (Odisea 6,130)
"atravesando la ciudad, y todos los amigos lo seguían" (Ilíada 24,327):
"las jóvenes novias, los muchachos y los viejos en años" (Odisea 11,38),
"llorando mucho, como si caminara a la muerte" (Ilíada 24,328).
"Hermes lo precedía: por eso la bella Atenea" (Odisea 11,626)
"sabía cuánto dolor experimentaba su hermano" (Ilíada 2,409).
¿Quién que no sea un ingenuo se dejará arrastrar por estos versos, creyendo que Homero ha creado este argumento? Pues, quien conoce los escritos de Homero, reconoce los versos, pero no el argumento; pues se da cuenta de que dijo unas cosas acerca de Ulises, otras de Hércules, otras de Príamo, otras de Menelao y Agamenón. Volviendo a poner cada uno de los versos en el sitio del libro que le corresponde, hará pedazos el argumento en cuestión.
De manera semejante quien conserva inquebrantable la Regla de la verdad (92) que recibió en el bautismo, reconocerá los nombres, los dichos y las parábolas tomados de las Escrituras, pero no sus teorías blasfemas. (548) Reconocerá las piedras del mosaico, pero no aceptará que la figura de la zorra sustituya el retrato del rey. Volviendo a colocar las palabras en su propio orden y en el contexto del cuerpo de la verdad, dejará al desnudo las creaciones que ellos han fantaseado y probará su falta de consistencia.
9,5. Como a una tal comedia sólo le falta que se le desenmascare, y no hay entre esos payasos alguno que acabe con esa farsa, hemos pensado en primer lugar mostrar aquellos puntos en los cuales los mismos padres de tales fábulas difieren entre sí, puesto que están inspirados por diversos espíritus del error. Y, en segundo lugar, a partir de su (549) comparación podremos demostrar, si examinamos el asunto atentamente, la verdad que la Iglesia predica y los errores enmascarados que ellos pregonan.
(89) Dià toûto gàr kaì autàs parethemén autôn tàs léxeis: ha citado las propias palabras de Ptolomeo, para que en ellas mismas se descubra directamente el truco: la interpretación torcida de las Escrituras.
(90) Nótese el argumento: la doctrina de los gnósticos no brota de la Escritura, sino de otras fuentes. Ellos primero forjan sus teorías, y luego buscan los textos bíblicos, sacándolos de su contexto natural, para forzarlos a "probar" sus enseñanzas. De esta manera seducen a los ignorantes, haciéndoles creer que su doctrina es la verdadera interpretación de las Escrituras.
(91) Tomo las citas de la edición de SC 264, p. 149.
(92) La "regula veritatis", cf. I,1,20 9,4; 14,3; 22,1; II, 27,1; 28,1; III,1,2-5; 2,1; 4,1; 15,1-2; IV,35,2-4; V,20,1. Epídeixis 3. En Epídeixis 6 Ireneo prefiere hablar de "la norma de la fe" (písteos kanóna). Una noción muy querida de Ireneo: la norma de la verdadera fe, que representaba en su tiempo el sentir de la Iglesia, anterior al Credo y al dogma. Incluye los contenidos fundamentales de la fe cristiana, a partir de la Tradición apostólica en cuanto asimilada por la Iglesia. De I,9,4 se sigue que esta norma brota de la fe en la cual el cristiano ha sido bautizado.
110
10,1. La Iglesia, extendida por el orbe del universo hasta los confines de la tierra, recibió de los Apóstoles y de sus discípulos la fe en un solo Dios Padre Soberano universal "que hizo los cielos y la tierra y el mar y todo cuanto hay en ellos" (Ex 20,11 Ps 145,6 Ac 4,24 Ac 14,15), y en un solo Jesucristo Hijo de Dios, encarnado por nuestra salvación (Jn 1,14), y en el Espíritu Santo (93), que por los profetas proclamó las Economías y el advenimiento, la generación por medio de la Virgen, la pasión y la resurrección de entre los muertos y la asunción a los cielos (Lc 9,51) del amado (Ep 1,6) Jesucristo nuestro Señor; y su advenimiento de los cielos en la gloria del Padre (Mt 16,27) para recapitular todas las cosas (Ep 1,10) y para resucitar toda carne del género humano; de modo que ante Jesucristo nuestro Señor y Dios y Salvador y rey, según el beneplácito (Ep 1,9) del Padre invisible (Col 1,15) "toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los infiernos, y toda (552) lengua lo confiese" (Ph 2,10-11). El juzgará a todos justamente (Rm 2,5), los "espíritus del mal" (Ep 6,12) y los ángeles que cayeron y a los hombres apóstatas, impíos, injustos y blasfemos, para enviarlos al fuego eterno (Mt 18,8 Mt 25,41), y para dar como premio a los justos y santos (Tt 1,8) que observan sus mandatos (Jn 14,15) y perseveran en su amor (Jn 15,10), unos desde el principio (Jn 15,27), otros desde el momento de su conversión, para la vida incorruptible, y rodearlos de la luz eterna (2Tm 2,10 1P 5,10).
10,2. Como antes hemos dicho, la Iglesia recibió esta predicación y esta fe, y, extendida por toda la tierra, con cuidado la custodia como si habitara en una sola familia. Conserva una misma fe, como si tuviese una sola alma y un solo corazón (Ac 4,32), y la predica, enseña y transmite con una misma voz, como si no tuviese sino una sola boca. Ciertamente son diversas las lenguas, según las diversas regiones, pero la fuerza de la Tradición es una y la misma. Las iglesias de la Germania no creen de manera diversa (553) ni transmiten otra doctrina diferente de la que predican las de Iberia o de los Celtas, o las del Oriente, como las de Egipto o Libia, así como tampoco de las iglesias constituidas en el centro del mundo; sino que, así como el sol, que es una creatura de Dios, es uno y el mismo en todo el mundo, así también la luz, que es la predicación de la verdad, brilla en todas partes (Jn 1,5) e ilumina a todos los seres humanos (Jn 1,9) que quieren venir al conocimiento de la verdad (1Tm 2,4). Y ni aquel que sobresale por su elocuencia entre los jefes de la Iglesia (94) predica cosas diferentes de éstas -porque ningún discípulo está sobre su Maestro (Mt 10,24)-, ni el más débil en la palabra recorta la Tradición: siendo una y la misma fe, ni el que mucho puede explicar sobre ella la aumenta, ni el que menos puede la disminuye.
10,3. Que unos tengan más y otros menos capacidad para comprender, no influye en alterar la doctrina misma, a tal punto que se piense en otro Dios fuera del Demiurgo y Padre de todas las cosas, como si éste no bastase; (556) ni en otro Cristo o en otro Unigénito. La diferencia está sólo en la capacidad de investigar todo lo que se ha dicho en parábolas, a fin de ver la concordancia con la doctrina de la verdad, a fin de exponer los instrumentos que Dios usó en su Economía en favor de la raza humana (95). También en su habilidad para mostrar cómo Dios es misericordioso aun en la apostasía de los ángeles y la desobediencia de los seres humanos; y para predicar por qué el único y mismo Dios creó los seres temporales y eternos, los celestes y terrenos; por qué, siendo Dios invisible, se apareció a los profetas, no en una sola forma, sino en formas diversas a cada uno; por qué Dios estableció con la humanidad varios Testamentos y enseñar las particularidades de cada uno; para investigar por qué "Dios ha encerrado a todos en la incredulidad, para tener compasión de todos" (Rm 11,32); por qué "el Verbo de Dios se hizo carne" (Jn 1,14), padeció y murió, a fin de darle gracias; para explicar por qué en los últimos tiempos vino (557) el Hijo de Dios, es decir, por qué apareció hacia el fin y no desde el principio; para descubrir la enseñanza de las Escrituras acerca de las cosas últimas y futuras; para no callar el motivo por el que Dios hizo a los gentiles sin esperanza (Ep 2,12) coherederos, miembros del mismo Cuerpo y participantes de los santos (Ep 3,6); para proclamar que esta carne "mortal será revestida de inmortalidad y, siendo corruptible, de incorrupción" (1Co 15,54); y para pregonar cómo "el que no era pueblo se hizo pueblo, y amados los que no lo eran" (Os 2,25 Rm 9,25), y cómo "la abandonada ha tenido más hijos que la casada" (Is 54,1 Ga 4,27).
Acerca de estas y de otras muchas parecidas, el Apóstol exclamó: "¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué insondables son tus juicios e impenetrables tus caminos!" (Rm 11,33) En cambio ninguno (en las iglesias) habla acerca de una Madre del Creador y Demiurgo que esté por encima de éste y los otros Eones -el Deseo de un Eón errante- ni lo verás llegar a una blasfemia tan brutal; ni acerca de un Pléroma superior que contendría unas veces treinta, otras una inumerable multitud de Eones, como predican aquellos que han defeccionado de la verdadera (560) doctrina del Maestro. Porque en la Iglesia universal se conserva la única y misma fe en todo el mundo, como ya hemos dicho.
(93) Es obra del "Espíritu profético" anunciar, por medio de los profetas, la venida de Cristo, su obra, muerte y resurrección por nosotros, "para recapitular todas las cosas". Luego proseguir esta obra iluminando a los Apóstoles y la Iglesia (ver IV 33,1).
(94) En taîs Ecclesíais proestóton: signo de que los ministerios apostólicos estaban afirmados en la Iglesia durante el siglo II. El mismo Ireneo, como obispo de Lyon era lo que en términos de hoy podríamos llamar Primado de las Galias.
(95) La Economía se refiere al eterno plan salvífico del Padre; las parábolas muestran los instrumentos (pragmáteis) o los modos históricos como se hace efectiva. Esta distinción ayuda a entender, pocas líneas adelante, "por qué (el Verbo) apareció hacia el fin y no desde el principio": desde el inicio existía la Economía de dios; el Verbo la llevó a cabo en el tiempo. El plan es eterno; su realización, histórica.
111
2.1. Valentín
11,1. Veamos ahora su inestable doctrina. Basta que ellos sean dos o tres para que digan cosas diversas acerca de los mismos temas, e incluso respondan cosas contradictorias acerca de los nombres y los hechos.
Valentín fue el primero en tomar los principios antiguos de la secta llamada Gnóstica para aplicarlos a las características de su propia doctrina. Valentín la definió de esta manera: (561) había una Díada innombrable, uno de suyos elementos se llamaba Inefable (Arretos) y el otro Silencio (Sygé). Esta Dualidad emitió una segunda Dualidad, a uno de cuyos elementos llama Padre, y al otro Verdad (Alétheia). Esta Cuaterna produjo como frutos el Verbo, la Vida, el Hombre y la Iglesia. Esta fue la primera Ogdóada (96). El Verbo y la Vida emitieron las diez Potestades (Dynámeis) como arriba expusimos. Del Hombre y la Iglesia nacieron otras doce, de una de las cuales apostató (del Pléroma) y caída en la decadencia creó las demás cosas. Pone luego dos Límites: uno entre el Abismo y el Pléroma, que separa a los Eones que nacieron del Padre ingénito; la otra pone la separación entre la Madre de ellos y el Pléroma.
