La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá
La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá PERSONAS
SALOMÓN, rey de Jerusalén.
IRÁN, rey de Tiro.
CANDACES, rey de Egipto.
ELIUD, criado de Salomón.
Una VISIÓN.
SABÁ, reina de Etiopía.
IRISILE, negra.
CASIMIRA, negra.
IRENE, negra.
LIVIO, rey de Palmira, indio.
SEMEY.
JOAB.MANDINGA, negro, gracioso.
Músicos.
(1R 10,1-13) (2Ch 9,1-12)
Músicos.
Suena música, corre una cortina y, debajo de un dosel, aparece SALOMÓN durmiendo, vestido a lo romano, y por lo alto, en una apariencia, sale una VISIÓN, cubierto el rostro.
SALOMÓN
Dios grande, inmenso señor,
¿vos a visitarme a mí?
¿Vos a vuestro esclavo hacéis
tan grandes favores?
VISIÓN
Sí.
SALOMÓN
¿Qué me mandáis?
VISIÓN
Salomón, (que es lo mismo que decir
pacífico, manso), hijo
del real profeta David:
tú, cuyo Imperio será
quieto, apacible y feliz,
10
quiero que me labres casa
en que morar y vivir;
yo te he de asistir a ella,
pide, y espera de mí
mercedes, que yo concedo
15
cuanto me quieras pedir.
SALOMÓN
Grande Dios de las batallas,
pues hoy carga sobre mí
todo el peso de tu pueblo,
porque mi humilde cerviz
20
no desmaye, dame ciencias
con que me pueda regir.
VISIÓN Justa fue tu petición;
yo la concedo y así, ninguno será más sabio 25 antes ni después de ti;
aprovéchate de serlo,
si eterno quieres vivir,
porque saber para errar,
no es saber, sino morir.
30
(Cúbrese la apariencia y despiértase SALOMÓN.)
SALOMÓN Espera,
sagrada nube,
corre ese velo sutil,
veré cara a cara al sol;
pero no es tiempo (¡ay de mí!)
de que a su deidad se corra 35 el velo,
ni descubrir tesoros que el cielo
guarda para siglo más feliz.
(Suena música dentro.)
¿Pero qué música es ésta?
¿Ya no se ausentó de aquí 40
la majestad que adoré,
la maravilla que vi,
por quien quedé sabio y rico?
ELIUD (Saliendo.)
Si vuestra alteza salir quiere a un corredor,
podrá 45 en él admirar y advertir su poder,
viendo dos reyes de quien es rey.
SALOMÓN ¿Cómo así?
ELIUD Candaces e Irán,
señores de Egipto y Tiro,
de ti 50 llamados,
entran ahora en Jerusalén,
que al fin,
aunque el egipcio no es vasallo,
súbdito sí,
y te obedece,
viniendo 55 a tu presencia.
SALOMÓN Decid que solos entren los dos.
ELIUD Ya los dos vienen aquí.
(Tocan las cajas y sale por una parte CANDACES, de egipcio, y por la otra IRÁN, de tirio.)
IRÁN Joven invicto,
en cuya augusta frente verde el laurel sin marchitarse viva.
60
CANDACES Grande hijo de David,
a cuyo Oriente ceda el laurel imperios a la oliva: tú,
cuyo nombre viva eternamente;
tú,
cuyo imperio eternamente viva;
salve,
y reines del orbe obedecido;
65 salve,
y triunfes del tiempo y del olvido.
IRÁN Mientras Irán,
invicto rey de Tiro,
habla,
te atreves,
bárbaro gitano,
a interrumpir su voz;
mucho te admiro de tu arrogancia y presunción en vano.
70
CANDACES Candaces,
rey de Egipto soy,
y aspiro a lugar más supremo y soberano,
y tú aquí no me igualas ni prefieres,
pues yo soy rey,
donde vasallo eres.
Con libre imperio y absoluto estilo
75 me aclamo rey desde las altas rocas,
adonde tan callado nace el Nilo,
que apenas saben de él naciones pocas,
hasta donde la hidra y cocodrilo le miran respirar por siete bocas,
80
con escándalo tal los horizontes,
que ensordece los huecos de los montes.
IRÁN
Cuando vasallo de este imperio sea
Tiro, mayor aplauso me previenes,
pues ya dices que en mí la suerte emplea
85
aquella dignidad que tú no tienes.
¿Quién no anhela a ser más? ¿Quién no desea
adelantar sus glorias y sus bienes?
Pues no es pequeño triunfo, honor pequeño,
llevarle de ventaja tan gran dueño.
90
Deja por eso mi sagrada esfera
de ser hibleo en galas y en primores,
escuela donde va la primavera
a aprender los matices y colores
que ha de sacar abril, pues de manera
95
se tejen los claveles y las flores,
que si Egipto al oído causa enojos,
Tiro da admiraciones a los ojos.
Y así, con mayor causa solicito
preferirte por dueño y por Estado.
100
CANDACES
Antes verás que a tu soberbia quito
las alas que tan altas han volado.
SALOMÓN
Basta;
no más.
LOS DOS
Señor.
SALOMÓN
El rey de Egipto hable.
IRÁN
Como a extranjero me has tratado.
SALOMÓN
El Tiro hará lo que le mande.
IRÁN
Ciego
105
de enojo, soy volcán de nieve y fuego.
CANDACES Apenas supe que mi dicha suma a tu servicio,
gran señor, me llama,
cuando rompiendo la rizada espuma del rubio mar,
que da a tu pueblo fama,
110 en un delfín,
que es pájaro sin pluma;
en una águila,
que es pez sin escama,
monte de velas,
huracán de pino,
selva de jarcias,
vecindad de lino.
Are los campos de cristal y nieve,
115 donde bebe en carámbanos la aurora la blanca espuma,
que en aljófar llueve,
y el argentado humor que en perlas llora el viento,
a cuyo son las plantas mueve éste del mar caballo,
sólo ahora 120 torpe me pareció,
mas bien hacía anteviendo el honor a que venía.
Al fin llegué,
si puede vida humana los rayos penetrar de tanta esfera,
donde la majestad más soberana 125 en su semblante luce y reverbera,
y por ser cuanto adquiere,
cuanto gana quien por premio el servirte sólo espera,
en alas del deseo y del cuidado,
vengo obediente adonde me has llamado.
130
SALOMÓN Hable el de Tiro.
IRÁN A tu obediencia atento,
apenas vi lo que tu carta encierra,
cuando a un veloz caballo,
cuyo aliento jeroglífico ha sido de la guerra,
sierpe del agua, exhalación del viento,
135 volcán del fuego, escolo de la tierra,
caos animal, pues en tan nuevo modo,
no siendo nada de esto lo era todo.
Llegué, en efecto, adonde mi deseo el egipcio,
señor, ha preferido, 140 en tu gracia y amor,
no en el empleo, aunque a besar tus plantas ha venido;
no digo que en esfera, ni lo creo del sol,
tu solio, que desvanecido a tanta luz,
si al sol honrar quisiera 145 dosel de Salomón el suyo hiciera.
SALOMÓN Reyes de Egipto y de Tiro,
que a mis decretos venís obedientes y leales,
la causa que os trajo oís.
150 Hijo nací generoso,
de Bersabé y de David,
si heredero de sus glorias no,
de sus imperios sí.
Es mi nombre Salomón,
155 que es lo mismo que decir pacífico,
bien del cielo,
cumplió su palabra en mí,
pues desde que el rey mi padre,
juntó al nacer y al morir 160 Oriente y Ocaso,
y yo sombra de su cuerpo fui,
se suspendieron las armas en Palestina,
y así, no veis en Jerusalén 165 vestido un arnés,
ni oís los militares estruendos de la caja y del clarín.
