La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá - Jornada II


Jornada III

(1R 10,1-13) (2Ch 9,1-12)

Salen IRISILE,
IRENE, CASIMIRA y criados.

IRISILE
Notables grandezas son
las del rey de los hebreos.

CASIMIRA
Dignamente las celebra
la fama.

IRISILE
No en vano fueron
las noticias a Sabá
5
de sus celebrados hechos.

IRENE
Y no en vano nuestra reina

vino a verle.

CASIMIRA
Ya te entiendo

la malicia.

IRENE
Tú te engañas

si presumes que es mi intento
10
más que hablar de los aplausos,

de su poder y su ingenio.

CASIMIRA
¿Y no te acuerdas de amor?

IRISILE
Ni me olvido ni me acuerdo,
mas si por él lo entendiste,
15
poco importa, cuando vemos
tan manifiestas las causas
hacer juicio en los efectos.

IRENE
En fin, ¿se rindió al amor
un rey tan docto y supremo?
20

IRISILE Un rey tan supremo y docto se rindió, Irene, por serlo, porque no puede ninguno amar sin entendimiento.

CASIMIRA Grandes las fiestas han sido 25 que Jerusalén ha hecho.

IRISILE Y no ha sido la menor la de hoy, pues en aquestos jardines la han festejado con músicas y con versos.
30

CASIMIRA Y para sobre comida quedan los dos arguyendo, y él responde a cuantas dudas nuestra emperatriz le ha puesto.

MANDINGA (Saliendo.)
Vive Dioza, que una nima 35 he ezturiaro, y que tenemo de coge a ezte Zalomón, que ez tan zabiondo, con eyo, pues no ha de dal en el chiste pol mal que zepa.

IRENE ¿Qué es eso, 40 Mandinga?

MANDINGA Acá, que no ez nara, hoy quien más zabe velemo.
(Salen SABÁ, SALOMÓN e IRÁN.)

SALOMÓN En la hermosa primavera de estos jardines amenos, que hacen verdes pabellones 45 de las palmas y los cedros, podrás, hermosa Sabá, sombra del mayor lucero, con tus etíopes sabios proseguir los argumentos.
50

SABÁ Generoso dueño mío, para mis ojos más bello que este monte, que es columna dórica del firmamento, más agradable a mi vista 55 que estos árboles, compuestos de fruta y flor;
más süave que las luces y bosquejos de sus sombras, en la fiesta que hiere el sol más severo, 60 aunque de tus ciencias ya bastante experiencia tengo, por divertirte no más hacer academia quiero este jardín, noble envidia 65 de los pensiles sabeos.
Diviértante, pues, mis damas, cada cual vaya poniendo una duda, y tú responde.

MANDINGA ¿Damaz dijo?, puz empiezo 70 y plopongo aquezta enima, ezteme uzanced atento a lo enima que plopongo.

IRISILE Aparta, loco.

MANDINGA No quielo.
Que a mí, ¿quién me quita sel 75 dama hoy? Pues lo palecemos toros, que mueltas las luces toros los gatos son negros.

IRENE ¿Podrá el monarca mayor, con poder o con ingenio, 80 criar, señor, una rosa?

SALOMÓN No, que el clavel más pequeño del pincel de Dios es rasgo, y no hay poder en el suelo que criar una flor pueda, 85 porque este nombre supremo de criar es de criador, no de criatura.

IRENE Yo puedo haber una flor criado.

SALOMÓN No es posible.

IRENE Yo lo pruebo: 90 ¿qué es más la flor más hermosa que una burla, engaño y juego que hace la Naturaleza a los ojos, pues es cierto que no tiene más beldad, 95 más vida ni más aliento que aquella que le dispensa la mano, el aire o el fuego, como pavesa del prado? Luego si hacer eso puedo, 100 una flor que engaña al sol, al hombre, al agua y al viento, diré que una flor crié.
Hable mejor el efecto: unas de este cuadro son 105 mi estudio y otras del tiempo;
di, ¿cuál es cierta o fingida?

SALOMÓN Tú, con natural aseo, podrás haberla imitado, no podrás haberla hecho.
110

SABÁ También la Naturaleza se imita, y por flor tenernos la que se parece a otra;
di, ¿cuál es cierta?

SALOMÓN No puedo distinguirlas desde aquí.
115

SABÁ Luego ya una mano ha hecho lo que la Naturaleza, si a ti te engaña.

SALOMÓN Eso niego, que el ver no le toca al sabio,
pues un rústico grosero 120 pudiera ver más que yo y distinguirlas más presto.
Lo que a los sabios les toca es examinar secretos naturales;
yo diré 125 a Sabá,
por el primero,
cuál es verdadera y cuál fingida,
y así,
te ruego lo dejes estar,
que yo te daré respuesta presto.
130 Vaya otra pregunta.

