Aquino - COLOSENSES 10

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Col 2,11-15)

Lección 3: Colossenses 2,11-15

Enséñales que por la circuncisión Cristo cumplió con las observancias legales, y que por eso mismo ellos han quedado circuncidados en El, y, cancelada la cédula del decreto firmado contra ellos, les ha sido perdonada toda culpa.

11 En el cual fuisteis vosotros también circuncidados con circuncisión no carnal o hecha por mano que cercena la carne del cuerpo, sino con la circuncisión de Cristo;
12 siendo sepultados con El por el bautismo, y con El resucitados a la vida de la gracia por la fe que tenéis del poder de Dios, que le resucitó de la muerte.
13 En efecto, cuando estabais muertos por vuestros pecados, y por la incircurcisión de vuestra carne, entonces os hizo revivir con El, perdonándoos todos los pecados,
14 y cancelada la cédula del decreto firmado contra nosotros, que nos era contrario, quitóla de en medio, enclavándola en la cruz
15 y despojando a los principados y potestades infernales, los sacó valerosamente en público, y llevólos delante de Sí, triunfando de ellos en su propia persona.

Arriba pertrechó a los fieles contra las añagazas de la sabiduría secular, aquí los instruye y pertrecha contra los herejes, que querían arrastrarlos a las observancias legales, y los enseña a esquivar su trato y excluye su falsa seducción. Muestra asimismo que Cristo ha dado cumplimiento a las observancias legales y que por ese hecho ellos ya no están obligados a guardarlas. Entre esas observancias legales el primer lugar lo ocupa la circuncisión, con la que los Judíos profesaban la observancia de la antigua ley; así como nosotros con el bautismo profesamos la observancia de la nueva. "Declaro a todo hombre que se hace circuncidar que queda obligado a observar toda la Ley por entero" (Ga 5,3). De donde dice que los fieles han sido circuncidados con una circuncisión espiritual; por consiguiente, aquélla cesa. Así que les muestra con qué circuncisión han sido circuncidados, en dónde se recibe esta circuncisión y el por qué de ella. Cuanto a lo primero es de saber que hay doble circuncisión, a saber, la carnal y la espiritual; mas por Cristo hemos recibido, no la circuncisión carnal, sino la espiritual; por eso hace a un lado la carnal para establecer la espiritual. Dice pues: "en el cual, Cristo, fuisteis vosotros también circuncidados, con circuncisión no carnal", "porque no está en lo exterior el ser judío, ni es la verdadera circuncisión la que se hace en la carne; sino que el verdadero judío es aquel que lo es en su interior; así como la verdadera circuncisión es la del corazón, que se hace según el espíritu y no según la letra de la Ley" (Rm 2,28).

-"o hecha por mano que cercena la carne del cuerpo", que puede leerse de dos maneras. La una así: digo: "habéis sido circuncidados, no con circuncisión hecha por mano de hombre", vosotros, digo, mientras permanezcáis despojados de la carne, esto es, de la corrupción carnal, según aquello de 1Co 15: "la carne y la sangre no poseerán el reino de Dios", como si dijera: por eso estáis circuncidados, porque ya no tenéis los vicios de la carne, "desnudados del hombre viejo con sus malas acciones" (1Co 3). O digo con circuncisión no hecha por mano, que consiste en el despojo de la carne del cuerpo, que se corta por otra carne. De donde otra letra dice así: el cutis de la carne, es a saber de la carne del cuerpo, esto es, de una partecilla del cuerpo, que es carne; no que una cosa sea el cuerpo y otra la carne. Y dice de la carne, aludiendo a la ley, donde se hace mención de la carne: "circuncidaréis vuestra carne" (Jn 17,11). Y esto para mostrar que es cierta observancia carnal.

