Suma Teológica III Qu.4

CUESTIÓN 4 Sobre la unión, vista por parte del objeto asumido

Pasamos ahora a tratar de la unión por parte del objeto asumido (cf. q.2, introd.). A este respecto hay que ver, primero, las cosas asumidas por el Verbo de Dios; y, luego, las cosas asumidas con ésas, que son las perfecciones y los defectos (q. 7).
Como el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana y sus partes, sobre el primer problema se plantean tres cuestiones: La primera se refiere a la misma naturaleza humana; la segunda, a las partes que la integran (q. 5); la tercera, al orden de la asunción (q. 6).
Sobre la primera cuestión se plantean seis interrogantes: 1. La naturaleza humana, ¿fue más apta que cualquier otra para que la asumiese el Hijo de Dios? 2. ¿Asumió la persona? 3. ¿Asumió al hombre? 4. ¿Hubiera sido conveniente que asumiese la naturaleza humana prescindiendo de los singulares? 5. ¿Hubiera sido oportuno que asumiese la naturaleza humana en todos los particulares? 6. ¿Hubiera sido conveniente que asumiese la naturaleza humana en un hombre engendrado por la raza de Adán?

ARTíCULO 1 La naturaleza humana, ¿fue más apta que cualquier otra para que el Hijo de Dios la asumiese?

Objeciones por las que parece que la naturaleza humana no fue más apta que cualquier otra para ser asumida por el Hijo de Dios.
Objeciones: 1. Dice Agustín en la Epístola Ad Volusianum: En las cosas maravillosas, toda la razón de lo hecho es el poder del agente. Ahora bien, el poder de Dios al realizar la encarnación, que es la obra más maravillosa, no queda limitado a una sola naturaleza, porque tal poder es infinito. Luego la naturaleza humana no es más apta que cualquier otra criatura para ser asumida por Dios.
2. La semejanza es motivo eficaz para la conveniencia de la encarnación de una persona divina, como se ha dicho más arriba (III 3,8). Pero, así como en la criatura racional existe la semejanza de imagen, así también en la criatura irracional se da la semejanza de vestigio. Luego la criatura irracional fue tan apta como lo es la naturaleza humana.
3. En la naturaleza angélica se da una semejanza de Dios más intensa que en la naturaleza humana, como dice Gregorio en la homilía De centum ovibus, al intercalar a Ez 28,12: Tú eres sello de perfección. Además, en el ángel se da el pecado, como en el hombre, según Jb 4,18: En sus ángeles encuentra imperfección. Por consiguiente, la naturaleza angélica fue tan apta para ser asumida como la naturaleza humana.
4. por ser Dios la perfección suma, tanto más semejante le será una cosa cuanto más perfecta sea. Pero el universo en su conjunto es más perfecto que sus partes, entre las que se encuentra la naturaleza humana. Luego el universo entero es más apto para ser asumido que la naturaleza humana.
Contra esto: está lo que se dice en Pr 8,31), proveniente de la boca de la sabiduría engendrada: Mis delicias son estar con los hijos de los hombres. Y así parece darse una cierta conveniencia para la unión del Hijo de Dios con la naturaleza humana.
Respondo: Asumible significa lo que es apto para ser asumido por una persona divina. Y tal aptitud no puede entenderse como una potencia pasiva natural, que no se extiende a lo que rebasa el orden natural, siendo así que la unión personal de la criatura con Dios sobrepasa tal orden. De donde se sigue que una cosa se llama asumible en cuanto concorde con una cierta conveniencia para la unión susodicha. Tal conveniencia se considera en la naturaleza humana bajo dos aspectos, a saber: el de la dignidad y el de la necesidad. El de la dignidad, porque la naturaleza humana, por ser racional e intelectual, está destinada a contactar de alguna manera con el mismo Verbo por su operación, es a saber, conociéndole y amándole. El de la necesidad, porque estaba necesitada de una reparación, al estar dominada por el pecado original. Estas dos motivaciones sólo convienen a la naturaleza humana, pues a la criatura irracional le falta la conveniencia de la dignidad, y a la naturaleza angélica le falta la conveniencia de la necesidad reseñada. De donde se deduce que únicamente es asumible la naturaleza humana.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Las criaturas se conceptúan de acuerdo con lo que les compete por sus propias causas, y no por lo que les conviene según las causas primeras y universales: así, llamamos incurable a una enfermedad, no porque Dios sea incapaz de sanarla, sino porque no puede ser curada por los principios intrínsecos del sujeto. Así pues, cuando se afirma que una criatura no es para ser asumida, no se trata de limitar el poder de Dios, sino de hacer ver una condición de la criatura que la priva de tal aptitud.
2. La semejanza de imagen en la naturaleza humana se establece por su capacidad de Dios, esto es, porque puede alcanzarlo mediante su propia operación de conocimiento y amor. En cambio, la semejanza de vestigio se asienta sólo sobre una cierta representación que se desprende de la huella de Dios en la criatura; y no porque la criatura irracional, que sólo goza de esa semejanza, sea capaz de alcanzar a Dios por su propia operación. Ahora bien, lo que está desprovisto de lo menor, no es apto para lo mayor: el cuerpo que no es apto para ser perfeccionado por el alma sensitiva, mucho menos lo es para ser perfeccionado por el alma intelectiva. La unión personal con Dios es mayor y más perfecta que la unión por medio de la operación. Por eso, la criatura irracional, que ni siquiera es capaz de la unión con Dios por medio de la operación, resulta inepta para la unión personal.
3. Algunos sostienen que el ángel no es apto para ser asumido porque desde el principio de su creación es perfecto en su personalidad, puesto que no está sujeto a la generación ni a la corrupción. De ahí que no hubiera podido ser asumido en unidad con la persona divina, a no ser que fuera destruida su personalidad; cosa que no se armoniza ni con la incorruptibilidad de su naturaleza, ni con la bondad del asumente, de la que es impropio destruir lo que sea perfección en la criatura asumida. Pero no parece que esto excluya totalmente la conveniencia de la asunción de la naturaleza angélica. Dios puede crear una nueva naturaleza angélica y unirla a sí mismo en unidad de persona, sin que así se destruyese nada preexistente. Pero, como queda dicho (en la sol.), falta la conveniencia por razón de la necesidad, pues, aunque la naturaleza angélica esté sometida al pecado en algunos de sus miembros, su pecado es irremediable, como se explicó en la Primera Parte (I 64,2).
4. La perfección del universo no es la perfección de una persona o de un supuesto, sino de lo que goza de unidad de disposición o de orden. La mayor parte de los seres que forman esa unidad no son asumibles, como se ha dicho (en la sol.). Resulta de ello que sólo la naturaleza humana cuenta con aptitud para ser asumida.

