Suma Teológica III Qu.35 a.7
Objeciones por las que parece que Cristo no debió nacer en Belén.
Objeciones: 1. Se dice en Is 2,3: De Sión saldrá la ley, y dejerusalén la palabra del Señor.
Ahora bien, Cristo es verdaderamente el Verbo de Dios. Luego debió venir al mundo desde Jerusalén.
2. En Mt 2,23) se dice que estaba escrito de Cristo que sería llamado Nazareno; lo cual está tomado de Is 11,1), dónde está escrito: De su raíz nacerá una flor; y Nazaret significa flor. Pero uno se denomina principalmente por el lugar de su nacimiento. Luego parece que debió nacer en Nazaret, donde también fue concebido y criado.
3. El Señor nació en el mundo para anunciar el testimonio de la verdad, según aquellas palabras de Jn 18,37: Para esto nací, y para esto he venido al mundo: Para dar testimonio de la verdad. Ahora bien, esto hubiera podido cumplirlo mejor de haber nacido en la ciudad de Roma, que ostentaba entonces el dominio del mundo. De donde dice Pablo escribiendo a los Romanos (Rm 1,8: Vuestra fe es anunciada en todo el mundo. Luego parece que no debió nacer en Belén.
Contra esto: está lo que dice en Mi 5,2: Y tú, Belén de Efratá, de ti me saldrá el que domine en Israel.
Respondo: Cristo quiso nacer en Belén por dos motivos. Primero, porque nació de la descendencia de David según la carne, como se dice en Rm 1,3). A David le había sido hecha la promesa especial de Cristo, según aquellas palabras de 2S 23,1: Dijo el varón para quien fue dispuesto lo referente al Cristo del Dios de Jacob. Y por eso quiso nacer en Belén, donde nació David, para que por el mismo lugar de nacimiento quedase demostrado el cumplimiento de la promesa que le había sido hecha. Y esto es lo que indica el Evangelista (Lc 2,4) cuando dice: Porque era de la casa y de la familia de David.
Segundo, porque, como dice Gregorio en una Homilía, Belén se traduce por casa de pan. Es el mismo Cristo quien dice: Yo soy el pan vivo que he bajado del cielo.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Como David nació en Belén (1R 17,12), así también eligió a Jerusalén para establecer en ella la sede de su reino y para edificar allí el templo del Señor (2R 5,5 2R 7), con lo que Jerusalén se convirtió así en ciudad real y sacerdotal.
Ahora bien, el sacerdocio y el reino de Cristo se realizaron principalmente en su pasión. Y por eso eligió convenientemente Belén para su nacimiento, Jerusalén para su pasión.
Con esto confundió a la vez la vanidad de los hombres, que se glorían de traer su origen de ciudades nobles, en las que buscan también ser especialmente honrados. Cristo, por el contrario, quiso nacer en una población desconocida, y padecer los agravios en una ciudad ilustre.
2. Cristo quiso florecer conforme a una vida virtuosa, no según el origen racial.
Y por este motivo quiso ser educado y criado en la ciudad de Nazaret. Pero tuvo a bien nacer en Belén peregrinando como extranjero, porque, como dice Gregorio, mediante la humanidad que había tomado, nacía como en casa ajena, no conforme a su poder, sino conforme a la naturaleza. Y, como también escribe Beda, por carecer de lugar en el mesón, nos preparó muchas mansiones en la casa de su Padre.
3. Como se lee en un Sermón del Concilio de Éfeso, si hubiese elegido la grandiosa ciudad de Roma, hubiera pensado que el cambio del mundo obedeció al poder de sus ciudadanos. Si hubiera sido hijo del Emperador, hubieran atribuido sus frutos al poder. Sin embargo, para que se supiese que la divinidad había transformado el orbe, eligió una madre pobre y una patria todavía más pobre.
Dios eligió la flaquera del mundo para confundir a los fuertes, como se dice en 1Co 1,27). De ahí que, para demostrar más su poder, estableció en Roma, que era la cabeza del mundo, la capitalidad de su Iglesia, en señal de una victoria perfecta, a fin de que desde allí se extendiese la fe al mundo entero, según palabras de Is 26,5-6: Humillará la ciudad soberbia, y la pisará el pie del pobre, es decir, de Cristo, el paso de los menesterosos, esto es, de los apóstoles Pedro y Pablo.
