Reflexión sobre la situación de la vida sacramental en Australia

Fr. Gary Devery, OFM Cap

Sydney, Australia

Las reformas de la liturgia y de los sacramentos que siguieron al Vaticano II fueron acogidas con entusiasmo en Australia, donde se han realizado grandes progresos para su fecundo cumplimiento. Sin embargo, a nivel parroquial, las reformas se han llevado a cabo sin una catequesis adecuada, como lo demuestra la praxis de la celebración del bautismo, la Misa y la penitencia.

La mayoría de los bautismos que se celebran en las parroquias se dirigen a parejas que no practican o lo hacen poco. Por ello, la preparación de los niños para la recepción de la penitencia, la confirmación y la santa primera comunión se dirigen a niños que tienen escasos contactos con la Iglesia. Aunque las reformas han enriquecido la modalidad en que se celebra la Misa en las parroquias, la asistencia a la Misa, en particular entre los fieles jóvenes, sigue disminuyendo de manera preocupante.

En Australia, las respuestas teológicas y pastorales tratan de enfrentar estas difíciles situaciones en armonía con los documentos oficiales producidos por las distintas instancias de la Curia romana. Por cierto, la clave de una respuesta adecuada está en dar la prioridad a la catequesis de los adultos. No alcanza con que dicha catequesis sea didáctica, sino que debe ser integral para transmitir una experiencia viva de Jesucristo por medio de la vida sacramental de la parroquia. En Australia, se requiere una comprensión más amplia de lo que significa la catequesis. A menudo, se la reduce a una transmisión de informaciones, en lugar de considerarla "como una escuela de fe, una iniciación y un aprendizaje de toda la vida cristiana (...) vinculada intrínsecamente a toda acción litúrgica y sacramental".

El Directorio general para la catequesis de la Congregación del Clero ve la exigencia de que se le conceda prioridad a la catequesis de adultos en las parroquias. Es allí donde la catequesis adquiere la forma de "una catequesis postbautismal, la forma de un catecumenado (...) que vuelve a presentar algunos de los elementos del Rito de la Iniciación Cristiana de los Adultos con el fin de que la persona comprenda y viva la inmensa, extraordinaria riqueza y responsabilidad que ha recibido en el Bautismo". En las parroquias en las que hemos asumido concretamente esta exigencia, somos testigos de un retorno a una participación plena y fecunda en la vida sacramental, en especial, entre los jóvenes. En este contexto, los jóvenes vuelven a descubrir también un profundo aprecio hacia el sacramento del Orden Sagrado.

1. Directorio general para la catequesis (1997), n° 30.

2. Ibid., cita tomada de Catechesi Tradendae (1979), n° 23.3 n. 258a.