Catena aurea ES 9937

LUCAS 9,37-43


9937 (Lc 9,37-43)

Y otro día, bajando ellos del monte, les vino al encuentro una gran tropa de gente. Y un hombre de la turba exclamó, diciendo: "Maestro, te ruego que atiendas a mi hijo, porque yo no tengo otro: y he aquí que un espíritu le toma, y súbitamente da voces, y le tira por tierra, y le quebranta haciéndole echar espuma, y apenas se aparta de él, despedazándole. Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron". Y respondiendo Jesús, dijo: "¡Oh generación infiel y perversa! ¿hasta cuándo estaré con vosotros, y os sufriré? Trae acá tu hijo". Y cuando se acercaba, le tiró el demonio en la tierra y le maltrató. Mas Jesús increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se le volvió a su padre. Y se pasmaban todos del gran poder de Dios. (vv. 37-43)

Beda. Los lugares tienen cierta relación con las cosas. El Señor ora en el monte, se transfigura y da a conocer a sus discípulos los secretos de su majestad. Cuando baja al llano, las turbas le salen al encuentro. De donde se dice: "Y al siguiente día, bajando ellos del monte, les vino al encuentro una gran turba", etc. En lo alto se da a conocer la voz del Padre, en el llano expele los demonios. Por ello sigue: "Y he aquí un hombre de la turba clamó, diciendo: Maestro, te ruego mires a mi hijo", etc.

Tito Bostrense. Me parece que este hombre era sabio, porque no dijo al Salvador: "Haz esto o aquello"; sino solamente, "mira". Y esto es lo bastante para conseguir la salvación, como decía el profeta: "Mírame, y ten compasión de mí" (Ps 85,16) Y dijo "a mi hijo", para demostrar como razonable su atrevimiento de levantar la voz entre aquella turba. Añade: "Porque yo no tengo otro". Como diciendo: No tengo otro que me consuele en mi vejez. En seguida explica lo que padece, para excitar la compasión del Salvador, diciéndole: "Y he aquí que un espíritu le toma", etc. Después parece que acusa a los discípulos, pero es más bien para excusar mejor su atrevimiento. Lo que añade diciendo: "Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron". Como si dijese: No creas que he venido a ti ligeramente. Estupenda es tu dignidad y por eso no te he molestado inicialmente. Antes me acerqué a tus discípulos y ahora, como no lo han podido curar, me veo precisado a venir a ti. Por lo que no lo reprende el Señor, sino al espíritu de incredulidad. Prosigue, pues: "Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación infiel y perversa!", etc.

Crisóstomo in Mat. hom. 58. La Escritura Evangélica da a entender que este hombre tenía una fe débil, como lo demuestra de varias maneras, al decir: "Ayuda mi incredulidad" (Mc 9,24), y: "Si puedes" (Mc 9,22); y porque dijo Cristo: "Para el que cree todo es posible" (Mc 9,23)

San Cirilo.Por lo que me parece mejor que el que debe reputarse incrédulo es el padre del endemoniado. El atacó a los apóstoles diciendo que no podían mandar a los demonios. Sin embargo mejor era, honrando a Dios, pedirle gracia, puesto que la concede a los que lo honran. Mas el que dice que el poder sobre los espíritus malignos se debilita en aquellos que lo recibieron de Cristo, calumnia más bien a la gracia que a aquellos por medio de los cuales opera Cristo. Así se ofende a Cristo, acusados los santos a quienes ha confiado la palabra sagrada de la predicación. Por eso el Señor lo reprende a él y a los que concuerdan con él, diciendo: "¡Oh generación infiel y perversa!". Como si dijese: la gracia no ha producido su efecto a causa de tu infidelidad.

Crisóstomo ut sup. No se dirige a él solamente, sino a todos los judíos, para no hacerle vacilar; porque debían escandalizarse muchos.

Teofilacto. Cuando dijo perversa, dio a entender que no eran malos desde el principio ni por naturaleza. Porque por naturaleza eran buenos, puesto que descendían de Abraham, pero se habían pervertido por su propia malicia.

San Cirilo.No sabían andar por buenos caminos. El Señor no gusta de habitar con aquellos que obran de esta manera. Por lo que dice: "¿Hasta cuándo estaré con vosotros?", sufriendo las molestias propias de su trato, cuando eran tan perversos.

Crisóstomo ut sup. Por esto manifiesta el deseo que tiene de abandonarlos. Y que le era menos pesado el patíbulo de la cruz que el trato de ellos.

Beda. No porque le hubiese vencido la tristeza, cuando era manso y humilde; sino que a semejanza de un médico, el cual, si viese al enfermo obrar en contra de sus prescripciones, diría: ¿Hasta cuándo vendré a tu casa, mandando yo una cosa, y tú haciendo otra? No se disgustaba con el hombre, sino con el vicio, como lo manifestó diciendo: "Trae acá tu hijo".