Pero nosotros no hemos sido circuncidados con tal circuncisión, sino con la de Cristo. Porque, así como Cristo tomó una semejanza de carne pecadora, esto es, una carne pasible para libramos del pecado; del mismo modo aplicó los remedios de la ley, para librarnos de las observancias legales. O expliqúese esta circuncisión por la que Cristo hace en nosotros, que es la espiritual, entendida, como se dice en Rm 11, "no a la letra, sino en el espíritu". Muestra también que la alcanzamos en el bautismo, y así el bautismo es una espiritual circuncisión. Asimismo que se nos da en el bautismo una figura de la muerte de Cristo, por cuyo medio tomamos la conformidad, esto es, la misma forma y molde en orden a la resurrección de Cristo. Dice pues: "siendo sepultados con El", porque con eso se expresa la semejanza de la muerte de Cristo, que primero fue puesto en la cruz y luego en el sepulcro; así también el bautizado pénese bajo el agua y 3 veces (por inmersión), a imitación de los 3 días que permaneció Cristo en el sepulcro. Dícese también consepultados, esto es, bautizados a semejanza de la muerte de Cristo, porque así como con ella destruyó al pecado, así también en el bautismo; y así como resucitó del sepulcro, así también nosotros resucitemos de nuestros pecados en la realidad, y de la corrupción de la carne en la esperanza. Y esto "por la fe que tenéis del poder de Dios", porque resucitó por el poder de Dios (Ps 40). Quien cree en esta resurrección partícipe se hace de ella, porque "el que resucitó a Jesucristo de entre los muertos dará vida también a vuestros cuerpos mortales" (Rm 8). Pero también Cristo se resucitó, siendo la del Padre y del Hijo la misma operación (Ps 107).

Muestra seguidamente la razón de la semejanza diciendo: "en efecto, cuando estabais muertos por vuestros pecados". No es difícil la letra. Hablé de vuestra circuncisión, porque habéis sido consepultados con Cristo en el bautismo. Y comparó el bautismo a la sepultura y a la muerte. Mas puede decirse que sería más a propósito si se dijese que primero se demuestra que el bautismo es circuncisión, y en segundo lugar por qué, a saber, porque el pecado es superfluidad, y la carne del prepucio es superfluidad. Así pues lo mismo es quitar el pecado que el prepucio. Pero en el bautismo se quita el pecado; luego es una cosa con la circuncisión. Por eso dice: "cuando estabais muertos en delitos", esto es, por vuestros delitos, que es "pésima muerte" (Ps 33); "y por la incircuncisión de vuestra carne", es a saber, de la concupiscencia carnal, vinculada con el pecado original, como si estuviéramos en deuda con el reato de las malas acciones y del pecado mortal, entonces Cristo "nos hizo revivir con El" (Ep 2). Y esto quitando de vosotros todo pecado, "condonando" y perdonándoos "todos vuestros-delitos". Lo mismo es pues circuncidarse que cobrar vida, y esto en el bautismo por remedio de la muerte del pecado, y en la circuncisión por remoción del pecado original.

Mas ¿cómo se hizo la condonación? Respondo: cuando un hombre peca incurre en reato de culpa y esclavitud del diablo. Por eso dice cómo han sido condonados los pecados: primero cuanto a la remoción de la esclavitud diabólica; segundo cuanto a la ablación del reato de culpa. Dice pues: "cancelada la cédula del decreto"; el cual decreto puede entenderse de dos maneras: de una por la ley vieja (Ep 2); y así les habla aquí a los Judíos; como si dijera: también a vosotros os hizo revivir. La cédula es una escritura manual, y propiamente se hace como un recibo en los contratos. Reo de culpa se hace quien quebranta un decreto divino; y este reato consiste en la memoria del hombre perturbada y manchada, y en la memoria de Dios que ha de juzgar, y de los demonios que han de atormentar. Así que este residuo en la memoria o remanente se llama quirógrafo; y Cristo es quien lo perdonó todo, y esto "rayendo la cédula", esto es, la memoria de la transgresión, "el cual (quirógrafo o decreto) nos era contrario", porque uno y otro estaba contra nosotros: la ley, porque nos daba conocimiento del pecado, pero no ayuda; el quirógrafo, porque era un despertador recordativo de la transgresión para castigarnos. Y dice del decreto, porque no perdona de suerte que haga qué no hubieses pecado, sino porque no está en la memoria de Dios para castigar, ni en la del demonio para acusar, ni en la tuya para contristarte. "Feliz aquel cuya maldad fue perdonada, cuyo pecado está borrado" (Ps 31,1). O habla generalmente, no sólo a los Judíos, sino a todos. Al primer hombre se le dio un decreto: "come, si quieres, del fruto de todos los árboles del paraíso; mas del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas; porque, en cualquier día que comieres de él, infaliblemente morirás" (Gn 2,16). Pero este decreto lo transgredió el hombre, y por esto en la memoria nos es contrario este quirógrafo, que Cristo rayó.