Objeciones por las que parece que Cristo no nació en el tiempo conveniente.
Objeciones: 1. Cristo vino para restablecer la libertad a los suyos. Pero nació en tiempo de esclavitud, a saber, cuando por un decreto de Augusto queda empadronado todo el orbe, como hecho tributario, según se lee en Lc 2,1) ss.
Luego parece que Cristo no nació en el tiempo oportuno.
2. Las promesas sobre el nacimiento de Cristo no fueron hechas a los gentiles, según palabras de Rm 9,4: De quienes (los israelitas) son las promesas. Ahora bien, Cristo nació en un tiempo en que dominaba un rey extranjero, como es evidente por (Mt 2,1: Habiendo nacido Jesús en los días del rey Herodes. Luego parece que no nació en el tiempo conveniente.
3. El tiempo de la presencia de Cristo en el mundo se compara con el día, puesto que Aquél es la luz del mundo, por lo que él mismo dice en Jn 9,4: Es preciso que yo haga las obras del que me envió mientras es de día. Pero los días son más largos en verano que en invierno. Luego, habiendo nacido en lo profundo del invierno, el día octavo de las calendas de enero (25 de diciembre), parece que no nació en el tiempo preciso.
Contra esto: está lo que se dice en Ga 4,4: Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley.
Respondo: La diferencia entre Cristo y los otros hombres está en esto: Los otros hombres nacen sujetos a la necesidad del tiempo; Cristo, en cambio, como Señor y Creador de todos los tiempos, escogió el tiempo en que había de nacer, lo mismo que eligió la madre y el lugar. Y porque cuanto procede de Dios está perfectamente ordenado (cf. Rm 13,1) y convenientemente dispuesto (cf. Sg 8,1), sigúese que Cristo nació en el tiempo más oportuno f.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Cristo vino para hacernos volver del estado de esclavitud al estado de libertad. Y por eso, así como asumió nuestra mortalidad para devolvernos a la vida, de igual modo, como dice Beda, se dignó encarnarse en un tiempo en que, apenas nacido, fuese empadronado en el censo del César y, por liberarnos a nosotros, quedase él sometido a la servidumbre.
También por aquellos días, en que el mundo entero vivía bajo la autoridad de un solo Príncipe, reinó la mayor paz. Y por eso convenía que en tal época naciese Cristo, que es nuestra paz que hizo de los dos pueblos uno, como se dice en Ep 2,14). Por lo que escribe Jerónimo en Super Isaiam: Repasemos las antiguas historias, y descubriremos que hasta el año veintiocho de César Augusto imperó la discordia en todo el mundo, y que, una vez nacido el Señor, cesaron todas las guerras, conforme a aquellas palabras de Is 2,4: No levantará espada nación contra nación.
Convenía asimismo que, cuando imperaba un solo Príncipe en el mundo, naciese Cristo, que venía a congregar a los suyos en uno, para que hubiese un solo redil y un solo Pastor, como se dice en Jn 11,52) y 10,16.
2. Cristo quiso nacer en tiempos de un rey extranjero, para que se cumpliese la profecía de Jacob, que dice en Gn 49,10: No faltará el cetro dejudá, ni un jefe de su descendencia, hasta que llegue el que ha de ser enviado. Porque, como dice el Crisóstomo en Super Mt,, mientras el pueblo judío estaba sujeto a los reyes de Judá, aunque pecadores, eran enviados profetas para su remedio. Pero ahora, cuando la ley de Dios estaba aherrojada bajo el poder de un rey inicuo, nace Cristo, porque la enfermedad grande y desesperada requería un médico más ingenioso.
3. Como se lee en el libro De quaest. Novi et Vet. Test., Cristo quiso nacer cuando la luz del día comienza a crecer, para que quedase claro que él había venido para que los hombres se dirigiesen hacia la luz divina, según aquellas palabras de Lc 1,79: Para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Del mismo modo escogió también la crudeza del invierno para nacer, a fin de sufrir por nosotros las penalidades corporales ya desde entonces.
Y sobre esto se plantean ocho problemas: 1. ¿El nacimiento de Cristo debió ser manifestado a todos? 2. ¿Debió ser manifestado a algunos? 3. ¿A quiénes debió manifestarse? 4. ¿Debió manifestarse él mismo o, mejor, debió ser manifestado por otros? 5. ¿Por qué otras cosas debió ser manifestado? 6. Sobre el orden de las manifestaciones.
