Fdez-Carvajal: Antologia - MISA
Citas de la Sagrada Escritura
Tomad y comed: éste es mi cuerpo que por vosotros será entregado: haced esto en memoria mía [. . . ]. Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre: haced esto en memoria mia. 1Co 11,24-25; Lc22,19-20.
El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?, y el pan que partimos, ¿no es la participación del cuerpo del Señor? [. . . ]. Los que comen las victimas, ¿no tienen parte en el altar (o sacrificio)? No podéis, pues, beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios; no podéis tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios. 1Co 10,1621.
Todas las veces que comiereis este pan y bebiereis este cáliz anunciaréis la muerte del Señor hasta que venga. 1Co 11,26.
Desde el orto del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las gentes, y en todo lugar ha de ofrecerse a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación pura, pues grande es mi nombre entre las gentes, dice Yavé de los ejércitos. Pero vosotros lo profanáis, diciendo: La mesa de Yavé es inmunda, y despreciables sus alimentos. Y aún decís: ¡Oh, qué fastidio!, y lo despreciáis, dice Yavé de los ejércitos, y of recéis lo robado, lo cojo, lo enfermo; lo presentáis como ofrenda. ¿Voy a complacerme yo aceptándolo de vuestras manos? Mal 1,11-13.
Que ésta es mi sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión de los pecados, Mt 26,28.
Y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abraham diciendo: "Bendito Abrabam del Dios Altísimo, el dueño de los cielos y tierra" Gn 14,18-19.
Sin padre, sin madre, sin genealogía, sin principio de sus días sin fin de su vida, se asemeja en eso al Hijo de Dios, que es sacerdote para siempre. He 7,3.
Habiendo ofrecido en los dias de su vida mortal oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte, fue escuchado por su reverencial temor. Y aunque era Hijo, aprendió por sus padecimientos la obediencia, y al ser consumado, vino a ser para todos los que le obedecen causa de salud eterna. He 5,7-9.
Pero éste (Cristo Sacerdote), por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio perpetuo. Y es, por tanto, perfecto su poder de salvar a los que por El se acercan a Dios y siempre vive para interceder por ellos. He 7,24-25.
Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, grata a Dios; éste es vuestro culto racional. Rm 12,1.
Mas yo por la misma Ley he muerto a la Ley, por vivir para Dios; estoy crucificado con Cristo. Ga 2,19.
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Sacrificio incruento de la cruz
3489 Si alguien dijese que el sacrificio de la Misa es solamente de alabanza y de acción de gracias, o una simple conmemoración del sacrificio consumado en la cruz, y que no es (un sacrificio) propiciatorio, o bien que aprovecha sólo a quien comulga, o que no se debe ofrecer por vivos y difuntos, por los pecados, las penas, las satisfacciones y otras necesidades, sea anatema (CONCILIO DE TRENTO, Denz Sch. ).
3490 La oblación es la misma, cualquiera que sea el oferente, Pablo o Pedro; es la misma que Cristo confió a sus discípulos, y que ahora realizan los sacerdotes; ésta no es, en realidad, menor que aquélla, porque no son los hombres quienes la hacen santa, sino Aquel que la santificó. Porque así como las palabras que Dios pronunció son las mismas que el sacerdote dice ahora, así la oblación es la misma (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la Epístola 2 a Timoteo).
3491 La Iglesia no cesa jamás de revivir su muerte en Cruz y su Resurrección, que constituyen el contenido de la vida cotidiana de la Iglesia. En efecto, por mandato del mismo Cristo, su Maestro, la Iglesia celebra incesantemente la Eucaristía, encontrando en ella la "fuente de la vida y de la santidad" (cfr. Letanías del Sgdo. Corazón), el signo eficaz de la gracia y de la reconciliación con Dios, la prenda de la vida eterna (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis,11,7).