ARTíCULO 2 ¿El Hijo de Dios asumió la persona?

Objeciones por las que parece que el Hijo de Dios hubiera asumido la persona.
Objeciones: 1. Dice el Damasceno, en el libro III, que el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana indivisa, esto es, en un individuo. Ahora bien, el individuo de naturaleza racional es una persona, como lo declara Boecio en el libro De duabus naturis. Luego el Hijo de Dios asumió la persona.
2. Dice el Damasceno que el Hijo de Dios asumió todo lo que había puesto en nuestra naturaleza. Pero en la misma puso la personalidad. Luego el Hijo de Dios asumió la persona.
3. Sólo se consume lo que existe. Pero Inocencio III dice en una Decretal que la persona de Dios consumió la persona del hombre. Luego da la impresión de que la persona del hombre había sido antes asumida.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro De fide ad Petrum: Dios asumió la naturaleza del hombre, no su persona.
Respondo: Se afirma que una cosa es asumida porque es tomada por algo. De donde es necesario que lo asumido se presuponga a la asunción, al modo en que lo que se mueve localmente se presupone al mismo movimiento. En cambio, la persona, en la naturaleza humana, no se presupone a la asunción, sino que es más bien término de la misma, como se ha dicho arriba (III 3,1-2).
En caso de presuponerse, se seguirían dos alternativas: o se corrompería, con lo que hubiera sido asumida en vano; o permanecería después de la unión, con lo que resultarían dos personas, la asumente y la asumida, lo que es falso, como ya hemos demostrado antes (III 2,6). De donde resta que el Hijo de Dios no asumió en modo alguno la persona humana.
A las objeciones:
Soluciones: 1. El Hijo de Dios asumió la naturaleza humana indivisa, esto es, en un individuo que no es distinto del supuesto increado, que es la persona del Hijo de Dios (III 2,5 ad 2). De donde no se sigue que la persona sea asumida.
2. A la naturaleza asumida no le falta la propia personalidad por la privación de alguna perfección que le pertenezca, sino por la adición de algo que está por encima de la naturaleza humana, como es la unión con una persona divina.
3. Consunción, en ese texto, no significa destrucción de algo que existía anteriormente, sino impedimento de algo que hubiera podido ser de otra manera. Efectivamente, la naturaleza humana hubiera tenido su propia personalidad de no haber sido asumida por la persona divina. Y, por consiguiente, se dice que la persona (divina) consumió a la persona (humana), pero en sentido impropio, porque la persona divina impidió, con su unión, que la naturaleza humana tuviera su propia personalidad.