El Cristo no habría sido emitido por los Eones del Pleroma; sino que la Madre, una vez que se halló fuera del Pléroma, lo engendró de acuerdo con las memorias que conservaba de las realidades superiores, y por eso lo dio a luz en una cierta sombra. Este, como nació masculino, se libró de la sombra y volvió al Pléroma. Entonces la Madre, abandonada en la sombra y privada de la substancia espiritual (pneumática), emitió otro hijo. Este es el Demiurgo, a quien (Valentín) llama el Soberano universal (Pantokrátor) de todos los seres que le están sometidos. Pero junto con él fue engendrado un Principio (Archonte) "de la izquierda" que, a decir de Valentín, (564) es semejante a los falsos gnósticos de los que hablaremos adelante (97). En cuanto a Jesús, unas veces enseña que fue engendrado por aquel que se separó de la Madre para unirse con el resto (de los Eones), es decir del Deseado (Theletòs); otras veces, que proviene de aquel que ascendió al Pléroma, es decir de Cristo; y otras, finalmente, que el Hombre y la Iglesia lo engendraron. Tambien enseña que la Verdad emitió al Espíritu Santo, a fin de juzgar y hacer fructificar a los Eones. El Espíritu se introduce en ellos de manera invisible, y por su obra los Eones producirían los frutos de la Verdad. Esto es lo que dice.
2.2. Segundo
11,2. Segundo, por su parte, transmite que la primera Ogdóada está formada por una Cuaterna "de la izquierda" y una Cuaterna "de la derecha", que son Luz y Tiniebla. Y añade que la Potencia apóstata (del Pléroma) se degradó, y no tuvo su origen de los treinta Eones, sino de sus frutos.
2.3. Algunos gnósticos anónimos
11,3. Otro ilustre maestro entre ellos, (565) a quien se le tiene por más profundo y conocedor, describe así la primera Cuaterna: Ante todo existió el Protoprincipio (Proarchè), anterior a toda inteligencia, inefable e innominable, a la que llamo Unicidad (Monóteta). Junto con la Unicidad existe una Potencia a la que también llamo Unidad (Henóteta). Estas Unicidad y Unidad, siendo una sola cosa, engendradon sin dar a luz al Principio de todas las cosas, inteligente, ingénito e invisible, Principio al que solemos llamar Mónada. Junto con esta Mónada existe una Potencia que le es consubstancial, a la que llamo el Uno (Hén). Dichas Potencias, es decir la Unicidad, la Unidad, la Mónada y el Uno, emitieron el resto de los Eones.
2.4. Refutación burlesca de los sistemas
11,4. ¡Terrible! ¡Terrible! Con razón podemos llamar una tragedia esa creación de nombres y ese atrevimiento que le llevó a ponerles tales nombres, sin sentir vergüenza. Cuando dice: "Ante todo existió el Protoprincipio (Proarchè) anterior a toda inteligencia, al que llamo Unicidad"; y: "Junto con la Unicidad (568) existe una Potencia a la que también llamo Unidad (Henóteta)", confiesa que todo cuanto dice es pura ficción suya, y que todos esos nombres son sólo fábulas que a ningún otro se le han ocurrido.¡Naturalmente si él no hubiese tenido esa osadía, la verdad aún no tendría nombre!
Pero entonces, según su argumento, nada impide que alguien venga y defina los nombres de otra manera como ésta: "Hay un Protoprincipio real, protodespojado de mente, protovacío de substancia, una Potencia protodotada de redondez, a la que llamo Calabaza. Junto con esta Calabaza hay otra Potencia a la que llamo Supervacío (98). Estos Calabaza y Supervacío, puesto que son una sola cosa, emitieron sin dar a luz un Fruto dulce y visible que todos pueden comer, al que el lenguaje común llama Pepino. Junto con el Pepino existe una Potencia que goza del mismo poder, a la que llamo Melón. Estas Potencias: la Calabaza, el Supervacío, el Pepino y el Melón, emitieron el resto de los pepinos fruto de los delirios de Valentín". Porque, si para la primera Cuaterna es preciso cambiar el lenguaje común para que cada uno les ponga los nombres que le parece, ¿quién nos puede prohibir usar estos nombres más creíbles y conocidos de todos?
2.5. Otros gnósticos anónimos
11,5. Otros dan estos nombres a la primera y primitiva Ogdóada: primero el Protoprincipio, luego el Ininteligible, en tercer lugar el Inefable, en cuarto el Invisible. Del Protoprincipio habría sido emitido, en primero y quinto lugar el Principio; del Ininteligible, en segundo y sexto lugar el Incomprensible (Akatáleptos); del Inefable, en tercer y séptimo lugar el Innombrable (Anonómastos); (569) del Invisible, en cuarto y octavo lugar, el Ingénito. De esta manera se completaría la primera Ogdóada. Dicen que estas Potencias existieron antes del Abismo y el Silencio, a fin de parecer más perfectos que los perfectos y más gnósticos que los gnósticos. De ellos se podría afirmar con razón: "¡Oh sofistas dignos de toda burla, más melones que seres humanos!" Incluso sostienen entre ellos varias teorías acerca del Abismo: unos dicen que no se casó; otros, que no ha sido ni masculino ni femenino; otros afirman que fue masculino y femenino, porque nació por concepción hermafrodita; otros, finalmente, le asignan al Silencio como esposa, para que así se realice la primera unión matrimonial.
(96) Conjunto de ocho.
(97) Es decir, aquellos en los que Valentín se inspiró para su doctrina: ver I, 29-30.
(98) En el latín Perinane, no está en griego, ni siquiera en reconversión.
112 2.6. Discípulos de Ptolomeo
12,1. Los más avanzados entre los discípulos de Ptolomeo enseñan que el Abismo tiene dos compañeras (sydzygous) a las que llaman Disposiciones (diathéseis): (572) Pensamiento (Énnoia) y Voluntad (Thélema). Porque primero concibió en la mente antes de emitir, dicen ellos, y después lo quiso. Por eso de estas Disposiciones y Poderes, o sea el Pensamiento y la Voluntad, como si ambas se unieran entre sí, brotó la emisión del Unigénito y de la Verdad. Estos dos habrían salido como tipo e imagen visibles de las dos Disposiciones invisibles del Padre: la Voluntad nació de la Mente, y del Pensamiento la Verdad. Por eso la Voluntad engendrada es imagen de lo masculino, y en cambio el Pensamiento, que no ha sido engendrado, es imagen de lo femenino, puesto que la Voluntad es como el poder de la Mente (99). Pues la Mente siempre pensaba en emitir, pero ella por sí misma no era capaz de emitir lo que pensaba. Mas cuando le sobrevino el poder de la Voluntad, entonces ya fue capaz de dar a luz lo que había concebido.
12,2. ¿No te parece, mi hermano, que éstos más que al Señor del universo tienen en mente al Zeus de Homero, que no podía dormir por la preocupación de no saber cómo honrar (573) a Aquiles y acabar con muchos griegos? Pues el Señor del universo al mismo tiempo que piensa realiza lo que piensa; y al mismo tiempo quiere y piensa lo que quiere: él piensa al mismo tiempo que quiere, y quiere al mismo tiempo que piensa; porque todo él es pensamiento y voluntad, todo mente, todo luz, todo ojo, todo oído y todo es fuente de todos los bienes.
12,3. De entre ellos, los que se tienen por más conocedores dicen que la primera Ogdóada no ha sido emitida por grados, un Eón por otro, sino toda simultáneamente y para siempre, como una sola emisión de los seis Eones que fueron dados a luz por el Protopadre y la Mente: ¡como si ellos hubiesen sido las comadronas!. Y ya no dicen que el Hombre y la Iglesia fueron engendrados por el Verbo y la Vida; sino que el Verbo y la Vida fueron engendrados por el Hombre y la Iglesia, (576) de la siguiente manera: cuando el Protopadre tuvo la idea de emitir, se le llamó Padre; y como lo que emitió fue verdadero, a este fruto se le llamó Verdad. Cuando él quiso manifestarse, al resultado se le llamó Hombre. Cuando emitió a aquellos que había pensado, se le llamó Iglesia. El Hombre pronunció el Verbo (100), que es el Hijo Primogénito; la Vida sigue al Verbo, y de esta manera se completó la Ogdóada.
12,4. Pero luego se pelean acerca del Salvador. Algunos de ellos dicen que fue engendrado por todos (los Eones), por lo que se le llama Complacencia (Eudokotekòs), porque a todo el Pléroma le plugo glorificar por medio de él al Padre. Otros dicen que proviene sólo de los diez Eones que fueron emitidos por el Verbo y la Vida, y por eso se le llama el Verbo y la Vida, para conservar el nombre de sus progenitores. Otros dicen que provino de doce Eones engendrados por el Hombre y la Iglesia, y por eso él se confiesa Hijo del Hombre, puesto que desciende del Hombre. Otros dicen que nació del Cristo y del Espíritu Santo, que habían sido emitidos para dar consistencia al Pléroma: por eso se le llamaría el Cristo, (577) para conservar el nombre del Padre que lo emitió. Otros, finalmente, que se llama Hombre al mismo Protopadre de todas las cosas, que es el Protoprincipio y Protoimpensable. Este sería el "gran misterio escondido" (Ep 3,9): que la Potencia que está sobre todas las cosas y contiene todos los seres se llama el Hombre, y por eso dicen que el Salvador se llamó el Hijo del Hombre.
(99) En efecto, en griego Énnoia (que traducimos Pensamiento) es un nombre femenino. En cambio Thélema (Voluntad) es neutro.
(100) Es decir, la Palabra.
113 2.7. Doctrina de Marco
13,1. Otro de ellos presume de haber corregido al maestro. Su nombre es Marco. Es muy experto en las artes de magia, mediante las cuales seduce a muchos varones y a no pocas mujeres para que se conviertan a él como al más grande y más perfecto gnóstico, porque posee la Potencia más elevada, que proviene de lugares invisibles e indescriptibles. Es un verdadero precursor del Anticristo. (580) El se introduce en las fiestas de Anasilao con los engaños de los llamados magos; y por eso muchos de quienes no disciernen y han perdido la cabeza piensan que tiene en sus manos el poder de hacer prodigios.
