Ireneo, Contra herejes Liv.1 ch.23
3.1. Simón el Mago
23,1. Simón el samaritano, era el mago del que Lucas, seguidor y discípulo de los Apóstoles dice: "Desde tiempo atrás había en la ciudad un hombre llamado Simón, que ejercitaba la magia y seducía s los samaritanos diciendo que era algo grande, y todos, desde el niño hasta el adulto, decían: Este es la Potencia de Dios llamada la Grande. Así lo consideraban porque desde mucho tiempo atrás los traía locos con sus magias" (Lc 8,9-11). Este mismo Simón simuló creer, porque pensaba que los Apóstoles por sí mismos realizaban las curaciones por obra de magia y no por el poder de Dios, y que por la imposición de las manos llenaban del Espíritu Santo a quienes creían en Dios por medio de Jesucristo que ellos anunciaban. Imaginó que ellos lo hacían por un conocimiento superior de la magia, y ofreció dinero a los Apóstoles para que le dieran el poder de conferir el Espíritu Santo a quienes él quisiera. Pedro le dijo: "Quédate con tu dinero para tu perdición, porque quisiste conseguir con dinero el don de Dios. Tú no tienes parte ni suerte en esta doctrina, porque tu corazón (671) no es recto ante Dios. Veo que has caído en la hiel de la amargura y te ha atado la iniquidad" (Lc 8,20-23).
Desde entonces creyó aún menos en Dios y, decidiendo competir por ambición con los Apóstoles, a fin de aparecer él mismo lleno de gloria, se puso a estudiar aún más la magia, a tal punto que llenaba de admiración a muchas personas. El vivió en tiempos del César Claudio, el cual, según se dice, lo honró con una estatua por motivo de sus artes mágicas. Muchos lo glorificaron como a un Dios, pues él les enseñaba que él era quien había aparecido entre los judíos como el Hijo, en Samaria había descendido como el Padre, y en las demás naciones había bajado como el Espíritu Santo. Que él era la más sublime Potestad, es decir aquella que está por sobre el Padre, y pretendía que lo llamaran con todos los títulos que usan los hombres.
23,2. Simón el samaritano, del que se originaron todas las herejías, tuvo la teoría siguiente: siempre llevaba como compañera en sus viajes a una prostituta llamada Elena, que había recogido en Tiro de Fenicia, diciendo que ella era el primer Pensamiento de la mente, Madre de todas las cosas, por la cual el Pensamiento (Énnoia) habría decidido producir a los Angeles y Arcángeles. Este Pensamiento brotado de aquél, conociendo la voluntad de su Padre, se habría degenerado bajando a los lugares inferiores para engendrar a los Angeles y Potestades, por los cuales fue hecho el mundo. Y una vez que los engendró, ellos la apresaron por sospechas, pues no querían pasar por hijos de cualquiera. Ellos la habrían ignorado completamente, pues los Angeles y Potestades que ella había engendrado la habrían detenido, y la habrían hecho sufrir todo tipo de ofensas, a fin de que no regresase a su Padre, sino que se quedase encerrada en un cuerpo humano, y de tiempo en tiempo transmigrase de este cuerpo que la contenía a otro (672) cuerpo de mujer.
Esta misma Elena habría sido aquella por la cual los troyanos se habrían lanzado a la guerra. Por eso Stesícoro quedó privado de la vista, porque se atrevió a insultarla en sus versos; pero más tarde, habiéndose arrepentido escribió las palinodias, en las cuales le rindió tributo, y por ello recobró la vista. Pasando así de cuerpo en cuerpo, nunca dejó de sufrir injurias, y por eso llegó a parar en el prostíbulo: ella sería la oveja perdida (Lc 15,6).
23,3. Por tal motivo él mismo habría venido a fin de, primeramente, tomarla para sí, y luego liberarla de sus cadenas, y para llevar la salvación a los hombres por medio de su gnosis. Pero, como los Angeles gobiernan mal el mundo, porque cada uno de ellos quiere ser el que manda, él habría venido para corregir las cosas y habría descendido en forma semejante a los Principados, Potestades y Angeles. No siendo un hombre, quiso aparecer como hombre entre los hombres, y así imaginan que él sufrió en Judea, cuando en realidad no padeció. También dijo que los Angeles constructores del mundo habrían inspirado a los profetas las profecías. Por eso quienes creían en Simón y Elena no debían preocuparse mucho de ellos ni poner en ellos su esperanza; sino, como hombres libres, podían hacer lo que quisieran; porque lo que salva a los hombres sería la gracia que él les concedía, y no las obras buenas. También enseñaba que no había obras buenas por naturaleza, sino sólo por algo exterior a ellas: los Angeles hacedores del mundo las habrían impuesto para sujetar a los hombres bajo su dominio por medio de los mandamientos. Por eso les prometía que destruiría el mundo y liberaría a aquellos que estaban bajo el dominio de sus fabricantes.
23,4. Sus místicos sacerdotes viven libidinosamente, hacen actos de magia, cada uno de ellos como puede. (673) Usan de encantos y exorcismos. También se ejercitan fervorosamente haciendo filtros, conjuros, interpretación de los sueños y todo tipo de prácticas semejantes. Asimismo conservan las estatuas, que se han fabricado para adorarlas, de Simón, a la que han dado la figura de Júpiter, y la de Elena como la imagen de Minerva. A sí mismos se denominan simonitas, tomando el nombre del padre de tan impía doctrina. De ellos sacó su origen la falsamente llamada gnosis, como es fácil conocer de sus mismas afirmaciones.
3.2. Menandro
23,5. Menandro fue su sucesor, de origen samaritano, que también aprendió la más elevada magia. El decía que la primera Potencia era desconocida para todos. El habría sido enviado desde los lugares invisibles como Salvador, para la salud de los hombres. Que los Angeles habrían hecho el mundo, los cuales, así como Simón, habrían sido emitidos por el Pensamiento. Que por la magia que él enseñaba, les concedía el poder para vencer a los Angeles que habían hecho el mundo. Que, por el simple hecho de ser bautizados en su nombre, sus discípulos resucitarían y ya no podrían morir, sino que se mantendrían siempre sin envejecer, siendo inmortales.
124 3.3. Saturnino
24,1. De éstos salieron Saturnino, originario de Antioquía (674) cerca de Dafnes, y Basílides. Uno en Siria y otro en Alejandría, ambos enseñaron doctrinas diversas. Saturnino, siguiendo a Menandro, enseñó que hay un solo Padre, de todos desconocido. Este hizo los Angeles, los Arcángeles, los Poderes y Potestades. Siete de los Angeles fabricaron el mundo y todo cuanto hay en él. El hombre sería hechura de los Angeles, pues se les habría manifestado de lo alto una Potestad suprema de brillante apariencia. Pero, no pudiendo ellos retenerla porque de inmediato se volvió a los lugares superiores, se dijeron uno al otro: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" (Gn 1,26). Una vez hecho éste, como su plasma no podía tenerse en pie, por la debilidad de los Angeles, sino que se arrastraba como un gusano, el Poder de lo alto tuvo misericordia de él porque había sido hecho a su semejanza; entonces envió una chispa de vida, que hizo al hombre enderezarse, ponerse en pie y vivir. Esta misma chispa de vida, una vez muerto el hombre, regresa a aquella que es de su misma naturaleza, mientras que el resto se disuelve en los elementos de los que ha sido sacado.