ARTíCULO 3 ¿La persona divina asumió a un hombre?

Objeciones por las que parece que la persona divina asumió a un hombre.
Objeciones: 1. En (Ps 64,5) se dice: Bienaventurado aquel a quien elegiste y asumiste; lo que la Glosa expone acerca de Cristo. Y Agustín dice en el libro De agone chrístiano: El Hijo de Dios asumió al hombre, y en él soportó las cosas humanas.
2. Aún más: la palabra hombre significa la naturaleza humana. Pero el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana. Luego asumió al hombre.
3. El Hijo de Dios es hombre. Pero no es el hombre que no asumió, porque, en tal caso, por la misma razón sería Pedro o cualquier otro hombre. Luego es el hombre que asumió.
Contra esto: está la autoridad de Félix papa y mártir, incluida en el Concilio de Éfeso: Creemos en Nuestro Señor Jesucristo, nacido de la Virgen María, porque es el Hijo eterno y el Verbo de Dios, y no un hombre asumido por Dios, distinto de aquél. Pues el Hijo de Dios no asumió a un hombre para que fuese distinto de él mismo.
Respondo: Como queda reseñado arriba (a. 2), lo asumido no es término de la asunción, sino que se presupone la misma. También se ha dicho antes (a. 2 ad 1) que el individuo en quien fue asumida la naturaleza humana no es otro que la persona divina, término de la asunción (III 3,1-2). Pero la palabra hombre significa la naturaleza humana en cuanto apta para existir en un supuesto, porque, como dice el Damasceno: así como el nombre Dios significa aquel que tiene naturaleza divina, así también el término hombre designa a aquel que tiene naturaleza humana. Y por eso, hablando con propiedad, no puede decirse que el Hijo de Dios asumió a un hombre, suponiendo, como es la verdad, que en Cristo no hay más que un solo supuesto y una sola hipóstasis.
Pero, según los que defienden en Cristo dos hipóstasis o dos supuestos, podría decirse adecuadamente y con propiedad que el Hijo de Dios asumió a un hombre. Por eso la primera opinión recogida en la distinción sexta del libro III de las Sentencias admite que fue asumido un hombre. Pero tal opinión es falsa, como se demostró arriba (III 2,6).
A las objeciones:
Soluciones: 1. Las expresiones de este tipo no deben desorbitarse, como si fuesen propias, sino que, cuando las emplean los santos Doctores, han de interpretarse piadosamente, como diciendo que el hombre fue asumido porque fue asumida su naturaleza, y porque la asunción tuvo como término el que el Hijo de Dios sea hombre.
2. La palabra hombre significa la naturaleza humana en concreto, es decir, en cuanto existe en un supuesto. Y por eso, así como no podemos decir que el supuesto fue asumido, así tampoco podemos afirmar que el hombre fue asumido.
3. El Hijo de Dios no es el hombre que asumió, sino aquel cuya naturaleza asumió.

ARTíCULO 4 ¿El Hijo de Dios debió asumir la naturaleza humana prescindiendo de todos los individuos?