Y ¿cómo? "En la cruz", cuando "lo quitó de en medio"; pues era costumbre que, al pagarse toda la deuda o satisfecha toda obligación, se hacía pedazos el quirógrafo. El hombre estaba en pecado, mas Cristo pagó padeciendo por los buenos (Ps 68). Por eso, ¡unto con la muerte de Cristo -fue destruido este quirógrafo y así dice: "lo quitó de en medio", esto es, de la naturaleza de las cosas, y esto "enclavándolo en la cruz", por la cual quitó nuestro pecado, dando satisfacción por él a Dios.

-"Y despojando a los principados y potestades". Muestra cómo nos libró de la esclavitud del pecado; porque supongamos que un usurero tiene a un hombre cautivo por un recibo; no bastaría la destrucción del recibo si no dejara de ser cautivo. Así también Cristo. Por eso dice: "despojando". Este despojo se refiere a los santos muertos antes de la Pasión de Cristo; y así Cristo, arrebatándoselos al infierno como un despojo, los libró de allí. "Y tú mismo, ¡oh salvador!, mediante la sangre de tu testamento, has hecho salir a los tuyos, que se hallaban cautivos del lago en que no hay agua" (Za 9,11 Is 49).

Mas si se entiende de los vivos, los despojó, arrebatándoselos a los demonios, como dice el Evangelio: "pero si otro más valiente que él, asaltándole le vence, le desarmará de todos sus arneses, en que tanto confiaba, y repartirá sus despojos" (Lc 11,21 Jn 12). Dice pues: "despojando a los principados y potestades", esto es, a los mismos demonios. "Nuestra pelea es contra los principados y potestades, contra los adalides de estas tinieblas del mundo" (Ep 6,12). "A los mismos santos los sacó valerosamente en público, y llevólos delante de Sí", confiadamente, como quien tiene autoridad, al cielo, si se refiere a los muertos; y si a los vivos, al reino de la gloria y de su gracia. O traduxit, esto es, llevó afuera, echó, arrojó del hombre a los principados (Is 51). -"En público", con juicio evidente, para que se conozca que fueron sacados a la vergüenza; pues antiguamente todo el mundo sirvió a los ídolos, y ahora no. O "en público", esto es, ante la multitud de los Ángeles; ya porque descendió al infierno de los santos (el seno de Abraham), ya porque subió al cielo.

Y esto "triunfando de ellos en su propia persona", quiere decir, con su poder, "con la misma virtud eficaz con que puede también sujetar a su imperio todas las cosas" Ph 3,21). Otro texto dice así: y despojándose de la carne, ejemplificó a los principados y potestades; cuya explicación es como sigue: "despojándose de la carne", es a saber, de la mortalidad. "La carne y la sangre no poseerán el reino de Dios", esto es, la mortalidad de la corrupción carnal. "Cristo resucitado de entre los muertos .no muere ya otra vez, la muerte no tendrá ya dominio sobre El" (Rm 6,9). "Exemplavit", esto es, púsonos en su persona el ejemplo de cómo vencer a los demonios. Lo demás no se muda.

11
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Col 2,16-23)

Lección 4: Colossenses 2,16-23

Concluye que los fieles de ninguna manera están obligados a las observancias legales y los pone sobre aviso para que no sean engañados de los falsos maestros, y reprende a los que se dejaron engañar.

16 Nadie pues os condene por razón de la comida, o bebida o en punto de días festivos, o de novilunios, o de sábados;
17 cosas todas que eran sombra de las que habían de venir, mas el cuerpo o la realidad de ellas es Cristo.
18 Nadie os extravíe afectando humildad, enredándoos con un culto supersticioso de los ángeles, metiéndose a hablar de cosas que no ha visto, hinchado vanamente de su prudencia carnal,
19 y no estando unido con la cabeza que es Jesucristo, de la cual todo el cuerpo alimentado y organizado por medio de los nervios y junturas, va creciendo con el aumento que es de Dios.
20 Si habéis muerto, pues, con Cristo, en orden a los elementos del mundo, ¿por qué los queréis reputar todavía por leyes vuestras como si vivieseis en el mundo?
21 No comáis, se os dice, ni gustéis, ni toquéis esto o aquello;
22 no obstante que todas estas cosas, prescritas por ordenanzas y doctrinas humanas, son tales, que se destruyen con ti uso mismo que de ellas se hace.
23 Pero en ellas hay verdaderamente una especie de sabiduría en su observancia libre, y acompañada de humildad, y en castigar al cuerpo, y no contemplar nuestra carne.