Tito Bostrense. Podía curarlo con solo mandarlo. Pero constaba su enfermedad, haciendo presentar al enfermo ante la multitud. El demonio maltrató al niño, tan luego como vio al Señor; y prosigue: "Y cuando se acercaba, le tiró el demonio en tierra, y le maltrató"; para que así constase antes la enfermedad, y luego se aplicase el remedio.

Crisóstomo ut sup. Y esto no lo hace el Señor por ostentación, sino por causa del padre para que, cuando viese que el demonio se perturbaba con sólo llamarlo, fuese así llevado a la fe del futuro milagro. De lo cual sigue: "Mas Jesús increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se le volvió a su padre".

San Cirilo.Antes no era el padre sino el demonio que lo poseía. Expone también el evangelista el asombro de la gente en presencia de la magnificencia de Dios, diciendo: "Y se pasmaban todos del gran poder de Dios". Esto lo dice por el don de Cristo, que confirió también a los santos apóstoles la potestad de hacer milagros y de mandar a los demonios.

Beda. Místicamente, el Señor asciende a los unos diariamente según la cualidad de sus méritos; y, glorificando a los perfectos -cuya morada está en los cielos, ensalzándolos más sublimemente-, los instruye en las cosas eternas y les enseña lo que no pueden oír las turbas. Desciende también a otros, que son terrenos e ignorantes, para fortificarlos, instruirlos y castigarlos. San Mateo (Mt 17) dice que este endemoniado era lunático y San Marcos (Mc 9) dice que era sordo y mudo. Se refiere a aquellos que se trastornan en las fases de la luna (Si 27,12), creciendo y disminuyendo en cuanto a sus diferentes vicios. Ellos son mudos porque no confiesan la fe, y sordos porque no quieren oír la palabra de la fe. Cuando el joven se acerca a Jesús es maltratado. Esto sucedió porque los que se convierten al Señor son ordinariamente tentados con más fuerza por el demonio, ya sea para inculcarles odio a la virtud, o para vengar la injuria de su expulsión. Así sucedió en los primeros siglos de la Iglesia, en que tuvieron lugar tantas luchas, con las que dio a entender cuánto le dolía la desmembración de su reino. No increpaba el Señor al joven que sufría la violencia, sino al demonio. Porque el que desea que el pecador se enmiende quiere que destierre lejos de sí el pecado, aconsejándole y reprendiéndole; pero alienta con amor al hombre, hasta que, sanado, pueda devolverle a los padres espirituales de la Iglesia.

LUCAS 9,44-45


9944 (Lc 9,44)

Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: "Poned en vuestros corazones estas palabras: El Hijo del hombre ha de ser entregado en manos de los hombres". Mas ellos no entendían este lenguaje, y les era tan oscuro, que no le comprendían; y temían preguntarle acerca de él. (vv. 44-45)

San Cirilo.Todo lo que hacía Jesús era objeto de la admiración general. Brillaba en todas sus operaciones algo principal y divino, según lo había dicho: "La gloria y el esplendor brillarán en El" (Ps 20,6) Y aun cuando todos se admiraban en las cosas que hacía, El no se dirigió a todos sino sólo a sus discípulos, en las palabras que siguen: "Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos". Ya había dado a conocer su gloria a sus discípulos en el monte y después había curado a un poseído por el demonio. Pero convenía que El sufriese la pasión para poder salvarnos. Los discípulos, aturdidos, bien podían decir: ¿Acaso nos engañamos creyendo que éste es Dios? Y para que supieren lo que había de suceder acerca de su persona, les manda conservar en su inteligencia, como cierto depósito, el misterio de su Pasión. Por eso les dice: "Poned vosotros en vuestros corazones estas palabras". En el mero hecho de decir vosotros, los distingue de los demás. Porque no convenía que el vulgo supiese que Jesús había de padecer, sino que era más oportuno que sólo supiese que habría de resucitar después de muerto, destruyendo así la muerte, para que no se escandalizasen.

Tito. Así, mientras que todos admiran sus milagros, El predice su pasión; porque no son las señales las que salvan, sino la cruz la que dispensa los beneficios. Por lo que añade: "El Hijo del hombre ha de ser entregado en manos de los hombres".

Orígenes in Mat. tract 4. No dice terminantemente por quién será entregado. Alguno dice que por Judas, otros que por el diablo; mas San Pablo dice: "Dios el Padre le entregó por todos nosotros" (Rm 8,32) Judas le entregó por dinero en manos de sus enemigos; pero el Padre le entregó por nuestro bien.

Teofilacto. El Señor, atendiendo a la ignorancia de sus discípulos, y como los regía de una manera especial, no quiso que entendiesen lo que decía acerca de su pasión. Por lo que prosigue: "Mas ellos no entendían", etc.