La oliva cede al laurel,
habiendo sido hasta aquí 170 escuela y lección de Marte;
pues desde que en juvenil edad esgrimió la honda contra el jayán filistín,
hasta que en su senectud 175 venció en una
y otra lid al apóstata idumeo y al idólatra gentil,
no se desnudó las armas,
por cuya causa (advertir) 180
no quiso nuestro gran Dios de su mano recibir casa y templo en que morar,
altar y ara en que vivir.
Y así, dejando piadoso 185 tan gran carga sobre mí,
me manda en su testamento que yo, piadoso y feliz,
labre al arca del Señor templo que pueda partir 190 con el sol rayos y luces,
pues él desde su cenit no sabrá a quién debe el día el resplandor,
porque así han de brillar en sus muros 195 las puntas de oro y marfil,
que de tanta Babilonia todo el cielo sea pensil.
Esta fábrica eminente, que no podrá competir 200 antes,
ni después el tiempo, fían los cielos de mí,
ved si es cuidado que debo consultar y repartir con todos,
y siendo atlante 205 de tanto peso,
advertid si es bien que busque a quien pueda ayudármele a sufrir.
Con este intento os llamé, con esta ocasión venís 210 a Jerusalén los dos,
porque los dos conseguís en mi amor y mi privanza más lugar y honor que mil reyes que son mis vasallos, 215 y así,
os pretendo advertir que para empezar el templo me faltan de prevenir dos provincias solamente; con más atención oíd: 220
El Líbano, excelso monte en cuya verde cerviz descansa el cielo los ejes de ese pabellón turquí,
población es donde tiene 225 sus imperios el abril,
porque sus árboles son en el ameno jardín lechos de la primavera,
pues cuando empieza a reír 230 el alba,
y llorar la aurora,
sus flores a medio abrir son las copas en que bebe el sol maná del cenit.
De este, pues, sagrado Olimpo 235 habemos de conducir leños a Jerusalén,
y tú, Candaces, has de ir a talarle,
y a cortar de las palmas de Efraín 240 los troncos,
sin que te quede por traer una raíz.
Tú, Irán, sabe que al Oriente,
donde de rosa y jazmín coronado nace el sol 245 en su cuna de zafir,
hay una parte que llaman India oriental,
hasta aquí no descubierta de nadie,
sí conocida de mí.
250 Aquí, pues, has de llegar y de mi parte decir a Nicaula de Sabá,
que es su docta emperatriz,
que si mi amistad desea 255 y solicita de mí valerse,
para mi templo en estoraque y menjuí,
cinamomo y calambuco,
quiera dar y remitir 260 cuantos árboles y peñas tiene su adusto país para que pueda labrar con fábrica tan feliz templo,
altar, casa y sagrario 265 a la ley de Sinaí,
a la vara de la sierpe y al maná de rasidín,
del Arca del Testamento,
del sagrado Adonaí, 270 del inmenso Sabaoth,
del gran Jeová, que decir quiere que es Dios de los dioses por deidad,
principio y fin.
CANDACES La respuesta,
señor, sea 275 obedecer y servir;
iré al Líbano, y verás cuán dignamente de mí fías cuidado eminente;
a Sión ha de venir 280 en fragmentos tan cabal que se pueda presumir que en vez de traerle yo él se ha venido hasta aquí.
(Vase.)
IRÁN Donde el decir es hacer,
285 vive de más el decir,
no digo que iré a Sabá,
ni que informaré de ti a su reina;
sólo digo que yo te voy a servir,
290 que es el premio que deseo.
(Vase.)
SALOMÓN En paz,
¡oh reyes!, partid juntos los dos,
que no sé qué grave espíritu en mí dice que habéis de traerme 295 el tesoro más feliz que tenga Jerusalén,
si en troncos puede venir,
y la riqueza mayor que hoy está por descubrir 300 en la India,
porque yo espero gloria sin fin del Líbano y de Sabá,
y no es mucho,
pues que oí que a la gran Jerusalén 305 la mayor le ha de venir por una mujer,
y un árbol de la Casa de David.
(Mientras se canta, sale LIVIO, indio.)
MÚSICA La sibila soberana de la grande India oriental,
310 la emperatriz de Etiopía y la reina de Sabá,
inspirada en un fervor que la asiste celestial,
se ha retirado a saber 315 secretos que revelar.
(Sale MANDINGA.)
LIVIO Misteriosa es la canción,
acercarme quiero más a informarme;
dime, amigo.
MANDINGA
¿Yo amigo? ¿De cuándo acá,
320
si entre el blanco y entre el neglo
nunca hau zegura amistad?
LIVIO
Dime.
MANDINGA
¿Qué quiele que diga?
LIVIO
¿Dónde de esa suerte vas?
MANDINGA
A eza monta.
LIVIO
¿A qué efecto?
325
MANDINGA
A efectulu de buzcal...
nueva reya.
LIVIO
¿Vuestra reina?
MANDINGA
Sí.
LIVIO
¿Pues dime qué hace allá?
MANDINGA
Za alliretirara.
LIVIO
¿A qué?
MANDINGA
Muy pleguntonsica za.
330
(Quiere irse.)
LIVIO
Detente.
MANDINGA
No za pozible,
que la múzica ze va
y turos mis burgonillos
hacen mucha farta allá.
LIVIO
Villano al fin, el lenguaje
335
rústico claro lo da
a entender, porque los nobles
hablan más cortado y más
político.
IRISILE (Saliendo.)
¿Dónde, amor, guías mis pasos?;
si ya 340 eres dueño de la vida,
¿qué más pretendes?, ¿qué más?.
Dejé la música y vuelvo a aquesta parte a buscar a Livio,
que aquí le vi,
345 ¡oh, qué fácil es hallar en quien despreciada vive un desaire o un pesar!
LIVIO Dirásme, Irisile bella,
que por este monte vas 350 a penetrar las entrañas de su centro,
¿qué deidad vive en él? ¿Qué oculto Dios, sacrificio, ara y altar,
admite en rústico templo 355 que así buscándole vas?
Que después que en Sabá vivo cautivo, con haber ya dos lustros el sol,
no vi esta admiración jamás.
360
IRISILE Gran Livio, rey de Palmira,
a cuya felicidad debió el tiempo más trofeos que cuenta desdichas ya;
escúchame atentamente,
365 que aunque del cetro real y la corona depuesto hoy en nuestro reino estás,
eres rey, a quien respeto,
porque al fin la majestad,
370 por sí sola admiración tiene,
y no por el lugar.
Ese ejército festivo que ceñido de arrayán,
de palma y laurel, al monte 375 hoy se conduce,
al compás de sonoros instrumentos,
cuya música turbar puede el aire,
herir el cielo y pasmar el sol,
sabrás 380 que a su reina va buscando,
que, como la gran Sabá,
emperatriz del Oriente,
reina única y singular de los imperios del sol,
385 es una adusta deidad,
que con espíritu ardiente de Dios merece
alcanzar de sibila y profetisa nombre altivo e inmortal 390
cuando el divino fervor que la inflama y que la da aliento,
en su pecho vive es un ardiente volcán,
y furiosa del poblado 395 huye,
y a la soledad se retira,
donde escribe versos,
en que anuncios da de los arcanos secretos de un Dios,
que aunque dicen que hay 400 tantos de barro y madera de oro,
de plata y metal, ella sólo uno concede con que niega los demás,
en oprobio y menosprecio 405 de Noloé y Sabaal.
De éste, pues, Dios uno suele en varios bosquejos dar mil noticias,
escribiendo, ya en las arenas del mar 410 con el dedo,
ya en los troncos, siendo la pluma un puñal,
el papel de esas cortezas, herido tal vez,
y tal verdes hojas de laurel 415
esparce el viento a volar con caracteres escritos,
siendo en su velocidad aves con alma y sin vida.
Ahora preguntarás 420 por qué escribe y habla así,
pudiendo escribir y hablar descubiertamente,
y es porque el rato que le da el furor y la ilumina 425 una llama celestial,
divinos misterios ve,
y entonces quiere observar sus secretos,
porque luego que pasa aquella deidad,
430 de cuanto vio y alcanzó no vuelve a acordarse más,
y queda como asombrada,
mas pues pudiste llegar a tiempo de ver lo que hoy 435 nos revela,
como allá llegues conmigo,
no dudes que altos secretos oirás.