Objeciones por las que parece que el Hijo de Dios debió asumir la naturaleza humana prescindiendo de todos los individuos.
Objeciones: 1. La asunción de la naturaleza humana se produjo para la salvación común de todos los hombres: por eso se dice en 1Tm 4,10)que Cristo es salvador de todos los hombres, ante todo de los fieles. Pero la naturaleza, tal como se encuentra en los individuos, se aparta de su comunidad. Luego el Hijo de Dios debió asumir la naturaleza humana en cuanto separada de todos los individuos.
2. hay que atribuir a Dios lo sublime de todas las cosas. Ahora bien, en cualquier género de cosas lo más perfecto es lo que existe por sí mismo. Luego el Hijo de Dios debió asumir al hombre en cuanto existente por sí mismo. Según los Platónicos, esto se cumple en la naturaleza humana separada de los individuos. Por tanto, ésta es la que debió asumir el Hijo de Dios.
3. El Hijo de Dios no asumió la naturaleza humana en cuanto identificada concretamente con la palabra hombre, como se ha dicho (a. 3). Pero así se entiende en cuanto existente en los singulares, como resulta de lo ya dicho (a. 3). Luego el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana en cuanto separada de los individuos.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno en el libro III: El Verbo de Dios no asumió tampoco la naturaleza considerada como objeto de pura contemplación, porque esto no sería encarnación, sino un engaño y una ficción de la encarnación. Pero la naturaleza humana, en cuanto separada o abstraída de los individúos, es fruto de la pura contemplarían, porque no subsiste por sí misma, como enseña también el propio Damasceno. Luego el Hijo de Dios no asumió la naturaleza humana en cuanto separada de los individuos.
Respondo: La naturaleza del hombre, como la de cualquier otra realidad sensible, aparte del ser que tiene en los singulares, puede entenderse de dos modos: uno, como existente por sí misma, sin la materia, como enseñaron los Platónicos; otro, como existente en el entendimiento humano o en el divino.
Pero no puede subsistir por sí misma, como demuestra el Filósofo en el libro VII Metaph., porque la materia sensible pertenece a la especie de las cosas sensibles, y entra en su definición, como la carne y los huesos entran en la definición del hombre. De donde resulta imposible la existencia de la naturaleza humana fuera de la materia sensible.
No obstante, si la naturaleza humana fuese subsistente de esa manera, no hubiera sido conveniente que la asumiese el Verbo de Dios. En primer lugar, porque esta asunción se termina en la persona. Pero es contra la razón de forma común el que ésta se individualice en una persona. En segundo lugar, porque a una naturaleza común sólo se le pueden atribuir operaciones comunes y universales, por las que el hombre ni merece ni desmerece, siendo así que la asunción se realizó para que el Hijo de Dios mereciese por nosotros en la naturaleza asumida. En tercer lugar, porque una naturaleza de esa clase no es sensible, sino inteligible. En cambio, el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana para hacerse en ella visible a los hombres, según palabras de Ba 3,38: Después de esto, apareció en la tierra, y conversó con los hombres.
Del mismo modo, el Hijo de Dios no pudo asumir una naturaleza humana tal como se encuentra en el entendimiento divino, porque, en tal hipótesis, no sería otra cosa que la misma naturaleza divina, de modo que la naturaleza humana estaría en el Hijo de Dios desde la eternidad.
Asimismo, tampoco sería oportuno decir que el Hijo de Dios hubiera asumido la naturaleza humana tal como se encuentra en el entendimiento humano, porque equivaldría a decir que tal asunción era puramente mental. Y, en este caso, si no la asumió realmente, tal entendimiento sería falso. No sería otra cosa que una ficción de la encarnación, como dice el Damasceno.
A las objeciones:
Soluciones: 1. El Hijo de Dios se encarnó como salvador común de todos, entendida esa comunidad no del género o la especie, que se atribuye a la naturaleza separada de los individuos, sino entendida como comunidad de causa, en cuanto que el Hijo de Dios se encarnó como causa universal de salvación para todos los hombres.
2. El hombre en sino existe en la realidad como algo distinto de los singulares, al modo que enseñaron los Platónicos. Aunque algunos dicen que Platón sólo admitió la existencia del hombre separado en el entendimiento divino. Pero, en este supuesto, tampoco fue oportuna la asunción, puesto que tal hombre hubiera estado presente en el Verbo desde la eternidad.
3. La naturaleza humana, aunque no haya sido asumida en concreto como un supuesto preexistente a la asunción, fue asumida, sin embargo, en un individuo de tal modo que tenga que existir en ese individuo.