Beda. Esta ignorancia de los discípulos no es hija precisamente de su torpeza, sino más bien de su amor. Porque como aún eran carnales y desconocían el misterio de la cruz, no podían creer que moriría Aquel que creían era verdadero Dios. Y como estaban acostumbrados a oírle hablar por medio de parábolas, cuando decía que El sería entregado, creían que esto lo diría de una manera figurada, refiriéndose a alguna otra cosa.

San Cirilo.Acaso diga alguno: ¿Cómo es que los discípulos ignoraban el misterio de la cruz, cuando en las Sagradas Escrituras se exponía tan terminantemente en muchos lugares? Pero, como dice San Pablo, hasta aquella época existía un velo en el alma de aquellos que leían a Moisés (2Co 3,15); porque convenía que los que se acercasen a Cristo dijesen: "Retira el velo de mis ojos, y admiraré lo asombroso de tu ley" (Ps 118,18)

Teofilacto. Considera también el respeto de sus discípulos en lo que sigue: "Y temían preguntarle acerca de esto", pues el temor es un grado de reverencia.

LUCAS 9,46-50


9946 (Lc 9,46-50)

Y les vino también el pensamiento, quién de ellos sería el mayor. Mas Jesús, viendo lo que pensaban en su corazón, tomó un niño, y le puso junto a El, y les dijo: "El que recibiere a este niño en mi nombre, a mí me recibe: y cualquiera que a mí me recibiere, recibe a Aquel que me envió; porque el que es menor entre todos vosotros, éste es el mayor". Entonces Juan, tomando la palabra, dijo: "Maestro, hemos visto a uno que lanzaba los demonios en tu nombre, y se lo hemos prohibido, porque no te sigue con nosotros". Y Jesús les dijo: "No lo prohibáis; porque el que no es contra vosotros, por vosotros es". (vv. 46-50)

San Cirilo.El demonio asedia de muchos modos a los que quieren emprender una vida mejor. Por ello es que estimula sus pasiones para poder someter su alma, por medio de las excitaciones de la carne. Y cuando alguno se propone huir de sus lazos, excita la pasión de la codicia de la gloria, pasión que llegó a apoderarse de algunos de los apóstoles. Por lo que dice el Evangelista: "Y les vino el pensamiento, quién de ellos sería el mayor". El que esto piensa es que desea hacerse superior a los demás. Creo que no serían todos los discípulos atacados de esta misma enfermedad y, por ello, el Evangelista, para que no se forme mal juicio sobre alguno de los discípulos, dice en general que les vino el pensamiento.

Teofilacto. Parece que esta pasión nació de que no habían podido curar al endemoniado y, disputando ellos sobre esto, habría dicho uno que no había sido por su propia impotencia, sino por la del otro. Y de aquí nació la cuestión, acerca de cuál de ellos sería mayor.

Beda. Como habían visto que Pedro, Santiago y San Juan, habían sido llamados aparte y llevados al monte; y como se habían ofrecido a Pedro las llaves del cielo, creyeron que, o bien los tres, o bien sólo Pedro había de ser quien presidiese a los demás. O porque habían visto a Pedro igualado al Señor en el pago del tributo, creían que se le distinguía sobre los demás. Pero el lector diligente halla esta cuestión, agitada entre ellos, antes del pago del tributo . Finalmente, San Mateo (Mt 18) hace mención de esto, como sucedido en Cafarnaúm. Dice San Marcos (Mc 9,33-34): "Y vinieron a Cafarnaúm, y hallándose en la casa, les preguntaba: ¿De qué hablabais en el camino? Mas ellos callaban; porque en el camino habían disputado entre sí sobre cuál de ellos sería el mayor".

San Cirilo.El Señor que sabe salvar, cuando vio que se suscitaba esta idea en la mente de sus discípulos como un germen de amargura, antes que tomase incremento, la arrancó de raíz. Cuando brotan las pasiones en nuestro corazón, se arrancan fácilmente, pero cuando crecen es difícil deshacerse de ellas. Por lo cual prosigue: "Mas Jesús, viendo lo que pensaban en su corazón", etc. Sepa que yerra aquel que cree que Jesús es un puro hombre. Aun cuando el Verbo se hizo carne, continuó siendo Dios; pues sólo Dios es quien puede conocer lo que sucede en los corazones y en las entrañas. Cuando tomó al niño y lo puso en su presencia, se proponía la utilidad de sus apóstoles y la nuestra. Porque el mal de la vanagloria se ceba especialmente en aquellos que sobresalen sobre los demás. Mas el niño tiene el alma sincera, el corazón inmaculado, y permanece en la sencillez de sus pensamientos; no ambiciona los honores, ni conoce las prerrogativas, ni teme ser poco considerado, ni se ocupa de las cosas con gran interés. A tales, pues, ama y abraza el Señor; se digna tenerlos cerca de sí, pues lo imitan. Por esto dice el Señor (Mt 11,29): "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". De donde prosigue: "Y les dijo: El que recibiere a este niño en mi nombre, a mí me recibe". Como diciendo: Puesto que es una misma la recompensa para los que honran a los santos, ya sean acaso ignorados, ya preclaros en honor y gloria, toda vez que se recibe en ellos a Cristo, ¿cómo no será vano disputarse la preeminencia?