7. Sobre la estrella que manifestó su nacimiento.
8. Sobre la veneración de los Magos, que conocieron el nacimiento de Cristo por medio de la estrella.
Objeciones por las que parece que el nacimiento de Cristo debió ser manifestado a todos.
Objeciones: 1. El cumplimiento debe corresponder a la promesa. Pero sobre la promesa del nacimiento de Cristo se dice en Ps 49,3: Dios vendrá manifiestamente. Y vino por su nacimiento terrenal. Luego parece que su nacimiento debió ser manifestado a todo el mundo.
2. en 1Tm 1,15)se lee: Cristo vino a este mundo para salvar a los pecadores.
Ahora bien, esto no se cumple más que en cuanto se les manifiesta la gracia de Cristo, según aquellas palabras de Tt 2,11-12: Apareáó la grada de Dios Salvador nuestro a todos los hombres, enseñándonos para que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos sobria, piadosa y justamente en este mundo. Luego parece que el nacimiento de Cristo debió ser manifestado a todos.
3. Dios, por encima de todo, es más inclinado a la misericordia, según aquella expresión de Ps 144,9: Su misericordia está por encima de todas sus obras.
Pero en su segunda venida, en la que juagará justamente (cf. Ps 74,3), vendrá manifiestamente para todos, según el texto de Mt 24,27: Como el relámpago sale del oriente y se deja ver hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. Luego con mayor razón debió ser manifestada a todos su primera venida, cuando nació corporalmente en el mundo.
Contra esto: está lo que se dice en Is 45,15: Tú eres un Dios escondido, Santo de Israel, Salvador. Y lo que se lee en Is 53,3: Su rostro está como escondido y despreciado.
Respondo: El nacimiento de Cristo no debió ser manifestado a todos en general. Primero, porque esto hubiera impedido la redención humana, que fue realizada por medio de su cruz, pues, como se dice en 1Co 2,8: De haberlo conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Segundo, porque esto hubiera debilitado el mérito de la fe, por la que había venido a justificar a los hombres, según Rm 3,22: La justicia de Dios por la fe en Jesucristo. Si, al nacer Cristo, su nacimiento se hubiera manifestado a todos mediante signos claros, desde entonces se hubiera suprimido la razón de la fe, que es la prueba de lo que no se ve, como se lee en He 11,1).
Tercero, porque con esto se hubiera dudado sobre la verdad de su humanidad.
De donde dice Agustín en la Epístola ad Volusianum z Si no se hubiese hecho adulto de infante, cambiando la edad; si no hubiese necesitado de alimento y de sueño en modo alguno, ¿no hubiera consolidado la opinión errónea, y no se hubiera creído que en modo alguno había tomado verdadera naturaleza humana?;y, al hacerlo todo maravillosamente, ¿no hubiera destruido lo que realizó misericordiosamente
A las objeciones:
Soluciones: 1. Esa sentencia se entiende de la venida de Cristo para juzgar, como expone la Glosa a propósito del texto citado.
2. Sobre la gracia de Dios Salvador habían de ser instruidos todos los hombres para su salvación, no al principio de su nacimiento, sino después, andando el tiempo, después de que hubiera realizado la salvación en medio de la tierra (cf.
(Ps 73,12). Por lo que, después de su pasión y resurrección, dijo a los discípulos en Mt 28,19: Yendo (por el mundo), enseñad a todas las gentes.
3. Para el juicio es necesario que se conozca la autoridad del juez, y por eso es necesario que la venida de Cristo para juzgar sea manifiesta. Pero la primera venida fue para la salvación de todos, que se realiza por medio de la fe, la cual recae en las cosas que no se ven. Y, por este motivo, la primera venida de Cristo debió ser escondida.
Objeciones por las que parece que el nacimiento de Cristo no debió ser manifestado a nadie.
Objeciones: 1. Como acabamos de decir (a. 1 ad 3), era conveniente para la salvación de los hombres que la primera venida de Cristo fuese oculta. Pero Cristo vino para salvar a todos, según aquellas palabras de 1Tm 4,10: El es Salvador de todos los hombres, sobre todo de los fieles. Luego el nacimiento de Cristo no debió ser manifestado a nadie.