LIVIO Admirado me has tenido oyendo la novedad 440 de que me informas;
iré contigo hasta examinar las entrañas de ese monte,
cuya opaca amenidad los imperios de la luz 445 niega al sol,
pues no le da licencia para que un rayo pueda ver ni registrar los senos adonde oculta avara de su beldad 450 tesoros la primavera en jazmín,
rosa y azahar.
(Salen CASIMIRA, IRENE y MANDINGA.
Suena la MÚSICA a lo lejos.)
IRISILE No pases de este puesto ni hagas ruido,
no de los que aquí vienen seas sentido.
CASIMIRA Cesen los instrumentos 455 de dar admiraciones a los vientos,
y las sonoras voces que al sol llegaron dulces y veloces;
suspendan su alegría y suceda el silencio a la armonía.
460
MÚSICO 1.º Ninguna planta errante malogre hermosa flor de aquí adelante,
pues ya de aquí miramos,
entre las verdes hojas de los ramos,
la cueva donde yace 465 el etíope sol que al mundo nace.
IRENE Aquí, pues, esperemos los divinos misterios que sabremos.
LIVIO Admirado me tiene la grande fe con que a buscarla viene 470 su gente a esta espesura.
IRISILE Cuando veas en ella una locura tan cuerda y tan divina,
que su mismo furor la desatina,
te admirarás de nuevo.
475
IRENE Mandinga, con la música me elevo.
MANDINGA Mucho en zalir ze talda,
no echa de vel la gente que le agualda;
pero, ¡ay, diosa!, ¿qué ez ezto?.
No lo cleo; voto al zol que ez aquella que allí veo.
480
(Sale SABÁ con unas hojas en la mano.)
IRISILE Atiende, que ya sale.
MANDINGA ¡Ea, afuera!
LIVIO En su asombro mi vista considera otro mayor espanto.
CASIMIRA Tanto la priva, la enajena tanto el fervor que la inspira,
485 que ni oye, ni ve, ni habla, ni mira.
IRENE Suelto el cabello viene,
que aunque etíope adusta,
como tiene tal cuidado con ello,
es un rayo de sol cada cabello.
490 Mal compuesto el vestido,
sin atención, sin alma y sin sentido;
con ardiente despecho parece que se quiere abrir el pecho,
porque en él no le cabe 495 el corazón.
MÚSICA ¡Qué admiración tan grave!
SABÁ Espíritu divino de un Dios que adoro solo,
aunque Dios trino,
cuyo grave misterio los cortesanos dicen de tu imperio,
500 cuando en sonoro canto una vez Dios te aclaman y tres santo,
dando a entender en estos versos un solo Dios y tres supuestos.
Tú, que mi pecho inflamas 505 con dulce fuego de amorosas llamas,
a cuya mansa herida el fénix soy,
dilátame la vida, que solamente quiero,
hasta adorar el celestial madero,
510 el árbol soberano, ramo de paz,
cuando el linaje humano agonice abrasado,
anhele ciego en diluvio fatal, de sangre y fuego.
Oíd, oíd, mortales,
515
que sé de la salud de vuestros males:
estas hojas, que el viento
mueve sutil y desvanece atento,
misterios comprehenden
que se dejan mirar y no se entienden:
520
estudiad, pues, en ellas,
que letras son del cielo las estrellas,
y del viento las hojas;
aliviadas veréis vuestras congojas,
borrados hallaréis vuestros delitos,
525
si entendéis sus carácteres escritos
en aqueste cuaderno,
corónica inmortal de un Dios eterno.
(Esparce las hojas, llegando todos a cogerlas, y ella se desmaya.)
LIVIO
Desmayada ha quedado.
IRENE
¿Quién vio al sol entre sombras eclipsado?
530
CASIMIRA
Una estatua es de hielo.
MANDINGA
De azabache dirás.
SABÁ
Válgame el cielo.
¿Adónde estoy? ¿Qué miro?
LIVIO
Segunda vez con ocasión me admiro.
SABÁ
Yo aquí, tan descompuesto
535
el cabello y las ropas, ¿pues qué es esto?
¿Quién aquí me ha traído?
LIVIO
Vuelve a la luz primera tu sentido,
que cuantos aquí estamos,
los rayos de tus sombras adoramos.
540
SABÁ Huiré de que me vean de esta suerte;
los troncos sólo sean testigos fieles hoy de mi fatiga,
que aun de mi sombra huyera, si diferencia en mí y mi sombra hubiera.
545
(Vase.)
LIVIO Oye, espera.
IRISILE Detente;
no la sigas;
no ofendas neciamente su precepto sagrado, y pues sólo sin ella hemos quedado, las hojas que cogimos repitamos, 550 por que en ellas leamos lo que su voz enseña.
CASIMIRA Esta virtud contiene no pequeña.
LIVIO ¿Cómo dice? Que ya saberlo espero.
CASIMIRA (Lee.) Y cuando el paroxismo vea postrero.
555
IRISILE Problema no entendida.
MÚSICA Con dulce fruta en su sazón cogida.
LIVIO Tampoco esa se entiende;
más feliz, aquí habla a mis cuidados.
(Lee.)
Los dichosos serán los señalados.
560
MÚSICA Yo leer mi verso quiero:
(Lee.)
Un celestial, un singular madero;
nada hasta aquí se entiende.
IRENE El mío ni se alcanza ni comprende, en quien leo confusa y aturdida, 565
(Lee.)
por que uno muerte dé y otro dé vida.
MANDINGA Yo también quielo agola
mi velso leel, pero leero innola
Mandinga;
y así, piro
que lo lea pol mí el más entendiro.
570
IRENE Yo leértelo quiero.
(Lee.)
Antídoto ha de ser de aquel primero.
IRISILE Este amenaza alguna gran caída.
(Lee.)
La fábrica del orbe desasida.
CASIMIRA Y de éste quedaréis más admirados: 575
(Lee.)
Y con él a juicio seáis llamados.
LIVIO Nada hemos entendido.
SABÁ (Dentro.)
Etíopes confusos, que el sentido
ignoráis de esos versos soberanos,
a voces repetid los ecos vanos.
580
MANDINGA Si ha de sel, estudial mi velso quielo:
Antíroto ha de sel de aquel plimelo.
LIVIO Vaya a una voz, pues pueden de esos modos,
no entendiéndose uno, leerse todos.
MÚSICO 1.º Un singular, un celestial madero.
585
MÚSICO 2.º Con dulce fruta en su sazón cogida.
MANDINGA Antídoto ha de ser de aquel primero.
IRENE Por que uno muerte dé y otro dé vida.
CASIMIRA Y cuando el paroxismo vea postrero.
IRENE La fábrica del orbe desasida.
590 CASIMIRA Con él a juicio universal llamados.
LIVIO Los dichosos serán los señalados.
IRENE Alto sentido encierra.
La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
LIVIO
Paz publica al principio y luego guerra
a todo el universo.
595
CASIMIRA
Misterio da el enigma, verso a verso,
anunciando un madero.
MANDINGA
Antíroto ha de sel de aquel plimelo,
no he de olvidal rasón yo tan divina,
aunque tome desde hoy la anacaldina.
600
IRENE
Leño ha de ser divino.
LIVIO
Si un árbol ha de ser tan peregrino,
¿quién duda que esta tierra
le tiene, pues encierra
esos verdes trofeos
605
en los troncos y árboles sabeos?
CASIMIRA
Bien es que le busquemos,
pues en Sabá, sin duda, le tenernos
entre tan bellos ramos.
LIVIO
Vamos, pues, a buscarle, etíopes.
TODOS
Vamos.
610
(Suena un clarín y espántanse.)
LIVIO
Mas, ¡ay cielos!, ¿qué voz es la que suena
que ni es ave del viento ni es sirena
del mar?