3492 Gracias a la transustanciación del pan en el Cuerpo y del vino en la Sangre de Cristo, así como está realmente presente su Cuerpo, también lo está su Sangre; y de esa manera las especies eucarísticas, bajo las cuales se halla presente, simbolizan la cruenta separación del Cuerpo y de la Sangre. De este modo, la conmemoración de su muerte que realmente sucedió en el Calvario, se repite en cada uno de los sacrificios del altar, ya que por medio de señales diversas se significa y se muestra Jesucristo en estado de victima (Pio XII, Enc. Mediator Dei).
3493 [. . . ] toda Misa, aunque sea celebrada privadamente por un sacerdote, no es acción privada, sino acción de Cristo y de la Iglesia, la cual, en el sacrificio que ofrece, aprende a of recerse a si misma como sacrificio universal, y aplica a la salvación del mundo entero la única e infinita virtud redentora del sacrificio de la Cruz (PABLO Vl, Mysterium Fidei,3-9-1965, n. 4).
3494 El sacerdote habla en las oraciones de la Misa en nombre de la Iglesia, en cuya unidad está. Mas en la consagración habla en nombre de Cristo, cuyas veces hace por la potestad de orden (SANTO TOMAS, Suma Teológica,3, q. 82, a. 7 ad 3).
3495 La Misa [. . . ] es acción divina, trinitaria, no humana. E1 sacerdote que celebra sirve al designio del Señor, prestando su cuerpo y su voz; pero no obra en nombre propio, sino in persona et in nomine Christi, en la Persona de Cristo, y en nombre de Cristo (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,86).
Santa Misa y redención del mundo. Eficacia de la Santa Misa
3496 Cada Misa que se celebra se ofrece no sólo por la salvación de algunos, sino también por la salvación de todo el mundo (PABLO VI, Mysterium fidei,3-9-1965, n. 4).
3497 La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el altar el sacrificio de la Cruz, por medio del cual Cristo, que es nuestra Pascua, ha sido inmolado (1Co 5,7) (CONC VAT. Il, Const. Lumen gentium,3).
3498 Cuando celebro la Santa Misa con la sola participación del que me ayuda, también hay allí pueblo. Siento junto a mi a todos los católicos, a todos los creyentes y también a los que no creen. Están presentes todas las criaturas de Dios -la tierra y el cielo y el mar, y los animales y las plantas-, dando gloria al Señor la Creación entera (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad,13-41973).
3499 La santa Misa alegra toda la corte celestial, alivia a las pobres ánimas del purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones, y da más gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los solitarios, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y que todo lo que hagan hasta el fin de los siglos (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
Jesucristo, Sacerdote y Victima
3500 El sacerdote es un representante del Sacerdote eterno, Jesucristo, que al mismo tiempo es la Víctima (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,85).
3501 Cristo es a la vez la victima y pontifice. Pues el que ofrece el sacrificio al Padre en el altar de la cruz es el mismo que ofrece su propio cuerpo como victima (ORIGENES, Hom. sobre el Génesis,8).
3502 Jesucristo en verdad es sacerdote, pero sacerdote para nosotros, no para si, al of recer al Eterno Padre los deseos y sentimientos religiosos en nombre del género humano. Igualmente, El es victima, pero para nosotros, al ofrecerse a si mismo en vez del hombre sujeto a la culpa. Pues bien, aquello del Apóstol: tened en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo, exige a todos los cristianos que reproduzcan en si, en cuanto al hombre es posible, aquel sentimiento que tenia el divino Redentor cuando se ofrecía en sacrificio, es decir, que imiten su humildad y eleven a la suma Majestad de Dios la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias. Exige, además, que de alguna manera adopten la condición de victima, abnegándose a si mismos según los preceptos del Evangelio, entregándose voluntaria y gustosamente a la penitencia detestando y confesando cada uno sus propios pecados [. . . ] (Pio XII, Enc. Mediator Dei,22).
3503 No es el hombre quien convierte las cosas ofrecidas en el cuerpo y sangre de Cristo, sino el mismo Cristo que por nosotros fue crucificado. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia aquellas palabras, pero su virtud y la gracia son de Dios. Esto es mi cuerpo, dice. Y esta palabra transforma las cosas of recidas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre la traición de Judas,1).