MANDINGA Vaya, y zi la acielta ez dizcleto:
Soble un albol,
que no ez albol,
eztaba un pajaro puezto,
que no ez pajaro.

CANDACES ¿No callas, 135 Mandinga?

MANDINGA Ya callaremo.

SABÁ Pregunta, Irisile, tú.

MANDINGA Nolabuena.

IRISILE Calla, necio.

MANDINGA Zoble un albol, que no es albol, eztaba un pajaro puezto, 140 que no ez pajaro, y cantó.

IRISILE ¡Oh, qué enfadoso te has hecho

SALOMÓN Aguárdate un poco, Irene;
aquella rosa que veo entre un clavel y un jacinto, 145 ¿es rosa fingida?

IRENE Es cierto.

SABÁ ¿Es que lo viste?

SALOMÓN Es que andaba una abeja haciendo cercos sobre ella, y nunca llegó a picarla;
de aquí infiero 150 que es flor fingida, pues no es de gusto ni de provecho.

SABÁ No quiero cansarte más con ignorancias, supuesto que es ignorancia mi estudio 155 comparado con tu ingenio.
Sólo para que me admire, verte hacer un juicio quiero;
tú me dijiste, señor, que yo de aquesos dos presos 160 escogiese;
como sabia, con atención y consejo, el que había de vivir, helos escuchado, y quedo dudosa de sus razones, 165 y a tu tribunal los vuelvo para ver el que tú eliges;
decid que lleguen, y de ellos te informa y juzga su causa.
Mas ¿qué es lo que miro, cielos? 170 En las flores se ha quedado Salomón durmiendo, al tiempo que de justicia le hablé;
no es mucho, si su desvelo hasta la aurora le tiene 175 a mis umbrales cubierto de la escarcha del rocío, blancas lágrimas del cielo, que en este jardín se duerma, y así, en tanto que él al sueño 180 se rinde, venid conmigo y una guirnalda le haremos de las flores del Setim, de las hojas de los cedros y cogollos de las palmas, 185 que corone los cabellos en quien blanco aljófar vierte el alba;
soplad más quedo, y no hagáis ruido, airecillos, que está mi vida durmiendo.
190

(Vanse y suenan destempladas cajas.
Aparece una mujer vestida de luto, con una espada de fuego.)
VISIÓN
¿Salomón?

SALOMÓN
¿Quién me nombra,
que suspende su voz, su vista asombra,
y en una nube oscura,
de mi vida, funesta sepultura,
admira su semblante?
195
VISIÓN
¿Quién, tan sabio, se ve tan ignorante?
Porque el mayor agravio
de la ciencia es errar el hombre sabio.
Teme, teme el castigo,
si extranjeras mujeres
200
de otra ley, de otro Dios, amas y quieres,
que esgrima la cuchilla,
que relámpagos luce y rayos brilla,
y esguace del segundo
diluvio, que ha de sepultar al mundo.
205

SALOMÓN Justo y divino cielo, a tu piedad, a tu piedad apelo de la ignorancia mía, con ser el rey de la Sabiduría.
Detén la ardiente espada, 210 contra mi flaco ser desenvainada, que es abismo de fuego que me deslumbra y que me deja ciego.
¡Ay, mísero, infelice! Cuando el brazo de Dios advierte y dice 215 que tema su castigo, ¿dónde seguro iré, si voy conmigo yo mismo a despeñarme? Nada sabré, si yo no sé salvarme.
(Salen ELIUD, IRÁN y CANDACES.)

IRÁN Esto manda Salomón.
220

ELIUD ¿Pues cómo tan brevemente se ha de fabricar la puente sobre el arroyo Cedrón?

CANDACES Como no ha de ser labrada de piedra, y jaspe inmortal, 225 ni en columnas de metal, sino sólo fabricada para el paso necesario del concurso popular, y en que el rey pueda pasar 230 del monte Moria al Calvario, no es menester más cuidado que atravesar dos maderos, los que halláredes primeros, de tantos como han sobrado, 235 de la fábrica del templo, que son con caduco indicio antes ruina que edificio, puesto que en ellos contemplo
que los dejan sin servir.
240

IRÁN Y esto con brevedad sea, porque esta tarde desea con la sabia negra ir a los jardines que tiene en el Calvario labrados, 245 donde a sus dulces cuidados mayor aplauso previene;
y, quiere allí hacer alarde de su mucha majestad.