2.7.1. Su fingida Eucaristía
13,2. Fingiendo dar gracias (101) sobre un cáliz de vino mezclado (102), mediante largas oraciones de invocación, hace que el cáliz aparezca de color púrpura y rojo. De esta manera quienes lo ven imaginan que mediante su invocación hace descender la Gracia (Cháris) de las regiones superiores para derramar su sangre en aquel cáliz; y los presentes ansían gustar de esa bebida para que también sobre ellos se derrame aquello que el mago llama Gracia. Otras veces presenta a una mujer (581) un cáliz con la mezcla (de agua y vino), y le ordena que ella misma dé gracias en su presencia. En seguida acerca un cáliz mucho mayor que aquel que en la mujer engañada ha celebrado la Eucaristía, y luego hace vaciar del cáliz menor en que la mujer ha celebrado la Eucaristía, en el mayor que él ha puesto al lado, mientras pronuncia estas palabras: "Que la Gracia incomprensible e inefable que existe desde antes de la creación llene tu Hombre interior, y acreciente en ti su conocimiento (gnosis), sembrando el grano de mostaza en tierra buena" (103). Después de haber pronunciado estas palabras y sacado de su mente a aquella infeliz, hace aparecer un hecho maravilloso, cuando con el contenido del cáliz menor llena el cáliz mayor hasta hacerlo derramar. Haciendo estas y otras magias semejantes, seduce a muchos y los arrastra para que lo sigan.
2.7.2. Conducta inmoral
13,3. Parecería tener por cómplice a un demonio, por cuya obra causa la impresión de profetizar, y también hace profetizar a aquellas mujeres a quienes juzga dignas de participar de su Gracia. Porque sobre todo anda detrás de mujeres, sobre todo a las más nobles, mejor vestidas y ricas, a las cuales trata de seducir con discursos orgullosos como éste: "Quiero darte parte de mi Gracia, porque el Padre de todos los Angeles ve siempre al tuyo en su presencia (104). El lugar de la Grandeza (584) está entre nosotros: es, pues, necesario que nos reunamos en el Uno. Primero recíbeme a mí, para que por mi medio recibas la Gracia. Prepárate como una esposa que espera a su esposo, para que tú seas lo que yo soy, y yo lo que tú eres. Pon en tu tálamo el semen de la Luz. Recibe de mí al Esposo, y dale lugar en ti, para que él te haga lugar en sí. He aquí que la Gracia ha descendido sobre ti: abre tu boca y profetiza". En seguida la mujer responde: "Nunca he profetizado ni sé profetizar". El entonces pronuncia nuevas invocaciones para llenar de admiración a la pobre engañada, diciéndole: "Abre tu boca y habla cualquier cosa, y profetizarás". Ella entonces, envanecida por lo que se le ha dicho, siente calentarse su alma con el sueño de que está por profetizar; su corazón se pone a palpitar fuertemente, se atreve a hablar cosas delirantes y cualquier cosa que le viene, sin sentido pero con osadía, pues siente arder en ella el espíritu. Alguien superior a nosotros ha dicho acerca de estas profetisas que el alma encendida de viento vano, se torna audaz e irreverente. Ella entonces se siente profetisa, agradece a Marco porque le ha comunicado su Gracia; (585) y en agradecimiento no sólo le da una pingüe parte de sus riquezas, de donde él amontona una buena cantidad de dinero; sino que también le entrega su cuerpo deseando estar unida íntimamente con él, para junto con él descender al Uno.
13,4. Otras mujeres más fieles, llevadas por el temor de Dios, no se dejan seducir. Cuando él las ha intentado seducir como a las otras, mandándoles que profeticen, se han alejado de este hombre fuera de sí (105), lanzándole insultos y anatemas; porque saben que los seres humanos no reciben de Marco el don de la profecía, sino que Dios concede esta gracia desde lo alto a quienes él quiere; y quienes reciben de Dios este don, hablan donde y cuando Dios quiere, no cuando Marcos ordena. Aquel que manda es más grande y soberano que quien le está subordinado; pues lo primero es propio de quien tiene el gobierno, y lo segundo del que le está sujeto. Por eso, si Marco o algún otro da órdenes (como esa gente suele hacerlo en sus fiestas, jugando a los videntes y mandándose unos a otros profetizar y anunciando unos a otros profecías que satisfagan sus caprichos), entonces ese tal, siendo sólo un hombre será el que manda, y así se sentirá mayor y soberano del Espíritu profético, lo que es imposible. Pero los espíritus a los que ellos ordenan hablar cuando ellos quieren, son frágiles y débiles, atrevidos e irreverentes, a los cuales Satanás envía para seducir y llevar a la perdición a aquellos (588) que no tienen firme la fe, ni conservan la que desde el principio han recibido de la Iglesia.
13,5. Marco prepara filtros enervantes no para todas las mujeres, sino para aquellas que, excitadas, le permiten deshonrar su cuerpo. Muchas de éstas, cuando se convierten a la Iglesia de Dios, con frecuencia confiesan que ellas le han permitido mancillar su cuerpo, porque se habían sentido inflamadas por un amor violento hacia él. Uno de nuestros diáconos del Asia menor lo recibió en su casa, y sobre él recayó esta calamidad: su mujer, que era muy hermosa, dejó que este mago la corrompiera en mente y cuerpo, y hasta se fue tras él por mucho tiempo; cuando después algunos hermanos con gran esfuerzo la ayudaron a convertirse, ella pasó el resto de su vida haciendo penitencia, llorando y lamentándose de la deshonra que había sufrido de aquel mago.
13,6. Algunos de sus discípulos, cometiendo los mismos errores, han seducido a muchas mujerzuelas para corromperlas. A sí mismos se llaman los perfectos, pues imaginan que nadie puede igualar la grandeza de su gnosis, así fuesen Pablo o Pedro o cualquiera de los otros Apóstoles; porque saben más que cualquiera, pues únicamente ellos han bebido la grandeza de la gnosis de la Potencia inefable. Dicen estar en lugar más elevado que cualquier Potencia; por eso pueden libremente hacer lo que les plazca, sin temer nada ni a nadie. Por motivo de la redención, ellos se habrían vuelto inasibles e invisibles (589) para el Juez. Pero si éste algún día llegase a atraparlos, protegidos por la redención, le dirían lo siguiente: "¡Oh tú (Sabiduría), consejera de Dios y del místico Silencio anterior a los Eones!, tú eres aquélla por la cual las Grandezas (los Angeles) ven siempre el rostro del Padre (Mt 18,10), los cuales te toman como el guía y conductor de su camino, elevan sus formas a las alturas, a cuya semejanza ella, al hacerse presente, con grande audacia por la bondad del Protopadre nos ha emitido como imágenes de tales Grandezas; porque ella (al emitirnos) tenía presentes en su intención, como un sueño, a esas (Grandezas) que habitan en lo alto. Mira que el Juez está cercano y el Mensajero me manda defenderme. Tú, pues, que conoces la razón de las dos partes como si fuese una sola cosa, hazla presente al Juez". (592) La Madre, oyendo esto, inmediatamente les impone el casco homérico del Hades, para que de modo invisible escapen del Juez. Y en seguida los arrebata e introduce al tálamo para entregarlos a sus esposas.
13,7. Con tales palabras y acciones, también en las regiones del Ródano, cercanas a las nuestras, sedujeron a muchas mujeres. De entre éstas algunas, con su conciencia marcada a fuego (1Tm 4,2), públicamente hacen penitencia; otras por vergüenza de hacerlo, se retiran en silencio, desesperando de la vida de Dios (Ep 4,18-19). Mientras unas se apartan definitivamente, otras dudan y, como se dice popularmente, no están ni adentro ni afuera, sino que se quedan con el fruto del semen de los hijos de la gnosis.
(101) "Dar gracias", en griego eucharisteîn: una ceremonia que resulta un remedo de la Eucaristía.
(102) Alusión al cáliz de la Eucaristía, en el cual desde el principio del cristianismo se mezclaba vino con agua.
(103) En su fórmula mezcla, junto con sus doctrinas, frases tomadas de Ep 3,16 y Mt 13,31 Mt 13,8 Mt 13,
(104) Mezcla sus teorías con palabras de Mt 18,10 Mt 18,
(105) Propiamente dice: "de este thiasou", es decir, de este hombre que vive de fiestas en honor de los dioses.
114 2.7.3. Doctrina sobre la primera Cuaterna
(593) 14,1. El tal Marco dice que, siendo el Unigénito, sólo él es el seno y depositario del Silencio de la Cuaterna. He aquí de qué manera él ha dado al mundo el semen que en él ha sido sembrado:
La Cuaterna que habita en los lugares superiores descendió de los lugares invisibles e inefables sobre él, en figura de mujer, porque, según él dice, el mundo no podía cargar con su elemento masculino; y le reveló quién era ella, así como el origen de todas las cosas, algo que jamás había revelado a ningún dios ni ser humano. Así le habría dicho:
"Cuando el Protopadre sin padre, impensable y sin substancia, que no es ni masculino ni femenino, quiso expresar lo que en él era inefable, (596) y dar forma a lo que en él era invisible, abrió la boca y emitió un Verbo semejante a sí. Este se puso a su lado, y le mostró lo que era: la forma del invisible. El enunciado de su nombre tuvo efecto de la siguiente manera: el Padre pronunció la primera parte de su nombre: fue Arché (Principio), una sílaba de cuatro elementos. Añadió una segunda, de cuatro letras. Después expresó una tercera, de diez letras. En seguida dijo una cuarta, de doce letras. De esta manera se pronunciaron las treinta letras de su nombre completo, formado por cuatro palabras. Cada uno de los elementos tiene sus letras, su carácter, su sonido, sus rasgos y sus imágenes; pero ninguno de ellos percibe la forma total de la que él es sólo una parte. Y no sólo eso, sino que cada uno de los elementos ignora (597) hasta la resonancia de su vecino, porque cada uno de ellos emite su propio sonido como si fuese el del todo, y no deja de emitirlo hasta que no se ha llegado a la última letra de la última sílaba. Entonces será la desintegración (apokatástasis) futura de todo el universo, cuando todos los elementos, unidos en una única letra, resuenen con una misma y única voz (106). De esta resonancia se nos ha dejado una imagen, cuando todos al unísono exclamamos: "¡Amén!" Estos son los ecos que forman al Eón insubstancial e ingénito: éstas son las formas a las que el Señor llamó los Angeles que siempre ven la cara del Padre (Mt 18,10)".
14,2. Los nombres comunes e inefables de los elementos son: Eones, Verbos, Raíces, Semillas, Pléromas y Frutos. Todas las propiedades de cada uno de ellos se encierran y entienden en el nombre de (600) Iglesia. La última letra del último de los elementos emitió su voz, cuyo sonido brotó como imagen de los elementos, y engendró sus propios elementos. Y dice que de estos elementos fueron engendradas todas las cosas sobre la tierra y todas las que existían antes de ellas. La letra misma cuyo nombre emitía el sonido (pronunciado) en los lugares inferiores, habría sido después recogida hacia las alturas por su sílaba para que el Todo quedase completo. Pero su sonido quedó acá abajo, como arrojado fuera. Le habría dicho (la Cuaterna) que el elemento mismo cuya letra junto con su pronunciación bajó al mundo, consta de treinta letras; y cada una de estas treinta letras a su vez tiene otras letras que sirven para nombrarla. A su vez, a estas letras se les nombra con otras letras, de modo que el número de letras se extiende sin fin.