Demostró arriba que Cristo con la circuncisión, que es profesión efe la ley, cumplió con la ley; aquí concluye que ellos no están obligados a la observancia de las ceremonias legales, que eran 4: los sacrificios, las cosas sagradas, los sacramentos y las observancias. Los sacrificios en inmolación se ofrecían a Dios, como las ovejas, los novillos y otros animales. Las cosas sagradas eran como los vasos y solemnidades. Los sacramentos eran 3, a saber, la circuncisión, el cordero pascual y la consagración de los sacerdotes. Las observancias eran las que se enderezaban en- particular para la conservación del pueblo de Israel, como los manjares, vestidos y cosas parecidas; de las cuales unas tocaban a unos, como los sacrificios, los vasos, y demás; y otras a todos; mas de las primeras no hace mención sino de las que miran-a todo el pueblo, así como «ahora el bautismo; pero sí hace mención de las observancias, porque se abstenían, de ciertos manjares (Lv 11), así como de los cuadrúpedos que no tenían dividida la uña. Lo mismo en las bebidas, un vaso o tinaja sin tapadera se consideraba un objeto inmundo y lo contenido en él. Por eso dice: "nadie os condene por razón de la comida", esto es, os juzgue dignos de condenación porque tomáis manjares o bebidas prohibidas en la ley. "El que no come de iodo no se meta a juzgar al que come" (Rm 14,3).

Asimismo menciona las cosas sagradas que se hacían en tiempos solemnes; porque en la antigua ley había una solemnidad perpetua, como el sacrificio vespertino y matutino; y otras que se hacían en determinadas fechas, de las cuales unas muchas veces al año, otras sólo una vez, como la pascua, la fiesta de los tabernáculos y pentecostés; pero los sábados y los novilunios muchas veces, porque aquéllos cada semana y éstos una vez al mes. La razón de esto era porque todas las fiestas se enderezan al honor de Dios; y la honra que a Dios le damos o es por algo eterno y tenemos entonces perpetuo el sacrificio, o por algo temporal, y esto por lo que mira al estado de todo el humano linaje, a saber, el beneficio de la creación, y tenemos a su vez el sábado. "Acuérdate de santificar el día del sábado" (Ex 20,8); y la razón es "porque en el séptimo día descansó el Señor". Y alegóricamente, porque significa el descanso de Cristo en el sepulcro; y anagógicamente el descanso del alma en Dios.

Hay otro beneficio, el de la propagación y conservación, que también se hace con el discurso del tiempo, y dice "la fiesta del novilunio", porque los Judíos se regían por la luna para marcar el tiempo. Hubo también otras causas -como la redención especial del cautiverio en Egipto- para que se añadiesen otras solemnidades; por eso dice: "o en punto de días festivos, o de novilunios", que se hacen cada mes, "o de sábados",