ELIUD Si con tanta brevedad 250 se ha de labrar, que esta tarde pasar por ella pretende, sólo un madero será, y éste cubierto estará de rosas.

IRÁN Mira que ofende 255 la dilación al deseo.
(Saca un tronco.)

CANDACES No vendrá bien, porque creo de este tronco, que ha nacido para mayor ocasión, dos mil artífices son 260 los que ponerle han querido en la fábrica, y ninguno le ha podido aprovechar, y no ha tenido lugar en todo el templo, oportuno 265 para si, porque tal vez viene grande, tal pequeño y al fin, de su estrella dueño, de sus misterios jüez, a la fábrica ha sobrado, 270 perdiendo la estimación que le dio la admiración, con que fue, hebreo cortado, del Líbano.

HEBREO Así es verdad.
Mas para servir aquí, 275 ¿cómo ha de excusarse, si no ha menester igualdad ni correspondencia?

IRÁN Sea el tronco, que es eminente de una a otra parte, puente 280 del Cedrón, y en él se vea, pisada de todos, rama que no se quiso sentar en más dichoso lugar a hacer eterna su fama.
285

(Pónenle sobre dos peñas.)

CANDACES Bien la dicha, o la desdicha, con que vive, o con que nace uno, se ve aquí, pues hace tal desprecio de la dicha un madero cuando pudo 290 nacer para estar cubierto de oro y plata, y triste, y yerto, piadoso, humilde y desnudo se ha de ver, y atropellado de una planta y otra planta.
295

IRÁN Y en su lugar se levanta otro, quizá destinado para puente, que éstas son maravillas que Dios hace.

CANDACES Todo con su estrella nace, 300 todo con su inclinación.
¿Qué sabéis, si más ufano en esa humildad está sirviendo de puente ya que en el templo soberano, 305 siendo columna inmortal, que creo que no estuviera mejor, cuando cima fuera de este templo celestial?

IRÁN ¿Hasta un tronco, hasta un madero 310 nace con su estrella?

CANDACES Sí.

ELIUD La música suena allí.
Ya llega;
cubrirle quiero, y ya que es camino, en fin, camino apacible sea, 315 y matizado se vea de clavel, rosa y jazmín.

CANDACES Gracias a Dios que sirvió y vino a una parte bien, ramo que a Jerusalén 320 de tan mala gana dio el Líbano.

IRÁN Árbol tan vario que ignoran su corazón sirva de puente al Cedrón, que es el paso del Calvario.
325
(Salen SABÁ, SALOMÓN, JOAB y SEMEY.)

SABÁ ¿Tanto, señor, un sueño te divierte?
Quien tanto sabe,
¿ignorará que el sueño, aunque es pálida imagen de la muerte, no es de la vida ni del alma dueño? Que es sombra, mira;
que fantasma, advierte;
330 fácil es su poder;
su horror, pequeño;
vuelve a mirarme;
cesen tus enojos.

SALOMÓN Dice bien;
no hay pesar al ver tus ojos.

SABÁ Músicas no te alegran,
ni cantares,
aunque tan dulces son los que has compuesto 335 a mis amores hoy,
pues tus pesares no se divierten,
gran señor,
con esto,
hoy quiero que una duda me declares;
así divertirás tu mal,
supuesto que no hay cantar más dulce,
y más süave,
340 que hablar en ciencias al que ciencias sabe.
Semey y Joab,
muriendo viven,
y por instantes uno y otro esperan,
vida y muerte;
a tus pies hoy se aperciben;
pues uno ha de vivir,
los dos no mueran,
345 juzga su causa,
que con llanto escriben,
que yo no sé qué méritos prefieran ni qué culpa,
señor,
pues considero la razón en aquel que habló postrero.

JOAB Yo,
señor,
fui general 350 de David,
con tantas glorias que en bronce,
en jaspe y metal,
hoy me deben las historias eterna fama inmortal.
En las guerras de Absalón 355 yo le serví y ayudé,
y cuando de su escuadrón Absalón huyendo fue,
le seguí con atención.
Que ceñido de laurel 360 seguí a Absalón,
y fiel, quise hacer lo que ordenó
tu padre, pues me mandó
que le mirase por él.
Vile del tronco pendiente
365
un racional bruto hecho,
y de tanto celo ardiente
movido, le pasé el pecho,
desesperado y valiente.
El error fue de una acción;
370
el impulso fue del cielo;
la culpa, de la ocasión;
mira si merece el celo
tener nombre de traición.