IRENE
Pierdo el sentido.
CASIMIRA
Su música otra vez no hemos oído.
IRENE
Con sonoros acentos
615
vuelve a poblar de admiración los vientos.
MÚSICA
¡Qué eco tan ligero!
MANDINGA
Antíroto ha de sel de aquel plimelo.
(Sale en lo alto SABÁ.)
SABÁ Moradores de Sabá, primera cuna del sol, 620
donde su hermoso arrebol recibe la luz
que da a otros hombres cuando va su dorado rosicler a ser hoy el que era ayer,
625 pues si en ondas de zafir nace allá para morir, muere aquí para nacer.
Huid la playa arenosa que ocupáis, dejad la orilla 630 del mar,
que una maravilla estupenda y prodigiosa os viene a ver;
yo, furiosa, con la mansa pesadumbre de mi espíritu,
la lumbre 635 toqué de ese monte,
que verde salamandra fue sustentándose de lumbre.
Sobre su cima eminente hoy la estatura del monte 640 medí todo el horizonte a los campos de Occidente,
y como tan claramente agua y tierra presidía,
por ver qué descubriría,
645 vi en anchos campos del mar el monstruo
más singular que vio el grande autor del día.
Ni es pez, ni es bruto, ni es ave, siendo ave, bruto y pez,
650 porque en sus señas tal vez uno y otro nombre cabe:
cuando nada altivo y grave por el reino de la espuma es pez de grandeza suma;
655 cuando en diáfanas salas
vuela batiendo las alas
es un pájaro de pluma.
Cuando brama, cuyo acento
causa admiración y espanto,
660
es bruto, y así, entretanto
que discurre el pensamiento,
a su gran prodigio atento
no sé qué nombre le dé,
porque solamente sé
665
si no es pez, bruto ni ave,
que, sin duda, alguna nave
de extranjero reino fue.
IRÁN
(Saliendo.)
Ya estamos en tierra;
agora
cada cual tome su senda
670
y examine las noticias
de estos montes y estas tierras.
SABÁ
Hombre, aborto de la espuma,
que esa marítima bestia
sorbió sin duda en el mar
675
para escupirte en la tierra,
no des más paso, porque
cada paso más te acercas
a morir, y vas pisando
en las tostadas arenas
680
de esos montes las cenizas
de tu vida, cuando en ellas
cadáver midas el suelo,
herido de la violencia
de una flecha en forma de áspid
685
o áspid en forma de flecha.
IRÁN Deidad de estos altos montes,
en quien la Naturaleza con estudio hizo un borrón,
por que examine y advierta 690 que hay estudio en el acaso y en el estudio belleza.
Si eres la sombra del sol,
que en el Oriente la deja por no llevar sombra cuando 695 luces pisa y rayos huella.
Si eres la diosa a quien dan estos montes y estas selvas estatuas de ébano y jaspe por que en la tez se parezca.
700 Si eres tú misma en efecto,
porque no habrá más que seas siendo tú misma,
tú misma no desdigas,
no desmientas las vislumbres de divina 705 con rigor y con soberbia,
que emplear tirana en quien humilde tus plantas besa las puntas de esos arpones será malograr tus fuerzas,
710 pues no las da que vencer quien no las quita que venzan.
De paz navego estos mares,
espejos en quien contempla el sol su hermosura cuando 715 medio dormido despierta.
De paz estos montes piso,
pirámides que sustentan en sus espaldas los rumbos de una esfera y otra esfera.
720 Y así,
nobles y piadosos, decidme,
¿qué parte es ésta de la India y dónde caen por estos mares y tierras
las provincias de Sabá,
725 que voy buscando a su reina,
en vez de darla temores para rendirla obediencias?
MANDINGA Turo aquezo za embeleco mila,
sïola, no cleas 730 que la gente brancaza mentiroza,
para ella ezturunemule turo aya grita, fizga, efezta.
SABÁ Ignorante peregrino,
735 que vienes de lejas tierras,
donde noticia del sol aun habrás tenido apenas,
puesto que no la has tenido de esa emperatriz,
pues ella 740 la fama informa primero cuando generosa vuela del un polo al otro polo,
llena de ojos y de lenguas,
por que tan grave ignorancia 745 otra vez no te suceda quiero de Sabá informarte;
escucha,
por que lo sepas: En los desiertos del Asia,
primera cuna y primera 750 estación del sol,
adonde la luz su fatiga empieza,
yace una fértil provincia,
a quien engastan y cercan dos mares,
que menos soso 755 a los muros de sus peñas no bastarán,
si no es que,
contemplándose en ellas,
son espejos de cristal a mil narcisos de hierba.
760 Tan joven la luz del día está aquí y con tanta fuerza
hiere,
que en los moradores abrasa el color y quema,
de suerte que adultos todos,
765 cuando al sol están,
no aciertan cuál es la sombra o el cuerpo,
que es todo una cosa mesma.
De este,
pues,
lunar del orbe,
si bien lunar con belleza;
770 de ésta,
pues,
mancha con arte,
es emperatriz y reina Sabá,
que aunque no es su nombre,
sino Nicaula Maqueda,
por sus imperios así 775 la suelen llamar,
y ella lo permite,
porque tanto de sus imperios se precia.
No te quiero numerar su majestad y grandeza,
780 su poder y su valor,
aunque decirte pudiera que son sus montes de oro,
puesto que en ellos se engendra tanto,
oye,
que si tal vez 785 alguna mina revienta de plata dicen que ha sido un aborto de la tierra,
y como mal parto suyo ni le nombran ni le cuentan.
790 ¿Qué leño no es un aroma? ¿Qué copa no es una hoguera? ¿Qué peña no es un brasero,
holocausto de estas selvas? ¿Ves todo ese monte? ¿Ves 795 toda esa verde eminencia,
embarazo de los vientos y de los rayos ofensa? Pues es una ara no más,
en cuya llama sabea 800 salamandra al sol se abrasa,
fénix el sol se renueva,
pues aquí en dulces olores
las doradas alas quema,
haciéndole cada día 805
el natal y las exequias;
y así, cenizas del sol,
árboles, plantas y hierbas,
sangre, bálsamos y gomas,
sepulcro, montes y peñas, 810
todo olores le tributa,
todo le rinde riquezas.
A Livio, rey de Palmira,
venció en batalla sangrienta,
y desposeído ya, 815
preso le tiene en su tierra.
Y con ser tal el poder
de Sabá, tal la grandeza,
no son éstas las mayores,
porque las mayores que ella 820
tiene son la majestad
de su ingenio, de sus ciencias,
libro con alma y con voz
es, que doctamente enseña
lo más oculto que el tiempo 825
o dificulta o reserva.
Mira si quien esto sabe,
mira si quien esto reina podrá ofenderse de que tú lo ignores y no sepas 830 que es poderosa,
que es sabia,
que es generosa,
que es bella,
y que lo preguntes cuando estás hablando con ella y que ella misma te haya 835 de decir que es ella mesma.
IRÁN Saberse tu nombre antes que tu persona se sepa,
anticipando la fama, es lisonja y no es ofensa;
840 mas si te ofendes de mí como sabia,
y como reina, y como hermosa,
no hagas hoy de una culpa tres quejas,
pues a la de hermosa sólo 845 no te sabré dar respuesta,
porque en cuanto a rica y sabia no me admiro,
que está hecha el alma a tratar y ver más majestad y más ciencia.
850
SABÁ ¿En quién?
IRÁN En Salomón, rey de cuanto el Eufrates riega hasta Filistín,
y cuanto desde Egipto señorea el Nilo hasta la otra parte 855 de Eufrates,
cuantos en estas provincias los reyes son,
vasallos suyos se cuentan.
Es señor de Palestina,
de Samaria y de Idumea,
860 Caldea y de las Arabias Feliz, Desierta y Petrea;
de las Indias del Ofir tres flotas al año llegan cargadas de plata y oro,
865 metales,
joyas y telas.