cada semana. Y dice de sábados, porque el sábado es descanso, y éstos tenían muchos sábados, a saber: el séptimo día, y las 7 semanas -Pentecostés- que cae en la séptima semana después de Pascua -con que comienza el año-, y el séptimo mes, y el séptimo año en que se perdonan las deudas. Asimismo la séptima semana de años, esto es, el jubileo. Por eso dice: de los sábados; como si dijera: nadie os condene porque no los observáis, porque estas cosas "son sombras de las futuras", es a saber, de Cristo, que, como sombras deben cesar, venida la verdad. "Mas el cuerpo o la realidad de ellas es Cristo", esto es, el cuerpo que pertenece a Cristo. Cuando alguno ve la sombra espera ver luego el cuerpo. Es así que las observancias legales eran la sombra que antecedía a Cristo y figura de que había de venir. Luego, por eso dice: "Cuerpo", esto es, la verdad' maciza pertenece a Cristo, la sombra a la ley. A renglón seguido -"nadie os extravíe"- la emprende contra los seductores y engañadores; y primero los amonesta a no dejarse engañar, y a Ios engañados los reprende luego. Asimismo los industria para que, escarmentados con el engaño, anden con cautela para otra vez; les indica con qué han cebado el anzuelo y con qué no surte su efecto. Dice pues: "que nadie os engañe", extraviándoos de la verdad que os prediqué, "con palabras vanas" (Ep 5). Porque estos seudoapóstoles, introductores de observancias legales, embáucaban a la gente, afectando humildad, porque se hacían pasar por santos. Pero la santidad consiste en 2 cosas: en portarse humildemente y en dar culto a Dios; y éstos, simulando no dárseles un comino de las cosas del mundo, daban a todas luces la apariencia de una vida humilde. Por eso dice: "afectando humildad". "Hay quien maliciosamente se humilla, mas su corazón está lleno de dolo" (Si 19,23). Asimismo decían que predicaban para dar culto a Dios. Por eso dice: "enredándoos con un culto supersticioso a los ángeles"; porque la religión, en sentir de Tulio, es la que rinde culto, con ritos y ceremonias, a una naturaleza que llaman divina. "Mostrando, sí, apariencia de piedad, pero renunciando a su espíritu". Y según la Glosa, el texto ha de leerse así: "en la religión…", porque con achaque de religiosos, pretendían hacerse pasar por ángeles, esto es, embajadores de Dios. "Guardaos de los falsos profetas". O, a la letra, en la religión de los ángeles, ya que la ley vieja -como se dice en Ga 3,19- fue dada por mano de los ángeles, por medio del medianero. "Pues si la Ley promulgada por los ángeles fue firme" (He 2,2). Y éstos decían que, por haber sido dada por mano de ángeles, había que rendir culto a la Ley.

Pero en donde se les hunde el pavimento es en donde parecían más estribar, a saber, en la ciencia, en la justicia, en la fe. En lo primero, porque dice: "metiéndose a hablar de cosas que no han visto", esto es, queriendo persuadir/ y repetir, como disco rayado, cosas que no han entendido. "Nadie os angañe"; porque a éstos no se les alcanzaba para qué fin fue dada la ley; "queriendo hacer de doctores de la ley, sin entender lo que hablan, ni lo que aseguran" (1Tm 1,7). En lo segundo, porque dice: "hinchado vanamente de su prudencia carnal", aunque con esto aparenten humildad. Y los nota de 2 tachas, a saber, que su religión es inútil, porque en vano caminan, haciendo obras que no aprovechan para la vida eterna (Sg 3); y que aparentan una falsa humildad. De donde dice: "Hinchado… " La diferencia entre gordos e hinchados está en que los gordos están con la verdad llenos, y los hinchados, aunque de viento inflados, están vacíos. Así pues, los verdaderamente humildes están llenos, mas los que sólo en la apariencia hinchados están vacíos (Sg 4). Así se entiende aquello de que la ciencia hincha (1Co 8). Esta sabiduría es pesada, a saber, porque hincha; no así la de Dios (Mt 16). En lo tercero, porque dice: "y no estando unido con la cabeza", a saber, Cristo, por medio de la fe. Y este tal se engaña, porque sin Cristo está en tinieblas (1Tm 6).

Mas ¿por qué es cabeza? Responde diciendo: porque de El depende todo el bien del cuerpo, esto es, de la Iglesia; pues en el cuerpo natural hay dos cosas buenas: la trabazón de los miembros y el aumento del cuerpo; y estos bienes los tiene la Iglesia de Cristo, porque de El depende todo el cuerpo. "Muchos somos un cuerpo en Cristo" (Rm 12). Por eso dice: "junturas", ya que en el cuerpo hay doble conjunción de miembros, a saber, según el contacto -porque la mano está unida al brazo, y éste al pecho, y así otros miembros- y según la conexión de los miembros. Por eso dice: "conjunto y conexo". Del mismo modo en la Iglesia hay una conjunción por medio de la fe y de la ciencia. "Un Señor, una fe, un bautismo" (Ep 4). Pero esto no basta si no hay conexión de caridad y de sacramentos. Por eso dice: "organizado por medio de los nervios y junturas", porque por medio de la caridad unos y otros se traban entre sí. Auméntase también por Cristo, que crece, es a saber, el cuerpo así organizado, "con el aumento que es de Dios", esto es, que Dios hace en nosotros. "Dichoso el varón que de Ti espera auxilio… caminarán con vigor creciente" (Ps 83,8). O de Dios, es a saber, de Cristo que, como Dios, da crecimiento al cuerpo, haciendo crecer la Iglesia (Ep 4).