Beda. En esto o enseña simplemente que los que quieren ser más grandes deben recibir a los pobres de Cristo por su honor, o bien los exhorta a ser párvulos en la malicia. Por esto, cuando dice: "El que recibiere a este niño", añadió: "En mi nombre"; para que el modelo de virtud que el niño observa, guiado por la naturaleza, lo imiten ellos, guiados por la razón, por el nombre de Cristo. Mas como enseña que El es recibido en el niño y que El nació niño para nosotros, para que no se creyese que era sólo lo que se veía, añade: "Y cualquiera que a Mí recibiere, recibe a Aquel que me envió"; queriendo así que se le crea semejante e igual al Padre.

San Ambrosio. El que recibe a alguno que imita a Cristo, recibe al mismo Cristo; y el que recibe la imagen de Dios, recibe al mismo Dios. Y como no podíamos ver la imagen de Dios, se nos dio a conocer por medio de la encarnación del Verbo, para reconciliarnos con la Divinidad que está sobre nosotros.

San Cirilo.Aún insinúa más el sentido de las palabras, diciendo: "Porque el que es menor entre todos vosotros, éste es el mayor". Dice esto del modesto, que nada sublime cree de sí por modestia.

Teofilacto. Como el Señor había dicho: "El que es menor entre vosotros todos, éste es el mayor", temió San Juan si habrían hecho algún mal, prohibiendo con autoridad propia a cierto hombre. Porque la prohibición no da a entender que el que prohíbe es menor, sino mayor, y que sabe algo más. Por lo que prosigue: "Entonces Juan, tomando la palabra, dijo: Maestro, hemos visto a uno que lanzaba los demonios en tu nombre, y se lo vedamos". No lo hizo por envidia, sino juzgando mal de sus milagros. No había recibido con ellos poder para hacer milagros, ni el Señor le había enviado como a ellos, ni seguía a Jesús en todas las cosas. De donde añade: "Porque no te sigue con nosotros".

San Ambrosio. San Juan, como amaba mucho y era correspondido, cree que no debe dispensarse esta gracia a aquel que no es acreedor a ella.

San Cirilo.Pero convenía más bien pensar que éste mismo no era el autor de los milagros, sino la gracia que está en aquel que obra los milagros, por virtud de Cristo. ¿Por qué, pues, no se cuentan con los apóstoles aquellos que son coronados con la gracia de Cristo? Son muchas las diferencias de los dones de Cristo; y como había concedido a los apóstoles el de arrojar los demonios de los cuerpos de los hombres, creyeron que sólo a ellos era lícito ejercer ese poder. Por ello acuden preguntando si será lícito hacer esto a otros.

San Ambrosio. No fue reprendido San Juan porque decía esto en virtud del amor que profesaba a Jesús. Pero se le dio a entender la diferencia que hay entre los enfermos y los fuertes. Y por tanto, si bien es verdad que Dios recompensa a los que son fuertes en su servicio, sin embargo no excluye a los débiles. Por lo cual sigue: "Y Jesús le dijo: No se lo vedéis; porque el que no es contra vosotros, por vosotros es". Y decía bien el Salvador, porque José y Nicodemus, discípulos ocultos por el miedo, cuando llegó el tiempo oportuno no negaron su fidelidad. Pero como en otro lugar había dicho el Salvador: "El que no está conmigo está contra mí, y el que no coge conmigo, desperdicia" (Lc 11,23), se hace preciso conocer el verdadero sentido, para que no se crea que hay contrariedad. Creo que, si uno considera al escudriñador de las mentes, no debe dudar de que la acción de cada uno es discernida conforme a su intención.

Crisóstomo. Allí dijo: "El que no está conmigo, está contra mí"; y en ello da a entender que el diablo y los judíos son sus enemigos. Aquí manifiesta que el que arroja los demonios en nombre de Cristo tiene alguna parte con El.

San Cirilo.Como diciendo: Por vosotros, que amáis a Cristo, hay algunos que quieren seguir las cosas que pertenecen a su gloria, coronados con la gracia del mismo.

Teofilacto. Admirad el poder de Cristo y cómo su gracia obra por medio de los que no son dignos y no son sus discípulos. Así como por los sacerdotes se santifican los hombres, aunque los sacerdotes no sean santos.

San Ambrosio. ¿Cómo se explica que aquí no permita Jesús estorbar a otros que lancen los demonios en su nombre, por medio de la imposición de manos, cuando según San Mateo dice a éstos: "No os conozco" (Mt 7,23) Pero debemos advertir que no hay diferencia entre una sentencia y otra, sino pensar que no sólo se requieren en el clérigo las obras de su oficio, sino también las de la virtud; y que el nombre de Cristo es tan grande, que sirve para el bien, aun a los que no son santos, aunque no sirva para su propia salvación. Por eso ninguno debe apropiarse la gracia de la curación de un hombre, en el cual ha operado la virtud del nombre de Dios, pues el diablo no es vencido por tu mérito, sino por su odio contra Dios.

Beda. Por eso, respecto de los herejes o malos cristianos, nosotros no debemos detestar ni impedir las prácticas que les son comunes con nosotros, y que no son contra nosotros. Lo que hay que detestar es la división, contraria a la paz y a la verdad, con la que están contra nosotros.

LUCAS 9,51-56


9951 (Lc 9,51)

Y como se acercase el tiempo de salir de este mundo, hizo firme resolución de ir a Jerusalén. Y envió delante de sí mensajeros; y marchando, entraron en una ciudad de los Samaritanos para prevenirle posada. Y no lo recibieron por cuanto hacía semblante de ir a Jerusalén. Y cuando le vieron Santiago y Juan, sus discípulos, dijeron: "Señor, ¿quieres que digamos que descienda fuego del cielo y los acabe?" Mas El, volviéndose hacia ellos, los reprendió diciendo: "No sabéis de qué espíritu sois. El Hijo del hombre no ha venido a perder las almas, sino a salvarlas". Y se fueron a otra aldea. (vv. 51-56)

San Cirilo.Cuando llegó el tiempo en que convenía que el Señor subiese a los cielos, una vez terminada su pasión, determinó ir a Jerusalén. Por lo que dice: "Y como se acercase", etc.

Tito Bostrense. Porque convenía que el verdadero Cordero se ofreciese allí donde se inmolaba el cordero figurativo. Dice, pues: "Afirmó su paz"; esto es, no iba de aquí para allá, ni recorría las aldeas y los caseríos; sino que se encaminaba a Jerusalén.

Beda. Cesen, pues, los paganos de insultar como hombre crucificado a Aquel que previó ciertamente (como Dios) el tiempo de su crucifixión y que ha venido El mismo (como para ser crucificado voluntariamente) al lugar donde había de ser crucificado, con semblante firme, esto es con intención decidida y resuelta.

San Cirilo.Envió delante de sí mensajeros, para que preparasen alojamiento a El y a sus discípulos, los cuales, habiendo ido a tierra de samaritanos, no fueron recibidos. Por lo que prosigue: "Y envió delante de sí mensajeros, y yendo, entraron en una ciudad de los Samaritanos para prevenir posada, y no los recibieron".

San Ambrosio. Observa que no quiso ser recibido por aquellos que no eran sencillos de corazón. Porque si hubiese querido, de indevotos los hubiese vuelto devotos. El Señor llama a los que quiere y hace religioso a quien le place1. El Evangelista dice por qué no lo recibieron: "Porque las trazas eran de que iban a Jerusalén".

Teofilacto. Si queremos entender en esto que tal fue la causa por la que no le recibieron, porque había resuelto ir a Jerusalén, parece que debieron tener excusa por no haberle recibido. Pero debe decirse que estas palabras del Evangelista: "No le recibieron", significan que no vino a Samaria. Después, como si alguno preguntase por qué no lo habían recibido ni había querido ir a ellos, contestando a esto, dice que no porque no pudiese, sino porque prefería ir a Jerusalén.


Beda. O ven que va a Jerusalén y los Samaritanos no reciben al Señor; pues los judíos no se comunican con los samaritanos2, como dice San Juan (Jn 4)

San Cirilo.Pero el Señor que sabe todas las cosas antes de que sucedan, sabía que sus emisarios no habían de ser recibidos por los samaritanos. Sin embargo les mandó que fuesen, porque acostumbraba hacer todas las cosas para instrucción de sus discípulos. Subía a Jerusalén cuando se aproximaba el tiempo de su pasión; y para que no se escandalizasen cuando le vieran padecer, considerando que también ellos debían ser pacientes cuando los ultrajasen, hizo preceder, como cierto preludio, la repulsa de los samaritanos. Y los instruyó de otro modo; habían de ser los doctores del mundo y habían de recorrer las ciudades y aldeas predicando la doctrina evangélica; y les habría de ocurrir que algunos no recibiesen la sagrada predicación, como no permitiendo que Jesús permaneciese con ellos. Les enseñó, pues, que cuando anunciasen la celestial doctrina, debían estar llenos de paciencia y mansedumbre, no demostrarse hostiles, ni iracundos, ni vengativos contra sus perseguidores. Pero aún no estaban dispuestos para ello, e incitados por un celo indiscreto, querían que bajase fuego del cielo sobre ellos. Prosigue: "Y cuando lo vieron sus discípulos, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que descienda fuego del cielo", etc.

San Ambrosio. Sabían que Finees fue tenido por justo cuando mató a unos sacrílegos3, y que por los ruegos de Elías había bajado fuego del cielo, con el que quedó vengada la injuria del Profeta.

Beda. Muchos santos, sabiendo que la muerte que separa el alma del cuerpo no debe temerse, castigaron con la pena de muerte algunos pecados. Con lo cual buscaban infundir miedo útil a los vivos, y a los que eran castigados con la muerte, ésta les era menos funesta que el pecado que podría aumentarse si viviesen.

San Ambrosio. Pero aunque sea vengado el que teme, el que no teme no busca la venganza. Además, se nos da a conocer que los apóstoles tenían los méritos de los profetas, cuando presumen que su petición tendrá derecho al poder que mereció el profeta; por ello presumen, con razón, que a su súplica bajaría fuego del cielo, puesto que son hijos del trueno.

Tito Bostrense. Creían ellos que era mucho más justo que muriesen los samaritanos, por no haber recibido al Señor, que la destrucción de los cincuenta que provocaron a Elías.

San Ambrosio. El Señor no se indignó contra ellos para manifestar que la verdadera virtud no es vengativa y que no hay verdadera caridad allí donde existe la ira. No debe repudiarse la flaqueza humana, sino que debe ser confortada; la indignación debe estar muy distante de los que profesan la religión. Lejos de los que tienen un alma grande el deseo de la venganza. Y prosigue: "Mas El, volviéndose hacia ellos, los reprendió, diciendo: No sabéis de qué espíritu sois".

Beda. Reprendió el Señor en ellos, no el ejemplo de un profeta santo, sino la ignorancia de vengarse que había en ellos, rudos aún, haciéndoles ver que no deseaban la enmienda por amor, sino la venganza por odio. Así es que, a pesar de haberles enseñado lo que era amar al prójimo como a sí mismo, e infundiéndoles también el Espíritu Santo, no faltaron tales venganzas, aunque fueron mucho más raras que en el antiguo Testamento. Por ello prosigue: "El Hijo del hombre no había venido a perder las almas, sino a salvarlas"; como diciendo: Y vosotros, pues, que lleváis el sello de su espíritu, imitad también sus acciones, ahora obrando bien y después juzgando con rectitud.

San Ambrosio. No siempre conviene castigar al que obra mal, porque en ocasiones aprovecha más la clemencia. A ti para la paciencia y al reo para la corrección. Por último, los samaritanos, de quienes ahora aparta el fuego, creyeron más pronto.

LUCAS 9,57-62


9957 (Lc 9,57-62)

Y aconteció que yendo ellos por el camino, dijo uno a Jesús: "Yo te seguiré a donde quiera que fueres". Y Jesús le dijo: "Las raposas tienen sus cuevas, y las aves del cielo sus nidos; mas el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza": Y a otro le dijo: "Sígueme"; y él respondió: "Señor, déjame antes ir a enterrar a mi padre". Y Jesús le dijo: "Deja a los muertos que entierren a sus muertos; mas tú ve y anuncia el reino de Dios". Y otro le dijo: "Te seguiré, Señor: mas primeramente déjame ir a dar disposición de lo que tengo en mi casa". Jesús le dijo: "Ninguno que pone su mano en el arado y mira atrás, es apto para el reino de Dios". (vv. 57-62)

San Cirilo.Aun cuando el Señor de todos es altamente generoso, no concede sus gracias simple e imprudentemente a cualquiera, sino sólo a aquellos que son dignos de recibirlas, esto es, a aquellos que apartan su alma de las manchas del pecado. Esto es lo que nos enseña la palabra evangélica, cuando dice: "Y aconteció, que yendo por el camino, dijo uno a Jesús: Yo te seguiré", etc. Primeramente se acerca con mucha tibieza. Después se manifiesta que estaba lleno de pretensión, pues no pide simplemente seguir a Cristo, como otros muchos del pueblo, sino que aspiraba a las dignidades apostólicas. Y sobre esto dice San Pablo: "Ninguno tome para sí este honor, sino el que es llamado por Dios" (He 5,4)

San Atanasio. Se atrevió a compararse con el poder inconcebible de Dios, cuando dice: "Te seguiré a donde quiera que vayas". Porque seguir sencillamente para oír su doctrina le es posible a la propiedad de la naturaleza humana; la cual es realizada en frente de los hombres, pero no es posible concurrir con El donde quiera que exista, porque es incomprensible y no está circunscrito a lugar.

San Cirilo.No sin razón le hace también recusable de este modo; pues debían tomar su cruz para seguir al Señor y renunciar a todas las afecciones de esta vida, y esto es lo que el Señor reprendió en él, no censurándolo, sino corrigiéndolo.

Prosigue: "Y Jesús le dijo: Las raposas tienen cuevas", etc.

Teofilacto. Como veía que el Señor llevaba tras sí mucha concurrencia, esperaba que obtendría alguna subvención y que, si le seguía, podría reunir algún dinero.

Beda. Por lo cual se le dice: ¿Cómo deseas seguirme por la avaricia de ganar riquezas de esta vida, siendo así que soy tan pobre, que ni aún donde vivir tengo ni techo donde cobijarme?

Crisóstomo. Observa cómo el Señor practica la pobreza que había enseñado; no tenía mesa, ni candelero, ni casa, ni nada que se le parezca.

San Cirilo.En sentido místico, llama zorras y aves del cielo a las astutas y malas potestades de los demonios. Como diciendo: Cuando las aves y las zorras encuentran habitación en tu alma, ¿cómo podrá Cristo descansar en ti? ¿Qué hay de común entre la luz y las tinieblas?

San Atanasio. En esto nos dio a entender el Señor la magnificencia de sus dones; como diciendo: Todas las criaturas pueden concretarse a un solo lugar, pero el Verbo de Dios es de un poder incomprensible; por tanto no digas: "Te seguiré a donde quiera que fueses". Mas si quieres ser mi discípulo, abandona las cosas irracionales, porque es imposible que quien vive en la irracionalidad sea discípulo del Verbo.

San Ambrosio. O compara las zorras a los herejes, porque este animal engañoso, siempre ocupado en emboscadas, ejerce la rapiña del engaño; nada hay seguro, nada puede estar quieto, nada permite que esté protegido; porque busca la presa dentro de la misma morada de los hombres. Además, la zorra (animal astuto) se prepara una cueva y desea estar oculta en ella. Así son los herejes, que saben prepararse una casa (el sofisma) e intentan seducir a otros con sus argumentos. Este animal ni se amansa nunca, ni es para el uso. Por lo que dice el Apóstol: "Evita el trato con el hereje después de la primera y segunda corrección" (Tt 3,10) Las aves del cielo, que se toman frecuentemente para significar la malicia espiritual, hacen nidos, por decirlo así, en el corazón de los malos; y por tanto, dominando la maldad en los afectos de cada uno, no puede haber posesión de Dios. Mas cuando halla un alma inocente, reclina, por decirlo así, sobre ella la plenitud de su majestad, porque derrama con profusión la gracia en el corazón de los buenos. Así, pues, no parece razonable considerar sencillo y fiel a aquel hombre que el Señor juzgó digno de repulsión, cuando prometía seguirle con celo infatigable. Pero el Señor no se fija en la clase de servicios, sino en la rectitud de la intención, ni recibe los servicios de aquél cuya buena intención no está bien probada. La hospitalidad de la fe debe ser circunspecta; no sea que, abriendo a los infieles el interior de nuestra casa, caigamos en la perfidia ajena por una credulidad imprevisora. Y también el Señor actuó así para que adviertas que Dios no desprecia los servicios que se le hacen, sino las falsedades, puesto que rechaza al falso y acepta al inocente.

Prosigue, pues: "Y a otro dijo: Sígueme". Decía esto a aquel cuyo padre sabía que se había muerto. Por lo que sigue: "Y él respondió: Señor, déjame ir antes a enterrar a mi padre".

Beda. No es que desprecia el honor de ser discípulo, sino que, después de cumplir los deberes de buen hijo, desea poder obrar con más libertad.

San Ambrosio. Pero el Señor tiene buen cuidado de llamar a los que quiere. Por lo que prosigue: "Y Jesús le dijo: Deja a los muertos que entierren a sus muertos". Cuando se nos impone el religioso cargo de enterrar a los cadáveres de nuestros semejantes, ¿cómo es que se prohibe a éste que entierre a su padre, sino para dar a conocer que las cosas de Dios deben ser preferidas a las de los hombres? Bueno es el deseo, pero mayor es el impedimento. Porque quien divide el celo, disminuye el afecto; y quien divide el cuidado, difiere el provecho. Por tanto, debe darse la preferencia a las cosas de mayor importancia. Así los apóstoles, para no ser absorbidos por el cuidado de los pobres, ordenaron ministros que hiciesen sus veces.

Crisóstomo in Mat. hom. 34. ¿Qué cosa más necesaria que enterrar a su propio padre? ¿Qué cosa más fácil? Pues en esto no había que gastar mucho tiempo. Luego se nos enseña por ello que no conviene pasar en vano ni un instante de tiempo (aunque mil cosas nos obliguen a ello), sino que más bien debemos preferir las cosas espirituales, aun a las más necesarias. El demonio, que siempre vigila, insiste deseando encontrar alguna ocasión, y si sorprende una pequeña negligencia, produce en nosotros una gran pusilanimidad.

San Ambrosio. No es que se prohíba enterrar al padre, sino que se da la preferencia a la vida de fe sobre las exigencias de la naturaleza. Aquello se deja a los que aún no siguen a Cristo; esto se manda a los discípulos. Mas ¿cómo pueden los muertos enterrar a los muertos, si no entiendes aquí dos muertes: una de la naturaleza y otra de la culpa? Hay también una tercera muerte, con la que morimos al pecado y vivimos para Dios.

Crisóstomo in Mat. hom. 28. Habiendo dicho: "Sus muertos", demuestra que aquel muerto no era de El, sin duda porque había muerto en la infidelidad.

San Ambrosio Sal. 5. O porque, como la boca de los impíos es un sepulcro abierto, se manda olvidar su memoria porque su importancia concluye con su vida. De esta manera no se aparta al hijo de la piedad filial, sino que se separa al fiel de la comunión del infiel. No es que haya prohibición de sepultar, pero nuestra comunión no será con gente muerta.

San Cirilo.O de otro modo: El padre ya era anciano, y creía que haría algo laudable proponiéndose observar con él la debida piedad, según aquellas palabras: "Honra a tu padre y a tu madre" (Ex 20,12) Por lo que, al ser llamado al ministerio evangélico, diciéndole el Señor: "Sígueme", buscaba una tregua que fuese bastante para sostener a su padre decrépito. Por lo que dice: "Déjame antes ir a sepultar a mi padre". No porque rogase enterrar a su difunto padre, ni Cristo, queriendo hacer esto, se lo hubiese impedido, sino que dijo sepultar, esto es, sustentar en la vejez hasta la muerte. Pero el Señor le dijo: "Deja a los muertos que entierren a los muertos". Es decir, había otros en su familia que podrían desempeñar estos deberes; pero me parece que muertos, porque no habían creído aun en Cristo. Aprende de ahí que la piedad para con Dios debe ser preferida al amor de los padres, a quienes reverenciamos, porque por ellos hemos sido engendrados. Pero Dios nos ha dado la existencia a todos cuando no éramos todavía, mientras que nuestros padres sólo son los instrumentos de nuestra entrada a la vida.

San Agustín, de cons. evang. 2, 23. Esto lo decía el Señor, dirigiéndose a aquel a quien había dicho: "Sígueme". Otro discípulo se puso en medio sin ser llamado. Por lo que sigue: "Y otro dice: Señor, yo te seguiré; mas déjame primero despedirme de los que están en casa".

San Cirilo.Esta oferta es admirable y digna de alabanza; sin embargo, querer despedirse de los que estaban en su casa, para renunciar a ellos, muestra que uno está dividido en el servicio de Dios, hasta que se decida firmemente a la renuncia. Porque el querer consultar a sus parientes, que no han de consentir con este propósito, es mostrarse vacilante. Por esto el Señor desaprueba su ofrecimiento. Y prosigue: "Ninguno, que pone la mano en el arado y mira atrás, es apto para el reino de Dios". Pone la mano en el arado quien se encuentra dispuesto a seguir al Señor; pero mira hacia atrás el que pide tiempo para encontrar ocasión de volver a casa y conversar con sus parientes.

San Agustín de verb. dom. serm 7. Como diciéndole: Te llama el Oriente y tú miras al Occidente.

Beda. Poner la mano en el arado (como cierto instrumento de penitencia), es quebrantar la dureza del corazón con el leño y el hierro de la pasión del Señor y abrirle para que produzca frutos de buenas obras. Si alguno empieza a hacerlo y a semejanza de la mujer de Lot se deleita mirando lo que ha dejado, se priva ya de la recompensa del reino futuro.

Expositor Griego. La repetida mirada a aquello que hemos dejado nos vuelve a la costumbre abandonada. Siempre es violento dejar lo que se ha poseído por mucho tiempo. ¿Acaso el hábito no nace del uso y la naturaleza del hábito? Difícil es quitar o alterar la naturaleza; porque, aunque ceda algo por violencia, vuelve velozmente a sí misma.

Beda. Si, pues, el discípulo que iba a seguir al Señor, es reprendido porque quiere dar cuenta de ello en su casa, ¿qué será de aquéllos que, sin utilidad alguna, visitan las casas de los que dejaron en el mundo?



Catena aurea ES 9937