La "revolución del rosario" en las Filipinas
Prof. Jose Vidamor Yu, Manila
Los filipinos son marianos. Desde antaño, la historia muestra la profundidad de la devoción y el apego de los filipinos a la Bienaventurada Virgen María. Esta veneración no se refleja sólo en las distintas devociones populares, sino también en el entramado de la vida política y económica de la gente. La "revolución del rosario" es un signo de la riqueza de la devoción católica a María y de la verdadera vida cristiana de los filipinos.
María como Virgen orante: los filipinos y la esperanza
Como María, la Virgen orante, los filipinos ponen su esperanza en la oración. La fuerte esperanza en una sociedad renovada caracterizada por una pobreza económica creciente se ha puesto de manifiesto en el poder del rosario. Los filipinos han vivido cambios socio-políticos por medio de la llamada "revolución del rosario". Miles de filipinos se echaron a la calle en 1986, cuando el Cardinal Jaime Sin, arzobispo de Manila convocó a la oración para que se produjera un cambio en el liderazgo cuando, Ferdinando Marcos dejó de estar en condiciones de gobernar.
En enero de 2001, nuevamente miles de filipinos se concentraron ante el templo de Edsa después de las acusaciones de que el presidente Joseph Estrada había expoliado el tesoro nacional. El Cardinal Jaime Sin convocó a una "revolución del rosario" para un cambio en el liderazgo y el poder. El rezo del rosario se convirtió en un arma poderosa para una solución pacífica de una crisis política de gran magnitud, es decir, la expulsión de un presidente que no tiene ascendiente moral necesario para gobernar.
María como madre espiritual: los filipinos escogen la paz
Los filipinos son pacíficos. En situaciones de conflicto, los filipinos escogen la vida y la paz. María se convierte, para los filipinos, en el modelo de la Virgen Madre que lleva a Cristo, que es el principio de la vida para el mundo, en su seno. Con la "revolución del rosario", en Filipinas, la oración se vuelve el nuevo principio de la vida política para poner fin a una administración que abusa del poder político y promueve la inmoralidad en el gobierno. La vida y la paz se vuelven dones anhelados, la nación se reconstruye, la economía se regenera. La Iglesia católica cree en la gracia de Dios como agente primario del cambio en la sociedad filipina. El Cardinal Jaime Sin recordó que "Esta tarde nos hemos reunido para proclamar la presencia de Dios. La victoria del sábado pasado no fue sólo la victoria del nuevo presidente; no fue sólo la victoria de los filipinos amantes de la paz; no fue sólo la victoria de un poder sobre otro; es en primer lugar, y sobre todo, la victoria de la gracia de Dios". La devoción a la Madre Bienaventurada es un símbolo evidente de las profundas aspiraciones de los filipinos por nuevas expresiones de paz, compromiso y amor en estos tiempos presentes.
María como mujer: los filipinos están dispuestos a servir
Es sabido que los filipinos tienen un sentido único de la hospitalidad. La hospitalidad es una forma de servicio del anfitrión a los huéspedes. Los filipinos están dispuestos a hacer sacrificios para ofrecer el mejor trato y ponerse al servicio por el bien común de todos. Como María, con ocasión de las bodas de Caná, cuando se volvió un modelo del servicio al decir a los siervos "haced todo lo que os diga" (Jn 2,5). Los filipinos se dirigen a María para encontrar la voluntad de Dios. La "revolución del rosario" es un signo del compromiso de los filipinos para con el buen gobierno. Este compromiso de servicio es un compromiso para con la verdad y la justicia.