2. Antes de que Cristo viniera al mundo les fue revelado a la Santísima Virgen y a San José el futuro nacimiento de Aquél. Luego no era necesario que, una vez nacido Cristo, fuese manifestado a otros su nacimiento.
3. Ningún hombre prudente descubre aquello de lo que se deriva la turbación y el daño de otros. Pero, una vez manifestado el nacimiento de Cristo, se siguió la turbación, puesto que en Mt 2,3) se dice: Oyendo el rey Herodes el nacimiento de Cristo, se turbó y toda Jerusalén con él. Esto redundó también en perjuicio de los otros, pues, con esta ocasión, Herodes mató en Belén y en sus contornos a los niños de dos años para abajo (Mt 2,16). Luego parece que no fue conveniente que el nacimiento de Cristo fuese manifestado a algunos.
Contra esto: está que el nacimiento de Cristo no hubiera sido provechoso para nadie en caso de haber sido oculto para todos. Pero convenía que el nacimiento de Cristo fuese provechoso; de lo contrario, hubiera nacido inútilmente. Luego parece que el nacimiento de Cristo debió ser manifestado a algunos.
Respondo: Como escribe el Apóstol en Rm 13,1), las cosas que provienen de Dios están ordenadas. Y pertenece al orden de la sabiduría divina que los dones de Dios y los secretos de su sabiduría no lleguen por igual a todos, sino que se dirijan inmediatamente a algunos y, por medio de ellos, se encaminen a los otros. Por lo que, respecto al misterio de la resurrección, se dice, en Ac 10,40-41, que Dios concedió a Cristo resucitado que se hiciese visible, no a todo el pueblo, sino a los testigos señalados de antemano por Dios. Luego esto debió observarse también tocante a su nacimiento, para que Cristo no se manifestase a todos, sino a algunos, por los que pudiera llegar a los otros.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Como hubiera cedido en perjuicio de la salvación humana el que todos los hombres conociesen el nacimiento de Dios, así hubiera acontecido también en caso de no haber sido conocido por nadie. De uno y otro modo se destruye la fe, a saber: tanto si una cosa es enteramente manifiesta como si no es conocida por nadie, de quien pueda ser oído el testimonio, pues la fe viene de la audición, como se dice en Rm 10,17).
2. María y José debían ser instruidos sobre el nacimiento de Cristo antes de que se produjese, porque a ellos tocaba reverenciar al niño concebido en el seno, y servirle una vez que hubiera nacido. Pero su testimonio, al provenir de la familia, hubiera sido considerado como sospechoso en cuanto a la grandeza de Cristo. Y por eso debió ser manifestado a otros extraños, cuyo testimonio pudiera estar exento de sospecha.
3. La turbación que se siguió de la manifestación del nacimiento de Cristo era conveniente a tal nacimiento. Primero, porque con esto queda patente la dignidad celeste de Cristo. De donde dice Gregorio en una Homilía: Nacido el Rey del cielo, se turba el rey de la tierra, porque, en efecto, la grandeva terrena queda confundida cuando se revela el señorío celestial. Segundo, porque con esto se representaba la potestad judicial de Cristo. Por lo que dice Agustín en un Sermón sobre la Epifanía: ¿Qué será el tribunal del juez cuando la cuna del niño aterraba a los reyes soberbios? Tercero, porque con esto se figuraba el aniquilamiento del reino del diablo, pues, como dice el papa León en un Sermón sobre la Epifanía, no es tanto Herodes el que se turba en sí mismo cuanto el diablo en Herodes. Este le estimaba un hombre, mas el diablo lo tenía por Dios.
Y ambos a dos temían al sucesor de su reino: el diablo, al sucesor celestial; Herodes, en cambio, al terrenal. En vano, sin embargo, porque Cristo no había venido para tener un reino terreno en la tierra, como dice el papa León, hablando a Herodes: Tu palacio no es capaz de hospedar a Cristo, ni el Señor del mundo puede quedar satisfecho con la estrechez del poder de tu reino.
El que los judíos se turbasen, cuando más bien deberían alegrarse, se debe o a que, como dice el Crisóstomo, los inicuos no podían alegrarse de la venida del justo, o a que querían lisonjear a Herodes, a quien temían, porque el pueblo halaga más de lo justo a aquellos cuya crueldad soporta.
La muerte que los niños recibieron de Herodes no cedió en detrimento de los mismos, sino en su provecho. Dice Agustín en su Sermón sobre la Epifanía: No quiera Dios que pensemos que Cristo, que vino a liberar a los hombres, no hiciese nada por el premio de los que eran muertos por su causa, El, que, colgado de la cruz oró por los que le mataban.
Objeciones por las que parece que no fueron debidamente elegidos aquellos a quienes fue manifestado el nacimiento de Cristo.
Objeciones: 1. En (Mt 10,5) ordenó el Señor a sus discípulos: No vayáis a los gentiles; sin duda para manifestarse a los judíos antes que a los gentiles. Luego parece que mucho menos debió darse a conocer desde el principio el nacimiento de Cristo a los gentiles, que vinieron del oriente, como se lee en Mt 2,1).
2. La revelación de la verdad divina debe hacerse principalmente a los amigos de Dios, conforme a aquellas palabras de Jb 36,33: Habla de (su obra) a su amigo. Ahora bien, parece que los magos son enemigos de Dios, pues en Lv 19,31 se dice: No acudáis a los magos ni preguntéis a los adivinos. Luego el nacimiento de Cristo no debió ser revelado a los magos.
3. Cristo vino a liberar al mundo entero del poder del diablo, por lo que se dice en Ml 1,11: Desde donde nace el sol hasta su ocaso, grande es mi nombre entre las naciones. Luego no debió manifestarse solamente a los que habitan en el oriente, sino también a los que viven en todo el mundo.
4. Todos los sacramentos de la ley antigua eran figura de Cristo. Ahora bien, los sacramentos de la ley antigua eran administrados por ministerio de los sacerdotes legales. Luego parece que el nacimiento de Cristo más debió ser revelado a los sacerdotes en el templo que a los pastores en el campo (Lc 2,8).
5. Cristo nació de madre virgen, y él mismo era, cronológicamente, niño. Luego parece que hubiera sido más conveniente que se manifestase a los jóvenes y a las vírgenes que a los ancianos y casados, o a las viudas, como Simeón y Ana (Lc 2,25).
Contra esto: está que en Jn 13,18) se dice: Yo sé bien a quiénes elegí. Pero las cosas que se hacen según la sabiduría de Dios, se hacen adecuadamente. Luego fueron elegidos debidamente aquellos a quienes fue manifestado el nacimiento de Cristo.
Respondo: La salvación que Cristo iba a realizar pertenecía a toda la multiplicidad humana, pues, como se lee en Col 3,11), en Cristo no hay varón y mujer, gentil y judío, esclavo y libre, y así sucede con otras cosas por el estilo.
Y, para que esto quedase prefigurado en el mismo nacimiento de Cristo, fue manifestado a hombres de toda condición. Porque, como dice Agustín en un Sermón sobre la Epifanía, los pastores eran israelitas; los Magos, gentiles.
Aquéllos estaban cerca, éstos vinieron de lejos. Unos y otros corrieron juntos como a su piedra angular. Hubo también entre ellos otra diferencia: los Magos fueron sabios y poderosos; los pastores, humildes y plebeyos. También se reveló a justos, tales Simeón y Ana, y a pecadores, a saber, los Magos. Se manifestó asimismo a hombres y mujeres, como Ana, para demostrar con ello que ninguna clase de hombres quedaba excluida de la salvación de Cristo.
A las objeciones:
Soluciones: 1. La manifestación del nacimiento de Cristo fue una anticipación de la revelación plena que vendría luego. Y como en la segunda manifestación la gracia de Cristo fue anunciada por el propio Cristo y sus Apóstoles, primero a los judíos y luego a los gentiles, así también se acercaron a Cristo en primer lugar los pastores, que eran las primicias de los judíos, como los que vivían más cerca; y luego vinieron de lejos los Magos, que fueron las primicias de los gentiles, como dice Agustín.
2. Como expone Agustín en un Sermón sobre la Epifanía, como prevalece la impericia en la rusticidad de los pastores, así prevalece la impiedad en los sacrilegios de los magos. Sin embargo, Aquel que es la piedra angular consagró a sí mismo a unos y otros, porque vino a escoger lo necio para confundir a los sabios, y no a llamar a los justos, sino a los pecadores, afín de que ningún grande se ensoberbeciese y ningún débil se desesperase.
Sin embargo, algunos opinan que estos Magos no fueron hechiceros, sino sabios astrólogos, que entre los persas o los caldeos se llaman magos.
3. Como expone el Crisóstomo, los Magos vinieron del Oriente, porque de donde nace el día, de allí partió el principio de la fe, puesto que la fe es la luz de las almas. O porque cuantos vienen de Cristo, vienen de El y por Elz; de donde en Za 6,12 se escribe: He aquí el varón, cuyo nombre es Oriente.
Se dice, a la letra, que vinieron del oriente, o porque procedían, según algunos, de las regiones extremas del oriente, o porque vinieron de algunas comarcas vecinas de los judíos, pero que están situadas al oriente del país de los judíos.
Sin embargo, también es creíble que apareciesen señales del nacimiento de Cristo en otras partes del mundo, como sucedió en Roma, donde manó aceite, o en España, donde aparecieron tres soles que, poco a poco, se convirtieron en uno solo.
4. Como expone el Crisóstomo, el ángel que anunció el nacimiento de Cristo no se dirigió a Jerusalén, ni fue en busca de los escribas y fariseos, porque estaban corrompidos y eran presa de la envidia. Los pastores, en cambio, eran sinceros y cultivaban el antiguo estilo de vida de los patriarcas y de Moisés.
Estos pastores anunciaban también a los doctores de la Iglesia, a los que son revelados los misterios de Cristo, que estaban ocultos para los judíos.
5. Como comenta Ambrosio, el nacimiento del Señor debió ser testificado no sólo por los pastores, sino también por los ancianos y por los justos, cuyo testimonio resultaba más creíble por su santidad.
Objeciones por las que parece que el propio Cristo debió dar a conocer su nacimiento.
Objeciones: 1. La causa que actúa por sí misma es siempre más noble que la que obra movida por otro, como se dice en el VIII Physic.. Pero Cristo manifestó su nacimiento por medio de otros, a saber: a los pastores por medio de los ángeles, y a los Magos por la estrella. Luego con mayor razón debió revelar El mismo su nacimiento.
2. En Si 20,32 se dice: Sabiduría oculta y tesoro escondido: ¿Quéprovecho hay en los dos? Ahora bien, Cristo, desde el principio de su concepción, poseyó en plenitud el tesoro de la sabiduría y de la gracia. Por consiguiente, de no haber manifestado esta plenitud con obras y palabras, la sabiduría y la gracia le hubieran sido dadas en vano. Lo cual resulta inconveniente, porque Dios y la naturaleza no hacen nada en vano, como se dice en el I De cáelo.
3. En el libro De Infantia Salvatoris z se lee que Cristo hizo muchos milagros en su niñez. Y así da la impresión de que el mismo dio a conocer su nacimiento.
Contra esto: está lo que dice el papa León: Los Magos encontraron un Niño Jesús que en nada se diferenciaba de la generalidad de los niños. Ahora bien, los otros niños no se dan a conocer por sí mismos. Luego tampoco convino que Cristo revelase por sí mismo su nacimiento.
Respondo: El nacimiento de Cristo estaba ordenado a la salvación de los hombres, que se consigue por medio de la fe. Pero la fe que salva, confiesa la divinidad y la humanidad de Cristo. Por consiguiente, era necesario que el nacimiento de Cristo fuese revelado de tal modo que la demostración de su divinidad no perjudicase la fe en su humanidad. Y esto sucedió al manifestar Cristo en sí mismo la semejanza de la flaqueza humana, y al demostrar, no obstante, el poder de su divinidad por medio de las criaturas de Dios. Y por eso Cristo no reveló por sí mismo su propio nacimiento, sino a través de sus criaturas.
A las objeciones:
Soluciones: 1. En el terreno de la generación y el movimiento es necesario llegar a lo perfecto por medio de lo imperfecto. Y, por ese motivo, Cristo se manifestó primero por medio de otras criaturas, y después se reveló el mismo con una manifestación perfecta.
2. Aunque la sabiduría escondida resulte inútil, no toca, sin embargo, al sabio manifestarse en cualquier momento, sino en el tiempo oportuno, pues en Si 20,6 se dice: Hay quien calla porque no tiene respuesta; y hay quien calla conociendo el tiempo oportuno. Así pues, la sabiduría dada a Cristo no fue inútil, porque se manifestó a sí misma en el tiempo oportuno. Y el haber permanecido oculta el tiempo oportuno es señal de sabiduría.
3. El libro De Infantia Salvatoris es apócrifo. Y el Crisóstomo, In Ioann., dice que Cristo no hizo milagros antes de convertir el agua en vino, conforme a lo que se lee en Jn 2,11: Este fue el primero de los milagros de Jesús. Si hubiera hecho milagros en el principio de su vida, los israelitas no hubieran necesitado que lo manifestase otro, cuando, sin embargo, Juan Bautista dice en Jn 1,31: Para que sea manifestado a Israel, por eso he venido yo a bautizar con agua.
Justificadamente, pues, no comentó a hacer milagros en los albores de su vida.
Hubieran tomado su encarnación por una fantasía, y le hubieran crucificado antes del tiempo oportuno, deshechos de envidia.
Objeciones por las que parece que el nacimiento de Cristo no debió ser manifestado por los ángeles (Lc 2,8).
Objeciones: 1. Los ángeles son sustancias espirituales, según palabras de Ps 103,4: Que hace ángeles a sus espíritus. Pero el nacimiento de Cristo acontecía según la carne, no según su sustancia espiritual. Luego no debió ser manifestado por los ángeles.
2. La afinidad de los justos con los ángeles es mayor que con cualesquiera otros seres, conforme a aquellas palabras de Ps 33,8: El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen, y los libra. Ahora bien, a los justos, esto es, a Simeón y Ana, no les manifestaron los ángeles el nacimiento de Cristo. Luego tampoco debieron manifestarlo a los pastores.
3. Parece que ni a los Magos debió serles manifestado el nacimiento de Cristo por medio de la estrella Mt 2,2 Mt 2,9), pues da la impresión de que eso sería ocasión de error para los que piensan que los astros se enseñorean del nacimiento de los hombres. Pero las ocasiones de pecar deben ser apartadas de los hombres. Luego no fue conveniente que el nacimiento de Cristo fuese revelado por medio de la estrella.
4. Para que algo sea manifestado por medio de un signo, éste debe ser cierto.
Ahora bien, la estrella no parece que sea una señal segura del nacimiento de Cristo. Luego resulta incorrecto que el nacimiento de Cristo fuese manifestado por medio de una estrella.
Contra esto: está lo que se dice en Dt 32,4: Las obras de Dios son perfectas.
Ahora bien, tal manifestación fue obra de Dios. Luego se realizó mediante señales oportunas.
Respondo: Como la demostración silogística se hace por medio de las nociones que son más conocidas de aquel a quien se trata de demostrar algo, así la manifestación que se realiza mediante señales debe hacerse por medio de las que son familiares a aquellos a quienes se orienta la manifestación. Pero es claro que a los justos les resulta familiar y habitual el ser instruidos por interior instinto del Espíritu Santo, a saber, por el espíritu de profecía, sin la demostración de signos sensibles. Mas otros, acostumbrados a las cosas corporales, son llevados mediante éstas a las espirituales. Los judíos estaban acostumbrados a recibir las instrucciones divinas por medio de ángeles, mediante los cuales también habían recibido la Ley, según aquellas palabras de Ac 7,53: Recibisteis la Ley por ministerio de los ángeles. Los gentiles, en cambio, y sobre todo los astrólogos, estaban acostumbrados a contemplar el curso de las estrellas. Y por eso, a los justos, esto es, a Simeón y a Ana, les fue revelado el nacimiento de Cristo por interior instinto del Espíritu Santo, según el texto de Lc 2,26: Lo había sido revelado por el Espíritu Santo que no moriría antes de ver al Ungido del Señor. Pero a los pastores y a los Magos, como dados a las cosas corporales, les fue manifestado el nacimiento de Cristo por medio de apariciones visibles. Y como el nacimiento no era puramente terrenal, sino en cierto modo celestial, por eso les fue revelado el nacimiento de Cristo a unos y otros mediante señales celestes, pues, como dice Agustín en su Sermón sobre la Epifanía, los ángeles moran en los cielos, y los astros los hermosean; a unosj a otros cuentan los cielos la gloria de Dios.
Con razón, pues, fue revelado el nacimiento de Cristo a los pastores por los ángeles, como a judíos, entre los cuales fueron frecuentes las apariciones angélicas; a los Magos, en cambio, como acostumbrados a la contemplación de los cuerpos celestes, fue manifestado mediante la señal de la estrella. Porque, como dice el Crisóstomo, el Señor, condescendiendo con ellos, quiso llamarlos por medio de las cosas a que estaban habituados. Hay todavía otra razón.
Porque, como dice Gregorio, a los judíos, como a seres que usan de la razón, debió predicarles un ser racional, esto es, un ángel. Los gentiles, en cambio, que no sabían servirse de la razón para conocer a Dios, son conducidos a El no por medio de la voz sino mediante señales. Y como los predicadores anunciaron a los gentiles un Señor queja hablaba, así los elementos mudos lo predicaron cuando todavía no hablaba. Puede añadirse incluso una tercera razón. Porque, como expone Agustín en un Sermón sobre la Epifanía, Abrahán tenía la promesa de una descendencia innumerable, que sería engendrada no por vía carnal, sino por la fecundidad de la fe. Y por eso fue comparada a la muchedumbre de las estrellas, con el fin de que surgiese la esperanza de una descendencia celestial. Y por ese motivo los gentiles, designados por las estrellas, son animados por la aparición de un nuevo astro para que se lleguen a Cristo, por quien se convierten en descendencia de Abrahán.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Necesita de manifestación lo que de suyo es oculto, pero no lo que, por naturaleza, es manifiesto. Ahora bien, la carne del que acababa de nacer era manifiesta, mientras que su divinidad era oculta. Y por eso su nacimiento es manifestado convenientemente por los ángeles, que son ministros de Dios. Por lo que el ángel apareció también rodeado de claridad, para hacer ver que el que acababa de nacer era el esplendor de la gloria del Padre (cf. He 1,3).
2. Los justos no necesitaban de la aparición visible de los ángeles, sino que, por perfectos, tenían suficiente con el instinto interior del Espíritu Santo.
3. La estrella que reveló el nacimiento de Cristo eliminó toda ocasión de error.
Como escribe Agustín en Contra Faustumz, ninguna clase de astrólogos estableció el destino de los hombres que iban a nacer por las estrellas, de tal manera que aseverasen que, nacido un hombre, una estrella abandonase su curso y se dirigiese a aquel que había nacido, como sucedió con la estrella que manifestó el nacimiento de Cristo. Y por tanto, con esto no queda confirmado el error de quienes piensan que la suerte de los hombres que nacen está vinculada al orden de los astros, pero que no creen que el orden de los astros pueda alterarse con el nacimiento de un hombre.
Igualmente, como dice el Crisóstomo, no es misión de la astronomía conocer, por medio de las estrellas, a los que nacen, sino predecir las cosas futuras a partir de la hora del nacimiento. Y los Magos no conocieron el tiempo del nacimiento para que, partiendo de aquí, conociesen el futuro por el movimiento de las estrellas, sino que procedieron más bien al contrario.
4. Como cuenta el Crisóstomo, en algunos escritos apócrifos se lee que cierta nación que habita en el extremo oriente, junto al Océano, poseía un escrito, con el nombre de Set, que habla de esta estrella y de los dones que deben ser ofrecidos en esa línea. Ese pueblo vigilaba con diligencia el nacimiento de tal estrella mediante doce exploradores que, en determinadas estaciones del año, subían devotamente a una montaña. En ella vieron un día una estrella que contenía como la figura de un niño y sobre ella la imagen de una cruz.
Cabe decir también, como se expone en el libro De quaest. Nov. et Vet. Test., que los Magos seguían la tradición de Balaam, que anunció: Una estrella saldrá de Jacob (Nb 24,17). Por donde, al ver una estrella fuera de la disposición acostumbrada, interpretaron que era lapredichapor Balaam como anunciadora del rey de los judíos.
O puede entenderse, como dice Agustín en un Sermón sobre la Epifaníaz, que los Magos escucharon de los ángeles un aviso que revelaba que la estrella anunciaba a Cristo recién nacido. Y parece probable que lo recibiesen de los buenos, cuando y a buscaban su salvación en Cristo, a quien iban a adorar.
O, finalmente, como dice el papa León en un Sermón sobre la Epifanía ¡fuera de la figura que estimuló su mirada corporal, un rayo de verdad más brillante, que pertenecía a la iluminación de la fe, adoctrinó sus corazones.
Suma Teológica III Qu.35 a.7