Sacramento de la unidad
3504 Esto es lo admirable de esta festividad: que él reúne para celebrarla a los que están lejos y junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente separados (SAN ATANASIO, Carta 5).
3505 El día llamado del sol nos reunimos en un mismo lugar, tanto los que habitamos en las ciudades como en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o los escritos de los profetas, en la medida que el tiempo lo permite. Después, cuando ha acabado el lector, el que preside exhorta y amonesta con sus palabras, en la medida que el tiempo lo permite [. . . ] Luego, nos ponemos todos de pie y elevamos nuestras preces; y, como ya hemos dicho, cuando hemos terminado las preces se trae pan, vino y agua; entonces, el que preside eleva fervientemente oraciones y acciones de gracias, y el pueblo clama: Amén. Seguidamente tiene lugar la distribución y comunicación, a cada uno de los presentes, de los dones sobre los cuales se ha pronunciado la acción de gracias, y los diáconos los llevan a los ausentes (SAN JUSTINO, Apología 1. a,66-67).
3506 [. . . ] la unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo, está representada y se realiza por el sacramento del pan eucarístico (CONC VAT 11, Const. Lumen gentium, LG 3)
Preparación y acción de gracias
3507 ¿Estáis allí con las mismas disposiciones que la Virgen Santísima estaba en el Calvario, tratándose de la presencia de un mismo Dios y de la consumación de igual sacrificio? (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el pecado).
3508 Reunidos cada domingo, partid el pan y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro (Doctrina de los doce apóstoles, cap. 9)
3509 La Misa acabada, recójase media hora a dar gracias y hólguese con el que en sus entrañas tiene, y aprovéchese de El, no de otra manera de como cuando acá vivía fue recibido de Zaqueo o de Mateo, o de otro que se lea; porque el más quieto tiempo de todos es aquel mientras el Señor está en nuestro pecho, el cual tiempo no se ha de gastar en otras cosas, si extrema necesidad a otra cosa no nos constriñese ( . . ) (SAN JUAN DE AVILA, Carta 5).
3510 A la celebración ha de seguir la acción de gracias [. . . ]. ¡Cuántos libros de piedad exhortan e inculcan la acción de gracias después de la Misa; pero, ¿cuántos son los sacerdotes que la dan? [. . . 1 La acción de gracias después de la Misa no habría de terminar sino con el día [. . . ]. El tiempo que sigue a la Misa es tiempo de negociar con Dios y de hacerse con tesoros celestiales de gracias [. . . ] (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Misa y of icio atropellados,1. c. , pp. 422-423).
3511 La unión espiritual con Cristo, a la que se ordena el mismo sacramento, no se ha de procurar únicamente en el tiempo de la celebración eucarística, sino que ha de extenderse a toda la vida cristiana, de modo que los fieles cristianos, contemplando asiduamente en la fe el don recibido y guiados por el Espíritu Santo, vivan su vida ordinaria en acción de gracias y produzcan frutos más abundantes de caridad. Para que puedan continuar más fácilmente en esta acción de gracias, que de un modo eminente se da a Dios en la Misa, se recomienda a los que han sido alimentados con la sagrada comunión que permanezcan algún tiempo en oración (PABLO VI, Eucharisticum mysterium, n. 38).
3512 No saldréis de la iglesia al momento de terminar la santa Misa, sino que os aguardaréis algunos instantes para pedir al Señor fortaleza en cumplir vuestros propósitos [. . . (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).
Los ángeles, presentes en el Sacrificio eucarístico
3513 De la misma manera que vemos cómo los ángeles se encuentran rodeando el cuerpo del Señor en el sepulcro, así debemos creer también que se encuentran haciendo la corte en la Consagración (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 529).
3514 Allí están presentes muchos ángeles [. . . ], para venerar este santo misterio; y así, estando nosotros con ellos y con la misma intención, es preciso que con tal compañía recibamos muchas influencias propicias. En esta acción divina se vienen a unir a nuestro Señor los corazones de la Iglesia triunfante y los de la Iglesia militante, para prendar con El, en El y por El el corazón de Dios Padre, y apoderarse de toda su misericordia (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, II,14).
3515 El santo abad Nilo nos refiere que su maestro San Juan Crisóstomo le dijo un día confidencialmente que, durante lá santa Misa, veía a una multitud de ángeles bajando del cielo para adorar a Jesús sobre el altar, mientras muchos de ellos recorrían la iglesia para inspirar a los fieles el respeto y amor que debemos sentir por Jesucristo presente sobre el altar. ¡Momento precioso, momento feliz para nosotros, aquel en que Jesús está presente sobre nuestros altares! ¡Ay!, si los padres y las madres comprendiesen bien esto y supiesen aprovechar esta doctrina, sus hijos no serían tan miserables ni se alejarían tanto de los caminos que al cielo conducen. ¡Dios mío, cuántos pobres junto a un tan gran tesoro! (SANTo CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
"Centro y raíz" de la vida cristiana
3516 La Santa Misa nos sitúa de ese modo ante los misterios primordiales de la fe, porque es la donación misma de la Trinidad a la Iglesia. Así se entiende que la Misa sea el centro y la raíz de la vida espiritual del cristiano. Es el fin de todos los sacramentos (cfr. SANTO TOMÁS, Suma Teológica 3, q. 65 a. 3). En la Misa se encamina hacia su plenitud la vida de la gracia, que fue depositada en nosotros por el Bautismo, y que crece, fortalecida por la Confirmación (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,87).
La Santa Misa en la vida del sacerdote
3517 La devota y sincera celebración de la Santa Misa-que se recomienda vivamente sea cotidiana-lleva el alma del sacerdote a penetrar vitalmente en el sentido profundo de su existencia: que es sacrificio y comunión, vida plenamente consagrada al Padre y plenamente enviada, donada, comunicada al mundo y a los hombres (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 63).
3518 En el misterio del sacrificio eucarístico, en que los sacerdotes cumplen su principal ministerio, se realiza continuamente la obra de nuestra redención, y, por ende, encarecidamente se les recomienda su celebración cotidiana, la cual, aunque pueda no haber en ella presencia de fieles, es ciertamente acto de Cristo y de la Iglesia. Así, al unirse los presbíteros al acto de Cristo sacerdote, se ofrecen diariamente por entero a Dios y, al alimentarse del cuerpo de Cristo, participan de corazón la caridad de Aquel que se da en manjar a los fieles (CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis,13).
3519 Para satisfacer esta exigencia de unión con Dios y de entrega a los hombres, el sacerdote encuentra el centro y raíz de toda su vida en el Sacrificio Eucarístico, donde en unión con Jesucristo, se ofrece enteramente a Dios en sacrificio de adoración, para llenarse a su vez de la caridad de Cristo pro mundi vita (Jn 6,52) (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 54).
3520 Todos los afectos y las necesidades del corazón del cristiano encuentran, en la Santa Misa, el mejor cauce: el que, por Cristo, llega al Padre, en el Espíritu Santo. El sacerdote debe poner especial empeño en que todos lo sepan y lo vivan. No hay actividad alguna que pueda anteponerse, ordinariamente, a ésta de enseñar y hacer amar y venerar a la Sagrada Eucaristía (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad,13-4-1973).
Atención y participación en la Misa
3521 ¡Cuántas almas saldrían del pecado, si tuviesen la suerte de oír la Santa Misa en buenas disposiciones! No nos extrañe, pues, que el demonio procure en ese tiempo sugerirnos tantos pensamientos ajenos a la devoción (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
3522 Conviene, pues, venerables hermanos, que todos los fieles se den cuenta de que su principal deber y mayor dignidad consiste en la participación en el sacrificio eucarístico (Pio XII, Enc. Mediator Dei, n. 22).
3523 La Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum Concilium,48).
3524 Es menester que el rito externo del sacrificio, por su misma naturaleza, manifieste el culto interno; y el sacrificio de la nueva ley significa aquel supremo acatamiento con que el mismo oferente principal, que es Cristo, y por El todos sus miembros místicos, honran y veneran a Dios con el debido honor (Pio XII, Enc. Mediator Dei).