ARTíCULO 5 ¿El Hijo de Dios debió asumir la naturaleza humana en todos los individuos?

Objeciones por las que parece que el Hijo de Dios debió asumir la naturaleza humana en todos los individuos.
Objeciones: 1. Lo asumido en primer lugar y por sí mismo es la naturaleza humana. Ahora bien, lo que conviene de suyo a una naturaleza, conviene a todos los objetos que pertenecen a ella. Luego fue conveniente que el Verbo de Dios asumiese la naturaleza humana en todos sus individuos.
2. La encarnación tiene su origen en el amor divino. Por eso se dice en Jn 3,16: De tal modo amó Dios al mundo, que le dio su Hijo unigénito. Pero la caridad hace que uno se dé a los amigos todo lo posible. Como fue posible que el Hijo de Dios asumiese varias naturalezas humanas, según se dijo arriba (III 3,7), por la misma razón pudo asumirlas todas. Luego fue conveniente que el Hijo de Dios asumiese la naturaleza en todos sus individuos.
3. El artífice sabio realiza su obra por el camino más breve posible. Pero el camino más breve hubiera sido asumir a todos los hombres a la filiación natural, y no que por medio del único Hijo natural muchos redbieran la adopción filial, como se dice en Ga 4,5). Luego la naturaleza humana debió ser asumida por el Hijo de Dios en todos sus individuos.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno en el libro III: El Hijo de Dios no asumió la naturaleza humana tal como se halla en su especie, ni tampoco todas sus hipóstasis.
Respondo: No fue conveniente que la naturaleza humana en todos sus supuestos fuese asumida por el Verbo. En primer lugar, porque desaparecería la multitud de supuestos de la naturaleza humana que le es connatural. Como en la naturaleza asumida no se puede tener en cuenta otro supuesto que el de la persona asumente, según se dijo arriba (a. 3; III 2,6), en caso de ser la naturaleza humana la única asumida, se seguiría la existencia de un único supuesto de la naturaleza humana, que es la persona asumente.
En segundo lugar, porque eso rebajaría la dignidad del Hijo de Dios encarnado, que Rm 8,29 presenta como primogénito entre muchos hermanos, según su naturaleza humana, al modo en que es primogénito de toda criatura (Col 1,15), según su naturaleza divina. En tal hipótesis, todos los hombres tendrían la misma dignidad.
Finalmente, porque convino que, así como fue un solo supuesto divino el que se encarnó, así también asumiese una sola naturaleza humana, a fin de que exista unidad por ambas partes.
A las objeciones:
Soluciones: 1. El ser asumida conviene propiamente a la naturaleza humana, porque es claro que no le compete por razón de la persona, como acontece con la naturaleza divina, que sí asume por razón de la persona. Pero no porque le convenga propiamente como algo que pertenece a sus principios esenciales, o como una propiedad natural suya. De este modo convendría a todos sus individuos.
2. El amor de Dios a los hombres no se manifiesta sólo en la asunción de la naturaleza humana, sino principalmente en lo que padeció, en tal naturaleza humana, por los demás hombres, según Rm 5,8: Dios prueba el amor que nos tiene en que, siendo pecadores, Cristo murió por nosotros. Tal cosa no sucedería si hubiese tomado la naturaleza humana en todos los hombres.
3. La brevedad del camino, seguida por el artífice inteligente, requiere que no emplee muchos medios para hacer una cosa cuando puede hacerse con uno solo. Y por eso fue convenientísimo que todos los hombres se salvasen por medio de uno solo.

ARTíCULO 6 ¿Fue conveniente que el Hijo de Dios asumiese la naturaleza humana de la estirpe de Adán?

