Intervención de Profesor S.E. Mons. Rino Fisichella

En el contexto del tema

"La Cristología desde el Vaticano II a nuestros días"

 

"Quien emprende el discurso sobre la persona y la vida de Jesucristo debe saber desde el primer momento, y muy claramente, lo que pretende hacer y los límites impuestos a toda investigación sobre este tema". Esta expresión puede indicar eficazmente la condición que se tiene que adquirir cuando se escribe sobre Jesucristo. La cristología constituye el corazón de cada teología, porque señala el punto inicial de toda reflexión de la fe sobre sí misma y representa su punto final como experiencia de la contemplación y de la adoración de la figura divina. Pero el centro de toda cristología es la afirmación "Jesús es el Cristo", que expresa al mismo tiempo el inicio de la fe de la comunidad primitiva y su contenido. Esto significa que toda cristología deberá hacer explícitos los dos polos de su discurso: Jesús y Cristo, ver la naturaleza de su relación así como las relaciones con toda la teología.

La teología fundamental debe hacer de la cristología su centro de atracción y el punto de referencia, que no se puede eliminar si quiere ser plenamente una teología capaz de comunicar a los contemporáneos el misterio de la salvación cristiana y su credibilidad. Es importante por eso darse cuenta de la relación que existe entre teología fundamental y dogmática respecto a la cristología, y ver la especificidad de análisis que le corresponde a la fundamental.

Una rápida observación de las cristologías actuales permite evidenciar que ningún dogmático construye su reflexión cristológica prescindiendo de los datos sobre el Jesús histórico: en todos los estudios es posible comprobar cómo la parte histórica es un elemento constitutivo de una sucesiva reflexión dogmática. Esto significa que la tendencia de las cristologías postconciliares es la de dar razón a la orientación provocada por el Vaticano II, que centra cada tema teológico en la dimensión personalista e histórico–salvífica.

La fundamental que se aproxima a la cristología deberá enfocar su intervención mediante la verificación de los "títulos cristológicos". En otros términos, la teología fundamental, por su naturaleza y por sus propios medios de investigación, debe acercarse a la cristología investigando sobre las componentes de la autoconciencia de Jesús tal como la expresan los evangelios. Deberá, pues, establecer si la comunidad primitiva ha transmitido auténtica e históricamente la conciencia de Jesús en su presentarse como Mesías, Hijo del hombre, Hijo del Padre o, por el contrario, si estas expresiones son sólo fruto de la fe post-pascual. La fundamental, pues, estudia esta relación y proporciona a la dogmática esos resultados que no son únicamente fruto de la exégesis o de la teología bíblica, sino que ya son, por sí mismos, elaboración teológica centrada sobre el carácter "revelador" que posee toda expresión de Jesús.

Se puede, pues, pensar en una especificidad del trabajo teológico–fundamental en relación a la teología, que es precisamente el de proporcionar un dato ya elaborado teológicamente y ya integrado en el horizonte de un estudio más global y sistemático. De hecho, la fundamental no pretende tomar los diferentes "títulos cristológicos" como expresiones en sí mismas (que son competencia de la exégesis y de la teología bíblica), sino globalmente integrados en la dinámica reveladora de Jesús que, mediante ellos, expresa la autoconciencia de su misión salvífica. Un enriquecimiento, pues, el de la investigación de la fundamental, que ayuda más y mejor a la formulación de las cristologías contemporáneas porque les proporciona un marco histórico y teológico que las relaciona con las cristologías de las comunidades post-pascuales y con el mismo Jesús, en quien estas comunidades creen y a quien proclaman Mesías y cumplimiento definitivo de las antiguas promesas.

 

† Rino Fisichella