Reconviene ahora a los engañados diciéndoles: "si pues habéis muerto", y pone el por qué de la reprensión, primero de parte de la condición de los engañados, segundo de parte de la condición de lo que los traía engañados. La condición de ellos era la libertad, que así como estaban muertos al pecado, del mismo modo a la ley. Luego no debían guardarla. Dice pues: "si habéis muerto con Cristo", muertos a la ley, "en orden a los elementos del mundo", esto es, a las observancias legales; porque los Judíos servían al verdadero Dios, mas no sujetos a los elementos, y los Gentiles sí; una vez conocida la verdad, "¿por qué, como si vivieseis en el mundo", como los Judíos "las queréis reputar todavía por leyes vuestras estableciendo diferencia" entre lo que habéis de tocar y comer, es a saber, diciendo: "no toquéis esto", porque es pecado, "ni gustéis" el puerco y la anguila?

-"no obstante que todas estas cosas, prescritas por ordenanzas y doctrinas humanas, son tales, que se destruyen con el uso mismo que de ellas se hace". Ahora pone la razón de la reprensión de parte de las observancias legales, diciendo que son perjudiciales, vanas y pesadas. Por eso dice: "todas las cuales son destructivas", porque son mortíferas para los que ponen en ellas su esperanza después de la Pasión de Cristo; pero, después del tiempo de la gracia dada a conocer, simplemente para todos son mortíferas. Y digo esto por la opinión de San Jerónimo y de San Agustín, como puede verse en Gálatas II. Conducen, pues, a la destrucción y a la muerte.

Y si alguno objetase: ¿por qué entonces leemos el Antiguo Testamento?, responderé que lo leemos para testimonio, no para uso. Por eso dice: "son destructivas con el mismo uso", esto es, no se emplean para testimonio, sino para usarlas. Asimismo son vanas las cosas que no se apoyan en razón ni autoridad, y éstas no se apoyan en autoridad divina sino humana. De donde dice: "prescritas por ordenanzas y doctrinas humanas". Mas ¿por ventura no están mandadas por Dios? Respondo: sí, temporalmente, hasta que llegase la verdad. "Habéis echado por tierra el mandamiento de Dios por vuestra tradición" (Mt 15,6).

Asimismo no estriban en base razonable, porque la razón en que se apoyan es la de una sabiduría supersticiosa; como si dijera: no hay que buscar razón donde señorea la superstición, esto es, una religión que sobrepasa la medida y va fuera del tiempo señalado, "y acompañada de humildad", es a saber, sólo disimulada en el abatimiento; porque el que por Cristo se ha visto libre de la esclavitud de la ley, no debe nuevamente sujetarse a la servidumbre (Ga 5). Guárdanse, con todo, algunas cosas, que, aunque si no por autoridad divina, por razones humanas son útiles; pero esto falta aquí; porque son pesadas consideradas en sí mismas; pues echamos menos 3 cosas, que no tienen estas observancias legales, es a saber, sosiego, honra, suficiencia. Así la abstinencia de manjares es contraria a la hartura. Acarrean también trabajo, por las múltiples observancias. Ni sirven para honrarse, mas para llenarse de confusión, como aquella aspersión de ceniza, y cosas parecidas. "Esta es una carga, que ni nosotros, ni nuestros padres, pudimos soportar" (Ac 16). -"y en castigar al cuerpo", esto es, de la Iglesia, "no para honra alguna", esto es, no para honrar a Dios, mas "para hartar la carne", esto es, para satisfacer el afecto carnal.


Capítulo 3

12
(
Col 3,1-7)

Lección 1: Colossenses 3,1-7


Los exhorta a permanecer en la vida nueva y dar muerte a los vicios.Traducción:

1 Ahora bien, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas que son de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios Padre;
2 saboreaos en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
3 Porque muertos estáis ya, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
4 Cuando aparezca Cristo, que es vuestra vida, entonces apareceréis también vosotros con El gloriosos.
5 Haced morir, pues, los miembros del hombre terreno, que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, las pasiones deshonestas, la concupiscencia desordenada y la avaricia, que viene a ser una idolatría,
6 por las cuales cosas descarga la ira de Dios sobre los incrédulos,
7 y en las cuales anduvisteis también vosotros en otro tiempo, pasando en aquellos desórdenes vuestra vida.