Objeciones por las que parece que no fue conveniente que el Hijo de Dios asumiese la naturaleza humana de la estirpe de Adán.
Objeciones: 1. Dice el Apóstol en He 7,26: Era conveniente que nuestro Sumo Sacerdote fuera separado de los pecadores. Pero estaría más separado de los pecadores si no hubiera asumido la naturaleza humana de la raza de Adán pecador. Luego da la impresión de que no debió asumir la naturaleza humana de la estirpe de Adán.
2. En cualquier género de cosas es más noble el principio que lo que procede de él. Por consiguiente, si quiso tomar la naturaleza humana, más bien debió asumirla en el mismo Adán.
3. Los gentiles fueron pecadores en mayor grado que los judíos, como dice la Glosa a propósito de Ga 2,15: Nosotros somos judíos de nacimiento, no pecadores provenientes de los gentiles. Si, pues, quiso asumir la naturaleza humana de los pecadores, debió tomarla más bien de los gentiles que de la raza de Abrahán, que fue justo.
Contra esto: está que (Lc 3,23ss) hace subir la genealogía del Señor hasta Adán.
Respondo: Como escribe Agustín en el libro XIII De Trín., podía Dios tomar carne de otra parte, no de la estirpe de aquel Adán que con su pecado encadenó al género humano. Pero juygó Dios más conveniente formar de la misma raza venada al hombre que había de vencer al enemigo del género humano. Y esto por tres motivos. Primero, porque parece ser de justicia que satisfaga el mismo que pecó. Y por eso debió tomarse de la naturaleza corrompida por él mismo el medio por el que iba a cumplirse la satisfacción en favor de toda la naturaleza.
Segundo, porque también eso contribuye a la mayor dignidad del hombre, al nacer el vencedor del diablo de la misma raza que éste había vencido.
Tercero, porque de este modo también se pone más de relieve el poder de Dios, al asumir de una naturaleza corrompida y débil aquello que fue promovido a un poder y dignidad tan grandes.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Cristo debió estar separado de los pecadores en cuanto a la culpa que venía a destruir, no en cuanto a la naturaleza a la que venía a salvar, según la cual debió asemejarse en todo a sus hermanos, como dice el propio Apóstol en He 2,17). Y por esto su inocencia es todavía más admirable, al lograr tanta pureza una naturaleza asumida de una masa infectada por el pecado.
2. Como se ha expuesto, fue oportuno que aquel que venía a quitar los pecados estuviese separado de los pecadores en cuanto a la culpa, a la que Adán estuvo sometido, y al que Cristo sacó de su pecado, como se lee en Sg 10,2).
Convenía, pues, que aquel que había venido a purificar a todos no tuviese necesidad de purificación, como, en cualquier género de movimiento, el primer motor es inmóvil con relación a tal movimiento, y como el primer actuante es inalterable. Y por eso no fue conveniente que asumiese la naturaleza humana en el mismo Adán.
3. Puesto que Cristo debía estar lo más separado posible de los pecadores en cuanto a la culpa, como logrando el grado sumo de inocencia, fue conveniente que desde el primer pecador se llegase a Cristo por medio de algunos justos, en los que brillasen algunos signos de la santidad futura. Por eso situó Dios en el pueblo del que Cristo había de nacer ciertos signos de santidad, que comenzaron con Abrahán, el primero en recibir la promesa de Cristo y la circuncisión, como signo de la alianza que iba a pactarse, como se dice en Gn 17,11).

CUESTIÓN 5 Sobre la asunción de las partes de la naturaleza humana

Pasamos a tratar ahora de la asunción de las partes de la naturaleza humana. Y acerca de esto se plantean cuatro preguntas: 1. El Hijo de Dios, ¿debió asumir un verdadero cuerpo? 2. ¿Debió asumir un cuerpo terrestre, esto es, de carne y sangre? 3. ¿Asumió el alma? 4. ¿Debió asumir la inteligencia?

ARTíCULO 1 ¿El Hijo de Dios asumió un cuerpo verdadero?