Tanto,
que en Jerusalén hoy que hacer un templo intenta;
para la fábrica hermosa están las calles cubiertas 870 de materiales,
de suerte que se ve más plata en ellas que piedras,
con haber tantas,
que de sola una pudiera,
si se abollara, labrar
875
una casa toda entera,
sin que estuviera ajustada,
sino toda de una pieza.
Cincuenta y seis mil caballos
de su servicio sustenta
880
y gasta al año en su casa
cuatro millones de anegas
de trigo.
MANDINGA
Válgame Dioza,
y, quién aquí las tuviera!
IRÁN
Y dejando aparte cuanto
885
en majestad y grandeza
tienen las ciencias de cuantos
sabios ha habido en la tierra
y ha de haber, porque ninguno
de cuantos nazcan y mueran
890
supo más ni sabrá más.
SABÁ
Extrañas cosas me cuentas,
y de escucharte admirada
te prometo que me dejas.
MANDINGA
Y plegunto yo, sïola,
895
¿qué harán cuando no lo clea
esto yo?
SABÁ
Haré castigarte
por incrédulo, que es fuerza
que a mí me diga verdad,
y todo cuanto refiera
900
hoy se ha de creer por fe.
MANDINGA
Digo que so una glan bestia,
y si habrare más la boca
al colodliyo me vuelva.
IRÁN De parte de este gran rey 905 te vengo a pedir audiencia,
que ya te he dicho,
señora, que un templo labrar intenta adonde viva su Dios,
y su fábrica desea 910 ilustrar con dones tuyos.
Mi embajada,
al fin, es ésta;
pero más despacio quiero que en tu palacio lo sepas,
que es trono rústico un monte 915 para que informarte quiera en él de tantos sucesos.
SABÁ Mi vida también espera informarte más despacio de las cosas que me cuentas.
920 Vete a palacio,
y contigo, capitán,
tus gentes vengan, que quiero emprenderlas todas,
y cree que si deseas llevar dones de Sabá 925 para enriquecer tu tierra,
que creo que has de llevarle el mayor que se halla en ella,
que es a mí,
porque he de ver si es verdad que tu rey sea 930 el más rico y el más sabio de los reyes de la tierra,
pues lo será si es que a mí me vence en poder y en ciencias,
que soy sibila de Oriente,
935 que soy del Ocaso reina.
La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá
Pedro Calderón de la Barca
Marco legal
La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá
Pedro Calderón de la Barca
(1R 10,1-13) (2Ch 9,1-12)
Salen IRISILE, CASIMIRA, IRENE, LIVIO y demás indios, y luego IRÁN y SABÁ.
IRÁN Ese monte, coronado de verdes copas,
en quien hoy tantas gentes se ven,
es el Líbano sagrado.
Cuarenta mil hombres son 5 los que a talarle han venido,
de quien general ha sido Candaces,
y con razón,
porque su cuidado es de quien tal acción se fía 10 por el mar desde aquí envía la palma,
el cedro,
el ciprés,
a Jerusalén,
y así puebla de árboles el mar,
que se deja imaginar 15 que se ha arrancado de aquí el monte cuando a ver llega que su sagrado horizonte discurre a cargas el monte y a pedazos le navega.
20 En sus faldas descansar puedes,
en tanto,
señora,
que las sombras hacen hora de volver a caminar,
que ha sido largo el viaje 25 y no dudo que vendrás cansada.
SABÁ Pues que me das verde y florido hospedaje,
en la falda lisonjera descansaré de este prado,
30 donde creo que ha fundado su corte la primavera,
según las flores que veo.
IRÁN Pues que ya tan cerca estás de Jerusalén,
verás 35 allá cumplido el deseo,
porque admiración tan grave como darán sus despojos cabe,
señora,
en los ojos y en el concepto no cabe.
40 Ya prevenida tu entrada en Jerusalén está,
y yo he de llegar allá primero con tu embajada.
SABÁ Dejadme sola,
que aquí 45 esperar quiero que el sol temple su ardiente arrebol.
LIVIO Aquí hay un árbol,
señora,
que al sol los rayos defiende,
cuya hermosura suspende,
50 cuya beldad enamora.
IRÁN Derecho el tronco e igual hasta su remate,
sube a ser de una verde nube gigante piramidal.
55
LIVIO En fin,
en sus resplandores él muestra bien que por ley de naturaleza es rey de las plantas y las flores.
IRISILE Y que su autor soberano 60 por favor particular lo quiso hacer y labrar todo de su propia mano;
como quien dice,
yo fui quien hizo por varios modos 65 los árboles para todos y éste sólo para mí.
MANDINGA En sus froriras alfomblas cansal podlás tú,
pues son catro,
lecho y pabellón,
70 rozas,
alboles y zomblas.
SABÁ Aquí, pues, descansaré;
todos de aquí os retirad y alguna cosa cantad;
tú no te vayas, por que 75 si algo se ofreciere puedas avisar.
MANDINGA Aquí zaré.
(Echase debajo del árbol y vanse todos.)
Turo ze va, yo he queraro
solo.
SABÁ ¿Mandinga?
MANDINGA ¿Sïola?
SABÁ Diles que canten.
MANDINGA Ya ahola 80 lo ezturumento han templaro.
(Cantan los músicos y duerme SABÁ.)
MÚSICO 1.º Un singular, un celestial madero.
MÚSICO 2.º Con dulce fruta en su sazón cogida.
MANDINGA Antíroto ha de sel de aquel plimelo.
IRENE Por que uno muerte dé y otro dé vida.
85
CASIMIRA Y cuando el paroxismo sea postrero.
IRENE La fábrica del orbe desasida.
CASIMIRA Con él a juicio universal llamados.
LIVIO Los dichosos serán los señalados.
MANDINGA Parece que za dolmiro 90 al zon de lo ezturumento, y el zol, el agua y el viento no ze atleven a hacel ruiro pol no dezpeltalya;
yo también la quielo dejal, 95 que ez pecaro dezpeltal a quien de gana dulmió.
(Vase y dicen dentro.)
UNO No le sigáis más.
OTRO Al viento, disforme monstruo, te igualas;
no corres, vuelas sin alas.
100
(Sale JOAB con barba larga.)
JOAB Flaco y cansado me siento;
mas ¿qué mucho, si los daños, que dan espantos y asombros, huyendo llevo en mis hombros y el peso de tantos años? 105 En tu vientre, ¡oh peña dura!, vivo a sepultarme voy, que es bien, pues cadáver soy, que busque mi sepultura.
(Va a entrar por una cueva y despierta SABÁ.)
SABÁ ¿Qué ruido es éste? ¡Ay de mí! 110 ¿Qué monstruo tan torpe y feo es el que presente veo?
JOAB No puedo pasar de aquí...
¡Qué extraña mujer!
SABÁ Detén, ¡oh fiera!, el paso veloz, 115 y si no puede mi voz pararte, pueda el desdén de este arpón, por que presumas que a él mis temores apelan, pues todos con plumas vuelan 120 y tú pararás con plumas.
JOAB Mujer prodigiosa,
tanto,
que al contemplar tus despojos los oídos y los ojos horror padecen y espanto.
125 Y es tan grave confusión por saber,
dentro en mí luchan si a lo que miran o escuchan le deben admiración.
No soy fiera,
aunque me ves 130 con tantas señas de fiera;
hombre soy,
y ser quisiera vil trofeo de tus pies antes que de esos arpones a no importarme ir huyendo 135 de quien me viene siguiendo.
Si palabra o si acciones de un hombre que es desdichado tu pecho han enternecido paso a esa cueva te pido 140 adonde vivo enterrado.
SABÁ Pierde,
hombre o fiera,
el temor;
nadie te sigue,
y aquí,
aunque te sigan,
en mí tienes amparo y favor,
145 que soy Sabá,
emperatriz de los montes del Oriente.
JOAB Aunque tu beldad lo intente,
no harás mi vida feliz.