En el capítulo anterior les dio el Apóstol doctrina a los fieles contra los seductores o engañadores; aquí los instruye contra la perversidad de costumbres; y primero propone la doctrina general, luego la especial. Cuanto a lo primero los instruye sobre la recta intención del fin y la rectitud de las acciones humanas. Dividida a su vez la primera en otras 2 partes sobre el modo y por qué de la instrucción, habla, cuanto a la primera, del beneficio recibido y saca como conclusión una enseñanza. El beneficio es el de nuestra resurrección con Cristo resucitado, y esto de 2 maneras: una, por la esperanza de la resurrección de nuestro cuerpo (1Co 15); otra, que con su resurrección se reparan las quiebras de nuestra naturaleza para llevar una vida santa. "Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación" (Rm 4,25); como si dijera: si Cristo resucitó, también vosotros habéis resucitado (2Co 4).

Al decir luego: "las cosas de arriba", concluye la enseñanza tocante al fin, y primero por comparación al fin, y para que uno se lo proponga de manera principal; segundo para que su juicio sobre otras cosas esté normado por el fin. Dice pues: "si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas que son de arriba"; porque éste es el fin: "buscar primero el reino de Dios y su justicia" (Mt 6), y la sola cosa que hay que pedir al Señor (Ps 26,4). Por tanto, a esto encaminad vuestros esfuerzos, a lo de arriba, "donde Cristo está sentado a la diestra de Dios" (Mc 16 Ps 109); lo cual no ha de entenderse a la letra, como una parte del cuerpo, sino de modo semejante; porque la diestra es de categoría superior en el hombre. Así pues, Cristo está sentado a la diestra, ya que, como hombre, ocupa el primer lugar en los bienes del Padre; y de aquí toméis para vuestra vida esta norma: que así como Cristo murió, y resucitó, y así subió a la diestra del Padre; así también vosotros muráis al pecado para que viváis después la vida de justicia, y así seáis llevados algún día a la gloria. O hemos resucitado por Cristo, y El esta ahí sentado; luego nuestro deseo debe enderezarse hacia El, porque "donde está tu tesoro, ahí está tu corazón" (Mt 6).

Asimismo para juzgar de otras cosas hemos de gobernarnos por el fin. Por eso dice: "saboreaos en las cosas del cielo". Afirma una cosa, y niega otra. Saboréase en las cosas de arriba el que ordena su vida por razones de arriba y las toma por regla para juzgar de todo (Jc 3); y saboréase en las de la tierra el que toma por norma, para ordenarlo y juzgarlo todo, los bienes terrenos, reputándolos por supremos bienes.

"Hacen gala de lo que es su desdoro, aferrados a las cosas terrenas" Ph 3,19).

-"Porque muertos estáis ya". Toca aquí el por qué de la monición y primero les trae a la memoria cierta especie de muerte, y sugiere luego la ocultación de cierta vida y enseña la manifestación de ella; porque había prohibido antes una cosa y establecido otra, y ahora vuelve nuevamente a las dos así: no toméis sabor a lo terreno, porque muertos estáis al trato y conversación terrena. El que está muerto a esta vida no toma sabor a las cosas cíe este mundo; así también vosotros, si habéis muerto con Cristo, "considerad también que realmente estáis muertos al pecado por el bautismo, y que vivís ya para Dios" (Rm 6,11 Is 26). Y al decir: "considerad", añade: "que vivís". Por consiguiente, hay otra vida oculta; de donde también dice aquí: "y vuestra vida", que alcanzamos por Jesucristo (1P 3). Mas ya que esta vida la obtenemos por Cristo, y Cristo nos está oculto, porque está en la gloria de Dios Padre; y de modo semejante la vida que se nos da por El, está oculta, a saber, donde Cristo está en la gloria de Dios Padre (Pr 3); por eso al decir: "mas cuando aparezca Cristo", indica cómo se manifiesta, a saber, como Cristo, que "vendrá manifiestamente" (Ps 49). Por eso dice: "mas cuando aparezca Cristo vuestra vida", porque El es el autor de vuestra vida, y porque en conocerle y amarle consiste vuestra vida: "Vivo yo, ya no yo, sino que Cristo vive en mí", -"Entonces apareceréis también vosotros con Ei gloriosos". "Cuando apareciere, seremos semejantes a El", a saber, en la gloria. (Ha 3)