Objeciones por las que parece que el Hijo de Dios no asumió un verdadero cuerpo.
Objeciones: 1. En Ph 2,7 se lee que se hizo semejante a los hombres. Ahora bien, lo que es verdadero no se llama semejante. Luego el Hijo de Dios no asumió un verdadero cuerpo.
2. La asunción del cuerpo en nada rebajó la dignidad de la divinidad, pues dice el papa León, en un sermón De Nativitate, que ni la glorificación consumió la naturaleza inferior, ni la asunción aminoró la superior. Pero es propio de la dignidad de Dios el estar totalmente separado del cuerpo. Luego parece que Dios no se unió al cuerpo por la asunción.
3. Los signos deben responder a las cosas significadas. Ahora bien, las apariciones del Antiguo Testamento, que fueron signos y figuras de la aparición de Cristo, no eran visiones reales, sino imaginarias, como es claro por (Is 6: Vi al Señor sentado, etc. Luego parece que también la aparición de Dios en el mundo no fue real, sino imaginaria.
En cambio está lo que dice Agustín en el libro Octoginta trium quaest.: Si el cuerpo de Cristo fue un fantasma, Cristo cometió un engaño. Y si engañó, no es la verdad. Pero Cristo es la verdad. Luego su cuerpo no fue un fantasma. Y así resulta evidente que asumió un cuerpo verdadero.
Respondo: Como se lee en el libro De ecclesiasticis dogmatibus, el Hijo de Dios no nació idealmente, como teniendo un cuerpo imaginario, sino teniendo un cuerpo verdadero. Y pueden señalarse tres motivos de tal hecho: Primero, por la noción de naturaleza humana, que requiere tener un cuerpo verdadero. Supuesta, por lo que precede III 4,1), la conveniencia de que el Hijo de Dios asumiese una naturaleza humana, es consecuencia lógica que asumiese un cuerpo verdadero.
Segundo, por lo que aconteció en el misterio de la encarnación. Si su cuerpo no fue verdadero, sino fantástico, no sufrió una muerte real ni realizó de verdad todo lo narrado por los Evangelistas, sino sólo en apariencia. Y también se seguiría que no se produjo una verdadera salvación del género humano, pues el efecto debe ser proporcionado a la causa.
Tercero, por la misma dignidad de la persona que asume, que, por ser la verdad, no convino que en su obra existiese ficción alguna. Por lo que también el Señor se dignó excluir por sí mismo este error, cuando los discípulos, conturbadosj aterrados, creían ver un fantasma (Lc 24,37), y no un verdadero cuerpo; y por eso se les ofreció para que le palpasen, diciendo: Palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que los tengo yo (Lc 24,39).
A las objeciones:
Soluciones: 1. Esa semejanza expresa la realidad de la naturaleza humana de Cristo, al modo en que todos los que existen de verdad en la naturaleza humana son llamados específicamente semejantes. No se trata, pues, de una semejanza imaginaria. Y para evidenciar esto, añade el Apóstol: Se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Ph 2,8), lo que no hubiera podido suceder si la semejanza hubiera sido imaginaria.
2. La asunción de un verdadero cuerpo por parte del Hijo de Dios en nada disminuyó su dignidad. Por eso dice Agustín en el libro De jide ad Petrum: Se anonadó tomando la forma de siervo, para hacerse siervo; pero no perdió la plenitud de la forma de Dios. El Hijo de Dios no asumió verdadero cuerpo de manera que se convirtiese en forma del mismo, porque eso iría en contra de la simplicidad y pureza divinas, pues equivaldría a asumir un cuerpo en unidad de naturaleza, cosa que es imposible, como es claro por lo dicho arriba (III 2,7).
Lo asumió en unidad de persona, dejando a salvo la distinción de naturaleza.
3. La figura debe corresponder a la realidad en cuanto a la semejanza, no en cuanto a la realidad, porque si la semejanza fuese total, ya no sería un signo, sino la misma cosa, como dice el Damasceno en el libro III. Así pues, fue conveniente que las apariciones del Antiguo Testamento fuesen sólo imaginarias, como figuras, mientras que la aparición del Hijo de Dios en el mundo debía ser en cuerpo real, por ser El lo representado o significado por aquellas figuras. Por eso dice el Apóstol en Col 2,17: Las cuales son sombra de las venideras, pero la realidad es Cristo.

ARTíCULO 2 ¿Tuvo Cristo un cuerpo carnal o terrestre?