SEMEY
Yo en la pena que me aflige,
375
sin razón, sin Dios, sin ley,
confieso que un error dije,
y que blasfemo, maldije,
injustamente, a mi rey;
pero si llegó a alegar
380
por disculpa de su error
Joab, en tanto pesar,
el ser una acción, señor,
tan fácil de ejecutar,
tanto más lo viene a ser
385
una voz, que fue mi mengua,
cuanto es más fácil mover,
que todo el brazo, la lengua,
y es el decir que el hacer.

SABÁ
Si yo tengo de escoger,
390
Joab, vida ha de tener,
que en él la razón consiste.

SALOMÓN ¡Oh, qué mal Sabá escogiste! Semey sólo ha de vencer,
porque siendo claramente 395 uno aleve,
otro infiel,
sacrílego e imprudente,
Joab ha sido más cruel y homicida inobediente.
El uno al rey ofendió,
400 y otro un hijo le mató,
y quiero que el mundo vea que cuando David desea que vengue sus culpas,
yo hago lo que hiciera él,
405 pues si él ahora viviera,
una maldición crüel,
de quien él la parte era,
perdonara justo y fiel;
pero un homicidio,
no,
410 que es causa de Dios;
y así,
haciendo lo mismo yo que él hiciera,
pues aquí en su lugar me dejó,
quiero mostrar en los dos 415 lo que más al cielo cuadre: vivid vos,
y morid vos,
que el agravio de mi padre perdono, mas no el de Dios.

SABÁ ¡Oh joven venturoso, 420 grande don de los cielos mereciste,
tan sabio y poderoso,
bendito el vientre sea en que anduviste,
los pechos que tocaste y feliz el imperio en que reinaste! 425

SALOMÓN ¿Qué estilo, di,
qué modo hay de salutación tan dulce y nueva,
que tu valor en todo el alma pasma, el corazón eleva?

SABÁ En tan confuso abismo 430 quise en ti saludar a tu Dios mismo.

SALOMÓN Dame la hermosa mano, Sabá divina, y del Cedrón la puente pasarás.

SABÁ Es en vano que yo pisarla o profanarla intente, 435 con atrevida planta.

SALOMÓN ¿Qué tienes? ¿Qué te admira? ¿Qué te espanta? Sube, Sabá.
¿Qué miras? ¿De quién huyes, te escondes y retiras?

SABÁ Miro la luz, que me deslumbra ciega, 440 de un volcán, que en humo y fuego anega, al sol dando desmayos, con truenos, con relámpagos y rayos.

SALOMÓN Mi admiración es mucha.