24,2. Enseñó que el Salvador no fue engendrado, es incorporal y sin figura, y que se dejó ver de los seres humanos sólo en apariencia. El Dios de los judíos sería uno de los Angeles. (675) Y como el Padre habría querido aniquilar a todos los Principados, el Cristo habría venido a destruir el Dios de los judíos, para salvar a los que creían en él: éstos son los que tienen una chispa de su vida. Dijo que los Angeles habrían plasmado dos razas de seres humanos, una malvada y otra buena. Y como los demonios prestaban su auxilio a los perversos, habría venido el Salvador para acabar con los hombres malvados y los demonios, y a salvar a los buenos. Añade que casarse y dar la vida serían obras inventadas por Satanás. Muchos de sus seguidores se abstienen de comer carne de animales, y engañan a bastantes hombres con su mal disimulada abstinencia. Los Angeles que hicieron el mundo serían los autores de unas profecías y Satanás lo sería de otras. Este último sería también un Angel, pero enemigo de los que fabricaron el mundo, y sobre todo del Dios de los judíos.
3.4. Basílides
24,3. Basílides, para parecer que había hallado cosas más verdaderas y profundas, extendió su doctrina al infinito. Según él, el Padre ingénito habría engendrado en primer lugar la Mente (Noûs), después de la Mente al Verbo, en seguida, del Verbo engendró la Prudencia (Phrónesis), de la Prudencia (676) a la Sabiduría y la Potencia, de la Sabiduría y la Potencia las Potestades, los Principados y los Angeles a los cuales llama "los primeros", y éstos han hecho el primer cielo. Luego otros han emanados de éstos, los cuales han hecho otro cielo semejante al primero. De modo semejante, del tercer cielo ha nacido el cuarto, y así sucesivamente: de igual manera se originaron otros Principados y otros Angeles, hasta completar trescientos sesenta y cinco cielos. Y por eso el año tiene tantos días cuantos son los cielos.
24,4. Los Angeles que habitan el cielo más bajo, que también nosotros podemos ver, han fabricado todas las cosas que hay en el mundo y se han repartido las partes de la tierra y las naciones que habitan en ella. Su jefe es el Angel que los judíos tienen por Dios. Y como éste quiso someter las demás naciones a sus hombres, es decir a los judíos, los demás Principados se levantaron contra él y lo atacaron. Por eso también las demás naciones se rebelaron contra la suya. El Padre ingénito (677) e inefable, viendo cómo se perdían, envió a la Mente, su Primogénito, llamado Cristo, para liberar a los que creían en él, del dominio de aquellos que hicieron el mundo. Apareció en la tierra entre los seres humanos e hizo milagros. Por eso, según dicen, no fue él quien padeció, sino un cierto Simón Cireneo, quien fue obligado a cargar por él la cruz (Mt 27,32). A éste habrían crucificado por error e ignorancia, pues (el Padre) le había cambiado su apariencia para que se pareciese a Jesús. Por su parte, Jesús cambió sus rasgos por los de Simón para reírse de ellos.
Como era una Potencia sin cuerpo y la Mente del Padre ingénito, podía transformarse a voluntad. Y de esta manera ascendió al Padre que lo había enviado, burlándose de ellos, los cuales no podían atraparlo porque era invisible. Quienes saben estas cosas, quedan liberados de los Principados hacedores del mundo. Por eso no debemos creer en el que fue crucificado, sino en aquel que vino a vivir entre los seres humanos bajo forma de hombre, al que imaginaron haber crucificado; es decir, en Jesús, el enviado del Padre para que por medio de esta Economía destruyese las obras de los que habían hecho el mundo. Si alguien profesa su fe en el crucificado, (678) todavía es esclavo y se mantiene bajo el poder de los que fabricaron los cuerpos. En cambio quien lo niega (al crucificado), queda liberado de estos (Angeles) porque conoce la Economía del Padre ingénito.
24,5. Sólo las almas pueden salvarse, porque los cuerpos son por naturaleza corruptibles. Dice que las profecías mismas son hechura de los Principados fabricantes del mundo; mas la Ley proviene del jefe de todos ellos, que sacó al pueblo de la tierra de Egipto. Se han de menospreciar los idolotitos (130) y tenerlos por sin valor, y por eso pueden comerlos sin preocuparse; así como pueden gozar haciendo indiferentemente todo tipo de acciones, incluso deleitarse con todo tipo de placeres.
Sus seguidores también se dedican a la magia, por medio de gestos, encantamientos, invocaciones y toda clase de prácticas afines. Inventan nombres para los Angeles, y enseñan cuáles viven en el primer cielo, cuáles en el segundo, etc. etc. Además se ponen a explicar los nombres de los Principados, Angeles y Potestades de los trescientos sesenta y cinco cielos. Con este sistema dicen que el nombre con el cual el Salvador descendió y volvió a subir es Caulacau.
(679) 24,6. Quienes aprendan todas estas cosas y lleguen a conocer a todos los Angeles y sus orígenes, se harán invisibles e incomprensibles para todos los Angeles y Potestades, tal como lo fue Caulacau. Y así como el Hijo es para todos desconocido, así también nadie podrá reconocerlos; pero como ellos conocen a todos (los Angeles), pasarán por sobre su dominio invisibles y desconocidos. Por eso dicen: "Tú conócelos a todos, pero que ninguno te conozca". Por este motivo, quienes sostienen esta doctrina están dispuestos a renegar (de la fe); más aún, no pueden soportar ningún sufrimiento por el Nombre de aquellos (Eones) de quienes se sienten iguales. Y no son muchos los que son capaces de conocer todas estas cosas: a lo más uno sobre mil o dos sobre varios millares. Dicen que ya no hay judíos, y que aún no hay cristianos. Sus seguidores no deben en absoluto revelar sus misterios, sino mantenerlos secretos por medio del silencio.
24,7. Determinan las posiciones de los trescientos sesenta y cinco cielos, como si fueran matemáticos. A éstos les roban sus teoremas para, adaptándolos, transladarlos a los detalles de sus doctrinas. (680) El jefe de todos se llama Abraxas, el cual se ha puesto este nombre porque dice ser suyo el número trescientos sesenta y cinco.
(130) Es decir, las carnes inmoladas a los ídolos.
125 3.5. Carpócrates
25,1. Carpócrates y sus seguidores dicen que el mundo y cuanto contiene fue hecho por Angeles muy inferiores al Padre ingénito. Jesús nació de José, y en todo era semejante al resto de los hombres. Los superaba sólo porque su alma, siendo recta y pura, recordaba todas las cosas que había visto, en el entorno del Dios ingénito (131); por tal motivo éste le habría infundido un poder para que pudiera escapar de los hacedores del mundo y para que, pasando a través de todos ellos, una vez liberada volviera a ascender hasta él. Lo mismo sucedería a las almas que lo siguieron y se hicieron sus semejantes. Dicen también que el alma de Jesús, (681) aunque fue educada en las costumbres de los judíos, sin embargo los despreció, y por eso recibió poder para destruir los sufrimientos de los hombres que se les habían impuesto como castigo (132).
25,2. De manera semejante, el alma que, a semejanza de Jesús, puede despreciar las Potestades de este mundo, también recibirá el poder para realizar las mismas acciones. Por eso se alzaron con tan gran soberbia, que algunos presumieron de ser Jesús; otros, de ser en algunas cosas o en ciertos aspectos incluso más poderosos; o se sienten superiores a sus discípulos Pedro, Pablo y los demás Apóstoles. Más aún, de no ser en nada inferiores a Jesús. Porque sus almas han provenido del mismo lugar y, por tal motivo, de igual manera desprecian a los hacedores del mundo, y por lo tanto tienen los mismos poderes y han de volver al mismo lugar. Y si alguno desprecia las cosas de este mundo más que Jesús, podrá llegar a ser superior a él.
25,3. También practican la magia, encantamientos, usan filtros, espiritismo, echan suertes, interpretan los sueños, y todas las demás acciones malignas. (682) Dicen tener el poder de dominar a las Potestades y a los hacedores de este mundo, y no sólo a ellos, sino también todas las cosas que en él fueron creadas. Satanás los ha enviado para calumniar a la Iglesia ante las naciones, porque éstas, escuchando a unos decir unas cosas y a otros otras, y pensando que todos (los cristianos) somos iguales, cierran sus oídos a la predicación de la verdad; e igualmente, viendo cómo se comportan ellos, nos insultan a todos, aunque no estamos en comunión con ellos ni en la doctrina, ni en la conducta, ni en la manera de actuar de cada día. Porque ellos abusan de nuestro nombre (cristiano) para cubrir con malicia su lujuria y su doctrina (1P 2,16). Por eso "su condenación será justa" (Rm 3,8), y recibirán de Dios la justa paga de sus obras.
25,4. Y han caído en tan grande locura, que presumen tener la licencia de cometer todas las acciones impías e irreverentes. Porque las cosas buenas y malas no son, dicen ellos, sino opiniones humanas. Las almas deben transmigrar de cuerpo en cuerpo, para experimentar toda clase de vidas (683) y de acciones -a menos que uno haga todas estas cosas de una vez durante una sola venida, no sólo aquellas que no nos es permitido oír o decir, sino también aquellas que ni siquiera nos vienen a la mente; incluso aquellas que ni siquiera se puede creer que se hagan en nuestra civilización-. Y todo eso para que, según dicen sus escritos, su alma, al salir (de este mundo) haya experimentado todos los modos de vivir, de manera que ninguno le falte; es decir, deben hacerlo todo, no sea que, si su libertad no se hubiese ejercitado en alguna, deba volver a un cuerpo.
A este propósito Jesús habría dicho esta parábola: "Cuando tu adversario va en camino contigo, busca la manera de librarte de él, no vaya a ser que te entregue al juez, el juez al alguacil, y éste te mande a la cárcel. En verdad te digo, no saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo" (Lc 12,58-59 Mt 5,25-26). Y dicen que el adversario es uno de los Angeles del mundo, a quien llaman el diablo, porque habría sido creado para conducir las almas que mueren, de este mundo al Principado. Y añaden que éste es el primero entre los fabricantes del mundo, (684) el cual entrega al alma a otro Angel servidor suyo, para que las introduzca en otros cuerpos; porque, dicen ellos, el cuerpo es la prisión: "No saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo". Ellos interpretan que nadie podrá escapar del dominio de los Angeles que fabricaron el mundo, sino que deberá transmigrar de cuerpo en cuerpo, hasta que haya realizado todo lo que se puede hacer en este mundo. Y sólo cuando nada le falte podrá el alma ya liberada elevarse al Dios que está sobre todos los Angeles hacedores del mundo. De este modo se salvarán todas las almas, tanto las que durante una sola venida se hayan preocupado por enredarse en todas las acciones posibles, como aquellas que hayan transmigrado o hayan sido metidas de cuerpo en cuerpo, hasta que, sea cual fuese su tipo de vida, hayan pagado todo lo que debían. Entonces serán liberadas, para que no tengan que vivir en un cuerpo.
25,5. Yo no creo que de hecho se cometan entre ellos todo tipo de acciones irreligiosas, injustas y prohibidas. (685) Sin embargo, así se encuentra estampado en sus escritos y así lo predican, diciendo que Jesús habría enseñado a sus discípulos cosas secretas, y les habría pedido que se las transmitieran sólo a los que fuesen dignos y estuvieran abiertos a acogerlas. Porque nos salvamos sólo por la fe y la caridad; todo el resto es indiferente, pues que unas cosas sean buenas y otras se llamen malas, es asunto de opinión humana, ya que nada es malo por naturaleza.
25,6. Algunos de ellos llegan a marcar a fuego una señal a sus discípulos, en la parte posterior derecha de la oreja. Marcelina vino en nombre de ellos a Roma, en tiempo de Aniceto, y trayendo esta doctrina fue la perdición de muchas personas. Ellos se llaman a sí mismos los gnósticos. Tienen algunas imágenes pintadas y otras fabricadas de diversos materiales, y andan diciendo que Pilato habría mandado hacer ese retrato de Cristo cuando Jesús vivió entre los seres humanos. Coronan estas imágenes y las ponen al lado de las de los filósofos de este mundo, (686) es decir con las de Pitágoras, Platón, Aristóteles y otros, y les rinden los mismos honores que acostumbran los paganos.
(131) Para ellos las almas preexistían, siendo chispas divinas, en el mundo superior. Una vez encerradas en los cuerpos como en una cárcel, olvidarían lo que habían visto. El alma de Jesús era especial porque podía recordarlo.
(132) Carpócrates y sus discípulos proyectan en Jesús su teoría de la salvación: liberarse del dominio de los Angeles hacedores de este mundo y de la ley que ellos (en primer lugar el Dios de los judíos) impusieron a los seres humanos. Despreciándolos, Jesús se había mostrado superior. De este modo justificaban su libertinaje en asuntos morales, que S. Ireneo describe en seguida. Velado inicio de su refutación (más completa en el libro II): ellos no creen en Jesús, sino que acomodan su doctrina sobre él, subordinándola a su conducta.
126 3.6. Cerinto
26,1. Un tal Cerinto, en Asia, enseñó que el mundo no fue hecho por el primer Dios, sino por una Potestad muy separada y distante del primer Ser (Authentía) que está sobre todo, y que no conocía al Dios que está sobre todas las cosas. También hipotizó que Jesús no ha nacido de una Virgen (pues le parecía imposible), sino que fue hijo de José y María de modo semejante a todos los demás hombres, y era superior a todos en justicia, poder y sabiduría. Y después del bautismo, desde el primer Ser que está sobre todo, el Cristo descendió sobre él en forma de paloma, y desde ese momento anunció al Padre desconocido y realizó los milagros; y al final el Cristo de nuevo se retiró de Jesús, y Jesús sufrió y resucitó, pero el Cristo continuó impasible, pues existía como un ser pneumático.
3.7. Ebionitas
26,2. Los que se llaman ebionitas confiesan que el mundo fue hecho por Dios, pero respecto al Señor enseñan los mismos mitos que Cerinto y Carpócrates (133). Usan sólo (687) el Evangelio según Mateo, y rechazan al Apóstol Pablo pues lo llaman apóstata de la Ley. Exponen con minucia las profecías; y se circuncidan y perseveran en las costumbres según la Ley y en el modo de vivir judío, de modo que adoran a Jerusalén como si fuese la casa de Dios.
3.8. Nicolaítas
26,3. Los nicolaítas tienen como maestro a un cierto Nicolás, uno de los primeros siete diáconos ordenados por los Apóstoles (Ac 6,5-6). Estos viven laxamente. El Apocalipsis de Juan expone ampliamente quiénes son. Enseñan que no hay dificultad alguna en fornicar y en el comer las carnes ofrecidas a los dioses (Ap 2,14-15). Por eso dice de ellos la Palabra: "Tienes en tu favor haber odiado las acciones de los nicolaítas que yo también odio" (Ap 2,6).
(133) Es decir, Jesús es sólo un ser humano nacido de José y María. Sobre él (por ser justo) descendió el Espíritu Santo en el bautismo. Sin embargo, los ebionitas no son de origen gnóstico sino judeo-cristiano. Fieles a la Ley de Moisés, desprecian la doctrina de Pablo.
127 3.9. Cerdón
27.1. Un cierto Cerdón, tomando su punto de partida de los seguidores de Simón, vivió en Roma en tiempo de Higinio, el noveno en el episcopado desde los Apóstoles (134). Enseñó que el Dios anunciado por la Ley y los profetas no era el Padre de nuestro Señor Jesucristo; (688) porque a éste lo conocemos, mientras el primero es desconocido; el primero es justo, el segundo bueno.
3.10. Marción
27,2. Marción, del Ponto, lo sucedió, amplió su doctrina blasfemando de modo desvergonzado que aquel que anunciaron la Ley y los profetas era el Dios creador de los males, que se complacía en guerras; era inconstante en sus opiniones y también se contradecía a sí mismo. Dijo que Jesús había venido a la Judea de parte de aquel Padre que está por sobre el Dios fabricador del mundo, en tiempos del gobierno de Poncio Pilato, que fue procurador de Tiberio César; y que se manifestó en forma humana a los judíos de entonces, para destruir la Ley y los profetas y todas aquellas obras del Dios que hizo el mundo, al cual llamaba Cosmocreador. Además recortó al Evangelio según Lucas quitándole todas las cosas escritas sobre la generación del Señor, y arrancando, de la doctrina que el Señor predicó, muchas partes en las que el Señor manifiestamente confiesa Padre suyo al Creador del universo, y convenció a sus discípulos de que él es más veraz que aquellos Apóstoles que nos transmitieron los Evangelios, y les habían legado no el Evangelio sino una partecilla del Evangelio. Igualmente recortó de las cartas del apóstol Pablo, todo aquello en lo cual el Apóstol habla abiertamente sobre que el Dios que hizo el mundo es el mismo Padre de nuestro Señor Jesucristo, (689) y todo aquello en lo cual el Apóstol recuerda a los profetas que preanuncian el adviento del Señor.
27,3. Dijo que habrá salvación sólo para las almas que hayan enseñando su doctrina; pero al cuerpo, como fue tomado de la tierra, le es imposible participar de la salvación. A su blasfemia contra Dios aún añade, recibiendo del diablo la palabra y diciendo todo lo contrario a la verdad: Dios salvó a Caín y a todos los que le son semejantes, y a los sodomitas y a los egipcios y a sus semejantes, y a todos los paganos que vivieron mezclados a todo género de malignidad, cuando descendió a los infiernos, porque ellos acudieron a él, y así los llevó a su reino; en cambio -proclamó la serpiente que habitaba en Marción-, Abel, Enoch, Noé y los demás justos y los que tienen parte con el patriarca Abraham, con todos los profetas y aquellos que agradaron a Dios, no tienen parte en la salvación. Porque, dijo él, sabían que su Dios siempre los estaba tentando, y aunque sospecharon que aquél los tentaba, no acudieron a Jesús ni creyeron en su anuncio: y por eso, dijo, sus almas siguieron en los infiernos.
27,4. Pero a éste mismo, siendo el único que se ha atrevido a mutilar manifiestamente las Escrituras y a atacar impúdicamente a Dios más que los demás, le contraatacaremos arguyendo con sus mismos escritos y con los discursos del Señor y del Apóstol que Marción ha conservado y que él mismo utiliza, para deshacerlo con la ayuda divina. Por ahora era necesario recordarlo para que sepas que todos aquellos que en cualquier manera adulteran la verdad y lesionan la predicación de la Iglesia, son discípulos y sucesores de Simón el mago samaritano. Aunque no usan el nombre de su maestro para seducir a los demás, sin embargo enseñan su doctrina: profieren el nombre de Jesucristo como un cebo, pero introducen de muchas maneras la impiedad de Simón, dañando a muchos; usan este santo Nombre para difundir su doctrina, y por la dulzura y honor del Nombre (Jc 2,7) les administran el amargo y maligno veneno de la serpiente príncipe de la apostasía.
(134) El noveno contando también a Pedro; porque en realidad Higinio fue su octavo sucesor (ver III, 4,3). (Regresar
128
(690) 28,1. A partir de éstos de que he hablado, ya se han fabricado muchos engendros de herejías, por este motivo: muchos de ellos, más aún todos ellos, quieren ser maestros y así se separan de la herejía en la que estaban, e insisten en enseñar otros dogmas a partir de otras opiniones, componiendo luego otras nuevas a partir de las otras para poder proclamarse inventores de cualquier opinión que les agrada.
Pongamos un ejemplo: a partir de Saturnino y Marción nacieron los Continentes (Enkrateîs o Encratitas), los cuales predican la abstinencia del matrimonio, destruyendo el plan de Dios sobre su antiguo plasma, al que de modo indirecto acusan de haberlo hecho hombre y mujer para engendrar seres humanos (Gn 1,27-28); introdujeron la abstinencia de todo lo que ellos llaman animal, haciéndose de esta manera ingratos a Dios que hizo todas las cosas. También niegan la salvación del primer hombre plasmado: este es un nuevo invento de su grupo. Taciano fue el primero al que se le ocurrió esta blasfemia. Este fue discípulo de Justino, pero mientras estuvo con él, no anduvo con estas teorías. Mas después que el maestro sufrió el martirio, aquél se separó de la Iglesia y, presumiendo con orgullo de haber sido discípulo de tal maestro, se sentía superior a los demás, y por ello inventó una doctrina con sus propios rasgos. (691) Al igual que los valentinianos predica la fábula de los Eones invisibles, y así como lo hacían Saturnino y Marción, denuncia el matrimonio como fornicación y corrupción. Y añade que Adán no pudo salvarse.
28,2. Otros, en cambio, han salido de los grupos de Basílides y Carpócrates. Predican el amor libre y la poligamia, se sienten libres para comer los idolotitos, porque dicen que Dios no se ocupa de esas cosas. ¿Y qué más decir? Son innumerables aquellos que de un modo y otro se han apartado de la verdad (2Tm 2,18).
129 4.1. Los más propiamente llamados gnósticos
4.1.1. Barbeliotas
29,1. Además de los simonianos, de los que hemos tratado, surgió una multitud de Gnósticos (135) que se multiplicaron como hongos, cuyas doctrinas principales exponemos.
Algunos de ellos hablan de un Eón que nunca envejece, y que vive en un Espíritu virginal, al cual llaman Barbelo (136): en él radica el Padre innombrable. Este decidió revelarse a Barbelo. (692) Entonces el Pensamiento apareció para ponerse delante y pedirle el Preconocimiento (Prognosis). Habiendo también aparecido el Preconocimiento, a petición de ambos surgió la Incorrupción (Aphtharsía), y tras ella la Vida eterna. Barbelo se envaneció en estos frutos, y contemplando la Grandeza y deleitándose en su presencia, engendró la Luz semejante a sí. Dicen que este fue el principio de la iluminación y de toda generación. Como el Padre vio esta Luz, la ungió con su bondad para hacerla perfecta: éste, según ellos, es el Cristo. Este a su vez, según sus teorías, pidió que se le diera la Mente como un auxilio: así surgió la Mente. Además de ellos, el Padre emitió el Verbo. Después se unieron en matrimonio el Pensamiento y el Verbo, la Incorrupción y el Cristo, la Vida eterna y la Voluntad (Thélema), y por último la Mente y el Preconocimiento. Todos ellos alababan a la gran Luz y a Barbelo.
29,2. Más tarde, la Mente y el Verbo emitieron el Autoengendrado (Autogenè), según la imagen de la gran Luz: éste, según dicen, era muy honrado por todos los seres que le estaban sujetos. También emitieron junto con él la Verdad (Alétheia), y se celebró el matrimonio entre el Autoengendrado y la Verdad. De la Luz que es el Cristo y la Incorrupción procedieron cuatro luminarias para que estuviesen al servicio del Autoengendrado. Así como la Voluntad y la Vida eterna brotaron cuatro emisiones al servicio de las luminarias, a las que llamaron Gracia (Cháris), Decisión (Thélesis), Conciencia (Synesis) y Prudencia (Phrónesis). La Gracia fue señalada como ayudante a la primer luminaria; ésta es el Salvador, a quien llaman Armozel. (693) La Decisión al segundo, al que llaman Raguhel. La Conciencia al tercero, al que llaman David. La Prudencia al cuarto, al que llaman Eleleth.
29,3. Una vez establecido este orden, el Autoengendrado emitió al Hombre perfecto y verdadero al que llaman Adamante, porque ni él ni sus progenitores fueron domados. Luego lo separaron de Armozel, junto con la Luz. El Autoengendrado emitió junto con el Hombre la gnosis perfecta, la cual se le unió: por eso dicen que conoció a aquel que está sobre todas las cosas; y el Espíritu virginal le concedió igualmente una fuerza invencible. Y descansando después de esto, todas las cosas alabaron al Grande Eón. Entonces se manifestaron la Madre, el Padre y el Hijo. Del Hombre y la Gnosis nació un árbol al que también llaman Gnosis.
29,4. Enseñan que en seguida el Angel que está de pie junto al Unigénito emitió el Espíritu Santo, al que también llaman Sabiduría y Prúnico (137). Esta vio que todos los demás tenían su cónyuge, pero ella no lo tenía. Entonces buscó a alguien con quien unirse en matrimonio. Pero como no encontró, se enloqueció y se volvió hacia las regiones inferiores, pensando que allí encontraría un marido. (694) Pero, como tampoco lo halló, se consumió de tristeza porque se había exiliado sin el beneplácito del Padre. Más tarde, empujada por la simplicidad y la bondad, engendró una obra mezclada de Ignorancia y Presunción: éste es el Protoprincipio, el que fue el Hacedor de toda la creación en este mundo.
Cuentan que una gran Potencia lo alejó de su Madre, y lo apartó de ella echándolo a las regiones inferiores. Entonces hizo el firmamento, en el cual habita. Siendo él Ignorancia, hizo las Potestades y Angeles que están bajo su dominio, así como los firmamentos y todas las cosas de la tierra. En seguida, según dicen, se unió a la Presunción (Authadía) y engendró la Maldad (Kakía), el Celo (Dzélum), la Envidia (Phthónos), la Discordia (Éris) y el Deseo (Epithymía). Una vez que hubo engendrado a éstos, la Madre Sabiduría huyó llena de tristeza y se refugió en las alturas: así se completó la Ogdóada inferior. Una vez que ella se hubo retirado, él (138) se creyó el único, y por eso dijo: "Yo soy el Dios celoso, y fuera de mí no hay otro" (Ex 20,5 Is 45,5-6 Is 46,9). Estas son sus mentiras.
(135) En sentido amplio se llaman gnósticos (en general) los miembros de innumerables sectas de orígenes más o menos comunes y de doctrinas semejantes. Pero en sentido más estricto S. Ireneo llama Gnósticos a dos grupos más definidos: los Barbeliotas y los Ofitas, cuyas doctrinas describe en los nn. 29 y 30 (ver I, 11,1).
(136) Nótese el "matrimonio" del que tienen origen todos los Eones y las cosas: el elemento masculino, que es "el Eón que nunca envejece", el Padre innombrable", y el elemento femenino, el que llaman Barbelo o "el Espíritu virginal".
(137) Proúnikos (o proúneikos) significa lasciva. Se da este mote a la Sabiduría inferior, arrojada del Pléroma, que por pasión dio origen al mundo de la materia. De ahí que todos los seres materiales sean producto del desecho.
(138) Es decir, el Protoprincipio Hacedor de todas las cosas inferiores.
130 4.1.2. Ofitas
30,1. Otros más cuentan la prodigiosa narración de que en la potencia del Abismo hubo una Luz primera, dichosa, incorruptible e infinita, (696) que fue el Padre de todas las cosas, al que llaman el Primer Hombre. De él nació el Pensamiento como hijo suyo: éste es el Hijo del Hombre, es decir el Segundo Hombre. Sobre éstos está el Espíritu Santo, y sobre este Espíritu de lo alto se hallan separados los elementos agua, tinieblas, abismo y caos. Y dicen que el Espíritu vuela sobre éstos (Gn 1,2), al que llaman Primera Mujer. En seguida, según dicen, el Primer Hombre se regocijó con su Hijo al ver la hermosura del Espíritu, es decir de la Mujer, y habiéndola iluminado, de ella engendró la Luz incorruptible, y al Tercer Hombre, al que llaman Cristo, hijo del Primero y del Segundo Hombre, unidos al Espíritu Santo que es la Primera Mujer.
30,2. Entonces el Padre y el Hijo se copularon con la Mujer, a la que por ello llaman Madre de los vivientes (Gn 3,20), y dicen que ella fue incapaz de soportar y contener la grandeza de la Luz, la cual se derramó a borbotones por el lado izquierdo. De esta manera quedó sólo el hijo de ellos, el Cristo, que es del lado derecho: elevado a las alturas, junto con su Madre fue arrebatado de inmediato hacia el Eón Incorruptible. Esta es la verdadera y santa Iglesia, que es la llamada (139) para la unión del Padre universal con el Primer Hombre, y el Hijo, Segundo Hombre, y el Cristo, hijo de éstos y de la Mujer de la que acabamos de hablar.
30,3. La Potencia que brotó de la Mujer tenía el jugo de la Luz. Abandonando él a sus Padres se lanzó a las regiones de abajo, por su propia voluntad, llevándose el jugo de la Luz (140). Se le llama la Izquierda o Prúnico, la Sabiduría o el Masculino-Femenino. Descendió a las aguas inmóviles y las puso en movimiento, sumergiéndose vanidosamente hasta lo más hondo, y de las aguas tomó un cuerpo. Porque, dicen ellos, todas las cosas acudieron a su jugo de la Luz, se unieron a ella y la rodearon; y si no lo hubiera tenido, sin duda la materia se la habría tragado y engullido.
Cuando ella estaba ya atada a este cuerpo de materia muy pesada, al fin volvió en sí misma y trató de escapar de las aguas para volver a su Madre, pero no pudo lograrlo a causa de la pesantez del cuerpo que la tenía prisionera. Se sintió ella muy mal porque imaginaba que debía esconder la luz superior, pues temía que los elementos inferiores la lastimaran como habían hecho con ella. Y como recibió una fuerza que provenía de la humedad de la luz que ella llevaba, pudo escapar y fue elevada a las alturas. Una vez llevada a lo alto, ella desplegó este cielo visible, sacándolo de su cuerpo, y permaneció bajo el cielo que había hecho, llevando todavía la forma del cuerpo hecho de agua. Pero habiendo experimentado el deseo de la luz superior, recobró la fuerza, se despojó del cuerpo y se libró de él. De este cuerpo se despojó ella, a la que llaman Mujer salida de la Mujer (141).
30,4. Su hijo recibió de la Madre como herencia un soplo de incorrupción que ella le había dejado, con el cual podía actuar. Y, hecho poderoso, él mismo emitió, como dicen, un hijo que salió sin madre de las aguas; porque, según ellos, no conoció a la Madre. Y este hijo, imitando a su Padre, a su vez engendró a un hijo. El tercero engendró a un cuarto, éste a su vez engendró a otro hijo, el quinto engendró el sexto, y el sexto engendró el séptimo. Así se completó la Semana (142), quedando para la Madre el lugar octavo. Y como entre ellos existe una graduación de origen, también la hay de dignidad y potencia por la cual unos tienen precedencia sobre otros.
(697) 30,5. A este engendro le pusieron nombres extravagantes: pues llaman al primogénito de la Madre, Jaldabaoth; al segundo, nacido de éste, Jao; de éste nació Sabaoth, en cuarto lugar Adonai, en quinto Elohim, en sexto Hor, en séptimo y último Astafé. Estos Cielos, Potencias, Angeles y Creadores están sentados en el cielo según el orden de su nacimiento, son invisibles, gobiernan todos los seres celestes y terrestres. El mayor de ellos, Jaldabaoth, por desprecio a su Madre y sin su permiso engendró hijos y nietos, que son los Angeles, Arcángeles, Poderes, Potestades y Dominaciones. Estos, apenas nacidos, se volvieron contra su Padre para disputarle el gobierno. Por eso Jaldabaoth se entristeció y desesperó, contempló la hez de la materia que se hallaba debajo, y sintió una fuerte concupiscencia de ella. Dicen que de esa pasión nació un hijo, que es la Mente, retorcida en forma de serpiente, y de ésta el espíritu, el alma y todas las cosas del mundo; también engendró ésta el Olvido, la Maldad, los Celos, la Envidia y la Muerte. Esta Mente retorcida en forma de serpiente con su tortuosidad habría pervertido al Padre cuando estaba con el Padre de todos ellos en el cielo y en el paraíso.
30,6. Por eso Jaldabaoth, lleno de entusiasmo y gloriándose de todos aquellos seres que le estaban sometidos, dijo: (698) "Yo soy el Dios y Padre, y sobre mí no hay ningún otro" (Is 45,5-6 Is 46,9). Y la Madre, al oírlo, exclamo: "No mientas, Jaldabaoth, pues sobre ti está el Padre de todas las cosas o Primer Hombre, y el Hombre Hijo del Hombre". Todos se perturbaron al escuchar esta nueva voz y esta exclamación inesperada, y se preguntaban de dónde había salido ese sonido. Entonces Jaldabaoth, para llamarles la atención y atraerlos hacia sí, les dijo: "Venid, hagamos al hombre según la imagen" (143) (Gn 1,26). Seis Potencias que lo oyeron, habiéndoles la Madre inspirado la idea del hombre para liberarlas de la Potencia suprema, se reunieron para formar al hombre dotado de una inmensa longitud y anchura. Pero como éste sólo podía arrastrarse, ellas lo llevaron a su Padre. La Sabiduría entretanto se puso a la obra para arrancarle (a Jaldabaoth) el jugo de la Luz, a fin de que con su poder no se levantara contra los seres superiores. Mas éste, dicen ellos, soplando en el hombre el espíritu de vida (Gn 2,7), perdió el poder sin darse cuenta; de ahí sacó el hombre su mente y su deseo. Estos dos elementos, según ellos enseñan, son los únicos que se salvan, y al punto le dan gracias al Primer Hombre, sin preocuparse más de los primeros Hacedores.
30,7. Entonces, lleno de celos Jaldabaoth pretendió perder al hombre por medio de la mujer, y usando del Deseo atrajo a ésta: Prúnico se apoderó de ella, que quedó privada de su fuerza. Los demás Eones se congregaron para admirar su belleza, y la llamaron Eva. Y deseando engendrar hijos de ella, los llamaron Angeles. (699) La Madre de ellos, usando la astucia de la Serpiente, sedujo a Eva y a Adán para que transgredieran el mandato de Jaldabaoth. Eva, imaginando escuchar al Hijo de Dios, fácilmente creyó y persuadió a Adán a comer del árbol del que Dios les había dicho no debían comer. Y en el momento en que comieron, conocieron (Gn 2,7), según dicen, la Potencia que está sobre todas las cosas, y se liberaron de aquellas que los habían creado. Prúnico, al ver que su propio plasma los había vencido, se alegró inmensamente; y exclamó que, existiendo ya un Padre incorruptible, Jaldabaoth se había engañado al llamarse a sí mismo Padre; y como ya existía el Hombre y la Primera Mujer, había pecado al haber hecho una imagen corrompida (144).
30,8. Jaldabaoth, por culpa del Olvido que lo rodeaba, no puso atención al error, y echó del Paraíso a Adán y Eva, porque habían transgredido su mandato. Pues de Eva quería engendrar hijos, pero no pudo lograrlo, porque su Madre en todo se le oponía; y, obrando de forma solapada liberó a Adán y a Eva del jugo de la Luz, a fin de que ya no recayera la maldición ni el oprobio sobre aquel espíritu nacido del Poder Supremo. De esta manera, privados de la substancia divina, (Jaldabaoth) los maldijo y los echó del cielo a este mundo. También el Padre arrojó al mundo a la serpiente que había actuado contra él. Pero atrapó bajo su poder a los Angeles que están en el mundo, y engendró seis hijos, y él quedó como el séptimo, para imitar la Semana que está ante el Padre. Estos, en su opinión, son los demonios del mundo, que siempre se oponen y atacan al género humano, porque por culpa de ellos su padre fue echado a lo más bajo.
30,9. En un principio Adán y Eva tuvieron cuerpos ligeros, luminosos y espirituales, tal como fueron plasmados; pero cuando Jaldabaoth vino (a la tierra), los transformó en opacos, gruesos y lentos. (700) Incluso hizo su alma disipada y lánguida, porque había recibido de su hacedor sólo un soplo mundano; hasta que Prúnico se compadeció de ellos y les devolvió el olor de suavidad que fluye del jugo de la Luz: gracias a éste ellos se hicieron conscientes y se dieron cuenta de que estaban desnudos (Gn 3,7), de que su cuerpo estaba hecho de materia y estaban destinados a la muerte; ellos se resignaron a sufrir y a estar revestidos del cuerpo por un tiempo; con la ayuda de la Sabiduría encontraron alimento, se saciaron, y así pudieron unirse carnalmente para engendrar a Caín.
Pero la odiosa serpiente arrojada (del paraíso) junto con sus hijos la arremetió contra él: llenándolo de ignorancia en el mundo, lo llenó de estupidez y atrevimiento, a tal punto que Caín asesinó a su hermano Abel: ésta es la primera vez que aparecieron la envidia y la muerte. Después de éstos por providencia de Prúnico engendraron a Set, y luego a Norea, los cuales, según dicen, engendraron una multitud de seres humanos. La Semana terrena impulsó a éstos a todo tipo de maldades, a separarse de la Semana Superior y santa, y a toda clase de idolatría que desprecia todas las cosas; y todo porque de modo invisible la Madre siempre les era contraria, porque quería arrebatarles lo que le pertenecía, o sea el jugo de la Luz. Ellos dicen que la Semana santa son las siete estrellas a las que llaman planetas; y también que la serpiente arrojada (de lo alto) se llama Miguel y Samahel.
30,10. Jaldabaoth quedó enojado con los hombres porque se negaban a adorarlo y a darle los honores de su Dios y Padre; por eso les envió el diluvio para acabar con todos. Pero de nuevo la Sabiduría vino en su auxilio (Sg 10,4) para salvar a aquellos que se habían refugiado en el arca con Noé, por medio de su jugo de la Luz; y de esta manera otra vez el mundo se fue llenando de seres humanos. Después de un tiempo, de entre éstos Jaldabaoth eligió a Abraham y le prometió en testamento que le daría la tierra en heredad si su descendencia se mantenía sujeto a su servicio. Más tarde por obra de Moisés (701) sacó de Egipto a los descendientes de Abraham, les dio la Ley y los convirtió en judíos. De entre éstos eligió siete dioses, a los que ellos llaman la santa Semana, y eligió para cada uno siete heraldos con la misión de darle gloria y proclamarlo Dios, para que los demás, al escuchar esta glorificación, sirvan a los dioses que los profetas anunciaron.
30,11. Se distribuyen los profetas de la siguiente manera: Moisés, Josué hijo de Nun, Amós y Habacuc son los de Jaldabaoth; Samuel, Natán, Jonás y Miqueas sirven a Jao; Elías, Joel y Zacarías anuncian a Sabaoth; Isaías, Ezequiel, Jeremías y Daniel pertenecen a Adonai; Tobías y Ageo hablan de Elohím; Miqueas y Naúm son los profetas de Hor; Esdras y Sofonías lo son de Astafé. Cada uno de éstos da gloria a su Dios y Padre. Incluso la Sabiduría, según ellos dicen, anunció por medio de ellos muchas cosas acerca del Primer Hombre, del Eón incorruptible y del Cristo Superior, para que advirtieran a los seres humanos y les mantuvieran la memoria de la Luz incorruptible, del Primer Hombre y del descenso del Cristo. Las Potestades quedaron atónitas ante la predicación de los profetas, admirando la novedad que anunciaban. Prúnico, por medio de Jaldabaoth, hizo emitir dos hombres, uno que salió de Isabel y otro de la Virgen María.
30,12. Y como ella (Prúnico) no hallaba descanso ni en el cielo ni en la tierra, llena de tristeza invocó a la Madre para que viniera en su auxilio. Entonces su Madre, la Primera Mujer, miró con compasión a su hija arrepentida y suplicó al Primer Hombre que enviara al Cristo para que la ayudase: éste descendió en seguida, enviado a su hermana (702) y al jugo de la Luz. Al saber que su hermano bajaba a ella, la Sabiduría de abajo anunció su venida por medio de Juan y dispuso el bautismo de penitencia; pero de antemano preparó a Jesús a fin de que, cuando el Cristo bajase, pudiese encontrar en él un vaso limpio y para que gracias a su hijo Jaldabaoth el Cristo la anunciase (145).
Este descendió a través de los siete cielos, según dicen, tomando una forma semejante a sus hijos, a quienes poco a poco les fue quitando su poder, porque acudió a él todo el jugo de la Luz. Cuando el Cristo bajó a este mundo, en primer lugar revistió a su hermana Sabiduría, y entonces ambos se llenaron de alegría, descansando el uno sobre el otro: ellos dicen que éstos son el esposo y la esposa (Mt 25,1 Jn 3,29). En cuanto a Jesús, puesto que fue engendrado de la Virgen por obra de Dios, fue el hombre más puro y justo de entre todos: sobre él descendió el Cristo unido a la Sabiduría, y de esta manera se formó Jesucristo.
30,13. Muchos de sus discípulos no supieron que el Cristo había descendido sobre él; pero apenas el Cristo descendió sobre Jesús, éste comenzó a realizar milagros y curaciones, a anunciar al Padre desconocido y a proclamarse el Hijo del Primer Hombre. Cuando esto oyeron, llenos de ira las Potestades y el Padre de Jesús hicieron todo lo posible por matarlo. Y cuando él se encaminaba a la muerte, dicen ellos que el Cristo junto con la Sabiduría se apartaron de él y se volvieron a elevar al Eón incorruptible, y así sólo Jesús fue crucificado. Pero no por ello el Cristo se olvidó de él, sino que le envió desde arriba un Poder para que lo resucitara en su cuerpo, que ellos llaman un cuerpo animal y espiritual, pero dejó lo mundano en el mundo. Cuando los discípulos vieron que había resucitado, no lo reconocieron, ni supieron en virtud de quién había resucitado de entre los muertos. (703) Y dicen que éste fue el peor error de los discípulos, porque pensaban que Jesús había resucitado en el cuerpo del mundo, sin saber que "la carne y la sangre no heredarán el Reino de Dios" (1Co 15,50) (146).
30,14. Y tratan de probar que el Cristo descendió y ascendió, esgrimiendo el hecho de que según dicen sus discípulos, Jesús no hizo ningún milagro ni antes de su bautismo ni después de haber resucitado de entre los muertos; pues ignoran que Jesús estaba unido al Cristo, el Eón incorruptible a la Semana, y confundieron el cuerpo del mundo con el animal. Después de la resurrección Jesús permaneció con los discípulos durante dieciocho meses, durante los cuales enseñó de manera que comprendiesen todas estas cosas evidentes a unos cuantos de entre sus discípulos, a los que juzgó más capaces de entender tan grandes misterios. Y después fue recibido en los cielos, donde Jesús se sentó a la derecha de su Padre Jaldabaoth, para recibir consigo, después de haber depuesto la carne mundana, a quienes lo conocieron. De esta manera se enriquece sin que lo advierta su Padre, el cual ni siquiera lo ve; de modo que, mientras Jesús más se enriquece de almas, más se empobrece su Padre al perderlas, quedando privado de su poder sobre las almas. Ya no tiene poder sobre las almas para enviarlas de nuevo al mundo, sino sólo sobre aquellas que son de su substancia, es decir las que nacieron de su soplo. La consumación final se realizará cuando todo el jugo del espíritu de Luz sea reunido y elevado al Eón de la incorrupción.