Objeciones por las que parece que Cristo no tuvo un cuerpo carnal o terrestre, sino celeste.
Objeciones: 1. Dice el Apóstol en 1Co 15,47: El primer hombre, hecho de la tierra, fue terreno; el segundo fue del cielo, celeste. Pero el primer hombre, Adán, procedió de la tierra en cuanto al cuerpo, como es claro por (Gn 2,7). Luego también el segundo hombre, Cristo, fue del cielo en cuanto al cuerpo.
2. En 1Co 15,50) se dice: La carne y la sangre no poseerán el reino de Dios.
Pero el reino de Dios se realiza principalmente en Cristo. Luego en El no hay carne y sangre, sino más bien un cuerpo celeste.
3. A Dios hay que atribuirle todo lo mejor. Ahora bien, entre todos los cuerpos, el más noble es el celeste. Luego Cristo debió asumir un cuerpo de esa clase.
Contra esto: está lo que dice el Señor en Lc 24,39: E I espíritu no tiene carne y huesos, como veis que los tengo yo. Pero la carne y los huesos no provienen de la materia del cuerpo celeste, sino de los elementos inferiores. Luego el cuerpo de Cristo no fue un cuerpo celeste, sino carnal y terreno.
Respondo: Con las mismas razones que se demostró que el cuerpo de Cristo no debió ser imaginario (a. 1) se demuestra que no debe ser celeste. En primer lugar, así como no se salvaría la verdad de la naturaleza humana en Cristo si su cuerpo fuese imaginario como enseñaron los Maniqueos, así tampoco se salvaría si fuera un cuerpo celeste, como sostuvo Valentín. Por ser la forma una cosa natural al hombre, requiere una determinada materia, a saber, la carne y los huesos, que hay que incluir en la definición de hombre, como es manifiesto por el Filósofo en el libro VIII Metaph. .
En segundo lugar, porque un cuerpo de esa clase menoscabaría la verdad de las cosas que Cristo realizó con su cuerpo. Por ser el cuerpo celeste impasible e incorruptible, como se prueba en el libro I De cáelo, en caso de que el Hijo de Dios hubiese asumido un cuerpo celeste, no hubiera tenido hambre ni sed, ni hubiera padecido pasión y muerte.
Finalmente, eso rebajaría también la verdad divina. Habiéndose manifestado a los hombres el Hijo de Dios como teniendo un cuerpo carnal y terrestre, tal manifestación resultaría falsa en caso de haber tenido un cuerpo celeste. Y por este motivo se dice en el libro De ecclesiastids dogmatibus: El Hijo de Dios nadó tomando carne del cuerpo de la Virgen, y no trajéndola consigo del cielo.
A las objeciones:
Soluciones: 1. El que Cristo haya descendido del cielo se entiende de dos modos: uno, por razón de la naturaleza divina; no en el sentido de que la naturaleza divina dejase de estar en el cielo, sino porque comenzó a existir aquí abajo de una manera nueva, a saber, según la naturaleza asumida, de acuerdo con lo que se lee en Jn 3,13: Nadie ha subido al cielo sino aquel que bajó del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo.
Otro, por razón del cuerpo; no porque el propio cuerpo de Cristo en cuanto a su sustancia bajase del cielo, sino porque su cuerpo fue formado por el poder del cielo, es decir, del Espíritu Santo. Por lo que dice Agustín, Ad Orosium, exponiendo la frase citada de 1Co 15,47: Llamó a Cristo celeste porque no fue concebido mediante semen humano. Y de esta manera lo expone también Hilario en el libro De Trinitate.
2. La carne y la sangre no se toman, en el pasaje citado, por la sustancia de la carne y de la sangre, sino por la corrupción de la carne y de la sangre. Pero tal corrupción no existió en Cristo por lo referente a la culpa. Se dio, sin embargo, en él temporalmente en cuanto a la pena, para consumar la obra de nuestra redención.
3. El que un cuerpo débil y terrenal haya sido promovido a una sublimidad tan extraordinaria redunda en la mayor gloria de Dios. Por esto en el Concilio de Éfeso se lee una sentencia de S. Teófilo, que dice: Así como son tenidos por los mejores artistas los que manifiestan su ingenio no sólo con materiales preciosos, sino tomando a veces el pobre barro o la simple tierra, así también el artista supremo de todas las cosas, el Verbo de Dios, manifestó la grandeva de su arte tomando, no la materia predosa de un cuerpo celeste, sino el barro, para venir a nosotros.


Suma Teológica III Qu.4