SABÁ Pueblo de Dios, advierte, atiende, escucha, 445 que a mi docto desvelo nada le encubre,
ni le oculta el cielo.
Era la estación del sol,
primavera de los días,
floreciente edad del mundo;
450 era la estación florida.
Llamó Adán a Set,
su hijo,
que de toda su familia era Set,
joven hermoso,
el hijo que más quería,
455 y díjole así: Ya sabes,
Set,
que han sido las fatigas que causó la inobediencia cosa forzosa y precisa.
No las quiero repetir,
460 mas sólo es bien que te diga que cuando fui desterrado de la hermosa patria mía, Dios me dijo: Adán, Adán,
tus lágrimas me lastiman, 465
tus suspiros me enternecen
y me duelen tus desdichas.
Fuerza es salir desterrado,
mas por que contento vivas,
te ofrece el estar en gracia 470
la misericordia mía.
Dios me la ofreció, y así,
viendo ya el fin de mis días,
cuando ya mi sepultura
el pie decrépito pisa, 475
quiero (obedeciendo a Dios),
de esta merced ofrecida,
hacerte mi embajador,
Set, y así te determina
a seguir esta vereda, 480
por ella sola te guía;
llegarás a las murallas
que con el cielo terminan,
cuyas piedras son topacios,
crisólita y amatistas.
485
Y al ángel que está a la puerta,
di que tu padre te envía
por el óleo del Señor,
que a él basta que se lo digas.
Despidióse Adán con esto 490
de Set, lleno de caricias,
y Set siguió su vereda,
por mil campañas floridas.
Llegó, en fin, al paraíso,
cuya hermosura escondida 495
era una nube, tan parda,
que sólo ver permitía
un edificio divino,
por ser monumento y pira
de su esplendor una nube, 500
pálida, funesta y fría.
Suspenso el joven estuvo
hasta que, pendiente arriba,
al ángel vio,
blandeando en su mano la cuchilla.
505 Pasmóle el temor,
y dijo: Ángel,
mi padre me envía por el óleo de la justa misericordia.
Admitida la disculpa,
dijo el ángel: 510 Quiero,
para que le digas a tu padre que le has visto,
enseñártele por cifra.
Desde la puerta miró una visión exquisita 515 en un árbol,
cuyas hojas,
secas,
mustias y marchitas,
desnudo el tronco dejaban que entre mil copas floridas de los árboles,
él solo,
520 sin pompa y sin bizarría,
era cadáver del prado,
y como todos vivían con almas,
él solamente sin alma vegetativa,
525 era un árbol esqueleto,
con la armadura y sin vida.
Éste el ángel le enseñó con el dedo,
y dijo: Mira el óleo de la piedad;
530 aquél es,
aunque está en cifra.
Volvió a su padre con esto Set;
y Adán,
que conocía de la forma de aquel árbol la maravillosa enigma,
535 le dijo así: Set,
yo muero;
lo que mi amor determina es que me des sepultura en Ebrón,
y mira encima de mi sepulcro que un árbol 540 nace,
que esto significa ver tú el árbol de la muerte;
y cuando árbol de la vida quieran piadosos los cielos,
que nazca de mis cenizas.
545 Expiró Adán,
y Set,
viendo tan a la letra cumplida en la muerte de su padre del ángel la profecía,
le dio sepulcro;
aquí es fuerza 550 que el discurso se divida y que pase a otro suceso.
Corrió el tiempo,
y llegó el día que el último paroxismo presumió que padecía 555 el Mundo,
y Noé anhelando se vio entre las ondas rizas del mar,
que rompió las leyes y prisiones que le había puesto Dios,
y colocado 560 sobre las más altas cimas de los montes,
dijo al cielo: Ya el mundo muere y expira.
Pasó el diluvio,
y las aguas a su estancia recogidas 565 dieron paso a la paloma que trajo la verde oliva del austro más riguroso que el diciembre determina.
En el Líbano le puso,
570 y,
como cosa divina,
los siglos le veneraron,
y los hombres le acreditan por palma,
cedro y ciprés,
porque no se determinan 575 si es ciprés,
si es palma o cedro,
aunque todo parecía.
Llegó al Líbano Candaces,
buscando maderas ricas para la casa de Dios,
580 y cortarle determina.
Trájole a Jerusalén,
y la arquitectura misma por inútil le dejó entre estas selvas y ruinas,
585 arrojado en un jardín,
de donde,
para que sirva de puente al Cedrón,
le traen ocupación propia y digna de su virtud y piedad,
590 y más al monte en que habita la calavera de Adán,
pues Calvario se apellida.
¿Ves ese sagrado leño que la ignorancia no estima 595
o que el descuido desprecia? Es soberana reliquia de la sierpe de metal que al pueblo defiende y libra,
y así no admires que sobre 600 hoy a tu fábrica rica si para templo mejor le guarda el cielo y destina,
pues ya parece que veo que sobre su cuello estriba 605 otra fábrica más bella que ha de ser fábrica viva.
¿No veis un hermoso joven que al sol los imperios quita de la luz,
cuya diadema 610 es de juncos y de espinas? Largo el cabello,
que en ondas peina el aura,
y por las rizas guedejas caen deshojadas las rosas y clavellinas,
615 que las espinas hirieron,
desmelenada y partida la crencha,
al sol de sus ojos ser nube,
sino cortina.
Pues este hombre o este Dios,
620
que pende de esas dos líneas,
es Hijo de Dios eterno,
es verdadero Mesías.
Aun al pronunciarlo ahora
parece que el sol se eclipsa,
625
que la luna se oscurece,
que las estrellas no brillan,
y al fin todo el universo
ya caduca,
ya delira,
ya fallece, ya desmaya, 630
ya desvanece, ya expira,
previniendo las tragedias
de tan estupendo día.

SALOMÓN El espíritu de Dios habla en ella.
¡Qué gran dicha! 635

IRÁN ¡Qué prodigio!

CANDACES ¡Qué portento!

IRISILE ¡Qué asombro!

CASIMIRA ¡Qué maravilla!

SALOMÓN Vara feliz, yo te adoro por rara y por exquisita, y en mis brazos desde aquí 640 te he de llevar este día donde estés depositada como riqueza escondida.

SABÁ Yo he de ayudar a llevar su tronco,
pues es mi dicha 645 tan gran bien,
y no sea ésta la vez postrera que asistan a su triunfo tales reyes,
pues podrá ser que otro día le hallen otro rey y reina,
650 de oculta ley conocida,
y le lleven en sus hombros,
donde respetado viva con la misma adoración que Dios,
pues será latría;
y con la invención primera del que es árbol de la vida,
la sibila del Oriente da fin,
y humilde os suplica el autor le perdonéis sus faltas,
que hay infinitas.

La Sibila del Oriente y gran reina de Sabá - Jornada II