Como un ejemplo para que se entienda mejor lo dicho: el elemento delta consta de cinco letras, que son D E L T A. A su vez, cada una de estas letras se escribe por medio de otras, y las otras por otras. Así pues, si la substancia total de la delta se extiende de modo ilimitado, porque unas letras engendran otras y éstas otras sucesivas, ¿cuánto mayor será el océano de letras de aquel elemento? Y si una letra es tan inmensa, ¡ve qué Abismo de letras incluye todo el nombre, de las cuales el Silencio enseñó a Marco que consta el Protopadre! (601) Por eso el Padre, sabiendo ser incomprensible, concedió a los elementos llamados Eones, que cada uno de ellos pudiese proferir su propia pronunciación, ya que ninguno de ellos era capaz de enunciar el Todo.
14,3. La Cuaterna, una vez explicado lo anterior, le habría dicho: "También quiero mostrarte la Verdad. La he hecho descender de las moradas superiores, a fin de que la mires desnuda y contemples su belleza; y también para que la escuches y admires su sabiduría. Ve en primer lugar lo que es su cabeza: es el Alfa y la Omega, su cuello es la Beta y la Psi, sus brazos y manos son Gama y Xi, su pecho Delta y Phi, su cintura Epsylon y Gamma, su vientre Dzeda y Tau, sus órganos sexuales Eta y Sigma, sus piernas Theta y Pi, sus rodillas Iota y Pi, sus tibias Kapa y Omicron, sus tobillos Lambda y Xi, sus pies Mi y Ni". ¡Este sería, según ese mago, el cuerpo de la Verdad: ésta sería la composición del Elemento y el carácter de su Letra! Y a este elemento él llama Hombre: porque, dice Marco, el Hombre es la fuente de toda palabra y el inicio de toda voz, de toda expresión del Inefable y la callada boca del Silencio. Este también sería su cuerpo. Ahora tú, elevando la inteligencia de tu mente a regiones más elevadas, escucha de boca de la Verdad al Verbo que se autoengendró y comunicó al Padre.
14,4. Una vez dicho lo anterior, la Verdad lo miró y, abriendo su boca, pronunció una palabra: se trataba de un nombre, y ese nombre era el que todos conocemos y pronunciamos: Jesucristo. Y una vez que lo nombró, al punto volvió a callar. Y cuando Marco creía que la Verdad le diría algo más, la Cuaterna de nuevo se acercó y le dijo: (604) "¿Pensaste que la palabra que oíste de labios de la Verdad es vulgar? Este Nombre tiene un antiguo significado que no es el que tú conoces e imaginas. Sólo has oído la palabra, pero no sabes su poder. Jesús, en efecto, es un Nombre insigne: tiene seis letras (107), que todos los elegidos conocen. Mas el nombre que tiene ante los Eones del Pléroma tiene muchos miembros, es de forma y tipo diversos, y solamente lo conocen aquellos que son de su mismo género, y cuyas Grandezas están siempre ante él.
14,5. Sábete que las veinticuatro letras que usáis (108), son las imágenes que emanan de las tres Potencias que contienen todo el número de los elementos de las partes superiores. Las nueve letras mudas son imagen del Padre y la Verdad, porque no se pronuncian, es decir, son inexpresables e inefables. Las ocho semivocales son imágenes del Verbo y la Vida, porque son intermedias entre las mudas y las vocales: de las superiores reciben la emanación y de las inferiores la elevación. Las vocales son siete, (imágenes) del Hombre y la Iglesia, porque la Voz, saliendo del Hombre, dio forma a todas las cosas: pues la Voz es la que las ha revestido de forma. Por consiguiente el Verbo y la Vida tienen el número ocho, el Hombre y la Iglesia el siete, el Padre y la verdad el nueve".
Pero como la cuenta estaba incompleta, aquel que estaba en el Padre descendió, (605) para corregir el defecto de las cosas, a fin de que la unidad de los Pléromas iguales entre sí, diera como fruto una sola Potencia que proviene de todos. De este modo el número siete recibió la Potencia del ocho, y resultaron tres lugares iguales en número, o sea (tres) Ogdóadas. Estos tres lugares, multiplicándose por tres, ofrecen el número veinticuatro. Más los tres elementos, que (Marco) dice existen en el matrimonio de las tres Potencias, lo cual hace un número de seis, emanaron las veinticuatro letras, porque se multiplicaron por cuatro en razón de la Cuaternidad: por eso dice que pertenecen al Inominable. Pero han sido revestidos por las tres Potencias, de modo que se asemejen al que es Invisible. De dichos elementos son imágenes las letras dobles (del alfabeto); porque, sumándolas a las veinticuatro, en virtud de la analogía que existe entre ellas, forman el número treinta.
14,6. Dice que el fruto de este orden y Economía se manifestó bajo la semejanza de una imagen (Rm 1,23) en aquel que, después de seis días (Mt 17,1 Mc 9,2), subió el cuarto al monte, y ahí, después de haberse convertido en sexto, descendió (608) y fue detenido en el Séptimo (día: Hebdomádi), aunque él era la Ogdóada insigne que en sí contiene el número completo de los elementos. (109) Mostró dicho número cuando él fue bautizado el descenso de la paloma, que es Omega y Alpha; pues el número de ambas letras es 801 (110). Por tal motivo Moisés dijo que el hombre fue hecho el sexto día (Gn 1,31). Y por lo mismo la Economía tuvo lugar en el sexto día, que es la Parasceve (111), cuando apareció el hombre nuevo para regenerar al primer hombre (Adán), cuya Economía tuvo principio y fin en la hora sexta, cuando fue crucificado. Por eso la Mente (Noûs) perfecta, sabiendo que el número seis tiene el poder para crear y regenerar, manifestó a los hijos de la Luz (Lc 16,8 Ep 5,8 1Th 5,5) la regeneración que de modo tan excelente se apareció significado en ese número. (Marco) dice que de ahí le viene a este eximio número expresarse por dos letras: porque este eximio número, sumado a los veinticuatro elementos (del alfabeto) suma 30 letras.
14,7. En seguida el Silencio le habría dicho a Marco que el número insigne tiene como auxiliar la Grandeza de siete números, para expresar los frutos que por su voluntad ha concebido. (609) Este eximio número, en relación a lo que estamos tratando, debe entenderse como aquel que ha sido fragmentado y dividido en partes, y quedó fuera (del Pléroma) y que, por su propia potencia y sabiduría, animó al mundo imitando el poder del siete (Hebdomádos), y de esta manera hizo que este mundo visible tuviera un alma. Y él mismo se sirve de esta obra que realizó de modo casi espontáneo; en cambio las demás cosas están al servicio de la Madre Entimesis, puesto que son imitaciones de cosas inimitables.
El primer cielo hace resonar la álpha, el segundo la épsylon, el tercero la éta, el cuarto (que está a la mitad del siete) declara el poder de la ióta, el cinco la ómicron, el sexto la ypsilon, y el séptimo (el cuarto número a partir del que está enmedio) la ómicron. Esto es lo que el Silencio dice a Marco, así como muchas más cosas banales que ningún atisbo tienen de verdad. Todas estas potencias juntas, dice, abrazándose unas con otras, cantan y glorifican al Protopadre que las emitió, con cantos de alabanza. El eco de esta glorificación cayó sobre la tierra, según dice, para convertirse en plasmador y engendrador de los seres terrestres.
14,8. (Marco) esgrime como prueba el hecho de que los bebés, cuya alma apenas ha salido del vientre, (612) emite el sonido de cada una de estas vocales. Pues así como las siete Potencias dan gloria al Verbo, así también el alma de los bebés, llorando y gimiendo le dan gloria. Por eso David habría dicho: "De la boca de los pequeños y de los niños de pecho has sacado tu alabanza" (Ps 8,3), y también: "Los cielos cantan la gloria de Dios" (Ps 19,1). Por eso cuando el alma se halla en medio de dolores y tribulaciones, para revelarse exclama: "¡Oh!" (ómega) como signo de alabanza, a fin de que el Alma del mundo superior reconozca a su pariente y le envíe su auxilio.
14,9. De este modo deliró acerca del nombre de las treinta letras, del Abismo que se desarrolló a partir de estas letras, del cuerpo de la Verdad que estaría compuesto de doce miembros, de cada miembro que consta de letras dobles, de la explicación de este número que no ha sido pronunciado, del Alma del mundo y del Hombre, en cuanto es cada uno de los anteriores una imagen de la Economía.
En seguida, mi hermano, hablaremos acerca de cómo, a partir de estos nombres, su Cuaterna habría revelado una Potencia igual (a la de los Eones), para que, como me lo pediste, no te pase por alto nada de cuanto ha llegado a nuestros oídos sobre lo que ellos andan diciendo.
(106) Recuérdese que todo el mundo material (y con él los seres hílicos) será destruido por su fuego interior. Entonces sólo quedará el Pléroma, con todos los seres pneumáticos. Y fuera del Pléroma la Región Intermedia (del Demiurgo) para los psíquicos.
(107) En efecto, en griego es Iesoús (seis letras).
(108) Se refiere a las 24 letras del alfabeto griego.
(109) Se refiere obviamente a Jesús en la transfiguración: fue el cuarto junto con Pedro, Santiago y Juan; y fue sexto si se añaden Moisés y Elías.
(110) Nótese que Marco alude a la suma igual entre los números que corresponden a las letras de la palabra peristerà (paloma), ya que en griego los números se expresan por letras, y los que suman los valores de las letras álpha = 1 y ómega = 800, suma 801. La misma resulta de peristerà: pí = 80, épsylon = 5, rhô = 100, ióta = 10, sígma = 200, táu = 300, épsylon = 5 y álpha = 1: 80 + 5 + 100 + 10 + 200 + 300 + 5 + 100 + 1 suman 801. Y como Ap 1,8 llama a Jesús el Alpha y Omega, Marco afirma que 801 es el número de Jesús.
(111) El día de la preparación de la Pascua, en que, según San Juan, Jesús fue crucificado: es la Economía de la salvación.
115 2.7.4. La revelación del Silencio
(613) 15,1. El sapientísimo Silencio le declara de esta manera el origen de los treinta elementos: con la Unicidad se hallaba la Unidad, de las cuales brotaron dos emanaciones, como antes dijimos: la Mónada y el Uno. Si las duplicamos resultan cuatro, porque dos veces dos hace cuatro. Si luego le sumamos dos, resulta el número seis. Si cuadruplicamos el seis, se engendran veinticuatro formas. Los nombres de la primera Cuaterna son lo que llamamos Santo de los Santos: no pueden proclamarse; solamente el Hijo los comprende y el Padre conoce su naturaleza. Los otros nombres que él pronuncia con respeto y fe, son éstos: Inefable (árretos), pues este nombre tiene siete letras, Silencio (Seigè) cinco letras, Padre (Patèr) cinco letras, y Verdad (Alétheia) siete letras. El número total de esta Cuaterna es veinticuatro: sumados dos veces cinco y dos veces siete, resulta el número veinticuatro. De modo semejante la segunda Cuaterna que forman el Verbo, la Vida, el Hombre y la Iglesia (112), muestran el mismo número de letras. El Salvador tiene un nombre que puede pronunciarse: Jesús (Iesoûs) que tiene seis letras, pero su nombre inefable consta de veinticuatro letras. Jesucristo (Iesoûs Chreistòs) está formado por doce letras, (616) pero su nombre inefable contiene treinta letras. Por eso lo llama álpha y ómega, así como paloma (peristerà), porque esta ave tiene el mismo número.
15,2. Este es el inefable origen de Jesús: a la Madre universal, es decir de la Primera Cuaterna, le nació como hija la segunda Cuaterna, de donde se originó la Ogdóada, de la que brotó una Década. De esta manera se formó el número dieciocho. La Década, unida en seguida con la Ogdóada y multiplicándose con ella, produjo el número ochenta; y de nuevo el ochenta multiplicado por diez produjo el número ochocientos, para que de esta manera el número total de letras que se desarrollaran de la Ogdóada a la Década fuese de ochocientos ochenta y ocho, es decir Jesús; pues el nombre de Jesús, computando sus letras griegas, produce ochocientos ochenta y ocho. Este sería, evidentemente, el origen de Jesús más allá de los cielos. Por eso el alfabeto griego tiene ocho unidades, ocho decenas y ocho centenas, que suman ochocientos ochenta y ocho, es decir el nombre de Jesús. (617) Este es la suma de todos los números y por eso se le llama álpha y ómega (Ap 1,7), porque ha sido engendrado por todos (los Eones).
También de esta manera: la primera Cuaterna, según el número que se forma sucesivamente, es álpha 1 + béta 2 + gámma 3 + délta 4, de donde resulta el número diez, que se representa por la ióta, que es la letra de Jesús. El nombre de Cristo (Chreistòs) tiene ocho letras, que significan la primera Ogdóada, cuya suma, junto con la iota, engendra el número ochocientos ochenta y ocho. Al Hijo también se le llama Cristo, dice Marco, porque forman la Docena: si a las ocho letras de Cristo se le añaden las cuatro de Hijo (huiòs), se engendra la Grandeza del doce. Antes de que apareciera el signo numérico del Hijo Jesús, (620) los hombres vivían sumidos en grandes errores. Mas cuando apareció este nombre de seis letras (Iesoûs) que se revistió de carne para adaptarse a los sentidos humanos, habiendo resumido en sí mismo el seis y el veinticuatro, los hombres comenzaron a conocer. De esta manera desapareció su ignorancia y ascendieron de la muerte a la vida, pues una vez revelado este nombre los condujo al Padre de la Verdad (Jn 14,6). Pues el Padre había querido deshacer la ignorancia de todos para destruir la muerte. Pues la disolución de la ignorancia significaba la gnosis del Padre. Por eso fue elegido (Lc 9,35) por voluntad del Padre este hombre (113) hecho según la Economía a imagen de la Potencia de lo alto.
15,3. De la Cuaterna emanaron los Eones. Formaban la Cuaterna el Hombre, la Iglesia, el Verbo y la Vida. Estas Potencias, dice Marco, emanaron al Jesús que apareció en la tierra. El ángel Gabriel tomó el lugar del Verbo, el Espíritu Santo el de la Vida, el Poder del Altísimo el del Hombre y la Virgen (Lc 1,26) el de la Iglesia. De esta manera fue engendrado como hombre por María el Jesús de la Economía, al cual el Padre, después de que aquél pasó por el vientre, eligió (Lc 9,35) por medio del Verbo para que lo conociese. Y cuando aquél se introdujo en el agua, sobre él descendió en forma de paloma (Mt 3,16) aquel que en seguida volvió a subir para completar el número doce (114): (621) él llevaba el semen de aquellos que junto con él debían ser sembrados y que junto con él bajaron y ascendieron. Y dice (Marco) que el Poder que descendió es semen del Padre, que contiene en sí al Padre, al Hijo y el Poder inefable del Silencio que sólo él conoce, así como todos los Eones. Y éste (semen) es el Espíritu que habló por la boca de Jesús, que se reveló el Hijo del Hombre y manifestó al Padre, después de haber descendido sobre Jesús para unirse a él. Y luego el Salvador, que es el Jesús de la Economía, destruyó la muerte, dijo Marcos, pues conoció al Padre Jesucristo (115). Por eso el nombre de Jesús corresponde al hombre hecho según la Economía, y constituido según a imagen y semejanza del Hombre que debía descender sobre él; y una vez que lo recibió, tuvo dentro de sí al Hombre, al Verbo mismo, al Padre, al Inefable, el Silencio, la Verdad, la Iglesia y la Vida.
15,4. Esto sobrepasa todos los ayes y demás lamentos que pudiéramos lanzar por esta tragedia. (624) Porque ¿quién podrá no despreciar al desequilibrado compositor y mal creador de tantas mentiras, contemplando la Verdad convertida por Marco en un ídolo elaborado con letras del alfabeto? Si tomamos en cuenta el origen, hace muy poco tiempo (como suele decirse, ayer o anteayer) los griegos confiesan haber recibido primeramente de Cadmo sólo dieciséis letras, y después, pasado el tiempo, haber añadido por sí mismos unas letras aspiradas y luego otras dobles; y dicen que sólo recientemente Palamedes añadió las letras largas. Por tanto, antes de que los griegos hiciesen esto, no habría existido la Verdad: pues según tú, Marco, su cuerpo sería posterior a Cadmo y a sus antecesores, e incluso posterior a quienes añadieron las demás letras; más aún, posterior a ti, puesto que sólo tú has reducido a la categoría de ídolo eso que tu llamas la Verdad.
15,5. ¿Quién podrá soportar (625) tu Silencio tan parlanchín, que nombra al Eón Innombrable, que explica lo Inenarrable y proclama al Inescrutable? ¡Pretende que aquél a quien dices sin cuerpo ni figura, abrió la boca y emitió el Verbo, como uno cualquiera de los seres animados compuestos (de partes), y que el Verbo sería semejante a aquel que lo emitió, y hecho a imagen del Invisible, fabricado con treinta elementos y con cuatro sílabas! Así pues, por su semejanza con el Verbo, aquél al que llamas el Padre de todas las cosas constaría de treinta letras y cuatro sílabas. ¿Quién te va a creer cuando encierras al Creador Demiurgo y Verbo de Dios Hacedor, en esquemas y números que unas veces son treinta, otras veinticuatro, en ocasiones sólo seis; de modo que lo rebajas unas veces a cuatro sílabas y treinta letras? ¿O cuando reduces al número ochocientos ochenta y ocho al Señor del universo, que afirmó los cielos (Ps 33,6), o bien al alfabeto? ¿O cuando subdivides al Padre mismo, que contiene todas las cosas y ninguna lo contiene, en Cuaterna y Ogdóada y Docena, y explicas por estas cuentas a aquel mismo Padre que, según tu propia palabra, es inefable e incognocible? A aquél a quien llamas incorpóreo e insubstancial, le has fabricado una materia y una substancia de muchas letras engendradas unas de otras. Eres un Dédalo mentiroso, y te has hecho un mal fabricante de la Potencia elevada sobre los cielos. Subdivides en vocales mudas y sonidos semivocales la substancia que llamas indivisible, aplicando las mudas al Padre y a su Mente. (628) Con esto has empujado a todos los que te creen, a la peor de las blasfemias.
15,6. Por eso justa y adecuadamente se aplican a tu temeridad los versos de aquel anciano predicador de la verdad, que con inspiración divina lanzó contra ti los versos siguientes:
¡Oh Marcos, fabricante de ídolos y vidente de portentos, conocedor de la astrología y de la magia, con las cuales corroboras tus erradas doctrinas! Como signo muestras a quienes seduces las obras del Poder apóstata que tu padre Satanás te comunica para que obres por el poder del ángel Azazel, que en ti tiene un precursor de la maldad contra Dios.
Esto lo dijo un presbítero que amaba a Dios. Por nuestra parte, trataremos de exponer brevemente sus demás doctrinas misteriosas aunque son largas, a fin de sacar a la luz lo que por tanto tiempo ha mantenido oculto. De esta manera todos podrán convencerse y refutarlo fácilmente.
(112) Tenemos aquí la Ogdóada (octeto) superior, compuesta por las dos cuaternas superiores: la primera formada por Inefable, Silencio, Padre y Verdad; la segunda, por Verbo, Vida, Hombre e Iglesia. Los elementos masculinos serían Inefable, Padre, Verbo y Hombre; los femeninos, Silencio (Sigè en griego es femenino), Verdad, Vida e Iglesia. De este modo se forman cuatro matrimonios (sydzygíai). Son el origen de los demás Eones del Pléroma.
(113) Es decir, el Jesús terreno, sobre el que durante su bautismo descendió el Salvador de lo alto.
(114) Es decir, la Ogdóade más María, el Padre, Jesús y el Espíritu Santo.
(115) Por supuesto los gnósticos no se cuidan de incongruencias. Este "Padre" es el Cristo superior, al que reconoció el "Jesús de la Economía" sobre el que había descendido en el bautismo: de ahí que Jesús es el Salvador (ya que la salvación viene por el conocimiento). Por eso el número de su nombre (888) contiene toda la Ogdóada superior, que Ireneo enumera en seguida.
116 2.7.5. La substancia de las cosas
16,1. Revolviendo el origen de los Eones con la pérdida y encuentro de la oveja perdida, tratan de explicarlo de manera mística reduciendo todo a números, diciendo que todas las cosas constan de la Mónada y la Dualidad. (629) Y contando de la Mónada hasta cuatro producen el diez; pues uno más dos más tres más cuatro produjeron el número de los diez Eones. La Dualidad, desdoblándose hasta el seis (sígma): dos más cuatro más seis, produce la Docena. Pero si en vez de desdoblarse hasta seis lo hace hasta diez (ióta), origina la Treintena, en la cual se encuentran la Ogdóada, la Década y la Docena. La Docena a su vez tiene tras de sí el seis, y por motivo del seis se le llama la pasión. Por lo mismo, cuando sucedió una caída en el doce, la oveja se salió y se descarrió (Lc 15,4-7) porque, según dicen, la apostasía procede de la Docena. También fantasean que una Potencia se separó de la Docena y se perdió, y ésta fue la mujer que perdió la dracma y encendió la luz para encontrarla (Lc 15,8-11). Por eso los números que quedaron: de la dracma el nueve, de la oveja el once, si se multiplican entre sí, engendran el número noventa y nueve, porque es el resultado de nueve por once. Por esta razón, dicen ellos, el Amén lleva ese número.
(632) 16,2. No dejaré de relatarte otra de sus interpretaciones a fin de que conozcas bien sus frutos. Dicen que la letra éta, añadiendo el seis, es la Ogdóada, pues toma el octavo lugar a partir del álpha. Y si se prescinde del seis, y se cuenta el número que resulta de las letras hasta la éta, se obtiene la Treintena. Comenzando, pues, del álpha y continuando los números de las letras hasta éta, quitando el seis y sumando los números progresivos, se obtendrá el treinta. Porque hasta la épsylon suman quince; luego, añadiendo la dzéda (el siete), se alcanza el veintidós, y cuando se le agrega la éta, que es el ocho, se completa la maravillosa Treintena. De esta manera prueban que la Ogdóada es la Madre de los treinta Eones. Y como el número treinta resulta de la unión de tres Poderes, si se le toma tres veces resulta el número noventa. Y la tríada misma, tres veces sobre sí misma, produce el nuevo número. De modo que la Ogdóada también engendra el noventa y nueve. Y como el duodécimo Eón, habiéndose ausentado ha dejado los otros once en las alturas, dicen que el tipo de las letras ha quedado dispuesto en forma de lámbda, que es figura del Verbo -pues la letra lámbda es el número treinta- y esta letra es la figura de la Economía superior, porque desde la álpha y sin el seis, el número de las mismas letras hasta la lámbda, compuesto por los números ascendentes y añadiendo la lámbda, forma el número noventa y nueve. Y como la lámbda, (633) que es la undécima, descendió para buscar a su semejante a fin de completar la Docena, una vez que lo encontró quedó completa. Esto lo probaría la misma figura de la letra. Porque la lámbda se puso a buscar su semejante, y una vez hallado, lo atrajo a su lado y de esta manera llenó el lugar duodécimo, que es la letra mí, compuesta de dos lámbdas. (116) Por eso ellas, en virtud de la gnosis, escaparon del lugar noventa y nueve, o sea de la degradación, que es el tipo de la mano izquierda; en cambio si se mantienen unidas al Uno, añadido al noventa y nueve, hace pasar a la mano derecha. (117)
16,3. Mi hermano, sé muy bien que mucho te reirás de su tan estúpida sabiduría de la que se vanaglorian. Son dignos de compasión quienes describen las cosas sagradas, la inefable grandeza del Poder y toda la Economía de Dios, usando el alfabeto como instrumento, así como las retorsiones de los fríos números. Quienes abandonan la Iglesia para abandonarse a esos mitos (1Tm 4,7), en realidad se condenan a sí mismos (Tt 3,11). Pablo nos manda "después de la primera y segunda corrección, evitarlos" (Tt 3,10). Y Juan, el discípulo del Señor, los ha condenado de modo aún más grave, cuando nos dice que ni siquiera les devolvamos el saludo: "Pues quien los saluda coopera con sus obras llenas de maldad" (2Jn 11). Y con razón: "No hay alegría para los impíos, dice el Señor" (118) (Is 48,22). (636) Y éstos son impíos sobre toda impiedad, pues dicen que el Creador del cielo y la tierra, el único Dios Soberano universal sobre el que no hay ningún otro Dios, fue emitido de la penuria (hystérema) (119), y éste de otra penuria; de modo que, según ellos, sería el producto de una tercer penuria.
Es necesario que, de veras repudiando y condenando esta doctrina, nos alejemos de ellos y, mientras ellos más se afirmen y gocen de sus invenciones, tanto más nos demos cuenta de que están agitados por los malos espíritus de la Ogdóada. Como aquellos que se han hundido en un estado de locura: mientras más se ríen y creen estar sanos, y hacen todas las cosas como si estuvieran sanos, y algunas cosas mejor aún que si lo estuvieran, tanto más enfermos se encuentran; así también éstos: mientras más creen saber, y se revientan los nervios a base de tirar del arco, tanto menos saben. Porque escapándose el espíritu inmundo de la ignorancia, y hallándolos entregados a intereses mundanos y no a Dios, van a buscar otros siete espíritus peores que él (Mt 12,43-45), y tentándolos a engreírse en su propia sentencia, como si por ellos mismos pudieran escrutar lo que está sobre Dios, una vez que los ha preparado para acabar con ellos, la Ogdóada de la estupidez los entrega a los espíritus perversos.
(116) Marco está jugando con las figuras de las letras griegas mayúsculas. En efecto, la M tiene la forma de dos lámbdas juntas.
(117) Los griegos solían contar hasta el noventa y nueve de derecha a izquierda, y a partir del cien de izquierda a derecha.
(118) "Oùk ésti chaírein toû asebésin...", lit: "No hay alegrarse para los impíos". Pero "chaíre" es tembién un saludo en la Escritura griega (ver Lc 1,28). Ireneo usa el doble juego de palabras: "No hay saludo para los impíos..."
(119) Hystérema = escasez, penuria, necesidad. Los seres creados de este mundo tendrían una muy pobre substancia, porque nacieron de las lágrimas, temor, deseo, etc. (por eso algunos traducen al castellano por desecho) de la Sabiduría inferior expulsada del Pléroma. La traducción latina suele interpretar esta palabra por labe (caída), y la sigue la versión francesa de SCh que suele usar la palabra déchéance.
117 2.7.6. Cómo fue creado el mundo
(637) 17.1. Quiero exponerte ahora cómo, según dicen, el Demiurgo llevó a cabo la creación a imagen de los seres invisibles, sin que él se diera cuenta, por arte de la Madre. Ante todo dicen que hay cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire, emitidos a imagen de la Cuaterna superior, y enumeran los efectos de dichos elementos: caliente, frío, húmedo y seco, de modo que así se imaginan la Ogdóada. De ésta habrían provenido diez Potencias: primero siete cuerpos como esferas, a los que llaman cielos; en seguida un círculo que los contiene, al que llaman octavo cielo; y por último el sol y la luna. Como en total éstos forman el número diez, dicen que son las imágenes de su Década invisible que brotó del Verbo y la Vida. En cuanto a la Docena, ésta se indica en el círculo del zodíaco. Sus doce signos claramente serían la Docena hija del Hombre y la Iglesia, dibujada en la sombra. Y como, según dicen, el cielo más alto, con su peso se resiste al impulso velocísimo del universo, y por su lentitud opuesta modera la velocidad (de los otros cielos), el recorrido circular de un signo a otro se lleva a cabo en treinta años. (640) Esto sería imagen del Límite, que contiene a su Madre, la cual lleva el nombre del treinta.
También la luna, con su giro en treinta días alrededor del cielo, significa el número de los treinta Eones. Y el sol, que realiza su giro en doce meses, con estos doce meses da a entender la Docena. Incluso los días, que se miden en períodos de doce horas, son un signo de la invisible Docena. Y la hora, que es la duodécima parte del día, se subdivide en treinta partes para dar a entender la Treintena. A su vez, el círculo del zodíaco tiene una medida de trescientos sesenta grados en su circunferencia: de esta manera lleva en sí la imagen de la unión entre los números doce y treinta. Y la tierra está dividida en doce zonas, las cuales desde los cielos reciben una Potencia particular por cada zona, y de este modo engendra hijos semejantes a la Potencia de la que recibió la emanación. (641) Esto sería, en su opinión, una evidente manifestación de la Docena y de sus hijos.
17,2. Dicen, además, que el Demiurgo quiso imitar el carácter interminable, eterno e infinito de la Ogdóada superior, mas no pudo reflejar su estabilidad y perpetuidad, porque él es fruto de la penuria. Entonces depositó esa eternidad en momentos de tiempo, los tiempos en muchos períodos de años, imaginando que, multiplicando los tiempos, imitaba su eternidad. Y dicen que a este punto la Verdad huyó y en su lugar entró la mentira (120); y por eso, una vez que se acaben los tiempos, su obra quedará destruida.
(120) La Verdad sólo existe, para ellos, en el Pléroma, que es eterno. Este mundo de abajo es una imagen imperfecta, ficticia, del mundo superior, y por eso es mentira. De ahí que no pueda ser sino un remedo de la eternidad: temporal y pasajero.
118 2.7.7. Cómo abusan de la Escritura
18,1. Cuando hablan de la creación, todos los días cada uno de ellos inventa como puede algo nuevo: pues a nadie tienen por perfecto si no ha dado como fruto las más grandes mentiras. Es necesario añadir aquí, a los argumentos contra ellos, el modo como tranforman a los profetas para adaptarlos a sus ideas.
Moisés, dicen, narra la obra de la creación mostrando desde el comienzo a la Madre de todas las cosas, cuando dice: "En el principio Dios hizo el cielo y la tierra" (Gn 1,1). Al nombrar estas cuatro realidades: Dios, Principio, Cielo y Tierra, anunció de modo figurado la Cuaterna. En seguida manifestó su condición de secreta e invisible, cuando dice: "Y la tierra era invisible y caótica" (Gn 1,2). Pretenden que con estas palabras habría revelado la segunda Cuaterna, (644) nacida de la primera Cuaterna, cuando habló del Abismo y las tinieblas, en las cuales se agitaban las aguas sobra las que revoloteaba el Espíritu (Gn 1,2). En seguida se habría referido a la Década, cuando habló de la luz, el día, la noche, el firmamento, la tarde, la mañana, la tierra seca, el mar, la hierba y añadió en décimo lugar los árboles (Gn 1,3-13). Tras estos diez nombres se esconderían los diez Eones. De esta manera se habría formado la Potencia de la Década: cuando habló del sol, la luna, las estrellas, los tiempos, los años, los monstruos marinos, los peces, las serpientes, las aves, los cuadrúpedos, las fieras, y sobre todos ellos, en duodécimo lugar, el hombre (Gn 1,14-28). He aquí como, dicen ellos, el Espíritu por medio de Moisés reveló la Treintena (121).
En cuanto al hombre formado según la imagen (Gn 1,26) de la Potencia superior, escondería en sí una potencia que proviene de una única fuente. Ella estaría situada en la región del cerebro, y de ella fluirían, según la imagen de la Cuaterna superior, cuatro facultades llamadas vista, oído, olor y gusto. La Ogdóada estaría representada en el hombre de esta manera: tiene dos orejas, otros tantos ojos, dos narices y dos gustos: de lo amargo y de lo dulce. Y sería también todo hombre imagen de la Treintena de este modo: en los dedos de las manos los dedos representan la Década, y todo el cuerpo se divide en doce miembros, es decir la Docena. Dicen lo mismo que acerca del cuerpo de la Verdad, del que arriba hablamos. La Ogdóada estaría escondida en las vísceras.
(645) 18,2. En cuanto al sol, que es la grande luminaria, indica la Cuaterna, dicen, porque fue hecho en el cuarto día (Gn 1,14-19). La tienda que Moisés construyó con lino, jacinto, púrpura y escarlata (Ex 26,1), también muestra la misma imagen. El poder sacerdotal, adornado con cuatro tipos de piedras preciosas (Ex 28,17), ellos pretenden que significa la Cuaterna. Y si cualquier otra cosa encuentran en la Escritura descrita con cuatro elementos, ellos afirman que lo dijo para indicar la Cuaterna.
La Ogdóada se mostraría de esta manera: dicen que el hombre fue formado el octavo día (Gn 2,7); unas veces dicen que fue hecho en el sexto, y otras que en el octavo, porque dicen que en el sexto fue plasmado el hombre de la tierra, y en el octavo el carnal; pues en su opinión son distintos. Otros, finalmente, distinguen entre el creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,27), que es masculino-femenino, y por eso espiritual; y el formado de la tierra (Gn 2,7).
18,3. La Economía del arca del diluvio, en la cual se salvaron ocho hombres (Gn 7,7 Gn 13 Gn 23 1P 3,20), dicen que de modo evidente se refiere a la Ogdóada. Lo mismo David, por ser el octavo de los hermanos (1S 16,10-11). Cosa idéntica manifestaría la circuncisión, pues se hacía el octavo día (Gn 17,12), signo de la Ogdóada superior. Y si en cualquier otro lugar se halla en la Escritura el número ocho, hipotizan que ahí se realiza el misterio de la Ogdóada.
(648) La Década estaría indicada en las diez naciones que Dios prometió dar a Abraham en posesión (Gn 15,19-20). Y también la Economía de Sara, significaría lo mismo, pues después de diez años le dio a Agar la esclava para que de ella tuviese un hijo (Gn 16,2-3). Asimismo el siervo que Abraham envió a Rebeca, que junto al pozo le regaló un brazalete de diez siclos de oro (Gn 24,22); y sus hermanos que la retuvieron durante diez días (Gn 25,55); también Jeroboam, que recibió diez cetros (1R 11,31); así también los diez tapices del tabernáculo (Ex 26,1 Ex 36,8); las columnas de diez codos (Ex 26,16); los diez hijos que Jacob envió a Egipto la primera vez para comprar trigo (Gn 42,3); y los diez Apóstoles a quienes el Señor se apareció después de la resurrección (Jn 20,24), pues Tomás estaba ausente. Todas estas cosas serían, según ellos, figuras de la Docena.
18,4. La Docena, en la cual se realizó el misterio de la caída en la pasión (pasión de la que ellos imaginan fueron hechas las cosas visibles), dicen que se halla muy claramente en todos lados: en los doce hijos de Jacob (Gn 35,22-26), de los cuales nacieron las doce tribus (Gn 49,28); el pectoral con las doce piedras y las doce campanillas (Ex 28,21 Ex 36,21); (649) las doce piedras que Moisés mandó poner al pie del monte (Ex 24,4); así como las doce que Josué mandó levantar en medio del Jordán (Jos 4,9) y las que colocó cuando lo hubieron pasado (Jos 4,20); los doce que cargaban el Arca de la Alianza (Jos 3,12); los doce becerros que Elías puso sobre el altar para el holocausto (); y el número de los Apóstoles. Ellos pretenden que todo aquello que lleve el número doce, porta el signo de la Década.
En referencia a la unidad de todos (los Eones), que ellos llaman la Treintena, se habría manifestado en los treinta codos de altura que medía el arca de Noé (Gn 6,15); por Samuel, que hizo reclinarse a Saúl en medio de treinta comensales (1S 9,22); en los treinta días que David permaneció oculto en el campo (1S 20,5); por los treinta que con él entraron a la cueva (2S 23,13); y por el hecho de que el tabernáculo medía de longitud treinta codos (Ex 26,8). Y en cualquier parte donde hallan un número como éstos, aseguran que se manifiesta la Treintena.
(121) Formada, según esta teoría, por las dos Cuaternas, la Decena y la Docena.
119 2.7.8. Su exégesis sobre el Padre desconocido
19,1. Me ha parecido necesario añadir aquí lo que enseñan acerca de su Protopadre, (652) que habría sido desconocido antes de la venida de Cristo. Escogen textos de las Escrituras tratando de convencer a los escuchas, mostrando que nuestro Señor anunció a otro Padre distinto del Creador del universo, el cual, como hemos expuesto, blasfemando impíamente ellos dicen que sería fruto de la penuria. Isaías, en efecto, dijo: "Israel no me conoció y mi pueblo no entendió" (Is 1,3); lo cual ellos retuercen para adaptarlo a su doctrina sobre el desconocimiento del Abismo invisible. Y lo que Oseas escribió: "No se halla en ellos verdad ni conocimiento de Dios" (Os 4,1), ellos tratan de dirigir al mismo propósito. Y: "No hay quien comprenda ni busque a Dios; todos erraron, se han corrompido" (Ps 14,2-3 Rm 3,11-12), se lo aplican al no conocimiento del Abismo. Y cuando Moisés dice: "Nadie podrá ver a Dios y quedar con vida" (Ex 33,20), están ciertos de que se refiere a lo mismo.
19,2. Los profetas ciertamente vieron al Creador, dicen ellos, pero aquellas palabras: "Nadie podrá ver a Dios y quedar con vida" (Ex 33,20) se referirían a la Grandeza invisible y desconocida. Que "ninguno podrá ver a Dios" se haya dicho del Padre Creador de todas las cosas, a todos nos parece evidente; pero que no se refiera al Abismo que ellos han inventado, sino del Creador, que es el mismo Dios invisible, lo probaremos adelante. Daniel habría querido decir lo mismo cuando preguntó al ángel que le explicara las parábolas, porque no lo sabía; pero el ángel, escondiéndole el sublime misterio del Abismo, le habría dicho: "Apártate, Daniel, porque estas palabras están selladas a fin de que los sabios no las comprendan y los puros no sean purificados" (Da 12,9-10). Pero ellos presumen de ser los puros y sabios.
(653) 20,1. Además de éstos, ellos han añadido una multitud de escritos apócrifos y bastardos, que causan admiración a los necios, que desconocen las verdaderas Escrituras. Entre otras difunden aquella fábula sobre el Señor que, cuando era niño y aprendía las letras, su maestro le habría dicho como se acostumbra: "Di álpha", y el habría respondido: "Alpha". De nuevo le habría ordenado decir: "Béta", y el Señor le habría respondido: "Primero dime tú qué es álpha, y luego yo te diré lo que es béta". Y la explican diciendo que sólo él conocía al Desconocido, escondido bajo la figura del álpha.
20,2. También distorsionan algunas partes del Evangelio, haciéndolas que signifiquen cosas semejantes. Por ejemplo, sobre aquello que respondió a su Madre cuando tenía doce años: "¿No sabíais que debo estar en las cosas de mi Padre?" (Lc 2,49) Les hablaba del Padre que para ellos era desconocido; y por eso habría enviado a los discípulos para anunciar a las doce tribus (Mt 10,5-6) al Dios desconocido. A aquel que le dijo: "Maestro bueno", le respondió, para hacerle caer en la cuenta quién es el verdadero Dios: "¿Por qué me llamas bueno? Uno solo es bueno, el Padre que está en los cielos" (Mt 19,16-17). Y dicen que llamó cielos a los Eones. (656) Por lo mismo no habría querido responder a quienes le preguntaron: "¿Con qué Poder haces estas cosas?" (Mt 21,23) sino que más bien los confundió al retorcerles la pregunta (Mt 21,24-27), porque, según ellos, al negarse a hablar quería ocultar al Padre desconocido. Y cuando dijo: "Con frecuencia he deseado oír una de estas palabras, pero no hallé quien la dijese" (122), claramente, dicen ellos, se refería al único Dios verdadero al que ellos no conocían. También cuando se acercó a Jerusalén y llorando sobre la ciudad dijo: "¡Si conocieses hoy lo que te trae la paz!, pero se te oculta" (Lc 19,42), con estas palabras habría indicado el misterio escondido en el Abismo. Y también cuando dijo: "Venid a mí todos los que estás cansados y agobiados, y aprended de mí" (Mt 11,28-29), habría anunciado la verdad del Padre y prometido enseñarles lo que ellos no conocían.
20,3. Como culminación de sus pruebas acerca de lo dicho, ellos aportan estas palabras: "Te confieso, Padre, Señor de la tierra y del cielo, porque has escondido estas cosas a los entendidos y prudentes y las has revelado a los pequeños. Gracias, Padre, porque esto te agradó. (657) Todo me lo ha entregado el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, ni al Hijo sino el Padre, y aquél a quien el Hijo se lo revelare" (Mt 11,25-27). Dicen que con estas palabras de modo evidente el Señor habría revelado que, antes de su venida, nadie había conocido al Padre de la Verdad; y de ahí deducirían que todos habrían conocido siempre al Creador y Hacedor; en cambio sus palabras anunciarían al Padre desconocido para todos.
(122) No se conoce este dicho de Jesús en la Escritura. Puede ser o una de las palabras que se transmitían por tradición, o bien una de esas invenciones apócrifas de los herejes, a las que Ireneo se ha referido poco antes.
121 2.7.9. Sus ritos de redención
21,1. Su enseñanza acerca de la redención afirma que ésta sería invisible e incomprensible, porque es la Madre de todas las cosas incomprensibles e invisibles. Pero, como es inestable, no se podría explicar de modo sencillo ni con una sola teoría, puesto que cada uno de ellos la transmite como se le viene en gana: pues cuantos pontífices hay de esta doctrina mística, otras tantas son sus redenciones. Este engaño lo ha difundido Satanás, que busca apartar del bautismo para la nueva vida en Dios, y destruir la fe, como demostraremos cuando adelante los refutemos.
21,2. Enseñan que (la redención) es necesaria para quienes han adquirido la gnosis perfecta, para ser regenerados en la Potencia suprema; de otra manera nos sería imposible entrar en el Pléroma, porque, dicen, ella es la que nos hace descender hasta las profundidades del Abismo. El bautismo del Jesús visible sería para la remisión de los pecados; en cambio la redención del Cristo (660) que descendió sobre él sería para lograr la perfección. El bautismo sería para los psíquicos, en cambio la redención para los pneumáticos. Juan predicó un bautismo de penitencia, en cambio Cristo trajo la redención para hacernos perfectos. Por eso dijo: "Con otro bautismo tengo que ser bautizado, y con ansiedad me dirijo a él" (Lc 12,50) (123). Asimismo cuando la madre de los hijos de Zebedeo le pidió que los pusiera a uno a su derecha y al otro a su izquierda en su reino, dicen ellos que el Señor les habría presentado esta redención, cuando les dijo: "¿Podéis recibir el bautismo con el que debo ser bautizado?" (Mt 20,22 Mc 10,38) Y también Pablo con frecuenca habría claramente revelado en qué consiste la redención en Jesucristo (Rm 3,24 Ep 1,7 Col 1,14), y su doctrina coincidiría con la que ellos predican de modos tan variados y contrapuestos.
(661) 21,3. Algunos de ellos fabrican en su mente una recámara nupcial, y celebran ritos místicos pronunciando oraciones sobre los que han de ser consagrados. Dicen que celebran las nupcias espirituales a semejanza de las nupcias que se celebran en las regiones superiores. Otros los llevan a donde hay agua y al bautizarlos proclaman: "En el nombre del Padre universal y de la Verdad, madre de todas las cosas, que descendió sobre Jesús, para la unión, redención y comunión con todas las Potencias" (124). Otros pronuncian palabras en hebreo, de modo que llenan de estupor y aun de miedo a los bautizandos: "Basemà chamossè baaianorà mistadía rhouadà, koustà, babophòr kalachtheî", que se traduce: "Invoco lo que está sobre toda Potestad del Padre, cuyo nombre es Luz, Espíritu y Vida, (664) porque has reinado en este cuerpo". Otros proclaman la redención con estas palabras: "El Nombre escondido a toda Divinidad, Potestad y Verdad, del que Jesús Nazareno se revistió en las regiones de la Luz del Cristo que vive por el Espíritu Santo para la redención de los Angeles, el Nombre de la restauración: Messía oupharégna mempsai mèn chal daían mosomè daéa akphar nepseu oua Jesoû Nadzaría". Esta última sentencia se traduce así: No divido el Espíritu de Cristo, corazón y Potestad misericordiosa que está sobre los cielos. ¡Que pueda gozar de tu Nombre, Salvador verdadero!" Esto es lo que pronuncian los que llevan a cabo la iniciación. A su vez los iniciados responden: "He sido confirmado y redimido, y redimo mi alma de este siglo y de todo lo que de él dimana; en el nombre de Iao, que ha redimido su alma para la redención, en el Cristo viviente". Y para concluir, los asistentes exclaman: "Paz a todos aquéllos sobre los cuales descansa este Nombre". En seguida ungen al bautizando con óleo perfumado; y dicen que esta unción es figura del perfume que invade lo que está sobre todas las cosas.
21,4. Otros piensan que no tiene sentido llevar al bautizando al agua. Prefieren mezclar óleo con agua, y pronunciando palabras semejantes a las que hemos dicho arriba, les ungen la cabeza para, según dicen, consagrarlos para la redención. (665) Los ungen con el mismo óleo perfumado. Otros rechazan todas esas ceremonias, y dicen que no necesitan representar por medio de creaturas visibles y corruptibles el misterio de la inefable e invisible Potencia; pues lo que la mente no puede concebir, así como las cosas incorpóreas que sobrepasan los sentidos, no se pueden figurar por medio de cosas sensibles y corporales. La redención perfecta consistiría para ellos en la gnosis de la Grandeza inefable; pues de la ignorancia nacen la penuria y la pasión, los cuales quedan disueltos por la gnosis, que destruye todas las cosas nacidas de la ignorancia. Por ello la redención del hombre interior reposaría en la gnosis. Y esta redención no sería corpórea, ya que el cuerpo es corruptible; ni psíquica, porque también el alma ha nacido de la pasión; sino que tiene como habitación el espíritu; por ello la redención es necesariamente pneumática. Porque el hombre interior y pneumático se redime por medio de la gnosis, y le basta tener el conocimiento de todas las cosas. Esta sería la redención verdadera.
21,5. Otros celebran el rito de la redención sobre los que acaban de morir, (125) derramando óleo y agua sobre su cabeza, o el óleo perfumado que dijimos arriba junto con agua, mientras pronuncian las mismas invocaciones, a fin de que (los difuntos) se hagan inagarrables e invisibles para los Principados (Archontes) y Potestades, (668) a fin de que su hombre interior pueda subir más allá de los lugares invisibles. De este modo su cuerpo se quedaría en este mundo creado, mientras su alma se elevaría hasta el Demiurgo. Y les ordenan que, cuando lleguen, los que han muerto digan a las Potencias estas palabras: "Yo soy un hijo nacido del Padre, del Padre preexistente, e hijo también en el Preexistente. Vine para verlo todo, mis cosas y las ajenas porque pertenecen a Achamot, la Mujer que las hizo para sí, habiendo tomado su origen del Preexistente. Ahora regreso a mi origen, de donde salí". Y dicen que, con estas palabras, escapan de las Potestades.
También deben llegar hasta donde están los (Angeles) que forman la corte del Demiurgo, a los cuales deberán decir: "Soy un vaso más precioso (Rm 9,21) que la Mujer que os engendró. Si vuestra Madre ignora sus raíces, yo me he conocido a mí mismo, sé de dónde provengo e invoco a la Sabiduría incorruptible que está en el Padre, la cual es Madre de vuestra Madre, y que no tiene Padre ni esposo varón. Pues la que os ha hecho es una Mujer nacida de Mujer, que no conoce a su Madre y piensa que ella existe por sí sola. Yo, en cambio, invoco a su Madre". Oyendo estas cosas los que rodean al Demiurgo quedarán turbados al aprender cuál es la raíz y origen de su Madre. En cambio los bautizados irán a su Madre, desechando el lazo que a ellos los une, es decir el alma.
Esto es lo que hemos sabido acerca de sus teorías sobre la redención, y cómo éstas discrepan entre sí tanto en la doctrina como en el modo de transmitirla. Pero los que de recién se les juntan andan buscando cada día nuevas cosas que inventar (669) para producir frutos que ningún otro haya imaginado. Por eso es muy difícil describir sus opiniones (126).
(123) Adviértase la modificación del texto evangélico: éste no habla de "otro" bautismo, ni de que Jesús se dirige hacia él, sino del deseo de Jesús de que se cumpla.
(124) Fórmula bautismal que remeda la trinitaria cristiana: es mencionado el Padre; en lugar del Hijo (el Unigénito) se nombra a su pareja femenina, la Verdad; las Potencias toman el lugar del Espíritu Santo (es decir, del Salvador, producto de todos los Eones, que descendió sobre Jesús en el bautismo).
(125) En I, 21,2 ha hablado de la redención como de un misterio "incomprensible e invisible": para el que muere, consiste en volverse inaferrable e invisible para las Potencias inferiores, que intentan detener su espíritu en el camino al Pléroma, mientras su cuerpo se queda para corromperse con la materia y su psychè se entrega al Demiurgo. Luego sólo el espíritu puede salvarse.
(126) Hasta aquí el texto griego casi continuo. En adelante prosigue el texto latino, con algunos fragmentos que se han conservado en griego.
122 2.7.10. La Regla de la Verdad
22,1. Por nuestra parte conservemos la Regla de la Verdad, que se resume en lo siguiente: Hay un solo Dios Soberano universal que creó todas las cosas por medio de su Verbo, que ha organizado y hecho de la nada todas las cosas para que existan (2M 7,28 Sg 1,14) (127), como dice la Escritura: "Por la Palabra del Señor se afirmaron los cielos, y sus estrellas con el Espíritu de su boca" (Ps 33,6); y también: "Todo fue hecho por él, y sin él nada ha sido hecho" (Jn 1,3). Nada de lo que existe se exceptúa, sino que el Padre ha hecho todas las cosas por sí mismo, las visibles y las invisibles (Col 1,16), las sensibles y las inteligibles, las temporales en vista de una Economía y las sempiternas y eternas (2Co 4,18) (128). No las hizo por medio de Angeles o de Potestades separadas de su voluntad; pues el Dios de todas las cosas no necesita de ellos; sino que hizo todas las cosas por medio de su Verbo y de su Espíritu, las ordena, gobierna y da el ser a todas. El ha hecho el mundo, pues el mundo es parte del universo; él plasmó al hombre (Gn 2,7). Este mismo es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob (Mt 22,29 Ex 3,6), sobre el cual no hay ningún otro Dios, ni Principio, ni Potestad ni Pléroma. El mismo es el Padre de nuestro Señor Jesucristo (Ep 1,3), como adelante probaremos.
Manteniendo, pues, esta Regla, aunque otros digan muchas cosas diversas, fácilmente les probaremos que se han desviado de la verdad. Pues casi todos los herejes dicen que hay un solo Dios, pero lo cambian por sus perversas doctrinas, volviéndose ingratos para con el que los hizo, como lo hacen los paganos por la idolatría. Desprecian la creatura (plásma) modelada por Dios (129), oponiéndose a su salvación, y tornándose al mismo tiempo acérrimos acusadores y falsos testigos contra sí mismos. Ellos también (670) resucitarán en la carne, aunque les pese, para que reconozcan el poder que los resucita de la muerte; aunque no se contarán entre los justos, por motivo de su incredulidad.
22,2. Pero como por una parte desenmascarar y refutar a todos estos herejes requiere pruebas diversas y de muchos tipos, y por otra nos hemos propuesto desmentirlos en sus propias doctrinas, hemos juzgado necesario primeramente exponer sus fuentes y raíces. De esta manera, si conoces su profundísimo Abismo, también comprendas qué árbol ha producido tales frutos.
(127) Tomado de HERMAS, El Pastor, Mand. 1.
(128) Nótese la fuerza antignóstica de esta confesión de fe: el único Dios Soberano universal ha hecho todas las cosas de la nada para que existan, también las visibles y las sensibles (materiales). De ahí su argumento en V, 5ss. sobre la resurrección de la carne: ésta existe no por naturaleza sino por la voluntad de Dios, y seguirá existiendo mientras éste lo quiera, según su Economía. La confesión de fe en un solo Dios Creador de la materia y el espíritu acaba con uno de los pilares del gnosticismo: la decadencia de todo lo material y la salvación exclusiva de lo pneumático (ver V, 36,1). Sin embargo, en el plan divino (en la Economía), los seres espirituales son sempiternos por naturaleza; en cambio los materiales se salvará no en todo su ser, sino en nuestra carne, nacida de ellos, que resucitada permanecerá para siempre. Sólo por revelación podemos conocer el proyecto del amor del Padre, que ha creado a los seres humanos para que vivan en comunión con él definitivamente.
(129) Es decir, enseñan doctrinas erróneas sobre el ser humano, especialmente sobre lo que en él ha sido plasmado: el cuerpo.
123
Ireneo, Contra herejes Liv.1 ch.9