Vivir la Misa a lo largo del día
3525 Encontramos en el libro de los Proverbios: si te sientas a comer en la mesa de un señor, mira con atención lo que te ponen delante, y pon la mano en ello pensando que luego tendrás que preparar tú algo semejante. Esta mesa de tal señor no es otra que aquella de la cual tomamos el cuerpo y la sangre de aquel que dio su vida por nosotros. Sentarse a ella significa acercarse a la misma con humildad. Mirar con atención lo que nos ponen delante equivale a tomar conciencia de la grandeza de este don. Y poner la mano en ello pensando que luego tendremos que preparar algo semejante, significa que así como Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,84).
3526 Después de haber participado en la Misa, cada uno ha de ser solicito en hacer buenas obras, en agradar a Dios y vivir rectamente, entregado a la Iglesia, practicando lo que ha aprendido y progresando en el servicio de Dios, trabajando por impregnar al mundo del espiritu cristiano y también constituyéndose en testigo de Cristo en toda circunstancia y en el corazón mismo de la convivencia humana (PABLO VI, Eucharisticum mysterium,n. 13).
La oración de petición en la Santa Misa
3527 No hay momento tan precioso para pedir a Dios nuestra conversión como el de la Santa Misa (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
3528 El Sacrificio del Calvario es una muestra infinita de la generosidad de Cristo. Nosotros-cada uno-somos siempre muy interesados; pero a Dios Nuestro Señor no le importa que, en la Santa Misa, pongamos delante de El todas nuestras necesidades. ¿Quién no tiene cosas que pedir? Señor, esa enfermedad. . . Señor, esta tristeza. . . Señor, aquella humillación que no sé soportar por tu amor. . . Queremos el bien, la felicidad y la alegría de las personas de nuestra casa; nos oprime el corazón la suerte de los que padecen hambre y sed de pan y de justicia; de los que experimentan la amargura de la soledad; de los que, al término de sus dias, no reciben una mirada de cariño ni un gesto de ayuda.
Pero la gran miseria que nos hace sufrir, la gran necesidad a la que queremos poner remedio es el pecado, el alejamiento de Dios, el riesgo de que las almas se pierdan para toda la eternidad. Llevar a los hombres a la gloria eterna en el amor de Dios: ésa es nuestra aspiración fundamental al celebrar la Misa, como fue la de Cristo al entregar su vida en el Calvario (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad,13-4-1973).
La Virgen y la Santa Misa
3529 ¿Cómo podríamos tomar parte en el sacrificio sin recordar e invocar a la Madre del Soberano Sacerdote y de la Victima? Nuestra Señora ha participado muy intimamente en el sacerdocio de su Hijo durante su vida terrestre, para que esté ligada para siempre al ejercicio de su sacerdocio. Como estaba presente en el Calvario, está presente en la Misa, que es una prolongación del Calvario. En la Cruz asistia a su Hijo ofreciéndose al Padre; en el altar, asiste a la Iglesia que se ofrece a si misma con su Cabeza, cuyo sacrificio renueva. Ofrezcámonos a Jesús por medio de Nuestra Señora (P. BERNADOT, La Virgen en mi vida, p. 233).
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Citas de la Sagrada Escritura
Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. Lc 6,36.
Sed más bien unos para otros bondadosos, compasivos, y perdonaos los unos a los otros, como Dios os ha perdonado en Cristo. Ep 4,32.
Si abundares en bienes haz de ellos limosna, y si éstos fuesen escasos, según sea tu escasez, no temas hacerla. Tb 4,8.
Nunca dejará de haber pobres en la tierra, por eso te doy este mandamiento: abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de tu tierra. Dt 15,11.
Libra al que es llevado a la muerte, al que está en peligro de muerte, reténlo. Pr 24,11.
Según tus posibilidades socorre al prójimo [. . . ] Si 29,27.
Asi habla Yavé de los ejércitos; juzgad conforme a la verdad, practicad la piedad y la misericordia hacia vuestro prójimo. Za 7,9.
¿No convenia, pues, que tuvieras tú piedad de tu compañero, como la tuve yo de ti? Mt 18,33.