SABÁ No temas,
pues te asegura 150 mi respeto y mi piedad.
JOAB No valdrá la inmunidad de tu divina hermosura a un delincuente,
que hoy vive a muerte condenado.
155
SABÁ ¿Quién eres?
JOAB Un desdichado con que te he dicho quién soy;
pero,
pues treguas nos da la gente que me seguía y amparas la suerte mía, 160 escucha.
SABÁ Atenta estoy ya.
JOAB Hermosa mujer, en quien la Naturaleza puso competencias generosas de lo blanco y de lo adusto,
165 yo soy Joab,
infelice,
a cuyo valor,
a cuyo esfuerzo,
las cuatro partes de la fábrica del mundo temblaron,
aunque ya sólo 170 soy un cadáver caduco,
que al soplo menos ligero de cualquier viento me turbo.
Capitán fui,
general de los ejércitos sumos 175
de David;
digan el Tigris,
el Eufrates y el Danubio si en sus hermosas riberas,
que son de esmeraldas,
rubios tuvieron hartos laureles 180 para coronar mis triunfos.
Pero contemos desdichas,
que están más puestas en uso al introducir tragedias por los actos del disgusto.
185 Cuando Absalón,
hijo hermoso de David,
bello trasunto de Adonis,
pues fue su sangre de su hermosura dibujo,
a un tiempo vasallo e hijo 190 inobediente y perjuro contra su padre y su rey,
en armadas huestes puso el imperio,
siendo entonces a tanto escándalo injusto 195 los montes de Gelboé testigos sordos y mudos;
con su rey y con su campo salí a estorbar el orgullo del ejército que,
osado,
200 la batalla nos dispuso a la hora que ya el sol,
entre reflejos confusos,
iba declinando rayos a ser huésped de Neptuno.
205 Frente a frente los dos campos se vieron en el nocturno silencio,
si ya no fue que el sol se vistió de luto.
Hizo al alba de embestir 210 señal un metal robusto,
que es voz y aliento de Marte,
cuando los dos campos juntos,
repitiendo los acentos
y los grabados escudos,
215 eran un Etna de fuego,
eran un volcán de humo.
Tan sangrienta,
tan crüel fue la lid,
que el valle estuvo hecho de púrpura humana 220 un pavimento cerúleo.
Declaróse la victoria,
decirte por quién rehúso,
porque parece injusticia del cielo,
y en sus influjos 225 cuando injusto nos parece es justiciero y no injusto.
La gente,
pues,
de David,
rota y deshecha,
se expuso a la fuga,
y el rey mismo,
230 de sus afectos desnudo,
a espaldas vuelta volvía contra su valor augusto.
Mas Semey,
joven valiente,
que el calabozo profundo,
235 de esa bóveda,
conmigo habita,
ciego y sañudo,
de ver a su rey huyendo,
dijo a voces: Del Dios sumo de Israel,
maldito sea 240 rey que a padecer nos trujo.
Oyólo David,
y dijo: Aunque de tu boca escucho mi maldición,
Semey,
hoy no has de pensar que procuro 245 mi venganza;
mientras viva yo,
tú vivirás seguro.
Y volviendo a la batalla,
tanto esfuerzo en ella puso que barajó a la fortuna,
250 la suerte,
y victoria tuvo.
¿Viste exhalación deshecha correr por azules rumbos,
que deja un rastro de fuego por donde corre? Presumo 255 que esto Absalón parecía desamparando a los suyos,
cuando veo (¡qué prodigio!) que de los cabellos rubios pendiente a una encina queda,
260 siendo en su desdicha a un punto la misma encina y cabello el suplicio y el verdugo.
De no matarle llevaba orden yo,
pero ¿quién tuvo 265 freno para la impaciencia y rienda para el impulso? La acción,
que violenta ya,
parada en el aire estuvo,
a pesar de mis afectos,
270 sin saber cómo ejecuto;
y pasándole la espalda hasta el pecho,
el hierro agudo,
siendo en la región del aire toda la esfera un sepulcro,
275 fue una admiración del cielo y espectáculo del mundo.
Los campos de Gelboé maldijo (cuando lo supo) David,
por cuya ocasión 280 siempre secos,
siempre mustios,
ni llora el alba rocío,
ni congela dulces frutos de las flores del abril,
ni las espigas de julio.
285 En mí quisiera vengarse,
mas como siempre me tuvo tan grandes obligaciones,
nunca a hacerlo se dispuso;
vivido he,
pero muriendo,
290 y en el testamento suyo deja mandado que muera
por tan riguroso insulto.
Huyendo de Salomón la justicia,
no procuro 295 mi perdón,
por saber cierto que es juez sabio,
que es rey justo,
y conmigo lo será más,
pues un tiempo que hubo bandos entre él y Adonías,
300 su hermano,
sobre el augusto laurel que ciñó,
ayudé de Adonías los discursos.
Por todo,
pues,
vivo aquí ese calabozo oscuro,
305 con Semey,
que es aquel de la maldición,
y juntos los dos,
por guardar las vidas de las manos de un verdugo,
lo somos nosotros mismos,
310 viviendo como unos brutos: de hierbas nos sustentamos,
y éstas cogemos a hurto de la gente,
que este monte saquea de troncos,
cuyo 315 número excede a sus hojas.
Si pudo mi voz,
si pudo obligarte mi desdicha,
lo más que de ti procuro es que con Candaces puedas,
320 rey de Egipto,
que entre muchos árboles que van cautivos hoy a Jerusalén,
uno reserve,
que es este árbol,
porque su tronco caduco 325 prodigioso es,
corte cuantos el tiempo vistió de lustros.
Tradición es verdadera de los moradores rudos del Líbano que este tronco 330 de Ebrón a sus montes trujo
Jericó,
de Noé hijo,
que fue el que en herencia tuvo esta parte,
cuando él partió entre los hijos suyos 335 la tierra la vez segunda que volvió a nacer el mundo.
SABÁ Es tu historia prodigiosa,
admiración me ha debido,
y supuesto que he venido 340 donde sabia y poderosa en pena tan rigurosa pueda valerte, lo haré.
JOAB Jamás piedad esperé.
SABÁ Venid juntos tú y tu amigo 345 a Jerusalén conmigo, que yo al rey le pediré vuestras vidas la primera cosa que se llegue a hablar, que siento vuestro pesar 350 como si mi pena fuera.
JOAB ¿Semey?
(Sale SEMEY vestido de pieles.)
SEMEY ¿Qué es lo que me quieres?
JOAB Darte de un suceso parte.
SEMEY Desde aquí pude escucharte, y así, informarme no esperes, 355 y me ha pesado de que eres ciego y desagradecido a tu bien.
¿Por qué no has sido alfombra a esos pies primero?
JOAB Porque yo, Semey, no espero 360 el perdón que me ha ofrecido esa mujer;
si yo a muerte estoy condenado ya, ¿quién a romper bastará lazo tan duro y tan fuerte? 365
SEMEY Que podrá romperlo, advierte, una reina soberana, tan divina como humana, que en el Oriente nació hija del sol.
JOAB Nunca yo 370 en esperanza tan vana mi vida aseguraré.
SEMEY ¿No la asegura un madero?
JOAB Yo tampoco en él espero, pues que ha de cortarle sé 375 la gente que aquí se ve.
SABÁ Pues no estés desesperado, hombre a muerte condenado por decreto de un rey fuerte, si heredero de tu muerte 380 vives pobre y desdichado.
Vida por mí has de tener, por que digan que ha rompido el decreto establecido un árbol y una mujer;
385 y mujer cuyo poder es de virtudes crisol, cuyo divino arrebol es hermoso y refulgente, porque es reina del Oriente, 390 provincia hermosa del sol.
SEMEY La vida espero por ti, hermosa Sabá.
JOAB Yo no.
SEMEY ¿Quién del bien desesperó?
JOAB Quien nació como nací, 395 no espere vivir.
SEMEY Yo sí.
JOAB Eres loco.