-"Haced morir, pues". Pone en orden las acciones humanas, atajando primero los pecados, instruyendo luego en las buenas costumbres. Cuanto a lo primero anticipa la amonestación y da después su explicación. Cuanto a los pecados, prohíbe los vicios carnales, en general y en especial, y explica por qué. Dice pues: no debéis saborearos en las cosas de la tierra, sino hacer morir todo lo terreno, especialmente los miembros (instrumentos del pecado). Lo cual puede explicarse por una semejanza, porque nuestro trato consta de muchos actos, así como el cuerpo de muchos miembros, y en el buen trato y conversación la prudencia es como el ojo que dirige, y la fortaleza como el pie que lleva. Hay pues que mortificar estos miembros. O díjolo de otro de los miembros carnales del cuerpo: "Muertos estáis", es a saber, al terreno trato y convivencia. Pero ¿cómo? Y responde diciendo: "haced morir…"; pues tanto más muere un hombre a la culpa cuanto más vida por gracia tiene; ya que la vida de la gracia repara nuestras" quiebras espirituales, si no de todo punto las corporales por el pábulo o cebo del pecado. "Yo mismo vivo sometido por el espíritu a la Ley de Dios; y por la carne a la ley del pecado" (Rm 7,25). Y poco antes: "Echo de ver otra ley en mis miembros, la cual resiste a la ley de mi espíritu". Así pues, los que estáis muertos cuanto al espíritu, haced morir la concupiscencia en los miembros que están sobre la tierra, precisamente por estar sobre la tierra, y los cuerpos terrenos. "Castigo mi cuerpo y lo sujeto a servidumbre" (1Co 6), esto es, no permitiendo le arrastren los deleites carnales. Por eso pone un catálogo especial de ellos, y primero de los puramente carnales, entre los que el máximo señorío lo ejerce, con sus torpezas, la lujuria, a que mayormente inclina la concupiscencia; la cual, o es conforme a la naturaleza animal -no diré racional, porque todo pecado es contrario a la razón-, y por eso dice: fornicación (Tb 4); o contra la naturaleza, y así la llama: inmundicia. Asimismo el deleite es inmundo; de donde dice: molicie, lascivia. También la concupiscencia de mala ley, y por eso dice: "concupiscencia desordenada".

Pone luego una categoría de pecados intermedios, y en primer lugar la avaricia, cuyo objeto es material, a saber, el dinero, aunque se completa con el deleite espiritual, que nace del dominio sobre tales cosas. Y esto tiene en común con los pecados carnales. Añade: "que viene a ser una idolatría" (Ep 5). Mas ¿por ventura la avaricia lleva de casta ser una especie de idolatría y el avaro peca como si ¦fuese idólatra? Respondo: específicamente no, por semejanza sí, porque el avaro en el dinero pone su vida. Idólatra es aquel que a una imagen rinde la honra que se debe a Dios; el avaro, en cambio, se la da al dinero, pues toda su vida la dedica a eso; mas ya que el avaro no pretende, pecho por tierra, adorar endiosado al dinero, como hace el idólatra, comete por eso menor pecado.

-"Por las cuales cosas descarga la ira de Dios". Esta es la razón por la que hay que evitar estos pecados, y es doble: una para todos, y otra especialmente para éstos. La primera es la venganza de Dios, porque por los pecados carnales descarga la ira, esto es, la venganza de Dios, "sobre los hijos de la desconfianza", es a saber, los pecadores, que desconfían de Dios, porque la lujuria es hija de la desesperación, ya que muchos, perdida la esperanza de alcanzar las delicias celestiales, se entregan totalmente, en cuerpo y alma, a las carnales. O dígase de la desconfianza, por cuanto en lo que toca a ellos, no hay que esperar que se corrijan y por eso descarga la ira de Dios sobre ellos, como aconteció con los diluvianos y los sodomitas (Gn 6,7 Gn 18,19). Otra razón es porque ellos algún tiempo vivieron así: "y en las cuales anduvisteis también vosotros en otro tiempo", es a saber, de mal en peor. Y pone esta razón por otras dos: por lo que dice San Pedro: "porque demasiado tiempo habéis pasado durante vuestra vida anterior abandonados a las mismas pasiones que los paganos"; y porque por experiencia sabéis que de tales solturas y liviandades no habéis sacado provecho sino confusión. "Y ¿qué fruto sacasteis entonces de aquellos desórdenes de que al presente os avergonzáis?" (Rm 6,21).


Aquino - COLOSENSES 10