(139) En efecto, en griego la Iglesia (Ek-klesía) significa la llamada, la convocada.
(140) Muy difícil de traducir ikmáda toû photòs. Ikmáda puede ser la humedad, el rocío, el jugo. De alguna manera resuenan los ecos de Juan: "y la vida era la luz de los hombres" (Jn 1,4). La Mujer huye, pero en su lascivia (por eso Prúnico) se lleva consigo el jugo (o humedad) de la Luz: el origen de la vida.
(141) Se refiere a Prúnico, la Sabiduría inferior Madre de las cosas fuera del Pléroma (y por eso Mujer) que salió de la Primera Mujer (la Sabiduría superior), que es el Espíritu Santo. En cuanto a la frase en conjunto, resulta muy confusa en latín: "Corpus autem hoc exuisse dicunt eam, feminam a femina vocant", y no se conserva el griego para compararlo. He hecho la traducción en virtud de lo que sigue inmediatamente en n. 4: Prúnico se desprendió del Hijo y le dejó un soplo de incorrupción en herencia. Este hijo es Jaldabaot, el Demiurgo que luego dio origen a los Angeles y demás seres inferiores.
(142) La Ebdomas, es decir la "Septena".
(143) Acaba de hablar del Primer Hombre (es decir el Padre) y el Hombre Hijo del Hombre (Eones del Pléroma). Los demás hombres (terrenos) han sido hechos según la imagen de ellos. Por eso los gnósticos, que como pneumáticos son imágenes perfectas de ese Hombre del Pléroma (es decir el Primer Hombre), escapan a los Angeles y al Demiurgo de los seres terrenos.
(144) Su pecado original, pues, no es de Adán y Eva, sino de Jaldabaot, que los creó según una imagen adulterada del Hombre y la Mujer (el Espíritu Santo) primordiales.
(145) Es decir, gracias a que Cristo nació de Jaldabaoth, pero era un hombre lleno del jugo de la Luz y un "vaso limpio", pudo conocer a la Primera Mujer, la Sabiduría superior (el Espíritu Santo) para anunciarlo.
(146) Como los discípulos de Jesús no sabían que el Cristo había descendido sobre él, creyeron que se trataba de un hombre carnal. Por eso, cuando resucitó, no se dieron cuenta de que se les dejaba ver un ser pneumático. Por este motivo creyeron (y así lo predicaron) que había resucitado en la carne. Sólo unos cuantos de los discípulos entendieron la verdad de tan grande misterio, y así lo dieron a conocer a los iniciados (de quienes los gnósticos recibieron la verdadera doctrina)
4.1.3. Otras sectas afines
(704) 30,15. Estas son sus enseñanzas. De ellas nació la escuela de Valentín, una fiera de muchas cabezas como la hidra de Lerna. Algunos dicen que la misma Sabiduría se transformó en Serpiente: por eso se opuso al Hacedor de Adán y depositó en los seres humanos la gnosis, por lo cual, dicen, la Serpiente es la más sabia de todos los seres (Gn 3,1). La misma forma de nuestros intestinos, por los cuales pasa el alimento, retorcida como la Serpiente, prueba que llevamos escondida en la figura de la Serpiente la substancia que nos ha engendrado.
131 4.1.4. Cainitas
31,1. Otros dicen que Caín nació de una Potestad superior, y se profesan hermanos de Esaú, Coré, los sodomitas y todos sus semejantes. Por eso el Hacedor los atacó, pero a ninguno de ellos pudo hacerles mal. Pues la Sabiduría tomaba para sí misma lo que de ellos había nacido de ella. Y dicen que Judas el traidor fue el único que conoció todas estas cosas exactamente, porque sólo él entre todos conoció la verdad para llevar a cabo el misterio de la traición, por la cual quedaron destruidos todos los seres terrenos y celestiales. Para ello muestran un libro de su invención, que llaman el Evangelio de Judas.
31,2. He recogido sus escritos en los cuales nos incitan a destruir la obra de Histera: (705) así llaman al Hacedor del cielo y de la tierra. Y nadie puede salvarse si no experimenta todas las cosas, así como enseñó Carpócrates. Y que un Angel está ayudando a los seres humanos cuando cometen cualquier acto torpe y pecaminoso, el cual hace llevar a cabo toda acción atrevida e impura, de modo que este Angel es el responsable de todas estas obras, como ellos lo invocan: "Oh tú, Angel, yo cumplo tu acción; oh tú, Potestad, yo llevo a cabo tu obra". Y dicen que en esto consiste la gnosis perfecta: entregarse sin vergüenza alguna a tales acciones, cuyo nombre ni siquiera es lícito pronunciar.
Conclusión
31,3. De estos padres, madres y antepasados han salido los seguidores de Valentín, como ellos mismos lo descubren en sus reglas y doctrinas. Era necesario claramente descubrir sus dogmas para arrancarlos de en medio. Ojalá que algunos de ellos se conviertan y, haciendo penitencia, se vuelvan al único Dios Creador y Hacedor del universo para que puedan salvarse. Y que los demás dejen de desviarse atraídos por su malvada manera de persuadir, que presenta estas cosas con visos de verdad, haciéndolos imaginar que tendrán un conocimiento mayor y más elevado, y que descubrirán los misterios. Si éstos aprenden bien de nosotros lo que aquéllos enseñan mal, se reirán de sus doctrinas y tendrán compasión de aquellos que, dejándose todavía arrastrar por tan miserables e incongruentes fábulas, han asumido aires de orgullo, juzgándose mejores que los demás por haber adquirido tal gnosis, que más valdría llamar ignorancia. Lo que hemos hecho es quitarles la máscara: dar a conocer sus verdaderas enseñanzas es ya una victoria sobre ellos.
(706) 31,4. Por eso nos hemos esforzado por exponer a los cuatro vientos todo el cuerpo mal armado de esta zorra, para que todos lo conozcan: después de esto ya no necesitamos muchos argumentos para echar por tierra una doctrina, una vez que queda patente a todos. Cuando se esconde en el bosque una fiera, desde donde ataca y lanza sus ataques, lo mejor es limpiar el bosque y desnudarlo, de modo que deje la fiera expuesta a la vista, y así ya no sea difícil cazarla, al darse cuenta de qué tipo de fiera se trata. De esta manera será posible observarla, cuidarse de sus ataques, tirarle flechas de diversas partes, herirla y acabar con esa bestia devastadora. Así hemos procedido nosotros: una vez que exponemos a clara luz sus misterios escondidos y ocultos en el silencio, ya no serán necesarios muchos argumentos para destruir su doctrina. Tú mismo y quienes viven contigo serán capaces de ejercitarse en derrocar sus perversas y mal fundadas enseñanzas, mostrando que no están de acuerdo con la verdad.
Una vez que hemos llegado a este punto, como he prometido, en cuanto dé nuestra capacidad emprenderemos su refutación en el siguiente libro, argumentando contra ellos -ya que nuestra exposición, como ves, se ha ido alargando-. Os daremos los instrumentos para refutarlos, tomando una por una sus tesis en el orden como las hemos ido enunciando. De este modo no sólo quitaremos la máscara a esta bestia, sino que trataremos de herirla por todos los costados.
200
Ireneo, Contra herejes Liv.1 ch.23