SEMEY Tú obstinado.
SABÁ Dios inmenso, Dios sagrado, que aquí mi espíritu entiendes,
¿qué gran misterio pretendes 400 revelar a mi cuidado? Entre dos hombres que a muerte están condenados ya,
un madero hermoso está,
que luces y rayos vierte,
405 ¿qué duda tan grave y fuerte de aquí se puede inferir? Uno espera que vivir puede,
y otro desespera de la vida,
quién pudiera 410 los secretos descubrir que me dicta el corazón.
Pero no puedo,
no puedo,
que muerta y vencida quedo a manos de mi pasión;
415 que soberana visión en vislumbres considero otra vez,
que de un madero como un remedio sería del universo,
y pedía 420 al cielo que,
lisonjero,
me le diese a conocer.
¡Quién el secreto pudiese penetrar! ¡Oh,
quién supiese cómo ha de venirse a ver 425 nuestro remedio y placer! Mas aunque el camino ignoro,
como a sagrado te adoro,
árbol de Dios debes ser.
(Salen CANDACES y HEBREO.)
CANDACES Por esta parte,
que el mar 430 es espejo transparente del Líbano,
y que sus flores narcisos se desvanecen,
id cortando;
mas,
¿qué miro? El paso el pueblo suspende 435 a ver un caso admirable,
que a nuestros ojos se ofrece.
En lo intrincado del monte,
en una parte eminente está un árbol,
y a sus lados 440 dos hombres,
que más parecen dos fieras,
y una mujer a sus pies lágrimas vierte.
HEBREO Con poca causa te admiras.
¿Qué prodigio hallas presente: 445 una mujer y dos hombres te turban y te suspenden? Ella,
sin duda,
será vecina de aqueste albergue,
donde árboles adoran,
450 porque dicen que aquí tienen un árbol que Jericó les dejó a sus descendientes.
Los hombres en ese traje será,
que como mil gentes 455 en el Líbano trabajan,
y de tantas partes vienen del modo,
quizá,
de algunas que se visten de esa suerte,
habrán venido.
CANDACES Bien dices: 460 a talar el monte vuelve;
empieza por aquel árbol,
que su copa y tronco debe ser preferido entre tantos que a la fábrica excelente 465 del templo navegan.
HEBREO Voy a cortarla.
IRÁN Gente viene.
SEMEY No temas,
pues con la reina estamos.
SABÁ Hebreo,
detente;
no pongas la mano,
no,
470 en el árbol que presente miras,
que es árbol sagrado;
no le toques,
no le llegues,
maldito serás de Dios si a profanarle te atreves,
475 porque en ofender sus hojas hoy a todo el cielo ofendes,
y si al golpe que levantas su tronco divino hieres,
sangre verterán sus poros 480 que te manchen y ensangrienten,
cuya mancha no saldrá de todos tus descendientes.
CANDACES Mujer,
en traje y color,
en palabras y obras eres 485 prodigiosa.
¿Qué amenazas son estas que nos previenes? Si es sagrado este madero,
¿adónde estar mejor puede que en la Casa del Señor? 490 Pues por eso mismo debe cortarse y llevarle al templo;
corta,
pues,
su tronco,
hiere.
HEBREO ¿Cómo, si es árbol divino, al golpe no se defiende? 495
(Dale golpes, y suenan truenos, relámpagos y tempestad.)
CANDACES ¿Qué es esto? El blanco rocío que en sus bellas hojas tiene se vuelve en sangre.
SABÁ Y sus ramas caen rojas, siendo verdes.
CANDACES Hoy el cielo sobre ti 500 diluvios de sangre llueve;
no le cortes, no le cortes.
HEBREO ¿De qué te afliges? ¿Qué temes? Algún pájaro que,
herido de agudo arpón,
hizo albergue 505 de esta copa;
ensangrentó sus hojas,
y ahora,
al verse sacudido,
las despide;
que brame el cielo,
que tiemble la tierra;
no son efectos 510 de un árbol,
puesto que tiene causas la Naturaleza que esos efectos engendren;
deja,
señor,
que le corte.
CANDACES Yo no he de mandar que llegues 515 a ofenderle ni a cortarle,
córtale tú si quisieres,
hebreo.
HEBREO Como gentil que en el Nilo adorar sueles los cocodrilos por dioses,
520 gitano,
que tantos tienes,
¿piensas que es Dios este árbol? Yo le cortaré.
CANDACES Árbol fuerte,
los golpes son del hebreo,
no del gentil;
él te ofende.
525
(Cae el árbol y vuelven los terremotos.)
SABÁ ¿No le ves que,
con el alma vegetativa que tiene,
al amago ha parecido que se encoge y se estremece?
CANDACES La tierra, al considerar 530 que hijo tan hermoso pierde, quiere, abortando prodigios, abrir su preñado vientre.
HEBREO Ya su tronco mide el suelo.
SABÁ Y al inclinar su alta frente, 535 delirios el mundo sueña, eclipses el sol padece.
(Oscurécese el teatro.)
CANDACES Árbol que la vida y alma sangre llora y penas siente, ¿qué árbol es?
HEBREO ¿No ves que es palma? 540
SEMEY ¿Que tanto el temor te ciegue que llames palma a un ciprés?
JOAB ¿Aquéste es ciprés? Tú eres el ciego, pues al que es cedro llamas ciprés.
HEBREO ¿Cedro es éste? 545
JOAB ¿Pues no es cedro? Mira aquí si esto es cedro.
CANDACES Razón tienes.
HEBREO No es posible que no sea esto palma, ahora advierte si es palma en aquesta parte.
550
CANDACES Palma es.
JOAB Se le parece;
pero mira si es ciprés.
CANDACES Ciprés es, tres nombres tiene de por sí, mas todos juntos en un ramo solamente.
555
SABÁ Hasta en esto hay más misterio: el cedro, que es árbol fuerte, es como el Padre divino, que engendra perpetuamente la palma, que dice amor, 560 pues sin el amor no crece;
mirando a su semejante, es el espíritu ardiente, que enciende amor en los pechos;
el ciprés, que dice muerte, 565 como el Hijo, pues él sólo, de las tres personas, muere.
Y así, ciprés, cedro y palma, declara, explica y contiene en Padre, Espíritu e Hijo 570 unidad, amor y muerte.
CANDACES Funesto enigma del día: tus razones no se entienden.
HEBREO Como es oscura la casa, así el alma, que es su huésped, 575 tienes oscura también.
CANDACES Sin duda, mágica eres, que habitas en estos montes;
y así, digo que nos dejes.
Alzad aqueste madero, 580 que será bien que le lleve a Salomón por prodigio, pues también la tierra tiene árboles monstruos que dan a una forma tres especies.
585
(Vanse llevando el árbol y sale SALOMÓN.)
SALOMÓN Desde esta parte,
donde a la fábrica hermosa corresponde el supremo palacio,
alcázar de David,
quiero despacio considerar ahora 590 la beldad que los cielos enamora,
que los vientos suspende,
y a sólo el sol con presunción ofende,
porque tantos reflejos se levantan a soles desde lejos,
595 y hay cuestión y porfía sobre a cuál de los dos se debe el día.
Jerusalén,
sagrada ciudad de Dios,
en Asia fabricada,
tres montes te sustentan,
600 que Atlantes de su cielo nunca alientan,
porque su gran fatiga,
a gemir mudamente les obliga,
y a respirar tan quedo,
que los ecos son voces de su miedo.
605 De aquestos,
pues,
tres montes,
que dividen el cielo en horizontes,
Moria, Sión, Calvario,
hice elección y le juré de erario,
archivo de su gloria,
610 a la cumbre feliz del monte Moria,
porque dice en hebreo:
Moria, especulación, y así, bien creo
que el templo comenzado
sobre especulación esté fundado
615
con soberano indicio,
pues la oración, el fuego, el sacrificio,
siempre dan por efetos
especular de Dios altos secretos.