No le digas al prójimo: Vete y vuelve, mañana te lo daré. . . Pr 3,28.
El que maltrata al pobre injuria a su Hacedor; quien tiene piedad del pobre le honra. Pr 14,31.
Y yo os digo: con las riquezas injustas haceos amigos, para que, cuando éstas falten, os reciban en los eternos tabernáculos. Lc 16,9.
El que tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano tener necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo la caridad de Dios permanece en él? 1Jn 3,17.
Por amor de la ley acoge al pobre y en su necesidad no le despidas de vacío. Si 29,12.
Bienaventurado el que se preocupa por el necesitado y el desvalido, en el día malo le librará Yavé. Ps 40,2.
Que no te abandonen jamás la bondad y la fidelidad, átatelas al cuello, escríbelas en tu corazón y hallarás favor y dignidad ante Dios y ante los hombres. Pr 3,3.
Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles; porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber. Mt 25,41-42.
El misericordioso se hace bien a si mismo, el de corazón duro a si mismo se perjudica. Pr 2,17.
Es un buen regalo la limosna en la presencia del Altísimo para todos los que la hacen. Tb 4,11.
Encierrá la limosna en tus arcas, y te librará de toda miseria. Si 29,15.
Por tanto, ¡oh rey!, sírvete aceptar mi consejo: redime tus pecados con justicia y tus iniquidades con misericordia a los pobres, y quizá se prolongará tu dicha. Da 4,24.
A Yavé presta el que da al pobre; El le dará su recompensa. Pr 19-17.
Cuando des de tu pan al hambriento y sacies al alma indigente, brillará tu luz en la oscuridad y tus tinieblas serán cual mediodía. Is 58,10.
Y el que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso de agua fresca en razón de discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa. Mt 10,42.
El que da al pobre no tendrá pobreza, el que aparta de él sus ojos tendrá muchas maldiciones. Pr 28,27.
Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. Mt 5,7.
Pues os digo: el que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con largueza con largueza cosechará. 2Co 9,6.
Dad y se os dará: una medida buena, apretada, colmada, rebosante, será derramada en vuestro regazo. La medida que con otros usareis, ésa se usará con vosotros. Lc 6,38.
Haz justicia y juicio, que eso es más grato a Yavé que el sacrificio. Pr 21,3.
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Compasión de las miserias ajenas
3530 (Es) la tristeza del mal ajeno, pero en cuanto se estima como propio (SANTO TOMAS, Suma Teológica,1-2, q. 35, a. 8).
3531 Por misericordia se entiende aquí no sólo la que se practica a través de las limosnas, sino la que produce el pecado del hermano, ayudando así unos a otros a llevar la carga (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. l, p. 248).
3532 (Se llama misericordia a) cierta compasión de la miseria ajena nacida en nuestro corazón, que nos impulsa a socorrerla si podemos (SAN AGUSTIN. La Ciudad de Dios,9).
3533 Se llama misericordioso al que [. . . ] considera la desgracia de otro como propia, y se duele del mal de otro como si fuera suyo (SAN REMIGIO, en Catena Aurea, vol. 1P 248).
3534 La misericordia no se queda en una escueta actitud de compasión: la misericordia se identifica con la superabundancia de la caridad que, al mismo tiempo, trae consigo la superabundancia de la justicia. Misericordia significa mantener el corazón en carne viva, humana y divinamente transido por un amor recio, sacrificado, generoso (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,232).
3535 Quien practique la misericordia-dice el Apóstol-, que lo haga con alegría: esta prontitud y diligencia duplicarán el premio de tu dádiva. Pues lo que se of rece de mala gana y por fuerza no resulta en modo alguno agradable ni hermoso (SAN GREGORIO NAClANCENO, Disert. 14 sobre amor a los pobres).
Especialmente con los "hermanos en la fe"
3536 Con esto no queremos decir que no se deba dar limosna a los judíos pobres, ni a los gentiles, ni a ningún pobre de cualquier nación que sea. sino que prefiramos los pobres cristianos y creyentes a los incrédulos, y distingamos entre los mismos cristianos a los santos de los pecadores. De aquí viene que el apóstol San Pablo exhorte a hacer obras de caridad a todos los pobres, sin distinción, pero especialmente a los domésticos en lá misma fe (Ga 6,10). Doméstico de la fe es quien está unido a ti por el vinculo de la misma religión y no le separan sus pecados de la comunidad de la fe. Pues si el apóstol nos manda que si nuestros enemigos tienen hambre les demos de comer, y si tienen sed les demos de beber, y obrando así reunamos carbones encendidos sobre sus cabezas (Ro". 12,20), ¿cuánto más habremos de asistir a aquellos que no son enemigos nuestros, sino cristianos y santos? (SAN JERÓNIMO, Epístola 120 a Hebidia; PL 22,983 ss. ).
3537 [. . . ] mirad, ciertamente, por todos los indigentes con benevolencia general, pero acordaos especialmente de los que son miembros del Cuerpo de Cristo y nos están unidos por la unidad de la fe católica. Pues más debemos a los nuestros por la unión en la gracia que a los extraños por la comunidad de naturaleza (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 89).
El tiempo de la misericordia
3538 Las palabras de la lección sagrada (parábola del mal rico y del pobre Lázaro) deben enseñarnos a cumplir los preceptos de la caridad. Todos los dias, si lo buscamos, hallamos a Lázaro, y aunque no le busquemos le tenemos a la vista [. . . ] No perdáis el tiempo de la misericordia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang. ).
3539 Ya ves qué bueno es nuestro negocio con los pobres; éstos no se encuentran allá (en la otra vida), sino aquí; por tanto, aquí es donde conviene hacer acoplo de aceite (de buenas obras de caridad) para que nos sirva allá, cuando Jesucristo nos llame (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 220).
3540 Estas vírgenes no sólo eran necias porque descuidaron las obras de misericordia, sino también porque creyeron que encontrarían aceite en donde inútilmente lo buscaban. Aunque nada más misericordioso que aquellas vírgenes prudentes que por su caridad fueron aprobadas, sin embargo, no accedieron a la petición de las necias. De aquí aprendemos que a nadie podrán servirle otras obras que no sean las propias (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 219).
3541 No perdáis la ocasión de hacer obras de misericordia, no ocultéis los remedios recibidos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang. ).
Justicia y misericordia
3542 La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. 1P 247).
3543 Amar la justicia no es otra cosa sino amar a Dios. Y como este amor de Dios va siempre unido al amor que se interesa por el bien del prójimo, el hambre de justicia se ve acompañada de la virtud de la misericordia (SAN LEÓN MAGNO, Sermón sobre las bienaventuranzas,95).
3544 [. . . ] la misericordia se hace elemento indispensable para plasmar las relaciones mutuas entre los hombres, en el espiritu del más profundo respeto de lo que es humano y de la recíproca fraternidad. Es imposible lograr establecer este vinculo entre los hombres si se quiere regular las mutuas relaciones únicamente con la medida de la justicia. Esta, en toda las esferas de las relaciones interhumanas, debe experimentar por decirlo asf, una notable "corrección" por parte del amor que-como proclama San Pablo-es "paciente" y "benigno", o dicho en otras palabras, lleva en si los caracteres del amor misericordioso, tan esenciales al evangelio y al cristianismo. Recordemos además que el amor misericordioso indica también esa cordial ternura y sensibilidad, de que tan elocuentemente nos habla la parábola del hijo pródigo o la de la oveja extraviada o la de la dracma perdida. Por tanto, el amor misericordioso es sumamente indispensable entre aquellos que están más cercanos: entre los esposos, entre padres e hijos, entre amigos; es también indispensable en la educación y en la pastoral (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia,14).
El Señor tendrá misericordia con quien es misericordioso
3545 Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dulce es el nombre de misericordia [. . . ]. Todos los hombres la desean, mas, por desgracia, no todos obran de manera que se hagan dignos de ella; todos desean alcanzar misericordia, pero son pocos los que quieren practicarla (SAN CESÁREO DE ARLÉS, Sermón 25).
3546 Tanto se complace Dios en nuestros actos de bondad para con los demás, que ofrece su misericordia solamente a quienes son misericordiosos (SAN H1LARIO, en Catena Aurea, vol. 1P 248).
3547 Oh, hombre, ¿cómo te atreves a pedir, si tú te resistes a dar? Quien desee alcanzar misericordia en el cielo debe él practicarla en este mundo. Y por esto, ya que todos deseamos la misericordia, actuemos de manera que ella llegue a ser nuestro abogado en este mundo, para que nos libre después en el futuro. Hay en el cielo una misericordia, a la cual se llega a través de la misericordia terrena (SAN CESÁREo D ARLÉS, Sermón 25).
3548 Quizá existan algunos ricos que, aunque no suelen ayudar a los más necesitados de la Iglesia, sin embargo, guardan otros mandamientos divinos y estiman que ante sus diversos méritos de virtud y probidad es leve que les falte la misericordia. Pero ésta es de tanta importancia que sin ella las demás, aunque existan, para nada sirven. Pues aunque uno sea fiel, casto, sobrio y esté adornado de otras virtudes principales e insignes, sin embargo, si no es misericordioso, no merecerá la misericordia. Bienaventurados -dice el Señor-los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5,7) (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 10).
Obras de misericordia
3549 Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. II, p. 15).
3550 Mejor sería que nadie tuviera hambre y no hubieses de dar pan a nadie. Suprime los menesterosos: ya están cumplidas las obras de misericordia; pero ¿el fuego del amor va a extinguirse por eso? (SAN AGUSTIN, Coment. 1. u Epístola S. Juan,8).
3551 La caridad no se practica sólo con el dinero. Podéis visitar a un enfermo, hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama, prepararle los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro piadoso (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la limosna).
3552 Las obras de misericordia son variadísimas, y así todos los cristianos que lo son de verdad, tanto si son ricos como si son pobres, tienen ocasión de practicarlas en la medida de sus posibilidades; y aunque no todos puedan ser iguales en la cantidad de lo que dan, todos pueden serlo en su buena disposición (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobra la Cuaresma).
3553 Dad limosna: esta palabra se refiere a todas las obras de misericordia, porque da limosna no sólo el que da de comer al que tiene hambre y otras necesidades por el estilo, sino también el que perdona a quien le falta y ruega por él, el que corrige a otro [. . . ] (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 49).
3554 El que ama al prójimo debe hacer tanto bien a su cuerpo como a su alma, y esto no consiste sólo en acudir al médico, sino también en cuidar el alimento, la bebida, el vestido, la habitación, y proteger el cuerpo contra todo lo que pueda resultar molesto [. . . ]. Son misericordiosos los que ponen cortesía y humanidad al proporcionar lo necesario para resistir males y dolores [. . . ]. ¿No sabéis que tener misericordia significa hacerse uno mismo miserable, condoliéndose del otro? (SAN AGUSTIN, Sobre /as costumbres de la Iglesia Católica,1,28,56).
3555 No hay mejor misericordia que otorgar el perdón a quien nos ha ofendido (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad,1. c. , p. 226).
Frutos de la misericordia
3556 De dos modos podemos llevar la cruz del Señor: o afligiendo a nuestro cuerpo con la abstinencia o, por compasión al prójimo, considerando como nuestras sus necesidades. El que se conduele de las necesidades ajenas lleva la cruz en su corazón (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 3 7 sobre los Evang. ).
3557 Todo aquel que por amor se compadece de cualquier misería ajena se enriquece, no sólo con la virtud de su buena voluntad, sino también con el don de la paz (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobre la Cuaresma).
3558 El ayuno no da fruto si no es regado por la misericordia, se seca sin este riego; lo que es la lluvia para la tierra, esto es la misericordia para el ayuno (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 43).
3559 (La misericordia) es el lustre del alma, la enriquece y la ha- ce aparecer buena y hermosa. El que piensa compadecerse de la miseria de otro, empieza a abandonar el pecado [. . . 1 (SAN AGUSTIN, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 48).
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Fdez-Carvajal: Antologia - MISA