Bien conforme la planta
620
del mismo Dios, la fábrica levanta
la frente, y es coluna
de la cóncava esfera de la luna;
las piedras, ajustadas
vienen desde los montes, y labradas
625
las vigas de madera,
que aunque errar el artífice quisiera,
no pudiera con arte
que ninguna viniera en otra parte,
sino sólo en aquélla
630
para donde su artífice la sella;
y así, andan, entre propios y extranjeros,
en ella novecientos mil obreros;
su concordancia es mucha,
pues una voz ni un golpe no se escucha.
635
IRÁN
(Saliendo.)
Dame a besar tus plantas,
si mi humildad merece dichas tantas.
SALOMÓN
Irán, dame los brazos,
dignos sujetos de tan nobles lazos.
¿Cómo en Sabá te ha ido?,
640
que aunque cartas y avisos he tenido,
no será acción impropia
saber a boca nuevas de Etiopía.
IRÁN Llegué a Sabá,
señor,
donde admirada, Nicaula, de Sabá reina sagrada,
645 que competencias debe al alba,
a la azucena y a la nieve,
de escuchar tus grandezas,
el honor de tus ciencias y riquezas,
quiso venir a verte,
y,
peregrina,
650 cortó del mar la esfera cristalina.
Dones que presentarte trae,
y enigmas que ha de preguntarte,
que en ciencia y poder quiere examinar,
si a tu deidad prefiere,
655 porque es la negra estrella tan poderosa y sabia como bella,
y aquesta tarde llega,
donde la luz de tanto sol la ciega.
SALOMÓN Ya sabido lo tengo,
660 y grandes triunfos en su honor prevengo.
CANDACES (Saliendo.)
Ya el Líbano,
ciudad de bellas flores,
vulgo de plantas,
plebe de colores,
talé con varias gentes,
mas entre cuantos troncos diferentes 665 que vienen,
te encarezco uno,
y éste en mi nombre te lo ofrezco,
porque es árbol con alma de un cedro,
de un ciprés y de una palma.
No le vio semejante 670 el sol desde su trono de diamante;
no le vio en sus entrañas la tierra igual,
sus hojas son extrañas,
extraña su grandeza,
su pompa extraña es,
y su belleza.
675 Al desasir los lazos,
que en sus raíces con caducos brazos tenía dados la tierra,
ella y el viento nos hicieron guerra,
aumentando portentos 680
al despedirse de él los elementos.
SALOMÓN
Los dos me habéis traído
las dos cosas que más he agradecido;
en un jardín aparte
se ponga, con estudio, ciencia y arte,
685
solo ese árbol, donde yo le vea
y Sabá aquesta tarde
llegue a mi trono.
IRÁN
Fuerza es que no aguarde,
pues ya los instrumentos
de apacible rumor llenan los vientos
690
y el rumor nos avisa
que la adusta sibila y profetisa
del reino del Oriente
llega a palacio.
SALOMÓN
Generosamente
mi pueblo la reciba.
695
TODOS
(Dentro.)
La gran sibila del Oriente, ¡viva!
SALOMÓN
Que es bien que honre a quien tiene
tanto valor, que a visitarme viene
desde la India, y quiero,
mientras que yo en mi altivo trono espero,
700
que los dos en mi nombre
la recibáis, para que más se asombre,
de que por solas leyes
emprenden estos triunfos tales reyes.
IRÁN
A obedecerte vamos.
705
CANDACES
Muy justamente admiraciones damos
a mujer tan altiva.
TODOS
La gran sibila del Oriente, ¡viva!
(Salen los que pudieren negros, JOAB, SEMEY y SABÁ en un carro, hincan los reyes la rodilla y descúbrese en su trono SALOMÓN.)
IRÁN Ya Salomón te espera, planeta, siendo de tan alta esfera.
710
MÚSICA Morena soy, pero hermosa;
hijas de Jerusalén, bien podéis venirme a ver.
SABÁ Príncipe soberano del gran pueblo escogido 715 de Dios, que en ti ha excedido las obras de su mano, pues eres peregrino, un casi humano Dios, hombre divino.
SALOMÓN Deidad alta y suprema, 720 de la zona abrasada, donde la luz bañada el sol las alas quema y los rayos envía, hermosa noche, emperatriz del día.
725
SABÁ Tú, que de Dios amado eres tesoro vivo, de su poder archivo, de sus ciencias dechado, digno de que te nombres 730 el más rico y más sabio de los hombres.
SALOMÓN Tú, que el concepto oscuro a descifrar te atreves cuando el aliento bebes del espíritu puro, 735 voz que de Dios avisa, sibila negra, hermosa y profetisa.
SABÁ Salve y puesta a tus plantas eterna vida tengas.
SALOMÓN Salve y felice vengas 740 a ensalzar dichas tantas, donde yo te reciba: ¡viva Sabá!, decid.
SABÁ ¡Salomón viva!
(Baja SALOMÓN y SABÁ se apea.)
SALOMÓN A tantos rayos ciego dignamente he quedado, 745 mas ¿qué mucho?, si osado mares surco de fuego, que aunque negra eres bella, y ya toda la noche es una estrella.
SABÁ La sombra con el día 750 no ha de hacer competencia, haga tu luz ausencia a mi tiniebla fría, que al mirarte me asombras, anegado tú en luces y yo en sombras.
755
(Aparte.)
¡Qué notable grandeza!
SALOMÓN (Aparte.) ¡Qué divina hermosura!
SABÁ (Aparte.) ¡Qué majestad tan pura!
SALOMÓN (Aparte.) ¡Qué singular belleza!
SABÁ ¡Absorta, a cada paso 760 grandezas miro!
SALOMÓN A su sol me abraso.
SABÁ A tus soberanas plantas, a tu sagrado dosel, gran Salomón, hijo heroico del profeta, sabio rey.
765 A tu solio sin segundo llega una humilde mujer que en la India del Oriente, que mancha del mundo es, nació reina, sabia, rica, 770 y nació hermosa, si bien la cólera allí del sol la pudo turbar la tez.
Llamada de las noticias de tu ciencia y tu poder, 775 vine a verte y a escucharte, digno precio a tanta fe.
Si he hallado gracia en tus ojos, halle piedades también, pues hoy es día, señor, 780 de hacer a todos merced.
Prometí que pediría, cuando te llegase a ver, las vidas de los que hoy, por un decreto crüel, 785 a muerte están condenados, que son Joab y Semey.
Si a visitarte no más, sabio y poderoso rey, tantas tierras discurrí, 790 tantos mares navegué, a entender de que eres sabio perdonando injurias, pues saber saber perdonar, dice tu Dios que es saber.
795
SALOMÓN Sabá, justicia y piedad en igual línea se ven,
que son virtudes las dos que no pueden exceder una de otra,
con efectos 800 participados de quien ni puede ser más ni menos y siempre vive en un ser.
Sabio es el rey que castiga y poderoso es el rey 805 que venga agravios de Dios.
Ministro de su poder,
sin que deje la justicia ofendida por hacer lisonjas a la piedad,
810 si virtud también lo es;
pero para que lo admires todo junto,
escúchame: Ni he de hacer lo que me pides,
ni lo he de dejar de hacer,
815 ni tengo que ser piadoso,
ni justiciero he de ser.
Uno doy a la justicia y otro a la piedad,
por que ninguna virtud en mí 820 pueda quejarse después.
Escoge el que ha de vivir,
y mira que escojas bien.
porque aun en eso,
Sabá,
sinrazones no he de hacer.
825
SABÁ Por haber de juzgar yo,
informarme he menester más despacio.
SALOMÓN Pues los dos estén presos,
que también no es ésta ocasión de juicios;
830 prosigue el triunfo,
que en él quiero acompañarte yo,
y vea Jerusalén dos planetas en un carro,
dos reyes en un dosel,
835 dos soles en una esfera,
dos triunfos en un laurel.
La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá
Pedro Calderón de la Barca
Marco legal
La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá
Pedro Calderón de la Barca
La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá